El adolescente novio de mi hija.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dany.la.
Mi nombre es Mirna, tengo una hija adolescente de nombre Lina y esta es la historia.
Mi hija termino la secundaria, y se llego el dia que la inscribiriamos a la preparatoria, mi hija se encontro a su amiga y fueron a conocer la escuela en lo que yo estaba formada para el tramite, llego un joven se formo detras mio, me sonrio y comenzo a platicarme, Roberto es su nombre y tiene 17 años, es un chico moreno claro, cabello oscuro y un poco rizado, ojos grandes, en verdad muy guapo, vestia unos jeans y una camiseta en la que lucia su cuerpo muy desarrollado y cuidado del ejercicio, el venia a estudiar a la ciudad.
Despues de un rato llego mi hija y se lo presente.
Les toco estudiar en el mismo grupo, me alegró esa noticia, como era de edad similar a Lina y ambos estudiarian en el mismo salón, asi ya tendria un nuevo amigo.
Asi fue se hicieron amigos, el pasaba en las mañanas por mi hija y regresaban juntos de la escuela, convivia con nosotros una gran parte del tiempo.
Un fin de semana Sara, la amiga de mi hija vino a casa ya que irian con Roberto a un concierto, Mientras se arreglaban escuche una conversacion que me dejo helada, Sara le pregunto:
-¿Todavía eres virgen?
-Si.
Me parece que me da un poco de miedo el acostarme con él.
– Bueno, pero ¿Te gusta él o no?
-Si, muchísimo, es muy simpático y encantador, y yo lo deseo con locura, no se como me contengo para no dejarlo que me coja, sólo que me da miedo la primera vez.
-No te preocupes, no tengas miedo, si lo haces con una persona de experiencia, como creo que es él, lo vas a disfrutar mucho,
– Mis nervios son porque la tiene muy grande y gruesa, por eso es que lo masturbo, para tratar de calmarlo.
-¿qué?
-Ya sabes, lo acaricio y se la chupo.
De esa forma lo voy postergando.
Cuando escuché ese comentario un escalofrío me recorrió, la espalda y sentí que me excitaba al imaginárme la verga de su novio.
-No se cuanto tiempo más voy a aguantar sin hacerlo, él es muy ardiente y le encanta que se la chupe, incluso me acaba en la boca y yo me trago el semen.
no sabes lo grande que la tiene, casi no me cabe en la boca.
Yo a esa altura estaba excitada.
Terminó de elegir la ropa que iba a usar y se fue a vestir.
Al poco rato sonó el timbre, abri, era Roberto, realmente lucia atractivo, me preguntó si estaba lista Lina, agregando;
-Quiero preguntarle algo!!!
No pude evitar sentirme atraía por Roberto, lo hice entrar y al pasar a mi lado sentí que me desnudaba con la mirada.
-Tal vez lleguemos un poco tarde, cree que su esposo se enoje?
-No.
no se preocupen yo le dire.
Esa noche estuve más que necesitada de sexo y busqué a mi marido, pero el sexo con él era pura rutina.
En realidad nunca se le había ocurrido acabarme en la boca, como había dicho Lina que le hacía su novio y cuando me chupaba él a mí tampoco me hacía acabar porque era sólo por algunos segundos, sólo como preparación.
Al día siguiente solo trabajé por la mañana porque tenía que hacer algunas cosas.
Al regresar a casa, me fui a mi cuarto a cambiarme de ropa.
Cuando ya me había quitado el vestido sentí que la puerta de calle se abría y entraban Lina y Roberto y se iban al cuarto de ella.
Me extrañó que a esa hora estuviesen en casa, pero más me extrañó que ella lo llevase al cuarto.
De inmediato escuché que se empezaban a besar y acariciar.
A los pocos segundos sentí gemir a Roberto y no pude resistir la tentación, por lo que me acerqué hasta la puerta de su cuarto, que habían dejado abierta, seguramente para sentir si alguien llegaba a casa, al asomarme al cuarto, ví a Roberto acostado en la cama, con los pantalones bajados y a ella con su cabeza sobre la ingle de él.
Por los movimientos que ella hacía era evidente que se la estaba chupando, y los gemidos de él, indicaban que ella sabía bien como se debía hacer.
Me quedé petrificada ante esa imagen.
Lina, mi hija chupaba y chupaba el miembro de Roberto y en determinado momento se movió y pude ver lo que tenía en la boca.
Realmente era muy grande, por lo menos cinco o siete centímetros más largo que el de mi marido y mucho más grueso.
Yo veía ese gran miembro desaparecer prácticamente todo en la boca de mi hija y volver a aparecer, para soltar y pasarle la lengua con un placer para ambos que era difícil de describir.
