DESFLORANDO EL "CHIQUITO" DE MI NOVIA"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desflorando un Chiquito
Entre las tantos presuntos “motivos” de mis celos con Denimar estaba el que me suscitaba su alcahueteo a la infidelidad de una de sus tías -Americia- a quien todos los viernes en la madrugada acompañaba a una ciudad vecina donde la adultera se reunía con su amante, lo que me hizo sospechar que también ella podría estar amancebándose con otro hombre.
Deducible posibilidad si se tiene en cuanta que así como la deshonesta vieja tenía en ella una cómplice, su amante también habría de tener el suyo y, al reunirse, era imposible para mí que los dos alcahuetes se ocuparan de ir a rezar a alguna iglesia mientras su tía y su amante se entregaban a sus lascivos placeres.
Y tal sospecha, clara, precisa y oportunamente se la hice saber a Denimar porque sencillamente… ¡No fui, no soy, ni seré jamás persona que callo esta clase de inquietudes!
Y, debió ser que mi novia también le comentó mi sospecha a la infiel tía pues de imprevisto un jueves por la noche la fornicadora Americia me manifestó su interés por que las acompañara en la madrugada del viernes siguiente. Y yo de ipso facto acepté unirme al clandestino dúo pues de todas formas esta circunstancia además de ofrecerme la inmejorable oportunidad de estar con mi novia en tales travesuras, también me permitiría constatar o descartar la sospecha de si sí o no mi novia me estaba siendo adultera.
Y así sucedió aunque con enorme sacrificio pues despertarme del plácido sueño a las dos de la madrugada no era muy halagüeño para mí pero… “El que quiere gusto paga gusto”… Y fue así como a las dos de la madrugada me puse en pies y a las tres llegamos a la estación de transporte en donde la amancebada Americia abordó el autobús con destino a su encuentro amatorio pero, sin el acompañamiento de su sobrina y, Denimar sin muestra de extrañeza, tras la partida de su tía, me convidó a regresar. Yo me sentí desconcertado y defraudado pues estuve convencido iría con ellas e, iba a protestar cuando… Denimar tomándome de una mano me instó a retornar a nuestras casas.
Sumido en la sorpresa me dejé conducir por una calle paralela a la carretera troncal en dirección este-oeste hasta que Denimar sugirió cruzáramos por un callejón oscuro y poco transitado en el cual nos internamos.
Fue así como a la medida que avanzamos entre la oscuridad en veces clarificada de manera tenue por la lejana luz de lo carros que transitaban por la distante la vía, Denimar detuvo su marcha y me convidó a refugiarnos entre la penumbra que ofrecía un tupido árbol de roble al interior de una pared y allí se dio a abrazarme, acariciarme y besarme con inusitado afán y desenfreno.
Recuerdo sentir su lengua entre mi boca y una de sus manos abriendo la bragueta de mi bermudas extrayendo mi erecta verga de entre el pantaloncillo.
Y, masturbarme con irresistible suavidad y afanosa exquisitez haciéndome gemir de placer y poniéndome a punto de una estremecedora “corrida”, la cual ella retardaba cada vez que sentía mis sacudidas pre-orgásmicas.
A corta distancia vi un predio amparado a medias por su cercado y sembrado de arbustos y hacia allí la convidé a refugiarnos.
Y entonces ocurrió el más insospechado desafuero sexual con mi Denimar.
Y fue que mi novia sin el más mínimo recato se desvistió de su blusa, de su falda, de su brasier y de su pantis…
¡Quedó absolutamente desnuda!… Y se sujetó a mi cuello y llevó mi cabeza hasta sus tetas para que se las chupara.
Entre mis labios sentía sus pezones erectos y rígidos como turroncitos de chocolate, sus pechos contrayéndose al compás de su alterada respiración y su hinchado pubis frotándose sobre uno de mis muslos.
Y sin poder contener mi enardecido deseo bajé presuroso hasta su vulva donde primero lamí sediento sobre su rizada vellosidad púbica y después, con la lengua le entreabrí los labios vaginales y le “mamé” el clítoris erecto y metí mi lengua toda hasta lo más hondo de su chorreante “concha” palpitante y succionadora. Y Denimar empezó a restregarla sobre mi boca, mentón y nariz.
Y en mi boca, labios y lengua recibí y saboree su abundante, salina y espesa lubricidad. Sus fluidos incitadores que no pude evitar tragar hasta su última escurridura.
¡Qué sabroso manjar de mujer “arrecha” estaba yo degustando en la “concha” de mi novia Denimar!
Atragantado de la abundante “derramada” de Denimar volví sediento a su clítoris!… Y lo hallé entonces más erecto, henchido, enrojecido, a punto de “reventar” como tierno capullito de clavel, enviándole a mi boca y a mi lengua el insinuante clamor por su merecida lamida y chupada… Y así lo hice sin tardanza hasta que sentí a Denimar estremecerse de pies a cabeza y gemir poseída con los jadeos de su inmenso orgasmo y, cuando la note restablecida de su extenuante trance le imploré se arrodillara ante mí y en esa postura le di mi templada verga para que me la “mamara”.
A dos manos Denimar agarró avidamente mis catorce pulgadas de longitud por nueve de diámetro de verga y me la “mamó” y me la lamió y me la masturbó hasta hacerme gemir de placer y “sacarme” un potente y espeso “chorro” de “leche” que le impactó pleno en su ojo izquierdo lo cual no fue impedimento para llevar mi “chorreante” verga a su boca y acoger el resto de mi “leche” y tragársela.
Al cabo de tan libidinoso desafuero tomé su pantis, olí el área que cubría su “raja” y lamí la húmeda lubricidad allí impregnada…
¡Sssniiifff!… ¡Qué aroma “arrechador”!… ¡Sssniiifff!… ¡Fresco meao, jugos lubricantes y mezclado con desodorante íntimo!…
Y el efecto de tan incitador aroma me templó la verga en al acto…
Y Denimar se colocó en postura de “perra” y, con mi boca y lengua le unté abundante y espesa saliva entre las nalgas en el ojete del culo y, con suavidad le “ensarté” el “chiquito” haciéndola quejar de doloroso placer y… me “corrí” de nuevo en la profundidad de su culo.
Al sacársela recuerdo que con palabras gozosas me sindicó de ser el “responsable” de la desfloración de su culo. Y yo engreído así lo admití.
De nuevo nos limpiamos con su pantis y retornamos a nuestras respectivas casas a eso de las cinco de la mañana, por separado, evitando ser vistos por algún vecino o familiar suyo.
Desde entonces fueron tantos y tantos los viernes en que reincidimos en esta alucinante práctica y como fehaciente demostración de autocontrol de nuestra “arrechera” jamás intentamos una penetración vaginal… ¡Hasta cuando fuera prudente y oportuno!… ¡Nos prometimos!
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