Día inhábil
Acostumbro dedicar sábado y domingo ordeñar a mi marido, pues el lunes salgo, en cuanto se va mi marido, con mi amante para que me limpie, a pura lengua, el exceso de leche. Los martes le toca a mi amante Amador. Pero el 25 de diciembre fue lunes, así que el martes tuve mi segundo trío….
El viernes, con motivo de los festejos navideños, mi marido estuvo tomando con sus amigos y compañeros de trabajo, por lo que llegó sumamente tomado a las dos de la mañana del sábado. Esas veces, ya les he contado, mi marido me coge de manera intermitente y prácticamente yo soy la del trabajo del movimiento necesario.
Estaba desnuda en la cama, contestando los correos de mis admiradores y festejándome con caricias en la pucha viendo las fotos de diferentes instrumentos con los que ellos me correspondían a las fotos que me pedían. También, a veces veía videos de unas ricas venidas que me dedicaban, y entonces, con más energía sacudía mi clítoris y me metía los dedos que podía.
Hay algunas muy hermosas, por mencionar las de Jaime y las del cabezón de Diego. El primero tiene un pene normal con circuncisión y su salida de semen es apoteótica, dan ganas de tener la boca bien abierta; el segundo, además de corridas que llenan pecho ombligo y tronco, tiene un prepucio bastante elástico para cubrir la cabezota que me ha hecho soñar con darme sentones en ella para sentir cómo entra y sale esa bolota en mi conducto vaginal.
En esos entretenimientos estaba, que no me di cuenta cuando llegó mi marido. Él estaba viendo cómo me masturbaba y se puso tan caliente que se desvistió rápido.
–¿Qué ves, putita, que te desgreñas la matita? –dijo y me asusté, pero de inmediato me repuse.
–No te había oído. Estoy calentándote la cena viendo unos videos –contesté y en la pantalla de la laptop se miraba una verga eyaculando.
–¡Puta, trágate esta para que no tengas que buscar otras en Internet! –dijo y me metió su pene en la boca, yo cerré la computadora y me puse a mamar…–. ¡Puta! –volvió a decir y me soltó un rico y viscoso chorro que saboreé y tragué antes de limpiarlo. Se quedó jetón cuando lo eché a la cama. Al rato sentí su macanota entre mis nalgas, me ayudé con las manos separándome las nalgas para que entrara su cabeza en mi culo y ¡otra vez se quedó dormido! Más tarde me desperté con el peso de su cuerpo sobre el mío y lo volteé bocarriba para montarlo y moverme, aprovechando que traía la verga parada. Dio un par de quejidos y sentí el calor de su leche, poca, pero sirvió para que en dos horas no molestara.
El domingo, antes de ir a misa, me echó otro palo y me levanté sin limpiarme lo que me escurrió. El escurrimiento continuó conforme caminaba. Me puse el velo para entrar a la iglesia y junto a la pila de agua bendita vi a Amador, quien, después de persignarnos, me dio el brazo y salimos de allí hacia su auto. Llegamos pronto a su casa donde me desnudó y, en tanto que él se desnudaba, me lamió las verijas con los restos de mis jugos y la leche de mi esposo.
–¡Qué señora tan cumplidora!, dejó al marido satisfecho y salió por más amor –dijo al acostarme para extender su cuerpo sobre el mío.
¡Qué calentura traía este señor! Ya eran tres días si coger y me despachó hacia el útero todas las ganas que acumuló para mí, las cuales acompañé con varios orgasmos seguidos.
–El martes no te podré ver –le dije después que descansamos.
–¿Por qué?
–El lunes es Navidad y no puedo ver a Bernabé (mi otro amante), así que él y yo pasamos nuestro día de retozo al martes.
–Háblale ahorita y dile que llevarás un invitado a quien le cumples los martes –sugirió.
–No traigo mi teléfono ni recuerdo el número –le dije y comencé a vestirme–. Déjame en la panadería que ya se me hizo tarde.
–Prométeme que le hablarás después y me dices –pidió y yo hice un ademán aprobatorio, ilusionada por la posibilidad de juntarlos.
Al regresar a casa, después del desayuno, seguí en cama con mi esposo, quien me puso en 69. Lamimos y chupamos muy rico. Ramón, mi marido me hizo venir mucho y me dio un chorro caliente alabando el sabor a puta cogida por varias horas. En efecto él y Amador me amaron casi uno después del otro, pero mi esposo creyó que todo mi sabor era de él.
Me levanté cuando mi hija llegó con varios recipientes que contenían la cena de Noche Buena y nos pusimos a arreglar el ambiente. Celebramos, comimos, bebimos y abrimos los regalos. Nos acostamos casi de madrugada. Le pusimos nuestro toque navideño al coito y dormimos a rienda suelta. Me despertó mi marido ofreciéndome su pene para que lo chupara, pero nos quedamos dormidos, yo con el chupón en la boca. A las dos de la tarde, después de ordeñar a mi marido con los apretones de mi perrito vaginal, nos levantamos para el recalentado que mi hija nos sirvió.
En resumen, ni me acordé de hablarle a Bernabé. El martes al levantarme para darle de desayunar a mi marido me acordé del asunto y salí después que llegaron por mi esposo. Lo primero que descubrí fue el auto de Amador cuando se detuvo a mi lado.
