EL DETECTIVE PRIVADO. (4).
Lo de Candela fue espectacular y casi como que me “engrampé” solo, además, hubo que comenzar a resolver problemas..
MI NOVIA – OTROS PROBLEMAS – 04.
Después de que se fueron los tíos de Candela, quedaba aún como una hora para cerrar y me quedé en el lugar de la barra que parecía esperarme, me gustaba ese rincón y tenía una buena visión de gran parte de la confitería. Luego de hacer un par de cosas y de ordenar hacer otras, Candela se acercó a mi lado y tomó una copa conmigo. Estaba muy elegante, pues aparte de los tacos altos llevaba puesto un vestido de noche de color gris, le quedaba apenas un poco por arriba de las rodillas, pero era ajustado y le calzaba casi como una segunda piel, se sostenía con una tira gruesa que le pasaba por sobre el hombro y no llevaba sostén, el vestido mismo no lo permitía y tampoco lo necesitaba.
Al mirarla de frente parecía una aparición de una bella vestal o la personificación de una Valkiria, el cabello le hacía un jopo sobre la frente que te llevaba a observarlo y el resultado era que los ojos se robaban la admiración. Si se la miraba cuando iba, la cosa se ponía peliaguda, su espalda, la cintura estrecha y los muslos y pantorrillas delineados, quedaban desdibujados por sus nalgas firmes, duras y compactas, no eran exuberantes, combinaban perfectamente con el resto de su físico, pero eran bellísimas y apenas se le movían al caminar.
- No sé qué voy a hacer contigo, la vez pasada la “enganché” a Elena con ganas de “morderte” y ahora es mi tía, me dijo que no te dejara escapar, que se le salían los colmillos al mirarte.
- ¡Mirala vos a tu tía!, parece ser de “armas tomar” y parecía tan calladita la hacendada. Ni cuenta me di…
- Creo que mi tío le da algo de bola, pero la tiene más como “figurita decorativa”, es un tipo muy absorbente y machista, siempre lo vi como un “capo mafia”, aunque no por eso ella se priva de mirar. Bueno, contame eso de Elena y mi mamá.
- Te lo voy a resumir, más o menos, tu madre vino a buscarme y…
- ¿Adónde te fue a buscar?
- A mi casa, me mandó un mensaje y le di la dirección, lo que tenía que decirme había que hablarlo personalmente.
- Yo también quiero conocer tu casa.
- Bueno, compramos algo para desayunar y nos vamos a casa, ¿te sigo contando o no?
- Sí, contame, mientras voy a pensar si no es peligroso ir a tu casa y estar sola con vos.
- El caso es que el marido la dejó a Elena con una mano atrás y otra adelante, está llena de deudas y no tiene nada a su nombre para vender, tu madre me vino a ver para que viera la posibilidad de hacerle un préstamo y fuimos a la casa porque yo quería hablar directamente con ella…
Ex profeso había ignorado lo que decía de mi casa y de estar a solas conmigo, se dio cuenta sola que había sido una pavada-.
- Si tenía que abonar deudas de él, no debe ser poco lo que te pidió.
- Por eso quería hablar con ella, necesitaba doscientos mil dólares y esa suma no es “moco de pavo”, yo quería saber sobre las garantías que me daría. El tema es que nos retrasamos porque primero tomamos algo en casa y cuando llegamos a la casa ya era de noche, el portón estaba abierto y la casa no tenía luz, tampoco contestaba los llamados y como sabía que íbamos a ir, preferí llamar a la policía por si algo había pasado…
- Flor de lío se habrá armado en ese barrio.
- Sí, bastante, la policía constató que estaban las puertas abiertas, ingresaron a la casa y la encontraron “patas para arriba” y a Elena, golpeada, posiblemente violada y torturada. Nadie nos dijo nada, hablaban de robo con violencia, pero con tu madre pensamos que fueron los tipos de la mafia de juegos clandestinos que parece que el marido frecuentaba. Si hubiésemos ido más temprano, no sé qué nos hubiese pasado, bueno, el caso es que se la llevaron al hospital, tuvimos que declarar y todo ese sainete, después de eso la llevé a tu madre a la casa y me fui a cambiar para venir acá.
- ¡Es horrible!, pobre mujer, ¿se sabe algo de cómo está?…
- A tu madre no la dejaron quedarse en el Hospital, sólo nos dijeron que tenía cortes en la cara, los brazos y las piernas, amén de la golpiza en la cara y el cuerpo, pero no corría peligro de muerte.
- Yo no se lo desearía a nadie, pero ella sabía bien en lo que andaba el marido, esperá un poco que termino unas cuentas y nos vamos.
