EL CULO DE MI MUJER (1 DE 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
EL CULO DE MI MUJER
(PARTE 1 DE 2)
En las cosas que me termino metiendo… por calentón incurable…
Como entiendo que casi todos por acá, nos gusta leer relatos, hablar de sexo, compartir experiencias, ver fotos, videos, todo un poco, curiosidad, no se…
Así fui que me metí en páginas de relatos eróticos, como esta, como tantas otras, y poco a poco pasé de lector a ser parte, a crear un perfil, a contar algunas cosas íntimas, algunas vivencias, algunas fantasías, a dejar mi mail como está al final de este relato, a recibir correos, algunos los contestaba, otros solo los dejaba correr…
Hace casi diez años que convivo con mi pareja, Karina, una mujer a la que le llevo unos pocos años y que para mi ego puedo decir que tengo una puta en la cama.
No sé porque lo hago, pero me excita contarles que ella es una blonda de largos rulos, de ojos miel y rostro inocente, con palabras de ángel y actitudes de demonio, con un culo perfecto, envidiable y que me hacía pensar en decir a quien quisiera escucharlo: ‘te gusta? pues es solo mío’
Y siempre me excite con esta ‘ostentación’ de ese tesoro perfecto, ese culo de ensueño…
Y Karina me dejó tomar varias fotos entre provocativas y porno de su trasero en particular, fotos que en teoría eran solo para mí, para nuestra intimidad y nuestra seducción, pero una vez mas no pude controlarlo, es más fuerte que yo… y sin que ella siquiera lo sospechara, las subí a estos sitios, como ahora las vuelvo a subir para que todos digan ‘hombre! que afortunado eres! te envidio!’
Mi mujer sabía verdades a medias, sabía de mis lecturas, de los lugares de la web que frecuentaba, de correos que recibía, pero jamás le había contado que yo hablaba públicamente de ella, de nuestra intimidad, y menos aún, que sus fotografías eran populares.
Así pasaban mis días, uno tras otro, hasta que recibí un correo y lo abrí como de costumbre, me llamó la atención su escueto contenido
Quieres ver y pajearte mientras le rompo bien el culo a tu mujer?
Solo eso decía, un extraño tan extraño como yo, en un principio me causó gracia y no lo tomé en serio, pero honestamente me quedó una picazón inquietante entre las piernas, así que solo contesté para ver que sucedía
Hola! no nos conocemos… porqué me haces esa pregunta? Jamás nos escribimos…
Y eso dio pie a una seguidilla de mensajes de idas y vueltas, que más o menos se fueron de la siguiente manera
– Porque vi el culo hermoso que tiene tu mujer, quiero probarlo
– Y no es rara una propuesta tan directa? No nos conocemos… lo has hecho antes?
– Varias veces, varios matrimonios, te prometo que te encantará, le dejaré el culo lleno de leche y bien abierto, que dices?
– Bueno, tendría que hablarlo con ella, tampoco es que se acueste con el primero que se cruce en su camino.
– Pregúntale, yo te aseguro que te va a gustar…
La verdad es que el tipo iba demasiado rápido y no alcanzaba a hilvanar mis pensamientos, pero asumo que todo esto me había llevado a una excitación que no era habitual para mí, mientras le escribía sentía una erección terrible bajo mis pantalones, y más escribía, más adictivo se hacía, le pregunté de donde era, estábamos a cuatrocientos kilómetros de distancia, un pequeño problema, pero el tipo estaba decidido, alquilar un fin de semana una cabaña a mitad camino, me dirán que todo era muy enfermo? cierto… que sonaba a locura? también era cierto, pero que podía hacer, seguí preguntando
– Y que tienes por ofrecer? Es decir… cuento mide tu pene
– No sé cuáles serán los gustos de tu mujer, pero tengo una rica verga de veinte por seis, bien gorda por cierto
– Y que propones hacer?
– Dime que quisieras que haga
El tamaño de su verga me dio envidia, dudé que fuera cierto, pero no era el momento de preguntar más, medité unos segundos, que quisiera que hiciera, luego contesté
– Si me preguntas, me gustaría ver cómo te la chupa, y luego que le hagas bien el culo, como tú dices, y me gustaría que le acabes en la boca y ver como se traga tu leche, que dices?
– No hay más que hablar, no te defraudaré, habla con ella, le encantará…
– Y no te da vergüenza o pudor? Digo, que yo esté presente, a mí no se me pararía en tu lugar…
– Ya te he dicho, no serán el primer matrimonio en mi vida, se de putas como tu mujer y esposos calientes como vos, y vos qué harías?
