EL DETECTIVE PRIVADO, (13).
Aparece una vecina solicitando ayuda y no puedo negarme, un rato agradable con Andrea y hay que concurrir a la fiesta de Lolita..
VECINAS – LOLITA. – (13).
Fuimos a un restaurant en el Barrio de la Recoleta, un lugar selecto y residencial de la ciudad de Buenos Aires, famoso porque allí está situado el Cementerio de la Recoleta, donde descansan los restos de mucha gente de renombre, también por el Museo Nacional de Bellas Artes y la hermosa plaza Francia, de hecho, allí se asentó la comunidad francesa a mediados de los 1800 y, aunque ahora está lleno de edificios de alto, aún conserva muchas edificaciones originales de estilo francés y se la conoce precisamente como “La París Argentina”. Precisamente en una de estas edificaciones, convertida en un coqueto restaurant, fue donde fuimos a cenar.
Le escapaba un poco a estos lugares “finos” donde comes comidas hechas por Chef internacionales, servida en platos enormes y en cantidades paupérrimas, como si a la gente que tiene dinero no les fuera necesario comer abundante, además, siempre creí, aun a pesar de mi crianza privilegiada, que esos lugares destilaban esnobismo puro y que, en definitiva, no era para comer bien, sino para poder decir que lo habían hecho en tal o cual lugar, con servicio de varias copas y cubiertos para cada bocado. Como fuere, Candela tenía arraigada una pizca de ese esnobismo y como le dije que ella eligiera, pues, allí fuimos.
Tengo que reconocer que, en algo me equivoqué, la comida era poca, pero estaba exquisita y te llenaba con mirarla decorada en el plato, el vino era buenísimo y no era para menos, en esos lugares el vino siempre era bueno, no existía el “vino de la casa” y salvo que supieras pedirlo, el maître estaba presto para recomendarte el mejor, carísimo, por supuesto. En un momento dado la noté a mi novia con una especie de bajón, le pregunté y me contestó que era la primera vez que iba a quedarse sola, siempre había acompañado a sus padres a los destinos que le tocara como Embajador o Agregado y ahora se sentía como que los iba a extrañar.
¡Justo a mí me lo vino a decir!, yo había despedido a mis padres y a mis tíos, deseándoles feliz viaje desde casa, ni los acompañé al aeropuerto, no viví esa felicidad por un nuevo viaje programado, tenía que estar en la Universidad, ni siquiera los ayudé con un bolso de mano y no volví a verlos. Imaginaba, aunque cada cual la vive a su manera, la angustia de esa separación y me hice a la idea que, de quedarse esa noche en mi casa, tendría que salir a los apurones, cansada y mal dormida para llevar a sus padres al Aeropuerto, con el agravante que sólo podía dormir un rato para después irse a la confitería.
No sé la cara que habré puesto cuando me contaba eso de extrañarlos, pero se dio cuenta que algo tenía que ver la despedida de mis padres o algo por ese estilo y cambió la conversación, se puso a hablar de la fiesta que daría Lolita, que iría gente del mundo de la música, directivos de la discográfica, gente de la farándula y amigos que ella misma había invitado. “Será sólo música y tragos, espero que no se zafen porque con esta gente, las “pastillitas” y el “polvo blanco” aparece como por arte de magia” … Entendí a qué se refería, pero yo no me metería en eso, “cada cual, de su nariz y sus vicios, un pito”.
- Vas a tener un día terrible mañana, si te quedás a dormir en casa, descansarás poco y te moverás apurada y con sueño, a la noche está la fiesta y con lo que duermas de siesta no podrás recuperarlo, -ni borracho le decía sobre el cansancio que yo tenía-.
- Tenés razón, mi vida, pero me da no sé qué, te vas a quedar con las ganas, además yo tengo ganas, aunque sea un “rapidito”.
- Yo encantado, pero sabés que entre nosotros no hay “rapidito” que valga, después estamos peor, no tengo problemas en “sacrificar” esta noche, pronto me voy a resarcir, pero es mejor que pases este poco tiempo con tus padres, recordá que los dejarás de ver por un tiempo.
- Sí, tenés razón, pero no te enojes, prometo que la próxima vez te voy a dejar seco.
- Quedo a tus órdenes, mi cielo, quedo a tus órdenes.
Me vino genial, sabía que, a poco que me exigiera, respondería bien, pero no me venía mal haber zafado de tener que exigirme. Nos besamos y nos metimos un poco de manos cuando llegamos a la cochera, aunque no pasó a mayores y se fue a la casa directamente desde allí. Subí al ascensor conjuntamente con una señora de unos cuarenta y pico y su hija que tendría unos veinte, ambas de cabello oscuro, muy elegante las dos y para deleitarse mirando. Ella había estacionado su auto cuando Candela salía con el suyo, la saludé con deferencia y me respondió, pero un tanto reticente. Las dejé que pasaran al ascensor y le pregunté por el piso al que iban para marcar el botón correspondiente. Las dos estaban previniéndose, tensionadas y, además, curiosas, fue la madre la que me repreguntó:
- Nosotras vamos al octavo, ¿usted en que piso vive?
- Yo sigo un poco más arriba, vivo en el pent-house… -Se le iluminaron los ojos y la hija que tenía la cara gacha, la levantó para mirarme-.
- ¿Usted es el hijo del señor Martín?
- No señora, no tengo padres, yo soy el “señor” Martín, pero puede llamarme Martín a secas…
- Ohh, discúlpeme, el portero me dijo que el señor Martín, el dueño de todo el edificio vivía en el pent-house, pero, no pensé nunca que… Yo soy Olga y mi hija es Carolina, encantadas de conocerlo.
- El encantado soy yo, no veo casi nunca a los vecinos, pero me alegra descubrir que en el edificio viven bellezas como ustedes. Igual creo que a partir de mañana comenzaré a ver a más vecinos porque pondré en funcionamiento las oficinas en el tercer piso.