Compramos unas porciones de torta y masas en una confitería que estaba abierta y llevamos café con leche ya preparado para tomar el desayuno en el pent-house. Candela se comportó como una lady y yo no hice ningún intento de lo que se pudiera interpretar como un “avance”, se mostraba mimosa, pero el único acercamiento era cuando ella se tomaba de mi brazo.
El tema fue cuando entramos al pent-house, yo estaba serio pensando en que había dejado algunas de las fotos sobre la mesa del comedor y ella se largó a recorrer el lugar dando grititos de alegría porque le encantó, eso me dio tiempo a ocultarlas y me quedé más tranquilo. Candela venía del baño y su cara junto con su mirada habían cambiado, parecía una pantera a punto de saltar y se acercó a mi arrimando su cara a la mía…
- No sé qué hacer, me desconcertás, tengo ganas de “comerte” la boca y dudo entre hacerlo o no, es la primera vez que me encuentro con un hombre, porque convengamos en que vos no sos un chico, ni siquiera lo parecés, tengas o no veinticuatro…
- Los tengo, pero ¿qué sucede?, ¿te doy miedo?
- Esa podría ser la palabra, si doy el paso que tengo ganas de dar, voy a quedar rendida a tus pies, tenés una irresistible aura que podría decir animal y la convierte en algo difícil de resistir para una mujer.
- Eso no lo había pensado nunca, ¿por qué no hacés lo que dice mi Sensei?, “déjalo que fluya”, en una de esas el resultado te gusta, existe la posibilidad de que no te guste, pero no lo podrás saber si no hacés el intento.
No pude decir nada más, se apropió de mi boca después de echarme los brazos al cuello y mientras me besaba profundo, dejándome sentir sus exquisitos labios y su lengua, apoyó su cuerpo en el mío, estábamos vestidos y me pareció notar que nuestras pieles se rozaban, sin separar sus labios de los míos desabrochó mi camisa y aflojó mi cinturón, ayudé con mis manos a que cayera el pantalón a mis pies, lo pisé primero con uno y después con el otro pie para terminar de sacármelo.
Me sacó la camisa y apoyó sus tetas debajo de mis tetillas, ni siquiera me di cuenta cuando dejó caer el vestido. Su pequeña tanga gris y mi bóxer elastizado era lo único que nos separaba, me contagiaba la pasión de su entrega y cuando saltó a mi cintura me sentí en la gloria aferrando esas nalgas duras, así nos fuimos a la cama y la fui apoyando despacio en ella, poniéndome de costado para no aplastarla.
Recién allí soltó mi boca diciendo: “¡Qué beso, por Dios, qué beso!” y apenas me dio tiempo a ponerme de espaldas cuando saltó al piso alfombrado, sacarme el bóxer fue un mero trámite y la tomé de la mano para que cayera nuevamente sobre la cama, “nadie me va a privar de admirar tu desnudez”, -le dije procediendo a sacarle la tanga-. Gemía y se movía cuando la ínfima prenda se deslizaba por sus muslos ayudada por mis manos, yo estaba que reventaba, mi miembro palpitaba como si tuviera vida propia y me embelesaba al admirar el cuerpo desnudo que tenía enfrente, “me hace sentir muy bien esa mirada de admiración”, -dijo sin poder evitar una sonrisa de satisfacción-, pero la sonrisa le duró poco porque zambullí mi cabeza en su entrepierna y mi boca se adueñó de esos labios íntimos apenas abiertos y empapados.
Los gemidos y movimientos de Candela, se convirtieron en pedidos casi desesperados para que no saliera de allí, después de un rato y con el clítoris en mi boca, los pedidos eran para que parara porque se estaba enloqueciendo. La madre era una “máquina” de producir pequeños orgasmos, con Candela no eran nada pequeños y tenía que afirmarme tomándome fuerte de sus caderas para que no me partiera el cuello con sus movimientos.
Tenía la boca y la cara impregnada de sus jugos, primero noté dos de sus orgasmos, luego un tercero cuando absorbí y chupé su botoncito y un cuarto que casi acaba conmigo cuando, sin soltar su clítoris, mi pulgar, se hundió en el agujerito del culo estrecho, no pudo evitar un grito de sorpresa y pareció contraerse toda.
Aflojé luego porque la sentí laxa, saqué y subí la cabeza para mirarla y estaba con los ojos en blanco y los brazos abiertos en cruz, aunque la sonrisa que esbozaba era para un cuadro, besé sus pechos deteniéndome en cada uno de ellos y cuando llegué a su boca reaccionó y abrazó mi cuello con sus brazos buscando fundirse, su voz temblaba cuando dijo:
- En un ratito me ocupo de vos, no esperaba esto Martín, nunca gocé tanto y pensando en todo lo que falta, temo por mi resistencia. Esto fue cercano a la Gloria, tenés que llevarme a ella.
