EL DETECTIVE PRIVADO. (3).
Gloria se entrega sin condiciones y Elena recibe gran parte de lo que se merecía..
PEDIDO DE AYUDA Y PALIZA – 03.
Era viernes en la mañana, no tenía ninguna actividad y me estaba haciendo a la idea de salir a tratar de distraerme un poco y, como no podía ser de otra manera, pensé en Candela, no sabía si me iba a llevar el apunte, aunque estimaba que sí. Yo no había prometido nada y no existía ningún tipo de compromiso, de última, si estaba molesta por algo, no insistiría y trataría de disfrutar del ambiente, las mujeres que había visto la vez anterior en esa confitería eran como para embobarse mirándolas, el lugar era de elite, competían para estar una mejor que la otra y algún “pique” podría darse.
Bajé al mediodía, pensaba almorzar en un restaurant al que iba siempre y sentí que mi teléfono vibraba, vi en el visor que era Gloria y no quise contestar, si iba a tratar que Candela me diera algo de “bola” en la noche, no pensaba en “desgastarme” en la tarde con la madre. Ya estaba sentado esperando por el almuerzo y volvió a sonar el teléfono, era un mensaje de texto que me mandaba Gloria, a éste lo leí antes de descartarlo; “Por favor Martín, atendé el celular, tengo un problema enorme por culpa de Elena, quiere destruir mi familia y la carrera de mi marido”.
Pensé enseguida en que lío se habrían metido esas dos, seguramente tenía que ver con alguna encamada en grupo como las que solían hacer conmigo y las habían descubierto. Me causó gracia y la llamé, de curioso nomás o “chusma” o cotilla, pensaba divertirme con lo que me contara…
- Hola Gloria, ¿qué te anda pasando?, no te llamé antes porque tengo los días muy enredados con el estudio y las prácticas, contame…
- Elena se volvió loca, el marido la dejó, vendió la empresa y se escapó no sabe a qué país, ella se quedó con todos los problemas, en pelotas y sin dinero, ahora me está chantajeando y…, -ni me saludó, se la notaba alteradísima-.
- Pará, pará mujer, tranquilízate, no hables estas cosas por teléfono, ¿dónde estás en este momento?, -sonaba verdaderamente alterada, parecía ahogarse al hablar y me preocupé-.
- Estoy en casa, estoy desesperada, iba a salir, pero no sé adónde ir, necesito que me ayudes.
- Bajá un cambio, respirá hondo y anotá esta dirección, subí directo al pent-house, yo te voy a estar esperando y charlamos de lo que te sucede, -le di la dirección y ante su respuesta afirmativa, dije que viniera tranquila, que yo la esperaría-.
Me dio tiempo a terminar de almorzar y preferí esperarla en el hall de entrada, bajó de un taxi en la puerta del edificio y me abrazó sollozando cuando le abrí la puerta para dejarla entrar, vestía de jeans, camisa y campera con zapatos de taco medio, en el físico no vi cambios, seguía tan despampanante como siempre, pero en el rostro se le notaba como si hubiese envejecido diez años.
No bien subimos al ascensor la abracé y ya no se pudo seguir aguantando, estalló en llanto y decidí mantenerla abrazada mientras se descargaba. Ya adentro de mi casa, la dije que se sentara en el sofá, tomé la botella del “Absolut Elyk” y serví dos vodkas con hielo, le alcancé la copa y arreglándole los cabellos a la vez que le acariciaba la cara, le pedí que me dijera que era lo que le estaba pasando.
- El marido de Elena vendió la empresa, recibió un importante adelanto por esa venta y se fugó, no se sabe a qué país viajó y nadie cree que esté en alguna provincia nuestra. Como ella no tuvo injerencia porque él recibió la empresa como herencia de su padre, no tuvo que firmar ninguna autorización y no se enteró de nada.
- Eso es verdad, no son bienes gananciales porque no fueron adquiridos durante el matrimonio, pero… ¿Cómo pudo haber sido tan hijo de puta y mandarse a mudar?
- Jugaba mucho y tenías deudas grandes de juego, además había un montón de juicios laborales en contra de la empresa y demandas por cheques rechazados, ningún Banco le prestaba, estaba hasta el cuello de problemas y la dejó con todo el lío. No tiene nada a su nombre y no puede vender ninguna de las joyas baratas que tiene para amortizar las deudas que ahora le quieren cobrar a ella como esposa.
- ¿No le quedó nadie a quien pedirle?
- Es que el tipo era un estafador y nadie quería ayudarlo, al último que le pidió fue a mi marido y éste se negó aduciendo que había gastado sus ahorros en el negocio de Candela, no es así, fue una excusa porque lo conocemos bien y no quería prestarle nada.
- Es dramático y es lógico que te preocupes por tu amiga, lo que no entiendo es eso que me dijiste de un chantaje.
- ¿Amiga, decís?, vino a pedirme doscientos mil dólares para solventar esas deudas, yo no tengo de dónde sacar ese dinero y le dije que no podía ayudarla. Se puso como loca y me dio hasta mañana, si no le doy el dinero va a enviarle a mi marido unas fotos y un video que hicimos una vez en una orgía con tres tipos que ella conocía, además amenaza con mandarlos a la Prensa, eso arruinaría la carrera de mi marido y mi matrimonio se va al “tacho”. No sé qué hacer, me dijo que nunca se sintió mi amiga, que estaba a mi lado por el dinero y las relaciones que yo tenía y porque mi marido era Embajador, resultó una mierda de persona y ya imagino mi vida destruida. No me juzgues, yo ni sabía que eso se estaba filmado y si mi marido me pide el divorcio voy a quedar en la calle y repudiada por todos.
