CUANDO TENÍA OCHO AÑOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Pareciera como si el sexo me persiguiera. Desde pequeño siempre había alguien queriendo sexo conmigo. Conocí el sexo a los ocho años cuando una vecina adulta creo que debía tener unos veinte años se ponía a jugar que era profesora con los niños de los vecinos y a mí siempre me dejaba de castigo.
Entonces cuando despachaba a los otros se metía a su casa conmigo me llevaba al cuarto y me desnudaba. Bien recuerdo la primera vez que hizo esto y yo no entendí ni sabía lo que me iba a pasar. Recuerdo que me besó en la boca, me acostó en la cama y me mandó que cerrara los ojos. Entonces bajó mi calzoncillo y comenzó a tocarme y yo sentí como mi pequeño pene se iba poniendo duro al toque de su mano y después cuando ella se lo metió a la boca. Recuerdo que me dio un escalofrío por todo el cuerpo y quise que parara pero ella no me dejó.
Después comenzó a estirar mi pene a querer que el prepucio dejara aparecer el glande y me ardía. Siempre que yo iba a decir una cosa ella me ordenaba que me callara. Me dejó quieto un ratito mientras se quitaba la ropa. Yo estaba confuso con miedo y excitado sin saber porqué aquello me estaba gustando. Una vez desnuda, Olga abrió las piernas y arrimó su choto a mi pene y se lo metió. Me recuerdo la sensación de calor que sentí. No puedo decir que me la cogí. Mas bien fue ella que me usó. Recuerdo que hizo eso mientras se apretaba las tetas. Ella lograba apretar mi pequeño pene con su vagina y a mí me gustó.
Creo que acabé. Porque sentí una cosa bien rica en el cuerpo un estremecimiento algo muy bueno y una babita salió de mi pene. Fue mi primera vez. Después de hacer esto Olga se acostó a mi lado y me agarró una mano y se la puso en el choto y ahí la dejó. Si yo la quería sacar ella no dejaba. El choto de Olga estaba pegajoso creo que porque ella también había gozado. Ahora adulto es que yo entiendo mejor las cosas. Recuerdo que mi mano olía a choto después. Un olor suave de pescado.
Después de esa primera vez Olga llegaba a la casa para conversar con mi madre. Casi siempre de tarde cuando yo había regresado de la escuela. Le preguntaba a mi madre si me dejaba ir a su casa para que me bañara en la piscina. Mi madre siempre dejaba. A mí me daba un poco de miedo ir pero también me excitaba. En su casa Olga me quitaba la ropa y me bañaba. Se quedaba horas enjabonándome pasando su mano por mi cuerpo y restregando bien suavemente mis bolitas y mis nalgas.
Después me secaba y me ponía talco. Pero no me vestía. Entonces así de limpio me colocaba en la cama. Cerraba la puerta y las cortinas y el cuarto se quedaba bien oscuro. Parecía que estaba de noche. Ella se me aproximaba y me besaba en la boca. Olga era muy cariñosa. Me besaba todo el cuerpo y se detenía en mi poronguita que a esta altura ya estaba parada. Ella se la metía a la boca y eso me daba cosquillas. Pero ella no paraba. Yo me retorcía y ella me sujetaba de las piernas para que no me moviera. Después de un rato la cosquilla había pasado y yo sentía bien rico. Había veces que la sensación era tan fuerte que yo sentía un desmayo. No sé explicar. Olga entonces se desnudaba y se abría encima de mí y se metía mi pene pequeño en la vagina. Y se quedaba frotándose un buen rato y comenzaba a quedarse mojada y a mojarme todo. Una vez que se quedaba satisfecha me abrazaba y me besaba con ternura. Me volvía a bañar y me daba galletas con leche. Me ponía la ropa me peinaba y me daba muchos besos. Y me decía, prométeme que no se lo vas a contar a nadie. Yo solo movía la cabeza afirmativamente. Nunca le conté esto a nadie.
Olga hizo esto conmigo como por tres años. Solo paró de hacerlo cuando se casó y se fue del barrio. No puedo negar que me gustó. Pero sinceramente hubiera deseado que no ocurriera. Hasta ahora me siento sucio y culpable. Lo bueno de esto es que aprendí. Aprendí a cuidar de mis hijos. Tengo dos. Desde pequeñitos les di consejos, les dije que no se dejaran tocar por nadie y que no deben entrar a casa ajena por nada del mundo. Nunca los dejo en casa de extraños. Y los cuido mucho. Tanto a mi hijo varón como a mi nena.
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