- Pero, pero… allí va a funcionar una Agencia de Detective, ¿no me diga que usted es el Detective?
- Veo que está bien enterada, tendré que hablar con el portero… Y sí, yo soy el Detective, estoy autorizado y homologado para eso y, por favor, no me diga nada, es lo que me gusta y estudié para eso.
- Ciertamente, es agradable notar que hay gente que puede hacer lo que quiere con sus deseos y como, “favor con favor se paga” ahora le pido yo, no le diga nada al portero, se lo sacamos de chusmas que somos.
- Si me lo pide así, no diré nada, haré de cuenta que nunca escuché de sus infidencias. -Llegamos al octavo piso y trabó la puerta del ascensor con el pie para seguir hablando-.
- ¿De verdad usted es el Detective?
- Efectivamente, le muestro ahora la credencial o puede corroborarlo mañana en la oficina del tercer piso.
- No, sí, claro, le creo, ¿le puedo pedir un favor?, ¿por qué no nos acompaña a mi hija y a mí al departamento?… Lo invito un café y le preguntó algo, tengo un problema enorme encima y no sé cómo solucionarlo.
- Bueno, le acepto el café como buen vecino y voy a escuchar su problema, además, espero que no se moleste, pero, no cualquiera tiene la oportunidad de tomar un café con mujeres tan hermosas.
Se sintieron bien con el halago e ingresamos al departamento, la distribución era la misma que el de Andrea, pero estaba muy coquetamente arreglado. Nos sacamos los abrigos y Olga se puso rápido a preparar el café prometido. Las dos vestían camisas de color blanco que no dejaban pasar desapercibos sus tetas altivas, se notaban naturales, aunque Carolina tenía un poco menos volumen que Olga, ésta, la madre tenía un pantalón de vestir que resaltaba sus nalgas paradas y la hija tenía puesto un jeans ajustado que marcaba un culito más chico, pero duro, compacto y apetecible.
Mientras esperábamos que se hiciera el café, Carolina dijo de ir a ponerse cómoda antes de irse a dormir y yo rogaba porque no se apareciera con algún diminuto pijama. La “nena”, muy de bajar la vista y mostrarse tímida, pero la había visto mirarme con interés, me observó de arriba abajo y se lo noté, la madre fue igual, aunque más disimulada. Así como iba perdiendo mi timidez natural en el trato hacia las demás personas, lo aprendido en el Curso para observar gestos, me daba cada vez más resultados, ya no pensaba, directamente aplicaba lo aprendido y me resultaba cómodo.
Coincidieron ambas, una salió de la cocina trayendo los cafés y la otra salió del dormitorio con un mini pantaloncito que dejaba adivinar los labios gorditos de su vagina y una remera que, prácticamente, sólo tapaba sus tetas altivas. La madre la miró y esa vestimenta no le agradó en absoluto, pero no le hizo ningún comentario, aunque, como si fuera una competencia para ver quien se llevaba el “premio gordo”, me alcanzó el plato con la taza, se sentó en el sofá que me enfrentaba y cruzó sus piernas en una pose insinuante, tampoco pude dejar de admirar sus piernas bien torneadas.
Me sonreía para mis adentro pues yo sabía que, si tuviera que elegir, la M.I.L.F. se llevaba las palmas, pero, como lo del control o auto control lo llevaba bien, no dejé que se notara ningún tipo de preferencias y di a entender que sólo me interesaba el problema que debía contarme…
- Bien Olga, estoy prestando atención, ¿cuál es el problema que te aqueja o, las aqueja, porque creo que les atañe a los dos?
- El problema es mi marido, hace unos cuarenta días que se fue de la casa, él es empresario, me ignora, no me atiende el teléfono y tampoco me recibe en su empresa, la gente de Seguridad no me deja ingresar a verlo y me enteré por otras fuentes que está viviendo con una chica jovencita.
- Desgraciadamente eso suele pasar, pero hace más a problemas de alcoba, infidelidades, convivencia, es todo inherente a la pareja, ¿consultaste con algún Abogado por esto?
- Sí y, según él hay maneras para beneficiarme, pero debo juntar pruebas de su infidelidad, en otras palabras, agarrarlo con las “manos en la masa”, todo lo que yo diga no sirve. Por otro lado, el agua nos está llegando al cuello porque no nos dejó dinero y no quiere aportar ni para mí ni para su hija.
- No me corresponde a mi comentar ni preguntar al respecto, pero algún motivo debe existir para su proceder.
- Según él existen, nos acusa de dedicarnos sólo a gastar su dinero en banalidades, de ser caprichosas y de que se cansó de nuestra existencia. Antes no tuvo problemas, algo lo motivó para proceder así, pues, de buenas a primeras nos dejó sin dinero para pagar el alquiler ni los servicios, no podré tampoco pagar la facultad de mi hija, ni sus libros, ni hablar de comprar ropa, apenas si pude rescatar algo para comer, aunque eso también se acaba.
- Te entiendo Olga, pero, por favor, dime para que necesitas los servicios de un Detective y yo te contestaré si es factible o no.
- Sí, sí, claro, sucede que acabo de darme cuenta que no podría pagar tus honorarios.
- Eso lo vemos luego, siempre hay una manera de saldar las deudas…
Las miré a serio como para que entendiera por dónde venían los tiros, las dos, sin ninguna duda, tenían sus “muertos en los placares” y me hice a la idea de tenerlas a las dos juntas en una cama, de todos modos, mantuve los papeles y seguí preguntando…
- Por ahora dime lo que vas a hacer y qué es lo que quieres que haga yo.
- Divorciarme, quiero divorciarme, hice la denuncia por abandono del hogar, pero con eso no alcanza, tengo que exponer su infidelidad y cuanto más gráfica mejor para hacer un buen reclamo que nos asegure estabilidad.
