EL DETECTIVE PRIVADO. (14).
Aparecen nuevos Casos y el equipo responde bien. El viaje a la Estancia resulta interesante y debo tomar una decisión..
NUEVOS CASOS – EN LA ESTANCIA. – (14).
El “polvo” con Lolita, el vaso de whisky que terminé, aunque estuviera un poco aguado por los hielos derretidos, él, no digo silencio porque algo de música se escuchaba allí, pero muy tenue, sumando a esto que el ambiente de la discoteca no me llenaba demasiado, hizo que me estirara en el sofá, aflojando todo el cuerpo, el resultado fue el de terminar un tanto arrullado y me dormí como el mejor. Me desperté al sentir el beso de Candela en mis labios, junto al movimiento de su mano en mi pecho, le devolví el beso y me incorporé despacio…
- ¿Te quedaste dormido vida?, me imaginé que algo así harías al no verte por ningún lado, ya nos estamos por ir, pero quería presentarte a dos matrimonios conocidos de mi padre, quieren hablar contigo por temas de tu profesión.
- Me quedé “mosca”, cariño, disculpá, pero ya sabés que la música y el baile no es lo mío. Vamos a verlos, seguro estuviste haciendo propaganda.
- En realidad, fue Lolita, antes de caer rendida en un sillón disfrutando de su fiesta, habló maravillas de vos y de tu equipo, hasta el hermano habló bien de ustedes. Por lo que escucharon, se decidieron a hablar conmigo para conocerte.
- Bueno, clientes son clientes, vayamos a verlos.
- Están afuera esperando verte, si querés les digo que pasen. -asentí con la cabeza y me paré para recibirlos-.
Los dos matrimonios ingresaron al VIP y nos presentamos, me disculpé con ellos por lo informal y no le dieron importancia, al contrario, lo tomaron como gracia y se disculparon ellos por importunarme. Los dos hombres tendrían una edad que oscilaba en los sesenta años y las esposas rondarían los cincuenta, una de ellas un poco más, pero se les notaba el gimnasio y, a una, más que seguro, la cirugía en los pechos. Producidas pasaban por cuarentonas, pero, el cuello y las manos no mentían, también se les notaba el roce con la gente y los cuatro no pasarían nunca por pobres, la ropa y los perfumes eran de calidad y carísimos.
Charlamos un rato de la fiesta y del conocimiento que tenían con los padres de Candela y que les había encantado encontrarla y saber que la confitería era de ella, habían venido invitados porque eran, algo así como sponsors de la carrera de Lolita, es más, uno de ellos, que era empresario metalúrgico, me preguntó si yo era hijo de “fulano de tal”, estaba seguro que Candela algo había hablado con ellos y la pregunta fue sólo para corroborar. Le contesté que sí, dijo que lamentaba lo sucedido con mis padres y tíos y, por lógica surgió la otra pregunta.
- Los conocí bastante y estuve varias veces en su casa, es una mansión bellísima, supe que él y su tío habían vendido a muy buen precio la empresa, ¿cómo es que usted se dedicó a la Investigación Privada?…
- Después del accidente de toda mi familia, dejé la carrera de Derecho en cuarto año y me enfrasqué en el estudio de esta profesión, lo de ser Abogado no iba mucho conmigo y, con tiempo y posibilidades preferí hacer lo que me gusta más.
- Por lo que sé, eso de las “posibilidades” es bastante holgado.
- De comer no me falta, hijo y sobrino único, heredé todas las propiedades y el “metálico” que genera intereses que hacen que no me falte nada.
- Yo estuve en la mansión con mi madre y quedamos las dos anonadadas con la propiedad, -agregó Candela abrazándome-.
- Hay cosas que no entiendo de la juventud, pudiendo estar tranquilo, se dedica a algo que puede ser peligroso, -aquí la que opinó fue la mujer del otro hombre que, dicho sea de paso, me resultó conocida-.
- Lo de ser Detective es como lo de canalizar la adrenalina, algunos prefieren hacer ala delta, otros ser paracaidista, otros saltar de puentes, yo prefiero otra clase de peligros y me preparé muy bien para eso.
- Yo la conocí a tu tía y soy amiga de Gloria, pensé que te habías recibido de Abogado, porque eso es lo que tu tía nos contó un día, -expresó la que me había resultado conocida y ahí me di cuenta de dónde venía ese conocimiento, algo que, de ningún modo iba a exponer-.
Lo que estaba claro es que ninguno de ellos me explicaría sus problemas enfrente del otro y llevé el tema a lo que me había dicho Candela, pues según ella, necesitaban de mis servicios profesionales y yo me encontraba a disposición para que me contaran, pero, a la vez, les dije que ese no era el momento ni el lugar, estuvieron de acuerdo, pero uno de ellos, precisamente el marido de la “conocida”, dijo que le urgía hablar conmigo de su problema, esto llevó a que la otra mujer dijera que su problema también tenía su urgencia.
