EL DETECTIVE PRIVADO. (19).
Amigos de mi novia que no resultan ser tan amigos y una noticia que, de alguna manera se esperaba..
EL “AMIGO” – NOTICIAS. (19).
Lo del Sensei estuvo bastante movido y debía reconocer que no era por él, el profesor mantenía el nivel adaptándolo al nivel que yo había logrado, pero un par de clases a las que no iba bajaban mucho mi performance, debí esforzarme para defenderme de sus ataques y mis devoluciones fueron todas bloqueadas con facilidad. El enojo por esto no lo demostraba, ni se salía de su rol, aunque yo notaba que no estaba para nada conforme.
Para una pelea que se sucediera en “la calle”, con uno o varios que no tuvieran mi nivel, me beneficiaría en grado sumo, pero con un contrincante que supiera de Artes Marciales me las vería con apuros. Luego de ir indicándome todas las fallas, motivo por el cual recibí varios golpes, me recomendó que saliera a correr, por lo menos por una hora diaria o cuanto menos, día por medio, eso me oxigenaría, activaría mis reflejos y me ayudaría en el tema laboral evitando el estrés de cada Caso en que interviniera.
Luego de bañarnos y visto que se hacía la hora de cenar, lo invité y me aceptó complacido. Nos reíamos porque le pregunté si quería ir a cenar a un restaurant de su comunidad y me contestó rápido, “ni loco, pudiendo aprovechar a comer una buena carne asada no me vas a conformar con fideos con salsa” … Hablamos bastante en la cena y me dio varios consejos para evitar caer en determinados “personalismos” que notaba en lo que yo le contaba.
Le conté algunos pormenores sin caer en detalles ni en nombres y me hizo notar que, aparte de lo profesional, yo actuaba siguiendo impulsos, según el problema del cliente y la empatía que yo podía tener con él. Tuve que reconocer la verdad de lo que decía y aceptar que eso implicaba un mayor nivel de estrés, quedamos en que, en las próximas clases trabajaríamos en la concentración para evitar esos desfasajes, “no es para hacerte cambiar tu modo de ser o de actuar, eso no lo podría lograr nunca es parte de tu personalidad, lo que hay que lograr es que no te resulte una especie de carga que te afecte”.
Lo entendí como que tenía que lograr que algunas cosas me “resbalaran”. Pensé enseguida en el tema de Marisa, el trabajo de ella había sido hecho, habíamos rescatado las fotos que la comprometían, lo mismo con el marido, no había querido mis servicios y punto, hasta allí tendría que haber llegado, sin embargo, lo estiré a más, quise descubrir el o los puntos débiles del marido, lo logré y le allané los caminos a ella para proceder con el divorcio, todo eso implicó pensar, actuar, tomar decisiones, meterme en el problema y nadie me lo había pedido, algo similar pasaba con la madre y la hija que eran vecinas.
De todos modos, me servía como experiencias, aunque, como toda experiencia, hay que aprender a canalizarlas para que no te provoquen problemas y lo del Sensei me servía de mucha ayuda porque, aparte de ser excelente en lo que se refería a Artes Marciales, era también un Psicólogo muy particular que no perdía su tiempo con metáforas. Lo que tenía que decir te lo decía y te enseñaba a canalizarlo, claro está que ayudaba el respeto y la confianza que yo tenía en él.
Luego de la cena en que hizo gala de un buen comer y beber me despedí de él con un abrazo y me volví al departamento, hice un rato de relax estirándome en la cama, aunque sabía que no podía dejarme estar, tenía ganas de verla a Candela y me vestí para la ocasión. Llegué a la confitería cerca de la una de la mañana, noté mucha actividad en la entrada y me alegré que las cosas marcharan acorde a lo que mi novia quería para el negocio al que se dedicaba con esmero.
Saludé a la gente de la entrada y me acerqué a la barra para pedir un vaso con el mejor whisky, luego de un par de sorbos y de mirar el ambiente que rebozaba de mujeres bellas, me fui para el lado de la oficina de Candela, ya me había dicho el encargado de custodia que ella estaba controlando una serie de ingresos y egresos. Golpeé con los nudillos en la puerta y el “adelante” sonó claro, ni siquiera miró a la puerta cuando entré, estaba enfrascada en una serie de números.
“Si estás muy ocupada vuelvo más tarde”, -dije esperando su reacción-. No me defraudó, cuando escuchó mi voz, se levantó de un salto de la silla y se apresuró a abrazarme y besarme. Luego de varios besos y arrumacos la separé de mí y la admiré haciéndoselo saber. Estaba hermosa, el vestido negro dejaba adivinar su cuerpo de ensueño, el maquillaje tenue, el cabello rubio y largo y los zapatos de tacón alto, volverían loco al más pintado, a mí no, yo ya estaba loco por ella y lo corroboraba cada vez que la veía.
- No te esperaba vida, estaba enloquecida con unas cuentas, no me terminan de cerrar algunas cosas.
- ¿Pagaste de más o hay ingresos que no se registran?
- Los pagos son los que corresponden, el problema, para mí, está en los ingresos. Mejor lo dejo de lado y me dedico a vos, me alegra que hayas venido.