- En hipótesis, lo que pides es bastante complicado porque implica seguimientos, fotos o filmaciones, son, por lo menos, cinco días de trabajo mío y de mis ayudantes, acceder sin permiso a propiedad privada, hurgar en su intimidad, saber de sus saldos bancarios, hay una infinidad de etcéteras y es el único modo de que un Juez no tenga dudas al momento de dictar una sentencia.
- ¿Tantos días?, ¿Cuánto saldría eso?... -Le pasé un importe como si estuviera enfrente a un potentado. ¡Mierda, es un platal!, ¿Cómo se puede pagar ese servicio?
- Piénsenlo, si me contratan, me contratan las dos, por lo tanto, el compromiso por la deuda es de ambas, ustedes sabrán cómo pagar, por lo pronto, si quieren que empiece a investigar, necesitaría los datos de él y cuál es la empresa que tiene. El pago sería sin compromisos posteriores, quiero que eso quede claro, me suelo disgustar bastante cuando tratan de joderme.
Se miraron las dos, se notó una especie de seña de asentimiento por parte de Carolina y me entraron ganas de “apurarlas” a la dos desde ese mismo momento, pero, preferí esperar, estaba claro que querían sacar sus buenas tajadas ante un juicio de Divorcio y a mí, el trabajo no me resultaba difícil de resolver, me serviría para acumular experiencia y pensaba en darme gusto con esas dos. Me levanté agradeciendo el café y Olga me alcanzó una tarjeta de la empresa del marido, en ella figuraba su nombre, sus teléfonos y dejaba establecido que era el Presidente.
Les pedí absoluta discreción en esto que se iniciaba para investigar e hice hincapié en que se trataba de su propia seguridad, pues, si él o alguien se enteraba, estaría prevenido y haría todo más difícil. No sé qué estaría imaginando Carolina, pero, cuando las saludé con un beso en las mejillas a ambas, se le notaban los pezones endurecidos y erectos por debajo de la remera que apenas tapaba sus tetas juveniles. Además, a las dos las denunciaban las miradas de hembras deseosas. Llamé al ascensor sin mirar ni una sola vez a la puerta de su departamento.
Llegué al pent-house pensando que, sin comerla ni beberla y sin demasiada alharaca, ya tenía mi primer cliente. Me fui a dormir totalmente satisfecho. A las nueve de la mañana, ya desayunado y bien vestido, bajé al tercer piso para hacerme cargo de la oficina. Ya estaban allí, Andrea, Luisa y Ramón, los saludé y noté buena onda entre ellos. Luisa lucía muy elegante con un vestido de tirantes que marcaba su culito, bien estructurado, duro y erguido, de hombre, pero, eso sólo lo sabíamos muy pocos. Me saludaron con sonrisas y le hablé a Andrea.
- Veo que están bien y deseando trabajar, me alegro por ello, además esta noche tenemos fiesta en la confitería de mi novia, Ramón, vos también estás invitado, habrá que codearse con gente de todos los ámbitos, pero, por ahora, ya tenemos a un primer cliente.
- ¿De verdad?, decime quien es y me pongo en marcha para sacarle todos los “trapitos al sol”, -saltó “la ratita” entusiasmada-.
Le di la tarjeta con los datos y se sentó en la máquina. “es sólo para tener una primera idea de quién es, todo lo demás lo haré luego en mis otros equipos”, -expresó mirándome-. Sabía que con ella sería así y yo no me metían en esas decisiones, era lo bastante buena, para mí, la mejor en lo suyo y yo la dejaba porque no tardaría en darme todo lo que le pidiera.
- Yo tendría que ir a la imprenta a hacer las tarjetas, fijate si te gusta, Andrea y yo hicimos el logo de un águila para las tarjetas, -dijo Luisa entregándome un papel con un dibujo de un águila majestuosa-.
- Es una belleza, el águila es un animal que siempre me gustó, mandá a hacer unas personales y otras para la agencia, además, no te olvides del cartel para la puerta.
- Está todo calculado jefecito, si te parece y no nos necesitás, me voy con Ramón y aprovechamos para comprar los muebles, trataremos de comprar todo en un sólo lugar para que traigan todo junto.
- Me parece bien, yo voy a aprovechar a quedarme con Andrea para buscar más datos de este tipo. Como eso les va a llevar gran parte del día, traten de estar listos para la fiesta, Ramón, de traje o de elegante sport, salimos de acá a eso de las once de la noche.
Le di la tarjeta a Luisa y con alegría desbordante, lo enganchó del brazo a Ramón y se fueron después de despedirse… La miré a Andrea y le hice un comentario al respecto de esos dos, quizás era idea mía, pero, los vi muy afines, algo que no me molestaba…
- Parece muy entusiasmada Luisa con Ramón, ¿será algo así como “amor a primera vista”?…
- No sé si amor, pero a ella le gusta y ayer estuvieron todo el día hablando de ellos, menos mal que, en algunos momentos recordaban que yo estaba y me daban algo de bola.
- ¿Qué te pasa, estás celosa?
- No tonto, para nada, al contrario, me dio gusto verlos bien, yo estoy bien como estoy.
- Te hago una pequeña consulta, ¿no te gustaría estar mejor mientras entro muy despacito en ese lindo culito?
- Me encantaría y a mi culito ni te cuento, ahora yo te hago una pregunta a vos, ¿en tu casa en la mía?, ya me hiciste mojar toda.
Dejamos todo lo que estaba haciendo, cerró la oficina y sabiendo que le había gustado mi casa, le dije que subiéramos al pent-house. Me miraba en el ascensor con ganas y con deseos reprimidos, esto hasta que entramos al departamento y “la ratita” se convirtió en una “pantera” arrojándose a mis brazos para comerme la boca. El beso se estiró mientras las lenguas “jugaban” entre si y sus gemidos me pusieron como burro en celo, al separarnos me tomó de la mano, se sacó los lentes a los que tiró sobre el sofá y dijo:
- Vamos a la habitación, desnudame arriba de la cama, yo te voy a desnudar a vos y antes de que entrés en mi culito te voy a chupar la pija hasta secarte, ¡no sabés las ganas que tenía de volverte a sentir!
