EL DETECTIVE PRIVADO. (11).
Reencuentro de “amigas” y hacemos “saltar a la liebre”..
“AMIGAS” – CASO RESUELTO. (11).
En el coche parloteaban a gusto, me ametrallaban a preguntas, que dónde era la confitería, si hacía mucho que habían abierto, que nivel tenía, hasta si estaban bien vestida para la ocasión preguntaban. A todo trataba de contestarles, pero en un momento dado le dije: “Parecen chicos con juguetes nuevos, ¿por qué no esperan a que lleguemos y se sacan las dudas por ustedes mismas, desentonar no van a desentonar”.
Cuando llegamos y entregué el auto para que fueran a estacionarlo, Luisa no se pudo aguantar… “No voy a exclamar nada porque quiero parecer una “lady”, pero ya desde afuera es una belleza, muchas que están en pleno centro quedan a la altura de un poroto y estoy cruzando los dedos esperando que sea de quien yo pienso” … No entendí lo que quería decir y dejé pasar su comentario.
El custodio que estaba en la puerta era el mismo con el que había tenido el altercado y me saludó amablemente, yo hice lo mismo y pregunté por Candela, me contestó que no la había visto, pero que debería estar por la barra del fondo. Sábado a la madrugada y el lugar estaba “hasta las manos”, hacia allí me dirigí seguido por Andrea y Luisa que pasaron a ser solamente otras “figuritas” del montón porque había mujeres hermosas por doquier. Candela me daba la espalda hablando con una de las camareras y me acerqué por detrás sin que me viera, la abracé pasando mis manos por su cintura y la besé en el cuello a la par que le decía…
- Esta belleza rubia me tiene enloquecido… Humm, la estaría besando así toda la noche.
- Caballero, ¿acaso cree que me voy a conformar con eso sólo?, -preguntó moviendo el culito contra el bulto-.
La camarera abrió los ojos sorprendida y terminó sonriendo cuando Candela giró y me comió la boca sin que le importara la cantidad de gente que nos rodeaba. A nadie le cupieron dudas de quien era la pareja de la dueña de la confitería, tampoco yo iba a continuar con la “fachada” del tipo duro y exigente, ya había expresado lo que quería y conocía de su aceptación, además, me encantaban los besos de mi novia, enseguida nos acercamos a la barra y expresó:
- Viniste más temprano vida, no te esperaba hasta después de las dos de la mañana.
- Estuve trabajando en el caso de Lolita y aproveché para traerlas, a Andrea que me ayuda con la parte Informática y a una nueva empleada que va a ser quien se ocupe de atender la oficina, mi novia tiene que saber con quienes me muevo y están a mi lado.
- Me parece genial, aunque esas son tus decisiones, ¿por dónde están?, -preguntó mirando hacia la otra barra.
- Paradas a tu izquierda, ella es Andrea y ella es…
- ¡Luisaaa!, ¡hija de mil…, dejaste la Facultad cuando se enfermó tu madre y no te volvimos a ver!, -expresó casi dando un grito Candela y se fundió en un abrazo con la castaña que me miraba con una sonrisa pícara… Más sorprendido no podía estar.
- Mi mamá falleció y tuve miles de problemas, no podía seguir estudiando, pero veo que, al final, te diste el gusto y llegaste a tener tu propio “boliche” bailable. Te felicito, está brutal y conociéndote a vos y al novio que tenés creo que se sacaron la lotería los dos, son el uno para el otro.
- Hola Andrea, encantada de conocerte, fue una sorpresa agradable encontrarme con Luisa después de tanto tiempo. Vengan vamos a mi privado que quiero conversar tranquilas y preguntarles miles de cosas, ¿venís con nosotras amor?
Pidieron una botella de champagne y las dejé que fueran solas, no tenía ganas de aguantar los cuentos y los “chismeríos” que tendrían para recordar, se me dio por pensar que, en la oficina privada de Candela se realizaría un aquelarre. Me reí solo por este pensamiento y pedí un whisky en las rocas, el barman me sirvió la copa y preguntó si yo era el novio de la “Señorita Candela”, “primero cobrame el trago, después te contesto”, le dije sonriendo-, le pagué con la tarjeta y cuando me la devolvió expresé: “Sí, efectivamente, soy el novio, pero el negocio es de ella, no mío”. Hizo un gesto de aceptación y le agradó la respuesta.
Estuve un rato acodado dando la espalda a la barra y me entretuve mirando a los clientes en el local. No tenía ni puta idea de cómo se conformaba una noche de “boliche” o de “antro” o de como quisieran llamarles a esos lugares y muchas cosas se me escapaban, pero poquito a poco le iba tomando la mano, en principio, a la música, me costaba ese trepidar.
Había mucha juventud que se desenfrenaba fácilmente al ritmo de la música, seguramente incentivada por algún “acelerador”, “veteranos” que la iban de “levantadores” o conquistadores de chicas más jóvenes, una que otra cuarentona “apendejada”, que solían estar en grupos de tres o cuatro, hombres acompañando a jovencitas que seguro no eran hijas y algunas otras cosas que se me escapaban.