- Tranquila mi cielo, yo no soy un tipo apurado y cuanto más puedas gozar, más ganas tengo de hacerte gozar, tenemos mucho tiempo, mejor vamos a comer algo.
No esperé por su respuesta y me levanté para preparar el desayuno, no había mucho por hacer y cuando llevé la bandeja a la cama, me esperaba radiante y con un cierto aire de orgullo o complacida y no sólo por lo sexual.
- Quería tener sexo con vos porque me gustaste de entrada, hacía un rato largo que no estaba con nadie, pero nunca pensé que sería así, tu edad es la misma o similar a la de mis novios anteriores, aunque nada que ver respecto a la experiencia. Se hicieron realidad mis temores, quedé rendida a tus pies.
- Quizás deberías tomarlo como que fue sólo un rato de sexo, aunque debo aclararte que todavía me falta, jajaja, en una de esas te convenzo de hacer algunas cosas más.
- No seas tonto, no es nada más que sexo, aunque pensar en lo que me puedas brindar y en las formas en que pueda retribuirte me exciten como nunca antes. Es tu personalidad, son los modos en como “las matas callando”, tu mirada, tus atenciones, tu dureza, tus ojos que sabe decir sin hablar, que dominan escrutando al otro hasta lo profundo.
- Qué lindo “cartel” que me hacés, me encantan tus observaciones demuestran cabalmente tu inteligencia, así soy, le guste o no a quien sea, aunque parece que estuvieras “pintando” al “partido ideal”.
- No debería hacerlo, es como “impropio” que una mujer dé a conocer sus intenciones, pero reconozco que sos una especie de “mirlo blanco” y claro que sos el “partido ideal” con el que me gustaría estar a la par, mis dudas están dadas por mi propia forma de ser y mi personalidad.
- Está todo muy bien, pero… lo tuyo parece una declaración, ¿no es el hombre el que debería hacerla?…
- Jajaja, en un hombre, digamos, “normal” debería esperarse eso, pero vos no sos “normal”, aunque me lo demostraras a cada instante, me podría pasar una vida esperando una declaración de tu parte.
Habíamos terminado de comer, retiré la bandeja y la miré fijo a Candela, tenía que aceptar lo último que me dijo, había cosas con mi timidez que todavía no había superado y una “declaración” era, a todas luces, impensada. Ella devolvió mi mirada, en ningún momento noté que bajara los ojos o que dudara con lo que estaba diciendo. Por otro lado, la idea de estar junto a ella en una relación más íntima no me desagradaba, pero, ni por asomo iba a dejar de lado mis aspiraciones…
- Me gusta, me encanta estar con vos y si se diera, podríamos intentarlo, pero, siempre surgen los “peros”. No voy a renunciar a la profesión que estoy tratando de sacar adelante, eso implica tener y mantener secretos, moverse en horarios dispares, no contestar interrogatorios y aceptar mis respuestas sabiendo que nunca serán para joderte. No me gustaría tener “dueña” y soy muy jodido, yo soy “dueño”, lo que implica “cero compartir”.
- Eso indica que sos celoso.
- Absolutamente, extremadamente celoso, aunque no soy un obsesivo, pero, como todo celoso, no admito los celos, si te “cabe la pierna”, soy todo tuyo.
- Bueno, ya que sacamos algunos “trapitos al sol”, te diré mi parte, yo no soy nada celosa y soy de “fierro” cuando estoy con mi pareja, cualquier otro que quiera o pretenda aparecer, hombre o mujer, está “muerto” de entrada sí sé que mi pareja me cumple, me da y tiene confianza, tengo un trabajo al que no pienso renunciar y ese trabajo implica también un horario disímil, sonrisas y relaciones públicas, aunque tengo claro que serán sólo eso.
- Parecería que estamos haciendo un “Contrato de Partes” sin hablar de sentimientos.
- Si no hubiera sentimientos no estaría aquí con vos, me crie en un ambiente en el que los mimos y los “te quiero” no existían, aunque mis propios sentimientos están, te aseguro que si lográs sacarlos, te voy a atosigar con ellos y me encantaría hacerlo. Este modo de hablar para, en cierta manera, ponernos de acuerdo, es ilógica, pero para mí tiene mucho sentido, no podría estar hablando así con alguien al que no quiero.
- Yo me crie distinto, muy distinto, igualmente, te entiendo más de lo que crees y me gustaría intentarlo.