- Dale, soy todo tuyo, además, como mi habitación está insonorizada vas a poder gritar a gusto, te voy a dar para que tengas y guardes. -le dije hablando cerca de su oído con la voz enronquecida por las ganas-.
Las piernas se le aflojaron a Andrea y tuve que sostenerla mientras se recomponía, ¡mierda, estoy recaliente!, tuve un orgasmo sólo de escucharte”, -expresó a la par que me apretaba el brazo y caminaba hacia el dormitorio. Que nos ayudáramos mutuamente para desnudarnos fue una utopía, cada uno de nosotros se apuró a deshacerse de las ropas en tiempo record, lo hizo unos segundos más rápido que yo y se tiró en la cama con la tanga puesta, “sacámela vos, yo sé que te gusta”. Gimió y se retorció cuando le bajé la prenda por las piernas, pero se la dejé por las rodillas para meter mi cara en la entrepierna.
Lo del dormitorio insonorizado la desinhibió completamente y los gemidos se hicieron oír fuerte cuando mi boca se adueñó de sus labios íntimos. Tardó poco en contraerse y temblar cuando la asaltó un orgasmo repentino, pero se recuperó enseguida diciendo, “así no vale, muero por chupártela” y uniendo la acción a la palabra giró en la cama y se puso encima en un “69” estremecedor. No esperó ni me pidió que le empujara la cabeza, tampoco la posición lo permitía, pero se la tragó de una como desesperada y la arcada no la hizo desistir de la tarea.
Sentía que su saliva me mojaba la entrepierna, me hacía sentir bien con su mamada, sin embargo, no descuidé su clítoris hinchado mientras mis dedos empapados hurgueteaban, el pulgar en su vagina y otros tres en su culito que se había abierto esperando por más. Con sus brazos había abrazado mis muslos y sentía como mi glande entraba y salía de su garganta, me estaba dando una mamada sensacional y la cogida que ella misma le estaba dando a su boca se juntaba con los estremecimientos y temblores por sus orgasmos. Quería aguantar sólo por llevarle la contra y joderla después con que no había podido hacerme acabar.
¡Ni en pedo!, apenas si pude aguantar muy poquito tiempo más, ella se metía la verga en la boca apretando fuerte con los labios y parecía que su lengua se enroscaba en el tronco, ergo: me hizo acabar como un bendito sin que pudiera evitarlo y sí, para que negarlo… tuve que sacar mi boca de su vagina para poder gritar a gusto por el placer que me había dado, ni Gloria, una maestra en estas lides, había logrado esto que Andrea lograba.
Tragó todo con deleite y continuó con la mamada evitando que la verga se “durmiera”, seguía estando dura y se paró con agilidad para ponerse en cuatro, desde esa posición me miró totalmente entregada y me pidió que procediera, “quiero que me des con todo, o despacio o como quieras, necesito sentir que tu verga me perfora”. No la iba a hacer esperar y, con una cierta vena sádica, me perdí en su vagina haciendo chocar el glande con su útero, el grito fue tremendo, pero se afirmaba para retroceder sus caderas y comencé a moverme sabiendo que tardaría más en acabar.
Sus orgasmos se repetían y eran de distinta intensidad, pero, cuando estaba más acostumbrada a los pijazos, cambié de lugar sin pedir permiso, dilatado o no, mi verga se hacía sentir y cuando encaré su recto sin detenerme hasta chocar mi pelvis con sus nalgas, el sonido de su grito retumbó y rebotó en las cuatro paredes.
Seguí al mismo ritmo tapando casi sus caderas y nalgas con mis manos y escuchando lo que decía… “¡Madre de Dios, esto es la gloria!, sos mi hombre, mi macho, seguí rompiéndome el culo, no sentí ni sentiré a alguien que me coja mejor”. Sus caderas, bien formadas pero chiquitas, se movían para que profundizara más, algo que, a esas alturas, era imposible.
Mi ritmo no decaía y no me apremiaban las ganas de terminar, me había dicho que me quería secar y ahora era yo el que quería secarla, la sacaba de un lado y la metía en el otro, salía y profundizaba un poco en cada lugar hasta que sus gritos y gemidos fueron opacándose, la energía iba disminuyendo y se dejó caer sobre las sábanas vencida por mi peso y porque sus orgasmos la habían dejado debilitada, todavía tuvo tiempo para uno más cuando decidí terminar llenándole el culo y las tripas de leche.
Quedó muda, desfallecida y yo salí lentamente para deleitarme con su culo abierto y totalmente vencido, a poco que salí de ella se giró para ponerse boca arriba y, aunque vi su cara impregnada en lágrimas y sus ojos inundados, la sonrisa de satisfacción daba a entender otra cosa. “Nunca más te voy a provocar”, -decía sonriendo y con voz temblorosa mientras me prendía a los pezones erectos y le arrancaba estremecimientos que le ponían la piel de gallina, “no puedo más Martín, por favor, no puedo más”, -casi rogó y decidí dejar lo que ya pasaba a ser tortura-.
Nos quedamos los dos tirados en la cama, Andrea no decía nada y al poco rato vi que estaba dormida, me levanté yo sólo y la tapé con la sábana, allí adentro estaba templado, pero habíamos transpirado como beduinos y sabía que cuando esa transpiración se secara, tendría frio. Yo me metí al baño, hice mis necesidades y me di un regio baño que me dejó como nuevo. Ella aún dormía cuando me fui a la cocina a preparar algo para comer, no había mucho, pero alcanzaría, corté unas rodajas de carne, pelé papas e hice papas fritas, preparé la mesa y abrí una botella de vino.
