Doña Amelia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Al vivir en un pueblo chico, donde realmente casi no hay gente joven y las pocas mujeres que hay son casadas, aunque eso a mi no me importa, cuando las ganas de coger apremian, hay que coger lo que venga.
Me llamo Eduardo, tengo 45 años, vivo en la provincia de León, en un pequeño pueblo que se llama Bembibre, un pueblo tipicamente minero, que al cerrarse las minas, quedo sumido en el tiempo, la gente en edad de trabajar emigró a ciudades mas grandes, quedando la gente mayor.
Yo todas las mañana salgo a caminar, voy con mis cascos y camino entre dos horas a tres, me gusta mucho caminar por los caminos rurales, por donde te llevan a los montes de pinos, o por las orillas del río, que se abre en muchos brazos.
Siempre me cruzo con una señora, con la cual nos saludamos por cortesía y seguimos por nuestros caminos, una tarde estaba en el supermercado y nos vemos, nos saludamos, ella iba acompañada de un señor, que apenas podía caminar, "este es el señor que siempre te digo que nos cruzamos", escucho que la señora le dijo a su esposo, nos presentamos, ella me dijo que se llamaba Amelia, hablamos de las caminatas, su marido, un señor muy tosco, apenas hablaba, y dejamos de conversar, ya que su esposo estaba de bastante mal humor por nuestra conversación.
Al otro día, cuando salgo a caminar, veo que estaba Amelia parada en la esquina de casa, nos damos los buenos días y decidimos caminar juntos, ella es una señora, con 65 años, la carga de su marido, que se notaba que no la hacía muy feliz, ella me iba contando que su marido había trabajado en las minas, que siempre fue un hombre muy tosco y así, hablando, nos fuimos yendo a la salida del pueblo, seguimos hasta salir a la ruta y de ahí caminando por el costado, llegamos a un bosque bastante tupido, donde entramos, habían varios senderos y elegimos uno que nos llevaba mas adentro, hasta la orilla de uno de los brazos del río.
Amelia es una mujer muy simpática, nos reíamos mucho, se notaba que en su juventud tuvo que ser una mujer muy atractiva, íbamos acompañados de un bastón cada uno, y Amelia me había agarrado del brazo, cuando llegamos a la orilla del río, me dijo que quería orinar, "bueno, me retiro un poco", le dije, cosa que ella le dio mucha gracia, "hay, no vayas a ver algo que nunca hayas visto", me dijo riendo y se bajo el pantalón, dejando que le vea, por menos de un segundo, una mata enorme de pelos entre sus piernas, vi que se se puso de cuclillas y escuchaba como orinaba con fuerza, así agachada como estaba rebuscó en su mochila y saco papel para secarse la concha, se puso en pie para subirse el pantalón, y ahí le vi, otra vez esa mata enorme de bellos, que le cubrían la concha, "no te habrás puesto nervioso por verle el coño a una vieja", me dijo riendo y acomodando bien su pantalón, seguimos caminando, hablando de todo un poco, "Amelia, tienes una piernas muy bonitas", le dije, ofreciéndole agua de mi cantimplora, "te gustaron mis piernas?", me dijo, bebiendo agua, "por lo poco que vi, tus piernas son muy hermosas", le dije, bebiendo agua yo también, "cuando era joven, si que tenía todo bonito, ahora soy una vieja", me dijo, y reanudamos la caminata.
