Cuidando a unos primitos
Les contaré sobre una experiencia que tuve días antes de entrar al noviciado cuando me mandó mi mamá a cuidar a unos primos pequeños, ella de 9 años y él de 7..
Ya les conté que nací en el seno de una familia muy conservadora y seguidora ferviente de nuestra religión y que entre los familiares hay sacerdotes, tanto por parte de mi madre como de mi padre, incluso con un tío obispo de quien todos estamos orgullosos.
Nuestra familia es numerosa, además, todos los matrimonios acostumbraban a tener los hijos que Dios les diera. Sin embargo, también eran frecuentes las relaciones incestuales, aunque casi nadie hablaba de ello. Cuando alguna quedaba embarazada, el secreto lo sabían sólo los cercanísimos y, si era un producto que pudiera avergonzar a la familia, la damita iba de vacaciones con su mamá o alguna tía a los Estados Unidos y a la semana ya estaba de regreso, a veces hasta con el himen restaurado.
Una noche, escuché una llamada que contestó mi madre. “¿Ya, salen ahora? Bien, Ishtar los cuidará”. Se trataba de una tía mía que iría a dar a luz y el marido la llevaba de urgencia a la maternidad, por lo que dejaría a los niños solos y mi mamá decidió que yo los cuidara.
Mis padres me dejaron en la casa (ellos tenían llave) y se retiraron. “Mañana vengo por ti. Mejor te vas caminando a casa”, ordenó, dado que sólo eran dos cuadras.
Entré y pensé que los niños estaban dormidos, así que subí despacio y fui a la recámara del menor. La luz estaba encendida y la puerta semiabierta. ¡Me quedé pasmada con lo que vi!: Gloriela estaba desnuda y le daba una buena mamada a su hermanito, también desnudo, quien le acariciaba el pelo. Santiago tenía un rostro de felicidad gozoso, la sonrisa ancha y los ojos cerrados. A veces la sonrisa desaparecía y la cambiaba una mueca de deleite con la boca abierta. ¡Y cómo no! Gloriela tenía en la boca no sólo la verguita sino también los huevitos y sorbía todo el paquetito de Santi.
–Ahora te toca a ti chuparme –le dijo ella, babeante de saliva por el excelente trabajo hecho.
–Sigue haciéndome, mamá se tarda más –reclamaba el niño con el pene muy tieso en su mano.
–No, es papá quien tarda más tiempo, hasta que mamá grita y pide a papá que se lo meta –explicó Gloriela, acostándose con las piernas abiertas.
–Mejor ya te lo meto –le dijo mi sobrino acercando su pene erecto a la vagina de ella.
–No. Primero me debes de chupar hasta que yo te pida que me cojas –precisó Gloriela–, coger es cuando el papá se lo mete a la mamá.
A Santi sólo le tocó obedecer y se prendió del pequeño clítoris de su hermana quien dijo “Así, mi amor, así…”, poniendo cara de satisfacción. “También mete la lengua para que al rato me entre mejor tu pipicito”. Yo estaba bien arrecha, acordándome de mi primo Diego, quien también chupa delicioso, y seguí viendo en silencio, aunque mi mano ya estaba ayudándome en los recuerdos de mi gran amor, quien me desvirgó el año anterior.
–Ya, cógeme Santiago –exigió al poco rato Gloriela.
Santi obedeció y se la fornicó como un experto, chupándole las nacientes tetitas a Gloriela, y ésta lo aprisionaba de las nalguitas con las piernas exigiéndole a su hermano, entre gemido y gemido, que se moviera más rápido. Me vine con mis recuerdos y decidí alejarme silenciosamente para hacer una entrada ruidosa, gritándoles por su nombre. En la planta alta se oyeron ruidos apresurados. Gloriela corrió a su recámara. Subí las escaleras taconeando. Abrí la puerta de recámara de Santiago y éste fingía dormir. Fui a la de Gloriela, quien ya traía su camisón puesto. Al prender la luz, ella saludó
–Hola tía. ¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí?” preguntó mostrando confusión.
–Me mandaron a cuidarlos. Sus papás tuvieron que salir –expliqué omitiendo más detalles.
–Sí, salieron de prisa, yo ya estaba acostada. Seguramente se les hacía tarde para ir a una fiesta –confirmando mis sospechas que ella sabía que no estaban.
