EL DETECTIVE PRIVADO. (20).
El Comisario, el Fiscal, la herencia, los malos modos de Candela, la bronca y todo repercute en mi físico..
IDIOTECES – BRONCA – CLÍNICA. (20).
Salí del agua totalmente arrugado y relajado al máximo, luego de cambiarme me di un gusto que hacía rato no disfrutaba, me preparé unos mates y los tomé recostado en un sillón reclinable de plástico que tenía en el balcón. El paisaje no era muy “turístico” que digamos porque aparte de ventanas, veía terrazas y techos, pero el verano aparecía arrollador desde antes de que terminara la primavera y había un sol que castigaba bastante las pieles blancas de los que no estábamos acostumbrados.
Tal como me había dejado Alicia anotado en un papel, había en la alacena vidriada masas horneadas por ella y le entré a las masitas sin pensar en la figura, estaban exquisitas y bajé con varias de ellas para llevarle a Andrea, esperaba que estuviera despierta y si no, bueno habría que despertarla. “La ratita” tenía la cara lavada, índice evidente que ya había pasado por el baño y me abrió la puerta esbozando una sonrisa, la remera de tirantes y recortada que dejaba ver su ombligo y parte de sus tetas por los costados, se acompañaba de un pantaloncito muy corto que usaba de pijama.
Tenía puesto los lentes redondos que le daba un aire juvenil e inocente, más el cabello lacio con algunas ondas sobre la frente completaban un conjunto delicioso. Me hizo pasar dándome un piquito y me preguntó si había desayunado, “tomé mate y te traje unas masas que horneó la cocinera”, -le contesté-. No bien giró para tratar de dirigirse a la cocina, las nalgas que sobresalían por el pantalón de dormir incidieron para que el bulto de mi entrepierna comenzara a crecer.
La abracé desde atrás y movió el culito no bien la apoyé, parada y tirando el culito para atrás, abrió los brazos sosteniendo en una de sus manos el paquete de masas y me dijo: “¡Como estamos hoy!, parece que viniste con ganas y, casualmente, no tengo ningún “pero”, estoy perfectamente en condiciones” … “Mejor, pero, aun si tuvieras secuelas, tu culito sufrirá las consecuencias”, -le contesté jugando con sus pezones y mordiendo suavemente su cuello-.
Se giró lento, dejó el paquete sobre una repisa y me comió la boca con ansias retenidas, ella misma se bajó el pijama y dejó de besarme para sacarse la remera, retrocedí dos pasos y la admiré haciéndoselo saber con la mirada, pareció que “la ratita” crecía y con los lentes como única vestimenta se acercó nuevamente y expresó: “Vamos a la cama, quiero que lo rompas con comodidad”. Decir eso, encarar para el dormitorio y ponerse en cuatro sobre la cama desarreglada, le insumió segundos.
El pantalón mío voló mientras me miraba con cara de gata en celo y mi lengua salió disparada como un estilete al agujerito de su culo. El gemido no lo pudo contener y creo que alguna vecina debió tener ganas de comenzar mejor el domingo. Se estremecía con las lamidas y los apretones que le daba con las manos a las nalgas endurecidas, aguanté poco con la lengua y me aboqué a seguir un poco más porque el gemido cambió de intensidad y toda ella se estremeció.
Aproveché el momento de su orgasmo y el glande junto con el tronco pronto estuvo “en puerta”, sabía lo que ella quería, de todos modos, le pregunté cómo lo deseaba, “como vos sabés mi cielo, me vuelve loca cuando entrás despacito y haciéndomela sentir”, me tomé mi tiempo para llegar a chocar las pieles de pelvis y nalgas y en todo ese ratito Andrea gimió, pidió más y llorisqueó por ese placer con la penetración lenta que había aprendido conmigo. Todo el ingresó conllevó un orgasmo sostenido y al quedarme quieto “enterrado” en sus entrañas, levantó la voz, “creo que tuve un orgasmo larguísimo, es una sensación única, ahora dame con ganas, tu pija me transporta”. No me fijé si salió humo de su culo, pero entrar y salir con ritmo desde casi cero hasta el fondo me llevó un buen rato de fricción en esas paredes lisas.
Lo que comenzó con un “dame más” se convirtió en un “terminá, por favor, siento que me voy a desmayar”, ni sé cuántos orgasmos había tenido “la ratita”, quien, aún con los lentes puestos se dejó caer de bruces sobre las sábanas y fui tras ella apretando sus tetitas duras de pezones erguidos. En ese momento el gemido placentero se mezcló con un poco de dolor y tomándola de la cintura la levanté un poco y se la saqué del culo, su vagina empapada me recibió de una y el “síííííí´” se extendió cuando el líquido, creo que más caliente que de costumbre, chocó contra su útero.
“No salgas, esperá un ratito, no me puedo mover, ¡qué buen domingo!”, -me dijo aguantando mi cuerpo vencido encima del de ella-. Lo de “no me puedo mover” pareció chiste cuando giró y se abocó a limpiarme la verga con la boca, ¡cómo mierdas hacían para poder siempre un poco más!… Quedó reluciente y brillante de saliva y después de besarme me dijo que calentara el agua, “ahora la vamos a completar con un buen café con leche”, se fue riendo hacia el baño y el culito no paraba de moverse.