- Martín, ahora que somos novios, ¿no te gustaría que tu novia te la chupe para que se ponga bien dura e intentes llevarla a conocer la Gloria?…
No me dejó contestarle, se lanzó sobre mí para apoderarse de mi verga y llevársela a la cara, le dio besos y lamidas para endurecerla, fueron pocas porque enseguida respondió. Candela no conocía mis gustos respecto a tragársela lo más que pudiera, pero preferí no aclararle eso de entrada, la dejé que hiciera y cuando se llevó el glande al interior de la boca y no pudo pasar de la mitad del cuerpo del miembro, pensé enseguida en Gloria, con su madre ya hubiese sentido el roce de la campanilla de su garganta, aunque la aparté rápido de mi mente.
Unas gotas de su saliva corrían por la comisura de su boca cuando se incorporó para besarme, no me importó, sus labios me encantaban y sus besos me aceleraban. Con sus gestos parecía preguntarme como quería que se posicionara en la cama y la acomodé de espalda con sus piernas abiertas flexionadas. Yo me arrodillé delante de su pubis y el territorio de su vientre, los labios llenos y semi cerrados de su vagina y las nalgas tersas se me antojaron como un paisaje delicioso. La respiración un tanto agitada, un rictus raro con sus ojos cerrados y una de sus manos aferrando fuerte las sábanas, me decidieron a entrar muy despacio.
El glande costó lo suyo, su estrechez se hacía notar, pero como estaba muy lubricada, la resistencia fue relativa, “soy muy estrecha Martín”, -le escuché decir- y ya me había dado cuenta de eso. Entré como si fuera con cuentagotas y a medida en que la recibía sus gestos cambiaban, el miedo, el temor a la penetración brusca y las malas cogidas que, supuestamente, había recibido, pasaron a un segundo plano y su cara fue de goce total cuando el glande, después de pasar por todas sus rugosidades, chocó contra su útero.
Me bastó comenzar a moverme lentamente, entrando y saliendo con un cierto ritmo para que se desmadejara. “No puede ser, no puede ser, esto es increíble, entró toda y sin dolor, seguí Martín, seguí mi cielo, no te imaginás todo lo que siento” … Fue como una especie de liberación y se acopló enseguida a mi ritmo, es más, lo superó con sus movimientos que se hicieron un tanto bruscos cuando comenzó con sus orgasmos y con los gemidos sin control. Los estaba esperando, repetitivos como los de Gloria, pero se notaban más y a mí eso me encantaba.
No sé el tiempo que me llevó ese entrar y salir rítmico, estaba enfrascado en los gritos y los gemidos altos que Candela profería, había momentos en que parecía una víbora a la que le habían pisado la cola y tenía que afirmarme bien en sus caderas para que no me sacara de allí. Parecía desinflarse y sollozar cuando le acariciaba las tetas y los pezones endurecidos, pero volvía enseguida a los meneos apresurados de su cadera. Mi verga parecía a punto de explotar, la estrechez no cedía y todo el tronco recibía apretones deliciosos.
El modo en que tenía los orgasmos cambiaba, elevaba la cadera y ponía los ojos en blanco acorde a la intensidad de los mismos y yo tenía los huevos y la ingle empapada por sus jugos. En un momento no pude ni quería aguantar más y cuando iba a preguntarle dónde la quería, se adelantó a mi pregunta y me pidió a viva voz: “En la concha Martín, llename la concha de leche”, le salió desde muy adentro y me vacié en lo más profundo de su interior.
No pude evitar el grito de placer, pero apenas me escuché, Candela gemía y gritaba más fuerte, ese orgasmo fue impensado, apoyando los antebrazos y la planta de los pies en la cama, elevó su cuerpo como si fuera una araña y las contracciones fueron tremendas, parecía que me la iba a arrancar, respiré más tranquilo cuando se aflojó y los temblores se hicieron dueños de la situación. No salí de ella de una, lo hice porque me dejé caer sobre su torso, no lo dijo, pero lo esperaba pues sus brazos me abrazaron. Después no sé…
Los rayos del sol que entraban por la ventana me picaban en la espalda cuando me desperté, estaba boca abajo y vi que Candela se movía tapándose la cara, pero al mirarme su sonrisa fue plena y se acercó para besarme. Habíamos dormido relativamente poco, pero ya era el mediodía y el baño se imponía, ella inició la marcha dejando que admirara sus nalgas paradas y, ya enjabonándonos, no pude evitar apretárselas diciendo:
- Hoy te salvaste, pero con un poco más de tiempo, éste culito va a ser mío.
- Con lo estrecha que soy por delante y el miedo que me dan, perdón vida, que me daban las penetraciones, ese es un paso prohibido, -yo la interrogué con la mirada y siguió-, ya sé, ya sé, no voy a poder resistirme, no te voy a negar nada de lo mío y también me di cuenta que me falta mucho con el oral, teneme un poquito de paciencia, ¿sí?…
Parecía una nena cuando me dijo ese ¿sí? y acompañó el gesto con una sonrisa. La besé mientras reíamos porque nuestros abrazos resbalaban con el jabón y paramos porque no queríamos embalarnos, ella se tenía que ir a cambiar a la casa y a tratar de descansar porque en la noche abría nuevamente la confitería. Completamente desnuda se puso a preparar un café y lo tomamos acompañándolo con un par de masas que habían sobrado…
- ¿Hiciste algún negocio con mi tío?, -yo sólo la miré-, si no podés decírmelo no importa, me tengo que acostumbrar a no preguntar.
