Cuando nuestra hija, nos dijo a su madre y a mí que no quería seguir estudiando……
Una madre cae en crisis cuando su hija le dice no quiero seguir estudiando, pidiéndole a padre que la ponga a trabajar, el padre conociendo a su hija, sabía que eso de estudiar no era lo de ella..
Cuando mi hija nos dijo a su madre y a mí, que no quería seguir estudiando, mi mujer se llevó las manos a la cabeza, y entre llantos y gritos le dijo. “No, vagas no quiero en casa.” y dirigiéndose a mí, me dijo. “Ponla a trabajar limpiando en la tienda, se acabó eso de vivir de nosotros, si quiere dinero que se ponga a trabajar”.
Yo que soy mucho menos dramático que su madre, sencillamente le dije. “Desde mañana comenzaras a trabajar en la tienda, limpiándolo. Y quizás dentro de un tiempo que aprendas todo, puede que algún día lo dirijas”.
La verdad es que no pensé que mi mujer se pusiera tan dramática, pero conociendo a nuestra hija, la verdad es, que eso de seguir estudiando no es lo suyo, bien temprano, toqué la puerta de su cuarto, diciéndole. “Nos vamos en una hora, así que levante, y desayuna”.
Desde luego que mi mujer, aún seguía durmiendo, a toda prisa, mi hija se vistió, desayunó, y cuando llegué a la camioneta, ya ella me estaba esperando, durante todo el trayecto, le fui diciendo cuales iban a ser sus deberes, pero que lo más importante, era que ella aprendiera, el manejo de la tienda y de todos los servicios que prestamos.
Pero al mismo tiempo que le iba diciendo, eso, fue que me di cuenta de que andaba vestida de manera muy cómoda por decir algo, quiero decir mi hija estaba usando una muy corta minifalda, y una corta y semitransparente blusa, por lo que discretamente, yo no podía apartar mi mirada de sus muslos, no bien llegamos a la tienda en la que vendo y distribuyo todo lo relacionado con electricidad, mi hija de inmediato se dedicó a limpiar, y recoger, todo lo que los otros dos empleados, que son sus primos, dejaban regado.
Desde el primer día, se dio cuenta de todo, es decir si sus primos no ensuciaran tanto, ella trabajaría mucho menos, y la pasaría mucho mejor, pero también se dio cuenta de que ninguno de los dos perdía ocasión, para observar sus muslos, piernas, y tetas, ya que como siempre viene, de lo más cómoda, y fresca, es muy probable que ellos dos, sin proponérselo, le vean los pantis, las nalgas, las tetas y hasta su depilado coño, si se les presentaba la ocasión.
Así que cuando ya ella tenía una semana, limpiando el almacén del negocio, les dijo a sus primos. “Les propongo un trato, ustedes dos me ayudan a limpiar, y no ensucian. Y al final, les tengo una sorpresa. ¿Qué les parece?”
Los dos se sonrieron, y sin más ni más la ayudaron a limpiar, ya en la tarde, los dos se le acercaron, y el mayor de ellos dos le preguntó. Y bien ¿cuál es la sorpresa? Mi hija de inmediato le respondió “La sorpresa por no ensuciar el almacén, y ayudarme a limpiarlo es…”
Y en ese instante separó sus piernas, y levantándose la falda, mostrándoles sus blancos pantis, les dijo mirándolos fijamente a los dos. “Que les parece, si nos divertimos los tres un rato, pero eso sí, de ahora en adelante, todo lo que ensucien, o desordene lo tienen que limpiar, y recoger.”
Por lo que luego me enteré que ambos se miraron mutuamente, como que no creían lo que su prima, les decía, hasta que se acercó a ellos dos, y les dijo. “Quieren que comencemos, o es que no les gusta, la sorpresa”.
Casi de inmediato la han cargado entre los dos, llevándosela a la parte trasera del almacén, agarrándola por las piernas al tiempo, que ella dejó caer sus pantis hasta los tobillos, y les mostraba tanto su depilado coño como sus paradas tetas.
Sin prisa ya dentro del almacén, y tras quitarse ella misma la ropa que estaba usando, tanto el uno como el otro, comenzaron acariciar todo el cuerpo desnudo, de mi hija.
En cosa de pocos segundos, ya el mayor que a medida que la fue cargando, descaradamente le agarró el coño, fue el primero en sin que mi hija tan siquiera pedírselo, se dedicó a mamárselo.
Mientras que mi sobrino menor, se dedicó a agarrar sus nalgas, los dos actuaban como unos desesperados, cualquiera diría, que nunca habían hecho algo así, tanto fue su desespero, que ella tuvo que decirles que se controlasen.
Pero la manera en que el mayor le mamaba el coño, hizo que ella disfrutase de un clímax, tremendo, poniéndose a chillar, y gemir de placer, de manera bien fuerte, a los pocos minutos, y a un mismo tiempo, él la penetró por el coño, mientras que el hermano de él, comenzó a darle por el culo.
Tras ellos dos venirse dentro de su coño, y su culo, apenas sacaron sus vergas de sus dos huecos, mi hija se dirigió al baño para lavarse, en consecuencia, ya hoy en día, ella si apenas le pasa un cepillo al almacén, es mucho.
Pero al siguiente día, de que hubieran hecho eso, yo la llamé para que subiera a mis oficinas, y sin pérdida de tiempo le dije. “Ya estoy al tanto de todo lo que has hecho, en la parte trasera del almacén”. Y acercándome a la ventana, que da al almacén, le dije. “Ayer, desde aquí te vi a ti, y a tus primos, divirtiéndose”.
Y al tiempo que dije eso, de manera inconsciente agarré mi verga por encima del pantalón, mi hija no habrá querido seguir estudiando, pero no me cabe la menor duda de que no es nada bruta, ya que de inmediato se dio cuenta de cuáles eran mis intenciones, al decirle eso.
Por lo que, simplemente dejó caer la corta minifalda, que estaba usando, y ante mis desorbitados ojos, también se quitó la blusa, y el sostén, y recostándose en el sofá que tengo en mi oficina, separó las piernas, y ya no tuve necesidad de decirle más nada.
Casi de inmediato, me dediqué a mamar su sabroso coño, para luego enterrarle toda mi verga dentro de su depilado coño, al tiempo que ella movía lujuriosamente sus caderas.
Cosa que, desde luego la dramática, de su madre ignora, pero, por otra parte, ya oficialmente no se ocupa de la limpieza del almacén, aunque aún seguimos teniendo sexo después de que cierro la tienda, pero por otra parte ella sigue premiando a sus primos, cada vez que se lo permito….
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