Diario sexual (I) – Mi primera vez
Hola a tod@s, mi nombre es Juan Carlos, tengo algo más de 30 años. Desde hace un tiempo me veo en la necesidad de contar las experiencias de mi vida, pero por su naturaleza, no las puedo compartir con cualquiera, por ello, las quiero compartir con vosotr@s..
Hola a tod@s, mi nombre es Juan Carlos, tengo algo más de 30 años. Desde hace un tiempo me veo en la necesidad de contar las experiencias de mi vida, pero por su naturaleza, no las puedo compartir con cualquiera, por ello, las quiero compartir con vosotr@s y. si os gustan, todavía mejor. Todos los relatos que quiero publicar y lo que ocurre en ellos son completamente reales, experiencias me han ocurrido, pero, por privacidad cambiaré los nombres y modificaré los lugares
Me describiré a grandes rasgos, soy un hombre moreno, de estatura media, castaño y con media melena. No soy excesivamente atlético, aunque he tenido momentos de estar muy fuerte, actualmente tengo un poco de barriga, pero tengo fuerza y resistencia de mantenerme activo diariamente.
En cuanto a mis habilidades sexuales, todas las personas con las que he estado se han sentido satisfechas o, al menos eso he notado. Soy muy curioso en el sexo, creo que hay que probar todo lo que se pueda para explorar los límites del placer propio y de los otros. No tengo un pene descomunal, pero es curioso. Como se suele identificar, tengo un pene de sangre, en reposo no mide más de 3 dedos e incluso cuando hace mucho frío incluso puede parecer un micropene, no es de esos que cuelgan como un péndulo, pero, en su máxima potencia me puede medir hasta 22 centímetros de largo con la forma de champiñón (la cabeza es mucho más gorda que el resto del tronco)
Quiero estrenarme con el relato de mi primera vez, ocurrió en verano cuando tenía 12 años, reconozco que en aquel momento no sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero mi cuerpo reaccionó de forma instintiva.
Por aquel entonces era costumbre salir a jugar y pasar toda la tarde en casa de los vecinos y de los amigos de verano ya que con esas edades lo normal era jugar con la consola, al escondite o al fútbol, todo muy infantil.
Una de esas tardes, fui a cada de una amiga, llamada Carmen que tenía más o menos la misma edad que yo, a jugar a la consola. Como muchas tardes éramos unos 6 que íbamos rotando la partida mientras los otros jugábamos a otras cosas, poco a poco iban viniendo sus padres a por los otros hasta que nos quedamos solamente Carmen y yo.
Carmen iba con una faldita con flores de colores holgada y una camiseta blanca de tirantes para sobrellevar el calor, yo iba con un pantalón corto de color clarito y una camiseta verde de manga corta muy fina, al estar en su habitación íbamos los 2 descalzos con las chanchas tiradas por ahí.
A mitad de partida apareció la madre ella diciendo que iban a salir a comprar algo para cenar, que no abriéramos a nadie y que estuviéramos toda la tarde con la “maquinita”. Al minuto o dos de cerrarse la puerta, salió corriendo de la habitación para comprobar si estábamos solos, volvió corriendo desde la puerta más acelerada que de costumbre.
- ¿Sabes? – Dijo ella desde el marco de la puerta de su habitación mientras yo seguía sentado en el suelo con el mando en la mano esperando para quitar el pause del juego. – El otro día vi a mis padres haciendo una cosa.
- ¿Sí? – Pregunté con cara de sorpresa, – ¿Y qué estaban haciendo?
- Verás… – Mientras se mantenía la intriga pasó por mi lado y en lugar de sentarse en el suelo se sentó directamente en la cama – Llevo varias noches viéndolo, siempre ocurre por la noche cuando creen que estoy dormida.
- ¿Qué hacen? – Pregunté con los ojos como platos al suponer que era algo muy íntimo y secreto. Sin darle más importancia me había girado en el mismo sitio quedando a 2 palmos de distancia de donde ella estaba sentada.
- No te lo puedo decir así. – Echó un poco la espalda hacia atrás alejándose pero sin moverse del lugar. – Tienes que acercarte más porque es un súper secreto.
