Doña Margarita y su sobrina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Logaris.
Mi mujer y yo hacía meses que sabíamos que nuestro matrimonio se estaba acabando, yo hace mucho que perdí el interés por ella, no en el tema sexual, porque mi deseo de follarmela nunca se me fue pero como marido y mujer ya no hacíamos nada, ella también pensaba igual pero no nos divorciamos por mi nieta.
Llegamos a un punto que al final lo hicimos, nos divorciamos, ella se fue con nuestra hija a la ciudad donde vivía y yo me quedé en la casa de siempre.
Fue un duro palo para mi porque ya no tendría a mi nieta en mi casa, aún así le hice jurar a mi ya exesposa que me la traería a menudo, obviamente ella seguía sin saber nada de mis aventuras con Carolina, la niña sabía ser mi discreta, sabía que si alguien se enteraba ya no podría disfrutar más de la polla de su abuelito.
Me sentí muy solo cuando se fueron, sobre todo en la cama, no dejaba de masturbarme a diario dejando que los chorros de leche caliente cayeran sobre mi pecho imaginandome que era la espalda de mi preciosa nieta.
Habían pasado unos días y había conseguido follarme alguna de mi pueblo pero no era lo mismo, yo hechaba de menos ese cuerpecito dulce, ese culito redondo abultado como un melocotón y sus tetitas que cada día crecían más, pero tenía que resignarme de mala gana, un día estaba en el patio de mi casa sentado tomando un poco el sol, a punto de quedarme dormido con unas voces que provenian de la casa de al lado de espabilaron.
Era mi vecina que hablaba con una jovencita de pelo largo y negro, era muy joven y preciosa, al momento me recordó a mi Carolina, era de cuerpo tirando a llenito, con curvas, no tenía mucho culo pero si se le notaba unas tetas grandes debajo de la camiseta que llevaba, tenía una sonrisa dulce con unos dientes blancos y perfectos, un lunar en el cuello hacia que se le acentuara más esa belleza adolescente que tenía.
No sabía quién era así que utilicé mi emcanto para saludar a la vecina y ver si con suerte caía y me daba información de ese bombón.
—Hola doña Margarita buenas tardes—
—Ah Luis, que tal? Tomando el sol? Hay que aprovecharlo que pronto lloverá.
— Esa vieja siempre me miraba raro como si se quisiera meter en mis pantalones.
Yo le hablaba con mi sonrisa de manipulador en la boca.
—Veo que ya no está sola, quien es esta chica?— Solté el cebo haber que me contaba la vieja.
—Por suerte ya no, no me gustaba nada la idea de vivir siempre con el gato asique mi sobrina Laura se viene a quedar un tiempo conmigo— Yo al oír eso se me iluminó la polla, mi cerebro empezó a trabajar sin descanso.
— Bueno mujer sola no estaba que me tenía a mi y más ahora que también se me quedó mi casa vacía, pero ahora con Laurita nos haremos compañía los tres —La sonrisa tonta de doña Margarita me confirmó que mis planes se harían realidad.
Desde ese momento me propuse que mi objetivo sería que Laura acabase cabalgando sobre mi verga, así tuviera que pasarme por la piedra también a la vieja.
Sabía que tendría que ganarme primero a la vecina, así que, aparte de mi encanto utilizaba otras técnicas, por ejemplo el ofrecerme de vez en cuando como manitas, para arreglar cualquier cosa en la casa y asi poder ver a Laurita, yo como pensaba con el cerebro pero también con la polla jugaba con ventaja asique cuando la vieja me pedía que le arreglase algo yo aprovechaba para joder otra cosa y así tener la escusa de volver a diario.
Cada vez que iba me ponía un chándal que me quedaba algo pequeño y hacia que se me marcara muchísimo el paquete, doña Margarita no perdía detalle del bulto y Laurita cuando estaba cerca tampoco.
Se quedaban hipnotizadas, donde iba el paquete allí iban sus ojos, normalmente solía hecharle un poco más para delante para que se notara más.
Yo quería acercarme mas a la muchacha asique idee una manera y esperaba que me saliese bien.