En definitiva, se pusieron de acuerdo y Candela se fue a tomar algo con una de las parejas y yo me quedé solo con la otra pareja y esta mujer no era conocida. El problema de estos era su hija, según ellos se había mandado a mudar de la casa, incentivada por el novio que le metía en la cabeza ideas reaccionarias en contra de los ricos, el capitalismo, los oligarcas y toda la perorata conocida. No sabían nada de ella desde hacía una semana en que se había ido de la casa, no contestaba el teléfono y ni sabían con quienes se juntaba.
De las amistades de la chica no conocía nada más que a una que era compañera del Secundario pues la hija tenía dieciséis años y el novio más de veinte, sólo sabían que se llamaba Félix. Podría haber aprovechado a decirles que, en estos casos había un solo culpable, en este caso dos, porque padres como ellos que se dedicaban a vivir su vida, en sociales o en negocios desatendiéndose de los hijos, derivaba en este tipo de problemas, pero preferí no decir nada, me jugaba a que no lo entenderían. De hecho, sólo pudieron darme el nombre completo de la hija, dónde estudiaba y el nombre de su compañera.
No podía hacer mucho con todo eso, aunque tampoco se los dije, me limité a decirles que era como buscar una aguja en un pajar, pero que trataría de meterme de lleno en el tema para tratar de conseguir alguna pista para averiguar el paradero de la chica. No les dije nada más pues noté en los dos, ciertas cargas de culpa que estaban asumiendo desde que la chica dejó la casa, luego de esto y de pasarle los teléfonos y la dirección de la Agencia, me despedí de ellos diciendo que lo tomaría como si fuera hija mía. Se fueron con algún tipo de esperanzas.
Luego le tocó el turno a la otra pareja y ya la mujer me miraba con otros ojos, se sentó a un costado y me observaba mientras el marido hablaba de su problema, el cual tenía que ver con una supuesta fuga de capitales en su propia empresa. Escuchaba al hombre y me devanaba los sesos pensando, no ya dónde había conocido a la mujer, daba por descontado que había sido en el departamento de mi tía, en algunas de las reuniones dónde había participado también Gloria. Ya lo recordaría, para más Gloria no estaba para preguntarle, por lo pronto, me aislé de esos pensamientos y me dediqué a lo que contaba el marido empresario.
Me dio muchos más datos que el anterior, incluyendo en la información los nombres del Administrador y del Contador de la empresa, que era bastante conocida. Después de esto, nos pasamos los teléfonos y le di la dirección de la Agencia. Nos saludamos y no dejé de notar la mirada de picardía de la mujer, a poco que salieron, me puse a putear mentalmente a Candela, no me gustaba ni medio hacer de Detective en un privado de una confitería y recién allí me di cuenta que la mujer había dejado sobre la mesita el sobre tipo cartera que llevaba en la mano cuando entró. No habían pasado ni cinco minutos cuando golpearon la puerta nuevamente y, como no podría ser de otra manera, era la mujer del empresario que venía a retirar el sobre-cartera… Yo lo tenía en la mano cuando abrí la puerta y entró decidida…
- Tengo que encontrarme a solas para hablar con vos, entre otras cosas, es por lo que te encargó mi marido, ¿te acordás de mí?, yo fui la que gritó tanto…
- Totalmente, aunque ese día me diste el nombre Marisa te recuerdo perfectamente, además viniste con Gloria.
- Ese es mi segundo nombre, yo también te tengo presente, recuerdo que ese día me hiciste gritar como loca porque estaba nerviosa y tenías un “pedazo” enorme que no me podías meter en el culito. Me porté como una tonta, espero que me des la oportunidad de resarcirme y disculparme, estás hecho un bombón de hombre.
- No hay nada que disculpar, nos podemos ver cuando quieras, acá no podemos hablar nada, te paso la dirección por un mensaje porque, además, me interesa lo que tengas que decirme del tema de tu marido.
Claro que la recordaba, me dio la pista cuando dijo “la que gritó tanto”, tenía un hermoso culo y fue el único que se “escapó”, había venido una vez con Gloria cuando no estaba mi tía y primero, medio que se burló cuando me vio tan “chico”, luego me vio teniendo relaciones con Gloria y dejó las burlas de lado, cuando me dediqué a ella, comenzó a gritar con una mezcla de dolor y miedo. La penetración “normal” digamos, me costó y aunque terminó gozando un par de veces, no dejó de quejarse y gritar, el tema fue cuando apoyé el glande en el agujero de su culo, ni llegué a meter la mitad del glande y parecía que la estaban torturando.
Gloria trataba de apagar sus gritos besándola y comiéndole la boca, a la par que le acariciaba el clítoris apretándolo entre su dedo índice y el pulgar, pero, no hubo forma de “hacerle la cola”, me sacó todas las ganas y desistí, tenía más ganas de apretarle el cuello que de cogerla y como Gloria se dio cuenta de eso, la calmó, le pidió que se vistiera y se la llevó, luego me dijo a mí que vendría más tarde a tratar de que se me pasara el disgusto. Según me dijo cuando volvió, la llevó a la casa y Marisa le había jurado que lo lamentaba y quería intentarlo otro día.
