Danna y el señor de la tienda ( 2a. Parte).
Don Celso nuevamente tiene a su disposición a la pequeña Danna..
La pequeña Danna y el sr. de la tienda. ( 2 )..
Después de haber violado a su pequeña ayudante don Celso, no quería abrir su negocio por miedo a que los padres de Danna llegaran juntos con la policía para llevarlo preso.
Dos días habían transcurrido desde aquel maravilloso día, los clientes llegaban y tocaban la puerta de la casa, pues además de querer comprar tenían la curiosidad del porqué no abría el negocio, tanta era la insistencia que al tercer día abrió su local.
(Cliente)…Buen día don Celso, pensamos que ya no iba a abrir la tienda.
(Don Celso)… No como cree, lo que sucedió es que me enfermé de una gripe muy fuerte y apenas me estoy reponiendo.
(Cliente)… Me da gusto que esté mejor.
(Don Celso)… Gracias.
Minutos más tarde se escuchó una voz angelical que hizo estremecer a don Celso, sintió como el miedo y la angustia invadía todo su cuerpo, pero al mismo tiempo hacían que su corazón latiera fuerte y que su gran amigo que escondía entre sus piernas comenzará a despertar.
(Danna)… Hola don Celso, ¿Cómo está? Hoy vine con mi mami a comprar.
(Erika)… Buenos días don Celso, me podría prestar algunas cosas y para la quincena se lo pago.
(Don Celso)… Claro que sí, dígame qué va a querer.
Don Celso no perdía de vista a la pequeña, quería platicar con ella y preguntar si sus padres sabían algo del juego que hacían ellos al cerrar la tienda, pero no lo podía hacer. Don Celso entregó los artículos a la señora Erika y se retiró junto con la pequeña.
El señor veía como se alejaba de él su dulce y tierna presa.
Al llegar el sábado como de costumbre don Celso abrió su local, lo limpió y comenzó a acomodar los productos, cuando de repente escuchó esa melodiosa voz que le hacía perder los estribos.
(Danna)… Hola hermoso papito quieres que te ayude a acomodar?
(Don Celso)… Claro que sí, mi hermosa princesa, ven entra rápido.
La pequeña entró a la tienda y se dirigió hacia la bodeguita, al parecer la chiquilla también había disfrutado del placer de ser sometida a los deseos de su amo. Cuando el señor vio a la niña trepada en las escaleras su miembro pasó de flácido a tomar un grosor y tamaño excepcional, tanto que pareciera que la verga le sobresalía por el elástico de la ropa interior, ya casi era hora de la comida por lo que como era costumbre el negocio se cerraba con puntualidad para poder disfrutar de los alimentos y en este caso era un preciado manjar de nombre Danna.
(Don Celso)… Muy bien preciosa se ve que estás aprendiendo a respetar la autoridad de tu patrón y señor. Sube un escalón más y quiero que muevas para mí tu bello trasero.
La niña inocente o no, movia su culito de un lado hacia otro, dejaba que el hombre mayor tocará su trasero al mismo tiempo que metía su nariz por en medio de sus nalgas.
(Don Celso)… Hueles delicioso mi hermosa princesa, tengo ganas de tragarme todo, todo ese culito respingón que tienes, tengo ganas de enterrarte mi verga nuevamente.
Don Celso bajó la bombacha de Danna dejando ver su pequeño trasero, con ambas manos abría las nalgas de la chiquita de par en par y lengueteaba el ano de la niña. Danna solo suspiraba y jadeaba de placer por lo que le producía la lengua de su amo. Varios minutos pasó don Celso lamiendo ese culito y ese par de pequeñas nalgas, a él no le importó si la criatura tenía limpió o no el fundillo, lo único que le interesaba era lubricar ese hoyito.
(Don Celso)… Ahora vamos a jugar otro juego tú y yo.
(Danna)… Vamos a jugar al caballito?
(Don Celso)… No mi amor, hoy jugaremos otro igual de divertido que ambos vamos a disfrutar. ¿Por qué a ti si te gustó jugar al caballito, verdad?
(Danna)… Si, papito, pero me dolió también.