Me llamó también la atención que había dos muchachos que no bailaban, estaban parados a una cierta distancia y hablaban con otros, hombres o mujeres, sólo cuando se acercaban e iban luego para el lado de los baños acompañados por el último interlocutor. Me di cuenta que esos dos eran “proveedores” o “dealers”, todos los conocían, pero nadie se metía con ellos. Era probable que estuvieran respaldados y mandados, no sólo por uno que “manejaba” la zona, sino también por la propia Policía.
La venta de drogas y la impunidad con que se movían me sublevaba, pero no me metí con ellos y traté de ignorarlos, meterse a hacer de “Quijote” en esos lugares era como “mear contra el viento” o quedar “colgado” de las aspas de molinos que no me agradaban, nunca quedabas bien parado, cualquier cosa que yo hiciera allí, repercutiría en represalias contra Candela y/o en la confitería en sí. Elucubraba sobre esto y una morocha espectacular de un poco más de treinta años se acomodó en la barra a mi lado.
La había visto moverse en la pista girando y dejando que el cabello se expresara como si fuera un ente libre y era para cortarte el aliento, la minifalda parecía un cinturón ancho, las piernas y muslos trabajados en gimnasio eran “llamadores” para los ojos e incentivaban deseos, la remera que lucía dejaba claro que esas tetas con pezones que parecían pitones eran producto de una muy buena cirugía que permitía el no uso de sostenes, los tacos de diez centímetros la acercaban a mi altura, decididamente era imponente.
Por si fuera poco, era bellísima y de piel blanca, aunque se notaba el tostado de máquina, lo que la hacía aún más linda. La vi cuando se acercaba y me miró insinuante, pero rehuí los ojos que me enfocaban, me hice el boludo y eso me salía naturalmente, era evidente mi falta de “noche”. “¿Vos no bailás?”, -preguntó con una voz insinuante-.
- Hola, ¿cómo estás?, no, no bailo, ya de por sí soy medio “paquete” para frecuentar un “boliche” y allí en la pista puedo llegar a ser un “paquete y medio” más.
- Jajaja, no te puedo creer. Me llamo Silvina y hace un rato que te miro, observás todo, pero no parecés sentirte cómodo.
- Yo soy Martín, no soy de salir mucho, pero la pasé muy bien viendo cómo se movía una morocha hermosa en la pista. Se sentía como si fuera algo mágico.
- Ufff, vas a hacer que me sienta “agrandada”, me encanta bailar, de jovencita supe ser parte de un equipo de baile de un canal y me encanta moverme sola en la pista sin que se acerquen tipos que no saben mover las piernas, “paquetes” como vos decís y te quieran hacer el “verso”.
- Ahh, ya entiendo, entonces los venís a buscar a la barra.
- ¡Qué malo que sos!, aunque, algo de eso hay, yo elijo con quien conversar, además tengo sed.
- Me imagino el calor allí arriba, te propongo algo, en pago del hermoso espectáculo de tu baile, el trago te lo invito yo, pedí lo que quieras.
- ¿Lo que yo quiera?, te podés llegar a arrepentir, yo tomo champagne del bueno, soy una mujer de gustos caros, eso sí, me vas a tener que acompañar.
- Entre nosotros, no creo que haya acá alguna bebida que yo no pueda pagar, pedí tranquila.
Silvina pidió un champagne bueno, pero ni punto de comparación tenía con el que yo había probado la primera vez allí y para gastar y consumir, prefería moverme por las mías.
- Ese que pediste es bastante bueno, pero no tanto como el que tomo siempre yo, -de inmediato le pedí al barman el Don Perignon Vintage, ese me gustaba más y también lo pagué con la tarjeta-.
- ¡Estás loco, ese sale una fortuna!
- Ya te lo dije, el espectáculo del baile amerita el gasto del trago.
- Me sorprendés, ¿a qué te dedicás?, ¿sos empresario o jugador de fútbol o Representante?…
- Para nada, soy Detective Privado, bueno, en realidad todavía no, seguro me recibiré en la semana.
- ¡Me estás jodiendo!, ahora sí que no te creo, pero hagamos de cuenta que es verdad, ¿vamos a tomar el champagne en el reservado?, -vi por el rabillo del ojo que se acercaba Candela y que las chicas iban para el lado de la pista-.
- Sería un honor, pero mi novia no va a tomar a bien que yo me vaya al reservado con otra mujer.
- Me seguís jodiendo, hacé una cosa, llamala y vamos los tres, ¿dónde está tu novia ahora?
- Atrás tuyo y escuchando todo.
Se giró con rapidez, se encontró cara a cara con Candela y no se sorprendió al verla, “hola Cande, ¿cómo estás?, estaba charlando con este bombón y se me ríe en la cara, no sólo pidió un champagne caro, sino que, encima, dice que es Detective Privado y, además, tu novio”, -expresó un tanto mosqueada-.
- Hola Silvina, que querés que te diga, es el champagne que toma normalmente y sí, resulta que es Detective Privado y mi novio, el hombre de mi vida. Martín, Silvana fue mi casi cuñada oficial, es la hermana mayor de mi primer novio.
