De vuelta de la playa.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Monikilla28.
Recogemos las pocas cosas que llevamos para dirigirnos al Hotel. Cuando nos adentramos en el pequeño y encalado pueblo, nos dejamos enamorar por el paisaje que nos rodea y decidimos dar un paseo por el mismo. Vamos visitando sus pequeñas plazas, por donde nos vamos encontrando con gente del lugar, y decidimos adentrarnos por las estrechas calles que nos encontramos. Al poco rato no nos encontramos a nadie en nuestro camino y, en la intimidad de la calle en la que estamos, decidimos besarnos suavemente, casi solo rozarnos los labios, y suavemente nos acariciamos el pelo, la cara, el cuello, vamos bajando por los brazos, la espalda,… de manera que no podemos evitar besarnos con pasión, a la vez que juntos vamos notando como el calor se apodera de ambos y nos abrazamos con fuerza. Por la esquina aparece una viejecita que hace que nos avergoncemos por la situación, y cuando pasamos por delante suya para irnos al Hotel, nos mira con una sonrisa pícara, casi disculpándose por cortarnos el momento.
Poco antes de llegar a nuestro destino nos encontramos un bar, pequeño y familiar, donde decidimos pararnos a cenar tranquilitos, sin importarnos el salitre que aún envuelve nuestros cuerpos. Miramos la carta y, sin mucho pensar, nos pedimos algo ligerito acompañado de un vino tinto. Nos sirven mientras vamos manteniendo una conversación amena, donde vamos compartiendo muchas sonrisas y miradas cómplices, y sabiendo que ninguno quiere recordar lo que hemos hecho durante el día, porque tenemos que controlarnos delante de tanta gente, pero se me empieza a ir la cabeza con el vino y decido buscar tu pie con el mío, sólo quiero jugar un poco contigo, pensar en que hay gente cerca en las otras mesas me excita, y quiero saber hasta dónde somos capaces de llegar en esa situación. Cuando encuentro tu pie sueltas media sonrisa que me vuelve loca, me quito la sandalia y voy subiendo por tu pierna, no me dejo ni un centímetro por recorrer, desde tu pie hasta la rodilla. Por ese rato nos quedamos mudos, sin que todavía sepas hasta dónde me voy a atrever a llegar, te miro a los ojos y, con mi pie, separo tus piernas para poder llegar hasta mi objetivo, me coges de la mano intentando pedir clemencia para que me detenga en ese momento, pero pasando de tus tímidas súplicas llego con los dedos de mi pie hasta rozar tu pene, por encima del pantalón, con suavidad. La cara te cambia en un segundo, no pensabas que fuera a ser capaz, mientras que cada vez voy frotando mi pie con un poco de más fuerza contra tu miembro, que cada vez noto más duro.
Hay alguno que nos mira extrañado por la situación que empieza a hacerse insostenible, porque tú poco vas a poder aguantar sin soltar un profundo gemido, y tu cara y la situación, me están excitando a mí más de lo que pensaba, por lo que decido parar el juego antes de que lo descubra el resto de gente que está sentada en la terraza del bar, pagamos y acelerados nos vamos al Hotel, que ya nos queda cerquita.
Cuando llegamos al Hotel pedimos acelerados la llave de nuestra habitación y subimos por las escaleras sin poder reprimirnos por el camino, nos besamos, nos acariciamos, nos deseamos cada segundo más, torpemente abrimos la puerta y cuando la cerramos me empujas con suavidad contra la pared dejándome casi sin posibilidades de que me defienda, se que te estás vengando de lo que te he hecho en el bar y me dejo, contigo echando tu peso sobre mí para besarme apasionado, me levantas los brazos para poder quitarme el vestido sin ningún problema y, cuando me ves solo con el bikini decides que ya te sobra cualquier prenda que sigo llevando, por lo que me dejas totalmente desnuda ante ti. En ese momento reclamo igualdad de condiciones, por lo que levantas los brazos para que te quite la camiseta y, acto seguido, te quito el bañador para poder disfrutar también yo de esa maravillosa vista que me resulta de tu desnudo ante mí. Entre sonrisas nos abrazamos sabiendo que ya nada nos va a detener, por lo que me coges en brazos y yo rodeo tu cuerpo con mis piernas, en ese momento buscas otra pared donde poder apoyarnos en esa postura, y seguimos besándonos ya muy excitados, por lo que decides bajarme un poco, justo para poder penetrarme con tu miembro que para ese momento ya está duro como el diamante. Voy sintiendo como me va entrando poco a poco, caliente, dudando si va a encontrar un tope en algún momento que, no va a aparecer porque ya estoy tan relajada y excitada que mi lubricación me permite que me entre entero del tirón, Dios!, qué gusto sentirte dentro de mí… me moría de las ganas, todos los juegos antes de llegar al Hotel me habían puesto como una perrilla en celo.