Caminamos otro tramo y me dijo que quería orinar de nuevo, se volvió a bajar el pantalón, y yo la miré sin reparo ninguno, volviendo a ver esa enorme mata de pelos, me fui a su espalda mientras ella orinaba y le miraba sus nalgas, blancas, generosas, veía como salía su orín, "oye, que me miras tanto?", me dijo, terminando de orinar y poniéndose de pie, dejando que le siga viendo el culo, cuando quiso subir su pantalón, yo se lo impedí, pasando mis manos por sus piernas y sus nalgas, "no hagas eso, que nos vamos a poner cachondos y se me va a hacer muy tarde", me dijo, subiendo su pantalón, sin apuro, dejando que siga acariciando sus nalgas, yo deje que se suba el pantalón, pero así como estaba la abrazo por su espalda y le empiezo a besar la nuca y a acariciar sus tetas, metiendo mis manos por debajo de la camiseta y sacándolas del sujetador, "no, ahora no, por favor, que se me hace tarde", me dijo, apretando con sus manos las mías haciendo que le apriete mas las tetas, tirando su cabeza para atrás y nos besamos la boca, se arregló las tetas dentro del sujetador y seguimos caminando, pero ya para casa, "mañana, no salimos a caminar, vamos a casa", le dije, apretando sus nalgas, "no seas malo, no me pongas mas cachonda", me dijo, dejando que le acaricie sus nalgas, yo la agarre del brazo y la metí entre unos follajes bastante altos, la hice poner agachada, le baje su pantalón, dejando su culo al aire y saqué mi pija que estaba muy dura, me ubico entre sus nalgas y se la empecé a meter en la concha, entre gemidos de placer que daba Amelia, a medida que mi pija le iba entrando, hasta que sus nalgas quedaron pegadas a mi, era increíble lo caliente que tenía la concha Amelia, lo mojada que estaba, y no era por el orín, "que rico, que rica polla, que rico como me follas", me decía moviendo su culo contra mi pelvis, haciendo que mi pija se mueva dentro de su concha, "te gusta, mañana en casa te voy a coger mejor", le decía, moviendo mi pija para adentro y para afuera de su concha, a lo que Amelia gemía muy fuerte, casi gritaba de placer a medida que le estaba cogiendo, hasta que le empecé a llenar la concha de leche, ella gritaba de placer al sentir mi leche dentro de su concha, así nos quedamos unos momentos, sin sacar mi pija de su concha, "hay, vamos, que se me va a hacer tarde cariño", me dijo, dejando que sea yo el que le saque la pija de la concha, Seguimos caminando, ya llegando al pueblo, "una mañana redonda, transpirada, caminando con un chico muy guapo, y el coño lleno de leche, que mas puedo pedir", me dijo, riendo a carcajadas.
Habíamos quedado que mañana no iríamos a caminar, que ella iba a venir a casa, y así fue, al otro día, ella me esperaba donde nos habíamos encontrado el día anterior y dimos la vuelta a la manzana y nos dirigimos a casa, "sabes que en 40 años de casada, es la primera vez que le soy infiel a mi marido", me dijo, entrando en el edificio de casa, subimos, yo vivo en un primero, entramos, la ayudo a quitarse la mochila y nos besamos, mis manos se fueron enseguida a sus nalgas, las apretaba, las estrujaba, ella me miraba mientras nos seguíamos besando, no me dejaba meter mi lengua en su boca, "cerra los ojos Amelia, y disfruta del beso", le dije, volviendo a besar su boca, ella cerró sus ojos, se pegó mas contra mi y dejo que meta mi lengua en su boca, mientras yo le bajaba el pantalón, sin dejar de sobar sus nalgas, le empecé a quitar la camiseta, "no me vas a desnudar en la habitación?", me dijo, levantando sus brazos para que saque su camiseta por su cabeza, el sujetador, sus tetas enormes, caídas sobre su barriga, me agache y se las empecé a chupar, mientras pasaba una de mis manos por debajo de sus nalgas y buscaba con mis dedos su concha, ella gemía, temblaba, dejando que le chupe sus enormes tetas y meta mi dedo en su concha, caliente, mojada, peluda, "te gusta?", le dije, lamiendo sus enormes pezones y moviendo mi dedo dentro de su concha, "si, pero vamos a la cama", me decía con la voz temblorosa.