– Yo solo quiero mirar, mirar y pajearme…
Se había hecho tarde, era hora de cenar y Karina, ajena a todo me llamaba a la mesa, le dije al tipo que me diera tiempo, debía saber qué opinaba mi esposa de todo esto, las mujeres en general no procesan el sexo tan rápido como nosotros, que somos más animales, ellas necesitan primero una conexión emocional para pasar luego a una física.
Mientras cenábamos miraba fijamente a mi mujer, encerrado en mis pensamientos, porque seamos honestos, una cosa es tener fantasías, pero otra muy diferente es tener una propuesta concreta, al alcance de la mano, algo que es segundos había tomado forma.
Terminamos tarde, casi media noche, ella fue a la cama mientras yo me quedé acomodando las cosas, con esos pensamientos latiendo en mis sienes.
Fui al dormitorio, Karina estaba semidormida, casualmente con su enorme culo apuntando hacia mi lado, casi desnudo, apenas lucía una pequeña tanga celeste, calada y sensual, era demasiado, como si millones de alfileres se clavaran en la punta de mi pija, no podía dormir así.
La desperté zamarreándola un poco, ella se molestó, pero le dije que quería contarle algo, cuando tuve su atención, le narré en detalle lo sucedido, leyendo palabra por palabra la conversación que había tenido con ese extraño.
Ella se sorprendió en principio, y tomó algunas cosas a risa, en especial ‘su tamaño’, me dijo, le creo que sea así de larga, pero no tan gruesa!
Y empezamos a hacer el amor, estaba como poseído, duro como una barra de acero, ella lo notó y luego de unos besos profundos bajó a chupármela, le pedí que lo hiciera tan profundo como pudiera hacerlo, y se sentía exquisito, cada embestida, rítmica, lenta, continua…
Vino sobre mí, se comió mi pija con su concha, derramaba flujos, una posición, otra, y otra, alternando el dominio, alternando la locura.
La cogí tan profundo como pude, ella se acariciaba con esmero su clítoris, empezaron los gemidos y las contracciones, llegó a su orgasmo, y siguió, a un segundo, y a un tercero, adoro cuando ella tiene estos orgasmos múltiples.
Estaba exhausta, acariciando mi nuca, yo seguía moviéndome en su interior, cuando casi me susurró al oído
– Quiero que me hagas el culo…
Diablos, uno jamás termina de saber qué es lo que realmente pasa por la cabeza de una mujer, son peligrosamente astutas, dueñas de sus secretos, por algún motivo ella me había pedido específicamente eso en ese momento.
Se puso en cuatro patas, dándome su esplendoroso trasero, apenas escupí un poco su esfínter, apoyé y toda adentro, hasta el fondo, la tomé por la cintura y se la di con fuerza, con ritmo, metiendo y sacando de punta a punta, ella gemía y hasta gritaba, hacerle el culo era lo más excitante de nuestra relación, lo que me encantaba de ella, la forma en que lo entregaba, la forma en que lo disfrutaba.
Ya no pude soportarlo saqué mi verga y empecé a bañarla, yo solo acababa y acababa, blanqueando sus nalgas, su espalda, su cuerpo…
Volvía a metérsela aun acabando, dejándole algo de leche adentro, seguí hasta perder erección.
Reímos cómplices, nos limpiamos y ya no hubieron palabras, los últimos besos, arrumacos y a dormir…
En los días siguientes la situación pareció enfriarse un poco.
Karina no tocó el tema, pero Santiago, (esa era su nombre) y yo, seguimos comunicándonos en charlas escritas que me ponían por demás de caliente, el me empujaba a hacerlo, yo quería hacerlo, el tema era como convencer a mi esposa.
El tema salió a la luz nuevamente una mañana de domingo, habíamos ido a desayunar a un bar, como casualmente, traje el tema a la mesa, le dije directamente, que me seguía escribiendo con él y que tenía ganas de seguir adelante con el proyecto, ella parecía titubear entre la cordura y la locura, y por lo que la conocía sabía que tenía esa picazón de la curiosidad, me lo decía su rostro, sus gestos, sus actitudes, su mirada, al fin se rindió y me pidió al menos conocerlo, dando un paso adelante, yo me reí, me sentí bendecido y le dije
– Qué bueno! qué pasará si me termina gustando todo esto?
Ella me miró y me respondió fríamente
– Esa no es la pregunta correcta, la pregunta es qué pasará ‘si a mí me termina gustando todo esto’
CONTINUARA
Si eres mayor de edad me gustaría saber tu opinión sobre este relato, solo contestaré a quien ponga como título del correo ‘EL CULO DE MI MUJER’, escribe a dulces.
placeres@live.
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