- Podés dedicarte a mí y seguir contándome, ¿qué es lo que sucede, alguno “está metiendo la mano en la lata”?
- No sé y no quiero pensar mal, en este rubro hay muchas copas que se regalan y eso está calculado a “groso modo”, pero, la semana pasada hice un inventario de bebidas, lo hice muy por encima y así y todo noté diferencias y faltantes pues el consumo es mucho, incrementado porque hay más gente, pero el ingreso bajó y las cajas de bebida en existencia no se condicen con el consumo en sí.
- No entiendo mucho, habría que verlo bien, pero puede darse que no todas las cajas de bebidas se bajen en la confitería o que alguno se las lleve.
- Sos un mal pensado a Ignacio, el Encargado de las compras, lo conozco desde el primario, no creo que me esté robando cajas de bebidas como estás insinuando.
- Sucede que tengo un problema con respecto a la confianza en las personas, ya lo he podido comprobar, en cuanto te descuidás, te la dan por la nuca y vos, aunque a mí me encanta, pecás de confiada e inocente.
- A sí, con que esas tenemos ¿no?, bueno, que me diría el “Señor Detective” que tengo que hacer …
- Es difícil porque aquí no se puede llevar un control exhaustivo, pero…
- Pero, ¿qué?, decime…
- Si se “distrae” algo sin que vos sepas, hay que tratar de tender una “trampita”, si te están robando eso no se va a poder recuperar, pero, se puede conocer quien lo hace y sacarlo del medio.
A todo esto, Candela poco me podía seguir en el razonamiento porque ella estaba sentada y como yo estaba parado por detrás, me tenté viendo el canalillo de sus tetas, metí las manos por el escote del vestido y me puse a jugar en simultáneo con los dos pezones, a esta altura, duros como piedras. Dejamos de hablar porque se paró, trabó la puerta y regresó a mi lado sacándose el vestido y yo, debo reconocerlo, al verla allí, parada en medio de la oficina en tanga, medias y zapatos de taco alto, también me olvidé de lo que hablábamos.
Me bajé el pantalón junto con el bóxer y me senté en el sofá, mi novia no tardó en sentarse sobre mis piernas y mientras me besaba acomodó la punta de mi verga en la entrada de su vagina y comenzó a descender despacio. Estaba empapada y al llegar al tope de su interior dejó el beso para decirme: “Después te la chupo y hacemos otras cositas más, ahora te quiero tener adentro, extrañé mucho a mi “Principito””.
La cara de vicio me transportó y la dejé hacer. La cabalgada no habrá durado más de cinco, siete o diez minutos y fue todo un repertorio de movimientos de caderas, de apretones musculares íntimos, de orgasmos repetitivos, de besos, de manos que no daban abasto para las caricias. Fue un “señor polvo” y lo completamos cuando acabamos los dos juntos, algo que a ella le encantaba porque parecía explotar y a mí, no les cuento, lo dije desde la primera vez, la entrega que Candela me hacía sentir que experimentaba un placer difícil de explicar.
Nos quedamos con las ganas de seguir, pero decidimos continuar más tarde en una cama, en este caso, la suya porque me pidió que la acompañara a la casa y me quedara esa noche con ella. Después de lavarnos en el baño del privado, volví a insistir con el tema de las bebidas presumiblemente “distraídas”.
- Cielo, ¿la distribuidora te hace entregas los sábados y/o domingos?
- Sí, ese es el arreglo, de hecho, mañana, a eso de las cinco de la tarde, tienen que entregar un pedido grande.
- Si es a las cinco de la tarde nos da tiempo para ir a despedir a Luisa y a Ramón y volver para seguir al camión de la distribuidora. Tendrías que duplicar o triplicar el pedido, no te hagas problemas por el dinero, yo te lo presto, el tema es lograr una tentación con esa cantidad de mercaderías.
- No hay problemas, los puedo llamar a media mañana… ¿Te parece que allí podría estar el desfasaje?
- Con probar no cuesta nada, si el camión no se desvía hay que controlar bien las mercaderías que bajen acá o los “enganchamos” con las manos en la masa o descartamos cualquier complicidad de tus empleados.
- Si vos lo decís está bien, pero creo que te equivocás al mirarlo por ese lado.
Poca bola le había dado a lo que me había dicho el Sensei y me metí de lleno en tratar de averiguar un presunto ilícito sin que nadie me lo hubiera pedido, aunque, en este caso, el tema estaba hartamente justificado. Después de un rato salimos a tomar algo en la barra, Candela le avisó al tal Ignacio que iba a triplicar el pedido que tendría que llegar mañana de la distribuidora, “estoy salvada, -dijo riendo- apareció un Mecenas que me ayudará con la inversión”.
Luego departí con un par de conocidos de mi novia que se acercaron a nosotros, ellos eran dos parejas en que las conocidas eran las mujeres, las dos eran verdaderas bellezas, una morocha y una castaña con minifaldas infartantes, los novios en cambio… no es que fueran feos tipos o que estuvieran mal plantados, pero se les notaba demasiado que eran “alimentados” por el “bolsillo de papá”, ni siquiera lo disimulaban porque su charla versaba sobre autos de alta gama o el yate que usaban para ir a navegar o lo que pasó en la fiesta de “fulano” o “mengana” o lo que sucedió en el partido de Rugby, eran insufribles candidatos a cornudos, si es que ya no lo eran.
