después del cine
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sayago19.
Después de salir del cine, Inés y yo entramos por una estrecha puerta al hotel “Cuba”, el cual anunciaba “TV a color” y “agua caliente las 24 horas” como principales atractivos.
Pedimos una habitación “para salir hoy” le aclaré a la chica de recepción, mientras observaba su generoso escote, de manera mecánica recibió mi billete y me entregó una llave, un preservativo y mi cambio; di las gracias y nos retiramos.
Antes de avanzar por las escaleras, para llegar a la habitación 241, le ordeno a Inés:
“Desabotónate el abrigo”
Abre los ojos de manera desmesurada e intenta decir algo, la tomo por la nuca y le digo al oído:
“silencio, recuerda que prometiste obedecer todas las indicaciones sin protestar” a la par que mi mano izquierda aprieta su pezón derecho bajo el abrigo.
Se muerde los labios, para acallar una expresión de dolor y placer, y procede a soltar los botones de su prenda; su cuerpo se muestra bajo la prenda a cada escalón que sube.
Mi diestra levanta la parte de atrás del abrigo, acariciando la redondez de su trasero; al llegar al piso 2 (donde está la habitación) nos encontramos frente a frente con una camarera, la cual se sorprende al ver a Inés desnuda pero solo bastan unos segundos para que su mirada brille de interés y nos dedique una sonrisa a ambos.
“¿Qué habitación buscan jóvenes?”
“241” respondo.
“por aquí, si gustan acompañarme” dice con cortesía y camina desandando sus pasos.
Se detiene frente a una puerta, la cual abre, y nos señala el acceso
Inés entra con la cabeza baja, intentando ocultar su sonrojo, tomo un billete de la cartera y se lo entrego a la mujer.
“Gracias, si necesita algo más llame a recepción y pregunte por Carmen; por cierto mi turno termina en 15 minutos” sus dedos acarician mi mano al tomar el dinero y una sonrisa prometedora se ve en su rostro.
Cierro la puerta, “desnúdate” le ordeno a Inés; y el abrigo se desliza hasta el suelo.
“cierra los ojos” una vez que obedece procedo a vendárselos con mi corbata, “entra a la ducha y levanta las manos”; con ayuda de una silla procedo a atarla a la regadera con la ayuda de la funda de las almohadas.
Viéndola indefensa procedo a desnudarme, saberla inerme me provoca una erección, sin que ella lo espere mi mano golpea sus nalgas.
“hmmmmm” es la expresión que se filtra por sus labios cerrados, la impresión enrojecida de mi palma aparece en su blanco trasero.
Coloco un clip tipo pinza en cada uno de sus erectos pezones, “ouch” expresa, introduzco mis dedos en su ya mojada cueva y comienzo a acariciarla.
Mueve un poco sus caderas, buscando una posición que le permita disfrutar más la invasión a su intimidad; repentinamente ¡tocan a la puerta!.
Desnudo y erecto abro de par en par, dispuesto a increpar al inoportuno, sin embrago es Carmen la mucama, quien por lo visto terminó su turno (ya que no traes puesto el uniforme, pero luce una blusa de tirantes con un escote muy generoso y una breve falda que permite vislumbrar un sólido par de piernas).
Ella, sin sorpresa alguna, me sonríe, mira mi pene erecto y exclama: “perdón por interrumpirlo, ya terminé de trabajar pero quería ver si podía ayudarles con algo para hacer su estancia más grata”.
Retrocedo y entra en la habitación, su diestra captura mi miembro y exclama “soy Carmen, y es un placer conocerlo Sr.
Julio” (Así firmé el ingreso: Julio Augusto).
Sin pérdida de tiempo levanto su blusa y me prendo de sus pechos, la aureola obscura resaltaba sus pezones ya duros por las caricias.
Ella con el pie cierra la puerta y no deja de masajear mi lanza de carne, “que rica se siente, imagino que dentro mi cosita se va a sentir mejor” me dice al oído.