Recuerdo que “la hice corta”, “si aparecés otra vez con esa mujer por aquí, olvidate de volver a verme, es para problemas y yo no quiero tenerlos ni que los tenga mi tía”. Santo remedio, no volvió a aparecer nunca más, ni sé que le dijo o que le dejó de decir Gloria, pero nunca más tuve noticias de ella. Habían pasado más de cinco o seis años de eso y recordé también con una sonrisa que Gloria había aparecido como cuatro veces en la semana para tratar de que “se me pasara el disgusto”. Claro que, en el actual momento, la “veterana” estaba bien por dónde se la mirara y yo ahora tenía insonorizado el dormitorio.
Me reía pensando en eso cuando dejé de escuchar la música. Bajé y me fui caminando hasta la barra en la que estaba Candela, enseguida se me acercó Luisa acompañada de Ramón, se la veía contenta y con una sonrisa a flor de labios, “jefecito, tengo una noticia que darle”, no bien me lo dijo lo miré a Ramón y deslicé un “me lo imagino” …
- No, sí, bueno, sí, después te contamos bien, en realidad era para decirte que Andrea ya se fue y…
- Eso también me lo imagino, ya la vi por dónde venían los tiros, mientras no quiera ser locutora de la T.V. y me dejé colgado el trabajo no hay problemas.
- Lo que pasa es que vos te elegiste a la más linda, nosotros “los feos” nos tenemos que arreglar de otro modo, un picotazo aquí, otro más allá, bueno, es un decir eso sólo queda para Andrea, -dijo cuándo Ramón la miró- yo creo que ya tengo quien me dé “picotazos”, jajaja”.
La carcajada de Candela sonó en toda la confitería, ya totalmente vacía de clientes, “mirá vos, nadie se había dado cuenta de nada, amiga, jajaja”, –Candela le siguió la joda y Luisa le sacó la lengua para después darle un fuerte abrazo que se notó como de “compinches” o de quienes comparten “secretos de mujeres”-. La fiesta había salido bien y según mi novia me contó, a Lolita se la llevaron entre el hermano y un chico que le andaba atrás y que parecía un novio preocupado, “estaba “fusilada” en uno de los sillones del reservado común”, -acotó-. De seguido habló Ramón, “tenía razón Martín, vi muy claro que muchos usan más la nariz que la cabeza, se me cayeron un par de “ídolos” y otros no se condicen con la imagen que dan, no me sorprende, lo vi demasiadas veces antes, pero salió todo bien”.
Luego de que Candela estuvo lista me dijo que iríamos a la Estancia y nos siguió con el auto, yo aproveché el viaje para hablar con Ramón y Luisa, les dije que pensaba pasar el día con Candela porque teníamos que viajar a la Estancia del tío por unos trámites y que volvería al otro día, le di a Ramón los datos y la foto de la chica “desaparecida” y los del “supuesto bígamo” para que comenzara a averiguar sobre eso,
- ¿Dijiste que el novio de la menor se llama Félix?, -pregunto Luisa que parecía desentendida de lo que hablábamos-…
- Así es, es un flaco alto, bien parecido y usa barba bien cuidada, según parece, tiene estudios y mucha labia, pero no tengo más datos que esos.
- Sé de uno que “trabaja” en relaciones públicas o algo así, se mueve en las zonas de las discotecas de élite, si resulta ser el mismo del que vos hablás, dicen las “chicas de la noche” que conozco que el tipo es un “recolector”, se mueve en grupo con tres o cuatro o cinco tipos jovencitos que están en la misma, regala tarjetas y tragos gratis con el fin de captar chicas para las discotecas, las hace “dependientes” y después las “coloca” en departamentos privados de distintos niveles, -en principio quedé en bolas de lo que decía, aunque imaginé enseguida a que se refería-.
- Es la única pista que tenemos, habría que empezar por allí.
- Nadie sabe que yo me abrí de ese ambiente, si querés puedo averiguar algo, sé cómo moverme en esos lugares y si Ramón me acompaña, puedo averiguar algo, -expresó una Luisa convencida de lo que debía hacer-.
- Me resisto a que te metas en un lío o corras algún tipo de peligro, pero es la única opción que tenemos, consúltalo con Ramón y decidan como van a proceder, de última, necesito un nombre y una dirección, luego me encargo yo.
- No hay problema jefe, déjelo por mi cuenta, en la tarde me ocupo de hacer algunos “ambientales” cerca de los departamentos que son propiedad del tipo del Caso “bígamo” y en la noche salimos a pasear un rato con Luisa, yo voy a controlar que no tenga inconvenientes, me viene bien para desentumecerme y volver a “operar” en lo mío, -completó Ramón y me gustó la idea-.
Llegamos todos juntos y cada cual se debía ir a su casa, me desentendí de esos dos y ya en el pent-house, Candela me dijo que teníamos que salir temprano para ir a la Estancia, eso implicaba dos o tres horas de sueño y “cero mimos”, lo que me venía bastante bien.
Dormimos apenas un par de horas y desperté con Candela abrazada a mí como si fuera un náufrago junto a un pedazo de madera, ella se vistió con una ropa distinta que había traído en el auto y yo también lo hice como para pasar un día de campo. Desayunamos un café con leche con masas en un bar vecino y emprendimos la marcha, teníamos como tres horas de viaje porque la Estancia quedaba en la Localidad de Pergamino, situada a unos trescientos kilómetros de la Capital Federal. Los primeros sesenta o setenta kilómetros los hicimos charlando de pavadas, hasta que dejé de oír a mi novia.