- Hola ex cuñada de Candela, encantado, -le dije mientras le alcanzaba mi copa a Candela y le daba un beso que me contestó-.
- Ahh, bueno, yo tengo una puntería bárbara, sorry, no lo sabía, pero me van a tener que explicar lo del Detective Privado, no me lo creo porque tiene gustos de “dandy” y la ropa es de lo mejor, ya sabés que lo mío es la ropa y tengo ojo para eso, no me digas que lo mantenés vos.
- Jajaja, que mal pensada que sos, como si no me conocieras, yo tampoco lo creía cuando lo conocí, ya siendo novia me enteré que, ni juntando el capital de mi padre y de mi tío les llegan a los tobillos, pero él trata de no demostrarlo y lo de Detective es porque hace lo que tiene ganas y lo que siente.
- Pero… la puta madre, nunca me toca alguien así a mí, jajaja. Bueno, visto que le eché el ojo a un “fruto prohibido”, brindemos por el encuentro.
Brindamos y después de saludarnos nos despedimos, ella quedó allí con el balde del champagne y nosotros nos fuimos al privado de Cande, quería contarle lo de Lolita, preguntarle sobre lo que había conversado con las chicas y “embocarla” y admito que eso lo pensé cuando caminaba detrás de ella admirando sus nalgas duras escondidas detrás de la fina tela de su vestido.
Entró primero y no la dejé darse la vuelta, mis brazos la aprisionaron desde atrás y mis manos aferraron con ganas su hermoso par de tetas, la rubia respondió al instante y echó su culito hacia mi haciendo que sus nalgas se apoyaran en el bulto, ya, a esas alturas, más que prominente. Con una mano le trataba de acariciar el muslo y levantaba el vestido, pero Cande me ganó de mano, no sé qué desprendió y la prenda, en su deslizamiento, cayó sobre mi mano, “traba la puerta”, -pidió con una voz que denotaba urgencias-.
Al girar, luego de trabar la puerta, me encontré con un panorama excitante, Cande estaba apoyada con sus antebrazos en el sofá y sus piernas torneadas y abiertas sostenían sus nalgas deseosas. No alcanzó a decirme nada, bastó con la mirada de deseos y de entrega para dejarme hacer. Me aguanté para no penetrarla enseguida, bajé mi pantalón junto con el bóxer al colocarme detrás y luego me arrodillé, me extasié lamiendo y besando su vagina anegada y su culito tentador.
Ella comenzó con su catarata de gemidos y mi lengua se enloqueció, “sí mi amor, sí mi amor”, -repetía mientras se sucedían sus contracciones-. No sé los orgasmos chiquitos que tuvo porque eran uno detrás de otro y cuando lo creí apropiado, me paré y comencé a penetrar su vagina estrecha, sus gemidos amenazaban con convertirse en gritos de placer cuando los movimientos de entrada y de salida se incrementaron y me olvidé del mundo y de ella también, sólo reaccioné cuando escuché que me pedía por favor y con urgencias que le hiciera la cola.
“Haceme la cola cielo, la quiero tener allí” … No lo dudé y cambié de lugar, aquí, aunque fue despacio, cuando llegué a tomar contacto con la piel de sus nalgas, perdió toda posible compostura, irónicamente pensé que, en poco tiempo dejaría a la madre como una “principiante anal”.
Era ella quien golpeaba con sus nalgas produciendo el “plas, plas, plas” y cuando noté que su orgasmo fue más profundo y más sentido, lo potencié llenándole las tripas, tuve que abrazarla apoyándome en ella porque bufé como si me sacaran el aire y las piernas me temblaban. Me aguantó el peso y, de a poco, fue normalizando su respiración y recuperándose de la empotrada, la satisfacción era mutua y esperé a que mi verga saliera sola de su cálido interior. Ella se metió primero en el baño, apurada y tapándose con la mano, cuando salió entré yo con los pantalones y los zapatos en las manos. No bien salí noté el ambiente perfumado y me abrazó besándome con ganas, pero aquí primó más el cariño y la dulzura que el deseo desatado.
Nos sentamos y le conté del tema de Lolita, haciéndole notar que en la tarde de ese domingo iba a tratar de recuperar las fotos y la filmación. No le dije nada a Candela, pero, había vuelto a ver el video de forma detallada y estaba seguro que las fotos se habían sacado deteniendo el video y que luego fueron mejoradas, por lo que me imaginaba que la cámara estaba instalada en el cuarto de la cantante. Tampoco le dije que había demasiados indicios de que era el primo quien pretendía extorsionarla.
Por un lado, iba a dejar de ser su Representante desde el momento en que empezara la gira, eso implicaba dejar de recibir un buen dinero o “manejar” el dinero de la prima, por el otro, una cámara para filmar sólo podía ser colocada y disimularla por alguien que pudiera ingresar al dormitorio de su casa sin ningún tipo de problemas, era amigo del tipo que era el titular del celular que mandaba los mensajes y abogaba por pagarle a los supuestos extorsionadores, seguramente sabiendo que ella tenía ese dinero a disposición.