- Yo no pienso decirte nada sobre eso, supieses o no que los filmaban, sos bastante “crecidita” para decidir lo que hacías y vos sabrás lo que lograste con andar revoleando la concha con cualquier verga que se te cruzara, posiblemente, de alguna u otra manera, tendrías que pagar por las mentiras y los engaños a que sometiste a tu marido y a tu hija dejando de lado tus prioridades como esposa y madre, eso es tu problema, ahora bien, decime en que te puedo ayudar yo o para que me necesitás, -se largó a llorar por mi respuesta y siguió hablando entre sollozos-.
- No sé, Martín, no sé, pensé que vos me podrías sacar del apuro, hago lo que quieras, seré tu esclava, trataré de entregarte a mi hija, la puedo convencer para eso, te seré completamente fiel a vos sólo. No sé hacer ni una cuenta de dividir, pero te entregó todo mi físico para que me uses o me prestes, no sé, no sé qué hacer para lograr que me ayudes.
- En principio, no metas a tu hija en medio de esto, ella no tiene la culpa de lo puta, irresponsable y creída que se ha demostrado su madre. El dinero lo tengo, pero no pienso dártelo para que “alimentes” a una extorsionadora, lo primero que hay que hacer es pensar dónde puede tener esas fotos y ese video porque hay que tratar de recuperar todo eso. ¿Tenés alguna idea sobre dónde los puede guardar?
- Ella tiene una caja fuerte chiquita en la biblioteca, allí es donde guarda las joyas, está detrás de los libros del tercer estante, más de una vez me la mostró, no tiene combinación y guarda la llave en un alhajero que está sobre la cómoda, es el único lugar que imagino que utilizaría, ¿qué pensás hacer?
- En principio se me ocurre que tendríamos que ir los dos a la casa, vos me esperás en el auto y voy a tratar de entrar para revisar y buscar lo que te puede joder.
- ¿Y si no encontrás nada?
- Hay que intentarlo y revisar todo lo que se pueda, si no encontramos nada y sigue con su amenaza, yo te voy a salvar el culo y le daré el dinero, pero, si me arreglo con tu hija, no voy a querer a mi lado a una suegra puta, si descubro que mirás, aunque sea de reojo, el bulto de cualquier otro tipo te destruyo y te aseguro que conozco varias formas para esto, a partir del momento en que tenga esas fotos y el video, tu culo, tu vagina y toda vos van a ser de mi pertenencia, ¿está claro lo que te digo?… -Mi voz sonaba con una frialdad que hasta a mí me impresionó e imaginaba lo que ella pensaba porque tembló cuando me contestó-.
- Sí Martín, sí, está claro y no te voy a dar motivos para que opines nada en mi contra, estés o no con mi hija, yo te voy a pertenecer, bastará con que me llames para venir corriendo.
- Más te vale porque no aceptaré agachadas o arrepentimientos, -así le dije y noté sus estremecimientos ante mi voz gélida-.
En realidad, no era tan así la cosa, la tendría a disposición para sacarme las ganas las veces que quisiera y mis supuestos “castigos” estarían encaminados a dejarla destruida por el placer cada vez que la “usara”. Después de decirle esto tomé un par de hojas en blanco, le di una lapicera y le pedí que me hiciera un croquis de la casa de Elena. Ella había ido miles de veces allí y conocía hasta la ubicación de los muebles. También le pregunté si había algún tipo de Seguridad en la casa, “perros no tiene y el marido, un día antes de fugarse, despidió a los dos custodios que tenían, eso es lo que ella me dijo”, -contestó-.
Me venía al pelo para aplicar varias de las habilidades que había estado estudiando. La idea primaria era cortar la luz desde el medidor y meterme en la casa alumbrándome con una linterna, la cerradura no sería problemas, eso también era algo que me habían enseñado, había muy pocas que se me podrían resistir. Gloria terminó de hacerme el croquis, me lo explicó y ya tenía una idea por dónde entrar a la casa y como moverme en ella.
Seguidamente, la madre de Candela me hizo un par de preguntas referidas a cómo iba a proceder, le respondí que cuanto menos supiera era mejor, pero al mirarla noté que se movía sutilmente con otros modos, me quedó claro que Gloria se había excitado con la situación y le apreté un pezón pues ya se notaba, por sobre la camisa que vestía, que ambos estaban endurecidos.
Mi verga se olvidó de la posibilidad de “juguetear” con Candela y reaccionó casi por su propia voluntad, “sos una puta incorregible, sacate la ropa y ocupate de mí verga, no quiero escuchar ni una queja” … “Es tu verga y soy tu puta Martín, a partir de hoy seré solamente tu puta, sin ningún tipo de condiciones” … Noté su convencimiento en lo que decía y tardó segundos en sacarse la ropa, ya completamente desnuda se lanzó a bajarme los pantalones, pareció transformarse cuando se abocaba a esa tarea, su mirada adquirió un tinte de deseo y de complacencia que no esperaba.
Estaba sentada y parado frente a su cara la dejé que hiciera, sin esperar mucho llevó sus manos a mis nalgas y trató de tragar mi verga en toda su extensión. Ella ya sabía desde hace tiempo que a mí no me gustaban los jueguitos de lamidas y besitos, si quería mi verga tendría que tratar de tragarla y no se le olvidó. En la primera arcada quiso retroceder como hacía siempre y no la dejé, no se lo haría sencillo, sí o sí iba a tragar mi ariete por completo, para eso presioné con mi mano en su cabeza.
Me di perfecta cuenta cuando le perforé la garganta, pero no por nada la “veterana” tenía años de mamar vergas, respiraba y resoplaba por la comisura de los labios y por la nariz, cuya punta se apoyaba decidida en mi pelvis, la saliva, ya convertida en baba le corría por el costado de la boca y trataba de mirarme levantando la vista con los ojos anegados en lágrimas. Por el costado de uno de sus ojos corría una línea negra hacia su barbilla, el rímel no aguantaba la saladura de sus lágrimas y las acompañaba como derritiéndose.
