DANDO CELOS.*
Una mujer le quiere dar celos a su pareja .
No quiero dar tantas vueltas a esto del protocolo de presentación y descripción.
Mi nombre es Adrián. Tengo una amiga llamada Montserrat, muy guapa y de buen cuerpo.
Misma que se lio en amoríos con Mario, un tipo que, para mi gusto Monse es mucha mujer para él. Pero en fin.
Una ocasión me pidió ayudarle en darle celos a su novio, según, para que él la valorara; pues sospechaba que este tipo la engañaba. Yo feliz acepte, porque en verdad ella me gustaba mucho. Solo que había un problema. No me atrevía a decirle nada.
Como supuestamente habían terminado su relación. Supuestamente digo.
Con confianza me acercaba a Montserrat, saludandola con un beso medio pretencioso en la mejilla, seguido de un abrazo. Mario solo se limitaba a observar y a encolerizarse.
Fuimos a una reunión con varios amigos en común. Sin saberlo ahí cumpliría algo que había soñado con Monse.
Montserrat llegó molesta en extremo, pues su ex andaba de pica flor con una chica de la misma reunión.
Yo solo la abracé y le bese la mejilla en señal que contaba conmigo.
Ya con varios tragos de alcohol y con un poco de baile, comencé a repegarme a mi amiga, la cual en ocasiones me repegaba su trasero.
Ya de tanto y tanto, fuimos a una habitación. Como la casa es muy grande. Nos encerramos y ahí comencé a besarla casi con desesperación.
Encima de ella, estando sobre la cama, no dejaba de besarla.
Ella me pidió quitarme. Pensé por un instante que se había arrepentido, pero ¡oh sorpresa!
Me desabrocho el cinturón.
Ni tardo ni perezoso le ayude a quitarme el pantalón. ¡No podía ser cierto. Me la comenzó a mamar muy rico!
Como pude la despoje de su blusa negra, al igual que de su brasier.
Después de eso la puse en cuatro para mamarle su culo haciendo aun lado su tanga morada.
Al irle bajando su prenda también iba besando sus piernas, quitando sus botas, su falda a cuadros cafe y así dejándola desnuda.
La penetraba con vehemencia, aferrado a su cintura, besé su nuca, su cuello, un dedo ya jugaba en su clitoris al ritmo de los jadeos de Monse.
Al voltearla, pronto puse sus piernas en mis hombros, bombeando con igual fuerza.
Mis manos apretujaban sus pechos, atrapando sus pezones entre mis dedos.
Nos revolcamos placenteramente, hasta que Monse quedó encima y se moviera con mi verga adentro.
De un choque de orgasmos, hizo que me sentara, haciendo que Monse estirara las piernas, disfrutando de una larga descarga de electricidad.
Volvimos a besarnos, para luego re integrarnos a la reunión, dándonos cuenta que Mario no estaba, pero eso poco le importó a Monse.
La llevé a su casa, con la duda de lo que va a pasar.
En fin. Si regresa o no con él, por lo menos ya le hice el amor y eso nadie me lo quitará.
Vladimir escritor
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