No es maldad y prejuicio, nada que ver, lo pensaba porque las chicas, aun estando Candela cerca, me tiraron “un par de perros” cuando salió a colación el trabajo que yo hacía, los dos muchachos preguntaron en forma despectiva si ese trabajo “dejaba algún dinero”, les resultó casi insultante cuando les contesté que “para comer y vestirme me alcanzaba”, en cambio las chicas me tomaron cada una de mis brazos y comenzaron a preguntar por las anécdotas o gente que conocía por el trabajo en sí, por lógica no pudo faltar el pedido del número de teléfono por si me llegaran a necesitar, menos mal que había llevado tarjetas.
La morocha, más lanzada me dijo casi al oído, “algo de dinero debe dejarte porque la ropa y el perfume que usás no son para el “medio pelo”, además Cande nos dijo que el coche que usa es tuyo” … “Mal no me va”, -le dije también cerca de su oído-, no agregó nada más, pero me apretó y apoyó una de sus duras tetas en mi brazo, no me costó nada mover el brazo como si la estuviera acariciando y ni amagó a retirarse, el “jueguito” llegaría hasta ahí, estando Candela a mi lado, las demás ni fu ni fa.
La noche transcurrió bastante tranquila y logré zafar de estos “especímenes” gracias a Candela que me vino a rescatar con un pedido de ayuda a llevar a cabo en el privado. Terminado todo fuimos hasta su casa cada uno en su auto y allí la “cosa” se puso mejor, mi novia se desnudó por completo apenas ingresamos a la casa y pidió, exigió y, como siempre, recibió, terminamos dos horas después con los sexos escocidos, no me quedó orificio sin recorrer y llegó un momento en que, aun sonriendo, dijo que no podía más.
Me hice el “valiente” diciendo que yo podría seguir hasta la tarde y menos mal que no insistió, estoy seguro que, si me tocaba la verga, pediría clemencia solicitando que se durmiera. Sabíamos que dormiríamos dos o tres horas y pusimos las dos alarmas de los celulares. Eran las diez de la mañana cuando me despertó el aroma del café y la voz de Candela hablando con el dueño de la distribuidora de bebidas, luego que cortó la comunicación le dejé el cheque por el importe total y obtuve la confirmación de la hora en que el camión saldría para la confitería.
Mi idea era seguirlo para ver si hacia la entrega directamente en la confitería o tenía alguna “desviación” en el camino, pero, en ese momento lo que urgía era bañarnos y salir para el edificio pues había que llevar a Luisa y a Ramón al aeropuerto. Íbamos con tiempo, además, para evitar nervios, ya lo había llamado a Ramón para avisarle que estábamos en camino. Camino al aeropuerto las chicas hicieron un “rancho aparte” y conduje con Ramón sentado a mi lado, se lo veía tranquilo, pero no hablamos mucho, las tres “cotorras” que viajaban en el asiento trasero, con risas, bromas y jarana tapaban cualquier intento de conversación.
Llegamos al mostrador de la compañía aérea y despacharon el equipaje, hasta ahí era todo más o menos normal, los abrazos cargados de llantos y agradecimientos de parte de Luisa comenzaron antes de que traspusieran el control de seguridad e hicieran migraciones, todos entendíamos que cuando subieran la escalera mecánica que los llevaba a la sala de pre-embarque perderíamos de vista a “el” Luisa, cuando los volviéramos a ver sería porque regresaba “la” Luisa y abundaron los deseos para que todo fuera felicidad.
El avión a Chile saldría a horario y no nos quedamos a esperar a que despegara, era una tontería teniendo en cuenta que sólo veríamos despegar un avión a unos doscientos o trescientos metros de dónde estábamos. En el viaje de regreso le conté a Andrea sobre el presunto faltante de la mercadería y nos comentó que, aunque no sería totalmente preciso, podría hacer un programa para llevar un inventario de la mercadería en existencia, como tenía que ver cómo funcionaba el trabajo se iría con Candela a la confitería.
Previendo esto, las llevé a casa de mi novia y desde allí se irían las dos a tratar de instrumentar un sistema para inventariar las bebidas, independientemente de esto, le pedí a Candela que no controlara la mercadería que traería el camión, que lo dejara a Ignacio haciendo el control, ella lo aceptó, pero opinó al respecto:
- Yo te dejo que vos hagas lo que creas conveniente, aunque me parece que te vas a llevar un chasco, el desfasaje debe estar en otro lado … -De seguido le dijo a Andrea-: Se le metió en la cabeza que algo tiene que ver el Encargado y a él lo conozco desde hace mucho tiempo, no creo que me haga algo así.
- No puedo opinar porque no conozco nada, lo único que sé es que Martín tiene instinto, hay que esperar a ver que acontece, -respondió “la ratita” sin agregar nada más-.