Ya en el desayuno me contó que lo habían pasado fenomenal en la confitería, me dijo que Candela asimiló bastante bien lo que le hizo ese hijo de… mal amigo, que le comentó en confianza que el tipo siempre anduvo detrás de ella, pero que ella no lo vio nunca como para estar interesada. “Algo de eso me imaginé, aunque jamás se lo preguntaría”, -le contesté-.
- Bien hecho, estoy segura que no hay quien influya entre ustedes dos desde afuera, ahora me podés explicar que hacés acá tan temprano un domingo.
- Se me hace que Candela va a recibir otro sopapo, ¿te acordás del tío de ella que se fue de vacaciones?…
- Algo me contaste, todavía no había empezado a trabajar con vos, fue el del caso del Administrador de la Estancia, ¿no?
- El mismo, un tipo bastante turbio y la mujer no era precisamente una joyita, bueno, se mataron los dos, entre ellos fue la cosa, parece que ella lo acuchilló y el la ahorcó antes de morir.
- ¡No jodás!, ¿tan así fue?
- Tal como te lo cuento, mirá el mensaje. -Leyó el mensaje y expresó-.
- Pobre Cande, tenés razón, un sopapo detrás del otro, encima otro quilombo familiar, si el tipo era socio del padre de Candela en las Estancias va a surgir el problema de la herencia, ¿tiene hijos u otros parientes el muerto o la mujer?
- Es verdad, no había pensado en eso, igual no creo que vaya a haber problemas, ninguno tenía descendencia directa, de todos modos, a Candela ni palabra de esto, primero hay que ver cómo reacciona a la noticia.
- ¿Querés que te acompañe?
- El día está hermoso y tenía ganas de ir a la mansión, está para tomar sol y distraerse un poco, la llamo, vamos los tres y almorzamos allá.
Llamado a Candela, a Ana para que preparara todo y nos fuimos los tres a la mansión. Al final, el día hermoso y la presencia de las otras mujeres fue fundamental para la contención, sin dudas que quedó afectada por la noticia y se le escaparon algunas lágrimas, pero no pasó a mayores, había estado muy allegada al tío, pero ya de grande, los distanciamientos de los adultos influyeron para no estar tan cercana, además, sabía que el tío no era un “trigo muy limpio” y que podría terminar mal en alguna de sus cosas.
Después de despertarla, habló con la madre y le dijo que estuviera tranquila pues no le había afectado tanto, allí se enteró que el padre se ocuparía de todo por medio de la Cancillería, aunque le dejó dicho que ella tendría que dar la noticia en las Estancias una vez que fuera oficial, Candela me miró y yo asentí, no me hacía ninguna gracia, pero tendría que llevarla a cada una de ellas.
Regresamos tarde y yo parecía un tomate porque no quise ponerme bronceador, estaba como para que nadie me tocara. Ana me sermoneó bastante por la exposición descuidada y Candela fue la encargada de pasarme la crema humectante y eso que no quise ponerme como un lagarto tal como hacían ellas dos, me había dedicado a recorrer todo en bicicleta y estaba lindo para andar en cueros debajo de un sol que, como decían mis “hadas madrinas” los primeros rayos fuertes eran malo para la salud.
La puse al tanto a Andrea sobre que el lunes aparecería el Comisario que me había ayudado y habría que darle una mano, no me puso ningún “pero”. La dejé a mi novia en la casa porque después de prepararse tendría que ir a la confitería y volvimos a casa con “la ratita”. “Ni lo pienses, estoy en carne viva”, -me dijo riendo cuándo le toqué los muslos-, yo estaba hecho y no insistí.
El lunes estuve temprano en la oficina y el Comisario llegó con el Fiscal, me dio un poco por las pelotas, pero no lo demostré, el caso es que el Fiscal, de unos treinta y tres años, después de un rato de conversaciones, me pareció un tipo macanudo con el que daba gusto departir, les presenté a Andrea como mi amiga y empleada más importante y ella se quedó escuchando.
- Yo sé que le había prometido que esto no saldría de mí, pero es necesario para que podamos ver de “legalizar” este tipo de datos y que nos sirvan como pruebas obtenidas legalmente, -me dijo el Comisario, en cierto modo, disculpándose-.
- Está bien, no hay problemas, pero no querría tener luego a todo el Departamento de Policía o a la Fiscalía preguntando por distintos casos, la información que yo pueda recoger por medio de los equipos me sirve para mis Casos y recuerden que yo cobro por ello.
- Podemos llegar a algún tipo de arreglo al respecto, -opinó el Fiscal-.
- En principio vamos a poner las cosas claras, yo soy “fulano de tal”, ustedes tienen mis datos y con eso pueden averiguar lo que tengo o dejo de tener, desde ahí está cantado que yo no necesito dinero ni realizar ningún tipo de contrato o arreglo que me condicione. Lo mío es absolutamente Legal, aunque sepa que se necesitan autorizaciones judiciales para que lo averiguado tenga validez en caso de juicio.
- Bueno, respaldo Legal no le falta y es de lo mejor, -dijo el Fiscal-.
- Es verdad, mis Abogados saben dónde tiene los pelos el huevo. Esto, si a ustedes les interesa, es solamente para los dos, trataré de allanarle el camino lo más que pueda, soy un hombre de palabra y así se lo prometí al Comisario, pero, me reservo el derecho de aceptar o rechazar cualquier otro tipo de datos que quieran averiguar.