Después de cuatro o cinco minutos de estar chupando, él le tomó la cabeza y la guió hacia arriba diciéndole
-Esta vez no voy a acabar en tu boca, ya es tiempo de hacer otra cosa.
Ella un poco temerosa dijo:
-Mejor otro día, tengo miedo.
-No, lo vamos a hacer ahora.
La fue empujando suavemente sobre la cama terminándole de sacar el sujetador y la braguita, dejando ver el pubis con muy escasos vellos negros, rizados, hacia donde se dirigió y la empezó a chupar a ella.
Empezó por sus labios vaginales, recorriéndolos de arriba a bajo con su lengua, siguiendo con su clítoris el cual tomó en sus labios y lo chupaba hacía si, produciéndole a Lina un placer inmenso, su cabeza giraba de un lado a otro y sus gemidos eran cada vez más fuertes; de verdad que estaba gozando y yo también.
Después de un rato se detuvo al tiempo que decía:
-Esta vez no vas a acabar en mi boca, vas a acabar con mi verga adentro.
Al oír esto sentí un calor que me subía desde la entrepierna y me excité tremendamente, con una leve culpabilidad, de excitarme mientras espiaba a mi hija y a su novio desvirgarla.
Nunca pensé que ver esa verga enorme y gruesa, apuntar hacía esa frágil vagina de mi hija, me produjo un escalofrío en todo mi cuerpo e instintivamente mi mano fue a dar a mi sexo.
Ella gemía de excitación mientras él le iba apoyando su miembro erecto en su entrepierna, mientras mi hija se abría para recibirlo, aunque pedía.
-Por favor, despacio, tengo miedo, despacio.
A lo que él respondía.
-No te preocupes, relájate, sólo te va a doler un poquito al entrar y después la vas a gozar como loca.
Roberto tomó su sexo con una mano y con la otra fue abriendo los labios virginales, introduciendo muy despacio su enorme glande; una vez los labios vaginales cubrieron la cabeza del pene y éste llegó al himen de mi hija, ella lanzó un corto grito pero él siguió de largo rompiéndolo por completo, mi hija jadeó algunos segundos como si se estuviera ahogando, y de inmediato comenzó a gemir, pero no de dolor, sino de placer, mientras él empezó unos movimientos suaves pero firmes hasta introducirle tremenda verga por completo.
Una vez que estuvo a tope inició unas embestidas fabulosas que la hicieron gritar de placer llevándola a levantar más sus piernas y a cruzarlas encima de su espalda, como no queriendo que se fuera a salir lo que tenía adentro, aunque era evidente que esa cosa no tenía la intención de salirse.
Comenzó a jadear cada vez más fuerte, mientras gritaba de placer en el inicio de un orgasmo, el primero provocado por un pene dentro de ella.
Cada vez se movía más rápido, al ritmo de la penetración.
Desde donde yo estaba podía observar como esa pequeña vagina apricionaba totalmente tremenda verga y era muy excitante ver como los testículos rebotaban sobre las nalgas de Lina a cada embestida de Roberto.
El también se acercaba al orgasmo y apresuró sus movimientos cada vez más, lo que hizo que ambos llegaran al orgasmo al mismo tiempo.
La visión era extraordinaria, ver a mi hija clavada hasta el tope por esa tremenda verga, hizo que mis dedos se aceleran también hasta llegar al clímax, lanzando un gritito de placer.
En ese momento Roberto volvió la cara hacia la puerta y me vio parada allí, recargada sobre el marco, totalmente excitada y mojada por lo que acababa de ver, vestida sólo con sujetador y bragas.
Era tal el gozo recibido que mi hija que no se percató de mi presencia, Roberto sonrio, mientras se movía para ocultarme de la vista de mi hija, quedando ella de costado, de espaldas a la puerta y él de frente mirándome sonriente.
Yo me retiré rápidamente hacía el dormitorio totalmente excitada y con las imágenes frescas en mi memoria, y desnudándome completamente me metí a la ducha, esperando calmar esa ansiedad que me invadía.
Mi hija y Roberto se retiraron rápidamente y yo me quedé en la tina como una hora tratando de olvidar lo que había pasado, hasta que escuché el timbre de la puerta, salí rápidamente, pensando que mi esposo había regresado muy temprano y con extrañeza, pues él tenía llaves, me coloqué una salidera de baño y fui a abrir.
Cual fue mi sorpresa cuando me encontré de frente a Roberto, estaba apoyado sobre el marco de la puerta y sonriente me dijo:
-Hola, puedo hablar con usted?.