Las dejé a las dos en la casa de Candela, ellas saldrían un poco más tarde y yo me fui a ver la salida del camión desde la distribuidora. Pasé relativamente despacio por la puerta de la empresa y vi que estaban cargando un camión bastante grande, entonces me estacioné a unos ochenta metros de la salida de vehículos, todavía faltaba un rato para que terminaran. Ni siquiera había llevado armas y si se daba el caso de que robaban la mercadería en el trayecto tendría que actuar a “mano limpia” y eso implicaba un riesgo que no debía tomar.
Tendría que hacerlo lo más legal posible, sin embargo, no me veía entrando en la Comisaría de la zona para decirle simplemente que en tal o cual lugar se almacenaba mercadería robada, entendía que para hacerlo más efectivo tendría que actuar una Brigada o un Grupo Especial, pero tampoco podría hacerlos venir por venir sin tener pruebas fundadas. Me di cuenta que no tenía contactos en el nivel policial y se me ocurrió pensar en el Abogado del Estudio Jurídico.
- Hola Doctor, lo llamo porque necesito un favor.
- Usted dirá Martín, estoy a su disposición.
- Sucede que estoy haciendo un seguimiento por un presunto robo de mercaderías, el problema que se me presenta es que no tengo contactos a nivel policial y si el robo se hace realidad quisiera gente que sepa actuar con rapidez y no sé si la Comisaría de la zona pueda actuar ante esto.
- Conozco a la mayoría de los Comisarios y le aseguro que cualquiera de ellos puede montar un operativo rápido, no obstante, ¿por qué no averigua primero la zona del delito o presunto delito?, desde allí podríamos ver quién es el Comisario de esa jurisdicción y pedimos su colaboración, seguramente nos van a agradecer porque los méritos se los llevan ellos, eso sí se justifica el movimiento.
- Perfecto, entonces podemos quedar así, si entiendo que el delito se produce, lo llamo a usted y me contacta para que procedan, ¿podrá ser?…
- Sí Martín, quédese tranquilo, yo voy a estar todo el día en casa, si sucede algo me llama y yo lo contacto con quien corresponda.
- Gracias Doctor y disculpe que lo joda con esto.
- Ni hablar Martín, cuídese y cuente conmigo para lo que necesite.
Corté la comunicación con el Abogado y estuve un poco más tranquilo. Me quedé pensando en las diferencias que había en los ingresos del negocio de Candela, mucho que digamos no entendía del tema de los boliches, pero si le habían bajado los ingresos, seguramente no era el resultado de lo que se gastara en la barra, cada botella de whisky, por ejemplo, dejaba una ganancia de casi un 300%, cada una de ellas daba para regalar algunos tragos gratis y lo mismo pasaba con cualquier otra bebida.
Para mí estaba más claro que el agua, alguien se estaba quedando con lo ajeno y no pasaba por una botella más o menos, ni tampoco por un robo “hormiga”, esto es, llevándose las botellas de a poco. Candela era muy confiada, un sólo encargado para hacer los pedidos y recibir la mercadería, no me cerraba y no quise indagar demasiado por aquello de “imposible, lo conozco desde chico”, pero estaba seguro que era también quien hacía el inventario de la existencia. Yo estaba muy seguro de que “los chicos cambian” y prefería desconfiar.
Como no se podía llevar las cajas desde la confitería porque quedaría o quedarían muy expuestos, lo único que me quedaba eran los camiones o la distribuidora, aunque para hacerlo directamente desde la empresa tendrían que, necesariamente, estar confabulado con quien recibía la mercadería, pues era el que daba el visto bueno a la recepción de lo que se bajaba de los camiones. Elucubrando todo esto, me sorprendí al ver pasar el camión a mi lado y me dispuse a seguirlo.
Era grande y lo seguí dándole un poco más de cien metros de distancia, lo más engorroso era salir de plena ciudad, calculando la velocidad y el tráfico más lento estimaba que tardaría un poco más de una hora en llegar a la confitería y me armé de paciencia. Después de haber sorteado las avenidas internas tomó por la autopista Panamericana y allí se haría más rápido. Se me pararon los pelos de la nuca cuando vi que el camión ponía la luz de giro para bajar en la segunda bajada, faltaban cuatro bajadas más para ir hacia la confitería, allí había algo raro.
Hizo trescientos metros más después de doblar y volvió a girar en una calle transversal, transitó por una calle de ese barrio por unos quinientos metros más y volvió a doblar, ahora a la izquierda y se detuvo, pegado al cordón, ante una casa mediana con rejas altas en el frente que tenía un portón ciego al costado, el cual estaba abierto de par en par, sin dudas la entrada de un garaje, allí esperaban tres muchachones que no tendrían más de dieciséis o diecisiete años, uno quizás más, en lo inmediato no pude ver más porque pasé por el costado del camión justo en el momento en que el conductor se bajaba para abrir la puerta del costado en que iba la carga.
