EL DEPRAVADO. CUARTA PARTE.
Agapito, el depravado del colegio de niñas, llega con Antonella y Nikita a su finca. Allá, junto a sus parientes, se goza a las niñas mientras filman tremenda película porno. .
EL DEPRAVADO. CUARTA PARTE.
ESCRITO POR SIREMIS.
Después de que Agapito se corrió en la boquita de la pequeña de 12 añitos de edad, Antonella, llegaron a la casa del horrible hombre, la cual quedaba en una zona boscosa, era una finca más o menos grande.
La niña no dejaba de hablarle entusiasmadamente al hombre sobre su carrera como emergente actriz porno infantil, y tan pronto se bajaron del campero una manada de perros llegaron a recibirlos.
El hombre les dio instrucciones para que ellos no atacaran al par de niñas. Antonella se bajó y ayudó a poner en pie y a caminar a su hermanita Niki, de 9 añitos. Juntas estaban completamente desnudas.
La gran cantidad de hijas y sobrinas del depravado llegaron corriendo a recibir a Agapito y a las pequeñas paisitas.
A Niki también ya le estaba haciendo efecto la sustancia que tenía el porro que su hermana le obligó a calar.
Las chicas de la finca eran muy atentas y avispadas y ayudaron a caminar a Niki la cual no dejaba de dedearse su cuca, su arrechera se incrementó como nunca antes.
Se dirigieron a la entrada de la casa.
Apenas entraron se percibió un horrible olor.
Llegaron a la sala, estaban la hermana de don Agapito, Magnolia, y unas cuñadas. Magnolia le preguntó si había traído pan y él le dijo que no.
Las niñas las saludaron, las mujeres las miraron, y Magnolia, contemplando la desnudez y belleza de las peladitas volvió a preguntarle a Agapito:
MAGNOLIA: ¡Agapito! ¡Están muy ricas esas niñitas!… ¡Uf!… ¡Mamacitas!… ¡¿Se van a encerrar en la pieza para filmar?!
AGAPITO: ¡¿Tú qué crees?!
MAGNOLIA: ¡Claro que sí!… Jejeje… ¡Estas dos perritas se ven muy puticas!… Jejeje…
Magnolia mandó a algunas de sus hijas a alistar las cámaras y el estudio de filmación. Las niñas le obedecieron de inmediato.
Magnolia era una mujer de 40 años de edad, estaba muy buenaza. Un gran culazo y unas tetotas descomunales tenía la santa señora, pero cansada de los hombres decidió quedarse soltera y más bien tener sus amantes y aventurillas.
El pervertido preguntó por sus otros hermanos, pues necesitaba a los siete, y ella los llamó.
Pronto fueron llegando uno por uno. Los cuatro hombres eran peones musculosos y rudos, y las tres mujeres un poco mandonas, trabajaban en la finca.
Los hombres apenas miraban a las desnudas Antonella y a Niki por toda parte y se ponían felices. Las empezaron a tocar, a nalguear y a besar y ellas colaboraban muy sonrientes.
Después vinieron los hijos e hijas de esos machotes. Eran muchas personas las que había en esa finca, y entre toda esa gente abundaban las niñas y los niños.
Mientras Agapito y los hombres y mujeres mayores descansaban y se empezaban a drogar y a desnudar completamente, sus hijas e hijos menores fueron a bañar a Antonella y a su hermanita Nikita en un estanque de agua fría cercano a la marranera. Hacía calor, así que no se iban a congelar.
A la vez que los niños y las niñas las bañaban con una manguera y las restregaban con sus manos, Antonella no aguantaba las ganas de sexo potencializadas por la marihuana y la extraña sustancia que le dio Agapito y se puso a chuparle las vergas a los niños.
Los chicos estaban contentos y también pusieron a mamar a la pequeña Niki, la hermanita de 9 años de Antonella.
La Niki ya se dejaba hacer lo que quisieran muy a gusto, y todo a la vista de los adultos quienes se divertían con lo que hacían sus niños, incluso sus madres los motivaban a darles pipí por la boca a las hermanitas colegialas que Agapito había traído a la finca.
Algunas sobrinitas de Agapito con cámaras portátiles filmaban todo el bukake infantil.
Los niños, entre 11 y 15 años se vinieron en las boquitas de las dos bellas colegialas.
Las sobrinas de don Agapito estaban contentas por lograr excelentes tomas, y una vez todos acabaron de dejar sus leches en esas dulces boquitas las enjuagaron y las llevaron a perfumar adentro.
Todos quedaron anonadados al ver a semejantes preciosuras, les dieron a todos y todas unas rayitas de coca y se encerraron en una inmensa pieza junto a las colegialas traídas por Agapito.
En esa habitación no solo había unos sillones y unas camas, sino que además reposaban unas cámaras en sus trípodes, unas lámparas, varios micrófonos de aire, multitud de juguetes sexuales y muchos afiches pornográficos en las paredes, era prácticamente un estudio de filmación porno.
Las que hacían de camarógrafos eran algunas hijas de Agapito, es decir, unas niñitas de entre 8 y 15 años de edad.
Las que operaban los micrófonos y las luces eran sus otras hijas y sobrinas, todas las niñas eran menores y sabían manejar todos esos equipos a la perfección, eran unas morbosillas, unas diablillas y unas putitas completas.
Pronto empezó la filmación de esa película porno, las actrices principales eran Antonella y Niki, pero también actuaban algunas hijas y sobrinitas de Agapito, incluso hijitas de Magnolia y algunas cuñadas y hermanas mayores.
