EL DETECTIVE PRIVADO. (18).
La atiendo a “la gritona” después de descubrir que tiene un marido nada santo..
MARISA – MARIDO NADA SANTO. – (18).
Me tuve que levantar temprano para abrirle la puerta a Alicia, la veterana gordita venía contenta, era morocha de tez blanca, el cabello atado con una cola la hacía ver más juvenil, no era fea, el cutis terso, el maquillaje mínimo y sutil junto a sus ojos oscuros y vivaces, la tornaban interesante, un metro sesenta y cinco de altura, no más, calzaba zapatillas deportivas y tenía puesto un vestido que parecía ser de lanilla, de esos que parecen pegarse al cuerpo le quedaba a unos diez centímetros encima de las rodillas y de abrigo llevaba una campera oscura.
Me despertó con el timbre y salí, manoteando de casualidad y al pasar, una bermuda que me puse sobre el bóxer. Estaba en “cueros”, es decir sin camisa ni camiseta, por ende, las “tablas” y lo duro que producía el gimnasio se hacían notar. Me saludó y la mirada de apreciación no me pasó inadvertida, le pedí disculpas por no haberme vestido, alegando que la calefacción me permitía ponerme más que cómodo y me contestó: «No hay problemas hombre, está en su casa y como, alguna vez fui enfermera, los cuerpos desnudos no me asustan, además, espero que no se ofenda, usted es un joven que está para mirarlo”.
Le agradecí el cumplido y, a la vez, comencé a mirarla con otros ojos, sin decirle que me había encantado el brillo de su mirada al decirlo. No lo había dicho con ninguna intención sexual o sí, pero no se lo preguntaría, lo que ella no sabía es que era “veterana” y esas “me podían”, casi sin quererlo pensé en mi tía que tenía su mismo nombre y que, definitivamente, me había marcado con las señoras “mayores” …
Para mejor, cuando se quitó la campera, el vestido dejó entender que su pecho contenía unas tetas medianas con un canalillo que se dejaba mirar y ya que estaba en el baile… cuando fue a dejar la campera en el respaldo de una silla, no pude dejar de notar que el culo era grande respecto a los que yo acostumbraba a tener al alcance de mis manos, pero se notaron sus nalgas duras, aunque totalmente sueltas. ¡Mirala vos a la gordita o no usaba ropa interior o por allí había una tanga!…
Antes de ponerme a pensar en cómo sería tener a esa señora gordita apretada entre mis brazos o tapada con mi cuerpo, le pregunté si había hecho la lista con lo que necesitaría comprar. Me alcanzó una lista extensa y noté con agrado que ponía productos de marca en ella. “Esto está bien, trate siempre de comprar productos buenos, no me interesa ahorrar en productos de baja calidad, de paso compre Yerba Mate, aunque ahora no lo hago seguido, me encanta tomar mate”, -le dije dándome cuenta que se sentía bien porque había acertado con el tema de los productos de calidad.
Fui al dormitorio a buscar dinero, volví poniéndome una camisa y escuchando que me decía que ya habían ido las dos al Estudio y que habían dejado todos los datos y recibido el conforme porque le habían dado las llaves del hall de entrada al edificio. Le di una sola copia de la puerta de entrada del departamento y le pedí que me hiciera dos copias más, una para ella y otra para la hija.
Después de eso le entregué el dinero estimado para los gastos y le dejé un poco más en un cajón de la mesada, “esto es por cualquier eventualidad y el efectivo para las compras es porque estimo que las primeras las querrá elegir usted”, -expresé-. Estuvo de acuerdo en todo y la dejé sola para que se organizara, yo me fui a dar un baño. Bañado, perfumado y vestido bajé a charlar con Ramón para ponernos de acuerdo con el “aprete” para que el “carilindo” nos entregara las fotos que pudiera tener.
Pensamos en aprovechar el horario del mediodía, si podíamos iríamos los dos, pero como yo quería hablar con el celoso marido de Marisa, quedaba la posibilidad que la “charla profesional” la hiciera Ramón, de ese modo, en el mismo día, me sacaba dos problemas de encima y le dejaba el “fardo” más gordo al Empresario. Lo hicimos así y ya a las doce del mediodía, sin previa cita concertada, me fui a hablar con el dueño de la empresa y Ramón se fue directo al despacho del “fulano”.
Como él “celoso” todavía no se había dignado a llamarme, le di a la Secretaria una tarjeta personal, sólo con mi nombre y dirección y le pedí que le avisara que era el novio de Candela XXXXX, que él había hablado conmigo en la confitería, entró en la oficina y me contestó luego que en unos minutos me atendía. Noté que la chica salió de la oficina con un gesto como de crispación que cambió a una sonrisa cuando le pregunté muy amablemente si se sentía bien…
- No entiendo porque me contesta mal, con usted hice lo mismo que con todos los que vienen a verlo y le faltó ladrarme, ¿está enojado con usted?