- Es que, a decir verdad, no nos interesa dar a conocer esto porque, en tren de sinceridad, preferimos ser sólo nosotros quienes lo usufructuemos y nos sirva para avanzar en nuestras carreras, -acotó el Fiscal-.
- Perfecto, entonces es un trato, aunque ya saben que “una mano lava la otra y las dos lavan la cara”, esa sería mi “tarifa” u honorarios.
- Jajaja, quédese tranquilo con eso, ya le dije al Fiscal que usted es leal y no es hombre de tener pelos en la lengua.
Nos trasladamos al departamento de Andrea y abrieron los ojos sorprendidos cuando vieron la cantidad de equipos que había y la calidad de los mismos. Ellos querían averiguar de comunicaciones telefónicas y sin explicarles para que servían los distintos equipos, “la ratita” se puso a teclear y desde tal fecha a tal fecha fueron saliendo las conversaciones que los implicados en los Casos tenían, los audios fueron grabados en distintos C.D. pues, aunque nosotros teníamos, no todas las máquinas estaban preparadas para leer archivos por puertos USB.
Tampoco les dijimos sobre el programa de reconocimiento de rostro que Gerardo había “distraído” de equipos yanquis o de las Fuerza de Seguridad locales con el tema de las huellas dactilares, ni de la posibilidad de bajar señales de satélites para tomar fotos o de lo que hoy se conoce como GPS, aunque en ese momento había que ponerlo con un rastreador portátil en el móvil a seguir. Con lo que les dimos estaban más que conformes y podrían avanzar más, tal que lo que las Fuerzas de Seguridad del momento podían hacer era solamente “pinchar” los teléfonos de línea y no servía de mucho ya todo el mundo usaba celulares, con eso había trabajado Andrea.
Se fueron más que contentos y si, es verdad, los tuve de aliados para muchos de mis Casos a futuro, pero los ayudé en muchos otros Casos más y les sirvió para ascender más rápido en sus carreras, hoy por hoy están más que encumbrados, algo que me beneficia sobremanera, el tema de “una mano lava la…” dio buen resultado.
Aunque quizás no venga al caso, pagué un excelente asado para los efectivos policiales que me ayudaron esa vez, incluso la hice mejor, fue para ellos y sus familias y alquilé para el efecto las instalaciones de un club de barrio de la zona de competencia de esa Comisaría. Según me dijeron porque yo no aparecí por allí, eso de los agradecimientos o aplausos no era para mí, pasaron un hermoso domingo de camaradería y en familia con un par de números musicales en vivo, de todo esto se ocupó Andrea junto con Candela y lo del arreglo de los turnos quedó por cuenta del Oficial a cargo y del Comisario, todos quedaron muy agradecidos, no siempre pasaba esto de agradecer los servicios que nos brindaban.
Durante ese mes tomé sólo dos casos, los dos de infidelidades y practiqué lo que me había dicho el Sensei, aporté las pruebas, cobré por el trabajo y no llegué más allá, había posibilidades para más, pero me limité a complacer al cliente según lo que me había pedido y no me sentí mal por eso. Seguía aprendiendo, en realidad, si uno observa con perspectiva en cualquier trabajo, como en la vida misma, siempre se vive aprendiendo.
“La ratita” estaba al pie del cañón en todo lo referente a la operación de Luisa y me tenía al tanto, exactamente a siete días de su partida y, luego de los análisis pertinentes, todos estuvimos expectantes con la dichosa operación. Ramón, cagado hasta el pecho nos decía desde el teléfono de la clínica que había ingresado a quirófano, ocho horas y media después, el ex lustrabotas, más que exultante, nos avisaba que todo había salido bien, que Luisa evolucionaba de acuerdo a lo previsto y que los médicos estaban más que satisfechos, restaban las curaciones y los estudios de las evoluciones.
Andrea y Luisa con su desfachatez eran las más dadas con la gente del edificio y con el portero y, de a poco, comencé a tomar contacto con ellos, aunque tampoco fueron con muchos vecinos, por un lado, porque siempre fui un poco parco para darme porque sí con los que me eran extraños y por otro lado porque muchos de ellos se autoexcluían del trato cotidiano.
Se daba aquello del respeto mal entendido o quizás era porque yo era “el que la tenía toda”, la cuestión es que este trato no pasaba más allá de unos “buenos días” o “buenas tardes”. Eran comerciantes, profesionales y algún que otro funcionario/a o Docentes de grados altos, algunos con hijos cursando el nivel terciario, todos ellos de Clase Media alta (que alguna vez fue bastante común en mi país) y para ellos, al dirigirse a mí, yo era “el dueño” o el “señor Martín” o “don Martín”.
A pesar de tener tan sólo veinticuatro o veinticinco años, un pendejo para la mayoría de ellos, posiblemente a instancias del portero habían impuesto el “don Martín” y Andrea junto con Luisa se hacían una panzada de risa cuando escuchaban que me llamaban así, ni bola les daban cuando aclaraban que a mí me gustaba que me llamaran por el nombre de pila.
Me cansé de decirles, “Martín, mi nombre es Martín, sin “don” o “señor”, pero, no había caso, ellos mismos lo habían instaurado y salvo los más jóvenes o los chicos o algunas señoras M.I.L.F., -que las había y, algunas de ellas, de muy buen ver, más de una vez me tentaron sólo con mirarlas, pero, sin contar la madre y la hija del octavo, opté por aquello de “no cagar dónde se come”-, el “señor o don” siempre estuvo presente.
