EL DETECTIVE PRIVADO. (17)
Continúo haciendo de “Papá Noel” y contrato a cocineras. La función de cine propuesta por Luisa resulta ser un éxito..
COCINERAS – FUNCIÓN DE CINE – (17).
Previo llamado al celular, me encontré con Ramón en una especie de restaurant al paso, similar a los que se ven en las películas de los coreanos, una de las paredes estaba cubierta con un plástico grueso que otrora debe haber sido transparente, cuatro mesas de madera, dos sillas por mesa y un mostrador largo con un entarimado para comer parado, desde mi perspectiva, bastante deprimente, pero no iba a opinar en contrario, como “el hábito no hace al monje”, me senté a su lado preguntando que se podía comer allí y la chica gordita que hacía de camarera me alcanzó un papel escrito a mano con un listado de siete comidas.
- Yo pedí ravioles a la bolognesa, pero si quiere chuparse los dedos pida el estofado, la mamá de la chica que atiende cocina como los dioses. Siempre que puedo me acerco a comer aquí, cuando andaba con el “cajoncito”, más de una vez me dieron de comer sin cobrarme, es muy buena gente y ahora que ando mejor no voy a andar mirando por arriba del hombro, además, están mal, me contaron que el Municipio les va a retirar el permiso por el tema de salubridad y por la falta de baño separado, ellas sólo se defienden con esto y me acerqué a ver si les puedo dar una mano.
- Me parece bien, no se es más por lo que se tiene en el bolsillo. Esto del “fatto in casa” me agrada, le voy a entrar al estofado y, en una de esas, vemos de darle una mano. ¿Qué novedades hay del “fulano”?
- Hoy lo seguí desde que salió de la casa, lo pasó a buscar el suegro y salió la hija a saludar al padre. Al pobre tipo lo deben haber casado de apuro, el padre es grandote, pelado y gordo, la chica no tiene más de veinticinco años y, aparte de estar embarazada, es tan gorda y alta como el padre, no es fea de cara, aunque, nada que ver con el físico y lo carilindo del “fulano”.
- En una de esas es verdad o se casó por conveniencia y/o lo casaron “de apuro”.
- Lástima que hay tan poco tiempo para trabajarlo, según Andrea se casó hace casi siete meses y, por lo que vi, la chica está a punto de explotar, debe estar en los límites de los nueve meses. Los seguí hasta la empresa, no pude ver bien, pero el suegro parecía estar “cagándolo a pedos” durante el viaje, luego lo dejó en la puerta de la empresa y él se fue con el auto, no lo quise seguir. Hablé con una de las chicas de la limpieza que lo saludó con una sonrisa cuando él entraba.
- Algún tipo de relación entre esa chica y él.
- No, para nada, le tiré dos Pesos y habló hasta por los codos, dice que está “bueno” y agregó que “lástima que es un idiota que la va de lindo”, siempre está tratando de “enganchar” a alguna, que ella y otras lo saludan casi por obligación. También me dijo que el suegro lo tiene “cortito”, pero que lo trae a la mañana, a la tarde se va solo y sale a tomar algo en una confitería que está a dos cuadras, deja de trabajar a las cinco de la tarde y lo de ir a ese lugar, según ella, es para tratar de “babearse” con las operarias de la empresa que van al mismo sitio.
- Todo un “picaflor” el muchacho. Parece que las únicas que le dieron algo de bola han sido la esposa y “la gritona”.
- Según esta chica, salvo los saludos, casi ninguna le lleva el apunte, además ellas saben que “no corta ni pincha” en la empresa, que está allí por el suegro. ¿Quién es “la gritona”, es de la empresa?…
- No, es la clienta, yo me entiendo… Si va a esa confitería podemos tener una oportunidad con la rubia que tiene que engancharlo.
- Yo pensé lo mismo, podría andar, pero habría que hacerlo en la calle, con eso del “encontronazo casual”, sería más creíble.
- Le decimos que se prepare para mañana. Tengo una duda, ¿cómo hiciste para seguirlo al suegro?…
- Tengo un amigo que me lleva en el taxi, lo llamo y responde “al toque”, le pago aparte sin que use el reloj…
- Tendrías que tener un coche para movilizarte…
- Es un poco engorroso para los seguimientos, del taxi me bajo cuando quiero y él me espera, si tuviera un auto, tengo que buscar dónde estacionarlo, hay zonas dónde no se permite ingresar con coches particulares y los estacionamientos no sobran, en la ciudad el taxi “amigo” es lo mejor para moverse.
En medio de la charla estaba devorando el estofado servido en un plato hondo, me hizo recordar a la comida que me hacía Ana en la mansión cuando era chico y pensé que tendría que volver a darme una vuelta por allí, las tenía un tanto abandonadas a mis “hadas madrinas”. Al igual que Ramón, lo acompañé con un vaso de vino de la casa, pero no repetí la bebida, bastante mal me había tratado el Cabernet de la noche anterior. Se me ocurrió una idea porque recordé lo que me había dicho Ramón sobre la clausura del negocio y le pedí que la llamara a la cocinera, que tenía algo para ofrecerle.