(Don Celso)… Y sabes por qué te dolió, porque lo disfrutaste al igual que yo, pues si no te hubiera gustado, no te hubiera dolido nada. Pero debes recordar que ese es nuestro secreto.
En ese momento el propietario del negocio bajó a la pequeña Danna y le propuso jugar a un juego, en el cuál ella debería de ser adivinar que le daba a probar, don Celso le comento que debería de taparle los ojos y le daría a probar tal vez un dulce, una paleta, una fruta, un yogurt o cualquier otra cosa.
El reloj marcaba las 3:25 minutos y don Celso sabía que debería actuar con más rapidez, pues el negocio debería abrirlo en 1 h con 35 min, por lo que corrió a buscar una venda y con ella taparle la visión a su presa.
(Don Celso)… Ahora vamos a jugar, adivina qué es!
(Danna)… Siiii, yo quiero jugar contigo.
Celso tomo una paleta y se la pasó por los labios de la niña.
(Don Celso)… Adivina qué fue eso, princesa.
(Danna)… No sé, no pude ni saborear.
(Don Celso)… Ahí te va otra vez, pero ahora la voy a dejar un poco más.
Don Celso puso la paleta en la boca de Danna y se la quitó otra vez.
(Don Celso)… ¿Ya adivinaste?
(Danna)… Una paleta de dulce.
Muy bien princesa ahora vas a probar otra cosa, sacó un yogurt y le dio una pequeña cantidad.
(Danna)… Es yogurt, es yogurt
(Don Celso)… Estupendo.
La niña ya había probado muchos dulces, chicles, frituras de lo que vendía el señor en su tienda y todos los adivinaba, pero don Celso tenía escondido entre sus pantalones un dulce que la niña aún no había degustando, así que el hombre bajó sus pantalones hasta el suelo dejando salir su verga de macho adulto que para ese momento empezaba a babear líquido.
(Don Celso)… Has adivinado casi todo a la primera, ahora te voy a dar otra cosa, espero y adivines.
El hombre pasó la punta de su miembro por los labios de Danna, pero la niña no lograba adivinar y por segunda vez don Celso pasaba la punta del glande por la boca infantil, pero nuevamente la chiquita no adivinaba.
Eso calentaba al 100 a don Celso el pasar la punta de su herramienta viril por los labios de su pequeña ayudante.
(Danna)… ¡No sé qué sea! Creo que no tiene sabor!
(Don Celso)… Bueno, te voy a echar la mano, te voy a ayudar, dejaré que saques tu lengua y lambas,
Celso pasó por enésima ocasión la punta de su verga y cuándo la niña, sintió ese trozo cerca de su boca, saco la lengua y comenzó a darle pequeñas lamidas, pareciera como si alguien estuviera lamiendo el más rico y delicioso helado. Danna pasaba su lengua por toda la punta de la verga del señor, pero ni así podía adivinar qué era eso que le daba don Celso a probar.
(Danna)… No puedo adivinar, papito !ayúdame!
(Don Celso)… Eso sería hacer trampa, pero como eres mi hermosa princesa lo haré. Ahora te lo voy a dejar un rato dentro de tu boca y lo voy a sacar y lo voy a meter, pero eso sí no debes usar los dientes, ni tampoco morder.
La chiquilla asintió de forma afirmativa con un movimiento de cabeza, abrió su boca y en ese instante el hombre mayor introdujo sólo el glande, lo dejó unos instantes y lo sacó, nuevamente metió la punta unos segundos y la retiró.
(Don Celso)… Creo que todavía no sabes, ahora te la voy a meter más a tu boca y haré lo mismo de meter y sacar.
Celso estaba sudando, su corazón latía como si fuera un adolescente y su emoción estaba al máximo.
Así que ahora metió casi la mitad de su miembro en la boca de Danna y la dejó unos segundos y la sacó, la introdujo nuevamente y la retiró, esos movimientos hicieron que a la pequeña le diera tos y ganas de vomitar, pero don Celso la calmaba diciéndole que eso era normal y hasta que adivinara iba a detenerse.