Después de recomendarle que no le dijera nada a su amiga Lolita, le pregunté cómo lo había pasado con Andrea y Luisa y que le parecían, además, que me tenía que contar cómo era lo del conocimiento que existía entre ella y Luisa.
- Andrea me pareció una chica sensacional, da una imagen de calidez y sencillez, pero se nota que ha vivido y es de “armas tomar”, por lo que me contaba, sabe lo que es “pegarse golpes”, así y todo, tiene una capacidad enorme para recuperarse y seguir adelante, además, te admira por lo que querés ser y como te demostrás.
- Olvidaste decir que tiene una capacidad enorme de trabajo y conocimientos muy acabados en lo suyo.
- Eso te lo dejo a vos, yo apenas si sé prender la computadora, pero me dijo que no tiene problemas en enseñarme a usar las ventajas de la Informática.
- ¿Y con Luisa?, ¿cómo la conociste?
- A Luisa la conocí en los primeros años de la Facultad, nos hicimos amigas, estudiábamos y salíamos a bailar juntas y siempre me subyugó el hecho de que nunca ocultó que era varón, aunque estaba obsesionada por convertirse en mujer, ya se había hecho los pechos y se aplicaba hormonas femeninas. Al comenzar el segundo año de la Facultad dejó de asistir, no conocía dónde vivía, no atendía el teléfono de la casa y yo cometí el error de pensar que se había ido al extranjero para hacerse la operación de cambio de sexo, nunca pensé en todo lo malo que le tocó vivir. Al tiempo yo también dejé la Facultad y nos perdimos de vista totalmente, me alegró mucho volver a encontrarla y saber que trabajará con vos.
Aclarados los tantos con Candela, estuve un rato más con ella y le recordé que el domingo no la vería por lo que le había comentado del tema de Lolita. Una hora antes de que cerrara la confitería les dije a Andrea y a Luisa que teníamos que volver, las dos se habían “matado” en la pista de baile y vimos con Candela que Luisa venía riendo después de saludar a un muchacho como de mi edad que estaba conversando con ella. «Jajaja, hice un “levante”, todo un machito cabrío enamorado, pero en cuanto se entere que mi cuerpito viene con “premio” se va a querer matar o no, ya veremos, jajaja».
Hicimos coro a las risas de las dos porque Andrea también había estado “picoteando” con un galán de ocasión. Ya en el auto hablaron maravillas de Candela y se notó que Luisa le tenía un cariño especial, “siempre me asombró que, a pesar de ser un “minón infernal” nunca utilizó eso para menospreciar a nadie, se notaba “podrida en plata” y jamás se lo refregó a nadie en la cara y lo de la confitería es cierto, íbamos a bailar y ella siempre decía que algún día tendría una confitería bien puesta, se merece haberlo logrado”. Luego llegamos y cada cual se fue a su casa.
Desperté cerca del mediodía, me cambié de jeans y zapatillas pues quería estar cómodo para actuar, bajé a almorzar y como a las dos de la tarde subí nuevamente a mi casa, había decidido llevar la pistola con el silenciador por aquello de “más vale prevenir…”, yo confiaba en mis conocimientos de Artes Marciales, pero, tenía claro que ningún movimiento de manos o de piernas podía con un arma de fuego. A las tres estaba esperando a Pedro que llegó apurado al lugar. Recién allí me di cuenta que Pedro era una mole, me parecía un tipo enorme. Después de preguntarle cómo estaba y de que me contestara que estaba dispuesto a obedecerme en lo que quisiera, le expliqué lo que teníamos que hacer.
Él iba a golpear en la puerta del “pelado” y yo tenía que entrar a “apretarlo” para tratar de sacarle la información pertinente, “el tema es claro Pedro, no estoy en condiciones de perder tiempo con esto, tengo que resolverlo si o si”, -terminé diciéndole y se apuró a decirme que lo dejara por su cuenta, lo único que yo tendría que hacer es estar pronto para ingresar a la vivienda.
Cuando íbamos en el auto le hice saber que yo era un Detective Privado y que ese tipo tenía fotos y videos que perjudicaban a mi cliente, Pedro asentía moviendo la cabeza y por un momento llegué a dudar sobre si había hecho bien en llamarlo o no. Pronto aclaré mis dudas, estacioné el auto en la entrada de vehículos de la casa, estaban los portones abiertos y me quedó cómodo.
El grandote se bajó del auto haciendo gala de una tranquilidad pasmosa y se dirigió a golpear la puerta, retrocedió un paso después de golpear y cuando el “pelado” apareció abriendo la puerta y preguntó, de malos modos, que era lo que buscaba, no llegó a preguntar más nada, recibió un puñetazo en el medio de la cara que lo hizo despegar los pies del suelo y lo mandó hacia adentro de la casa, no esperaba esto y hasta a mí me dolió, pero me activé enseguida cuando vi que Pedro entraba detrás del tipo al que no oí ni siquiera gritar.