Estacioné entre otros autos y desde la esquina me puse a mirar, tuve que bajar del auto porque el camión me tapaba la visión y al poder ver mejor me di cuenta cuando el conductor alcanzaba las cajas que dos de los muchachos amontonaban en pilas de seis para que el tercero con un carro de mano con pala, las levantara todas juntas y las llevara adentro del garaje. Conté ocho viajes y no podía saber cuántos más habían hecho desde que estacioné hasta que crucé la calle para tener mejor visión.
No podía saber qué tipo de bebidas habían sacado, estando a unos setenta metros no podía llegar a ver y no pensaba acercarme, hubo dos cajas más que fueron entradas al lugar “a mano” por los muchachos, el conductor los saludó bajando del camión, subió a su cabina y continuó su camino. A lo sumo habían pasado quince minutos y me compré una lata de gaseosa en un quiosco para tragarme un poco la bronca, al camión no lo seguí, seguramente iría para la confitería y de lo que estaba seguro era de que allí habían quedado cincuenta o sesenta cajas de bebidas.
No le quise avisar a Candela, si sabía lo que había visto, era muy probable que supervisara ella misma la bajada de la mercadería y yo quería que el encargado diera como conforme el remito. Ante esto y cuando el camión ya había desaparecido me metí en el auto y lo llamé al Abogado. Le expliqué a grandes rasgos y me preguntó en qué localidad estaba, con esos datos me pidió que lo llamara en cinco minutos y se me hicieron bastante largos. Cuando lo volví a llamar me dio el nombre del Oficial de Turno de la Comisaria y me dijo que le explicara todo a él, pero que no hicieran nada hasta que llegara el Comisario que ya había salido de la casa.
A mi pedido, me dio la dirección en que se encontraba la Comisaría y los nombres completos del Comisario y el Oficial. Cuando llegué a la Institución policial me atendió directamente el Oficial, me estaba esperando en la Guardia porque había recibido un llamado del Comisario, desgraciadamente o agraciadamente, los “contactos” en mi país tienen una proverbial importancia.
Me hizo pasar a una oficina y me pidió que me calmara, yo me daba cuenta que mi bronca se hacía notar, por un lado, porque yo no había querido ni podido actuar y por el otro porque no entendía la deslealtad y la traición a que se veía expuesta Candela, habida cuenta que estaba convencido que toda la maniobra estaba orquestada por alguien allegado que se aprovechaba de la confianza que ella había depositado.
El Oficial me convido con un café diciendo que el Comisario, debido al lugar en que vivía, tardaría unos quince minutos y me pidió que le contara sobre lo que había presenciado. Le conté todo el seguimiento, la vigilia y la idea que tenía respecto a dejar que el camión hiciera la descarga pertinente. Me entendió clarito y dio orden para que se prepararan varios efectivos, eran tres que se movilizarían en el único móvil que tenía en ese momento la Comisaría y al que se sumaría dos móviles más que patrullaban la jurisdicción. No bien llegó el Comisario, me saludó deferentemente y se puso al tanto de la situación, “ya tengo las instrucciones del Fiscal de turno y hay que proceder a allanar ese lugar, detener al conductor del camión y a quien puede estar involucrado desde adentro”, -dijo muy seguro- y siguió:
- Me dijo el Doctor XXXX que usted es Detective Privado y si ese Estudio lo representa, además por el coche que tiene, veo que le debe ir muy bien.
- Digamos que trabajo en esto porque me gusta, mis ingresos, que no son pocos, son producto de una muy buena herencia.
- Jajaja, estamos todos locos, la mayoría de nosotros arriesgamos la vida por un sueldo que no es de lo mejor y usted, con la posibilidad de pasarlo bien, se busca los problemas sin necesidad de cargar con ninguno de ellos.
- Podríamos decir que es algo así, sucede que el hecho de tener dinero no implica rascarse los huevos y estar tirado todo el día panza arriba, tengo medios avanzados, un buen equipo y ganas, ¿por qué no hacer algo productivo y que me genere satisfacciones?…
- Eso es algo que no puedo discutir, es como digo, “cada loco con su tema”, pero me interesa el asunto de los medios avanzados, ¿a qué se refiere con eso?…
- Al tema de la Informática, por ejemplo, con dinero se puede acceder a medios que usan los países más desarrollados y abonar sueldos a personal muy competente.
- ¿Mejores que los que pueden tener nuestras Fuerzas de Seguridad?
- Sin ningún tipo de dudas, lo que pasa es que aquí las inversiones para el tema de la Seguridad se hacen mal o se desvían, lo que implica estar siempre un paso o dos por detrás de las últimas tecnologías.
- Entiendo que es todo Legal, ¿verdad?
- Absolutamente, tan Legal y transparente como lo que hacen ustedes todos los días.
- Jajaja, me gusta usted, no tiene pelos en la lengua, ahora vamos a dedicarnos a solucionar el tema de estos delincuentes y luego nosotros tendríamos que conversar un poco más detalladamente.
- Cuando guste, estoy a disposición, siempre y cuando esto no implique trabajar para todo el marco policial, ¿se entiende?…
- Perfectamente, por eso puede quedarse tranquilo. Ya que estamos aprovecharía para ir con usted en su coche y seguimos algo de esta charla.