Se había quedado profundamente dormida y la dejé que durmiera mientras me concentraba en el camino, la Ruta Nacional nro. 8 no era un dechado de virtudes, había tramos en que no podía darle más velocidad al auto por el estado del pavimento, pero lo llevaba bien, el sueño era algo que podía controlar. Me faltaban unos treinta kilómetros para llegar a la ciudad de San Antonio de Areco y yo me deleitaba con la cantidad de campos que, de uno y otro costado de la ruta, dejaban ver la ganadería que pastaba libremente y en cantidad, además de los sembrados.
Me puse a pensar que yo había visitado, junto con todo el curso de la escuela primaria y en una “visita educativa”, la Estancia de Guiraldes, “La Porteña”, este nombre fue dado en alusión a la primera locomotora que llevaba ese nombre. Fue allí, en esa propiedad, donde Ricardo Guiraldes escribió su obra más conocida, “Don Segundo Sombra”, una obra literaria que hace hincapié en el gaucho argentino. En el lugar se brindan espectáculos gauchescos de doma, carrera de sortijas y otras, hoy está abierta como hotel y tienen visitas guiadas, todo apuntando al turismo, además fue declarada “Sitio Histórico Nacional y la ciudad, Cuna de la Tradición”.
Es una ciudad tranquila, de calles apacibles, típicas de los pueblos del interior, dónde se respira campo y tradición, incluso se ve por la ciudad a gente luciendo, orgullosos, las “pilchas” gauchas y portando facones en su cintura, ya por la espalda o por delante de sus cuerpos, montando, además, sus caballos adornados con piezas de plata o andando en sulkys de grandes ruedas tirados por un sólo caballo, mezclados con modernas 4×4 y autos de alta gama. Iba a pasar de largo por allí y me prometí que volvería alguna vez a visitar esos lugares, a todo esto, Candela seguía durmiendo y yo disfrutando del camino y sus adyacencias.
Más adelante pasamos por un tramo de la ruta que estaba en reparaciones, tuve que aminorar la marcha y, sin poderlo evitar, pisé un par de baches que sacudieron al auto, Candela abrió los ojos preguntando cuanto faltaba, ni siquiera le pude contestar, cuando la miré ya estaba durmiendo de nuevo y acurrucada en el asiento adoptando una posición fetal. Me enternecía la mirada dulce y pacífica de mi novia, me hacía sentir como que una paz interior la asaltaba porque era yo quien estaba a su lado.
Finalmente, después de casi tres horas llegamos a Pergamino, la desperté a Candela en la entrada de la ciudad para que me indicara el camino a la Estancia, reaccionó rápido, me dijo que tenía que pasar por el centro de la ciudad para proseguir viaje y mientras ella se arreglaba un poco el cabello, me entretuve mirando partes de la ciudad, casas bajas, aunque había también edificios de alto, una plaza hermosa, limpieza, tranquilidad y prosperidad que se notaba en los vehículos que circulaban y en los comercios de la zona.
Candela se desperezó proyectando el cuerpo hacia adelante y sus tetas parecieron cobrar vida, amagué con detener el coche diciendo, “vida, si volvés a sacar pecho, provocándome de esa manera, detengo el auto en cualquier esquina y se pudre todo, no puedo seguir manejando, las ganas de poner mis manos allí son superiores” … Su risa cristalina resonó en el interior del auto y me besó en la mejilla a la par que apoyaba su mano en mi entrepierna, “acá en la calle me daría un poco de vergüenza, pero te prometo que voy a sacar pecho para vos sacándome antes toda la ropa y luego vamos a dormir la siesta después de almorzar,”.
Traspusimos la tranquera que marcaba la entrada a la propiedad y anduvimos unos trescientos metros antes de llegar a la casa principal. Era un chalet de estilo colonial con techos de tejas de las que ya no se fabricaban, tenía grandes arcadas, una enorme galería con sillones y macetones con diversas plantas de adorno, los ventanales estaban protegidos por rejas. Una construcción casi típica de los cascos de Estancias que suelen verse en fotos y pensé que cabían dos posibilidades, si la propiedad era relativamente nueva, había sido construida adaptándola a determinada época y/o, si la construcción era vieja tendría que remontarse su construcción a principios de 1900.
Había, como a unos cincuenta metros, un enorme corral, con mangas para el ganado donde, seguramente, atracaban los camiones y una empalizada pareja que bordeaba lo que vendría a ser el lugar principal de la propiedad, se notaba que todo lo demás estaba por detrás de la casa, pues el frente y los costados parecía un hermoso parque de plaza adornado con multitud de flores de colores y árboles de distintos tipos. Los sonidos propios del campo llegaban a nosotros, pero tuve que subir la ventanilla porque dos enormes perros salieron a recibir nuestra llegada con ladridos amenazadores.
