Desde pequeña me gustaba.

Llevaba un tiempo queriendo escribir algo sobre mí pero no sabía por dónde empezar, después de mucho pensarlo decidí que no habría otra manera de empezar, más que por el inicio: mi infancia y la historia de cómo descubrí la masturbación..
Esta es una historia 100% real, sacada de mis propias y cachondas vivencias.

En este foro me haré llamar Lemon, para proteger mi identidad. Soy una chica de 26 años, cuerpo ni delgado ni gordo, cabello negro muy largo, unas tetas grandes y un culo mediano, y sobre todo: soy muy caliente.

Me calienta casi todo, obviamente tengo mis propios gustos, fantasías o fetiches, pero cuando digo que me calienta casi todo, me refiero a que soy el tipo de chica que va por la calle comiendo hombres con la mirada y mojándose la panocha de sólo verlos. Me moja algo en la calle, algo en la tele, algo que escucho, algo que imagino, ese es mi diario vivir. Soy una putita y no me molesta, de hecho, me gusta que me lo digan, me prende, pero me adentraré en eso en otro relato.

Siempre he sido así desde que tengo uso de razón, creo que no todos los niños son así, pero yo ya me sentía muy caliente desde que era muy pequeña; mucho antes de que yo supiera que al acto se le llamaba “sexo», yo ya sentía deseo.

Mi papá tenía gusto, como todos los hombres, por la pornografía, tenía decenas de DVDs porno que veía a solas cuando tenía tiempo, me enteré de ello cuando en alguna ocasión entré sin avisar a su habitación y el porno estaba puesto en la televisión; de ahí en adelante cuando yo estaba a solas, me robaba los DVDs y los reproducía con mucha curiosidad, me encantaba ver a los hombres penetrando a las mujeres, o a mujeres haciendo tijeras con otras mujeres, y le tomé un gran gusto al porno (hasta el día de hoy).

Para ese entonces, todo lo que relato transcurría entre mis 6 y 7 años, el porno reforzó el morbo y la calentura que ya sentía, mis pensamientos, actividades y juegos empezaron a girar más entorno al sexo. Jugaba con mis muñecas a hacerlas coger con otras muñecas, me encantaba quitarles la ropa y ver sus cuerpos desnudos, las hacía besarse con sus novios y coger, hasta que un día, cuando ya tenía 8 años, se me ocurrió una excelente idea, la idea que abrió la puerta a mis deseos y que me ha traído mucho placer durante toda mi vida.

Repito, tenía 8 años, y un día estando sola y jugando con mis Barbies una escena sexual, me calenté mucho, sentía tantas ganas de replicar lo que veía en el porno, qué se me ocurrió “dramatizarlo» un poco. Me quité los pantalones que estaba usando, me acosté en la cama y abrí las piernas; tomé a una de las Barbies, le abrí las piernas también y la acerqué a mi vagina infantil y virgen, y pensé: “voy a hacerlo como en las películas», recordando las tijeras que veía hacer a las lesbianas del porno, así que comencé a frotar la vagina de mi Barbie contra mi vagina, logrando una tijera tonta e inocente pero que para mí en ese momento era la cosa más atrevida y sexy que había hecho en mis 8 años de vida.

Al inicio no sentí mucho, sólo frotaba la muñeca contra mí tratando de replicar eso que había visto, pero de un momento a otro todo cambió, comencé a sentir la sensación deliciosa del placer y quería más, yo no sabía qué era lo que estaba haciendo (no sabía que se llamaba masturbación), pero sabía que me estaba gustando; así que aceleré los movimientos al frotar mi vagina hasta que finalmente sentí como si quisiera orinar y al mismo tiempo una gran ola de placer indescriptible recorrió todo mi cuerpo y mi panochita: tuve mi primer orgasmo.

No entendía bien qué acaba de pasar pero me encantó, estaba ansiosa por volver a sentirme así; desde ese día me dediqué a experimentar: frotarme con todo tipo de cosas, frotarme mientras veía porno, frotarme en la escuela… Desde ese momento a los 8 años creo que no ha pasado un solo día sin que me masturbe.

Recuerdo la sensación y la escena y me pongo caliente, mi primer orgasmo, el primero de muchos…

Así comenzó mi vida sexual desde muy temprana edad, tengo muchos relatos que espero compartir en esta comunidad de ahora en adelante.

Espero que les haya gustado mi primera experiencia y se hayan calentado tanto como yo me calenté al recordar y redactarlo.