No tuve necesidad de despertarla, ya estaba bañándose y le avisé a través de la puerta que ya estaba la comida preparada. “¿Por qué no me avisaste?, la comida la podría haber hecho yo”, -dijo al entrar en la cocina, ya cambiada y limpiando sus lentes para que pasaran nuevamente a formar parte de su rostro.
- ¿Vos?, no sé cómo te levantaste, dormiste, creo que una hora, más o menos, estabas “mírame y no me toques”, jajaja.
- No seas malo, cumpliste con lo que dijiste, me diste para que tenga y guarde, pero me vino bien.
- Tengo más, si querés después de almorzar seguimos.
- No cariño, por ahora paso, creo que tengo todo en carne viva. Me hiciste sentir muy bien, pero, por ahora, lo dejamos ahí, además tengo que seguir con lo que me pediste de este tipo porque con el equipo de la oficina no daba para averiguar más y hay algo raro allí.
- ¿Qué es lo que te parece raro?
- Acá te alquilaban el departamento y según me dijiste el tipo vivía con la esposa y una hija, sin embargo, averigüé que tiene otros tres departamentos grandes de su propiedad. Hay dos en distintas ciudades de la Provincia, son ciudades que están a unos treinta o cuarenta kilómetros de la capital y el otro lo tiene en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires.
- Tenés razón, es raro, lo primero que hay que averiguar es si verdaderamente está casado con la mujer del octavo, ¿qué más averiguaste?
- No, por ahora nada más, a mi jefe se le ocurrió hacer que me mojara toda y me trajo para darme una paliza sexual, jajaja. Esto de pasarla bien en tu cama, tiene sus bemoles, jajaja.
- Jajaja, la culpa no es mía, tu culito me puede, tu culito y todo lo demás. Dale, comemos y luego vamos a averiguar más.
Luego de almorzar, saqué las sábanas y las puse en el lavadero, había recordado que, en la tarde, vendría la gente de la empresa de limpieza y ellos ordenarían todo. Después de sacar las sábanas nos fuimos al departamento de Andrea y se puso a escudriñar un poco más. Allí saltó que se había casado con Olga hacía veinticuatro años y que tenía una hija de nombre Carolina, hasta allí no me habían vendido ningún paquete.
Los departamentos estaban todos a nombre de él y tenía otra propiedad ubicada como a cien kilómetros, lo que parecía ser una casa de fin de semana en un Country privado. Además de esto, tenía tres cuentas corrientes en distintos Bancos, más otra en un Banco oficial que estaba a nombre de la empresa, de la que era único titular.
Dudaba que Olga supiera de todo esto y, tal como venía la mano, había que averiguar que uso les daba a esos inmuebles. En principio, tendría que hablar con Olga y tomé mi teléfono para llamarla, no hizo falta que marcara, apenas agarré el celular me entró una llamada de ella…
- Hola Martín, te vine a buscar a la oficina y está cerrada, quería preguntarte algo.
- Hola Olga, estoy con gente de mi equipo y precisamente tengo que hablar con vos, ya estoy metido en tu Caso y debo hacerte algunas preguntas.
- ¿Estás lejos?
- No, estoy en el edificio, dame unos minutos y enseguida estoy contigo. -Le pedí las hojas impresas con los datos a Andrea y bajé al tercero-.
Bajé rápido y me estaba esperando impaciente en la puerta de la oficina, por el modo en que Olga estaba vestida, botas, pollera acampanada y remera escotada con un suéter fino, más la producción de su maquillaje y cepillado del cabello, venía a “abonar” alguna cuota y yo no estaba por la labor, me faltaba un buen rato para recuperarme de lo de Andrea. La saludé con un beso, diciéndole, además, cuando abrí la puerta para que pasara, que estaba muy bonita y sexy, algo que agradeció con una sonrisa. Le pedí que tomara asiento y fue ella la que empezó a hablar.
- Vos dirás Martín, ¿qué es lo que querés averiguar?
- Antes que nada, ¿ya pensaron como me van a pagar?
- Sí, eso está decidido, ninguna de las dos somos tontas, te pagaremos en varias cuotas, juntas o separadas cuando quieras, vos decidís.
- Bueno, eso queda firme, por un lado, por otro lado, algo averigüé, pero desde ya te aclaro que no va a ser fácil, lo peor va a ser lograr que vos cierres la boca, creo que si él sabe lo que averiguamos y lo sabe, se puede mandar a mudar a otro país y te quedarías sin el pan y sin la torta.
- Quedate tranquilo que, ni mi hija no yo vamos a abrir la boca hasta tener las pruebas, ¿por qué decís que no va a ser fácil?
- En principio, ¿vos sos verdaderamente la esposa de este hombre?
- Claro que sí, ¿qué pregunta que me hacés?, me casé con él hace veinticuatro años y te aseguro que Carolina es hija de él, ¿a qué viene eso?
- Tengo algunas corazonadas y quiero estar seguro de algo, decime, ¿cuántas propiedades tienen en común?
- No te entiendo parece joda, pero, en fin, no tenemos ninguna, por eso alquilamos acá, tuvimos una casa hermosa en el barrio de Belgrano en la que vivimos casi cinco años, la tuvimos que vender porque había que incentivar la marcha de la empresa y luego alquilamos en varios lados hasta recalar acá.
- ¿Cuántas cuentas corrientes tienen?
- Ninguna, tampoco tarjetas de crédito, él se mueve con la cuenta de la empresa y como Presidente y dueño de la misma es que hace los cheques, nunca quiso sacar una cuenta corriente personal, ¿vos te crees que si tuviera alguna cuenta corriente normal yo andaría dando lástima?
- Bien, te voy a mostrar algo y no quiero que reacciones mal, según este listado, tu marido tiene tres departamentos grandes en distintos lugares no tan lejanos y una casa de fin de semana en un Country privado, todos estos inmuebles adquiridos en distintas fechas y posterior a tu casamiento legal con él, además de tres cuentas corrientes distintas en tres Bancos diferentes, aparte de la oficial de la empresa.