Por detrás de los perros apareció una señora de unos sesenta años, otra que rondaba los cincuenta, parecían matronas robustas, aunque no obesas, las dos vestían cómodas con lo que semejaban batones con una larga fila de botones desde el pecho hasta las rodillas, bastó un grito de la primera de ellas que apareció para que los perros se llamaran a silencio. Con ellas venía un hombre delgado y alto con boina y bombachas de campo, éste también andaría en los sesenta o cercanos, aunque con la gente de campo, las estimaciones sobre la edad suelen ser engañosas, la piel curtida se contrapone con la energía de sus movimientos.
Candela fue la primera en bajar y las mujeres dieron un grito de alegría antes de acercarse a abrazarla y besarla, lo mismo hizo con el hombre que resultó ser el marido de la que salió en segundo lugar. La primera de ellas era la Encargada del lugar o Ama de Llaves, la otra era la cocinera y el hombre, una especie de mayordomo, lógicamente, conocían a Candela desde muy chica y se notó enseguida el cariño que le tenían. Luego vinieron las presentaciones y las mujeres me abrazaron y besaron como si me conocieran de toda la vida, el hombre me miró a los ojos y me estrechó la mano con vigor, como probando la fuerza de las manos del citadino.
Sus ojos denunciaron la complacencia por mi respuesta silenciosa y su sonrisa me otorgó un visto bueno. Pasamos al interior de la casa y aunque por la medida de las paredes me di cuenta que la propiedad era bastante antigua, estaba muy bien mantenida y modernizada, los muebles de cedro, algarrobo o ébano según los lugares en que estaban distribuidos, dejaban a las claras que allí no era de pobres la cosa. Tenía como diez habitaciones en una sola planta, lo que junto a las dependencias la convertían en una mansión impresionante.
Antes de almorzar que, ante pedido de Candela y mi anuencia, lo haríamos en la cocina junto a ellos, mi novia y la Encargada junto con el hombre se encerraron en un privado para ver las cuentas. La mujer de Jacinto, que así se llamaba el hombre que se fue con Candela, se llamaba Alicia y se quedó conmigo. Me preguntaba sobre cosas y lugares de la Capital y me contó que una vez había ido a pasear, por casi cuatro días, a casa de una hermana que vivía en el barrio de Caballito y había tenido oportunidad de conocer bastante. Como al pasar dijo que tenía cincuenta y un años y que, muchas veces se sentía aburrida en el campo.
Me pareció que enarbolaba una pizca de picardía en lo que me contaba y la miré con otros ojos, se apoyaba con los codos en la mesa cuando me hablaba y, como al descuido, dejaba ver el canalillo de sus tetas, no podía dejar de mirar, sabía cómo hacerlo sin parecer un desubicado y no se notaba allí ningún tipo de sostén, evidentemente sus tetas se sostenían sin “ayudas extras”. “Veterana” bastante buena, robusta para mi gusto y aunque algo descuidada, no era nada fea y un tanto “caliente”, era una combinación que, en lo particular, me movía varios esquemas.
La veía reír con sus comentarios de todo lo que había visto en la ciudad, “fui sola, sin la carga de mi marido y tenía que aprovechar”, -lo soltó con desparpajo y como dejando cosas para mi imaginación-. Quise cambiar la conversación para no cometer ninguna “cagada” y metí la pata hasta el cuadril al preguntarle sobre las instalaciones que tenía la Estancia, aludiendo a que no estaban a simple vista. “Ahh, claro, usted no conoce el lugar, el personal está en otro puesto y no hay nadie para enseñarle, espere un poquito y ya lo acompaño”. Golpeó en el privado en que se encontraban reunidos y avisó en voz alta:
- Antes de poner la mesa, le voy a mostrar algo de la Estancia al señorito. -Fue Candela la que contestó-
- Hágame ese favor Alicia, así Martín no se aburre, tenemos para un rato más aquí.
- No hay problemas, -expresó, luego se giró para decirme que enseguida volvía y se metió en un bañito que estaba frente a la cocina, comedor de por medio, me di cuenta que lo era porque alcancé a ver las cerámicas de la pared al abrir la puerta-.
Al salir me di cuenta que se había lavado la cara y se había peinado el cabello rubio ceniza que tenía o, por lo menos, le había dado varias cepilladas a las apuradas, como dije, ya estaba mirándola distinto y observé mejor su prestancia de “alemanota” de buen ver. “Venga conmigo que le muestro”, -dijo, a la par que me tomaba del brazo y apoyaba una teta durísima contra mi brazo-. Me llevó para el lado de unos galpones que se encontraban a casi un centenar de metros de la casa principal donde, según decía, estaba el tambo que funcionaba con máquinas extractoras.
Al llegar al lugar se adelantó y no pude evitar notar que lo hacía moviendo apenas las nalgas, no tan ampulosas, pero firmes y duras. Debajo del batón que tenía puesto no noté marcas de interiores y se me cruzó por la cabeza que, o no llevaba ropa interior y se la había sacado cuando entró en el baño. Si algo le faltaba a sus expresiones de picardía de hembra caliente y el canalillo de las tetas, era un par de nalgas “querendonas”. Mal dormido y algo cansado del viaje, como les pasa a muchos hombres, lo primero que reacciona es el “amigo” y el mío no fue distinto.
- Mi hermana está separada y una noche nos fuimos a bailar a esos lugares para mayores, la pasé genial, -seguía contando, pero, sin dudas, tenía ganas de contar más y yo se la continué-.