Me quede petrificada, no sabia que decir,pues él acababa de cogerse a mi hija y sabia que yo los estaba viendo, muy nerviosa y avergonzada lo invite a pasar;
– Claro entra.
Y mi hija?
-La deje en casa de su amiga.
Entro y apenas cerre la puerta, él con una seguridad acercándose a mi me besó en la boca, me abrió la toalla de baño y comenzó a acariciar los senos y chupar los pezones lo que me hizo calentar mas todavía, al mismo tiempo que descendía por mi cuerpo con sus labios, alcanzando mi sexo mientras yo me recostaba en el sofá.
Me chupó el sexo con una pasión que nunca había puesto mi marido, abriéndome los labios con su lengua y recorriendo toda la zona desde el ano hasta el clítoris, tomándolo en su boca y lamiéndolo hasta que me hizo llegar al orgasmo en medio de grandes gemidos.
Luego de esta primera sesión, me tomó del brazo y me llevó hasta mi cuarto completamente desnuda, allí lentamente le quité la ropa, me apoyó la mano en su miembro y me preguntó:
-¿Le parece que es grande?.
Yo, sin voz, le contesté que si con la cabeza, al tiempo que cerraba mi mano en torno a su miembro.
Roberto, se acomodó en la cama y me atrajo hacia él empujándome la cabeza hacia su miembro al tiempo que susurraba;
– Chúpemela.
Yo me fui acercando lentamente, guiada por la mano de él en mi nuca y abrí la boca al acercarme a su verga.
Me introduje la cabeza poco a poco, y realmente como dijo mi hija, era enorme y tuve que abrir bien la boca para que entrara.
Sentí como si una brasa caliente me quemara la boca y me dediqué a darle la mejor mamada que él hubiera recibido; empecé a succionar esa cabeza mientras mi lengua la recorría, el placer era enorme, mi cabeza estallaba en mil pedazos, traté de introducirme esa vergota hasta la garganta, pero era muy grande y solamente entró hasta la mitad, por lo que empecé a mover la cabeza hacía arriba y hacía abajo apretando mis labios alrededor de ella lo que le produjo a Roberto gemidos de placer.
Al poco tiempo sentí que se iba a venir, yo no sabía que hacer y la saqué de mi boca, pero él me dijo:
– Siga, hágalo acabar y va a ver que rico es.
Ante lo cual yo me volví a meter en la boca esa tremenda verga, dura y palpitante, y moví mi cabeza hacia arriba y hacia abajo, metiéndola y sacándola de mi boca, lamiendo la cabeza con mi lengua y sintiendo que se ponía más y más dura, para lograr, al cabo de poco más de un minuto, que Roberto se arqueara y se viniera dentro de mi boca, llegándome hasta la garganta con su leche.
Al mismo tiempo que esa cálida corriente se derramaba en mi boca, me decía:
-¡comaselos.
comaselos! ante lo cual yo tragué su semen.
Luego de un pequeño descanso inicié de nuevo mis caricias hasta ponerlo a punto y ante su gran excitación me tomó por los hombros, me recostó al borde de la cama, tomó mis piernas y las subió a sus hombros quedando al descubierto mi sexo palpitante que recibió lo que había estado esperando con ansiedad esa enorme Verga de aquel adolescente, separé los labios vaginales y su glande entró, empujando la verga, que deliciosa sensación, al fin había clavado completamente a mi vagina, la saco y la volvio a sumergir en mi raja y comenzo a cogerme muy rapidamente y tal era su grosor y tamaño que me llenó totalmente.
Sus movimientos rítmicos de mete y saca se acompasaron rápidamente a los de mis caderas que se movían en círculos alrededor de su verga, perdiendo la noción del tiempo.
Sintiendo y escuchando esos huevos chocar en mis nalgas, se coloco encima y me siguio penetrando hasta el fondo, me empezo a bombear ya estaba en el clímax, lo abrace con mis piernas y sentía que me introducía mas en mi vulva y un chorro de leche explotó en mis ovarios, fue una convulsión tras otra.
Quede exhausta, cuando se salio de mi raja, la leche empezó a derramarse entre mis muslos.
Nunca antes nadie me había cogido como ese día, fue algo fabuloso, fui hasta el cielo y volví.
Así nos pasamos tres horas, gozando de una forma increíble, era insaciable.
Al final quería mi ano que no había sido utilizado nunca pero por la falta de tiempo, ya que mi esposo llegaría en cualquier momento y Roberto tenía que ir a recoger a mi hija a la casa de su amiga, no pudo quedamos que la próxima vez iniciaríamos por ahí.
Quisiera arrepentirme de coger con el novio de mi hija y engañar a mi marido pero.
la verdad no me arrepenti de esa gloriosa cogida.
O.
R.
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