Deseo oculto II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marianar.
El roce de su cuerpo no se hizo esperar. Yo ya presentía que eso iba a sucederme, como tantas otras veces al regresar de la escuela por la tarde en el metro.
Fue certeza al sentir su pantalón sobre mis nalgas, buscando hábil y sutilmente acomodarse entre medio de ellas.
Mi uniforme del colegio y la tanga que ese día llevaba incrustada en mi cola, partiéndola en dos mitades como una manzana, le facilitaban la tarea.
El aprovechaba cada movimiento del metro y de la gente para pegarse aun más.
Yo ya conocía la técnica, luego de haber sentido decenas de veces las mismas sensaciones.
Suavemente me deje llevar. Dulce y discretamente empine mi colita y aproveché también los movimientos de la gente para empujar contra él, muy sutilmente.
Rápidamente sentí su miembro crecer a través del pantalón. Dejo de moverse para quedarse apoyado contra mí, dejándome sentir el latido de su pene creciendo dentro del pantalón.
Cerré los ojos, trate de imaginarlo fuera de su prisión de tela: duro, caliente, húmedo, pugnando por introducirse bajo mi uniforme, humedeciendo mis muslos, mis nalgas, deslizándose entre mis nalgas, suplicante, anhelante, latiendo deseoso por dejar toda su carga en mi.
Mi cuerpo tembló y abrí mis ojos.
Me sentía invadida de deseo, de ser poseída en ese instante. El aire me faltaba, las piernas me temblaban, sentía mi cuerpo mojarse del calor que me consumía.
Su cuerpo estaba literalmente pegado al mío, sus manos hacía tiempo que inspeccionaban mis nalgas hasta donde podían.
Cerré nuevamente mis ojos, me solté del pasamanos, deslice mi mano hacia atrás, buscando el bulto ardiente, lo acaricie, lo apreté, lo sentí estremecer entre mis dedos. Mi locura me llevaba a querer bajar el cierre de su pantalón. Quería sentir su calor, la suavidad de su jugo pre seminal en mis dedos.
El tren se detiene en la parada y su voz me susurra algo al oído. No escucho que dice, pero me lanzo fuera del vagón y el detrás mío. La gente se agolpa entrando y saliendo, empujones, apretones. Lo pierdo de vista, pero al instante siento su voz nuevamente en mi oído.
Camino rápidamente, se donde voy. Mis pasos lo guían, me sigue muy de cerca. Entro al baño de la estación, seguida por él.
Nos encerramos en un retrete. Nos besamos un instante, beso furioso de fuego y sed. Me da vuelta contra la pared, poniéndome de espaldas a el. Sube mi uniforme nerviosamente, escucho su pantalón desabrocharse, movimientos rápidos, desesperados.
Hago un intento por quitarme la tanga, pero el sostiene mis brazos, apoyándolos en la pared. Me toma de las caderas y acerca su miembro a mis nalgas: duro, mojado de la excitación, sus ardientes palpitaciones lo endurecen aun mas. Con fuerza corre mi tanga de lado y dirige su pene a mi sexo caliente y mojado. Entra y se desliza empujado con fuerza hasta el fondo de mi ser.
Siento su cabeza dura e hinchada presionando dentro de mí. Sus movimientos son breves y profundos, empuja, empuja y me vuelve loca de placer. Empuja mas y mas, sus manos como tenazas me atraen hacia él. El placer me nubla los sentidos, los aromas mezclados del baño se mezclan con el olor de nuestros jugos. Me siento en una nube, mi cuerpo se agita, se convulsiona, mi vagina se deshace en orgasmos en cadena a la par que siento el calor de su semen caliente estrellándose como un ola gigante contra mi útero.
Las piernas me tiemblan, mis músculos vaginales se contraen y relajan, su glande palpita dentro de mí liberando su dulce y ardiente carga, moviéndose suavemente. Las ganas comienzan a crecer nuevamente en mi, el olor a orina y semen se juntan en mis fosas nasales, su pene comienza a cobrar vida bajo el estímulo rítmico de mis nalgas empinadas. Deslizo una mano y suavemente retiro su pene chorreante de jugos de mi vagina. Siento su semen caer por mis muslos. Acaricio su bulto erecto, lo aprieto, deslizo su glande por entre mis nalgas apretadas, lo dejo reposar en la entrada de mi ano y siento el esfuerzo de el por vencer mis nalgas duras y contraídas. Sus jugos me lubrican, su pene resbala entre mis dedos mojados y súbitamente, relajo mis nalgas y lo dejo entrar en mi colita. Su glande duro e hinchado se abre camino, siento como me abre y penetra. El empuja con fuerza y con ganas, empuja mi cuerpo más hacia abajo, dejando mis nalgas totalmente expuestas hacia él. Siento el olor inmundo del baño inmundo golpeando mi nariz, pero pronto lo olvido, extasiada ante cada embestida, deshaciéndome y temblando ante cada orgasmo gimo cada vez mas hasta que nuevamente su cuerpo se convulsiona y estalla su orgasmo en lo más profundo de mi culo, aferrado a mis caderas, su sexo totalmente dentro.
Lo retiro de mi colita antes que su rigidez desaparezca. Me doy vueltas y me arrodillo frente a el. Tomo su sexo y lo llevo a mi boca, saboreo cada milímetro de su respetable tamaño, succionando y tragando las últimas gotas de su dulce y ardiente carga blanca.
Se viste apresuradamente, me da un beso en la boca, algo susurra nuevamente en mi oído, pero ya no lo escucho. Su semen aun caliente cae entre mis piernas, mojando y manchando mi blanca tanga. Mi mente vuela y vuela hacia aquella primera vez en que supe, que en mi, ya nada sería igual.
Marianar.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!