- Me imagino lo bien que lo debés haber pasado, tendrías a todos los hombres persiguiéndote, bellezas como la tuya no se ven todos los días. Dichoso tu marido que te tiene al lado todas las noches.
- Dichoso, las ganas, mi marido ni fu ni fa y acá no se le puede dar confianza a nadie porque son unos “bocas sueltas”, además, yo no soy ninguna belleza como usted dice, -lo dijo mientras se agachaba a recoger un pequeño balde, ni se tomó la molestia de doblar las rodillas y me tenté pensando en acariciar sus nalgas, me frené justo para no parecer un desesperado-.
- A mí me gusta todo el conjunto, aunque acepto que hay algunas partes que me gustan más.
- Había resultado terrible el señorito, se agradece el cumplido, es verdad yo me cuido, pero ya no levanto ningún “muerto”. ¿Cómo sé que no me está mintiendo y bromeando con una vieja?, ¿cuál será la parte del conjunto que le gusta más? -preguntó, ya bastante “regalada” o “jugada”-.
- Eso es muy fácil de comprobar, -le contesté poniéndome detrás mientras acomodaba una manta sobre unos fardos de pasto-.
- A sí y, ¿cómo sería eso?, -no la dejé darse vuelta, le apoyé el bulto en medio de las nalgas y pasé las manos por debajo de sus brazos para poder sentir mis manos llenas de tetas. ¡Ohh, por Dios!, es lo que estaba necesitando, -expresó sin ninguna empacho-.
Se quedó en la misma posición por un par de minutos y comenzó a mover las nalgas que resultaron durísimas, las tetas igual y aunque estaban un poco más flojas, sus pezones reaccionaron al instante, estaban erectos y se adivinaban como de un centímetro en el centro de areolas grandes y rugosas que recorría con mis dedos, sopesando las ubres o apretando sus “botones”. Gemía con esto y no dejaba de mover el culo, a la par que echaba la cabeza hacia atrás.
Se giró de golpe y tenía las tetas al aire porque ya había desabrochado varios botones de su vestido, me prendí entonces a los pezones como ternero hambriento y nunca mejor la expresión dado el lugar en que nos encontrábamos. Alicia no se quedó quieta, con una mano aflojó mi pantalón y con la otra recorría toda la erección de mi miembro.
- ¡Madre mía!, se me van a caer las lágrimas cuando me meta la verga, pero se la pienso aguantar completa, métala señorito, métala, ya estoy a punto, -dijo girando el cuerpo para apoyarse en los fardos apilados-.
No la dejé seguir hablando, la puse de frente y le comí la boca con ganas usando la lengua como un desaforado, mi mano se coló por su entrepierna y me encontré con un mar de flujos, sus gemidos se incrementaban y tocarle el clítoris la hizo estallar y casi gritar de placer. Entre temblores se apoyó con la espalda en los fardos y se deslizó de rodillas. Estaba re caliente la “alemanota” y aproveché la posición para bajarme el bóxer y acercar el glande a sus labios, sentí los dientes que me rozaban cuando le metí la mitad de la verga en la boca y casi vomita de la arcada.
Me retiré un poco para entrar y salir, pero, al igual que pasó con los besos, carecía de experiencia como para que me resultara placentero y desistí de seguir allí. En ese momento decidí hacerla girar y volvió a apoyarse en los fardos esperando por lo que venía pidiendo a gritos. Le levanté el vestido y como ya me había dado cuenta, estaba sin ropa interior y muy bien depilada, esto me extrañó casi tanto como si hubiera habido una selva, se me hizo que esas fueron enseñanzas de la hermana.
El culo y la vulva, expuesto todo a mis designios, me encantó, ni siquiera había marcas de celulitis y se comenzó a desesperar cuando “pincelé” con el glande buscando de lubricar al “chiquito”. ¡“Cogeme que no aguanto, cogeme” !, -pidió volteando la cabeza y con el rostro un tanto desencajado-. Era al pedo hacerla esperar y entré en dos caderazos, lubricación sobraba, pero el “pedazo” se hizo sentir cuando fue abriendo las carnes desacostumbradas.
No sé si Alicia mordió el fardo o su antebrazo, su grito sonó como algo apagado y tratando de hablar con palabras entrecortadas, pedía que se la sacara mientras yo me movía entrando y saliendo con mi propio ritmo y sin darle ni cinco de bola, en una salí despacio y no terminé de sacar el glande cuando me gritó casi rogando que no la sacara y siguiera dándole.
Tuvo un orgasmo y no la dejé descansar, yo continuaba bombeando y encadenó otro que le hizo aflojar las piernas, ¡mierda, mierda, mierda!, -decía y empujaba su culo al encuentro del “pijazo” intentando conseguir más placer. Mientras jugaba con mis pulgares en el orificio de su culo intentando dilatarlo sin hacer caso a los pequeños arrestos con que Alicia trataba de impedirlo, me puse a pensar en lo raro que se me daba con las “veteranas”, era como un “vicio” incorporado, no podía resistirme.