–¿A dónde la llevo, señora? –preguntó y yo me subí pronto en el asiento trasero.
–Pensarán que fue un prepago que pedí –le dije a Amador
Marqué a Bernabé para preguntarle si podía llevar a mi otro amante, “para cogérmelos juntos”, le dije. “¿De verdad te gustó con dos vergas, puta?” preguntó y le contesté “Sí”. “Los espero” contestó antes de colgar.
Después de las presentaciones y mientras bebíamos un trago, Amador sacó dos paquetes pequeños, envueltos como regalo navideño.
–No venía preparado…, pero verán que sí me acordé de ustedes. Yo le había pedido este encuentro a Mar, pero, al parecer se olvidó.
Abrimos los regalos. Una bella pulsera de oro con trenzado delicado en tres tonos y colgaba un pequeño dije con un sombrero napoleónico para mí, y una corbata muy elegante para Bernabé. Bernabé agradeció y le dijo a Amador, la pulsera es para ella, y el sombrero “tricornio” para el marido, y se rio, “¿Cómo sabías que son tres los cuernos que le ha montado Mar a su marido?”, preguntó.
–Yo lo busqué desde hace tiempo cuando le propuse que nosotros hiciéramos un trío. Me pareció que el día era hoy. –explicó.
–Pasemos a los hechos, pues esta dama es de pisa y corre –dijo Bernabé y nos invitó a la alcoba.
Entre los dos me desvistieron besando todo lo que podían. Cuando todos estábamos encuerados, Bernabé dijo “Con tu permiso, voy a tomar el atole, mientras entretenla en la boca con ese aparato que traes babeando” y se puso a chuparme, en tanto que yo abrí la boca para recibir el falo de Amador y darle lengua mientras jugaba con sus testículos.
–¿Cómo quieres que nos acomodemos, mamita? –preguntó Bernabé –, porque vamos a entrar juntos…
–Elijan ustedes y a la siguiente cambiamos de lugar, soy su puta, mis amores…
Bernabé se acostó y dijo “Ven sobre mí y ofrécele el culo a él”. Me acosté de frente a Bernabé, ensartándome en su herramienta y levanté las nalgas. Amador me lamió el culo un poco y, con sus piernas a mis costados, me fue metiendo despacio su tronco. Yo sentía divino con dos vergas moviéndose dentro de mí. Todos nos venimos y descansamos entre besos y caricias.
–¿Listos para el intercambio? –pregunté y Amador se acostó bocarriba diciendo “Listo”.
Repetimos la dosis, pero la única que se vino fui yo. Otro descanso y les pedí que uno me diera de perrito mientras que yo se la mamaba al otro, “A ver si así si se vienen”, dije y sí, el mete y saca de mi grupa se conectaba con el mete y saca de mi boca. Todos nos venimos ahora.
–¡A bañarnos, mis putos, que ya debo irme a casa! –les grité y en eso sonó mi teléfono.
Todos callamos y contesté, era mi marido, ¿cómo no hacerlo? “Hola, me pescaste justo antes de meterme a bañar”, le dije y en ese momento sentí las lenguas de mis amantes en las tetas. “Pues te hablo después, mamita. Me gustaría verte encuerada como estás” dijo Ramón. “Si vieras cómo se me pusieron los pezones, duros, como cuando tú me los mamas, aunque lo haces pocas veces” dije. “Adiós mami, en la noche te chupo toda, ya limpiecita”, “Adiós, papito”. Al colgar nos metimos a bañar.
¡Dos vergas entrando y saliendo por mi vagina mientras cargada me enjabonaban como podían! Quedé cansada. Me secaron entre los dos y me vistieron, yo seguía en el paraíso, atendida por dos sátiros que hicieron de mí y de mis agujeros lo que quisieron. Tan cansada estaba que ya no fui a hacer las compras del día. Le pedí a mi hija que trajera comida de la “Cocina de Ángeles” y eso estuvo bien pues dormí hasta que mi marido llegó.
Quizá es poco el tiempo, pero, al parecer, fue muy bien aprovechado, mamacita…
¿Y sí te tocó chupada completa en la noche?
Sí, amorcito. Mi esposo cumple siempre lo que promete…
26 de diciembre…
¿Y qué pasó el 2 de enero? ¿Lo mismo? No lo dudo.
Segundo verso, lo mismo por supuesto. Estaba pensando cómo atender tres al mismo tiempo…
¡Qué rico! Salió sin planearlo mucho. Voy a ver si junto a mi negro con el colágeno, a ver cómo me va con dos que no sean mi marido.
¡Sale, y nos lo cuentas! A ver si no terminas viendo show de bisexuales…
¡Quiero con dos! Ya llevas dos tríos y yo nada. Te envidio.
Tú tienes con quién, además del cura y tu esposo. ¡Anímate!
¡Es delicioso sentir dos vergas juntas!, me consta…
Lo malo de tu caso es que dispones de poco tiempo, así sea con uno solo. Eso tiene su parte buena, si te quedas con ganas, el cornudo está a tu servicio toda la noche…
Sí, poco tiempo para el servicio múltiple, también para el externo, pero ¡qué ordeñadas le doy al principal..!