Un día de chapuzas en casa de doña Margarita fui a arreglarle el grifo de la cocina, ella aprovechaba la minima para acercarse y tocarme, las espalda, el pecho, un brazo cosas así, la señora no era muy vieja me llevaría unos diez años, ya os dije que yo fui padre y después abuelo muy joven, yo tuve a mi hija a los diecisiete y ella a Carolina a los quince así que apenas yo tenía cuarenta y ocho años.
Como decía, la señora estaba cerca de los sesenta pero se conservaba tenía unas tetas como cántaros, no parecía que las tuviese muy caídas y llevaba siempre pantalones de tela que le marcaban un buen culo para su edad.
Con tanto sobeteo ya se me había puesto dura, cosa de la que también se dio cuenta ella, asi que aprovechaba la minima escusa para pasar cerca de mi y rozarse con mi pene, yo estaba situado entre el fregadero y una gran mesa, la cual dejaba un reducido espacio para pasar, ahí es donde aprovechaba ella para pegarse a mi.
Ese día hacia calor así que le pedí agua, me la bebia de espaldas al grito apoydao en la encimera y fue cuando la vieja salida aprovecho para pasar y rozar todo su coño en mi paquete, no fue mucho tiempo pero pude notar un gran bulto.
Había conseguido calentarme la muy zorra, me dije a mi mismo que tenía que follarmela ahí mismo pero no queria cagarla asique le dije que iba al baño, al llegar cerré con pestillo y lo primero que hice fue quitarme el calzoncillo y quedarme solo con el pantalón para tener la polla libre, qyeria aprovechar y follarmela ese día que Laurita había salido con las amigas.
Antes de salir del baño fui a la ducha y le quite una gomita al tubo de la alcachofa y así completaba la primera parte del plan con Laura.
Bajé hasta la cocina ya con la polla liberada, mi bulto estaba de punta, asiqe me tum e debajo del fregadero a esperar a ver qué hacía la vieja.
Ella lo miraba fijamente sin decir nada y en un momento dado se fue de la cocina, yo creí que le había sentado mal mi descaro, no es lo mismo un bulto que la polla apintando al cielo debajo del chándal.
Yo seguí con lo mío esperando a que la señora moviera ficha, cuando volvió vi algo que me hizo reír, se había cambiado el pantalón por una falda de vuelo, se acercó a mí toda feliz preguntando si necesitaba su ayuda, como sabía por donde iba le dije que se pegará bien al fregadero y me abriera el agua.
Ella muy obediente lo hizo puso una pierna a cada lado para acercarse al fregadero, las tenía bien abiertas, yo miré hacia arriba y lo que vi hizo que mi polla casi se saliera del pantalon no llevaba nada bajo la falda, por no tener no tenía ni un solo pelo, parecía el coño de una niña.
Se veía gordito y los labios.
los tenía brillantes, se notaba que estaba bien mojada, yo con toda la tranquilidad del mundo seguí dándole indicaciones mientras me bajaba un poco el pantalón y sacaba la polla hasta la mitad, ella no me veía la cara pero si el pollón hinchado tomando el aire, parecia que en sus tiempos fue una fulana de las buenas porque sin pensarselo dos veces me cogió la polla, la saco del todo y cuando la puso recta se sentó de golpe sobre ella, su coño se tragó mi pene sin remordimientos, yo.
me movía hacia arriba queriendo llegar tocar el fondo de esa concha con mi verga y ella subia y se dejaba caer con fuerza inetenado ayudarme.
He de decir que fue una muy buena follada ella gritaba como una loca, pidiendo que se la metiera más a dentro y yo muy obediente lo hacía, después de notar como se corría a través de sus músculos vaginales me tocó a mi hacerlo, así que sin miedo ninguno solté la carga en el fondo de sus entrañas, por cada descarga ella contraía su coño, parecía que me ordenaba por apretaba en la base y subia, esa vieja era una experta follando y yo la tenía al lado sin saberlo todos estos años.
Continuará.
Enorme abundancia de errores, y total urgente necesidad de usar WORD. Anótenlo quienes vean esto y algún día pretendan ser autores de buenos relatos con digna buena calidad en sus redacciones.