- ¡Me estás jodiendo!, ¿cómo puede ser eso posible?, ¿no es que tengo que firmar yo para comprar?
- No, para comprar no es necesaria la firma del conyugue, sólo es necesaria en el caso de que se quiera vender, salvo, claro está, que se falsifiquen las firmas y los documentos.
- ¿Vos me estás diciendo que tiene todo eso y yo no sabía nada, además que compró todo después de estar casados?, ¿cómo es posible algo así?
- Yo no te invento nada, está todo asentado en las respectivas oficinas de Catastro de cada Municipalidad, como podrás ver, está la fecha de compra y, por lo que aquí está asentado, fueron comprados un par de meses después de la venta de la casa de Belgrano, además están las comodidades de cada departamento y las de la casa y las cuentas bancarias figuran a la fecha con esos saldos que tenés a la vista.
- Pero, pero, pero, mirá los saldos, es un hijo de mil putas, tiene una fortuna a disposición y cada vez que necesitábamos dinero para nuestras cosas de mujeres era toda una historia y pataleos y todos esos departamentos y la casa con pileta seguro. ¡Miserable, hijo de miles de putas!, por eso debían ser los continuos viajes o reuniones de negocios, lo debía pasar bien en otro lado. ¡Es para matarlo!…
- Eso sería una idiotez enorme, por eso te pedí que ni vos ni tu hija salten con esto o van a quedarse en pelotas. Nosotros vamos a tratar de averiguar para que tiene esos inmuebles, quien los usa o para que están destinados, después veremos cómo actuar, pero es importante que ni vos ni tu hija hagan ninguna cagada como enojarse, hablar de más o tratar de averiguar algo por las suyas. Viendo tu estado, casi que me arrepiento de haberte dado estas noticias.
Olga se había puesto mal, temblaba y la vi ponerse pálida, pensé que le había bajado la presión sanguínea, pero enseguida noté que las mejillas se le ponían casi rojas, lo que podía indicar un pico de presión alta, de cualquiera de las dos maneras podía ser un problema y luego de tratar de calmarla y darle un vaso con agua, llamé a la emergencia médica que nos cubría. Los paramédicos llegaron bastante rápido, la revisaron a conciencia y descubrieron que su presión estaba por las nubes, la medicaron enseguida y se fue calmando retornando a una calma relativa.
Luego de que se fueron los médicos tratamos de tener una conversación tranquila y, más o menos lo logramos, después de agradecerme la preocupación y la llamada a la emergencia coincidimos en que el tema ahora era ponerla al tanto a Carolina y hacerle las recomendaciones para que no abriera la boca. La llamó por teléfono y resultó que recién había regresado de la facultad, entonces le pedimos que bajara enseguida a la oficina. La joven había visto la ambulancia y jamás pensó que era para la madre, cuando se enteró se preocupó bastante y me preguntó qué había pasado.
La explicación fue igual, el resultado fue distinto, Carolina se puso a hacer “pucheros” hasta que no aguantó y se largó a llorar a lágrima viva. La madre la abrazó y le hice señas para que no dijera nada, no era momento, había que dejarla que se descargara porque estaba cantado en la mente de los tres que el tipo tenía doble o triple vida, esto no era fácil de asimilar por las partes perjudicadas, ni hablar cuando puede haber hermanos o parientes desconocidos unidos por la misma sangre que se suman al engaño.
Tras un rato y luego que ambas estuvieron recuperadas, hablamos de este tema y las dos coincidieron en pensar que podría haber otras mujeres e incluso otros hijos. Les pedí entonces que no sacaran conclusiones, lo primero que tendríamos que hacer era conseguir pruebas y luego, con ellas en la mano, Olga debía proceder a efectuar la denuncia porque era de carácter personal, eso sí había algo que denunciar. El marido de Olga podría ir preso si se comprobaba que era bígamo y se acelerarían los trámites del divorcio con reparto de bienes.
Esto era bastante difícil de comprobar, no es tan fácil como se cree, el tipo bígamo debe estar casado, reitero, casado con dos mujeres distintas, el estar “juntado” no constituye delito alguno, el tema de la palabra de uno y la palabra de otro pasa a ser primordial y no amerita condenas, lo cual puede llevar a un litigio de años o a perder de entrada, máxime en el caso de Olga porque no había respaldo para contratar buenos Abogados. Como sea, me prometieron y juraron las dos que me dejarían trabajar tranquilo y no abrirían la boca.
Al irse a su casa, me quedé un rato más en la oficina, estaba claro que debía planear los pasos a seguir para tratar de “engancharlo” al tipo en un renuncio. Primero pensé en seguimientos, pero lo deseché, era perder tiempo, bastaba con averiguar que estuviera trabajando en la empresa para ir a averiguar en las cercanías de esos domicilios, porteros, vecinos, comerciantes de barrio, personal de la seguridad en el caso del Country, incluso en la administración del mismo, fuentes de información sobraban, ya veríamos como lo encarábamos y para eso contaba con Ramón.
A las once de la noche con Andrea sentada adelante y Luisa y Ramón atrás pusimos rumbo a la confitería de Candela donde daría una fiesta Lolita. Los hombres de elegante sport, con sacos, pero sin corbatas y las mujeres, pues “para matar” e impregnadas de sensualidad y sexualidad. “Excelente lugar” deslizó Ramón cuando se paró en la puerta a punto de entrar. “Te aviso algo que seguramente pasará y a lo que tendrás que hacer “la vista gorda”, es muy probable que se consuma a cuatro manos, esta gente usa más la nariz que el cerebro”. Me dijo que me quedara tranquilo.
