Doña Fina 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Al otro día cuando llego a casa de Fina, ella me esperaba y me dijo de ir a hacer compras al súpermercado, la acomodé en el asiento del copiloto, su silla de ruedas en el maletero y nos fuimos.
Ella iba con una falda clásica de una mujer de su edad, se había pintado un poco, "oye y que esperas para ir metiendo mano, que crees que estoy pintada?", me dijo, un poco seria, ya la miré y sonriendo le empiezo a meter mi mano entre sus piernas, "hay atrevido, que haces?", me dijo, abriendo sus piernas y para mi sorpresa no llevaba nada debajo de la falda, "venis preparada", le dije, pasando mis dedos por los bellos de su concha, e intentando meterle un dedo, "eres un atrevido, abusando de una minusválida", me dijo riendo y abriendo sus piernas.
Así nos fuimos hasta el centro comercial y nos fuimos a hacer las compras, "compra maquinillas desechables", me dijo, "para que?", le pregunté, "para que me podes el seto, ahora tiene quien lo visite", me dijo riendo.
Hicimos las compras y volvimos jugando como habíamos venido, metiendo mi mano entre sus piernas y mi dedo en su concha, "sabes una cosa Eduardo?, jamás con mi marido hice esto de pedirle que me meta mano, y él jamás lo intento", me dijo, apretando sus piernas con mi mano dentro, "yo lo que quiero es que tengas el ojete bien abierto, me encanta hacerte por el culo", le dije, "si, muy bonito, y mi coño que?, no le vas a dar su ración de polla también?", me decía con cara de estar pasando un momento muy grato, de estar disfrutando de lo que íbamos haciendo, "si Fina, te voy a dar pija por la boca, por la concha y por ese hermoso ojete que tenés", le dije moviendo mi dedo que estaba dentro de su concha, "y que tiene de hermoso mi ojete, si es igual al de todas las mujeres?", me dijo entre risas, "es que ese ojete ya lo cogí, y lo voy a seguir cogiendo, y no creo que otras mujeres se dejen coger el culo así como así", le dije riendo los dos, "eres un caradura, pero me encanta un hombre como tú", me dijo, abriendo sus piernas para que saque mi mano, ya que estábamos llegando a casa.
Estacioné en la puerta, baje su silla, la ayudé a bajar y entré las compras.
Yo me puse a ordenar lo que habíamos comprado, y escucho que me llama de su dormitorio, cuando voy, no pude aguantar la risa, ya que Fina estaba tirada en la cama, desnuda de piernas abiertas, "que esperas para podar mi seto", me dijo, entre risas.
No voy a negar que verla así me hizo calentar, "esa concha quiere una buena cogida antes", le dije, bajando mi pantalón y acomodándome entre sus piernas la empecé a coger, "oye, me tenías que depilar el seto, no follarme", me dijo, ya con la voz medio quebrada por lo que estábamos haciendo, "como te gusta que te cojan Fina", le dije, metiendo y sacando mi pija de su concha, "me encanta follar, siempre me gustó follar, y ahora que estás tú para follarme, no voy a perder el tiempo", me dijo, moviendo sus caderas y gimiendo a medida que seguíamos cogiendo.
Cuando terminamos de coger, la colcha de su cama estaba con una tremenda mancha de leche, "hay que cambiar la colcha, la manchamos de leche", le dije, "ha, deja eso y rasura mi coño", me dijo.
Yo traje una toalla que se la puse debajo, e hice agua con espuma para afeitarle mejor la concha, "Fina, y con lo que te gusta coger, alguna vez le metiste los cuernos a tu marido?", le dije, pasando espuma por entre sus piernas, "oye, eso no se pregunta", me dijo, dejando que le abra bien sus piernas y la empiece a afeitar, "dale, contame, seguro que vos de joven eras bastante putona", le dije, mientras pasaba la afeitadora, "bueno, nunca fui una santa, si tuve algunos amigos, es que mi marido era muy tradicional, solo por delante y él sobre mi, y yo quería experimentar cosas nuevas, quería que me follen el culo, chuparla, conocer el sabor del semen, fíjate tú, que mi marido me vino a follar el culo, cuando tenía casi 50 años y nos habíamos casado cuando él tenía 22 y yo 19, no sabes cuantas veces le pedí que me folle por el culo, o que me deje chupar su polla, y él siempre me decía que eso solo lo hacían las mujeres guarras", me contaba Fina, mientras yo le seguía afeitando la concha.