- El tema no es así, podés preguntar lo que quieras, es sólo que algunas veces no te voy a contestar y me evito de mentirte. La culpa la tiene mi ahora novia que le dice a todo el Mundo que ya soy Detective Privado, jajaja. Esto no sale de acá, parece ser que a tu tío lo están robando, tiene sospechas respecto de alguien y me pidió investigar un par de cosas, probablemente me tenga que pasar unos días en la Estancia.
- Ja, tu novia también es un poco “Detective”, por eso, ojo con la tía, es la segunda esposa de mi tío y no creo que con él cerca pueda intentar nada, pero, se me hace que es una “bicha de aquellas”.
- ¿Por qué lo decís?, ¿la enganchaste en algún renuncio?
- No, pero por las cosas que dice, seguro que “santa” no es. Es muy parecida a Elena, dan a entender cosas que saben y son cosas que no se aprenden si no hay práctica, en una mujer esas cosas no pasan desapercibidas.
- ¡Sos terrible mujer!, ni tu madre se debe salvar de tus elucubraciones.
- Mi madre es muy especial, cuando era más chica pensaba que lo engañaba a mi papá y traté varias veces de engancharla en algún renuncio o que se pisara en alguna cosa, pero nunca pude lograr nada, ya de más grande dejé de intentarlo, es su vida y si tiene algo por allí o es sólo sexo sin consecuencias o mi padre sabe y no dice nada, él debe tener lo suyo por su lado y se quieren a su manera.
Me dijo que se iba a tomar un taxi para irse a la casa y le contesté que ya me había dado cuenta de que no había hablado de su auto cuando salimos de la Confitería, “lo dejé en el taller, me dijo el mecánico algo de mezclarse el agua con el aceite, de una junta y de desarmar el motor, va a quedar ahí como una semana”. Bajé con ella directamente a la cochera y le di las llaves del deportivo que era de mi madre, un Honda S2000, era un coche precioso con muy poco uso, el color era de un rojo brillante, yo no me veía bien en él y le pedí que lo usara lo que creyera conveniente. A Candela le encantó el auto y se sintió muy cómoda en él, aun así, se fue como si no quisiera hacerlo.
Luego de que se hubiera ido, me llegué hasta el departamento de Gerardo y Andrea, me atendió Andrea, estaba descalza y vestida con una remera ajustada al cuerpo, la cual dejaba adivinar que, sin sostén, no eran tan “tetitas” las que tenía, además llevaba puesto un short de jeans recortados que dejaba ver sus piernas bien formadas y denunciaban unas caderas, chiquitas, pero más que bien formadas.
Nunca la había visto vestida de esa manera, siempre usaba ropa holgada y, en ese momento, aun con los grandes lentes redondos, no me pareció tan “ratita”. Gerardo no estaba, según me dijo, había ido a visitar a unos amigos que habían sido compañeros de estudios, me pareció que eso la afectaba, el gesto que hizo al contarme esto no me pasó desapercibido…
- Andrea, no me interesa meterme en tu vida y no voy a insistir si no querés hablar, aunque cuando ustedes vinieron a vivir acá y a trabajar conmigo creo haber sido claro, les pedí que no quería problemas que afectaran su buena relación porque los problemas de parejas iban a resentir la relación y por ende el trabajo. Ustedes estuvieron de acuerdo en eso, casi que me lo juraron y firmaron el Contrato de Confidencialidad sin inconvenientes y sabiendo lo que firmaban.
- No, no, es decir, eso es cierto Martín, Gerardo es un muy buen chico y conoce bien su trabajo, firmamos todo convencidos de eso, pero, pero, no se adapta y las amistades están con eso de las rebeldías y que hay que desconfiar de los ricos y el pueblo y el proletariado y la Justicia Social, prefieren vivir como miserables y sucios sin ningún tipo de ganas de progresar y estar mejor, ya lo viví y lo sufrí en la Universidad y en la Pensión en que vivíamos.