Con la madre y la hija del octavo, Olga y Carolina, tuve un sólo “tiroteo” más en el dormitorio del pent-house, vinieron precisamente a “eso” y todo fue con la excusa de decirme que ya habían iniciado todo lo del juicio, incluso mandando preso al marido, al final lo exprimieron, le sacaron el 70% de los bienes, lo otro quedó para las otras “familias” u hijos y a los seis meses se mudaron, sin perspectivas de futuro y acostumbradas a gastar, poco les duraría lo logrado.
El caso es que, en ese momento, me agarraron “con el caballo cansado” y accedí a darles lo que querían, según dijeron, la pasaron bien, Carolina con su estrechez vaginal y su desconocimiento anal con hombres, gozó y gritó lo que quiso, aunque se me fue un poco la mano y le costó caminar cuando llegó el momento de irse, la madre no se quedó atrás, pero para mí fue un “cumplí y listo”, no me aportaron nada, se llevaban mejor entre sí y ya no volvieron a insistir, estaban “en otra” y yo agradecido.
Andrea, un tanto “brujita” fue premonitoria cuando me dijo que la herencia del tío de Candela podía traer problemas y sí, los trajo, pero no fue por supuestos herederos que pudieran aparecer. Los decesos fueron oficializados a los tres días y al quinto día ya estaba Candela citada, en horario del mediodía, para comparecer ante un Escribano y el Abogado que llevaba los asuntos del tío. La acompañé y me encontré con la gente de la Estancia que ya conocía.
Estaba el Encargado de la Estancia, su esposa Alicia que oficiaba de cocinera y el ama de llaves, los tres le dieron el pésame a Candela y conversábamos mientras esperábamos que nos atendieran. No pude dejar de notar la mirada cómplice de la cocinera Alicia, no olvidaba que nos habíamos “atendido” muy bien en la visita que hicimos a esa Estancia y me surgió una sonrisa como quien se acuerda de alguna picardía.
Pensé que, en mi corta vida había conocido a tres Alicia, una fue mi tía, mi eximia maestra sexual que me metió de lleno en esa particular atracción que sentía por las “veteranas”, la otra era la cocinera de la Estancia que quedó contenta a pesar de tener que morder el fardo de pasto en que estaba apoyada cuando mi verga incursionaba por su culo estrecho, pero más que dispuesto y la otra era mi actual cocinera cuyo culo me pareció más tentador en ese momento.
Dejé de pensar en eso cuando nos hicieron ingresar al despacho, se presentaron los dos profesionales, corroboraron la identidad de las cuatro personas citadas y procedió el Abogado a leer el testamento de Raúl. Candela recibió el total de las Estancias del tío (padre e hija tenían ahora el 100%), con todo lo que hubiera adentro de esos campos en bienes muebles e inmuebles.
Además de esto, recibió cinco casas que tenía alquiladas, en la localidad de Puan y Adolfo Alsina, que eran los lugares donde tenían las otras Estancias, esto es en el límite de la Provincia de Buenos Aires con la Provincia de la Pampa, que eran las localidades en que estaban las otras Estancias, además de dos millones de dólares depositados en un Banco del Uruguay y en uno de La Argentina.
Era evidente que Raúl tenía una muy estrecha relación con sus empleados de confianza porque otras tres casas con una hectárea aproximada de terreno cada una y ubicadas a escasa distancia del centro de la Ciudad de Pergamino quedaron para ellos, más quinientos mil dólares a cada uno, habida cuenta que Alicia no estaba casada legalmente con el Encargado. No hubo ningún tipo de oposición y si muchas lágrimas y abrazos, después de eso les tocó firmar y recibir las autorizaciones pertinentes para disponer del dinero y las propiedades.
No había tiempo para ir a arreglar el tema de los Bancos y Candela los invitó a comer en un restaurant de pleno centro, luego del almuerzo conversamos un poco sobre lo que podrían hacer con ese dinero, con las casas y fundamentalmente con sus trabajos porque, como es lógico, preguntaron qué pasaría con la Estancia, “no hay problemas con eso, seguirán en la Estancia, eso no se va a vender, Martín y yo nos encargaremos para ir turnándonos, yendo para allá de forma seguida a controlar de cerca todo el movimiento” … Los tres respiraron aliviados, yo me mordí para no poner el grito en el cielo.
Me dio por las bolas que decidiera por mí y que tomara decisiones sin consultarme, máxime cuando me estaba comprometiendo para que asumiera una obligación ante esas tres personas, sin tener en cuenta que yo tenía el trabajo que quería y por el que me había esforzado, sin que existiera la urgencia de complicarme la vida con otros ingresos u obligaciones, pero, con un “señorito inglés” me tragué las contestaciones y en mi cara no se notó ninguna contrariedad.
Como ellos tenían que quedarse hasta el otro día, decidió que tendrían que dormir en su casa y fue el momento que aprovechó Alicia diciendo, “Ya lo hablé con mi marido, él no se lleva con ella, pero, a mí me gustaría pasar por la casa de mi hermana, ya que vine a la capital podría darme una vuelta, aunque como no sé llegar desde aquí, le iba a pedir a Martín que me llevara, eso si no es mucha molestia”.