"Este pueblo antes era puro campo, trabajábamos la tierra, los pocos vecinos que habían eran todos conocidos, hasta que mi marido contrató a un señor, como de 40 años, no me acuerdo bien, yo ya tenía unos 21 o 22 años, y los tres trabajamos la tierra, mi marido se iba a la parte mas lejana, se iba de mañana y volvía de noche y yo estaba sola con ese señor, y nos empezamos a mirar y una sonrisa va y otra viene, hasta que nos metimos en donde mi marido guardaba el follaje para las vacas y ahí fue donde me folló por primera vez ese señor, que de echo, fue el que me rompió el culo, y me hizo tragar su leche, estuvimos como dos o tres meses follando, hasta que salí embarazada, mi marido nunca supo que su primer y su segundo hijo no son de él, hasta que ese hombre cuando le dije que esperaba un hijo de él, se marchó y nunca mas lo volví a ver.
Tuve el hijo, y al poco seguía trabajando, mi marido solo me atendía de noche, yo trabajaba el campo, atendía mi hijo, la casa, estaba muy cansada siempre, hasta que una vecina me dijo que su marido no tenía trabajo, hablamos con mi marido y lo contratamos, y todo volvió a empezar, miradas, risas, y terminé follando con el marido de mi vecina, lo que no atendía mi marido lo atendía mi vecino, y como su mujer no se dejaba follar por el culo, ni le chupaba la polla, conmigo hacía todo eso, casi todos los días me follaba el culo o me hacía que se la chupe y me trague su leche, hasta que en un descuido, me preño también, pero nunca le dije que el hijo era suyo, no quise que se fuera como el otro, y embarazada como estaba, con mi panza bien grande, me hacía agachar, me levantaba la falda y me follaba el culo, ya en los últimos tiempos, cuando estaba por parir, me hacía sentar sobre algún fardo de heno, y me daba su polla para que se la chupe, mientras me manoseaba las tetas y hacía que me ordeñe, hasta que yo de tanto chupar su polla, se corría en mi boca y yo tragaba su leche", me siguió contando sus aventuras de joven, haciendo que a mi se me ponga dura la pija y deje de afeitarla, me pase saliva por la cabeza de la pija y le levanté las piernas, acomodando mi pija contra su ojete, se la empecé a meter, "hay si Eduardo, folla mi culo, yo también me puse cachonda recordando mi pasado", me dijo Fina, pasando sus manos por debajo de sus nalgas y se las abrió, así mi pija le entro toda en su culo y la empecé a coger por el ojete, "la cantidad de pijas que habrán entrado en este culo", le dije, metiendo y sacando mi pija de su ojete, "no tantas como tú crees, pero si, me encanta follar y que me follen el culo, me vuelve loca sentir como entra y sale la polla, como se me abre el ojete como tú le dices", me decía Fina con la voz temblorosa, gozando, "me gustaría que un día te quedes a dormir conmigo y me folles toda la noche", me decía, temblando de placer y gimiendo, "y que van a decir tus hijos Fina, si me quedo a dormir con vos?", le dije, moviendo mi pija en círculos bien adentro de su culo, "no tienen porque enterarse, hayyyy, así, mueve tu polla bien adentro de mi culo, así, me encanta", me decía Fina, abriendo mas sus nalgas, dejando que le meta hasta lo mas que podía mi pija en su culo, y abriendo bien su ojete, "que bien me follas, eres uno de los que mejor me folló en mi vida, sigue, sigue follando mi culo", me pedía, con la voz ronca
su cara estaba desencajada de placer, no dejaba de abrir sus nalgas, "sigue, sigue, que creo que voy a llegar, me voy a correr, no pares que llego", me decía temblando como una hoja azotada por el viento, y cuando veo que abre su boca en un haaaaaaaa, interminable, me empiezo a acabar yo con la pija bien adentro de su culo, hacía fuerza para meter no se que mas, si se la había metido toda, ella dejó de abrir sus nalgas y golpeaba con las palmas de sus manos en la cama, "me vas a matar follándome así", me dijo Fina, apenas sonriendo, yo le saque la pija del culo, le vi el ojete, que hermoso y abierto que lo tiene, como hacía fuerza y la leche le salía, le bajé las piernas y me recosté a su lado, nos abrazamos y Fina me dio un beso en la boca, "Eduardo, cada vez que me follas me haces rejuvenecer 10 años", me dijo, y nos quedamos abrazados así, hasta que se hizo la hora de irme.
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