Diario del Mayordomo (III)
Preludio a la violación de una nena de 12.
El Diario del Mayordomo (Capítulo III)
DÍA 3 (Jueves, Emputecimiento)
A las 11.25 le prendí la luz y despertó al momento. Vio otra jarra de agua helada; tenía doble dosis de Gotexc. Las gotas tienen un efecto de leve y esporádico pero creciente escozor sexual a las dos horas, y de pleno efecto a las tres horas de ingeridas; su efecto dura entonces tres horas, en plenitud dos; cuando el efecto se va, la paciente queda deshidratada y exhausta de acabar.
A las 14.15, cuando la nena ya empezaba a abrir y cerrar las piernas cada vez más ansiosamente y seguramente pensando cómo hacerse una paja sin que la filmasen (ignoraba sin dudas que las cámaras eran infrarrojas, y que sus cuatro pajas de la noche anterior se habían convertido en un conmovedor video para solaz del Jefe), le bajé con la charola una ensalada de atún y arroz con dos lonjas de jamón natural, la comida más abundante hasta allí; media dosis de Gotexc, para prolongar sus efectos.
Ya mientras comía muerta de hambre como las otras dos veces, pero menos desesperada, empezó a llevarse la comida a la boca con la mano izquierda (la comida para la huésped siempre iba en un plato o fuente de goma, sin cubiertos, previamente cortada por mí de ser necesario) mientras se dedeaba con la derecha, disimulada pero desesperadamente. A los cinco minutos, ya masticaba en cámara lenta, mientras se pajeaba a dos manos sentada en la sillita de tijera con las piernitas lo más abiertas posible y la cabeza echada hacia atrás, indiferente a (u olvidada de) las cámaras que la filmaban 24×7. La cámara ubicada en ese rincón debajo de la mesa pudo registrar el portento en todo su esplendor y luego lo edité en slow motion, con especial énfasis en su conchita cerrada pero palpitante y ya goteando jugos.
En fin: el orgasmo fue tan poderoso que le hizo inclinar el cuerpo hacia adelante, doblándose en su silla, y dejando de masticar en medio de un bocado. Luego, todavía con la respiración agitada, terminó de comer mientras se olía la acabada y, evidentemente, comenzaba a excitarse de nuevo.
Las dos lonjas de jamón que tan irreflexivamente se había devorado en medio de su calentura más la deshidratación por paja frenética hicieron que se acabase la jarra hasta la última gota, sin saciar su sed. Fue a la ducha para ver si caía agua, pero estaba seca. Desilusionada, enfiló lentamente, con una deliciosa gestualidad corporal de desencanto infantil (al caminar, se develaba patizamba, lanzando sus pequeños taloncitos hacia afuera y dando pequeños rebotecitos), a acostarse. Todavía sedienta pero ya entredormida por la digestión, sin darse cuenta ya estaba dedeándose suavemente. Permaneció toda la siesta así, sin moverse de su posición y refregándose los dedos en su conchita mientras el efecto de la droga se le iba, hasta que, con la relajación relativa del último orgasmo, alcanzó a dormitar una siesta.
Se despertó a las 17.30, transpirada y jadeante. Alzó la cabeza, se tocó el pecho verificando si tenía taquicardia, miró para todas partes y al final, desesperadamente, corrió hacia la letrina. Cagó y meó; tres cámaras pudieron captar en primerísimo primer plano los chorros furiosos del pis de la nena con las piernitas infantiles bien abiertas, para solaz del Jefe; se percibía con toda perfección la tersa piel de los muslos, diminutos pero ya con formas sexys, las venitas en la piel tanslúcida.
La nena se limpió con papel higiénico, volvió casi corriendo a tirarse sobre la colchoneta y se hizo de la nada la paja más salvaje de su vida. Acabó entre alaridos, con el más potente squirt que le vi hasta ese momento, y se quedó jadeante y exhausta diez minutos, casi inmóvil a no ser por su respiración desacompasada.