Enseguida salió la señora secándose las manos en el delantal, gordita, simpática, de casi unos cincuenta años, de mirada franca y de las que se saben preparadas para hacerle frente a cualquier temporal. Ramón me presentó y le dijo que yo quería hablar con ella, ni se lo pensó, tomó una silla y se arrimó a la mesa…
- Usted dirá señor, ¿la comida estuvo bien?
- Espectacular y de eso mismo le quería hablar. Me dice Ramón que tienen problemas con la habilitación.
- Y sí, ya me lo esperaba, bastante duramos así, yo habilité un cuarto que daba a la calle para poner el negocio, vivimos atrás con mi hija y todos usamos el baño de la casa. Es lo único que me quedó cuando falleció mi marido y como había que salir adelante y me defiendo con la cocina, con mi hija pusimos esto, la peleamos y no hay lujos, pero de comer no nos falta.
- ¿Cómo anda para preparar comidas, preparadas para frezarlas?
- Bien, de hecho, muchas veces lo hacemos así en el local, es más práctico, pero no hacemos mucha por la capacidad de nuestro freezer, ¿por qué lo pregunta?…
- Porque puedo ofrecerle algo, yo vivo solo y no sé hacer ni un huevo frito, pero podemos ser cuatro o cinco para comer y siempre recurrimos a algún delívery. Si usted viene dos o tres veces a la semana, cocina, mete la comida en un freezer y después podemos comer todos sin recurrir al teléfono. Es más, en el tiempo libre puede seguir vendiendo “a pedido” …
- A ver, explíqueme, eso me interesa…
- Habilite el negocio para usarlo sólo como delívery, usted tiene buenos precios y la comida es abundante, con algo de folletería, muchos vecinos de los departamentos utilizarían sus servicios y pueden ser las dos las que cocinen, acá y en mi casa.
- Es buena idea, el problema es la habilitación, sale un dinero que no tenemos, vivimos al día.
- Por eso no se haga problemas, Ramón está dispuesto a ayudarlas con un préstamo, –Ramón se sonreía al darse cuenta de cómo venía la mano- y yo le pagaría el sueldo a una, independientemente de quien vaya a cocinar.
- ¿De cuánto sería ese sueldo?…
- ¿Cuánto le ingresa neto por día?, haga esa cuenta multiplicando por treinta días del mes y yo le pago el doble, en blanco y con todos los beneficios, si le interesa, piénselo y si está de acuerdo, véngase mañana a la mañana para que vea la cocina y haga las compras de lo que necesite, yo quiero comer comida casera y familiar.
Me levanté porque quería ir a decirle a Luisa que les avisara a las chicas y la dejé a Alicia -así se llamaba la señora-, para que hablara con Ramón y que él le explicara bien, incluso como era yo, la saludé con un beso en la mejilla y me fui contento. Había vuelto a hacer de “Papá Noel” y me sentía bien con eso. Podía ser un “rayado” para algunas cosas, pero si se daba la posibilidad de ayudar a algunos pocos, no me temblaba el pulso, tenía presente que a mí las cosas siempre me vinieron de arriba y no todos tenían la misma suerte.
Cuando volví al edificio pasé por la oficina y me la encontré a Luisa, sin dejarme decir nada me explicó que ya habían puesto las cámaras y Andrea había controlado que las imágenes llegaran bien a los monitores que ella tenía en su departamento…
- Ya que está, compramos unas cervecitas, unos sándwiches de miga y nos miramos una porno en directo, estaría bueno, ¿no?, jajaja… -Le miré la cara de picardía y desparpajo y no sabía si reír, llorar a empezar a los gritos, opté por algo salomónico y le di pie-.
- Sí claro, justamente y vos te vas al departamento con Ramón y yo me tengo que quedar con Andrea mirándonos a los ojos.
- Jajaja, no me joda jefecito, la última vez que Andrea estuvo en el pent-house bajó caminando medio chueca y le costaba sentarse derecha, yo no digo nada y Andrea no soltó palabra, pero a mí no me la “vende”, yo de eso de caminar o sentarme con el culito “estropeado” entiendo un rato largo, jajaja.
- Más respeto con el jefe, sos una zafada, vamos a seguir con el tema del trabajo, llamala a tus amigas y avisales que el trabajo se hace mañana, tipo cinco de la tarde. Mañana a la mañana Ramón las va a llamar para avisarle dónde se encuentran.
- Eso quiere decir que Ramón no va a estar para ver la porno en directo, ¡qué cagada!, ¿qué será de mí?, jajaja…
- No me mires ni te hagas ilusiones, no veo la hora en que te vayas a Chile y nos dejes respirar, sin que aparezca alguna broma de las tuyas.