- No me hace gracia escuchar eso que me decís, acá tienen buenos sueldos, no pagan alquiler y viven en un edificio de categoría a pocos pasos del centro de la ciudad, no entiendo eso de no querer estar mejor. ¿Acaso prefieren seguir viviendo en la pensión mendigando algún trabajo para subsistir?…
- Yo quiero estar aquí y me siento cómoda, no puedo pensar más en sentarme en una manta para vender chucherías y sacar algunos pocos Pesos para comer o no poder bañarme todos los días con agua caliente, jamás tuve los ingresos y las posibilidades que tengo ahora, comemos lo que queremos, vos no nos molestás con los horarios, se trabaja sin presiones, los equipos que tenemos no los podríamos haber visto en toda nuestra vida, yo hasta puedo ayudar a mi madre y pensé en el tema de formar una familia y, y…
Yo notaba que la pera de Andrea temblaba, estaba nerviosa y con los ojos llenos de lágrimas por lo que pasaba, evidentemente, lo que yo le decía era cierto y Gerardo estaba resultando un escollo para sus ganas de progresar y salir adelante. Quise ahondar más en el tema y, de alguna manera, la forcé, sabía que estaba a punto de explotar y usando un tono paternal, la abracé y le pedí que me contara. El abrazo y que apoyara la cabeza en mi pecho actuó, en la práctica, como detonante y estalló en llanto.
En medio de sus sollozos me contó de sus ganas de estudiar, de los sacrificios que habían hecho sus padres para que pudiera hacerlo. Estando en tercer año había fallecido su padre y ya no pudieron ayudarla, eso la llevó a pensar en la injusticia por lo que le tocaba y junto con la rebeldía de la edad, se acercó a los eternos disconformes de todo, allí se enamoró de Gerardo porque lo vio inteligente y de mente más abierta, pero los demás no viven ni dejan vivir y todo para ellos está mal.
Yo los había conocido en la Universidad, pero tenía claro que no me interesaba acercarme a ellos, por más discursos “panfletarios” interesados que escuchara, acorde a mis conceptos, amparados en su disconformidad, ni siquiera eran “idiotas útiles”, eran idiotas pero inútiles, principalmente para ellos mismos. Sin entenderlo hacían de ariete para “engordar” los bolsillos de unos pocos y llegaban a los cuarenta, adaptándose al Sistema y llenos de rabia al comprender el “uso” que habían sufrido o llorando miserias y dando lástima con sus máximas y frases fuera de todo contexto, totalmente inaplicables en un país y una sociedad que quiere crecer.
Gerardo, de alguna manera, se acercaba a ellos porque ni él mismo sabía lo que quería y tenía demasiados temores para asumir compromisos, convivir en la comodidad y sin mayores problemas lo obligaba a tomar otro tipo de compromisos con Andrea. Se había criado prácticamente en la calle, era muy inteligente y logró, a su manera, salir adelante, pero los conceptos de familia y de responsabilidades no estaban inmersos en él, ni hablar si consumía algún tipo de drogas y me molesté conmigo porque nunca lo había averiguado.
Andrea, aun con sus épocas de rebeldías, de descuidar su aspecto y “dejarse estar”, consumiendo “slogan” de manual y alimentando odios “dirigidos”, se había criado en un ambiente familiar, los conceptos de responsabilidades familiares que había “mamado” desde chica, la crianza, la ayuda y sacrificio de sus padres, actuaban en contra de la “dejadez” a la que era proclive su novio, además, no me lo dijo, pero, era mujer y el tema de la maternidad y la familia bien constituida siempre ronda en ellas.
Cuando estuvo más tranquila, no quise ahondar más en el tema y le dije porque había ido a verlos. Le pedí que me averiguara todos los datos posibles del Administrador de la Estancia del tío de Candela y que lo hiciera sin que Gerardo se enterara de esto, le recalqué que yo confiaba plenamente en ella pero que tenía que ver cuáles eran los pasos que tenía que seguir con su novio, que ya no confiaba tanto en él y que, de acuerdo a lo que yo resolviera, ella también tendría que tomar decisiones. “Decidas lo que decidas, yo voy a estar de acuerdo con vos, estoy cansada de algunas cosas”, -me contestó muy segura-, quizás habían sido las “mierdas” que yo tenía en mi cabeza, pero me pareció notar, aunque sólo fue un vistazo, que sus pezoncitos estaban duros cuando me despidió diciéndome eso último.
Al regresar a mi departamento me agarró todo el cansancio por la “fajina” y el mal dormir de la noche u horas anteriores. Candela había sacado las sábanas para cambiarlas y no dejé que lo hiciera, las usadas las llegó a sacar y las dejó en el sitio destinado para toda la ropa que se debía lavar y las nuevas quedaron dobladas sobre el colchón, apenas tiré una sobre la cama sin extenderla demasiado y con las almohadas sin fundas, me desmayé, recuerdo que miré en el reloj que eran un poco pasadas las cinco de la tarde de ese sábado.