Pero enseguida volvió a dedearse frenéticamente, y así siguió la siguiente hora. Tan salvajemente se pajeó que, en el medio del segundo orgasmo-squirt de la tardecita, se rompió el himen y dio un alarido de animalito salvaje, mezcla de placer y dolor supremos. Mientras su vientre cimbraba frenética e interminablemente de placer y su conchita latía entre sus muslos apretados, ponía carita de dolor; todo junto.
Cuando acabó el orgasmo, tuvo un buen cuarto de hora de puro dolor; se quedó deshojada, con los brazos y las piernas abiertas, jadeante y llorosa, con los ojos cerrados, mientras su conchita (dos cámaras verificaron el portento, para solaz del Jefe) seguía latiendo, pulsando, cerrándose y abriéndose como el sístole y el diástole de un corazón, ensangrentada y hambrienta como una diminuta flor carnívora (el video consiguiente excitó tanto al Jefe que no pudo contenerse y envió un insólito biper a deshoras: ‘¡Uh!’).
Con una expresión casi incrédula al principio y de doloroso y resignado placer después, con el corte carré mojado en flecos sobre su cara transpirada, la nena siguió masturbándose, y acabó dos veces más (sin detenerse ni lanzar chorros) hasta dormirse desencajada y agotada.
A las 20.30 se despertó, seguramente con hambre. La ducha empezó a largar agua sola, y aprovechó para beber y bañarse, en ese orden. El efecto del Gotexc ya se había ido, pero estaba desesperada de hambre.
A las 21.45 le apagué la luz y no le quedó otra que acostarse, con miedo de excitarse de nuevo, pero temblando famélica. Tengo la sensación de que se durmió con una sensación de triunfo, al empezar a desvanecerse sin que le vinieran ganas de tocarse (y sedienta de nuevo porque ya le había cerrado la ducha).
DÍA 4 (Viernes, Emputecimiento)
La nena se despierta a las 3.30 de la madrugada, ardiendo de sed y de hambre. No ha probado bocado desde las 14.30 del día anterior. Las luces de la Habitación 1 están apagadas, salvo por el servicio de charola. Observa a lo lejos y descubre una porción de torta de nuez y almendra completamente amarga, junto a un solo vaso de agua (más Gotexc). Se devora en un instante la torta, y bebe lo más despaciosamente que puede el agua. Tiene la precaución de no tomarse todo el vaso y dejarlo en la mesa, lejos del ‘servicio’. De inmediato se duerme.
A las 6.30, ya empezando a conocer sus reacciones y gestos después de tres días, noto que está teniendo un sueño sexual: hasta dormida se le pone cara de puta (supongo que eso fue lo que lo calentó al jefe, aquella calurosa tarde de noviembre: la cara de puta siendo tan chiquita; la combinación). Se despierta boca arriba, con las piernas abiertas y atacando a conchazos una pija imaginaria. Jadeante y sedienta, recuerda que guardó un cuarto de vaso agua en la mesita, y corre a bebérsela temblando; de hambre, pero también de calentura.
Cuando va a dejar el vaso en el ‘servicio’, la nena nota que hay una jarra llena de agua helada (dosis triple de Gotexc). La lleva para la mesita, se bebe un vaso entero y vuelve a acostarse.
Desesperada porque no puede dormirse y no puede comer, decide hacer lo único que desea y puede hacer: pajearse, y comienza a hacerlo con los ojos cerrados, evidentemente imaginando situaciones que la calientan, hasta que el tedio y el cansancio la vencen y se duerme de nuevo. Sólo interrumpen su quietud los conchazos que tira dormida, evidentemente excitada en sueños.
DÍA 4 (Viernes, Vísperas)
Son las 9.30. No he podido pegar un ojo en toda la noche. De puro aburrido y desvelado, cuando se durmió Nina comencé a seleccionar escenas y planos para enviarle otro video express al Jefe. Acabo de terminarlo y enviarlo; no es muy largo ni hay nada demasiado notable en él, pero sirve como aperitivo para deleite del Jefe: a mediodía, llegará al Aguantadero, entrará a la Habitación 1 y vejará a la niña.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!