¡Cómo para oírlo gritar!, el tipo estaba apoyado sobre la pared de un pasillo en una posición grotesca, totalmente desmayado y sangraba profusamente de la nariz. Le pedí que lo levantara y lo sentara en el sofá, allí fue donde le até las manos al frente con la cinta de embalar ancha, lo mismo hice con las piernas y le puse un pedazo de cinta en los ojos, lo mismo hice con otro pedazo de cinta que fijé a la comisura de su boca, dejándola colgada, como para que, si fuera necesario, taparle la boca con ella.
El grandote se había ido a recorrer la casa y volvió diciendo que había una viejita durmiendo en la habitación del fondo. Ante esto, le pedí que lo tratara de despertar, un par de sopapos que debían doler fueron suficientes, comenzó a mover la cabeza para todos lados salpicando un poco de sangre por su nariz lastimada y amagó con gritar…
- Si abrís la boca, lo primero que te corto van a ser las orejas, -le dijo Pedro poniéndole el filo de una navaja sobre la oreja-. ¡Santo remedio!, “a buen entendedor” …
- Está bien perdí, ya me di cuenta que perdí, llévense lo que quieran, pero no tengo dinero.
- No buscamos dinero, nos dijo Edgardo (primo de Lolita) que te pidiéramos las fotos y los videos que tengas de su prima, que no piensa repartir ningún dinero con vos, -le dije tratando de poner hielo en mi voz como para que sonara como algo impersonal y, a la vez, lo comencé a grabar con un grabador de bolsillo-.
- Es un hijo de puta, yo sabía que me iba a cagar, ahora que se joda, me vino a pedir ayuda para que sacara las fotos del video, me pidió que las guardara y ahora me sale con esta hijoputada. No pienso darle nada, no recuerdo dónde están.
- Jajaja, sos un boludo, vos lo estás pidiendo, yo no quería hacerte daño, pero veo que no hay remedio. “Chicho”, tápale la boca y córtale las orejas. -Aceptó el sobrenombre y dijo, “si jefe”-.
- Noo, espere, no me pueden hacer esto, por favor, por favor. -La desesperación del “pelado” era evidente-.
- Poder, podemos, todo depende de vos, ¿qué te gusta más?, si querés te arranco las uñas una por una, ¿querés elegir?, lo único claro es que de acá no nos vamos hasta que no nos llevemos el video y las fotos, te vas a hacer mutilar al pedo, -le hice una seña a Pedro y entendió enseguida-.
Le tapó la boca con la cinta que colgaba, le pegó un tremendo cachetazo en la mejilla que sonó fuerte y con la punta de la navaja escarbó debajo de la uña del dedo medio de la mano derecha. Menos mal que tenía la cinta puesta sobre los labios porque el grito se hubiera escuchado en todo el barrio, las manos y las piernas no las podía mover al tenerlas atadas, pero se movió sobre el sofá como desesperado por el dolor, “si no canta con una, sacales todas las demás”, -dije en voz alta para que escuchara-. Le hice otra seña a Pedro indicándole que le sacara otra y me fui a ver su habitación, el tipo era un mugriento y un desordenado, la habitación daba asco, pero allí tenía una cámara de fotos tipo Polaroid, bastante vieja por cierto y una computadora.
La prendí y vi que no tenía conexión a Internet, la encendí y vi que tenía un archivo con las fotos y el video, no perdí tiempo, saqué una cortapluma suiza y desarmé la cubierta de la máquina para, directamente, sacarle el disco duro. Luego de esto que no me llevó mucho busqué en los cajones de la mesita de luz, los de la cómoda y los del ropero.
Tampoco perdí tiempo en mirar adentro de los cajones, me resultó más fácil sacarlos y volcar el contenido sobre la cama, en uno de los cajones del ropero, el último de los que saqué, me encontré con un sobre pegado al cajón, en el piso del mismo y por la parte exterior, menos mal que se me ocurrió volcarlos, de lo contrario no lo habría visto. Había allí dos videos caseros y una serie de fotos, doce para ser exacto, eran las mismas que yo había visto en el mensaje enviado a la cantante.
Regresé al lugar anterior y vi que el tipo sollozaba y estaba tirado sobre el sofá en posición fetal, ni siquiera había escuchado cuando le sacó la otra uña, algo que noté al mirarle los dedos ensangrentados…
- Hasta ahora la llevás bastante bien, enseguida seguimos con las otras uñas a menos que me contestes, ¿cuántas fotos sacaste y con qué máquina?
- Por favor, por favor, no más, no más, piedad, muchachos, piedad, yo sólo soy un estúpido que quería hacer unos Pesos, saqué unas doce fotos con una máquina de fotos instantáneas que me prestaron y las mejoré un poco con la computadora, están en mi dormitorio, en el ropero.
- Tenemos un poco de tiempo, contame porque le quieren sacar dinero a Lolita.
- Nos conocemos todos de chicos y Edgardo me pidió ayuda con las fotos porque había filmado cuando Loli se encamó con esa mina, tengo lo grabado en otro video de cuando se desnudaba o se cambiaba en su dormitorio, él me dejó todo, siempre me calenté con ella y nunca me dio pelota.