Eran unos segundos metido en lo profundo de su boca y aflojaba para que Gloria tomara una bocanada de aire, expulsaba saliva y aire inflando los cachetes y volvía a metérsela hasta chocar con su nariz, lo hice así unas cuatro veces y ya no tuve necesidad de forzar su cabeza, pronto fue ella la que hacía el movimiento tragándose toda la verga y presionaba con sus labios como si quisiera mamar de allí. No iba a darle el gusto y salí de ella para pedirle que fuéramos a la cama.
Caminó por delante dejándome apreciar sus nalgas paradas y duras, su cintura delicada y sus piernas y muslos perfectamente delineados, llegó primero a la cama y se puso en cuatro esperando por las penetraciones duras que le gustaban. “No mi vida, así no, hoy me vas a tener que hacer el amor antes de sentirme adentro tuyo, dedicate a darme placer, si me gusta te voy a coger, si no me satisface prefiero hacerme una paja”. Esto la tomó completamente por sorpresa, estaba acostumbrada a que la cogieran y dudó unos instantes.
No obstante, no dijo nada, cumplió con lo que le había pedido respecto a no escucharla y se estiró encima de mi cuerpo aplastando sus tetas excitadas sobre mi pecho. Después de devorarme la boca con sus labios llenos y su lengua inquieta, besos que naturalmente respondí, se dedicó a besar y lamer todo el frente de mi cuerpo.
No estaba acostumbrada a dar, eso se notó en sus primeros movimientos, pero la ternura, la entrega, la dulzura y la suavidad es innata, aun presionada, si una mujer quiere, le surge como algo natural. Yo trataba de disimular y no demostrar nada, pero sus manos y su boca, junto a la imagen de su hermoso cuerpo desnudo deslizándose por todo mi cuerpo, me estaban haciendo vibrar desde la cabeza a los pies. Gloria no se aguantó y expresó mirándome, “¡mi Dios cómo me gusta esto!, jamás pensé que me excitaría tanto”, no le contesté el comentario, pero noté cuando, con la cara apoyada en mi miembro acamado sobre mi vientre se contrajo y tembló, había tenido un orgasmo al cual no estaba acostumbrada.
Se recuperó rápido y siguió con mis testículos, los sopesaba con suavidad y se los metía en la boca de a uno, yo, de acuerdo a lo que me había pedido el Sensei, me había afeitado y depilado todo el cuerpo, genitales incluidos, para eso me había traído al departamento a una chica oriental que me realizó el trabajo con una crema que parecía milagrosa, la extendía por el lugar y esperaba un par de minutos.
Después de esos minutos de espera, limpiaba el lugar con una toallita rugosa y los pelos desaparecían. Ni siquiera me había dado vergüenza el que me viera desnudo, la pobre era muy fea y su rostro no acusaba nada, su expresión era una sola y no la cambió mientras hacía el trabajo, mi verga ni siquiera se movió.
A las dos MILF les había encantado, cuando estuvimos en la confitería no dijeron nada, pero, se les notó en el rostro que les había agradado. Gloria en ese momento lo corroboraba, estaba extasiada con mis testículos y no había pelos molestos de los que suelen incordiarte bastante, obvió de meterse de nuevo el miembro en la boca y siguió besando el interior de mis muslos. Me tenía en el aire con todo eso y me incorporé más para tomarla de las axilas y hacer que se pusiera nuevamente sobre mí. Estaba extasiada, su mirada y su semblante lo denunciaban.
La besé con ganas abrazándola, me devolvía los besos gimiendo y denotando el placer que sentía por esto. Su cara pareció brillar cuando le pedí que se sentara y se penetrara, para ella, aun con todas las cogidas que había tenido, era una posición distinta, además, la situación era distinta. Puso las rodillas al costado de mi cuerpo y apoyando una mano en mi pecho, acomodó el miembro con la otra, se penetró despacio sin apurarse y disfrutando cada centímetro, yo acariciaba sus tetas y apretaba sus pezones sin que sintiera dolor.
Gloria me miraba intensamente mientras apretaba y soltaba el miembro con sus músculos, tenía los ojos llenos de lágrimas y por momentos se detenía, temblaba y acusaba una pequeña contracción. Se dio perfecta cuenta de lo que pretendía, yo no la estaba cogiendo, estábamos haciendo el amor y ella llevaba la iniciativa dándome placer y recibiéndolo como no esperaba.
Cuando toda mi verga estuvo dentro de ella, se movió despacio con un vaivén de caderas y luego salió y entró con calma. Tiraba la cabeza hacia atrás y gemía, eso junto a los apretones me daban a entender de sus orgasmos más fuertes. Yo lo estaba esperando, sus ojos ya no pudieron contener más líquido y se tiró sobre mí, movía sus caderas y me acoplé a sus movimientos alzando un poco la mía.
El orgasmo fuerte la encontró llorando con su cara pegada a mi oreja y trataba de hablarme en forma entrecortada, “por primera vez me sentí una mujer completa y no una hembra cogible, esto no pude hacerlo nunca y no esperaba hacerlo así contigo, no te vayas a reír, sentí que te estaba entregando mi virginidad”. Entendí lo que quería decirme, le moví la cara para darle un beso y le contesté: “Ahora quiero terminar yo”.
Me dijo que quería cruzar sus piernas en mi cintura y se acomodó para un sencillo “misionero”, le di el gusto y luego de un rato en que gritaba sin cortarse nada por sus orgasmos repetitivos, moví sus piernas para llevarlas al costado de mi cuerpo, me arrodillé, elevé sus caderas para que ambos agujeros quedaran “utilizables” y me perdí de una en lo profundo de su culo. El grito de Gloria casi me aturde, pero fue una mezcla de dolor con un placer que expresaba desde muy adentro.