- Que yo sepa, no, al contrario, le traigo unos datos que pueden ayudarlo, sin ir más lejos, él me los había pedido.
No pude seguir hablando, el marido de Marisa le gritó a la secretaria para que me hiciera pasar, ni siquiera usó el intercomunicador, la chica me indicó la puerta y la escuché clarito cuando por lo bajo murmuró, “viejo puto”. Entré y me esperaba parado junto al escritorio, lo saludé con amabilidad y pidió que me sentara, él se acomodó y me habló…
- ¿Cómo está joven?, me engancha justo, en un rato tengo que salir a un congreso por todo el fin de semana y por poco no me encuentra. No lo he podido llamar porque, respecto a lo que hablamos aquella noche en lo de Candela, no sé si es conveniente llevarlo a cabo, verá con el Contador no tengo una relación estrecha, pero con el Administrador sí, es mi amigo de muchos años y no creo que él me esté robando, tampoco creo que el Contador lo haga porque mi amigo lo vigila de cerca. Creo que las copas de esa noche y la insistencia de mi mujer que se mete en todo me llevaron a hablar de más y no quiero que pierda su tiempo.
- No se haga problemas señor, se me dio justo que tenía que atender un caso en las proximidades de su empresa y aproveché para darme una vuelta, en confianza le digo que para mí es mejor así, lo que usted quería averiguar implicaría un trabajo de infiltración de, por lo menos una persona en la empresa y llevaría mucho tiempo, además de salirle bastante caro.
- Bueno, me alegra que lo haya entendido, lamento su pérdida de tiempo y le ruego que se olvide de los datos que le di, ¿me acepta algo para tomar, tan siquiera un café?
- Lo de los datos delo por hecho, ya me olvidé de ellos y el café lo podemos tomar en otra ocasión, tengo que seguir con el otro trabajo, de todas maneras, ha sido un gusto volver a verlo.
- Lo mismo digo joven, lo mismo digo.
Me sonaron todas las alarmas y decidí no hacerle saber de los datos que yo tenía en la carpeta que le llevaba, lo saludé sin perder la compostura y salí de la oficina pensando en que el tipo tenía miedo, se le notaba en los gestos y en la mirada huidiza, eso sumado a lo que le había escuchado decir por lo bajo a la secretaria me dio a entender que allí había “gato encerrado” y a mí eso era como si me metieran un dedo en el …
Me fui a esperar a Ramón al bar en que nos habíamos citado, había pedido un cortado y lo vi que venía caminando, la cara de satisfacción lo delataba, entró, también pidió un cortado y con una sonrisa en la cara, dejó arriba de la mesa un sobre mediano de papel madera.
- Estoy seguro que están todas, se puso a llorisquear cuando le dije que, si no me daba las fotos que yo sabía que tenía, el video del pendrive que le di sería bajado a sus Redes Sociales y a una hoja de Internet. Le pidió una computadora, creo que a la secretaria y ni siquiera lo miró todo, lo cortó en la parte en que entraba al dormitorio con la rubia. Temblaba y se mostraba como tonto cuando abrió un cajón del escritorio que tenía cerrado con llave y me dio este sobre que, por lo poco que vi, tiene otras fotos más y son de tipos.
- Entonces fue más fácil de lo esperado…
- La verdad que sí, yo esperaba alguna voz en alto o alguna negación, pero estaba entregado, lo debe haber afectado la “limpieza” de sus equipos, eso sí, me rogó para que no se supiera nada, es un pobre tipo, se conformó cuando le dije que era la única copia y me agradeció. Salí de allí antes de que se diera cuenta que para grabar eso tenía que haber una grabación master.
Me puse a mirar las fotos y me llevé una agradable sorpresa o no, depende siempre del cristal con que se mire, de las veinte fotos que había en las que se veía a Marisa con él, aparecían ocho o nueve más que eran de dos jóvenes distintos junto a otro protagonista masculino que era el que a mí me interesaba. Se veía bien claro al marido de Marisa tragándose las vergas que se me hacían eran de taxi boy.
Yo me sonreí y sabiendo que el enculado de ayer tenía esas fotos, aunque no sabía porque, no sería de extrañar que se las hubiera robado al suegro, ergo: el suegro extorsionaba al Empresario, por eso éste había renunciado a investigarlo. Le comenté a Ramón lo que había pasado con el tipo que había ido a ver, también le dije que no le había mostrado ningún informe, pero que ahora estaba interesado en descubrir dónde, cómo y con quién.
- No hay problemas con eso, Luisa debe saber dónde se mueven esos tipos que se “alquilan” o quienes son o quienes los pueden conocer y podemos armar un buen caso con eso.
- Ni pensarlo, una, porque no podríamos cobrarle el trabajo a nadie y dos porque vos tenés que viajar con Luisa, esto de las fotos me sirve para saberlo, alguna vez me pueden servir estos datos. Armamos las carpetas con los datos sueltos y alguna vez, acorde nos interese, ya tenemos dónde apretar distintas bolas.