- Hablando en serio jefe, a Ramón no lo jodería nunca y esto de Chile no me lo voy a olvidar en mi vida, ya me imagino casi, casi una señora y cuando vuelva…
- Cuando vuelva hay que hacerte documentos nuevos, con nombres de “señora”, de eso se van a ocupar los del Estudio Jurídico y dejá de joder con las lagrimitas y los agradecimientos, ya parecés una “llorona de velorio”. -La Ley de Identidad de Género fue sancionada en La Argentina en mayo del 2012, antes había que solicitarla vía Judicial y llevaba un tiempo largo, algo que siempre se acortaba acorde a los “contactos”-.
- Bueno, listooo, está bien, ya me pongo a hablar con mis amigas.
Le dejé dicho que temprano en la mañana vendría una señora de nombre Alicia, era conocida de Ramón y se ocuparía de la cocina, eso para que no tuviéramos que pedir más la comida por teléfono, le encantó la idea. Luego subí a verla a Andrea para saber si había novedades con el caso de la empresa del marido de “la gritona”. Sólo tenía los datos de dos Ejecutivos, pero sabía que “la ratita” iba a desenmascarar cualquier “cosa rara”.
El departamento de Andrea, al igual que todos los del edificio tenía calefacción por losa radiante y allí adentro se estaba más que cómodo y templado. Me abrió la puerta y silbé admirado, no quedaba absolutamente nada de la “hacker hippie” de ropas holgadas que vino a vivir en ese departamento con el novio. Estaba descalza y vestía una minifalda que llegaba apenas por debajo de su entrepierna y un top hecho con una remera recortada “a tijera”, suelto y sin mangas que, de casualidad, tapaba sus tetitas erectas y bien armadas.
Como el sostén brillaba por su ausencia, no bien le di un beso en la comisura de los labios, los pezones se le empezaron a notar debajo de la tela fina de esa remera recortada. “Dejame verte bien”, -le pedí cerrando la puerta- y dio un par de vueltas sobre sí misma para mostrarme, bastó eso sólo para que mi cabeza sin neuronas comenzara a responder… “No te imaginás como me calienta el verte así vestida”, -le dije- y de inmediato la abracé apretando su espalda sobre mi pecho.
Tal como si fuera una coreografía ensayada, mis palmas se prendieron a sus tetas y mis dedos a sus pezones, a la vez que mi verga, apoyada un poco más arriba de sus nalgas, comenzaba a crecer y se hacía notar, ella hacía fuerza tirando su cuerpo contra el mío y la sentí gemir con placer cuando besé su cuello…
- Me encanta cuando me apretás así, pero estoy en esos días mensuales de mierda que solemos tener las mujeres, caliente, aunque incómoda, dolorida y no creo que te sea muy placentero.
- Está bien “ratita”, no te pongas mal, lo entiendo y sé que ustedes se suelen poner incómodas y susceptibles, lo podemos dejar así, sólo pasaba ver cómo iban los trabajos y me calenté como un imberbe, en otro momento la seguimos.
- Me jode porque es justo cuando me tocaba sentirte adentro, pero, en otros momentos las ganas, ni ahí, mirá como te pusiste, no te puedo dejar así.
Uniendo la acción a la palabra, me dio un pequeño empujón y me sentó en el sofá, tardó lo que un suspiro para aflojar mi pantalón y sacarlo junto con el bóxer, sólo me lo sacó de una pierna y quedó la ropa en el suelo, enrollada en un tobillo. Miraba la cara de vicio y lujuria de Andrea arrodillada entre mis piernas y la verga se me endureció por demás, reía sólo para mis adentros porque me comparé con los caballos sementales que se golpean la panza con la verga cuando están excitados, parece tonto, pero así me sentía.
Contraía los músculos para tratar de moverla, aunque fue una sola vez, ella rápidamente la tomó en la mano y el macho semental quedó reducido a un gemido de placer cuando, mirándome a los ojos, la comenzó a tragar, pues eso parecía, la absorbía y la tragaba expresando con la mirada las ganas que se venía aguantando desde hacía rato. Un jopo de su cabello le tapaba parte del ojo y no tardaba en correrlo con una de sus manos para disfrutar con mi cara de placer.
Por momentos sus ojos se desconectaban de los míos, era cuando aplastaba su naricita en mi pubis y desprendía sonidos guturales como si se hiciera gárgaras con mi verga incrustada en su garganta. No sé lo que hizo, pero cuando pensaba que era increíble que, con esa boquita, Andrea podía tragarse toda mi verga, me sorprendí con una especie de corriente eléctrica que bajó por mi columna y me vacié en ese conducto. Tragó todo directo a su garganta y sin recular, sentí que me vaciaba por su forma de aspirar. Volví a mirar sus ojos cuando la sacaba de la boca por tramos hasta llegar al glande, estaban llorosos y al levantar la cabeza, algunas gotas se deslizaron por sus mejillas, la verga brillaba con su saliva y me pareció que estaba a punto de llanto.