- Me lo imagino, ¿cuánta plata le pidió y por qué ahora?
- No sé cuánto le pidió, pero él sabe las cantidades que ella tiene guardadas y está caliente porque dice que lo deja sin trabajo. Ayer estuvo acá y me pidió que le sacara copias a todo, que él pasaría a la noche a retirar las copias, todavía no hice nada. Es un hijo de mil putas jamás pensé que los mandaría a ustedes.
- A nosotros nos mandó a recuperar todo y para que te matáramos, pero, por lo que decís, nos va a terminar jodiendo a nosotros.
- Sí, sí, seguro que los traiciona, por favor muchachos, por favor, déjenme vivir, tengo a la vieja postrada, díganle que me mataron y después yo me encargo de él, ésta me la va a pagar.
- Me estoy arriesgando mucho, me es más fácil cortarte la garganta, cobrar y seguir en la mía.
- Déjeme vivir patrón, ni siquiera les vi las caras, cobren como si me hubiesen matado y se lo juro por mi madre enferma que yo me ocupo de él, sé dónde ubicarlo.
- ¿Vos que decís chicho, ¿lo matamos o lo dejamos para que se pueda vengar?
- Yo lo mataría ahora, pero si se compromete a castigar al otro hijo de puta, le daría una posibilidad, de última, sabemos dónde vive y que no tiene un Peso para escaparse.
- Sí, sí, por favor, se los prometo, me curo las manos y lo hago cagar yo.
Mientras hablaba yo me había estado fijando en el teléfono del “pelado”, era bastante moderno y allí estaba el video y las fotos que había mandado, no me molesté en borrarlo, directamente me guardé el aparato. Eso allí estaba finiquitado y le hice señas a Pedro avisándole que nos íbamos. “El Diablo no te quiere allá abajo, por hoy zafaste, espero que cumplas lo prometido, esperá cinco minutos para cortar las cintas y no te hagas el boludo”, luego de decirle eso nos fuimos y lo dejamos sobre el sofá, no le costaría sacarse las cintas y nosotros ya estaríamos lejos.
Cuando volvíamos en el auto le entregué a Pedro una buena cantidad y le dije que si seguían apareciendo otros casos iba a necesitar de él, pero que no se metiera en ninguna cosa extraña, “vos ahora trabajás para mí y te quiero limpio, si te hace falta dinero o tenés algún problema me llamás, si conmigo caminás derecho estará todo bien, si te torcés, yo mismo te voy a ir a buscar” … “Quédese tranquilo Don Martín, ya me di cuenta que con usted no se jode”, -me contestó acatando lo que le decía-. Lo dejé cerca de una estación de trenes y me volví para el departamento, estaba conforme con todo lo realizado.
Me quedaba ir al departamento de las chicas pues quería que Andrea editara la grabación para que quedaran en ella solamente las declaraciones del “pelado”, además quería sacar algunas cosas que había dicho y revisar el disco duro de la computadora. Por una cuestión de respeto la llamé antes y me pidió que bajara de inmediato, que la máquina estaba encendida y no tardaría mucho. La puerta la abrió “la ratita” y el shorcito que vestía junto con el top hizo que mi entrepierna sintiera un cimbronazo, Luisa estaba vestida similar y luego de saludarla, me puse en jefe y le di la grabadora a Andrea.
Ésta me conocía más y ante Luisa que se mostró dicharachera y graciosa, se puso seria y me pidió pasar al privado donde tenía las máquinas. Luisa no era tonta y captó la indirecta en el aire, disimuló bien la especie de “frenada” y preguntó si nos hacía un café, “para mí, cortado”, -dije siguiendo a Andrea-.
Le iba dando las indicaciones sobre lo que quería que quedara y cuales diálogos tenía que sacar, quedó bien, dejaba establecido que yo hacía pocas preguntas y “el pelado” se explayaba acusando al primo de Lolita. Después le tocó el turno al disco duro y allí no había nada distinto a lo que tenía grabado en los C.D., “servirá para repuesto” -dijo Andrea- y lo dejó a un costado.
El café estuvo riquísimo y lo tomé con ganas, estaba contento, aunque no me engañaba, quedaba la parte más jodida y para mí, las partes jodidas de todo esto estaba dada por el momento en que tenía que decirle al cliente el resultado que, normalmente, era el que esperaba. Ya me había sucedido con Raúl, sabía que éste se iba a enojar, pero, el ramalazo de desilusión que pasó por su mirada, no me lo olvidaba y pensé que Lolita tampoco se sentiría muy feliz con los datos y pruebas que yo le llevaría.
Al enterarse Andrea de quien era la cliente, me volvió a sorprender, le salió de adentro la “cholula farandulera” y pidió de acompañarme porque quería conocer personalmente a Lolita. Me reí con esta salida y le pedí que fuera a cambiarse por algo más acorde, “no te olvides de llevar la libretita para que te firme un autógrafo”, -le dije riendo abiertamente-. La “rebelde mantera” había quedado totalmente de lado y “la ratita”, de a poco, volvía a ser aquella chica sencilla de barrio, con muchas experiencias, algunas de ellas feas, pero la sencillez y la esencia no se había perdido.