- Tiene razón, saber nunca está demás, igual le podemos preguntar a Luisa y ubicarlos, previendo que este Caso se estirara cambio los boletos de avión, tenemos hasta mañana a las catorce, ya sabe cómo es, no le quiere fallar en nada.
- Tu novia está re-loca, es una loca linda, pero no era para tanto.
- Ya lo sé, lo tengo claro, pero la quiero así y, no me diga nada, la voy a cuidar más que a mi vida, primero usted y después ella le han dado un sentido a mi vida que no esperaba.
- Dejate de joder que me vas a hacer llorar, son tal para cual.
Salimos del bar para volver al edificio y la llamé por teléfono a Marisa, la cité en casa a las quince horas y me contestó que estaría allí sin falta. Estaba seguro que después de gritar se iba a llevar una gran sorpresa. Eran las trece y treinta y ya estábamos de regreso en la oficina, Ramón no se pudo aguantar y le pidió a Luisa que viera las fotos para saber si conocía a los muchachos que lo “hacían feliz” al empresario. Saltó como si tuviera un resorte para poder participar y se puso a mirar las fotos. No perdió mucho tiempo…
- Los conozco a los dos, el de pelo lacio semi rubio se llama Javier, el otro de cabello crespo se llama Matías y se los puede encontrar en la confitería XXXX en la zona de Palermo Chico, son caros y se mueven siempre con clientes de mucho dinero. Si me dan un rato les consigo los números de los celulares, ¿tienen que hacer otra película, yo encargo enseguida los de miga y las cervezas?, jajaja.
- Bueno Luisa, cortala con eso, -le dijo Ramón un tanto serio-.
- No te enojes mi cucurucho, al final de cuentas, la película que vimos no nos vino mal, jajaja y cuando sea señora, ¡ayyyy mi Dios, no quiero pensar!…
- Bueno, basta de eso, lo vas a hacer enojar a Ramón y yo no te cuento lo enojado que estoy porque cambiaste los pasajes.
- No se enoje “patroncito”, ya le consigo los números y como tenemos todo empacado mañana nos vamos tranquilos con el caso terminado.
Andrea se reía, Ramón esbozaba una sonrisa y yo me di vuelta para hablar con la Informática y que no se viera que también estaba a punto de reírme con ganas, no había caso, ninguno de nosotros iba a cambiarla, ni siquiera lo intentábamos. La futura “señora” se puso a hablar por teléfono con “amigos” y le pedí a “la ratita” que me informara todo lo que pudiera del marido de Marisa.
- Las conversaciones telefónicas no están listas, igual, hasta ahora, no noté nada extraño, pero el tipo tiene tres tarjetas de crédito a su nombre, dos son de un Banco y la restante de otro Banco, dos de Master Card y una Visa Internacional. Las de Master Card deben ser las personales de uso diario y esa tiene copia para la mujer, la otra es de y para la empresa, en cambio la Visa Internacional tiene gastos “raros”.
- ¿Qué tenés vos por gastos raros?
- Tiene retiros en efectivos una o dos veces a la semana, también tiene un par de pagos mensuales en una especie de hotel de esos que alquilan departamentos por día, se llama “xxxxx” y está en la zona cercana al zoológico…
- Ese lugar se alquila a pareja “homos”, no es para parejas hombre-mujer, ni siquiera dejan entrar a travestis y hay que pedir turnos, -nos dijo Luisa que se había arrimado con un papel en la mano conteniendo los números de teléfonos pedidos-.
- ¿Tenés como ubicarlos esta noche?
- No sé, porque si tienen clientes, difícil que vuelvan a la confitería o que directamente vayan, habría que averiguar la dirección y encontrarlos en la casa.
- Dame los teléfonos que yo te consigo la dirección enseguida, -dijo Andrea y se puso a la labor-.
Sacaron copias de las fotos y se quedaron con las originales, las copias me las llevé yo, les dije que me iba al pent-house y que volvería a última hora, ellos se arreglarían, el grupo conformado funcionaba como un equipo aceitado y me sentí bien con eso. Eran apenas pasadas las catorce y veinte y Alicia me estaba esperando, me abrió la puerta, allí recordé que no tenía la llave, llave que ella me entregó …
- Pero mujer, las hubieras llevado a la oficina …
- Preferí esperarlo, pues sabía que usted no tenía llaves y de la oficina no conozco a nadie, acá están las suyas y la factura está en el cajón, compré todo lo que me pareció necesario, ya ordené todo en la despensa y le puse en condiciones el dormitorio, Mañana a la mañana pasan del lavadero a retirar la ropa usada y le dejé milanesas rellenas y unos muslos de pollo con guarniciones, sólo tiene que darle un golpe de horno.