Ella misma se apretaba las tetas y pedía más, ya un tanto desencajada y con urgencias, no sé cuánto estuve machacando en uno y otro agujero, verla enloquecida y como gozaba, retardaba mis ganas de terminar. Lo hice cuando quise, en el fondo de sus tripas y haciendo coincidir mi eyaculación con uno de sus orgasmos, luego de esto, tratando de recuperarnos y de tomar aire que a los dos nos faltaba, quedé tirado encima y amagué salir para ponerme a un costado, no me dejó, me abrazó fuerte para que permaneciera así.
Lo realizado me había dejado de cama, yo solía pensar que después de todo el aguante, mi orgasmo era de un 3 x 1, terminaba una vez y lo sentía como si hubiesen sido tres orgasmos juntos. Todavía no eran las cinco de la tarde y yo había hablado de ir a casa de Elena a eso de las diez de la noche, ver que tenía suficiente tiempo me relajó y me dormí sin salir de Gloria, ella sólo me abrazó y creo que hizo lo mismo porque le vi girar la cabeza como si se desmayara. Me desperté después de dos horas y media al escuchar que Gloria regresaba del baño y se subía muy despacio a la cama…
- Estoy despierto preciosa, no es necesario que trates de no hacer ruidos.
- Tenía que ir al baño, pero dormí unas dos horas y nunca me sentí mejor, no tenés idea de lo que hiciste conmigo, me siento una mujer nueva y no tuviste necesidad de retarme o darme sermones.
- ¿Te gustó darme placer con mimos y caricias?
- Me encantó, hasta mis orgasmos los sentí distintos. ¿Cómo te lo explico?, yo amo a mi marido, hace treinta y pico de años que estamos juntos, es un hombre maravilloso, pero para él, el sexo es algo insustancial, si se da, bien, si no se da, también. El primer engaño fue con un Profesor de Matemática que le daba clases particulares a Candela cuando tenía doce años, no fue gran cosa, pero se repitió un par de veces, yo mismo lo corté porque quedaba insatisfecha. Ya me había lanzado y probé “lo que venía”, aunque teniendo claro que era sólo sexo…
- No es necesario que me cuentes, yo no te exijo saber nada.
- No es para justificarme, necesito contártelo… Después fueron varios conocidos de mis amigas o algunos que aparecían circunstancialmente, mi cuerpo parecía necesitar los orgasmos y solamente quería obtenerlos por medio del sexo con otros. Ya viste como era, me ponía en posición y me cogían, besos y caricias, los mínimos o no había, yo tampoco me los permitía, sólo me llevaba los orgasmos que había ido a buscar y recién ahora me doy cuenta de cuánto tiempo desperdiciado y perdido al cuete, hoy me sentí mujer, los orgasmos los gocé, pero parecía no necesitarlos, surgían solos, no sé cómo explicártelo…
- Me alegro de que te hayas sentido bien y seguramente volveremos a repetirlo, pero ya sabés como es la historia, lo de la pertenencia y la fidelidad no tiene doble discurso, tu marido, si es que quiere y yo, no transo con agachadas o excusas.
- A mi marido no quiero perderlo, aunque no se entienda, lo amo y es como parte de mí, por eso lo de esta hija de puta de Elena me afectó tanto, respecto a vos, ya te lo dije, “tu puta” para todo servicio y después de hoy más convencida que nunca, nunca más otro hombre, a menos que vos lo quieras.
- Olvidate de eso, si se da de compartir tendrá que ser con alguna mujer y no cualquiera, soy muy selectivo para eso.
- Conozco montones de “señoras bien” a las que les encanta “la tortilla”, yo tampoco le hago ascos, ya lo sabés, pero sólo si vos lo decidís.
- Ya veremos…
La abracé y la besé poniendo ganas en eso y la noté completamente entregada, me gustaba mucho Gloria y no me iba a privar de ella, aun cuando me gustara más la hija. Candela era un poco más alta que la madre, tenía enormes ojos claros de color celeste, una nariz respingada y una boca de labios semi gruesos que invitaban a besarlos. Su rostro no era tan oval, parecía tener algún tipo de ascendencia germana, pero destilaba dulzura, aunque, como ya di a entender, podía ser dura. Todo el resto de su físico era perfecto y lo que, sin lugar a dudas, descollaba eran sus nalgas que parecían de latinas adaptadas al conjunto. Era una “mina infernal”, ya vería que pasaba con ella.
Nos bañamos juntos y teniéndola a mi lado, totalmente desnuda y jugando con enjabonadas y caricias, no pude evitar hacer uso y abuso del culo de Gloria, haciendo que se le aflojaran las piernas con cada orgasmo que tenía y quedara disfónica de los gritos de placer y los pedidos de más y más que profería sin cesar. El premio se lo llevó su garganta, ni siquiera su boca, tragó todo mientras aplastaba su nariz en mi pelvis sin que tuviera necesidad de usar mis manos para obligarla.
A las nueve y cuarto de la noche salimos para la casa de Elena, Gloria estaba nerviosa y me dijo que se moriría de ansiedad mientras me esperaba, yo no le daba bola, estaba consustanciado y pensando en lo que tenía que hacer. Todo comenzó a complicarse cuando llegamos a la casa, ésta estaba ubicada en uno de los barrios más pudientes de la Capital, grandes parques al ingreso y seguramente tendrían más parque por detrás de las viviendas, parecían competir entre las propiedades para hacer ver quien era más cómoda y grande.