La llamé por teléfono a Loli para decirle que en una hora estaría por su casa, “tal como te lo prometí, ya tengo la respuesta a tu problema, ya podés dormir tranquila y sin temores”, -le confirmé-.
- ¡Qué bueno Martín!, ¿averiguaste todo?
- Te voy a dar un informe completo, encontré al tipo en el barrio “tal” de una Localidad de la Provincia de Buenos Aires, el nombre el Jacinto XXX, pero necesito que estén tu hermano y tu primo porque tengo que pedirles que me acompañen esta noche a descubrirlo.
Le di ex profeso otra Localidad y no le quise decir que ya tenía todo en mi poder porque no se aguantaría las ganas de contarlo y corríamos el riesgo de que el primo se escapara. Si ella nombraba otro barrio y otro domicilio y, además le agregaba que había que ir a buscarlo a la noche, el primo se sentiría seguro y hasta “sobraría” la circunstancia pensando para sí que todo seguía el camino que él tenía propuesto seguir con su amigo, “el pelado”.
Llegamos a horario a la casa de Lolita, tengo que admitir que era un hermoso departamento, un semipiso en un barrio cercano al puerto, con enormes ventanales que dejaban ver parte del río y una Marina plagada de yates y veleros de todo tipo. Nos recibió con algarabía y allí nos encontramos con el hermano y el primo. El muchacho de tez blanca y cabello castaño oscuro no podía negar que era el hermano de Loli, un poco más alto y con la contextura propia de un varón, pero eran muy parecidos.
Loli y él estaban expectantes y ansiosos por conocer más del tema, en cambio el primo que, de parecido tenía poco, se mostró arrogante y sarcástico, “vamos a ver qué datos nos acerca el Detective que contrató Loli sin preguntarme nada a mí y que averiguó de ese tal Jacinto”, -dijo con la seguridad de saber y entender que eso no se correspondía con lo que él sabía-. En principio pensé en hacer todo un paripé hasta llegar a la resolución, pero me hinchó las pelotas la arrogancia del ya casi ex Representante.
Quedaron todos sorprendidos y mudos, casi pálidos cuando saqué la pistola con el silenciador, le puse el cañón en el pecho y les hablé en voz alta…
- Edgardo te llamás, ¿no?, te aconsejo que no te muevas, tengo muy buena puntería y esto no hace ruido. Andrea ponele las esposas con las manos atrás y que se siente en el sofá individual, – “la ratita” lo hizo rápido, el tipo estaba pálido y no atinó a decir nada-. Disculpame Loli que te haya engañado con los datos que te pasé por teléfono, no quería que éste delincuente se escapara.
- No entiendo nada, ¿qué es lo que querés demostrar con esto?, no me asustes, soltalo, él es mi primo, no tiene nada que ver en esto, -los dos hermanos estaban juntos y se miraban sin comprender-.
- Andrea, pasale la cinta de embalar por el pecho y por detrás del respaldo del sofá, -también lo hizo rápido y el primo-Representante quedó aprisionado en el sofá y con las manos esposadas-. Ahora vamos a ir a la verdad sin que nadie trate de hacerse el que “se las sabe”. En principio, acá están los originales de las fotos y dos C.D. que contienen el “desliz” que cometiste y otras filmaciones más hechas con una cámara oculta en tu habitación, después la buscamos, -le dije cuando amagó con ir a la habitación-.
- ¿Fue él el que hizo esto?, -preguntó el hermano, saliendo de su mutismo-.
- Él fue el de la idea y quien colocó la cámara aprovechando tu cercanía, las fotos las hizo y mandó los mensajes un tal, Jorge XXX, quien vive en un barrio cercano al límite con la Provincia y que creo que ustedes lo conocen.
- Sí, a Jorge lo conocemos, pero hace mil años que no lo vemos, -aportó Lolita sentándose en el sofá grande y bastante conmocionada, yo saqué el teléfono del “pelado”-.
- Te voy a hacer una llamada con el celular que le saqué a ese tipo, fijate si es el mismo número que el de los mensajes, -lo hice y comprobó que era el mismo número-. Ahora voy a llamar a otro número que me figura acá en los contactos, -lo hice y comenzó a sonar el teléfono del Representante atado-.
- ¡Hijo de puta!, ¿por qué hiciste eso?, ¿cuándo te fallamos nosotros?, ¡mal parido!…
El hermano de Lolita se lanzó sobre el tipo atado y no hice nada por impedirlo cuando le dio dos trompadas en la cara. Edgardo, con el labio partido por uno de los golpes, contestó airado: “Porque la hija de puta de tu hermana me iba a echar” … “No, no es así”, -alcanzó a balbucear Lolita y yo los corté a los dos.
- Esos temas los arreglan ustedes luego, ahora me interesa ver dónde está la cámara, pero antes quiero que escuchen lo que grabé al hablar con este tipo Jorge.