Eso sí, tenían que estar de buenas para arriba, con las otras, mal que pese, ni las miraba. Es más, creo que a ellas les pasaba igual, había una conexión inmediata y se soltaban las amarras no bien se presentaba algún diálogo ameno y un tanto “picante”. No dudaba que Candela era un espectáculo hecho mujer, lo mismo que Andrea que tenía lo suyo, pero… las “veteranas” complacientes me podían. Alicia se tensionó cuando dejé su vagina y apoyé el glande en el “chiquito”, el chirlo sonó sin que lo esperase, aflojó y me perdí en sus entrañas.
Ese culo era tentador y no la perdoné con la penetración, tampoco esperé nada y ahí sí que la vi mordiendo el fardo, creo que, si hubiese gritado provocaría una estampida en el ganado que pastaba tranquilo. Me sentí apretado, pero, como estaba durísimo y había logrado la meta de juntar las pieles de pelvis y nalgas inicié un martilleo como si fuera con un pistón sin pararme para contemplar ni escuchar las palabras entrecortadas, al rato dejó de lamentarse y las caderas se movieron tratando de tomar mi ritmo, ya tenía visos de cogida y no de sólo penetración.
En unos minutos más gozaba empujando las caderas y tuvo un orgasmo que quizás nunca espero, yo lo potencié inundando su interior y esperé apoyándome en su espalda porque la “alemanota” no paraba de temblar y mis muslos apenas aguantaban el cimbronazo. Poco a poco se fue recuperando y pudo hablar para que se le entendiese…
- ¡Me lo rompiste!, jamás dejé que entraran por ahí, al final me gustó, pero ¡mierda que duele!, vi las estrellas.
- Me pareció que querías que te cogiera y yo no perdono hermosos culos como el tuyo, aunque con un lubricante hubiera estado mejor.
- Claro que quería y valió la pena, ahora salí despacio que duele. Nunca pensé que tendría un orgasmo con semejante verga en mi trasero. Me hiciste sentir muy bien, señorito, jajaja.
Nos arreglamos la ropa, me lavé un poco en una pileta tipo lavamanos que había en el lugar y ella usó una toalla chica que le sirvió para que el semen no le chorreara por sus muslos. Estaba más que contenta Alicia y, menos mal, que los tenía catalogados como “bocas sueltas” a los paisanos porque, de lo contrario dejaría el tendal. Para disimular aún más, me llevó a otro galpón para mostrarme y a los gallineros repletos de “ponedoras”, “de paso camino un poco para que se me alivie el dolor del culo”, -dijo lanzando una carcajada-.
Al volver a la casa nos dimos cuenta que recién terminaban de poner la mesa para almorzar, Alicia se hizo cargo de servir los platos y pasé al baño para lavarme, el bidet y un buen jabón eliminó todo rastro “pecaminoso”. El almuerzo fue abundante y estaba riquísimo, al final, en el momento de los cafés, Candela dijo que nos iríamos a dormir la siesta porque la noche anterior no habíamos dormido bien, “¡Menos mal!”, -dijo Alicia sin contenerse y siguió al mirar a Candela-, “no sé cómo no se durmieron en el viaje”.
Nos fuimos a una habitación que tenían preparada y no bien entramos Candela sacó pecho mostrándome sus tetas de terciopelo y expresó… “¿Qué tenés que decir ahora de mis tetas?” … No había nada que decir y tuve que hacerme cargo, para peor o mejor, estaba con ganas atrasadas y tuve que esmerarme, pero respondí como un “señorito inglés”, eso sí, después fue desmayo, no había siesta que valiera.
Nos despertamos como a las cinco de la tarde y ya estaba allí el nuevo Capataz, después de los saludos de rigor, le dio los informes que Candela requería y ésta se puso contenta porque coincidía todo con lo que le había dejado el tío para cotejar. Con lo poco que quedaba de tarde paseamos un poco por las inmediaciones y nos saturamos los pulmones con aire de campo, observando que Raúl no se privaba de nada, pues aparte del jardín lleno de flores que daban un tinte alegre a toda la casa, hasta un jacuzzi grande tenía a un costado de la pileta de natación.
En la mañana nos despertamos temprano, el sonido del campo era ensordecedor, maravilloso por un lado y con una frescura genial, plagado de voces de animales y trinar de aves melodiosas, pero… repercutía en nuestros oídos de citadinos. Como fuere, habíamos descansado bien, pero, como estaba a punto de llover, preferimos viajar enseguida, se hizo rápido a pesar de la lluvia y no eran todavía las tres de la tarde cuando estábamos entrando al estacionamiento del edificio.
Directamente desde allí la llamé a Andrea, estaban los tres en la oficina de la Agencia y me avisaron que tenían novedades, les pedí que me dieran unos minutos y que enseguida estaba por allí. La despedí a Candela que no quiso ir a la oficina y luego de que se fue, subí a ver a Andrea, Luisa y Ramón. “Misión cumplida jefecito”, -así me saludó Luisa, dándome un papel, un beso en la mejilla y exhibiendo una sonrisa que le ocupaba toda la cara-.
- Bueno, me alegro por eso, cuenten que pasó, ¿qué es lo que me diste Luisa?