- Mejor imposible, te agradezco, ya te habrás dado cuenta que le “escapo” un poco a eso de ordenar, sin contar que me voy a poner al día con las comidas.
- No se haga problemas, mi hija y yo estamos a su disposición, espero que le guste, está todo hecho con cariño.
Estaba seguro que me lo dijo con toda la buena intención, el que tenía la mente medio podrida era yo, porque, posiblemente, a mí solo se me ocurrió pensar que me miraba con una picardía especial, quizás fue porque un par de veces me tenté y fijé la vista en la zanja de esas tetas que se me antojaban, por lo menos, apetecibles. Me saludó con un beso en la mejilla, sonreía y me dijo que ella le pasaría las novedades a la hija. Caminé detrás de ella para acompañarla hasta la puerta y noté que, definitivamente, la gordita tenía un buen culo.
Me lavé los dientes y perfumé un poco la habitación que, a ciencia cierta, brillaba y la esperé a Marisa. Llegó casi a las quince y diez, me saludó con un piquito y la tomé de la mano para hacerla girar diciéndole que estaba preciosa, eso la hizo poner bien, me agradeció dándome un abrazo, haciéndome notar sus tetas y de inmediato se soltó suavemente para ponerse a admirar el departamento, yo la dejé, en cierta forma era su modo de tener un poco de seguridad en sí misma.
“La gritona” era más alta que Alicia y se le notaba el gimnasio en la forma de caminar erguida, sus carnes parecían más duras y, sin dudas, orgullosa de sus tetas “arregladas”. Tenía puesto un vestido de tarde-noche escotado en color gris perla, por debajo una blusa blanca que dejaba entrever parte de sus tetas altivas, medias negras, zapatos negros de tacos altos haciendo juego con la cartera y un tapado desabrochado que, al igual que el vestido llegaba a la altura de las rodillas.
No escatimó halagos para el lugar y mientras miraba por el ventanal grande que daba al balcón, la abracé desde atrás y la sentí tensionarse cuando le apoyé el bulto en las nalgas, pero no se corrió.
- ¿Qué sucede cielo, te noto un poco tensa?
- No, no, está bien, me vas a decir que soy una tonta, pero la experiencia que tuvimos antes, de alguna manera, me marcó y sentir todo lo tuyo en mi cola me calienta y me da escalofríos.
- Lo vamos a llevar con mucha calma, aunque por las fotos y el video que tengo, con el “tontito” no te dieron demasiados escalofríos.
- ¿No me digas que rescataste las fotos y los videos?, ¡ayyyy, por Dios!, mostrámelas, él la tiene más chiquita y al final no fue por placer, fijate bien, ¿cómo fue?, ¿qué pasó?, ¿qué hizo, qué dijo?, ¿dónde están?, hijo de puta mal parido, ¿le tuviste que pegar?, -lo decía todo apurado, mezclando una y otra frase y girándose para quedar de frente a mí-.
- No hizo ni dijo nada, simplemente las entregó.
- No te puedo creer, ¿qué hiciste para que te diera todo?
- Eso es secreto profesional, lo importante es que ya no te va a joder, ahora las vamos a ver en la habitación y te está sobrando ropa para eso.
Cambió totalmente, lo de las fotos fue un aliciente importante y se olvidó de los remilgos, no me dejó que la ayudara, el vestido pronto quedó en el suelo, me pidió que lo levantara y se fue para el dormitorio sacándose la blusa, la imagen me puso como un burro, los zapatos de taco alto, las medias apretadas en el muslo y las nalgas sueltas que atrapaban la tirita de la tanga me provocaron una erección un tanto dolorosa, tardé segundos en sacarme el pantalón, acomodarla y tomar el sobre, del que previamente había separado las fotos del marido.
Al entrar en la habitación ya estaba tirada en la cama con pose de mujer fatal apoyando la palma en la barbilla y el codo en la almohada vestida sólo con el sostén y la tanga de color gris, similar al del vestido, me causó un poco de gracia, aunque no demostré nada, nunca me había calentado con las posiciones que las mujeres entienden como sensuales y excitantes, lo mío pasaba por otro lado, conmigo eso no resultaba, pero admito que a muchas les daba resultado. Dejé el vestido en un sillón, el sobre arriba de la mesa de luz y subí a la cama para prenderme a sus labios.
¡Me cago en Marisa, no podía estar jodiéndome!, apenas si abría la boca y parecía apretar los dientes, además gemía como quejándose y me acariciaba la espalda por sobre la remera que aún traía puesta. Tenía unos labios normales, ni gruesos ni finos, especiales para ser besados y una boca normal, pero, como es sabido, los besos se aprenden a dar y recibir con la práctica y Marisa, de práctica, nada de nada. Le apreté la nariz para que abriera la boca y mi lengua se perdió en su interior, sus gemidos recrudecieron, pero sólo se dejaba besar.