- ¿Qué pasa “ratita”, te sentís bien?…
- Sí, sí, estoy bien, hoy estabas más grande que nunca y como sé que no se escapa nada, te cuento que tenía un miedo enorme a que no me dieras más bola. Te necesito, me des lo que me des y se me juntó todo porque justo cuando podía demostrártelo mejor, me agarrás en “esos días”.
- Jajaja, tonta, como si no me conocieras, sabés que, si hubiera querido actuar distinto con vos, te lo hubiera dicho de frente sin dejar pasar el tiempo. Antes de preguntarte por el trabajo, ¿te pasa algo con la “famosa”?
- Me gusta y congeniamos bien, pero ya te lo dije, no disfruté mucho porque estabas vos en mi cabeza, aunque a ella le debe haber gustado porque me llama a cada rato para volver a vernos.
- Hagamos una cosa, si te gusta, dale para adelante, pero “manejá” todo con tranquilidad, no quiero que te haga mal y quedes expuesta a los Medios o a que te “apunten”, ese es un ambiente de mierda y podés salir lastimada, pero cuando necesites “mi carne en barra” me lo decís, siempre buscaré un momento para vos. Eso sí, ya sabés que…
- Olvidate de eso, lo tengo claro, hay un sólo “envase de carne” que me interesa, jajaja. Respecto al trabajo, ya te saqué copias impresas, los dos tipos que me pediste están “con los pies en el barro” o, si te gusta más, “hasta las manos”. Gastan más de lo implican sus ingresos “legales”, hay uno que además mantiene a dos amantes, ya pude sacar un par de conversaciones telefónicas entre ellos que los perjudicarían bastante y ahora estoy tratando de averiguar si tienen cuentas bancarias en paraísos fiscales, después veré si hay otras propiedades y sus valuaciones.
- Como siempre, un trabajo genial, -le dije mirando la carpeta que me había dado-.
Le avisé también de la cocinera y el beso que me dio al despedirme no tuvo desperdicio, todo en ella me hacía saber de su entrega y yo sabía que no tenía derecho a limitarla, ella tendría su “rebusque” y yo estaba seguro que no habría otro, la lealtad de todos ellos hacia mí no tenía discusión.
Estaba despatarrado en mi sofá y estudiaba la carpeta con los datos que me había dado Andrea, era indudable que los dos tipos “distraían” fondos de la empresa en cuestión. Uno de ellos, el suegro del bobo que la extorsionaba a Marisa, era el que tenía las dos amantes, una vivía en un departamento que estaba a su nombre y la otra en un departamento alquilado, pero, como la chica no tenía trabajo ni ingresos legales que reportar, quedaba claro quien pagaba el alquiler.
No tenía muchas ganas de hacer ese trabajo porque averiguar el “modus operandi” con que los “fulanos” se hacían del dinero, implicaba algún tipo de tareas de encubrimiento y eso me llevaría mucho tiempo, pues no sabía cómo eran las facturaciones y las comercializaciones en la empresa.
Trataría de lograr que el Empresario se conformara con las pruebas que tenía en mis manos más lo que pudiera agregar “la ratita” sobre otras propiedades y posibles cuentas bancarias, él sabía mejor que nadie como era el trabajo en la empresa y dónde buscar las falencias y las “sangrías” que iban a parar a los bolsillos de estos dos.
Por otro lado, esas “putas ideas” que se me metían en la cabeza hacían que no confiara mucho en el tipo, me hacía un “run, run” extraño el hecho de que el tipo la tratara mal a la esposa y se mostrara tan celoso. Estaba claro que Marisa no era un “trigo muy limpio”, pero, normalmente, el celoso empedernido tiene algunas cosas “no santas” que ocultar y se me dio por querer averiguar algo más de él. Si no había nada, me lo quedaba para mí, pero si encontraba algo que lo pudiera joder, trataría de ayudarla a “la gritona”.
Lo que pensaba hacer no era muy ético que digamos, pero había algunas cosas de la ética que me las pasaba por donde no me diera el sol. No lo dudé ni perdí más tiempo en elucubraciones, tomé el teléfono y le pedí a Andrea un informe detallado del marido de Marisa, con comunicaciones telefónicas y detalle de los gastos de tarjetas, eso sólo para empezar, ya vería si saltaban algunas otras cosas.
Luego de llamar a Ana y de hablar con mis otras dos “nodrizas”, pregunté cómo iba todo por allí y para completarla y hacerlas sentir bien, les dije que las extrañaba y que en cualquier momento pasaría a visitarlas y darles unos lindos abrazos. Sabía que eso les agradaría, Ana, a mi pedido, había puesto el altavoz y escuché por el teléfono que me gritaban que me estarían esperando. El día terminó sin más novedades y me fui a acostar temprano, pensando que el día siguiente sería algo movido.