Ya en el auto se despachó a gusto, tenía posibilidades de ascender a estamentos mayores dentro de la Fuerza y pedía contar con mi ayuda para destrabar un par de casos que lo tenía a mal traer, como es lógico de suponer, le dije que lo ayudaría, siempre era conveniente tener de “amigo” a un Comisario encumbrado. Le hice saber que pondría a su disposición todo el equipo, pero que no tendría que trascender de su conocimiento, lo aceptó con agrado y dijo que luego lo hablaríamos, que en ese momento lo que más le importaba era solucionar el problema que tenían a mano.
El operativo fue exitoso y de lo más rimbombante porque cerraron toda la calle de ese barrio tranquilo, no hubo resistencia, la propiedad era de una anciana, abuela de unos de los chicos menores y estaba semi postrada en un sillón ignorando todo lo que acontecía con su nieto. Dos de los muchachos eran menores de diecisiete años y el mayor tenía diecinueve, en la casa se secuestraron unos cincuenta cigarrillos de marihuana, una bolsita con “hierba” y un centenar de pastillas con la “carita feliz”, el “Éxtasis” era de consumo relativamente nuevo, pero los policías ya sabían de su existencia.
Dentro del garaje, aparte de las sesenta y cinco cajas extraídas ese día, había como cuarenta cajas más de whisky, vodka, champagne y cogñac, todo de primera marca que, como era de esperar, no pudieron justificar. Los apartaron para interrogarlos y aunque trataban de hacerse los duros, bastó con que el Comisario le dijera que iban a detener también a la viejita como jefa de la banda para que el nieto contara todo, diciendo que ella no sabía nada.
El caso es que “saltó” que el mayor era el hermano del “amigo” de la infancia de Candela que trabajaba como encargado en la confitería, éste tenía un arreglo con el conductor del camión de la distribuidora y en cada pedido “distraían” varias cajas de bebidas que luego vendían en otros locales de diversión nocturna y repartían las ganancias. Lo venían haciendo desde que Candela había abierto el negocio y habían aprovechado ese pedido grande porque era muchos para repartir y de a poco no les redituaba.
Era tal como lo había pensado y no era tan difícil de descubrir, el supuesto “amigo” conocido de años de Candela especulaba con la confianza que ésta le dispensaba pues, en el hipotético caso de que se diera cuenta de algo, la convencería de algún modo para así, seguir robándole. El “grano en el culo” vine a resultar yo y lo que más me jodía era la amargura y el mal rato que pasaría Candela por culpa de este hijo de puta que se la daba de “amigo”.
El Comisario me decía que era un buen caso porque figuraría como el desmantelamiento de una banda, que efectuaban robos y les cabía tenencia y venta de estupefacientes. “¿Cómo es eso de las ventas?”, -le pregunté-… “No sería de extrañar que el encargado de la confitería vendiese las pastillas y si no lo hacía, no importa, lo hacía, ¿me entiende?, además están las armas que les secuestramos y que ahora el Oficial está sacando las fotos” … Tampoco había visto que los muchachos tuvieran armas, pero aparecer, aparecieron…
Le comenté que me iría a la confitería y me mandó al Oficial con otro agente pidiéndome, mientras se sonreía, que no lo lastimara al que iban a detener, además ordenó a un móvil para que fueran a detener al conductor del camión. Me dijo que no descartaba otro tipo de detenciones pues, seguramente, surgirían otros nombres, de hecho, estaban los dueños de los locales que compraban mercaderías sin facturas y los allanamientos que deberían hacer a las casas de los detenidos y a la distribuidora.
- Eso lo va a ordenar el Fiscal y usted le tendrá que pedir al Abogado que redacte un pedido para que le liberen rápido toda esta mercadería, con ese Estudio Jurídico de por medio no creo que se lo hagan difícil.
- Me gustaría que la confitería quedara exenta de la mala publicidad.
- No hay problemas con ello, el Fiscal es muy accesible, yo lo hablo con él, pero recuerde que prometió darme una mano.
- Cuando guste pase por mi oficina, el lunes mismo si quiere, tiene los datos en la tarjeta, traiga lo que quiere averiguar y trataremos de resolver esos temas, ni siquiera en necesario que me traiga todo el detalle, no necesito conocerlo, con nombres y números de celulares me arreglo.
De camino a la confitería la llamé a mi novia, estaba en su privado con Andrea que, según dijo, se estaba enloqueciendo para hacer un programa que pudiera ser efectivo en las cajas de las dos barras de atención al público. “¿Ya se fue el camión?”, -le pregunté-, “si, ya se fue desconfiado, Ignacio controló todo y ya me dio el remito, no sabe nada de lo tuyo, sino tendrías que pedirle perdón por tus dudas?”, -me contestó-… “En un rato paso por allí”, -le dije-, no valía la pena explicarle nada por teléfono, la sorpresa se la llevaría cuando llegáramos al lugar, el tal Ignacio también.