Me aparté decepcionado y me dijo que siempre tenía ese problema, nunca había aprendido a besar bien, “apenas piquitos y la punta de la lengua”, -expresó y me faltó poco para mandarla a la mierda-, sin embargo, me tomé mi tiempo y al poco rato ya colaboraba más, luego comencé a bajar, los besos en el cuello la derritieron y ni hablar cuando me prendí a los pezones chiquitos y chupé botoncito y areola bastante diminutos, me metí en la boca todo junto. Los gemidos y los “ay, ay, ay” habían recrudecido cuando, dejando los pechos, besé su ombligo y seguí hasta la entrepierna.
“Ahí no Martín, ahí no, no seas chancho”, me decía con voz temblorosa y no le di ni cinco de pelota. Le abrí las piernas que parecían resistirse y hundí mi boca en sus labios gordezuelos, resultado, dos lamidas después, Marisa se enloqueció. “Cerdo, sos un cerdo, no me aguanto, chúpame más”, -vociferaba, eso parecía porque los gritos crecían en intensidad- y levantaba las caderas para arrimar su vagina a mi boca. Los orgasmos, porque fueron dos simultáneos, aparecieron sin que los esperara y se quedó temblando y como floja.
No iba a esperar más, me desnudé rápido, saqué su tanga, le levanté las piernas y me arrodillé apuntando el glande a la cavidad empapada. “No, no, no, no lo hagas… ¡Dios mío!, despacio por favor””, -decía y no dejé que se incorporara-. Se la mandé de una y el grito fue tremendo, en verdad no lo esperaba, me costó por lo estrecha, sentía como las carnes se abrían al paso del ariete y entró toda, allí, prácticamente incrustado en ella, me quedé quieto y sólo la hacía latir. Marisa dejó de gritar, me miraba sorprendida y preguntó si había entrado toda.
No le contesté, comencé a moverme hasta que un rato después colaboró de a poco, como venciendo miedos. Se notaba que disfrutaba, pero gritaba como por inercia cuando la penetraba a fondo. “No grites, tonta, ¿no me digas que no te gusta?”, -le decía mientras mi ritmo no declinaba-… “Sí, me gusta, pero me da impresión”. En definitiva, un “polvo de mierda”, pero yo seguía pensando en lo que iba a gritar cuando le partiera el culo. Volvió a tener un par de orgasmos, quedó desmadejada nuevamente y no acabé, me estaba reservando. Cuando se recuperó un poco me pidió disculpas al darse cuenta que yo no había terminado…
- Con mi marido que fue mi primer novio, nunca hubo besos, a él no le gustaba mucho y sexo muy poco, oral ni hablar, le puse los cuernos dos veces, casi tres, una vez fue con un chico vecino y no le dejé hacer mucho, fue un capricho, otra vez fue con vos a instancias de Gloria y salí a la disparada y la otra con este hijo de puta, que hizo que se la chupara y me cogía dándome vuelta, nunca me hicieron lo que vos en mi “chichi”, no creas que disfruté mucho con ese tipo, ¿no viste acaso los videos?, lo aguanté porque era un pene normalito y no me quedaba otra. Disfruté más con vos en este rato que en toda mi vida.
- Te entiendo, pero viste que no era tan grave el tema, te la “comiste” completa y lo gozaste.
- Ni pensé que podría, tenía que compensarte por el trabajo y la cogida me gustó mucho.
- Jajaja, todavía te faltan varias cuotas, vamos a ver las fotos y si querés ver los videos dale play al TV.
Le terminé de sacar el sostén que había quedado cerca de su cuello y mientras ella miraba las fotos me dediqué a acariciarla. Me contaba sobre las fotos que mirábamos y me hacía ver que su cara no era de goce, tenía que admitírselo, me basaba en la experiencia recién vivida. Yo acariciaba su espalda, sus glúteos, sus muslos y sus caderas y ella me contaba con voz sensual que se estaba calentando de nuevo.
Abrir el cajón de la mesa de luz y sacar el pomo del lubricante me llevó segundos, ponerme en los dedos y comenzar a jugar con su agujerito, un par de segundos más. Ella parecía prestar atención a las fotos, pero fruncía el culito tratando de impedir que mis dedos entraran en él. “Tengo miedo Martín”, -dijo cuándo la primera falange del dedo medio entró en su culito fruncido-. “Si no te aflojás el culito te va a doler y hoy no salís de acá sin que incursione ahí adentro”.
Tuve que usar las dos almohadas para ponerlas bajo su vientre y luego de pedirle que se abriera los cantos comencé a “puntearla”. Estaba convencido que con cualquier pendeja hubiese sido más fácil, la lubricación ayudó muchísimo y me fue bastante simple, en realidad, a mí me fue simple, a ella parecía que la estaban torturando con un hierro candente. Gritaba y se movía como electrizada, no quise apurar la penetración y con el glande en su interior no me sacaban de ahí ni con grúa, comencé a penetrarla de manera lenta.