Nos estacionamos sobre la misma acera, a unos treinta metros antes de llegar a la casa y no bajé enseguida, me llamó la atención que la propiedad estaba sin luces, ni exteriores, ni interiores, era la única del lugar que estaba a oscuras, además, el portón de reja de la entrada de autos estaba abierto de par en par y se veía la parte trasera de una gran camioneta negra que asomaba de allí ocupando parte de la vereda, sin dudas era una de las flamantes 4×4 que comenzaban a asomar en el país. Gloria no sabía decirme si eso de las luces era normal y no conocía a ninguno de los amigos de la pareja que tuviera ese tipo de camionetas.
Lo único que había traído de casa para moverme era la linterna, unos guantes finos de cuero, la ganzúa y un cuchillo de caza que tenía un mango duro con el que podía romper un vidrio si se daba la circunstancia, no creí necesario llevar ninguna de las pistolas y al recordar que Gloria me había dicho que tenía deudas grandes de juego, pensé enseguida en que los únicos que daban créditos o préstamos para jugar eran los que usufructuaban el juego clandestino y esos harían lo que fuera para cobrar sus deudas.
El marido de Elena podría haberse fugado y si se había escapado, lo más probable era que no se hubiera detenido para abonar sus deudas de juego, Elena tendría que hacerse cargo de ellas y esos tipos no eran hermanitas de caridad cuando de cobrar se trataba. No sabía qué hacer y trataba de calmarla a Gloria que lo primero que pensó fue lo mismo que pensaba yo, después de decirme que no conocía a nadie con un vehículo como ese, agregó: “¿Y si son los tipos con los que tenían deudas?, ¿cómo podríamos averiguarlo?, ¿mirá si esos tipos están ahí adentro?, que no se te ocurra entrar, no sabemos lo que pueden estar haciendo”.
Lo que menos necesitaba en ese momento eran las elucubraciones de Gloria y sus preguntas cargadas de miedos, lógicos y coherentes, pero no por eso necesarios en ese momento. Decidí que iba a entrar por el portón, trataría de aprovechar la oscuridad y esperaba no encontrarme con ninguna sorpresa.
Le pedí de malos modos a Gloria que se callara y, a punto de estirar la mano para abrir la puerta, vi que se encendían las luces traseras de la camioneta, enseguida se encendieron las blancas que indicaban que daría marcha atrás y salió despacio y sin ruidos. Nos agachamos los dos, no sabíamos si alguien podría mirar, pero era mejor que no notaran las cabezas de los ocupantes de ese vehículo estacionado cerca.
La calle era de mano única y las luces rojas se fueron perdiendo, pasaron la siguiente esquina y siguieron por la misma calle después de cruzar una avenida. “Por si las moscas”, preferí esperar un rato más, no sabía si volverían o no, yo tenía que entrar para tratar de recuperar el C.D. y las fotos y lo que menos quería es que me encontraran adentro si volvían. Finalmente me decidí a bajar del auto, entendía que lo que había aprendido me iba a ayudar.
Craso error, me quedé parado al lado de la puerta porque nadie me había dicho lo de la adrenalina y el cagazo, una me aceleraba y parecía que el corazón se me saldría del pecho y otro me endurecía las piernas impidiéndome arrancar. Apliqué lo que me había enseñado el Sensei respecto a la concentración y a hacer frente a los inconvenientes a medida que iban apareciendo y ya un poco más seguro me dirigí al lugar para ingresar por el portón abierto.
Los árboles grandes que había sobre la acera ocultaban la luz de las columnas de iluminación pública, aunque algunos rayos se filtraban, un par de ellos daba sobre una de las hojas del portón y parte de la pared que limitaba con la otra propiedad, allí pude ver el medidor de luz abierto, quienes hubieran sido, pensaron lo mismo que yo y habían dejado la casa a oscuras al inutilizarlo. Me tensioné y busqué la puerta de servicio, no me fue necesario forzar ninguna cerradura, estaba abierta de par en par e ingresé rápido para que no se viera desde adentro el contorno de mi cuerpo en la puerta.
Luego traté de escuchar apoyado en la mesada de la cocina y estaba todo en silencio, entonces usé la linterna de bolsillo que traía. En la oscuridad reinante el haz de luz alumbró más de lo que esperaba, había sillas tiradas en el suelo y la mesa estaba en una posición inusual, como si allí se hubiera generado una pelea. Aún más tensionado, me moví hacia el comedor y, salvo puertas abiertas en cada uno de los muebles y cajones desarreglados, no vi nada extraño, en el living fue igual, también había cosas desparramadas y una caja fuerte empotrada que estaba abierta y vacía, la puerta estaba falseada con algún objeto contundente, algo buscaban y no se anduvieron con vueltas.
Subí las escaleras para dirigirme a los dormitorios, recordando el croquis que me había hecho Gloria, por las dudas, revisé antes los tres dormitorios más chicos y el desorden era similar, el drama fue cuando entré en el dormitorio principal, lo primero que enfoqué con la linterna fue el cuerpo desnudo de Elena sobre la cama, estaba con las piernas abiertas y, en apariencia, viva porque noté que se movía su estómago. No me afectó, aunque la vi cubierta de sangre, tenía un corte grande que le surcaba el rostro y varios tajos en brazos y piernas, además de varios golpes porque tenía hematomas en las costillas y los pómulos reventados, ni quise acercarme a la cama mirando bien por donde pisaba.
Pensé enseguida que habían tratado de averiguar por el paradero del marido y habían revisado la casa para buscar algo de dinero, era ilógico que la mataran, con ella muerta perderían la posibilidad de cobrar. Lo primero que me vino a la mente fue el tema de la llave en el alhajero y me lancé a buscarla sobre la cómoda. La llave estaba allí, era la única que había, tenía un color gris y su empuñadura era cuadrada, busqué en la biblioteca, “cortando clavos con el culo” porque había visto algunos libros desparramados y me fijé en el estante que me había dicho Gloria.