Traspusimos la entrada al local y a pocos metros nos salió al encuentro una juvenil y deseable Lolita, estaba bellísima con su minifalda negra, un tanto acampanada y una camisa que se abrochaba a partir del final del canalillo de sus tetitas, bien armadas, duras, pero que no dejaban de ser “tetitas”, hasta las de Luisa eran más provocativas, como sea, la cantante no pasaba desapercibida, su cuerpo conformaba un conjunto impregnado de deseo que incentivaba con la picardía insinuante de su rostro y sus ojos vivarachos.
Sabía cómo usufructuar los gestos de su cara y su mirada para convertirse en una hembra deseable y lo tenía muy asimilado, me la imaginé teniendo un orgasmo mientras te miraba con cara de…, no pude pensar más en eso, la chiquita exultante se arrojó a mis brazos para apretarme haciéndome sentir sus tetitas en mi torso y gritar, “llegó mi salvador, este hombre salvó mi vida y mi carrera”, -lo dijo dándome un beso en la mejilla y dirigiéndose al séquito que se movía con ella-. Sólo me quedó sonreírme y presentarle al resto de mi equipo al que saludó también con efusividades.
Detrás de ella apareció Candela, estaba despampanante, de tacos altísimos y con un vestido gris que parecía adherirse a su piel haciendo resaltar sus tetas y su cintura estrecha, aunque no lo vi porque venía de frente, imaginé que su culo escondido detrás de la tela, se notaría espectacular. El beso de mi novia fue distinto, fue una clara demostración de pertenencia recíproca porque no me corté para devolvérselo. Le presenté a Ramón, al que saludó con un beso en la mejilla y se abrazó con Andrea y Luisa.
Les dije a mis acompañantes que se movieran a gusto y me fui con Candela a la barra, tomada ésta de mi brazo. “Amor, quisiera estar así toda la noche, pero ya sabés cómo es esto de las RR.PP.”, lógicamente, le dije que se moviera a gusto, me agradeció y expresó que el reservado VIP más grande estaba a mi disposición. Sabía cuál era y luego de moverme un rato por la confitería con un vaso de whisky en la mano y de cruzarme con un par de figuras de la T.V. y algunos directivos o empresarios que iban acompañados de sus “hijas o sobrinas” encaré para el lado de los reservados. En el camino me volví a cruzar con Lolita que, en ese momento, se encontraba con un muchacho jovencito con cara de galán conquistador que la seguía como “perrito faldero”.
- Tengo que hablar a solas con vos, acá no se puede hablar por el ruido de la música, si estuviéramos solos te explicaba mejor, es por lo de mi primo. -Se la notaba más que alegre, eufórica y como no tenía aliento a alcohol, imaginé que su “alegría” provenía de “otro lado”-.
- Nos juntamos cuando vos quieras, a mí el ruido de esta música me aturde y voy a tomar mi copa en el reservado que me dejó Candela, esto del baile y las discotecas no me gusta demasiado.
- Hacemos una cosa, dejame que atienda a un par de personas y me saque de encima a otras y en un rato te busco en ese reservado, ya me dijo Candela cual es.
- Como gustes, posiblemente me quede allí el resto de la noche.
Nos separamos y cuando entré en el reservado me senté en el sofá y me puse a mirar a la concurrencia y a los que bailaban. Como es lógico, busqué a quienes me interesaban y por allí la vi a Candela conversando con dos “veteranos” vestidos de traje, las “babas” de estos eran como visibles, pero no me hice problemas con eso, mi novia sabía “dónde le apretaba el zapato”, conocía sus prioridades y además de tener en claro cuál era “su hombre”, conocía de sus sentimientos.
A Andrea la ubiqué de muy amena charla con una conocida locutora de televisión, la cual tenía un programa de actualidad, la había visto cuando me paseaba por la confitería y, la misma, de unos treinta y cinco años, por lo que sabía, recientemente separada de su pareja y estaba más que bien, era una especie de felina rubia, aunque, por la forma en que hablaba acercándose a mi Informática, se me cruzó por la cabeza que, su interés no eran precisamente los hombres y aposté para mí que “la ratita” no volvería con nosotros esa noche.
A los otros que busqué con la vista fue a Ramón y a Luisa. No fue sorpresa, los encontré bailando y riendo en el medio de la pista. Al, hacía poco, lustrabotas desalineado, lo noté muy cambiado y no sólo en su aspecto exterior, tenía ahora otras expectativas de vida, con Luisa no noté diferencias, seguía siendo tan desinhibida y alegre como siempre, pero, se me hizo que estaba “tendiendo sus redes”, tampoco me molestó eso, yo sólo quería eficiencia en su trabajo.
A algunos los vi bastante tomados, no perdonaban ni al agua de los floreros, sin embargo, después de un rato, los veía moverse como si sólo hubiese consumido agua mineral y, según dicen, existe un “polvillo blanco” que ayuda bastante en esas recuperaciones “milagrosas” y no era solamente con los jóvenes. El golpecito en la puerta me sacó de mis cavilaciones, era Lolita que entró rápido apenas abrí la puerta.
- ¡Uff!, no me podía sacar de encima a ese “pesado”, para colmo de males, es un cantante que está surgiendo y ya me dijeron de la Discográfica que “se vería bien” que confraternicemos, jajaja.
- Para mí eso sería demasiado estresante, ¿qué era lo que querías decirme?
- Que los policías que mandó el Presidente de la Discográfica descubrieron que mi primo me venía robando desde hace tiempo, pero hicieron que me reintegrara todo y pasaran a nombre de mi hermano dos departamentos que tenía, aunque yo no venía sólo por eso…
- Sinceramente, yo te aconsejaría que te olvidaras de él, pasará un buen tiempo antes de mandarlo a juicio y tampoco te van a avisar, ¿qué era lo otro que querías saber?
- Bueno, sí, eso, ¡la puta madre!, me di un “toquecito” para animarme y ahora no me animo.
- Jajaja, vaya uno a saber qué es lo que me ibas a pedir.
- Eso, que me cojas, lo que quiero pedirte es que, por favor, me cojas, estoy caliente con vos desde el día en que nos conocimos y no creas que es porque estaba borracha y mal por el mensaje.