Gritaba pidiendo que la sacara, pero, movía las caderas acercándolas hacía mí, como decíamos en el colegio secundario, el prototipo de la “Gata Flora”, //Si se la ponen grita, si se la sacan llora//. Los grititos se mezclaban con una especie de llanto y tuve ganas de mandársela a guardar de un saque, pero sabía que si lo hacía corría el riesgo de lastimarla y me tomé mi tiempo. Con un cuarto de verga dentro de sus entrañas, mis movimientos se hicieron a un único ritmo y noté rápido su colaboración.
Lógicamente, salía y cada vez que entraba, sin que me importaran sus casi aullidos, me metía un poco más. Me faltaban tres y cuatro centímetros y esos los tenía “reservados”, yo incentivaba las arremetidas y ella colaboraba moviendo sus caderas, estuve un rato así y cuando llegó a un orgasmo, entré con firmeza para “soldar” la piel de mi pubis con sus nalgas. ¡Madre mía!, gritó y se movió con ganas y fuerzas, pero ni borracho la soltaba, me puse como loco y me dejé caer sobre su espalda, me afirmé en sus hombros con ambas manos y faltó poco para que me descalabrara porque el ritmo se hizo tremendo.
No me importaba si gritaba o se quedaba disfónica, no saldría lastimada, pero el culito se lo rompí y poco a poco dejó de gritar, ya no lo intentó sabiendo que, más que colaborar, otra cosa no podía hacer, aunque no pudo acoplarse a mi ritmo a pesar de haberlo intentado. Le estaba “usando” el culo y cuando no aguanté le llené las tripas.
“No salgas tan rápido”, -pidió con un hilo de voz- cuando se lo saqué y se escuchó el “plop” que yo quería escuchar. Primerizo o no, le había quedado abierto y volví a meterme de golpe diciendo, “vos lo pediste”. El interior sedoso y lubricado de su recto volvió a sentir el paso del ariete y ya no había esfínter que se resistiera. Me felicité para mis adentro por haber hecho insonorizar el dormitorio, de lo contrario hubiesen venido los bomberos y los vecinos del edificio. No había sido “el polvo”, pero, me había sacado un gusto, la dejé que se fuera calmando y la escuché decir mientras trataba de girar la cabeza para mirarme:
- Vine dispuesta a sufrir más, pero terminó gustándome, estoy toda rota y mejor que nunca, podemos aprovechar ahora que mi marido estará afuera por dos días, pero hoy no, no puedo más…
- ¡Ufff!, yo estoy igual que vos, me destruiste cielo, tenía tu culito entre ceja y ceja y estuvo genial, pero ahora me gustaría charlar contigo sobre tu marido.
- ¿Justo ahora querés hablar de mi marido?, lo peor es que voy a tener que escucharte, no me quedan fuerzas para dedicarme a otra cosa y me duelen hasta las pestañas, jajaja, pensé que nunca diría algo así.
- El tema es que pasé a verlo antes de que se fuera, quería mostrarle datos sobre lo que habíamos descubierto en la investigación y ni siquiera alcancé a mostrarle nada, me sacó poco menos que de raje.
- Jajaja, ¿cuál es tu chiste?, estarás bromeando, estaba desesperado por averiguar algo porque había comprobado que lo estaban desangrando, según me dijo, había descubierto un drenaje importante de dinero y todo apuntaba al Administrador y al otro tipo, por eso le dije que lo hablara contigo.
- Pues a mí me dijo que fue por las copas que había tomado y porque vos te metés a opinar dónde no debes.
- ¡No puede ser, es un cretino!, en esa empresa yo figuro con unas pocas acciones, pero, en realidad, la mitad de sus bienes es mío por eso de los “Gananciales”, él no tenía, es decir, no teníamos nada cuando nos casamos y a mí no me gusta que me roben.
- Que les roban estoy seguro, tienen un nivel de gastos que supera en mucho lo que les ingresa “en blanco”, ni hablar de las propiedades o el mantenimiento de amantes y tu marido parece defenderlo, por lo menos al Administrador.
Se incorporó de la cama como si estuviera fresquita y se olvidó de los dolores, la cara le cambió y me dio a entender que no era una mujer a la que se debía ignorar cuando pretendía defender lo suyo…
- ¿Qué fue lo que averiguaste?, ¿cómo es que nos están robando?, averiguá bien lo que pasa porque ya tuvimos una pelotera grande y le dije que si lo descubría ocultándome algo me iba a divorciar, sin que me importaran los escándalos.
- El informe no está completo, hay que ahondar un poco más, pero, ¿estás segura con eso de divorciarte?…
- Mirá Martín, hace un rato mientras me penetrabas, no lloraba tanto por el dolor, es verdad que me dolió, pero me di cuenta de que siempre fui una “figurita” y para peor una “mal cogida”, más de una vez me “comí” desprecios porque decía que no quería tocarme, destratos, hasta insultos tuve que aguantar, creo que sólo necesito un par de pruebas fuertes de que tiene a alguna amante y lo destruyo. Se me cruzó por la cabeza decirte que lo investigaras, no lo hice porque me daba vergüenza de mí misma.