Detrás de unos libros que no habían tocado estaba la caja chiquita, la abrí enseguida sin tomar ningún tipo de precaución y me encontré con varias joyas a las que ignoré, un sobre grueso de papel madera que contenía fotos y seis C.D., lo único visible de estos eran los números, iban del uno al seis, no lo pensé, tampoco tenía nada con que mirarlos y guardé todo en mis bolsillos, ya los miraría en casa. Cerré la caja, dejé la llave en dónde estaba e iba a salir de raje de allí, no sabía si volverían los tipos o si a algún vecino se le ocurriría llamar a la policía por escuchar ruidos o a la empresa de luz por el corte de energía.
La queja dolorida de Elena me detuvo en la puerta del dormitorio, comenzaba a despertar y me dio no sé qué dejarla sola ahí después de la paliza y las torturas que había recibido. No lo pensé más, salí a la calle, guardé mis guantes y saqué mi teléfono para llamar al 911, denuncié un posible robo en la casa de una amiga y que no me animaba a entrar porque estaba todo oscuro y ella no contestaba a pesar de saber que me estaría esperando. Gloria que estaba a un tris de explotar de los nervios, saltó del auto apenas me vio con el teléfono en la mano…
- ¿Qué pasó Martín, encontraste algo?, decime por favor que pasó, ¿a quién estás llamando?
- Escuchame bien y calmate, no te quiero escuchar preguntando pavadas. Esto es lo que vas a decir, viniste conmigo para hablar con tu amiga porque, por tú intermedio, me había pedido una ayuda económica debido a que el marido la había dejado y nos encontrábamos con miedo para entrar.
- ¿A quién se lo tengo que decir?, ¿qué fue lo que te dijo?, no entiendo nada…
- Tu amiga o ex amiga no le puede decir nada a nadie, le dieron una paliza bestial, la golpearon en varias partes del cuerpo, la tajearon por todos lados y posiblemente la violaron, está más muerta que viva, en cualquier momento llega la policía, que entren ellos y la encuentren, no llores ni digas nada, sólo mostrate preocupada porque no sabés que puede haber pasado.
Quizás debido a la zona, en pocos minutos llegaron tres patrulleros, nosotros estábamos parados en la puerta y le dije al oficial que yo había sido el de la llamada. Le conté lo mismo que le había dicho a Gloria, otras cosas las obvié y mandó a dos hombres a mirar lo que podría haber pasado. La tenían fácil, el portón estaba abierto y había un presunto delito, uno de los policías alumbró la parte delantera de la casa y el que fue atrás dio un grito para que los demás se acercaran, sabía que encontraría la puerta abierta y nos quedamos esperando mientras ellos revisaban.
El oficial salió presuroso y mandó a uno de los patrulleros a cortar el tránsito en la intersección y luego se dirigió a nosotros… “Parece que hubo un robo violento y su amiga estaba en la casa, recién acabo de pedir una ambulancia porque sufrió diversas lesiones, está viva, pero muy lastimada” … Gloria se puso a llorar soltando la angustia de los momentos previos y por la espera nerviosa, esto nos fue muy conveniente, no nos dejaron entrar al lugar de los hechos por el tema de las evidencias y lo que normalmente se estila en estos casos que ameritaban algún tipo de investigación.
Llamaron para que mandaran a un efectivo femenino y vinieron dos a la vez que llegaba la ambulancia, en unos pocos instantes el frente de la casa se convirtió en un pandemónium. Descubrieron enseguida que el medidor de luz estaba abierto, sacaron fotos para dejar registrado el daño y uno de los policías conectó luego los cables, la electricidad se reinstauró y, de alguna manera se normalizó el procedimiento.
Gloria ya estaba bastante tranquila, esto hasta que vio que sacaban a Elena en una camilla y se apresuró a acercarse a ella, la amiga o, en esos instantes, más ex amiga que nunca, estaba tapada con una sábana, pero su rostro lo tenía descubierto, en realidad, lo que parecía un rostro porque estaba todo hinchado donde la habían golpeado y tenía un parche grande de gasa en un costado. Yo la había visto antes y la cicatriz que le quedaría en la cara por el corte sería muy difícil de ocultar, tenía los ojos cerrados y no podría abrirlos por un largo tiempo, la hinchazón de sus pómulos golpeados parecía presionar sus parpados para que no se pudieran mover.
Gloria le preguntó al médico si la podía acompañar en la ambulancia y éste le dijo que no había inconvenientes pero que sería un tanto inútil, Elena sería ingresada directamente a Terapia Intensiva después de hacerle todas las radiografías necesarias y no podría verla, ella insistió en ir, más cuando, mientras esperábamos le dije que yo tenía todo lo que habíamos ido a buscar y que se quedara tranquila. Ya le habíamos dado los datos al oficial y la declaración había sido bastante escueta, “ninguno de los dos había ingresado y nos preocupamos porque no había luz y no contestaba ante los llamados”, no nos moveríamos de esa versión. Dejó que nos retiráramos y seguí a la ambulancia.
Estando en el hospital, fue como el médico le había dicho, Gloria no pudo ingresar y pronto la camilla desapareció de nuestra vista, estar allí era al pedo y le dije que la llevaría a la casa. De camino a la casa me preguntó que había encontrado y le conté que eran como cincuenta fotos guardadas en un sobre y que había además seis C.D. con filmaciones, pero que no sabía que contenían, “las miro en casa y luego te digo, crucemos los dedos para que sean las fotos y el video que queríamos”, -le expresé y no le quedó más que aceptarlo-. Le pedí que le contara al marido que Elena le había pedido dinero y que ella había recurrido a mí para tratar de que la ayudara, que habíamos ido a la casa y sucedió luego todo lo que contamos en la declaración…
- ¿Tendrás algún problema si le decís esto?, digo, por la hora que es…
- No, para nada, no tenemos problemas por el tema de los horarios, es más, no sé si estará en casa o habrá ido a alguna de sus reuniones, no hay problemas con esto, pero decirle, tengo que decirle antes de que se entere por otro lado.