En lugar de levantarme y sentarme a su lado, me acerqué un poco apoyado de mis manos mientras seguía sentado en el suelo.
- Sigues muy lejos – Dijo Carmen
Repetí el acercamiento de la misma forma.
- Un poco más…
Seguimos con esta dinámica hasta que prácticamente mi cara estaba en medio de sus rodillas. Con un ágil movimiento se echó hacia adelante haciendo que su cara quedara entres sus rodillas y frente a mi cara, solo había unos pocos centímetros de distancia, tanto que su aliento entraba en mi boca, pero no me era molesto.
- Los he visto haciendo el amor. – Terminó la frase con una sonrisa pícara.
- ¿El amor? – Levanté la mirara hacia ella como si me hubieran dado el truco para pasarte el juego – ¿Y eso que es? ¿Cómo se hace?
Mi curiosidad se había desperado, algo instintivo al parecer.
- No se exactamente como se hace, pero más o menos he visto en la noche como lo hacen.
- ¿Sí? – Puse mis manos sobre sus rodillas y levantándome ligeramente – ¿Cómo lo hacen?
De un movimiento se levantó la falta para que apoyara sobre su barriga dejando a la vista sus braguitas blancas con una flor rosa. Pude mirarlas con detenimiento, estaban un poco sucias de jugar y correr, además, estaban un poco mojadas del sudor del calor.
- ¿Quieres aprender?
- ¡Si! – Dije como un resorte levantando la voz de forma involuntaria.
Shhhhh… Dijo de forma acelerada pensando que nos podían oír en cualquier momento.
- Se hace por aquí. – Señaló sus bragas – Pero es una cosa de 2, no puedo hacerlo yo todo sola. ¿Me ayudas?
- Claro, ¿qué tengo que hacer? – Mascullé mezcla de excitación y nerviosismo.
- Lo primero que tienes que hacer es bajarme las braguitas para que lo puedas ver mejor.
Justo cuando terminó se dejó caer sobre sus codos en la cama para contemplar mis movimientos. Estaba muy nervioso, pero al darme su aprobación no podía volverme atrás. Poco a poco le fui bajando las braguitas hasta que le quedaron por los tobillos. No fue hasta que dejé apoyadas las braguitas sobre sus pies que subí la mirada para ver su vagina. Nunca antes había visto una, pero creo que fue la mirada más maravillosa que recuerdo
Volví a poner mis manos en sus rodillas para incorporarme y así acercarme a tener una mejor visión de aquel momento. Poco a poco me fui acercando hasta que podía oler su vagina.
- ¿Qué te parece? – dijo Carmen
- Es diferente, no sé… – dije saliendo del trance – Yo tengo otra cosa diferente. Pero me parece muy bonito, y huele bien.
- ¿Tienes otra cosa? – Se volvió a sentar y con sus manos me puso de pie. – Yo quiero verlo, tu ya has visto la mía.
Me bajé de golpe los pantalones y los calzoncillos hasta que aterrizaron contra el suelo, no me había dado cuenta pero estaba un poco morcillona, no dura al máximo. Me la toqué para ver porqué estaba así de hinchada a diferencia de otras veces.
- Guau. – Dijo Carmen mientras yo me la tocaba para comprobar que le ocurría – ¿No te molesta ahí colgando?
Sin tocar, Carmen acercó la cara y los ojos hasta estar encima de mi pene, lo miró por todos los lados con mucho detenimiento hasta incluso los testículos
- ¿Y cómo se hace el amor? – Pregunté a Carmen – Yo no lo sé
- Pues – Carmen cogió mi pene – He visto que mi padre mete esto aquí dentro. – Abriendo ligeramente sus labios vaginales.
- ¿Estás segura de que esto entra ahí? – Pregunté a Carmen mientras estaba hipnotizado por el momento.
Mientras lo preguntaba Carmen se iba acercando más aún al borde de la cama abriendo las piernas y con la otra mano que aún tenía cogido mi pene iba tirando para acercarlo más aún a su vagina.
- Pero tenemos que hacerlo ya, pronto van a venir mis padres y no deberíamos estar haciendo esto.