A las ocho de la mañana estaba levantado y ya desayunado, estaba esperando que apareciera la señora Alicia, nuestra futura cocinera. Apareció cerca de las nueve acompañada por Luisa y por la hija, la tarjeta que les había dejado Ramón tenía la dirección de la oficina y desde allí las acompañó Luisa que se regresó pronto. Las dos mujeres se me quedaron mirando, no sólo a mí, el pent-house las había apabullado, estaban bien vestidas y parecían sentirse incómodas con las ropas que llevaban…
- Ramón me dijo que usted era un Detective, jamás me imaginé encontrarme con todo esto, -dijo Alicia mientras la hija revoleaba los ojos-.
- ¿Eso sólo les dijo?
- Sí, eso y que usted era su jefe y que le gustaba que lo trataran con respeto, pero que era muy dado y no tenía problemas en ayudar a la gente que lo rodeaba, de ahí a ver el lujo en que vive…
- Para mí no es tanto, estoy acostumbrado y convencido que a las personas no las hace el dinero, al contrario, normalmente cambian cuando hacen dinero y, como yo lo tuve siempre, aprendí que, en lo que a mí respecta, no es tan importante, además, por mucho que tenga no lo podrán meter en mi ataúd. No me gusta regalarlo, pero si puedo ayudar a los que necesitan, lo hago, eso sí, exijo lealtad y discreción.
- Es extraño usted, pero me genera una confianza tremenda, ¿por qué no vemos que freezer tiene y en que cocina tengo o tenemos que trabajar, después hablamos del sueldo.
Mi madre siempre decía que lo que se utilizaba en la cocina tenía que ser de lo mejor, en casa siempre hubo heladeras grandes y cocina de varias hornallas, por eso, cuando armé el pent-house le puse de lo mejor que encontré en plaza, otras cosas las mandé a hacer a medida y todo en acero inoxidable.
La cocina tenía seis hornallas y un horno enorme como para cocinar un cerdo allí adentro, a simple vista tenía tres heladeras altas, pero eran dos, una de ellas tenía dos puertas y parecían unidas, aunque cada una tenía un frio determinado y una parte para freezer, la otra era toda freezer, demás está decir que allí no faltaba ni la más mínima cucharita.
La cocina en sí tenía unos 4×4 metros y al costado de la misma existía una despensa de 4×3 con anaqueles donde se guardaba todo lo que se necesitaba en lo que a alimentos se refiere. La mesada era en parte de mármol, algo de acero inoxidable y también madera dura y no faltaba allí ningún artefacto. Alicia y la hija quedaron anonadadas con lo que vieron, máxime que estaba todo casi 0Km, pues yo no había usado la cocina nada más que para hacer unos mates o el café.
- ¡Esto es el sueño de cualquier chef!, hay cosas que no están usadas.
- Ya se lo dije, me bastaba con levantar el teléfono, pero ya no quiero más de eso. Cualquiera de las dos que venga es dueña y señora de este “territorio”.
- Tendremos que ponernos a estudiar recetas.
- No, no, no, yo no necesito recetas sofisticadas, quiero comer “fatto in casa”, sano, nutritivo, apetitoso, pero de las comidas comunes, aunque, bueno, algún pollo relleno no vendría mal de vez en cuando, aprenda a sorprenderme, jajaja.
- Entiendo, ¿cómo vamos a hacer con los condimentos y lo que se necesite para cocinar?
- Yo le dejo mi número de tarjeta y los teléfonos de dos de los supermercados más grandes, usted llama y que le envíen lo que necesita, no le van a dar problemas, llene la alacena si quiere.
- Está bien, pero, muchas veces me gusta elegir la mercadería.
- En ese caso, le dejo el dinero en efectivo que necesita, pero no quiero que ande cargando bolsas, que se lo traigan a casa. Bueno, pasemos al asunto del sueldo.
Me dio un papel con lo que ganaban diariamente para ellas y esa cifra la había multiplicado por treinta, tal como le había dicho, la cifra era paupérrima, vivían más que con lo justo y también me dio la pauta que no trataban de engañarme con las cifras.
- Ustedes viven con lo imprescindible y, a veces menos. No, no lo tome a mal, yo no la juzgo, pasa que imagino las necesidades y vamos a solucionar eso, a esta cantidad le voy a agregar un 350% más.
- ¡Ohhh, es mucho más de lo que esperaba!, eso nos permitirá vivir mucho mejor, se lo acepto, con una condición.
- Usted dirá…
- Que en los días que me toque, a mí o a mi hija, entre paréntesis se llama Rosario, nos deje ocuparnos de asear y acomodar su habitación, su ropa y su baño.
- Es que eso no es necesario Alicia, para eso vienen de una empresa de limpieza y se ocupan de todo.
- Entonces haga un combo, nos dedicamos las dos a esto, un día cada una, nos da un suplemento y no gasta tanto en una empresa de limpieza.
- Es buena negociadora, ¿qué piensan hacer con el tema del restaurant?