Iba a contestarle que no tendría problemas en llevarla, pensando, de paso, en que tardaríamos un par de horas largas en llegar a casa de la hermana, había montones de hoteles en el camino al barrio de Caballito y estaba claro que eso es lo que ella pretendía. Tras cartón, Candela volvió a mandarse un par de cagadas seguidas…
- No hay problema Alicia, Martín te lleva, ¿vas a quedarte a dormir allí o venís para la cena?…
- No, es un par de horas, la voy a saludar y a contarle las novedades, puede que tarde un poco más, después regreso a cenar.
- Como gustes, Martín se queda con vos y después te lleva a casa.
- Dale Alicia, vamos que te llevo, hoy te hago de chofer, les hago compañía a vos y a tu hermana y después voy a distraer mi tiempo para administrar y controlar la o las Estancias, según parece, mi novia está muy decidida a que yo haga lo que ella dice y no recuerda nada de lo que alguna vez hablamos. Los veo luego.
Candela se puso pálida, yo me levanté sin decir más nada y salí seguido de Alicia, ni siquiera le di un beso a mi novia, ni en pedo le iba a permitir que ella decidiera sobre mi vida. Amparada por su condición de adinerada y nueva rica, le salió la “nena bien” de adentro y yo no toleraba eso. Alicia no tenía nada que ver con el disgusto que me había provocado la actitud de Candela e hice acopio de lo que me había enseñado el Sensei para “separar los tantos” respecto a mis pensamientos. En el auto la mujer cambió el tono, me contestó con voz entre nerviosa y excitada…
- Me dijiste que la casa de tu hermana quedaba en Caballito, ¿no?…
- Sí, tengo la dirección anotada, aunque si querés meterte en uno de esos lugares para parejas yo no tengo problemas, estoy caliente desde que nos llegó la citación, desde que te vi estoy rogando para que me rompas toda, conocer no conozco nada de esos lugares, pero me encantaría morder una almohada en lugar de pasto, jajaja.
- Parece que te viniste putísima para la capital.
- Ni te imaginás como estoy y si empezás a ir a la Estancia, voy a estar como loca esperándote.
- No te entusiasmes demasiado porque lo de ir seguido a la Estancia va a ser complicado.
- Bueno, pero si vas, ya sabés. ¿Me la dejás tocar un poquito?
Estaba desatada, menos mal que llegamos rápido a un Hotel Alojamiento (como se los llamaba antes, hoy son “Albergues Transitorios” por la idiotez de algún Funcionario trasnochado que alguna ganancia habrá sacado con el cambio de nombre) sino me hubiese hecho explotar mientras manejaba. Alicia miraba asombrada cuando estacionamos y entramos a la habitación con espejos y luces difusas, pero reaccionó enseguida cuando la tomé por detrás y me afirmé contra ese culo duro apretando sus tetas. «Esperame en la cama que voy al baño, mirá un rato la televisión, ¿a quién se le ocurre ponerse a mirar televisión cuando venís a echarte un polvo?, jajaja».
Me causó gracia lo que dijo y me desnudé pensando en que cuando viniera prendería el televisor para que viera un poco de porno mientras le perforaba el culo. Tardó un rato y salió desnuda para arrojarse sobre el ariete erguido que no tardó en llevarse a la boca, tuve que pedirle que moderara un poco porque me raspaba con los dientes. Cuando salió del baño ya no tenía ropa y no me dio tiempo a ver su cuerpo desnudo, tampoco pensaba ponerme a mirar tal o cual parte, sólo quería cumplir.
Como la mamada no daba los resultados que yo esperaba de mi amante de ocasión, la hice girar para ponerla en cuatro y mientras miraba asombrada al televisor y me decía: “Mirá Martín, mirá, están dando una película en que están cogiendo, ahora entiendo lo del televisor, agggg, no te pares, dame hasta el fondo” … Tensionó todo el cuerpo cuando perforé su vagina empapada, pero tardó poco en aflojarse y se quedó quieta gozando de mis entradas y salidas.
Estuve un largo rato así y Alicia experimentó dos orgasmos, el último de los cuales la dejó laxa y soldada a las sábanas, estirada boca abajo en la cama y conmigo sobre su espalda. La había estado cogiendo sin variar el ritmo, pero sin estar metido al 100% en el tema, mi mente estaba ocupada en la forma de actuar de Candela y en sus pelotudeces, mi cabeza era una especie de caos, me gustaba muchísimo, estaba muy por encima de todas las demás, era una mujer bellísima, me sentía bien estando a su lado cuando ella compartía, pero la forma de proceder tan imperativa me había caído muy mal.
Ella sabía de mi forma de pensar, lo había experimentado, lo habíamos hablado y se comprometió a darse sin exigir, sin embargo, en ese momento pensé que todo era una fachada. Permitirle ese tipo de salidas, como si fuera un ama que ordenara o decidiera por sobre mí sería contraproducente en la relación, para más, estaba “cantado” que la convivencia o el casamiento lo agravaría y no estaba dispuesto a permitirlo y aceptarlo ahora descompaginaría todo después. “Ya me recuperé, seguí dándome”, la voz de Alicia me regresó nuevamente a esa cama de hotel por horas.
Mi verga seguía dura dentro de la vagina de Alicia, parecía actuar con vida propia y me aboqué a seguir con lo que estaba haciendo. Quizás por el tema de la bronca que tenía encima o por la necesidad de la entrega que expresaba la cocinera de la Estancia, casi, casi al borde de la sumisión, me llevó a cambiar de agujero y emplear un ritmo similar al anterior. El esfínter, a pesar del poco uso, ofreció una mínima resistencia y el primer grito se hizo oír, enseguida recordó lo de morder la almohada y de sonidos guturales pasó de a poco a gemidos de placer mezclados con algún “ayyyy, ayyyy”.