- Bueno, manéjalo como creas conveniente, yo me voy a ir a casa a dejar esto y quizás pase por la confitería a tomar algo, fue una tarde y una noche agitada.
- ¿No tienen idea de quienes pudieron haber sido?
- No y es mejor no preguntar, aunque yo tengo una idea formada, eso sí, recordá que nosotros no vimos camioneta ni nada anormal, sólo la falta de luces y que no contestaba el llamado.
Bajó del auto frente a la casa y se fue luego de decir que me llamaría mañana para saber si eran sus fotos o no. Yo me fui para casa, quería darme un baño y sacarme el aroma agrio que te dejaba la adrenalina en todo el cuerpo, no sé si era tan así, aunque yo sentía que lo tenía impregnado en la piel y la ropa. Me tomé mi tiempo debajo de la ducha y me vestí para salir, terminaba de arreglarme y mientras miraba las fotos que había desparramado sobre la mesa grande del comedor.
Había once fotos en las que aparecían Elena y Gloria conjuntamente con tres tipos, en algunas estaban los tres con una sola mujer y la otra colaboraba, las dobles o triples penetraciones eran evidentes. No era “los” miembros, pero cumplían sus funciones y quedaba claro que serían más que suficientes como para iniciar una demanda de divorcio y perder todo en esa batalla legal.
Lo que no me extrañó fue descubrir que las otras fotos, si bien tenían de protagonista también a Elena, cambiaban dos de los protagonistas masculinos, uno de ellos se repetía en todas las fotos, indudablemente, amigo de la que “armaba” todo y conocedor de lo que pasaba, las mujeres también eran distintas, estaba claro que Elena iba a extorsionar a otras “amigas” más, si es que ya no lo había hecho. Los C.D. no los miraría, guardé todo apartando las fotos en que aparecía Gloria y, como a la una de la mañana me fui para la confitería.
En la puerta de la Confitería fui saludado de forma deferente por el portero de esmoquin, pero esta vez no hubo recibimiento de RR.PP., entré y me ubiqué en una esquina de la barra, pedí allí un whisky con hielo y busqué a Candela con la mirada, no aparecía y tampoco quise preguntar si estaba. La botella con que el barman me había servido la bebida tenía una forma extraña y se notaba que era un escocés añejado, apenas había terminado de servirme cuando se acercó a mí una chica rubia de cabello corto y un tanto pajizo y se acodó a mi lado.
- Hola, me llamo Gimena, veo que no te privás de nada al pedir la bebida.
- Hola Gimena, soy Martín y sí, es verdad, si quiero tomar prefiero elegir de lo mejorcito.
- Me fallaron las amigas y me quedé sola, ¿me puedo quedar un ratito a tu lado?, vos parecés un tipo tranquilo y hay un montón de “flacos” que te encaran feo y se enojan si no querés bailar.
- Quedate, a mí no me molesta, yo tampoco soy de los que bailan, ¿querés tomar algo?…
Tardó poco en pedir un vodka puro con hielo en vaso de trago largo, me agradeció y se puso a contarme, que había venido con dos amigas, que se habían “desaparecido” con dos tipos dejándola sola, que vivía en determinada parte de la ciudad, con esas dos amigas y que las tres estudiaban en la Universidad. Yo la escuchaba tratando de no ser desatento, pero no dejé de observarla.
Su cara era agradable, no podía decir que fuera fea, tendría un poco más de un metro sesenta y cinco que los zapatos de tacos altos estiraban bastante y, lo que sí llamaba la atención, eran sus tetas desproporcionadas en relación a su cuerpo, no podía esconderlas debajo de la remera escotada que tenía, la minifalda ajustada dejaba ver sus piernas que no estaban nada mal, aunque sus caderas eran exiguas, lo que implicaba un culo chato.
Seguía con su cháchara y cuando terminó su copa me dijo que, si se quedaba más tiempo y yo quería estar con ella, me saldría doscientos dólares. En principio no entendí, en la puta vida me había visto en esa situación y aunque me percaté de lo que me proponía, me quedé mirándola como si no entendiera. “¿Qué te pasa, sos tonto o recién venís del campo?”, -preguntó la tal Gimena-, yo ya no le daba pelota, estaba mirando a Candela que salía del lado de los VIP con un “maduro” muy elegante que la llevaba del hombro.
Venían los dos riendo y aunque no podía exigirle nada, me dio por las pelotas verla con otro tipo, me había hecho otro tipo de ilusión con ella, así y todo, traté de que en mi cara no se notara nada y le presté atención a Gimena, “te entiendo mi vida, pero hoy vengo servido, en otra ocasión me encantaría”, -dije mirándola a los ojos a quien estaba a mi lado-, “no hay problemas Martín, otro día nos vemos, gracias por el trago”, -me contestó dándome un beso en la mejilla-. Se retiró y ese fue el momento en que Candela me vio.
No entendía nada, la cara se le iluminó al verme y tomando al “maduro” de la mano se acercó al lugar en que yo estaba sentado, “hola Martín, te estaba extrañando”, -dijo dándome un “piquito”, seguidamente me presentó al hombre que tenía al lado, “él es mi tío Raúl, hermano de mi padre, vinieron con la esposa a la ciudad y aprovechó para visitar el lugar, le estoy dando una recorrida. Tío, él es Martín, casi, casi un poco más que amigo y es Detective Privado”. Me tomó completamente de sorpresa y sólo atiné a estirarle la mano al tío. Me pareció un tipo muy franco cuando estrechó mi mano y me saludó, luego habló con Candela…
- Cande, me vas a tener que explicar eso de “casi, casi más que amigo”, los del campo no entendemos mucho de eso del “casi, casi”, -lo dijo riendo con ganas-.