- Tengo algo que te puede ayudar, pero no te va a caer nada bien.
- Decime lo que tengas para decirme, ya me imagino que no debe ser una sola, debe tener varias, voy al baño a lavarme y nos tomamos algo mientras me contás.
No le fue tan fácil bajarse de la cama y caminar hacia el baño llevando en la mano su ropa interior, pero se esmeró para demostrarme que podía caminar bien y mover el culito para que yo la viera. No quise entrar con ella y usé el otro baño para limpiarme, salí antes y vestido sólo con el bóxer fui a servir las copas que me había pedido. “Contame cuantas son y si las mantiene”, -dijo cuando salió del baño vestida también con su ropa interior-… La pobre ni se imaginaba el cimbronazo que iba a sentir ni que su autoestima descendería varios niveles.
- Antes de empezar te quiero preguntar a nombre de quien están las propiedades que tienen.
- A nombre de los dos, todo es compartido, ¿por qué lo preguntás?…
- Porque se me hace que la doble vida de tu marido te va a llevar a sentirte mal y a querer apartarlo de tu existencia.
- ¿Qué me estás diciendo?, me asustás…
- Lo que te voy a mostrar te va a abrir los ojos a algo que no esperabas y me gustaría que entendieras que vos no sos culpable de nada, quizás él tampoco, aunque sí lo sería por las mentiras y por lo hipócrita…
Estaba pálida cuando tomó las fotos que le acerqué, se me hacía que debía ser muy jodido para una mujer darse cuenta que la han cambiado por uno o varios hombres, el engaño por una o varias partes implica una humillación o fracasos difíciles de sobrellevar, pero cuando la situación se da con hombres denotando una homosexualidad escondida, ocultada y artera, la humillación es muy profunda, salen a la luz situaciones vividas que sólo ella conoce, desprecios, mentiras, falsedades y vaya a saber cuántas cosas más que los de afuera ignoran.
Marisa estaba dispuesta a putear y a sentirse mal porque su marido la cambiaba por “otras”, quizás hasta a comprender debido a que ella misma había caído en el engaño rompiendo los votos matrimoniales, pero, el mundo se le desplomó sobre los hombros cuando se dio cuenta que desde siempre fueron “otros”. No me miraba, tenía la vista fija en las fotos y se le escuchaba decir en voz baja, “hijo de puta, hijo de puta, te aguanté todo lo que pude, te di lo mejor de mi juventud, ahora entiendo…”. Levantó la vista y de sus ojos caían lágrimas que resbalaban por sus mejillas.
Su palidez era casi mortal y me señalaba las fotos sin articular palabras, yo tampoco hablaba, ni siquiera quería abrazarla, entendía que cualquier gesto que hiciera desataría o rompería el dique que pugnaba por estallar. La miré llorar en silencio sumida en sus pensamientos y me limité a abrir los brazos cuando se lanzó a ellos buscando algún tipo de alianza. Las palabras salían inconexas de su boca, rememoraba situaciones e insultaba.
La mujer que había entrado en mi casa hacia un rato parecía no existir, se demostraba como una mujer cansada, vencida, humillada en lo más íntimo y yo no podía hacer más que tratar de contenerla con abrazos. Lloró hasta que no le quedaron lágrimas, seguramente luego, en soledad, volvería a surgir nuevas, pero, por el momento logró tranquilizarse.
- ¿Qué hago ahora Martín, tengo ganas de asesinarlo?, esto no me lo esperaba, no hay derecho a todo este engaño, ahora comprendo muchas cosas y que esto fue desde siempre.
- No vale la pena, no merece que te arruines la vida, si querías divorciarte, ahora tenés las pruebas y yo te aconsejaría que hables con algún profesional al que le puedas contar todo y te saques de encima el veneno y las broncas que tenés, yo no creo poder ayudarte en eso y tampoco creo que ninguna amiga o conocida pueda hacerlo, lo que sí puedo es conectarte con un buen Estudio Jurídico de confianza para que te digan los pasos a seguir en lo Legal.
- Amigas no tengo, salvo Gloria, pero está lejos, las otras se regodearían con todo esto, tampoco conozco a ningún Psicólogo o Psiquiatra, pero lo de los Abogados me interesa, aunque lo que más me gustaría es cortarlo en pedacitos.
- Te comprendo, pero eso vas a tener que aprender a “manejarlo”, ahora se impone actuar con frialdad, después veremos y si en algo te puedo ayudar no dudes en contar conmigo, primero estás vos y que te asegures un buen pasar a costa del dinero que pueda tener.