Me despertó el sonido del teléfono cuando eran las nueve y minutos de la noche, estaba profundamente dormido, a oscuras y me removí en la cama actuando como si me estuvieran atacando, la luz del teléfono fue como un “pacificador” y me reí solo cuando atendí. Era Raúl, el tío de Candela, quería saber si nos podríamos encontrar para cenar, él concurriría solo a un restaurant llamado “Estilo Campo” y quería hablar conmigo sin que nadie pudiera escuchar. Le contesté que en una hora estaría con él en ese lugar.
El restaurant estaba ubicado en uno de los lugares más “chic” de la ciudad, cerca del puerto y plagado de negocios similares y comercios del más alto nivel, además de edificios de departamentos caros, pisos y semipisos ocupados por gente de buen poder adquisitivo, empresarios, gente de la farándula, sindicalistas, algunos deportistas de elite y, aunque no debería ser, por Políticos de distintas “camisetas” e ideologías del actual y anterior Gobierno.
La mayoría de éstos defendían a los “pobres del pueblo”, se llenaban la boca con la Justicia Social, la defensa de la “masa obrera” y la explotación que, la famosa “oligarquía”, ejercía sobre ellos, cargaban de impuestos a los que trabajaban para mantener a los que no lo hacían ayudándolos con subsidios a granel, buscando de obtener “votos cautivos” que los dejaran seguir estando en el Poder. Todo un dechado de hipocresías ejercida por los que no tenían empachos en vivir como potentados, rodeados de Seguridad estatal o privada, gastando fortunas en sus viviendas y en sus mantenimientos, sin poder justificar con sus ingresos bien habidos la adquisición de esos inmuebles, el mantenimiento mensual que estas viviendas requerían y la vida de lujos que se daban…
No me sentía cómodo en esa zona de la ciudad, tampoco me costaba disimular para pasar un rato allí, me sabía adaptar al lugar y las circunstancias, aun cuando supiera que una gran “mierda” me rodeaba. Sin ninguna duda que el establecimiento era hermoso y lujoso, desde afuera se notaba y después de dejar el auto en manos del encargado de estacionarlo ingresé en el lugar, iba vestido de jeans, zapatos náuticos, camisa de vestir y la campera de antílope, de por sí, el auto y la vestimenta me hacía ver como parte de esa “fauna” y la atención del maître fue muy deferente cuando dije que Raúl me esperaba.
Me acompañó hasta el privado en que estaba el hacendado y no dejé de observar, aparte de lo lujoso del establecimiento, los costillares clavados en círculo junto a la enorme cantidad de brasas de leña dura para cocinarlos, el olor del asado cocinándose te transportaba e incentivaba al hambre. Raúl estaba de traje, sentado y conversando con una castaña espectacular de unos treinta años que estaba parada al lado de la mesa.
Me di cuenta enseguida del papel de la chica en ese lugar, era una “compañía de ocasión”, la cual se despidió pidiendo que la llamara, al acercarme yo a la mesa. Lo saludé sin hacer ninguna referencia a la mujer, pero él, sabiendo que no me había pasado desapercibida, acotó: “son amigas que uno tiene”, tampoco dije nada, sólo sonreí y me senté, ordenamos la cena y lo dejé que contara…
- Necesitaba hablar a solas con usted porque me surgieron unas dudas importantes y no soy un tipo al que le guste que lo jodan.
- Usted dirá, yo todavía estoy en ascuas y es muy pronto para poderle averiguar algo.
- Es que ahora el tema tiene que ver con mi mujer. Tuve una corazonada y no le quise decir que usted cumpliría las funciones de Detective para averiguar por dónde se produce la sangría en mi Economía. Le dije que usted se encargaría de hacer un inventario de las maquinarias, de las cabezas de ganado y de averiguar los antecedentes de la gente que trabaja en el lugar, eso porque mi sobrina dijo que usted es Detective y eso no lo podía obviar.
- Me parece lógico, nunca se sabe por dónde puede saltar la liebre.
- Creo que cometió el error de defenderlo al Administrador y pedirme que no lo dejara afuera de lo que quería hacer.
- Eso se puede interpretar como algo lógico, de una u otra manera, el hombre puede enterarse.
- Sin ninguna duda, eso lo tengo claro, pero, a este hombre jamás y hace años que trabaja para mí, lo traté por el nombre, ninguno en la casa lo hace, siempre fue por el apellido. Mi mujer se enojó por este tema de si avisarle o no avisarle y como estaba ofuscada me soltó un, “Ignacio no se merece que lo dejes de lado”, me hice el tonto y lo dejé pasar esperando que lo repitiera…
- ¿Qué sucedió?