- Le voy a ser muy sincera, podríamos explotarlo como usted nos dijo, pero estoy un poco cansada de lidiar con la gente, “que está frio, que le falta condimento, que no tiene gusto”, siempre hay alguno que se queja, pero con esto arreglo mi casa y nos dedicamos sólo a este trabajo.
- No me parece mala idea, de ocho a catorce, de lunes a viernes me vendría bien, pero no se olvide que soy soltero y apelo a su discreción en todo. Vamos a hacer así, les doy la dirección del Estudio, vayan a que le tomen los datos, repartimos el sueldo entre las dos con la suma que le pasé y del suplemento me encargo aparte yo, eso sería en negro. ¿Qué opina Rosario de esto?
- Para mí es fantástico, incluso me queda tiempo para estudiar, sigo la carrera en Económicas y la estoy estirando por falta de medios.
- Me parece bien, incluso si necesitás la computadora para tus estudios, la podés usar. Yo me brindo con ustedes y espero reciprocidad.
- No lo dude señor Martín, tenemos una sola palabra.
- Martín, Martín a solas, dicen que el señor está en el Cielo, haga una lista de lo que necesiten para comprar mañana y vayan al Estudio, cuando ellos den el OK, les entrego la llave del lugar, eso porque tengo que mandarlas a hacer, no es por otra cosa.
Era media mañana cuando bajé a la oficina, contento con las contrataciones y me encontré con Ramón que se iba a poner en contacto con las “chicas” que harían el trabajo, me contó dónde se encontrarían y que, si veía que había “caído el chivo en el lazo”, se volvería para la oficina, “no tiene sentido quedarme allí, pues todo quedará grabado”, -me dijo muy serio-. Yo las miré a Luisa y a Andrea que me observaban y la futura “señora” no se pudo aguantar, “ya encargué los sándwiches de miga y compré varias botellas de cerveza importada, hoy es tarde de cine gratis, jajaja” …
No le dije nada, las salidas de Luisa se acompañaban de una alegría contagiosa. Sin poder disimular la sonrisa, les conté de la contratación de Alicia y Rosario y le pedí a Ramón que me avisara por teléfono cuando hubiesen rumbeado para el departamento de la chica y a Andrea que tuviera todo listo para vaciarle el celular y las computadoras al extorsionador, tanto la personal como la del trabajo. Me contestó que sólo tenía que apretar un botón, que ya tenía todo preparado.
No hacer nada hasta las cinco de la tarde no me causaba nada de gracia, el día estaba hermoso y decidí pronto lo que quería hacer, la llamé a Candela para preguntarle si no me quería acompañar a la mansión pues pensaba almorzar allí, “ya estoy saliendo para tu casa, dame unos minutos para cambiarme”, -fue lo único que me contestó después de saludar-. Andrea y Luisa me escucharon y fue “la ratita” la que habló: “Yo tengo todo listo, ya te lo dije, sólo tengo que apretar un botón, ¿podemos ir con vos y con Candela?, me gustaría conocer esa casa”.
Sabía que ellas tres se llevaban muy bien y después de que llegó mi novia, nos fuimos los cuatro juntos a la mansión. Tendría unos treinta y cinco minutos para llegar a la casa y durante unos treinta minutos sólo hice de chofer, lo único que les dije es que a las cinco tendríamos que estar en casa por el “trabajo” programado, después no tuve oportunidad de meter otros bocadillos, hablaron hasta por los codos. Luisa le contaba a Candela con pitos y señales lo de la futura operación, Candela les contaba lo que había sentido al conocer la casa que fuera de mis padres y Andrea aportaba lo suyo, recordando la emoción de Luisa al recibir el cheque.
Lo otro que hablé fue para llamar a Ramón avisándole que si volvía a la oficina estaría solo y a Ana para avisarle que íbamos cuatro a almorzar en la casa. No bien llegamos pasé por todo el frente de la casa, luego me dirigí a la parte trasera para estacionar cerca del sitio cubierto donde se encontraba la parrilla, Ana me había dicho que cocinaría unos bifes de chorizo y tiras de asado finas con algunas mollejas y chinchulines. Andrea se sentía cohibida por la gran casa y Luisa, para variar, saltó con un: “¡A la mierda!, está genial jefe, cuando ya sea una “señora” voy a venir a estrenar mi tanga a esta pileta”.
Mis tres “Hadas Madrinas” me recibieron con alegría y manifestaciones de cariño y yo me sentía con ellas como si fuera un chico feliz. Hacía unos diez o quince minutos que Ana había puesto la carne a la parrilla y como todavía quedaba una media hora para comer, las chicas, luego de saludarse con besos y abrazos con las mujeres de la casa, se fueron todas a la cocina, fue lo primero que eligieron para comenzar a recorrer la casa.