- Tengo una rabia encima que no te podés imaginar y te entiendo, no estoy en edad de salir a trabajar para mantenerme y este “mal parido” me las tiene que pagar, lo quiero dejar en la calle.
En parte me sorprendió porque pareció recuperarse rápido y ya pensaba en como lastimar al marido en lo que más le doliera. Finalmente hablé por teléfono con el dueño del Estudio Jurídico, nos cambiamos y como Marisa había venido en taxi, por el mismo medio la acompañé a ver al Abogado -tenía razón Ramón, uno se mueve mejor cuando es otro el que pelea con el tránsito-, allí la dejé, ellos la asesorarían y la pondrían en contacto con un profesional de confianza para que pudiera sacarse las “mierdas” de encima. En un aparte el Abogado me preguntó si podía conseguir más datos que lo involucraran al marido, aparte de las fotos, claro está. Le contesté que estaba en eso y que a la brevedad le haría llegar lo que averiguara.
Volvía al edificio pensando que el “polvo” no había resultado tan satisfactorio, pero me daba por hecho al haberle cagado la vida a un idiota, no porque fuera homosexual, eso era lo que menos me importaba, el tema pasaba por el mal trato a la mujer y la hipocresía que detentaba desde siempre. El Abogado me hizo saber que era una lástima que esas fotos no estuvieran en las Redes Sociales basamentarían más las demandas, lógicamente, le dije que lo dejara por mi cuenta.
Mi regresó a la oficina coincidió con el regreso de Luisa y Ramón que venían de ver al o los “taxi boy” y, para variar, la que estaba verborrágica era Luisa…
- Se la perdió jefecito, uno no nos quiso dar ningún tipo de información y está bien, lo felicité por eso, lo que sí es seguro es que lo conoce al “cliente”, las fotos no lo dejaban mentir y luego el rubiecito se quiso poner en rudo y me empujó, ¡madre de Dios!, no va a poder trabajar por dos o tres semanas, mi amorcito Ramón lo estropeó, lo “cosió” a trompadas.
- ¿Puede haber algún problema por eso, Ramón?
- No lo creo jefe, no lo vio nadie y quedó bastante asustado, la paliza se la merecía, él no me había visto a mí al abrir y se quiso aprovechar de Luisa, le salió mal.
- Jajaja, resultó ser una “marica llorona”, con los dos primeros sopapos cayó adentro de la casa y se puso a llorar diciendo que él había cumplido con el pedido, al final, más cagón no pudo ser, -agregó Luisa-.
- ¿Qué fue lo que dijo?, contame vos Ramón, -los comentarios de Luisa ya no me causaban gracia-.
- El que les paga es un señor gordo y alto, por los datos que describió es el Administrador, el mismo que es el suegro del tipo de las otras fotos. Nos dijo que él que contrata es el gordo y les paga un extra para que pongan un par de cámaras en la habitación, alquilan esos departamentos “especiales” y los jovencitos lo esperan al Empresario con todo preparado, paga en efectivo, además, las cámaras son diminutas y se las llevan ellos al retirarse del lugar.
- Deben ser esas nuevas que salieron que transmiten directamente a una computadora, son bastante caras, –acotó Andrea-.
- Recibió un par de golpes más y siguió diciendo que los suele llamar dos veces por semana, una vez a uno y otra vez al otro, pero éste fin de semana lo iba a pasar con un tal Jimmy, que es un senegalés que hace un par de años que está en el país.
- Eso quiere decir que los videos los debe tener en la casa en una computadora más grande, las portátiles no tienen tanta capacidad, -volvió a decir Andrea-.
- Bien, el círculo se está cerrando, Andrea, necesito que trates de vaciarle la computadora grande y el celular al Administrador, lo mismo que hiciste con el yerno y también que mandes las fotos del empresario por Redes Sociales, preferentemente al mail de la empresa, inventá alguna cuenta para que no nos puedan ubicar. Además, pixelá las fotos de la cara de la mujer y mandá las fotos a la esposa del muchacho con la “veterana”, con lo poco que se ve la mujer se va a dar cuenta que es él. Vamos a hacer que se pudra todo y que haya una sola ganadora.
- Dame diez o quince minutos y enseguida tengo toda esa información, -me dijo “la ratita” y se puso a teclear-.
- ¡Ahh!, no me quiero olvidar, apenas los tenga mandá los videos de sexo del empresario al Estudio Jurídico, avisá que son de mi parte.
Toda la mierda estaba desparramada y serían los protagonistas los que deberían “nadar” en ella, más no pensaba hacer, la única que se beneficiaría con todo eso sería Marisa, ya vería después cuántas “cuotas” más le cobraría, cuando se calmara todo. Estuve tentado de ir a visitar a la madre y a la hija del octavo, pero desistí de esto, preferí sacar el auto e ir a verlo al Sensei, necesitaba otro tipo de ejercicio, para otro tipo de “acción”, iría luego de cenar a buscarla a Candela a la confitería.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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