La pequeña por más que se esforzaba no adivinaba y tampoco aguantaba esa follada de boca que estaba recibiendo a su corta edad, la saliva se le escurría por su quijada y cada que tosía escupía grandes cantidades de saliva sobre la verga y la pelvis del hombre.
Don Celso metió toda la verga en la boca de Danna, sujetó sus manos y comenzó a cogerse por la boca a la niña, la pequeña quería zafarse, pero la fuerza de don Celso era superior, desafortunadamente para el tendero se corrió rápidamente dentro de la boca de la chiquita, inundando su pequeña boca de grandes cantidades de esperma.
(Don Celso)… Uff, uff, que delicia, que rica esta tu boquita mi princesa hermosa, ahora trágate todo eso, no dejes ni una sola gota.
Danna se pasó todo el semen de un trago, haciendo gestos y muecas.
Celso subió sus pantalones, tomó otro yogurt y quitó la venda de los ojos llorosos y cristalinos de la niña.
(Don Celso)… ¡Ay princesa hermosa, no adivinaste! Ahora sí tuviste mala suerte. Mira eso fue lo que estaba en tu boca.
Danna al ver el frasco de yogurt hizo cara de asombro e incredulidad, pues no podía creer que fuera eso, además que alegó que ese yogurt sabía distinto, sabía diferente, sabía agrio.
(Danna)… Eso no fue, parecía como un dedo o una salchicha, pero no tenía sabor. ¡Dime qué fue papito! Quiero saber, por favor.
(Don Celso)… Muy bien, te lo voy a decir, siempre y cuándo quieras jugar al papá y a la mamá conmigo.
(Danna)… ¿Cómo? Yo no sé ese juego.
(Don Celso)… Yo te voy a enseñar, es un poco parecido al caballito, pero este es más divertido.
(Danna)… Y me va a doler?
(Don Celso)… No lo sé, pues te había dicho que si lo disfrutabas te dolería un poco y si no te gustaba el juego, pues no te dolería nada. Tú decides, si lo juegas o no.
(Danna)… No, papito no quiero jugar eso, mejor me voy a mi casa.
(Don Celso),,, Muy bien, no importa si te quieres ir y no jugar, pero recuerda que eso lo hago para ayudar a tus papás, ya ves que siempre les prestó para la comida, porque no les alcanza el dinero. Y cómo tú ya no quieres jugar, yo ya no les podré prestar nada y pues …
(Danna)… Entonces si quiero jugar papito, dime qué hago.
(Don Celso)… Mira Danna ya es hora de abrir el negocio, si quieres mañana jugamos, pero no les digas nada a tus padres, ve a tu casa y mañana te espero aquí.
La pequeña salió a su casa, está vez sin ningún dolor en sus partes íntimas, solo un poco de molestía en su garganta. Al día siguiente la pequeña Danna ya estaba puntual antes de las tres hora que cerraba la tienda el dueño. Danna entró y se sentó en una esquina. Cómo de costumbre llegaron las tres de la tarde y don Celso cerró la tienda y con una voz llena de emoción y alegría le dijo a la niña.
(Don Celso)… Ven, chiquilla hoy jugaremos al papá y a la mamá.
Tomó a la niña y la subió a su habitación, le explicó que los papás siempre que están solos en casa se desnudan y que duermen juntos en la cama. Y que para ser más felices hacen el amor todos los días y si se puede a cada hora.
La pequeña no sabía y no entendía nada de lo que el hombre le decía, lo único que entendía era que deberían estar sin nada de ropa. De esta forma procedió a desvestirse al igual que lo hacía don Celso.
(Don Celso)… Ya ves, pequeña no hay nada que temer, ni nada de qué avergonzarse, recuerda que en este juego tú y yo, nos amaremos así como lo hacen tus padres. Oye princesa has visto escuchando que es lo que hacen tus padres por la noche?
(Danna)… No sé, solo escucho ruidos chistosos.
(Don Celso)… Pues hoy sabrás qué hacen los papás, y eso mismo haremos.