Al entrar en el lugar en tipo no estaba en la barra y pasé con los policías directamente al depósito de mercaderías ante los ojos asombrados de dos personas más que estaban allí. No tuvieron contemplaciones, lo detuvieron a punta de pistola y lo esposaron con las manos a la espalda. Algún bocón de los que nunca faltan le avisó a Candela y se presentó alterada preguntando qué es lo que pasaba allí. Cuando me vio a mí se puso pálida y se acercó junto con Andrea a preguntar qué había sucedido.
- Sucede que no tengo que pedirle perdón a nadie, tu “amigo de la infancia” te estaba robando desde hacía tiempo y hoy desmantelaron a toda una banda que robaba y comercializaba las bebidas, además hay drogas de por medio. Es más, en el pedido de hoy faltan más de sesenta cajas.
- ¿Usted es la dueña de la confitería?, -preguntó el oficial-. Me tiene que entregar el remito firmado por él en el que constaba que la cantidad estaba bien, es la prueba de su encubrimiento doloso.
- Sí, sí, ya se lo alcanzo, esto no me esperaba, ¿por qué me hiciste esto Ignacio?
- Porque sos una idiota con plata, ¿qué creías que me iba a conformar con un sueldo que me ofreciste demostrando que sos la “buena de la película” que ayuda a los amigos pobres? Yo pretendía más y, y…
- No lo escuche señorita, muéstreme dónde guardo los efectos personales y usted y usted van a salir de testigos, -nombró a los dos que había y, por Ley, no podían negarse-.
Candela se puso a llorar y como vi que Andrea la estaba consolando, las dejé y acompañé al oficial, al detenido y a los dos testigos. En el armario dónde guardaba la ropa para cambiarse se encontraron diez pastillas más de las de la “carita feliz” y una suma de dinero en efectivo arrollado y atado con una banda elástica. Tuvieron que hacer las actas del procedimiento, se detalló lo encontrado y firmaron los dos testigos. Cuando terminaron el oficial me dijo delante de Candela que, ya un poco recuperada y abrazada a mí le entregaba el remito pedido.
- El Comisario me dijo que el procedimiento no lo hiciera con las demás instalaciones de la confitería y para mí esto es suficiente.
- Igual no había problemas, pero de todos modos se los agradezco.
- Menos mal que no “embarró la cancha”, si se hubiera tratado de defender diciendo delante de testigos que la dueña lo mandaba o que algún compañero vendía con él, esto se podía haber complicado, me lo llevó rápido y después que diga lo que quiera.
- Se lo agradezco, aunque le aseguro que estamos completamente “limpios” y les debo el asado a todos los del procedimiento.
- Cumplimos con nuestro deber y lo de “limpios” no lo dudo, pero igual le voy a tomar la palabra con lo del asado, no sé quede corto con la carne, jajaja.
Luego de que se fueron, Candela volvió a llorisquear, me decía que no entendía lo que le pasaba por la cabeza a Ignacio y me pidió disculpas por haber dudado de lo que yo había expresado, además me preguntó qué era lo que había pasado.
- No fue nada complicado, cualquiera lo podía haber deducido desde afuera, lo que sucede es que vos sos demasiado confiada y te podrían haber convencido con el tema de la “amistad”, ya está, ya pasó, por lo menos pudimos evitar la publicidad negativa, aunque tendrás que solicitar que te reintegren la mercadería y declarar en el Juzgado, pero eso lo arreglamos con el Estudio Jurídico.
- Voy a hacer todo lo que me digas y ya no seré tan confiada, pero contame que pasó …
- Nada especial, seguí al camión, se desvió de la ruta, descargaron mercaderías en una casa, los denuncié, se hizo un procedimiento y detuvieron a varios, en el lugar había más de cien cajas de distintas bebidas, pastillas de éxtasis y bastante marihuana, no sé qué más, no pude ver mucho.
- ¿Qué pasó con la distribuidora, estaban metidos en esto?
- No lo sé, tendrán que averiguarlo, lo que es seguro es que el conductor era cómplice, ya debe estar detenido.
- Estoy hecha pelotas, no sé si deba abrir esta noche.
- Vos sabrás, pero vas a dejar a mucha gente colgada, además no cuentes conmigo, estoy “pasado de rosca” por lo del seguimiento y el procedimiento.
- Tenés razón, no puedo cerrar porque sí… La voy a llamar a Lucrecia, es la chica de más confianza y la pondré de Encargada, voy a casa, me baño, descanso un rato y vuelvo.
- Yo no tengo nada que hacer, más tarde regreso y me quedo con vos, -dijo Andrea y Candela lo agradeció-.
Me fui de allí con Andrea y apenas subimos al auto comentó: “Sabía que algo ibas a descubrir, te vi demasiado seguro” … “Era fácil de deducir, lo que pasa es que Cande es confiada por demás, tiene mucho de noche en boliches de “pijos o chetos”, pero no tiene la “calle” que tenés vos y yo apenas si estoy aprendiendo” … Me comentó que iba a tratar de terminar el programa que había iniciado y luego se cambiaría para pasar por la confitería. La miré de reojo fijando la vista en el perfil de sus tetas y, como siempre me pasaba cuando un trabajo terminaba bien, me dieron ganas de sacarme las “cosquillas”.