Quería más, pedía más y le di más. Las nalgas parecían haberse aflojado y mi pelvis chocaba contra ellas produciendo un sonido que para mí era agradable, para ella también, habida cuenta que, por la posición no podía entrar totalmente en su interior y no sentía dolor, no importaba, yo buscaba de acabar y llenarla, lo hice cuando ella promediaba un orgasmo anal, casi me saca de encima con un corcoveó cuando se mezcló su orgasmo con mi líquido caliente en sus entrañas y el “sííííííí” que gritó no lo pudo acallar ninguna almohada.
Ninguno de los dos quería más, ni recuerdo que cosas hablaba, ni cuando nos recuperábamos ni cuando nos bañamos, pero se la notaba feliz y sí, algunas cosas le contesté. La llevé adónde quería ir y no quise bajar en la casa de la hermana, la dejé allí y le dije que tenía unas cosas que hacer, que la pasaría a buscar en una hora.
Pensaba dormitar un rato en el auto, pero apenas entró me fui a una confitería a tomar un regio cortado. Al final fueron dos y luego pasé a buscarla, me presentó a la hermana que me pareció mucho más dada que ella y nos fuimos a la casa de Candela. No entré, la dejé en la puerta y me fui para mi casa, tenía muchas cosas en la cabeza.
Ya en el pent-house me llamó tres o cuatro veces al celular, no quise contestar el teléfono, si conversaba con ella corría el riesgo liso y llano de mandarla a la mierda, yo estaba loco con la Candela que había prometido actuar como adulta y adaptarse en todo a mí, se lo había dicho, el tema pasaba por compartir con los diálogos, pero por muy loco que estuviera con ella, de loco no tenía nada, lo lamentaría si se sentía mal o por mí que ya me estaba afectando, porque estaba claro que así no funcionaría ninguna relación.
Pasé por la oficina para ver si estaba Andrea y la encontré ordenando archivos en carpetas, “¿qué hacés con eso?, ¿no tenés suficiente capacidad en las computadoras para dejarlos ahí archivados?”, -le dije sin siquiera saludarla-…. “¿Qué te pasa, venís mal?, yo archivo toda la papelería en un lado y lo mismo en la computadora, el día que tengas que buscar te va a resultar más fácil mirar los papeles, nunca están de más, además, vos sabés usar las máquinas, pero Luisa y Ramón no saben, se las hago fácil a ellos”, -contestó sonriendo y me di cuenta de que había estado mal-.
- Está bien, disculpame, vengo con los pájaros volados y vos no tenés la culpa.
- ¿Qué te pasó?, ¿no hubo nada para repartir en la herencia?, porque me imagino que la citación a Candela debe haber sido por eso.
- No dudo que Raúl tenía sus cosas y muchas de ellas nada santas, pero con su única sobrina se portó más que bien y lo mismo hizo con su personal de más confianza, el problema viene por otro lado.
- Se me hace que el detonante fue Candela, ¿la pelotera fue con ella?
- Te cuento algo que nunca hablé con nadie, mis padres y mis tíos, aun cuando fuera hijo y sobrino único, me marcaron los límites, no me dejaban hacer lo que quería, pero jamás, ninguno de ellos, me obligó a hacer lo que ellos querían, es más, me inculcaron siempre que no debía permitir que dejara que los demás decidieran por mí y ni hablar de agachar la cabeza ante nadie, aparte del tema de no aprovecharse de los demás y de que solo me fui forjando a los golpes, aunque siempre con las premisas que me marcaron a fuego.
- Eso no es necesario que me lo digas o aclares, sé cómo es tu forma de pensar. De alguna manera, lo hicieron como anticipando la posibilidad de que te tuvieras que mover solo por si ellos faltaban, te prepararon para que no permitieras que nadie se te arrimara por conveniencias y/o tratara de aprovecharse de vos marcándote pautas. No sé, se me ocurre algo así.
- Si, puede ser, el caso es que hoy Candela cometió nuevamente un error que creía que se había subsanado por una charla y una promesa que hizo tiempo atrás. No sé si fue porque se vio con dinero grande propio y con propiedades, el asunto es que se volvió a comportar como una “nena bien”, caprichosa y mandona, propensa a ordenar y decidir lo que los demás deben hacer y eso, definitivamente no la va conmigo.
- Tampoco es para que lo tomes así, posiblemente haya cometido un error, pero los sentimientos por vos los tiene.
- El caso y lo que me jode es que yo también tengo los sentimientos, pero, ya pasó una vez por problemas de falta de confianza, algo me jodió mucho y lo superamos ante su promesa de actuar como adulta y no volverme a fallar, ahora vuelve a repetirse algo similar que me molesta de la peor manera, ¿quién me asegura que el día de mañana, si nos consolidamos como pareja, no vuelva a incurrir en los mismos defectos y errores?… Eso me lastimaría más que en este momento y no podría tolerarlo, creo que lo mejor va a ser que me tome un tiempo.
- Pero, pero, vos sabés que el famoso “pedido de tiempo”, que, dicho sea de paso, es o parece ser potestad de las mujeres, siempre es para mal y que no soluciona nada, al contrario.
- Lo sé, lo sé, pero, estoy tan desilusionado que, si tratara de hablar las cosas en este momento, estoy seguro que la mandaría a la mierda con sus “aires de pija” y con su actuar en contrario de lo que había prometido.
