EL DETECTIVE PRIVADO. (6).
No hubo forma de solucionar nada con Rosario y lo lamenté por ella. “Blanqueo” con Candela..
DECISIONES – CANDELA – “BLANQUEO” – 06.
No sé cómo habrá manejado, pero Gloria vino más rápido que los bomberos, incluso tuvo tiempo para parar en una farmacia de turno y comprar una caja de antiinflamatorios y analgésicos, junto a una pomada para aplicar en las zonas golpeadas. Yo busqué un pañuelo grande, lo enrollé, lo até en sus puntas y lo pasé por mi cuello para poder poner el brazo por allí y que no me quedara colgando.
Decirlo es fácil, ya me había costado sacarme la campera y tuve que levantar el brazo ayudándome con la mano izquierda para ponerlo dentro del pañuelo que colgaba. Mi querida suegra tocó el timbre con insistencia y cuando abrí estuvo a punto de tirarse a mi cuello, se frenó justo a tiempo por el brazo envuelto y se agarró la cabeza…
- Disculpame cielo, vengo alterada, igual pasé por la farmacia y te compré unos analgésicos y antiinflamatorios fuertes, ¿cenaste ya?, no podés meterte al estómago estos medicamentos sin comer algo.
- No, ni me acordaba de la cena, iba a eso cuando fui a entrar al auto y me atacaron.
- Voy a mirar que tenés en la heladera y te cocino algo rápido.
- Tiene que haber hamburguesas y un par de tomates, ¿vos ya cenaste?
- Yo cené hace rato, estaba viendo una película cuando llamaste.
- Dale, haceme algo, pero, sacate la ropa, no vaya a ser cosa que la manches, jajaja, me calenté sabiendo que venías y quiero verte el culito mientras te movés por la cocina.
- Vicioso y a mí me encanta que me mirés el culito, más me encanta cuando me la ponés, a pesar del susto y la bronca, venía para acá y me mojé toda.
- Jajaja y me decís vicioso a mí.
Gloria tardó décimas de segundos en sacarse la pollera, la blusa y quedarse con un sostén mínimo y una tanga que apenas si se veía, estaba infartante la MILF, hizo enseguida un par de hamburguesas y la cortó en trozos junto con los tomates. Verla moverse con las nalgas al aire mientras preparaba todo me puso como un burro, para peor, ella se movía sensualmente y me miraba sonriendo con cara de loba en celo. Puso todo sobre la mesa en que me encontraba y me pidió que le contara, no se aguantaba más la intriga.
- Tuve un fin de semana de mierda, primero Raúl me invita a cenar y me pide que además del Administrador, averigüe en que andaba su mujer.
- ¿Ya sabía que lo corneaba?
- No, no sabía nada ni sospechaba, ella se “pisó” sola porque cuando le dijo para qué iba a ir yo a la Estancia comenzó a decirle que no debía desconfiar de Ignacio, que Ignacio esto y que Ignacio lo otro, parece que en esa casa nadie llamaba al Administrador por el nombre de pila y eso lo hizo desconfiar.
- Una idiota total, se creen estar de vuelta de todo y meten la pata en una boludez, ¿qué pasó después?
- Raúl me dijo que la mujer había ido a cenar con una amiga y yo por medio del celular la ubiqué en el edificio dónde tiene las oficinas el Administrador, -escuchar eso la sorprendió-, no, no me preguntes como hago eso, es un secreto de la profesión, -se quedó con la intriga, pero no preguntó-. Después de cenar fui allá y a eso de la una de la mañana salió ella con el tipo, era ella quien se le tiraba encima y lo besaba al despedirse, yo aproveché y le saqué la mayor cantidad de fotos posibles, con eso la tenía agarrada de los ovarios.
- Te creo porque lo decís vos, es una idiota, tiene todas las posibilidades y anda jugando a la enamorada, ¿qué hiciste con las fotos?
- Acorde a lo que me dijo Raúl, que él actuaría cuando tuviera pruebas y que se pasaba la Justicia por las bolas, sabía que si le daba las fotos Rosario la iba a pasar muy feo.
- Más que feo, la estarías condenando, ya antes tuvo algunos problemas que resolvió por las de él, lo hace en persona o manda a alguien, de eso estoy segura, no es un tipo para tenerlo de enemigo, pero, yo quiero ver las fotos, me imagino que por eso estaba tan asustada, ¿vos le dijiste algo de las fotos?