Lo que escucharon no dejaba lugar a ningún tipo de dudas y le dejé el pequeño casette de la grabadora de mano, “vamos a buscar la cámara”, -dijo Lolita y Andrea le pidió que le encendiera la computadora, no sé qué teclas tocó mientras Loli miraba sorprendida y enseguida apareció la imagen que apuntaba hacia la cama y parte del tocador, incluyendo la puerta del baño interior. Sabiendo para adónde apuntaba la cámara, fueron las dos a buscarla. “Te salvaste, yo quería volarte la rodilla para que me lo dijeras y no vayas a creer que se me fueron las ganas”, -le dije al primo que me miraba horrorizado, por vaya a saber qué cara de loco que yo tenía-.
Al rato regresaron con una pequeña cámara disimulada en la nariz de un peluche grande que tenía en el dormitorio, “vos me regalaste este peluche y nunca lo quise mover porque lo adoraba”, -dijo Lolita mientras las lágrimas le caían por las mejillas-.
Andrea se sentó en la computadora y, luego de hacer unas constataciones, afirmó que no había ninguna otra cámara en la habitación, luego la apagó. Las pruebas estaban, la declaración del tal Jorge estaba, se habían rescatado todo lo que la podía perjudicar a Lolita y volví a tomar la palabra…
- Ahora hay que ver qué hacemos con este delincuente mal parido, yo creo que es como un perro que muerde la mano de quien le da de comer, ¿saben lo que hacen en el campo con esos animales?… Otra opción es denunciarlo, pero mostrando solamente los videos en que se te ve desnuda o cambiándote, de paso se podría averiguar los movimientos de tus fondos porque estoy seguro que este tipo, además, te robaba.
- Yo lo mataría, no se merece otra cosa, -afirmó el hermano de Loli, dejando notar una furia a punto de explotar-.
Loli decidió otra cosa y lo consultó con el hermano, estuvieron de acuerdo en hablar con el Presidente de la Discográfica y así lo hicieron. Le explicaron sólo parte de la historia y obviaron, lógicamente, el “desliz lésbico”. El hombre le agradeció que confiaran en él y pidió que lo dejaran encargarse del tema, iba a mandar a dos policías para interrogarlo y todo eso saldría a la luz luego de que ella hubiese viajado. Yo no iba a opinar al respecto, pero me corrió un escalofrío por la espalda.
Pensé enseguida en Raúl, el tío de Candela, seguro de que, a ese nivel, las cosas se arreglaban a conveniencia y sin mayores publicidades al respecto, mucho menos cuando, en este caso, la publicidad podía ser en extremo perjudicial a sus intereses. El escalofrío me pasó y poco me importaba lo que pudiera pasarle a ese tipo, al que ahora veía con la cabeza gacha, entregado y sepultado bajo un montón de pruebas de su traición.
Mientras esperábamos a los “policías”, Loli nos ofreció algo de tomar, yo elegí el whisky y Andrea optó por el vodka. La cantante y el hermano se mostraron agradecidos y ella me preguntó cuánto me debía por mis honorarios.
- No te puedo cobrar Loli, este fue un pedido de Candela en favor de una amiga, -enseguida recapacité- mis honorarios son caros, pero sólo te voy a pedir una cantidad que fue lo que gasté con la persona que me ayudó a conseguir las pruebas en la casa del “amigo” Jorge, -le pedí lo gastado en Pedro y un 50% más que les daría a las chicas-.
Lolita opinó que era una cantidad ínfima por el alivio que ella había experimentado y el hermano opinó de igual modo, “no lo piensen más, denme ese dinero, de última, les salió barato porque todavía no puedo ejercer oficialmente, pero, eso sí, cuando esté recibido te voy a dejar unas tarjetas para posibles recomendaciones”-. La cosa se tornó más distendida y nos contó del miedo que sintió cuando saqué el arma.
- No estaba cargada, -le dije y saqué el cargador de mi bolsillo para colocarlo en la pistola-. Disculpen el susto, pero necesitaba sorprenderlo también a él, estaba muy seguro porque vos le habías dado otra dirección y otro nombre, lo cual dio resultado.
No tuvo tiempo a contestarme porque tocaron el portero eléctrico y un tipo se identificó como Policía, al poco rato, los dos que vinieron se identificaron en la puerta del departamento y el hermano de Lolita los dejó entrar, le pusieron a Edgardo las esposas que ellos traían, me devolvieron las mías y se retiraron agradeciendo. Me afirmé en lo que pensaba, ni siquiera se llevaron las pruebas, los hermanos también lo notaron, pero les dije que era algo “normal”, que las pruebas se las pedirían cuando fuera el momento de llevarlo a juicio.
¡Minga, normal!, pero no se me movió un pelo, a mí ya no me interesaba. Andrea aprovechó a pedirle a Lolita que le firmara una foto dedicada a Josefina, no pregunté, pero estimé que así se llamaba la madre. Nos despedimos con la promesa de volvernos a ver el martes a la noche y, ya en el coche, Andrea me miró seria y me preguntó que había sido eso de los Policías… “No lo sé mi cielo, ni lo quiero saber, ese tipo hizo peligrar muchos intereses, vaya uno a saber cómo se cobran”, -contesté serio-…
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios.
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