- No seas negativo, eso tendrían que hablarlo, dialogar en profundidad los dos.
- No soy negativo, me anticipo a posibilidades que me pueden hacer mal. Yo sé que soy jodido, tengo mis egoísmos, aunque me digas que no soy egoísta y exijo cosas, como por ejemplo el tema de la fidelidad, que no respeto al 100%, pero tengo claro que mi pareja es mi pareja, soy así, me educaron así, aprendí así y cambiar en eso no es algo que me caracterice, se me acepta de ese modo y no se me acepta.
- No puedo decirte nada ni darte algún tipo de consejo porque como folla-amiga soy parte interesada, espero que se te pase la bronca o desilusión.
La charla con Andrea me había servido y bajé mis decibeles. “La ratita” era la única que me entendía, de Gloria podría decir lo mismo y sentía algo de pena porque no podía brindarles a ellas los mismos sentimientos que tenía por Candela. Como para dar por terminada la charla le dije: “Prometo que no te volveré a utilizar como paño de lágrimas, cerrá todo y cámbiate que nos vamos a cenar”. Salimos de apuro para su departamento y entre risas se cambió a las corridas.
Cenamos en un coqueto restaurant ubicado en la zona céntrica y lo pasamos bien, Andrea no volvió a tocar el tema de Candela y yo me abstuve de hacerlo, sin decirlo, nos propusimos pasarla bien sin interrupciones. En un determinado momento se encendió el celular que había dejado sobre la mesa, era Candela y lo corté antes de atenderlo, lo tenía en modo silencioso y vi que había cuatro llamadas perdidas anteriores, lo tomé para guardarlo en el bolsillo y “la ratita” me hizo un comentario al respecto, “tendrías que atenderla” … Fue su única mención y le contesté, “todavía me dura el entripado”.
Cuando regresamos a casa, no hubo ninguna otra intención de connotación sexual, yo no estaba por la labor y, aunque sabía que Andrea no me diría que no, me hice a la idea que sería como “usarla” para tapar un bache y ella no lo merecía. El asunto es que, pasada la medianoche me comencé a sentir mal, la bronca, el mal rato, la comida, la bebida, no sé qué fue o posiblemente fue todo el combo, la cuestión es que apenas pude llegar al baño para vomitar, tuve que cerrar la boca para que no se me fuera hasta el alma por el inodoro.
Me temblaban las piernas cuando regresé a la cama y el dolor intestinal se me hacía insoportable, me retorcía en el momento en que atiné a llamar a la urgencia médica de la clínica, me vestí con un pantalón de gimnasia, un suéter, abrí la puerta del departamento y con los documentos y las llaves a mano, los esperé sentado en el sofá. No tenía fuerzas para moverme y un par de veces que me dieron arcadas y vomité, fue sólo bilis lo que lancé, todo me daba vueltas y apenas llegaron los paramédicos traté de esforzarme para contestar sus preguntas, pero, se me acabó el mundo.
Me desperté un poco antes del mediodía en una coqueta y agradable habitación de la clínica privada que tenía contratada, estaba entubado en un brazo, un aparatito me apretaba la punta del dedo índice, me dolía el costado y una simpática enfermera morocha, bella y con el canalillo de sus tetas que se avistaba más llamativo por la posición, me tomaba la presión.
- Vaya susto que nos dio, menos mal que los doctores actuaron rápido, tenía el apéndice a la miseria y una Peritonitis declarada, lo bueno fue que el apéndice no alcanzó a explotar del todo, ¿cómo se siente?…
- Bien, ahora bien, recuerdo a los médicos entrando a mi casa y recién me asusté, creí que había muerto y un ángel me estaba atendiendo.
- Jajaja, sus síntomas están bien y el ánimo mucho mejor, me alegro, soy Flor y estoy destinada para su atención personalizada, en unos instantes viene la doctora a revisarlo y aclarara cualquier duda.
- Gracias Flor, yo soy Martín y tuteame, por lo que recuerdo, estuvo feo, pensé que era una descompostura normal y parece que se complicó con una mala comida. Tenés mi celular y mi billetera por ahí.
- La sacaste barata y no es sólo por una mala comida, es todo un conjunto de cosas, por suerte llamaste a tiempo. El celular se está cargando sobre la mesa de luz, después te cobro el alquiler del cargador de batería, ahora está apagado, aunque te aviso que tenés tres llamadas perdidas, las vi antes de que se apagara y la billetera está dentro del cajón.
Me incorporé para tratar de sentarme en la cama y acusé un dolor en el costado, la enfermera me ayudó y me dijo que tenía que hacer todo con cuidado, justo en ese momento entró una doctora de unos cuarenta años, alta, morocha, su piel de color oscuro resaltaba por sobre el uniforme de casaca y pantalón de un blanco brillante que no disimulaba su cuerpo de escándalo. La dulzura de su acento colombiano me cautivó y se presentó como la Doctora Adelina.
- ¿Cómo está nuestro amigo?, parece que bien, le cuento que tuvimos que limpiar la zona aparte de extraer el apéndice, tenía infectada la zona y vamos a tener que aplicar antibióticos, de hecho, ya hay algo de eso en el suero.
- ¿Para cuanto tengo aquí Doctora?
- Creemos que en tres o cuatro días ya estará en condiciones de salir de acá saltando, le hace falta una buena dieta de comida de hospital y que no se haga tantos problemas, jajaja.