- Sí, la llamé al mediodía, no lo hice antes porque tuve un problema con uno de mis empleados, el tema es que le dije que tenía esas fotos, ¡no sabés!, me trató para la mierda, llena de soberbia y lo negó, entonces, le pedí disculpas por molestarla y le avisé que hablaría directamente con Raúl, después le corté el teléfono, sabía que, al reflexionar recularía, pero no la quise atender, quería que viniera “con el caballo muy cansado”, como te imaginarás, no le quedaría ningún agujero sano.
- ¡Por eso fue para casa queriendo ubicarte y me pidió el teléfono para llamarte!, al pensar que era yo, no dejarías de atender.
- Fue así, me reí cuando me ofreció dinero y le pedí que te preguntara sobre mis bienes, me pidió disculpas por el trato, me rogó para que no dijera nada y luego expresé que debería venir “mansita” a mi casa, se negó, se hizo la ofendida y se puso en “señora de su casa”, entonces le di tiempo hasta el lunes al mediodía, creí que vendría, pero en lugar de eso lo fue a ver al amante y éste me mandó a los dos tipos y creo que no se conformaban con darme una paliza.
- ¡Qué hija de puta!, debe haber pensado que eras un “pendejo cagón y manejable”.
- Puede ser, aunque no lo creo, no hablaron ni intentaron hacerlo, directamente fue para inutilizarme o matarme, pero ninguno sabía que, hace más de tres años que practico Artes Marciales de nivel y no me importa que tan grandes sean, quedaron los dos internados, pero antes los grabé diciendo que los había mandado “Don Ignacio” y que solían hacer esos “trabajitos” para él. Me abollaron el auto y no pude evitar que me golpearan en el brazo con una barreta. Ahora no hay tu tía, no la salva ni Cristo, estoy que trino.
- ¡Es una idiota, más que idiota, Raúl se la va a comer cruda!… Va a terminar muerta, Martín, por favor, dejame que la llame y la convenza.
- No, ya está, se jugó por la de ella y perdió, que arregle sus problemas con el marido, yo quiero pasarla bien con mi suegra, si me ayuda a sacarme la ropa trataré de estar a la altura, aunque no sé, ni un beso me dio cuando entró.
No fue necesario decirle más, Gloria me besó con todas las ganas y me sacó la camisa teniendo cuidado con los movimientos, luego fueron los pantalones y el bóxer, con estos no tuvo problemas y se arrodilló sin más para tragarse la verga erecta. Se olvidó de todo y me apretaba las nalgas mientras se tragaba el miembro hasta que se provocaba arcadas ella misma. Con la nariz pegada a mi pubis movía la lengua y hacía que mis sensaciones subieran y bajaran.
Estaba a punto de terminar y se la sacó de la boca para decirme, “Ponémela un rato en el culito, quiero sentirte allí adentro”. Casi que estuve obligado porque se sacó la tanga y caminó hasta el living para arrodillarse sobre el sofá y dejarme las nalgas a disposición, ni miré dónde fue a parar el sostén y ni en pedo me iba a resistir. Con una mano me arreglaba para apuntar el glande y con ese culo me bastaba sólo con un poco de saliva, además, no había que pedir permiso o esperar remilgos.
Le gustaba un tanto duro y la dejé que gritara cuando la penetré hasta el fondo manteniendo un ritmo moderado y sin hacer escalas, “eso, eso, rompele el culo a tu suegra, hoy parecés más grande, te siento hasta en la garganta”, -dijo meneando las caderas y con la voz un tanto entrecortada-. Se movía viboreando cuando se la sacaba despacio y esperaba los pijazos bien afirmada cuando chocaba mi pelvis con sus nalgas. El “completo” le encantaba y cuando comenzaba con sus contracciones por los orgasmos anales, volvió a gritar fuerte pues cambié de lugar e hice chocar el glande con su útero.
Se enderezaba, paraba el torso, se pellizcaba los pezones y gemía desencajada cuando los orgasmos la asaltaban, no importaban si eran anales o vaginales, la cuestión para Gloria era gozar y conmigo lo hacía sin ningún tipo de tapujos. Llegó un momento en que no aguantó y gritó con cierta exigencia, “no puedo más Martín, mi cielo, mi vida, llename por dónde quiera, tu leche me enloquece”. En ese momento era su culo el que me recibía y pasando la mano bajo mis testículos jugué y presioné su clítoris, mi último empujón fue para inundarle las tripas y para que ella gritara un orgasmo devastador.