Me quedé en el living tomando un aperitivo y vi que Ana bajaba las escaleras para irse a atender la parrilla, pero lo que hizo, como quien dice, “me hizo el día”, pasó a mi lado y se paró para mirarme, me acarició la mejilla con una mano y se acercó para besarme la otra mejilla, “las viejitas de la mansión te queremos mucho, sos y serás siempre nuestro bebé”, luego de eso salió al patio trasero y la seguí, la abracé desde atrás y le di un beso yo también en la mejilla a la par que le decía:
- Yo también las quiero mucho, no les cuentes, pero a vos un poco más”, –Ana se derretía con esto-.
- Esa chica Luisa es hermosa y de lo más divertida, pero me parece que no es una chica, ¿no?…
- No se te escapa una… Nació como varón, pero pronto se realizará una operación para ser definitivamente mujer, trabaja en la oficina, es mi secretaria y vive con Andrea.
- ¿Son pareja?
- No, nada que ver, Ramón que es mi mano derecha en las investigaciones está con Luisa y esperan el resultado de la operación para casarse.
- Parecen todos muy buena gente, estoy feliz de que te vaya bien, ¿estás comiendo bien?, ¿te cuidás?
- Si mamuska y ahora contraté a una cocinera que cocina igual que vos.
- ¿Igual que yo?, imposible, ya voy a ir a controlarla, jajaja, andá a llamarlas que esto está listo.
Estaban las tres solas porque la otra chica que trabajaba con ellas estaba de franco y no se cortaron en decirme que era muy cumplidora y trabajadora. El almuerzo fue de lo mejor, no sólo por el “asadito” que estaba para chuparse los dedos, sino también por las expresiones de Luisa hablando de la casa y de las habitaciones. De hecho, después de los cafés, Candela hizo de “Cicerone” y con Luisa y Andrea siguieron recorriendo las habitaciones mientras yo me quedaba con mis tres “Hadas” que me preguntaban lo que les venía en mente.
Lo pasamos muy bien y como nadie le dijo nada a Candela de la “tarde de cine”, se volvió para la casa, eran las cuatro y media de la tarde cuando se fue. Lógicamente después de una serie de mimos mutuos que ella misma cortó porque sabía que teníamos que seguir en un trabajo ya iniciado. Se nos unió Ramón y resultó cierto lo de los emparedados de miga y las cervezas, Luisa los trajo y los puso en una mesa ratona al alcance de la mano. Teníamos los cinco monitores encendidos, pero en principio, la acción se comenzó a ver en dos de ellos.
No se había quedado corta Luisa cuando nos dijo que la “amiga” era una belleza, la rubia era, definitivamente, para “parar el tránsito” y la minifalda que vestía conjuntamente con el par de botas de caña alta te calentaba, completaba el cuadro con una blusa ajustada que dejaba notar un par de tetas duras y altivas y un rostro que, sin dudas parecía el de una muñeca, “La Barbie”, que estaba de moda, sólo le llegaba a los tobillos. Detrás de ella hizo su aparición el “carilindo” con cara de bobo, acentuada por la forma en que la miraba a Selena, que así se llamaba la rubia.
Era casi de mi altura, no tenía mis espaldas, pero no desentonaba y, según Andrea, el “flaco estaba bastante bien”. Bastó un beso de la rubia que se había acercado a él como si fuera una gata, para que el tipo se entregara atado de pies y manos, yo pensaba que sin la droga hubiese actuado igual. No tardó nada en desvestirlo, lo volvió a besar y bajó por todo su cuerpo hasta arrodillarse y tomar su pene con la boca. Yo lo miraba sabiendo que con “eso” no la había podido hacer gritar a Marisa. Selena lo dejó justo antes de que el tipo se derramara, lo tomó de la mano y lo llevó a la habitación.
Allí entendí porque la chica tomaba a un cliente por día y cobraba caro, era una “profesional”, pero se acostaba con el cliente como si fuera la novia, ella misma gozaba con el acto, no tenía necesidad de fingir nada. La penetró de varias maneras y poniendo todo de sí, no miró nunca a las cámaras, aunque juraría que se excitaba sabiendo que era filmada. Llevaba el acto hasta el momento en que el tipo estaba por terminar, en ese momento cambiaba de posición y vuelta a empezar.
En una no pudo evitar que el tipo acabara y se esmeró por seguir para que su excitación no disminuyera, algo que sabíamos que no iba a pasar debido a la famosa “ampolla”. Hacía lo que quería con el “flaco” y ni siquiera se notaba que lo manipulaba sexualmente. Lo mejor estaba por acontecer y no bien entró la morocha transexual, algo que pudimos ver cuando entró al living del lugar, Andrea me avisó y llevando la mano al teclado apretó el botón que le limpiaría el celular y la computadora.
Volvimos la mirada a la morocha y vimos cuando se estaba desnudando, le pedí a Andrea que me mostrara la cara y era otro espectáculo de mina, ante esas dos, Luisa era “el Patito Feo”. Se desnudó y quedó con las medias, la tanga y los zapatos de taco puestos y se dirigió a la habitación. El flaco ni la vio, estaba enfrascado en un “Misionero clásico” y la rubia que estaba esperando la entrada de la morocha, se giró rápido y poniéndose en cuatro le pidió que la penetrara “a lo perrito”, el tipo no dudó y ni siquiera apartó la vista del culo que tenía a mano.