No le dije nada, con Andrea no me era necesario decir nada, puse mi brazo derecho sobre el respaldo del asiento y ella se arrimó y apoyó su mejilla sobre el bíceps mientras su mano izquierda se apoyaba en mi muslo, me gustaba, me encantaba, me excitaba “la ratita” cuando se entregaba entremezclando una especie de sumisión con la búsqueda de cariño y amor de una mujer necesitada. Mi mano que colgaba quedó cerca de su teta derecha, sin embargo, no pasó de allí, “cuando lleguemos te vas a descansar un rato largo, tenés una cara de cansado que da pena, yo voy a hacer lo mismo y luego me tomo un coche para volver”, -me dijo con dulzura-.
No podía discutirle ni decirle nada, la actividad de la noche anterior, las pocas horas de sueño más el trajín del día y la adrenalina vertida me estaban pasando factura, la despedí en el ascensor con un beso en los labios que ninguno de los dos quiso que pasara a mayores, parecía conocerme más que yo mismo y lo suyo rayaba lo maternal. Ya dentro del pent-house me agradó notar el orden y el aroma a limpio, al llegar a la cama, ni siquiera me saqué la ropa y me entregué.
Me desperté como a las tres de la mañana con hambre y sed, fui para la cocina y comí algo de fiambre y quesos acompañado con una lata de gaseosa, en cierto modo entendí el por qué los Detectives de las películas duermen a deshoras, comen lo que se les ponga a tiro y chupan como esponjas, que no era mi caso, pero entendía que la adrenalina que generan las emociones, elucubrar, buscar datos, enfrascarse activamente en cada caso y además, vivir en y con el entorno pretendiendo ser un tipo normal, te dejaba de cama y sin ganas de más, luego de comer me desvestí y seguí durmiendo.
No sé a qué hora sería cuando me sacó del sueño profundo el sonido del teléfono, pretendí ignorarlo y seguir con lo mío. No hubo caso, una vocecita interior me instaba a atender y estiré la mano para tomar el celular esperando que no fueran malas noticias, de noche siempre se esperan. Vi en el teléfono que eran las 06.15 horas y que el mensaje era de Gloria, el sueño se fue de paseo y me senté en la cama para verlo mientras pensaba que para ella serían como las 18,15 o las 19,15 horas del lunes, pues la diferencia horaria era de doce o trece horas. Lo que leí no me hizo ninguna gracia…
“Hola mi cielo. Te extraño, aunque por ahora es imposible viajar. Disculpá la hora, allá debe ser muy temprano, no sé si Candela está contigo, pero necesito que la prepares para esta noticia que te mando en otro mensaje. Mi marido con las pelotudeces de la Diplomacia quiere estar seguro, agotar las instancias y está esperando la confirmación oficial, yo creo que todo es verdad y terminaron como no podía ser de otra manera. Candela va a acusar el golpe porque se llevaba bien con el tío. Te mando besos muy grandes y sé que vos vas a saber atemperarlo con ella” …
Esperé el otro mensaje pensando en lo que se podría haber mandado Raúl que se había ido con la mujer al Caribe, según todos de vacaciones, aunque Gloria y yo sabíamos la bronca que había por el tema de los robos y los cuernos con el Administrador de la Estancia, sin contar que, en apariencia, el tipo se había suicidado en su oficina. A los pocos segundos llegó el otro mensaje y éste era una información periodística de tres días atrás…
“En una lujosa propiedad alquilada en la Localidad de Taganga, provista de apartada playa privada, en el Caribe Colombiano, se encontraron los cuerpos de Rosario XXXX y Raúl XXXX, de nacionalidad argentina y visas de turistas, las muertes habrían acontecido hacía siete días y la policía estima que fue producto de una violenta disputa matrimonial entre ambos occisos. Según testigos, se los había visto discutiendo de forma airada en un restaurant y en una confitería bailable de la zona acusándose a los gritos de infidelidades”.
“La composición se basaba en que el hombre se encontraba durmiendo vestido con ropa interior y la mujer, vestida de short y remera habría aprovechado para acuchillarlo en el pecho con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones. El hombre, de fuerte complexión física, mortalmente herido habría tomado del cuello a su esposa y la habría estrangulado. Así se encontraron los cuerpos, la mujer asiendo fuertemente el cuchillo con ambas manos y las manos del hombre aferradas y como soldadas sobre el cuello de la esposa”.
“Se le habría dado intervención al Consulado argentino dependiente de la Embajada argentina en Bogotá para tratar de ubicar a los familiares” …
Mal que me pesara y ya lo sabía por experiencia, cuando te vienen las malas te caen una detrás de la otra, la única que quedaba era ir a verla a Candela y darle la noticia de la forma más llevadera posible. Dos sopapos fuertes uno seguido del otro, primero el “amigo de la infancia” que la traicionaba robándole y ahora el tío que había sabido brindarle más cariño que el propio padre.
Era demasiado temprano para ir hasta la casa, además estaría durmiendo después de pasar la noche trabajando en la confitería y seguramente Andrea estaría en lo mismo. No lo dudé más seguiría pensando mientras estaba sumergido en el jacuzzi.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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