La pequeña no se había percatado, que su amigo tenía la verga dura y apuntando hacia arriba, ese descomunal miembro Danna abrió sus ojos y con su mano señaló.
(Danna)… ¿Qué tienes ahí?
(Don Celso)… Esto es mi verga y sirve para mear y sobre todo para dar placer a cualquier mujer que lo desee.
(Danna)… ¿Para dar placer?
(Don Celso)… Tú recueste y abre tus piernas, que ahora sabrás para qué sirve.
Don Celso se lanzó a lamer la rajita de la niña, succionaba y los chasquidos hacían eco en la habitación de aquel hombre. La chiquilla al parecer disfrutaba de esas caricias y cosquillas que sentía por su parte. Celso sediento de coger nuevamente a su pequeña trabajadora se recostó sobre ella, la besó en la boca, en el cuello y en la frente. Colocó la verga sobre la rajita de Danna y la incrustó en la vagina de la chiquita.
(Don Celso)… Ahora serás nuevamente mía y solo mía.
Dicho esto Celso puso todo el peso encima de la niña y enterró por completo su hinchada polla dentro de la vagina de Danna, eso hizo que la pequeña soltara un grito, pidiendo que la sacara, pues era muy doloroso y no aguantaba, pero el hombre le recordó sus palabras que anteriormente le había dicho “ SI TE DUELE, ESO QUIERE DECIR QUE LO ESTAS DISFRUTANDO “, Tal vez en esa posición la niña sentía más dolor y a decir verdad, pues era la segunda vez que era follada por ese mismo hombre.
Celso le daba besos apasionados mientras le propiciaba unas metidas de verga en su tierna rajita.
Los jadeos de dolor de la niña se mezclaban con los jadeos de lujuria y pasión desbordada del propietario del negocio, a pesar de que don Celso no tenía una gran verga, para la niña ese tamaño de polla era suficiente para sentir ese dolor tan agudo.
Pocos minutos después la pequeña Danna dejó de llorar y por una extraña razón movía sus caderas al compás del vaivén de su violador.
(Don Celso)… Uff, veo que lo estás disfrutando mi hermosa princesa, ¿no es así?
(Danna)… Auch, me duele, pero se siente rico, papito.
(Don Celso)… ¿Quieres que me detenga?
(Danna)… No, papito.
Esas palabras fueron las que detonaran más los movimientos de cadera del hombre hacia su presa, don Celso la estaba cogiendo como nunca lo había hecho, cada que sacaba su verga, él podía disfrutar viendo como la rajita de la niña pulsaba y pulsaba, y también observaba como esa diminuta vagina se daba pasó a tragar a esa verga de hombre mayor.
La chiquilla disfrutaba de esa follada que recibía de su amo, de su patrón, de su amigo, de su captor. Pasaron varios minutos y aún el hombre seguía en su faena de follar esa rajita, hermosa y deliciosa.
Pero todo lo que empieza tiene un fin y este era el eyacular dentro de la vagina de la niña. Don Celso derramó toda su carga que había guardado en el interior de esa rajita infantil, exhausto del cansancio el hombre yacía sobre el diminuto cuerpecito de la chiquita, pasó unos minutos y el hombre besó a la niña, para después besar y lamer los restos de semen que escurría de la vagina de Danna.
(Don Celso)… Eso es lo más rico y delicioso que he cogido en toda mi puta vida, mi hermosa princesa. ¿Lo has disfrutado?
(Danna)… Creo que sí, porque me dolió mucho al principio. Oye papito y a ti también te dolió?
Don Celso se carcajeó fuertemente.
(Don Celso)… Uy si, me dolió hasta el alma y sobretodo me dolió la punta de mi verga y hasta me llegó a mis bolas.
Don Celso se llevó a su pequeña ayudante a limpiar y asear bien, tomando ambos una ducha caliente, para abrir el negocio y dejar ir a la pequeña, no sin antes recordarle que era un secreto y que lo hacía para ayudar a su familia.
Con esa idea que le hizo creer, Danna siguió su
vida común y corriente. Y en cualquier ocasión que se presentara, don Celso jugaba con ella otros juegos igual de divertidos que los anteriores.
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