- El nombre completo y la dirección del tal Félix, efectivamente, se dedica a conseguir chicas y según parece hay tres muy jovencitas que saldrán en “subasta” en cuatro, no, en tres días.
- Felicitaciones, te salió como querías… ¿Cómo es este tema de las subastas?
- Gracias, todavía conservo algunos contactos amistosos. No es que las vendan como esclavas, pero como son nuevas, se juntan cuatro o cinco tipos y pagan por ser el primero.
- Se me revuelve el estómago de escuchar lo que ustedes me dicen, hay que activar el tema de este tipo y tomar el toro por las astas y no confío en la Justicia, no, perdón, en la Justicia sí, no confío en la mayoría de los hombres que dictan las sentencias, está lleno de gente que entra en negociados o se hacen los boludos mirando para otro lado, después voy a conversar con vos sobre esto Ramón… ¡Qué más hay?…
- Está lo del “supuesto bígamo” y resulta que el tipo no es tan “supuesto”, está casado aquí con la señora que te contrató y casado en Uruguay con una señora oriunda de ese país, con el mismo nombre y el mismo documento, a la vez está “juntado” con otra mujer, con ambas tiene hijos, en realidad, son tres, la “legítima”, por decir algo, que vive en este edificio, una chica que también es uruguaya, esa vive con la madre en la Localidad más cercana y un varón que es hijo de la mujer con la que está “juntado”. Todos tienen edades similares, los datos están en el informe, con lo que saqué yo con la máquina y lo que averiguó Ramón, -todo eso me lo informó Andrea que me miraba esperando alguna reacción por el “raje” que se había pegado con la locutora después de la fiesta-.
- ¿Todo esto se puede confirmar para mandarlo preso al tipo o para que le sirva sin dudar a la esposa legítima que nos contrató?…
- Sí… Está toda la documentación extraída de los originales. No entiendo a algunos tipos, no sé si creen que están por encima de todo o son completos idiotas e ignorantes. Lo digo porque en Uruguay se casó con el documento argentino y con su propio nombre, como si creyera que se puede estar por encima de la Ley.
- Hay de todo, pero de esto se tendrán que ocupar los Abogados que entiendan en la causa.
- Hay otra cosa más, -acotó Ramón-, la casa de fin de semana está vacía y el departamento en la zona sur de la Capital también.
- Seguro está buscando a otra esposa para que viva en ese departamento, no hay tres sin cuatro, jajaja, -expresó Luisa largando la carcajada-.
- No lo creo, las fechas de los casamientos están separadas por un par de meses, me inclino a creer que las dejó embarazadas y no quiso dejarlas “pagando”, no creo que haya sido por hacerse el galán, para eso es que vendió la casa grande en Belgrano, lo debe haber pensado todo, pero, en todo caso o como fuere, debe haber tenido una vida cargada de adrenalina, hay que aguantarse a tres mujeres y tres hijos chicos, no es tan fácil vivir con esas mentiras a cuestas, -opinó Andrea-.
- Creo que tenés razón, pero, en definitiva, a nosotros no nos interesa eso, sólo cumplimos el pedido del cliente.
Me despedí de ellos felicitándolos porque habían hecho un buen trabajo y, sinceramente, no pensé que pudiera ser tan sencillo. Las pruebas eran contundentes, por otro lado, sabía que Olga no podía tener acceso a un buen Abogado para que se ocupara de su tema y le iban a pedir un dinero que no tenía para hacer la denuncia e iniciar el Juicio. Ya había hecho veinte y nada me costaría hacer veintiuna, para eso llamé al dueño del Estudio Jurídico que llevaba todas mis cosas, hablé directamente con él y le expuse el tema.
Me pidió que le mandara todas las pruebas que había logrado acopiar y él me diría si era factible proceder, “no se haga problemas, si la posibilidad es concreta, lo derivo a la parte del Estudio que se ocupa de esto y no va a tener que desembolsar nada, yo me entiendo con esa mujer respecto a los porcentuales fijados por honorarios y le aseguro que esos serán los que se fijan por Ley, usted está detrás de esto y no va a existir ninguna cosa rara. Otra cosa más Martín, ya que se lanzó a esa profesión, ¿habrá inconvenientes en que le pase algunos casos del Estudio?” …
Naturalmente que le dije que sí, como un soberano idiota, había olvidado eso, ellos tenían montones de casos y trabajaban con un nivel altísimo de gente con grandes “bolsillos”. Me despedí de él, le avisé a Andrea que mandara toda la información vía mail al Estudio Jurídico, me contestó que ya se ponía a eso y agregó:
- Martín, tengo que hablar con vos por lo de la fiesta.
- No hay nada que hablar, ya sos mayorcita y si hubiera algo que hablar, hoy no tengo ganas, si anda Ramón por allí, decile que suba al pent-house, tengo que hablar con él.
Se la había dejado “picando” a Andrea, no estaba disgustado ni enojado con ella, lo que sucedía es que estaba pensando en el tal Félix y en la chica “desaparecida”, no quería que otra cosa me distrajera, vería que opinaba Ramón porque yo tenía ganas de ir a buscarlo, hacer que me pidiera por la madre y que me dijera donde estaba la chica, no pensaba tener piedad con esa clase de tipos.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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