Le expliqué a Gloriela que dormiría con ella. Me puse la piyama y le pedí que se hiciera a un lado.
–Si quieres, me voy a acostar con Santi –sugirió.
–No, los hombres y las mujeres deben dormir separados, para que no caigan en tentaciones pecadoras.
–Los papás duermen juntos –retobó.
–Sí, pero están casados, y lo hacen para que Dios les dé muchos niños –Dije y apagué la luz para dormir y soñar con Diego.
Poco más tarde regresó el tío y me levanté para saber por qué había regresado.
–¿Qué pasó? –pregunté.
–Aún nada, pero tu tía se quedará en la clínica –explicó abriendo la puerta del cuarto de Santiago, verificando que éste dormía.
–¿Papi, me puedo dormir contigo? –preguntó Gloriela, quien se había levantado al escucharnos hablar y el tío se turbó un poco–. Es que Ishtar y yo estamos muy apretadas en mi cama…
–Tienes razón. Vente princesa –ordenó tomándola de la mano–. Hasta mañana –me dijo.
Gloriela se puso feliz y se metió al cuarto matrimonial. Yo me fui a mi recámara, dejando la puerta abierta, como era costumbre para que los adultos pudieran escuchar si había alguna emergencia de los niños. A la hora, escuché cuchicheos y vi que la luz de la recámara principal estaba prendida. Me acerqué y pude ver con claridad que Gloriela cabalgaba feliz sobre el pene de su padre. Me imaginé lo que yo haría si mi padre me trataba así. Mi papá se me antojó desde la primera vez que vi cómo entraba y salía su reluciente verga del coño de mi madre y ella daba gemidos de placer pidiéndole “¡Más rápido, amor, más, que me estoy viniendo muchooo…” Varias veces vi como fornicaban y todas se me antojo, lo más que hacía era masturbarme hasta el orgasmo. ¡Sí deseaba que mi padre me tratara como el tío estaba tratando a su hija! Pero nunca me dijo nada, ni yo a él.
–¡Te adoro, mi princesa…! –dijo el tío con voz baja acariciándole suavemente el pecho a Gloriela.
–¡Yo también, papito! –externó ella, con un gemido claro de su orgasmo al sentir la leche en su vagina, acostándose sobre su papá.
Me di una paja que me sacó un suspiro al ver cómo escurría el semen por los huevos de mi tío, quien aún tenía el miembro. Me asusté porque estaba segura que mi orgasmo llamaría la atención, pero ellos descansaban ya profundamente, ni siquiera apagaron la luz. Vi salir el pene flácido de la oquedad que le había dado placer con su albergue y me retiré a mi cuarto a dormir ya muy tranquila.
Me quedé pensando en mí necesidad amorosa. ¿Cómo debo hacerle para que mi papá también me coja, como pasa con Gloriela y su papá, o con Asunción y el suyo? (Este último caso lo conté en “Uno de los casos de incesto en mi familia”.) Lo que pasó es que yo nunca insistí en seducir a mi padre pues él se deshacía de mí fácilmente; por ejemplo, cuando ya tenía las tetas de buen tamaño, una vez urdí una mentira cuando él descansaba, le dije “Me duele aquí, sóbame”, señalándole la base de mi teta derecha. Él, en lugar de sobarme, fue a la cocina por mi madre para que ella me atendiera. Como esa hubo más frustraciones. Durante algún tiempo, cuando ya trabajaba y había cogido regularmente con un doctor (así les decimos en México a los médicos) decidí encuerarme frente a mi papá para hacer realidad la mayor de mis fantasías, tener un hijo de mi padre, costara lo que costara. Planeé emborracharlo o drogarlo y esperé el momento preciso, pero Dios no quiso que eso ocurriera pues en esos días murió mi padre. Obviamente, yo me asusté y sentí culpabilidad, y quedé con ese trauma. Han pasado más de treinta años y aún padezco tristeza por no haber logrado mi dicha.
Me da gusto, y envidia, ver a varios de mis primos y primas felices, continuando con las relaciones sexuales que iniciaron de niños, aunque se hayan casado con personas ajenas a la familia y tengan entre sus hijos del matrimonio a hijos de hermanos o padres, estoy segura que es el caso de Gloriela y Santiago.