- No te lo puedo explicar delante de él, tío, pasa que me gusta, pero no se decide, -expresó ella con picardía-.
- Jovencito, me parece que le han apretado las clavijas, como Detective este caso lo tiene perdido, jajaja.
- Parece que es así y sigo sorprendido, no me salen muy bien las palabras, pero me interesa mucho ese “casi, casi” …
- Venga, vamos al cuarto ese con ventanas grandes, a mi mujer no le gusta mucho el ruido y la gente de “boliche”, de paso me viene bien para consultarle algo.
Candela se prendió de mi brazo preguntando en voz baja dónde me había metido, le contesté que tenía mucho trabajo con el estudio y las prácticas y me había aislado de todo…
- Mamá estaba desesperada por encontrarte, ninguno sabía cómo ubicarte y no contestabas el teléfono.
- Ya la vi a tu madre, hace un rato acabo de dejarla en tu casa, hubo un problema grande con Elena y tu madre me pidió ayuda.
- ¿Qué pasó, me enteré que el marido se había fugado?
- Sí y dejó deudas a granel, deudas que ahora le quieren cobrar a Elena, de hecho, está en el Hospital porque recibió unas visitas desagradables, no te imaginás lo que fue eso, llamala a tu madre para que te cuente.
- ¡Noooo, pobre mujer!, después que nos vayamos de aquí, me vas a tener que contar vos.
Entramos al VIP y Raúl me presentó a la mujer de nombre Rosario, me causó una muy buena impresión, aun cuando permaneció sentada, era la típica mujer de un hacendado importante, propio de quienes se podían mover cómodas en su círculo, pero que se inhibían con gente de “la Capital”, tonta no era porque, aunque bajó la vista al saludarme, yo le había visto brillar los ojos cuando me vio entrar al VIP.
Tendría unos treinta y cinco años, el cabello era oscuro y la piel clara, la cara era muy bonita y, de primera impresión, parecía una jovencita, vestía unas polleras a media pierna que mostraban unas pantorrillas muy bien formadas y una blusa que dejaba entrever que le sobraban tetas y, por los tacos de los zapatos, la imaginé bastante alta.
Se puso a “chusmear” o “cotillear” con Candela haciendo comentarios un tanto velados y risueños sobre lo que veía en la parte de los reservados individuales, la escuché cuando decía, “cuando yo salía a bailar, no hacíamos esas cosas en las confiterías, había que aprovechar cuando nos íbamos para casa”. No pude escuchar más porque Raúl me pidió que me sentara junto a él y me expresó, sin ningún tipo de anestesia:
- Si está mi sobrina de por medio desde ya confió en usted y quiero contratar sus servicios como Detective, por el dinero no se haga problemas, sólo dígame cuanto me saldría.
- No sé cuál es su problema Raúl, pero yo todavía no tengo el título homologado y no puedo trabajar con un respaldo legal, menos que menos hablar de dinero, eso es lo que menos me preocupa.
- Lo del Título no me importa tanto, si usted me averigua bien lo que yo quiero saber, de lo Legal y aplicar la Ley me ocupo yo, -al decir esto, en sus ojos se notó la misma dureza que había visto en los ojos del padre de Candela-.
- En estos casos soy ciego, sordo y mudo, cuénteme el problema que le atañe, veremos si algo podemos hacer, -me pareció correcto actuar acorde a una seguridad que él esperaba-.
- Entre mi hermano y yo tenemos tres Estancias Ganaderas y en la que vivo yo, estoy casi seguro que el Administrador me está robando y de seguro tiene que tener algún cómplice, pero no lo puedo enganchar en ningún renuncio.
- ¿Por qué cree que lo está robando, en que se basa para opinar así? y no se haga problemas porque lo que me diga muere conmigo.
- Yo le pagó muy bien, pero, me enteré que se había comprado una casa grande en un lugar cercano a la Capital, cambió el coche dos veces en el término de un año, anda también con una de las camionetas nuevas, de esas 4×4 y ya me presentó dos novias que me dan toda la pauta de ser putas caras de esas de los hoteles o modelos, yo soy nacido y criado en el campo, pero dos más dos es cuatro, con lo que gana no le alcanza, de algún lado saca el dinero para darse esa vida.
- Podría ser, habría que estudiar cuáles son sus verdaderos ingresos y egresos, yo tengo forma de acceder a esos datos y a sus cuentas bancarias.
- Eso es lo que quiero, cuando tenga los datos concretos y alguna otra prueba más, yo mismo me ocuparé del asunto. Vine a la Capital a tratar de averiguar algo, pero no sé por dónde empezar. Ahora que hablo con usted se me ocurre que podría pasar unos días en la Estancia y yo lo presento como sobrino, se mueve unos días por allí y trata de averiguar si se pierde o se roban la hacienda y quienes.
- Es una buena idea, deme el nombre y un par de días para averiguar los movimientos de esta persona.
- Muy bien, si decide ir a la Estancia, mi mujer deberá enterarse de todo, es el único modo de justificar su presencia y alojamiento allí.
- No hay problemas con ello, anote mi número de teléfono y deme el suyo, de esa manera podremos comunicarnos las novedades.
Terminamos de anotar los teléfonos y se acercaron las dos mujeres, no sé qué estuvieron hablando con Candela, pero la tía Rosario me miraba con una mirada pícara. Parada y con tacos era una mujer de casi un metro ochenta y ya no me pareció tan tímida y mojigata, sus gestos y miradas dejaban entrever algo distinto. Habló diciéndole al marido que era hora de irse, éste me miró a mí y Candela dijo: “Martín se queda un rato más y después se va conmigo” … La noche “pintaba” como para terminar bien.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios.
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