Ya habíamos visto el fantástico culo que tenía la morocha cuando caminó hacia la habitación, faltaba lo mejor y no bien se sacó la tanga y enarboló el morcillón que tenía doblado hacia atrás, Andrea se llevó la mano a la boca y lanzó un exabrupto, “la puta madre, que pedazo de pija”, los cuatro nos reímos por esto, pero enseguida se nos cortó la risa cuando se lubricó el miembro y éste tomó las dimensiones propicias. Se colocó de rodillas detrás del flaco y cuando éste giró la cara y la vio a la morocha pareció redoblar su entrada y salida en la vagina de la rubia.
Claro que, en esa posición, lo único que había visto era la cara que, sin dudas, le encantó y había sentido las tetas en la cintura, nunca imaginó lo que vendría después. Primero fue un beso negro profundo lleno de lengua que le hizo levantar la cabeza y lanzar un gemido al “cogettuti”, un par largo de lamidas después ya se había puesto como loco y le daba con ganas a la rubia que parecía orgasmar sin cortarse. “Dame más, dame más” -gritaba el extorsionador- y ¡mierda!, claro que le dieron más.
La cabeza del glande era en punta, especial para perforar, después se venía el drama porque todo comenzaba a ensancharse y el ancho era más que respetable, para mis adentros reconocí que eras más ancho que el mío. La rubia lo abrazó con fuerza y no sé, el flaco habrá pensado que era la punta del dedo o sería la droga, el caso es que nunca esperó el pijazo que se comió, apenas ubicó el recto, fue de una y sin anestesia. Todo el pijón desapareció en el agujero de su culo, Ramón se tapó la boca y las chicas se movieron inquietas cuando el flaco pegó un grito desgarrador.
Ni siquiera atinó a moverse, la rubia lo tenía abrazado con brazos y piernas y la morocha se había aferrado a sus caderas, ésta no le dio tregua y lo machacó a gusto, siguió gritando en cuatro o cinco entradas y salidas más, después colaboró y siguió con la rubia mientras la morocha le daba una cogida brutal. Yo no decía nada y creo que, por carácter transitivo, me dolía el culo, a Ramón parecía pasarle lo mismo y Luisa le apretaba el muslo sin apartar la mirada de los monitores, Andrea tenía los ojos como el dos de oro y no apartaba la vista mientras usaba el zoom de la cámara para no perder detalles.
Después que el tipo acabó como un caballo, lo mismo hizo la morocha y, saliendo, se corrió para que se apreciara el culo abierto y chorreante cuando se retiró de ese lugar. Después fue un descalabro, la morocha no dejó que el flaco se viniera muy abajo y para eso empleó su boca de labios gruesos, fue una mamada antológica y menos mal que yo me había acomodado el miembro porque esa mamada me lo estaba haciendo crecer. La rubia limpió a su amiga con una toallita húmeda y se prendió a la verga grande.
Cuando volvieron a estar listos la rubia se sentó sobre la verguita del flaco que quedó con la espalda apoyada en el respaldo de la cama y la morocha se le paró con las piernas abiertas delante de su cara, no tuvo que insistir mucho, al rato recibía una mamada tratando de llegar a la garganta del flaco que se atoraba, la morocha recibía, además un beso negro de la lengua vivaz de la rubia que se aferraba a sus muslos, seguramente trabajados en gimnasio.
Luisa dio la nota, no pudo aguantar el grito cuando la morocha acabó con tres cuartas parte de su verga en la boca del tipo, “así carajo, así, tragala toda, resultaste ser un reverendo puto, flaquito, jajaja”. La salida acompañada de la carcajada aligeró la tensión y reímos todos.
Los amantes quedaron todos despatarrados en la cama y le pregunté a Andrea si había salido bien. “Salió perfecto, al igual que los datos extraídos, le quedó todo en blanco y tengo todo almacenado”. Le pedí que editara el video y que copiara y sacara todos los videos de sexo que el flaco tenía guardados, eso iría en un pendrive para Marisa.
“La gritona” lo agradecería y, aunque no era necesario, había decidido que el video de lo recién acontecido tenía que llegar a manos de los familiares del extorsionador, de malo nomás porque me jodía enormemente la mala leche del tipo para grabarla a Marisa y chantajearla para seguir cogiéndola. Independientemente de esto, antes le haríamos una visita con Ramón para que nos entregara las fotos que pudiera tener.
Todo había salido muy bien y no bien tuviéramos las presuntas fotos, me dedicaría a tener una reunión con el Empresario, eso sin contar que a las tres de la tarde de mañana la llamaría a Marisa para que gritara a gusto en el pent-house.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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