Estoy segura que en el incesto se da el amor verdadero, si no, ¿cómo podría haber subsistido la especie en lugares aislados y remotos? “¡Te amo, hermanito!” o “¡Te amo, papacito!”, son palabras muy sinceras que dicen algunas de mis primas (y tías) al sentir el calor de la eyaculación en su vagina.
Que interesante , en mí familia el incesto es más para placer no para relaciónes
Muchas gracias 🌹
Pues así se empieza, jugando. Pero no se puede detener.
Pues sí que en tu familia están duros. Comienzan de niños y se la siguen así hasta procrear. ¿No han tenido problemas de taras o alguna malformación?
Oye, ¿fue muy aburrida tu estancia en el convento? Ya nos contaste que te sugirieron que te buscaras un marido y que tú suponías que se debió a que se dieron cuenta que ya no eras virgen. ¿Las demás sí lo eran?
No ha habido taras ni malformaciones, que yo sepa.
Pues yo hacía mucha oración, quería expiar la culpa de haber cogido con mi primo a quien todos consideramos un santo, hasta la fecha. Y sí, cada vez que nos vemos, nos vamos hasta el cielo… Estuvo bien que no me aceptaran pues me la pasaría pajeándome, como otras de ahí. Se rumoraba que a algunas sí les daban servicio ciertos párrocos que acudían con frecuencia. A mí sólo me constó lo de las pajas y algunos tocamientos lésbicos.
Esas cosas nunca me pasaron a mí y me parecían una aberración, pero sí, hay de todo y para todos. La prueba son los relatos de aquí. Los tuyos me parecen sinceros y guardan más miga que el simple acto sexual. Nada menos, mi marido cogió con su hermana desde que ella era niña, bueno, se la cogió ya que ella estuvo con su novio, pero desde niños jugaban acariciándose los sexos, chupándose, etc.
También, sospecho que uno de mis primos se cogió a otra prima y no sé hasta cuando dejaron de hacerlo, si es que ya no lo hacen, pero su gran discreción no permite saber mucho.
Pues, como aseguraste alguna vez, yo también pienso que Saúl y su hermana sí se amaron. Lo raro es que ella no tuvo hijos.
¿A qué se deben tus sospechas? ¿Los escuchaste alguna vez? Lo raro es que tus primos, sabiendo que eras muy puta, no te cogieron, bueno, a excepción de algunos primos políticos, o de Roberto, el primo de tus primos, quien te embarazó. ¿Ya vez que no es tan raro?
¡Qué padre que desde pequeños cogieran tus sobrinos! Me imaginé cogiéndome a mi hermana a esa edad…
A esa edad no lo hiciste. ¿Y después?
No sé qué tanto podría cambiar en la vida de mis dos amores si ellos se hubieran cogido a sus hermanas a tan pequeña edad. ¿Habrían tenido críos más adelante?
Seguramente sí, pues tanto va el cántaro…
Lo que quizá si cambiaría sería el camino de tu marido, ¿estarías en él?
Acepto que, a veces, una se puede calentar con un pariente. Por ejemplo cuando le chupé el pene a mi hermano porque él estaba durmiendo borracho en la sala con el pito de fuera, yo pasaba por ahí y mi novio (ahora mi esposo) me había manoseado bonito y me dejó caliente. ¡Sí, se lo chupé! (Ya lo conté en un relato.) Afortunadamente él no se despertó. También mi papá, últimamente, me da unas sobadas muy ricas cuando pasa junto a mí y me abraza, me da besitos de cariño (¿?), supongo, pero a veces siento cómo se le endurece la verga en el repegón, y eso que ya tiene más de 70 años. No niego que me caliento.
Pero eso de coger desde niños… ¡nunca se me había ocurrido que pasara! Al menos más allá de toqueteos, que sí tuve con dos primos.
Pero tu familia es muy especial: todos contra todos. ¿Hubo caricias homosexuales entre algunos de ustedes y continuaron a la fecha?
Sí jugaban a agarrarse el pito o pegarse el pito a las nalgas, pero sobre la ropa (eso sí me tocó ver), aunque a veces al que se le pegaban se quedaba quieto, como disfrutándolo. Quizá si hubo más (penetraciones reales) pero nunca lo vi. En las mujeres también vi algo parecido.
De tu papá… Si se le para el pito contigo, tíratelo, te conviene…