- Sucedió que lo repitió como tres veces más, “Ignacio te tiene las cuentas al día”, “no podés desconfiar de Ignacio” y/o, “Lo mismo pasa con el Capataz, Ignacio confía mucho en él”, en un momento pareció darse cuenta de que repetía el nombre y lo volvió a llamar por el apellido un par de veces más, terminó la conversación diciéndome que hiciera lo que yo creyera conveniente.
- En otras palabras, usted también desconfía de ella…
- Mi finada primer mujer me decía siempre que yo era muy confiado con la gente, con ella estando a la par me di cuenta que muchos me tocaban el culo y pretendían un poco más al verme tan confiado, recibí un montón de “sopapos” y sorpresas por eso, pero a su lado aprendí a no confiarme mucho de los que me rodean e impuse una política más dura en mi trato, a algunos no les alcanzó lo que tenían para “pagarme” sus agachadas y traiciones y a otros, mejor ni contarlo, por ende, es así, ni siquiera en ella confió ya.
- Bien, le entiendo, ¿qué pretende que haga yo?…
- Nosotros vamos a quedarnos unos tres días más en la Capital, el Administrador tiene sus oficinas en pleno centro y yo suelo venir un par de veces al mes, aparte debo atender otros negocios que tengo, en todo ese tiempo mi mujer se queda sola y se dedica a pasear o a hacer compras, me gustaría averiguar que hace mientras yo no estoy a su lado. Eso sólo, si tiene algo que ocultar, usted me pasa los datos y yo me ocupo luego.
Quedé con él en ocuparme de hacerle un seguimiento a la mujer y ver cuáles eran sus movimientos. Pensaba en lo que me había dicho Candela, si la mujer resultaba ser tan “bicha”, como opinaba mi flamante novia que era, y aparecía una o alguna trapisonda, no daba mucho por ella o por su futura integridad física. Le había pedido a Raúl el número de teléfono de la mujer pues recordé que Gerardo me había hablado de un nuevo programa que podía ubicar el celular en donde fuera que estuviera. Se lo comenté a Raúl haciéndole saber que no era mi intención llamarla, pero que ese trámite me ahorraba mucho camino y los seguimientos sin resultados…
- No hay problemas, le doy el número, pero si la quiere ubicar hoy mismo, salió a cenar con una amiga que tiene de años, es probable que se encuentre en algún restaurant, que salga de vez en cuando, a mí me viene bien para atender otros “negocios”, usted me entiende…”, -me contestó sonriendo-.
Pensé enseguida en la mujer que había visto cuando me acercaba a su mesa y según parece, los “negocios” Raúl los hacía “pagando por carne más fresca”. No pensaba juzgarlo, pero no entendía esta lógica, la mujer era alguien que tampoco pasaba desapercibida por su físico, allá él, me despedí diciéndole que cualquier novedad lo llamaría para reunirnos. Lo llamé a Gerardo al teléfono de la casa y atendió Andrea, ante la pregunta la noté algo dubitativa, me contestó que Gerardo todavía no había llegado, no quería decírmelo, pero no le quedó más remedio, yo hubiese pedido de inmediato por él…
- ¿Todavía no llegó?, ¿imagino que sabrás la hora que es?…
- Sí Martín y estoy algo preocupada, no acostumbra a estar a estas horas fuera de casa, ya debe estar por llegar, -me contestaba algo que ni ella creía-.
- Bueno, como ya te dije, quiero que tengas claro que vos que gozás de toda mi confianza, ya hablaremos de esto, pero ahora necesito que me digas si podés ubicar el paradero de un celular.
- Sí, puedo hacerlo Martín, sé cómo funciona ese programa, necesito que me dé el número. -Se lo dicté preguntando si era rápido o tenía que esperar-… No, para nada, es muy rápido, el celular se encuentra en una zona de edificio en pleno centro, anotá que te doy la dirección.
Por el dato que me pasó Andrea, el celular se encontraba en la zona del denominado “micro-centro” y por allí, precisamente en la cuadra de esa dirección, no había casas ni restaurants, eran edificios de oficina privadas o gubernamentales. Llevé el coche hasta un estacionamiento cercano y me tomé un taxi pues los coches particulares tenían prohibido el ingreso a ese “micro-centro”, sólo lo hacían los vehículos autorizados.
No sé por qué, quizás fue por el morbo, pero me acerqué al edificio que se correspondía con la dirección pensando en que la iba a “enganchar” a la mujer de Raúl en una situación nada “santa” y sabiendo o imaginando como se las gastaría el marido, pensé en aprovechar las cosas en mi favor. No me molestaría para nada el “pasarme por la piedra” a la Hacendada y esta idea terminó de germinar cuando vi en el hall del edificio que los pisos tercero y cuarto pertenecían a las oficinas del Administrador de la Estancia.
Continuará… Por favor, valoren y comenten. GUILLEOS1 se los agradece.
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