Y los actores eran los hijos mayores y sobrinos de Agapito, sus hermanos adultos, los niños y el mismo Agapito.
Todo empezó con el uso de los juguetes sexuales en escenas lésbicas entre las niñas.
Las niñitas de la finca tenían escenas lésbicas con Antonella y Niki y las disfrutaban bastante. Las dos colegialas lo estaban haciendo muy bien.
Después llegaron las mujeres mayores a tener sexo lésbico con las niñas, lamiendo sus cuquitas, usando sus consoladores y sus propias vaginas en poderosas tijeras.
Luego inició la escena donde niños y adultos hacían tragar sus vergas a las dos pequeñas que trajo Agapito a la finca.
Entraban y salían muchísimas vergas de sus boquitas, tanto de niños como de adultos, y pronto empezaron a tener penetraciones en esas ricas cuquitas. Todos decían palabrotas de morbo y emitían gemidos, gritos, risas y aplausos.
En ese estudio era una verdadera fiesta sexual.
Magnolia y sus cuñadas constante y alegremente traían agua para que los actores tomaran y se hidrataran, todo iba magníficamente.
Tanto niños, niñas y adultos lo hacían bastante bien, todos eran auténticos pornógrafos y actores profesionales de filmes de sexo, no importaba la edad que tuvieran.
Después de darles por esas cucas a todas las niñas actrices pasaron a lubricarse sus respectivos culitos. Incluso se los estimulaban a las mujeres mayores. Los niños tendrían que encular a dinas mujeres también, era como un todos contra todos, entre niños, niñas, hombres y mujeres.
Los niños y adultos empezaron a estimular esos anos con sus dedos y lenguas, los metían poco a poco hasta bien adentro.
Cuando vieron que las niñas ya estaban lo suficientemente estimuladas comenzaron a meterles sus vergas, primero lo hicieron los niños a las niñas. Los frenéticos movimientos de esos infantes hicieron que los culitos de las chicas se dilataran tanto como para poder ser enculadas por los mayores.
Así fue, pasaron los mayores a penetrar analmente a Antonella, a Niki y a las otras niñas. Los niños pasaron a encular también a las mujeres adultas.
Las hijitas de Agapito que estaban manejando las cámaras estaban muy contentas y arrechas por las buenas imágenes que estaban obteniendo y se tocaban sus cuquitas.
Niki y Antonella se movían sobre esas vergotas sin cansarse y se las clavaban como si el tamaño, sobre todo la de los adultos, no representara ninguna dificultad, estaban totalmente poseídas por el espíritu del sexo que les aportó el consumo de las drogas, y la orgía continuaba con gran entusiasmo.
Agapito y los demás padres también encularon a sus respectivas hijas. Y los niños a sus madres.
Usaron a todas las nenas en todas las posiciones posibles.
Todos, tanto adultos como niños, se vinieron específicamente sobre Antonella y Niki, ya fuera en sus tetas, en sus caritas, en sus cabezas, en sus cucas, en sus culos o en sus boquitas. Todos aplaudieron y se felicitaron.
Descansaron un poco mientras hablaban entusiasmadamente. Las muchachitas encargadas de las cámaras imprimieron las fotos de las diversas escenas de la película y se las entregaron a Agapito el cual se las mostró a todos.
Las niñas quedaron lavadas en semen y luego Agapito recibió una llamada del rector del colegio quien le pidió llevar a las niñas a la casa de sus padres cuanto antes ya que ellos habían llamado al plantel preguntando qué pasaba que ellas no llegaban a su casa.
El pervertido solo lanzó un pantalón y un sobre de manila con las fotos por la ventana de su carro, abrió la puerta, subió a Antonella y a Niki al campero tal como quedaron después de semejante culeada y acompañado de sus cuatro hermanos partieron en el vehículo hacía la casa de las niñas.
Ellas entregaron la dirección de su casa al depravado.
Mientras él conducía sus hermanos las ponían a mamar.
Pasado un tiempo llegaron, ya era muy de noche.
Parquearon frente a la casa, pero no se bajaron, más bien siguieron culeando a las niñas.
El campero se movía tremendamente al ritmo de las culiadas.
La mamá y el papá de ellas estaban mirando lo que ocurría dentro del carro, pero no se atrevían a intervenir porque eran cobardes.
Don Guillermo y doña Araminta estaban furiosos.
El señor salió a la puerta cargando una correa en las manos y desde ahí miraba cómo toda esa bola de sujetos se divertía de lo lindo con sus dos hijitas dentro de ese carro.
Antonella y Niki chupaban todas esas vergotas y luego saltaban sobre ellas totalmente desnudas y felices mientras le hacían vulgares roscas en gesto de burla y grosería a su propio padre.
Todos se descargaron en ellas, y poniendo música a un fastidioso alto volumen se pusieron a tomar y a fumar, las chicas también.
Ellas, con voz de ebrias y riendo como bobas, dijeron que sus papás las iba a matar, y que no se querían bajar del campero, y los hermanos de Agapito le pidieron que era mejor que hablara con don Guillermo y doña Araminta para que estos no golpearan a las niñas.
Pasados unos minutos don Agapito se corrió sobre las niñas, se sacudió la verga, derramando sus últimas gotas sobre ellas, se puso el pantalón dejando su peludo pecho desnudo, tomó en una mano las fotos impresas de las niñas en su gran follatón y descalzo salió de su carro.
Sin dejar de hacerse la paja sobre su bragueta se acercó a don Guillermo el cual esperaba furioso en la entrada.
CONTINUARÁ…
ESCRITO POR SIREMIS.
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