- Con que pueda salir caminando me conformo, pero si me siguen atendiendo ustedes dos como hasta ahora puedo quedarme a vivir aquí adentro. ¿Por qué me habla de problemas?
- Porque cuando salía de la anestesia habló enojado del tema de las Estancias y algo de candelas, me dijeron que son campos de siembra o de crianza de animales, en mi país le llamamos fincas, ¿qué quiere hacer, prenderlas fuego?, -preguntó sonriendo y exhibió una belleza de dientes blancos inmersos en una boca de labios rojos y gruesos que no desentonaban con su cara-.
- ¿Acaso sos estanciero?, -preguntó Flor-.
- No, nada que ver, la que tiene Estancias es mi novia o ex novia, todavía no lo decidí y se llama Candela.
- Parece que los modismos distintos me jugaron una mala pasada, “candela” en mi país es encender algo, ¿no recuerda la canción esa que dice “que le den candela”, entonces, ¿a qué se dedica, si se puede saber?, -preguntó la Doctora-.
- Yo soy Detective Privado y a eso me dedico, tengo una Agencia de Investigaciones y un grupo de trabajo.
- ¿En serio?, ¿cómo en las películas, líos, tiros, golpes, alcohol y mujeres?, jajaja.
- Algo así, pero las películas son películas, en la vida real suele ser distinto, más bien infidelidades, fotos, escuchas telefónicas, aunque uno deba estar preparado para todo.
- Muy interesante, pero, como sea, a usted hay que atenderlo bien, es orden directa del Director de la Clínica, parece que está muy bien conceptuado.
- No más que a otros Doctora, no más que a otros y hasta ahora sólo puedo decir que me atendieron de maravillas, por otro lado, al Director ni siquiera lo conozco, debe ser por mi billetera, jajaja.
- Usted es terrible señor Martín, mejor, lo dejo con Flor que le va a hacer las curaciones y paso luego.
- Martín, sólo Martín a secas y la voy a estar esperando.
Flor me iba a hacer las curaciones y le pedí ir al baño, “no te podés levantar, es muy pronto, te pueden fallar las piernas y se complica todo”, -me dijo y agregó-, “te alcanzó el “papagayo” para orinar, a menos que quieras el “otro”. Sólo quería orinar, me destapé para estar muy cómodo y con una sonrisa Flor se acercó y me tomó la verga para ponerla en el conducto de plástico. “Vas a poder solo, pero me encanta tener una “buena” en la mano”, -expresó sonriendo- y la dejé que hiciera.
El apretón final para la última gotita se estiró un poco más y le dije acompañando su sonrisa pícara: “No seas mala, un apretoncito más y se me abre toda la herida” … “Jajaja, se te endureció el “pedazo”, ya estás curado, mañana hago el turno de noche y de alguna manera me las voy a ingeniar para que no hagas ningún movimiento extraño, esa “tranca” no me la pierdo, espero que no se me adelante la Doctora” … Bromeamos un rato más, mucha joda, mucha joda, pero ayudó a que se bajara sola y tal como me había pasado con la colombiana cuando se iba, me encantó ver que el culo de Flor era durito y parado, tal como a mí me gustaban.
Cuando me quedé solo aproveché a encender el teléfono y ver que tenía varias llamadas perdidas, una era de Andrea, las otras eran de Candela y la llamé a “la ratita” que me atendió rápido…
- ¿A dónde estás, loco?, me tenías preocupada, la señora en tu casa me dijo que cuando ella llegó no estabas y el celular lo tenías apagado, anoche estabas “rayado”, ¿estás bien?…
- Sí, ahora estoy bien, no te asustes, estoy internado en la Clínica “XXXXX”, el número de la habitación no lo conozco, sólo sé que es privada…
- ¡La puta madre!… ¿Qué tenés, qué pasó?
- Nada, nada, ya está arreglado, fue una peritonitis, me operaron de urgencia y estoy bien, pero tengo que pasar unos días acá. Andá al pent-house y tráeme ropa interior y ropa para cambiarme para cuando salga, pero no le digas a nadie dónde estoy.
- Esta mañana temprano estuvo Candela hecha un mar de lágrimas, está desesperada.
- Candela es lo que menos me calienta, por lo que sé, la bronca que me agarré explotó por el lado del apéndice, si te llama de nuevo decile que me fui de vacaciones, pero que no te dejé dicho dónde.
- No le dije dónde estabas, tampoco sabía, pero no me aguanté y, después que me contó lo que te dijo, le contesté que era una idiota, que era difícil que vos perdonaras ese tipo de comportamientos de pendeja caprichosa y creo que me pasé un montón de pueblos porque también le dije que me habías manifestado las ganas de “tomarte un tiempo”.
- Eso se lo tendría que haber dicho yo, igual, ya está, mantené la versión que vos no sabés dónde estoy, eso sí, avisale a la señora Alicia y pedile que no diga nada, de paso almorzá con ella y decile que no haga comidas esta semana, si quiere, que se tome franco, acá no podés venir hasta después de las dos de la tarde, yo voy a apagar el teléfono.
Ya estaba, Andrea, quería pensar que fue sin querer, me había solucionado el tema de Candela y yo me pasaría tres, cuatro o algunos días más en la Clínica y, tal como venía la mano con Flor y con la Doctora Adelina, no lo pasaría tan mal.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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