En ese momento paramos un instante para dirigirnos hacia la ducha entre besos y caricias, y cuando entramos, sin querer, activamos el mando que deja que caiga el agua por nuestros cuerpos, comenzamos a chuparnos enteros, todavía con algo de sabor a salitre o sudor, no lo sé, pero tu olor y sabor me excitan tanto que voy bajando buscando aquello que tanto me gusta, tu pene. Cuando lo tengo justo en frente, te acaricio el culo con las manos, mientras voy besando desde donde tienes el vello hasta la puntita de tu polla que me vuelve loca, no sé cómo lo consigues pero tienes una facilidad tremenda para excitarme tanto como estoy, por lo que lo cojo para metérmelo en la boca como si me fuera la vida en ello. Lo agarro con la mano y te chupo el capullo como si me estuviera comiendo un chupón, lo voy rodeando con mi lengua un ratito, juego con mis labios sobre tu capullo, y luego me lo meto entero en la boca, lo saco, lo meto, lo saco, lo meto, lo saco todo suavemente, y ahora te hago la mejor paja que te hayan hecho en la vida, antes de terminar me incorporo porque tú has llegado a un punto en el que no vas a aguantar más, y quiero sentir tu corrida caliente estrellarse contra mi vientre, mientras nos seguimos besando.
Nos salimos de la ducha y llegamos hasta la cama donde me sientas en el borde, con la espalda sobre la cama y las piernas dobladas, y te arrodillas delante de mí mientras me separas las piernas con las manos, que van subiendo con una suave caricia por el interior de mis muslos, sabes que me mola el roce de tus manos en esa zona, pero no te detienes mucho porque estás ansioso por llegar a tu objetivo, ya puedes observar lo húmeda que estoy, por lo que me besas mi monte de Venus mientras te agarras con fuerza con las manos a mi culo durito. Con tu lengua vas buscando acariciar mi clítoris suavemente de abajo hacia arriba, y de arriba abajo, varias veces, para luego comenzar a jugar con el moviéndolo en círculos un ratito, y para terminar lo chupas como un bebé chupa el pezón de su madre cuando tiene hambre, succionándolo con suavidad, yo arqueo la espalda y tú adivinas que empiezo a volverme loca, por lo que decides empujarme hacia el cabecero de la cama y vienes buscando el calor y la humedad de mi coño para meterme tu polla, que vuelves a tener dura por la excitación del momento. Con tu capullo rozas mi coño buscando el hueco oportuno para meterte, y no tardas en conseguirlo, con suavidad la metes y la sacas entera por varias veces, y en la cara nos notamos que estamos pidiendo más, por lo que tus embestidas contra mí, son cada vez más fuertes y rápidas, nos besamos y te rodeo con mis piernas, como pidiendo que lo que estamos disfrutando no se acabe nunca, pero ambos sabemos que vamos a resistir poco más, dos empujones más y nos corremos como no lo habíamos hecho nunca, nuestros cuerpos tiemblan sacudidos por los espasmos que nos van dejando inmóviles tras todo el cansancio acumulado, y cuando la cosa se va relajando decido que te quiero dentro de mí un poco más, y en esa situación nos abrazarnos fuertemente, sintiéndonos más cerca que nunca el uno del otro, nos miramos y mientras nos besamos decides liberarme de ti para quedarnos los dos juntos en la cama exhaustos por tanto placer. Nos miramos y nos da la risa mientras comentamos que lo nuestro comienza a ser enfermizo, a este ritmo vamos a morir jóvenes, pero es que se nota que nos hemos pillado con ganas, y las posibilidades hay que aprovecharlas en el momento, y éste, es nuestro momento. Y así nos quedamos dormidos juntitos, sin dejar que pase el aire entre nosotros aunque haga calor, porque nos merece la pena estar de esa manera.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!