Tomo su mano, liberando mi miembro, y la llevo a la ducha “desnúdate” musito a su oído.
“Inés, sube una pierna en la silla que está a tu derecha”
Obedece sin dudar, “¿te gustaría probar sus jugos?” le digo a Carmen, ella asiente con la cabeza y en un instante queda solo en tanga y arrodillada ante Inés comienza a explorar su cueva con su rosada lengua.
Mi mujer se mueve, disfrutando las caricias linguales que recibe, sin embargo se queda quieta al sentir otra lengua en ano.
“¿qué pasa?, ¿Quién es?”
Suspendo mi labor para responderle: “calla y disfruta”, me levanto y le beso el cuello mientras la penetro analmente con los dedos.
Carmen, arrodillada aún, masturba a Inés mientras Ella hace lo mismo haciendo a un lado su tanga.
Mi mujer comienza a jadear, señal de que está por tener su orgasmo, y con un gruñido sus piernas se aflojan, su ano se contrae estrechando mis dedos; sin que Carmen se lo espere el squirt de Inés la moja, una serie de tres chorros le empapa el brazo, la cara y los pechos.
Tomo a la camarera del cabello y le introduzco mi miembro entre los labios, lo cual agradece con una experta felación utilizando lengua y pequeños roces con los dientes.
La detengo y la guío a la cama, donde se coloca en cuatro puntos, aprovecho para arrancar su tanga y penetrar con fuerza y rapidez su vagina.
Como si fuese una yegua briosa la sujeto por los cabellos con una mano, mientras con la otra la arreo con sonoras nalgadas.
“Más rápido Julio, por favor; ya casi termino”
Como si fuera parte de una ensayada coreografía salgo de ella y la coloco boca arriba, poniendo sus pantorrillas en mis hombros y procedo a penetrarla nuevamente ahora con mayor fuerza y profundidad.
Ella se acaricia los pechos y después de unos momentos su voz se deja escuchar: “si, así, si, si, si; hmmmmmm, yaaaaaa” anunciando su explosión orgásmica.
Me retiro de Ella, voy al baño desato a Inés y la llevo a la cama; sin quitarle la venda procedo a atar sus manos a la cabecera.
Con su cadera levantada parece ofrecer su ano y vagina; banquete que Carmen aprovecha para deleitarse ahora de la zona anal con su lengua y la vagina con los dedos.
Tomo a la camarera por la cadera, colocándola en posición de perrita, y sin que ella descuide sus atenciones a Inés mi miembro comienza a jugar con su estrecho ano, poco a poco lo rodea, lo toca, lentamente comienzo a introducirlo poco a poco en tan estrecho recinto.
La angosta cavidad proporciona una sensación muy grata de estrechez, ocasionalmente Carmen deja escapar un pequeño gemido (indicio de que le agrada dar placer bucal y recibirlo anal).
Comienzo a moverme con lentitud y voy aumentando la velocidad, los pechos de Carmen se balancean al mismo ritmo e Inés está a punto de terminar nuevamente.
Se escucha el sonido gutural de Inés anunciando la llegada de otro orgasmo, ahora Carmen abre la boca esperando el líquido dorado que arroja mi mujer después de sus espasmos, su espera es recompensada con un par de chorros potentes que llenan su boca y resbalan por sus mejillas y cuello.
Como si fuera una señal, su ano también se contrae con los signos propias de que ha llegado a su clímax, lo cual me hace derramarme dentro de Carmen.
Minutos después, una vez aseados y vestido, Carmen se despide agradeciendo las atenciones que se le brindaron y dándonos su número de celular.
Inés se pone ropa “normal”: blusa de cuello de tortuga y falda a las rodillas (claro que con ropa interior) que llevaba en su bolso.
Salimos los tres, Carmen se dirige al eje central, Inés y Yo debemos tomar el metro (que a esa hora seguramente estará lleno).
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