El resto del momento fue en absoluto silencio, nos fuimos acercando hasta que mi pene se quedó en la entrada de su vagina, la estimulación que me estaba dando inconscientemente con su mano dejó a mi pene con una dureza suficiente para estar rígida y poder intentar la penetración. Por otro lado, con los dedos que se había abierto los labios vaginales la había estimulado y lubricado.
Mi pene estaba frente a su vagina, ella echada sobre un codo mientras con el otro mantenía sus labios abiertos. Yo estaba completamente de pie con mis manos sobre la cama. De un movimiento firme metí la punta a la primera, ella aguantó el aliento por la sensación que recorría por su cuerpo, yo por el contrario, sentía un calor y un abrazo en mi pene como nunca antes había sentido. Tras los primeros segundos familiarizándonos con el momento me respondió a la pregunta que no hice.
- Es raro, pero me gusta. Puedes seguir – Acompañándolo de un asentimiento de cabeza.
Continué con el movimiento intentando meter un poco más de mi pene, pero no conseguía pasar de la cabeza, notaba una especie de pared que no me dejaba avanzar. Cada vez que intentaba pasar Carmen se retorcía de dolor por lo que paraba.
Estuvimos varias veces con ese intento de penetración hasta que a la cuarta o quinta vez conseguí avanzar y meter prácticamente la totalidad de mi pene en su vagina. Fue espectacular, aún me recorre una sensación de placer de recordar ese momento.
- ¡Aaaaa! – Carmen saltó como un resorte separándose de mi pene y tocándose la vagina del dolor. Yo por mi parte me quedé helado entre el placer y la sorpresa del acto de Carmen.
- ¿Estás bien? – Estiré mis brazos para darle un abrazo – ¿Te he hecho daño?
Tras unos instantes Carmen se fue serenando, soltó un par de lágrimas de dolor pero se serenó con cierta rapidez.
- Si, es que me ha dolido mucho cuando me la has metido de golpe, pero, parece que el dolor está desapareciendo.
Cuando nos serenamos del dolor y el susto, pretendíamos volver a la carga, pero para nuestra desgracia el sonido de las llaves de los padres entrando a la casa rompió todo el ambiente de la habitación. Rápidamente me subí los calzoncillos y los pantalones de forma muy atropellada quedando muy incómodos, pero aparentando. Carmen se puso en pie y se subió las braguitas con maestría y tapándolo con la falda. Nos sentamos en el suelo cogiendo los mandos como si no hubiera pasado nada aparte de la partida de la consola. Aún con la respiración acelerada y los cuerpos rojos de la excitación entró el padre en el dormitorio.
- Aún estáis jugando – Dijo el padre – Vamos a cenar Carmen que es tarde y tú, Juan Carlos, tus padres estarán preocupados por la hora.
Un poco extrañado por la situación el padre se fue, pero, no sin mirar antes la habitación con extrañeza. Acto inmediato apagamos la consola y de forma escondida nos recompusimos la ropa lo mejor posible. Yo me recoloqué la ropa interior y ella, Carmen, se dio cuenta que tenía sangre en las braguitas y la parte de atrás de la falta (por suerte no se mancharon las sábanas) Tras comprobar que no sangraba más y que se estaba empezando a secar, se fue al baño para limpiarse y yo me fui para irme a mi casa.
No fue hasta que fui al baño en mi casa que me di cuenta de que tenía la punta del pene con sangre y los calzoncillos también manchados, aunque no demasiado. Me limpié con abundante agua.
El resto del verano fue más complicado quedarme a solas con ella ya que los padres estaban un poco ariscos conmigo, no creo que se lo creyeran, pero, aun así, no nos dejaban a solas ni un solo momento. Siempre con otros amiguitos o con los padres rondando la habitación. Esa fue la primera y única vez que hice con ella. Perdimos la virginidad, pero no nos corrimos ninguno de los dos.
Esta fue mi primera experiencia con el sexo, no la única ni la más extraña, pero sí mis inicios. Espero que os haya gustado, se aceptan sugerencias y consejos ya que ha sido el primer relato que publico.
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