Deje de hacerle lo que le estaba haciendo y fuimos a mi dormitorio, donde la termine de desnudar, ella me esperaba en la cama, quieta, solo miraba como me desnudaba yo, me acuesto a su lado, nos empezamos a besar, las caricias seguían, le dije que me chupe la pija, "nunca lo hice, con mi marido siempre lo hicimos por adelante nada mas", me dijo, mirando mi cara con un gesto de sorpresa, "ni por el culo?", le dije yo, besando sus tetas, "no, jamás hice eso", me dijo, "me vas a dejar que yo si te la meta por el culo", le dije, subiendo sobre su cuerpo y empezando a meter mi pija en su concha, y ella a gemir, a balbucear palabras mientras yo hacía que mi pija entre y salga de su peluda concha, ella estaba con sus piernas abiertas y levantadas, dejando que mi pija entre y salga, gimiendo cuando se la metía toda, hasta lo mas hondo de su concha, "te gusta como te estoy cogiendo", le decía sin dejar de meter y sacar mi pija de su concha, "si cariño, no sabes cuanto hace que no follaba", me decía entre gemidos de placer, "Amelia, deja que te la meta por el culo", le dije sin dejar de chupar sus tetas y mover mi pija dentro de su concha, Amelia gemía y me acariciaba la cabeza, que la tenía metida entre sus tetas, "dime como me pongo", escucho que me dice con voz muy baja, yo me arrodillo entre sus piernas sin sacar mi pija de su concha, , le abro bien sus piernas, sacando mi pija de su concha, me quedé mirando lo abierta lo que le había quedado, con ese rojo carmesí, escondida entre esa enorme mata de pelos, "que rica concha que tenés", le dije volviendo a meter mi pija, haciendo que vuelva a gemir de placer, "como me haces disfrutar, como me gusta como me follas", me decía con sus ojos cerrados, disfrutando de como la estaba cogiendo, le saco la pija, y la hago poner boca abajo, acostada sobre una almohada, levantando bien su culo, yo le empecé a besar sus nalgas, a pasar mi lengua por la raja de su culo, ella gemía, movía su culo para los costados, noto como muerde las sábanas cuando empecé a pasar mi lengua por su ojete, como lo contrajo, como apretaba ese ojete virgen, le empecé a dar fuertes nalgadas, para que se afloje, ella gemía y se quejaba a medida que sus nalgas se iban poniendo rojas de las nalgadas que le daba, agarre el pote de vaselina que tengo en la mesita de noche y le empecé a envaselinar el ojete, ella gemía, me decía que estaba fría, apretaba el ojete cuando le metía el dedo, "no lo contraigas, relaja el ojete", le decía yo, mordiendo y besando su nuca, notando como se iba relajando, dejando que meta mi dedo, "Amalia, abre tus nalgas", le dije, dejando que ella se abra las nalgas, me ubico sobre ella, acomodo mi pija contra su ojete y empiezo a hacer fuerza, no mucha, la suficiente como para que empiece a entrarle mi pija en el culo, "haaaaaaaa, haaaaaaaaaa", grito Amelia cuando la cabeza de mi pija desapareció en su culo, yo me quedé quieto, "despacio por favor", me dijo, levantando su cabeza del colchón, con gesto de dolor, "si mi amor, ya te esta entrando, relájate", le dije, besando su nuca, mordiendo su espalda, a medida que seguía haciendo fuerza y ella seguía dando quejidos de dolor a medida que mi pija entraba en su culo, despacio, despacio, se la termine de meter, le había metido toda la pija en el culo, se lo había roto, que placer haberle roto el culo a Amelia, quería acariciarla, morderla, pero no quería dejarme caer a peso muerto sobre ella, le movía despacio la pija dentro de su culo.
"Amelia, ahora te vas a poner boca arriba, sabes mi amor", le dije, besando su espalda, "si cariño", me dijo, dejando que le saque la pija del culo, estaba sucia de sangre, Amelia miro mi pija y miró mi cara, me dio un beso en los labios y se acostó boca arriba, yo le levante bien arriba sus piernas y le volví a meter la pija en el culo, entre gemidos y quejidos de dolor por parte de ella, ahí empecé a meter y sacar mi pija de su ojete, a pasar mi dedo por su concha, por su clítoris, los gemidos se hacían mas intensos, juntos a las caricias que le hacía en la concha, "viste que rico, como te rompí el culo", le decía, metiendo y sacando mi pija, escuchando sus gemidos, "haaaaaaaa, haaaaaaaa", solo decía Amelia, a medida que le seguía cogiendo su culo, abriendo lo mas que podía su ojete, sus talones en mis hombros, me pasaba sus pies por mi nuca, su cuerpo temblaba a medida que mis caricias eran mas intensas y mi pija entraba y salía de su culo mas fuertes, "cariño, me corro, me corro cariño", me grito, empezando a temblar a gemir, mientras explotaba en un fuerte orgasmo, yo seguía metiendo y sacando mi pija de su culo, hasta que le muerdo una pierna y me empiezo a acabar dentro de su culo, los dos gritábamos, gemíamos, estábamos como en una nube, "te gusta Amelia, te gusta?", le decía dando cortos pijasos contra su ojete, como queriendo dejar hasta la última gota de leche dentro del culo de Amelia.
Le saco la pija del culo, y me acuesto a su lado, ella me abraza, "me duele el culo cariño", me dijo, besando mis labios, "ya para mañana vas a estar bien", le dije, acariciando su espalda, "y mañana en el monte te enseño como chupar la pija", le dije, "si, enséñame a chupar tu polla, pero si me quieres follar, me follas por el coño", me decía, mirando mi cara, "si mi amor, el culito es para cuando estemos en la cama", le dije riendo y abrazando mas fuerte a Amelia contra mi cuerpo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!