- ¡Epa!, estás muy buena y sos una mujer muy deseable, pero no me parece correcto, está Candela de por medio y vos te decís su amiga.
- Sí, yo sé que hago mal, pero te prometo que esto no saldrá de aquí, jamás diré nada y mañana viajaré más que satisfecha.
A medida que me decía esto, se acercó desabotonándose la camisa y exponiendo sus tetitas, paradas, altivas con forma de cono y de pezones chicos que se veían durísimos. Abrió la camisa, pero no se la sacó y se arrodilló para maniobrar con mi pantalón y me miró con esa cara “especial” con que expresaba todos sus deseos y que calentaba hasta a los eunucos. Gateó en la misma posición cuando me aparté un poco a mirar por la ventana para ubicarla a Candela y la vi conversando con dos parejas que parecían matrimonio.
Desde afuera no podían verme y escuché cuando Lolita exclamó: ¡Oh, por Dios, no sé si podré con esto!, me había bajado los pantalones hasta los tobillos junto con la ropa interior y tenía mi verga frente a sus ojos. “Estás a tiempo de arrepentirte, si seguís porque querés verga, la vas a tener por dónde yo quiera y que no se te ocurra después abrir la boca porque hay infidencias que no perdono”, -no me contestó, sólo movió la cabeza asintiendo y abrió la boca para tragarse el glande-.
La petisa era de boca grande, pero de poca capacidad, además eso de apretar la base casi con las dos manos y meterse en la boca o lamer sólo el glande no la iba conmigo, para más, el tiempo no sobraba y para no decirle directamente que no me agradaba la mamada forcé un poco la introducción en su boca, además de la arcada, no pudo evitar rozarme con sus dientes. Exageré la molestia y la levanté despacio para llevarla hasta el sofá.
Ella misma se puso de rodillas y se tomó del respaldo apoyando la cara y las manos en él, su culo quedó levantado y tapado por su minifalda. Venía preparada para un “rapidito” porque cuando levanté la pollera me di cuenta que ni tanga tenía, entonces comencé a jugar con su conchita empapada pasando el glande con “pincelazos” que iban desde su clítoris hasta el agujerito de su culo, no había dudas de que estaba caliente pues pronto lubriqué bien al “principito”, como lo llamaba Candela y apunté finalmente a su vagina anegada.
Estaba estrecha, era estrecha, pero a mí eso no me importaba, a mi verga menos y, aunque la penetré despacio, no me detuve, máxime cuando escuché sus gemidos y vi cómo se tapaba la boca con el antebrazo para no gritar. El choque contra su útero, aun cuando fue amortiguado por lo despacio que entré, se hizo sentir y la exclamación de dolor que Lolita no pudo contener, me hizo dar cuenta que más no podía entrar, quedaron como tres centímetros afuera y allí la emprendí con mis entradas y salidas.
No me apremiaba terminar y aunque estaba atento a los sonidos que provenían del exterior del VIP, mi ritmo se hizo sostenido, esto provocó que Lolita se desatara con varios orgasmos consecutivos, cortos, pero repletos de contracciones y temblores que se acompañaban de exclamaciones ahogadas ahora por el respaldo del sofá. Salir, salía bien y cuando entraba volvía a sentir lo estrecho de su conducto, parecía siempre como una primera vez y eso te causaba un placer extra, aun así, como no podría ser de otra manera, el ojito de su recto me llamó la atención y apoyando la palma de mi mano en sus caderas perdí el pulgar allí.
Lo tragó y pareció dilatarse solo, no daba para esperar, cambié de lugar y ubicando su recto no me detuve hasta chocar las pieles. Aquí no hubo tanta resistencia y, aunque la cantante seguía mordiendo el respaldo y haciendo sonidos guturales, se amoldó más rápido a la enculada y soportó mi cuerpo sobre el suyo cuando, sin dejar de mover mis caderas, me aferré a sus tetitas y a los pezones duros. El movimiento no ceso, salía casi completamente e ingresaba con ganas hasta chocar sus nalgas a la par que le retorcía los pezones, algo que le agradaba sobremanera. Noté otro orgasmo un poco más notorio y me decidí a terminar en el fondo de sus tripas.
El tema fue cuando sintió mi líquido caliente en su interior, se movió entonces como una loca desquiciada y tuve que taparle la boca para que no gritara denunciando la cogida en toda la confitería. El orgasmo fue tremendo y no paraba de contraerse y de temblar, yo no salí de su interior, se fue calmando poco a poco y salí de ella con cuidado, el culo chiquito dejaba ver un hermoso túnel en la mitad de su zanja y rápidamente lo volvió a su normalidad, índice evidente que ese culo trabajaba mejor y con más placer que su vagina.
Tenía los ojos llorosos y en la cara se le notaba el rímel corrido cuando levantó la cara para hablarme, “ni hablar, ni hablar, me gusta que me hagan el anal, disfruto más por allí, pero esto fue genial, aparte del tamaño que costó lo suyo, no creo que muchos tengan tu ritmo y tu aguante, nunca tuve tantos orgasmos ni tan seguidos, fue espectacular”-, -me lo dijo dándome después un hermoso beso que retribuí. “Este secreto será de los dos y no te imaginás cuanto la envidio a Candela, no, no me mires así, tengo una sola palabra y mi agradecimiento eterno por haberme salvado”.
Terminó de arreglarse su ropa, se peinó un poco con la mano y mojé una servilleta de papel en el whisky para limpiarle la cara, volvió a darme un piquito y se fue. Yo abrí la puerta para que se ventilara un poco el ambiente y una ventana chica que daba al exterior, después me fui para el baño del privado de Candela. Ya un poco adecentado y sin “aromas” acusatorios regresé al sofá del VIP, faltaban todavía un par largos de horas para que la fiesta llegara a su fin y, seguramente Candela vendría para mi casa.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!