Saqué mi verga mirando el culo abierto de mi suegra y aunque podía, no quise seguir, estaba incómodo con el brazo en cabestrillo y, aunque menos, con los movimientos recibía pinchazos de dolor. Gloria trataba de absorber todo el aire que podía para recuperarse y comenzó a reír y a decir que le encantaba que su primer “amante” fuera yo.
Me senté cansado y ella se fue corriendo al baño porque entre sus jugos y mi semen iba a ensuciar feo todo el sofá. Al salir del baño comenzó a preguntarme nuevamente por las fotos y le alcancé el celular para que viera la de los tipos del estacionamiento. Se sorprendió al ver a los tipos golpeados, pero insistió en querer ver las fotos de su concuñada.
- No sé si lo tuyo es de chusma o no me crees, sacate las dudas, están en un sobre arriba de la mesa de mi habitación, -no me dijo nada y se fue a buscarlas-.
- ¡Hija de puta, esto es su sentencia de muerte!, -dijo saliendo de la habitación con una de las fotos en sus manos y su expresión provocó mi sonrisa, Gloria puteaba al hablar y le salía muy natural-.
Se sentó arrimando la silla a la mesa del comedor y desparramó las fotos para mirarlas según las secuencias. Se tapaba la boca para ahogar sus grititos y en cada foto tenía un comentario para el accionar de su concuñada…
- ¡Mirala vos a la mojigata!, tenías razón, es ella la que se le tira encima, parece una pendeja caliente. ¡Por Dios, la puta madre, de esta no va a poder zafar!…
- Ya que estamos aprovecho para decirte algo, -le dije tomándola del cabello-, te cuento y te muestro esto porque es una situación especial, pero no vuelvas a dudar de lo que te digo, ¿me entendiste, suegrita?
- Sí, mi vida, sí, ¿querés que te pare el culito y me das unos chirlos para “castigarme” por esas pequeñas dudas?, me encanta verte y sentirte como mi macho y no te cuento como me calienta esta puta de cuarta orgullosa y soberbia. Dejame que la llamo, si la convenzo le salvamos la vida y la podemos “usar” a gusto, no me vas a decir que no te gustaría romperle el culo y bajarle todos los humos.
- Puede que sea para problemas, tengo mis dudas, si la metemos en la cama, las fotos ya no van a servir para “apretarle los tornillos”.
- No importa, ¿no tenés una cámara chiquita”, la ponemos en la habitación y filmamos todo, con eso tendríamos para tenerla controlada de por vida, ¡ufff, me encanta hacerme esa película!, yo hago el papel de dominatriz o algo parecido.
- Hacé como quieras, de alguna manera tengo que sacarme la bronca que tengo encima, pero, si accede, que no sea hoy, el brazo me jode para lo que quiero hacer.
No sabía que historia tenía pensada Gloria, pero la vi tan entusiasmada que la dejé hacer su llamada telefónica, yo estaba y seguiría con bronca, aunque la alternativa de tenerla a la hacendada a mi o a nuestra disposición no me sonaba tan mal, además, como quería escucharla, le pedí que pusiera el altavoz.
- Hola Rosario, estaba pensando en ir a la casa de Martín a preguntarle algo y…
- ¡No me hables de ese tipo! Lindo yerno te echaste, es un extorsionar, pero a esta hora ya no le deben quedar ganas de meterse en la vida de los demás “inventando” cosas y haciéndose “el Detective”. Si algo aprendí de mi marido es a no perdonar a los que me quieren joder, se metió con quienes no debía y vas a tener que perdonarme porque está mi marido en la otra habitación y no quiero que me escuche, mañana nos volvemos a la Estancia, besos para Candela, -tras decir eso cortó la comunicación-.
Gloria se quedó pálida y estática mirando el teléfono mudo que sostenía en su mano, estaba a punto de explotar y comenzar con sus insultos, entonces, a medida que su rostro se encendía, la abracé y le di un beso que la desarmó. Se separó despacio y me miró, la furia se le notaba en los ojos, aunque yo sabía que no era conmigo…
- Menos mal que no la tenés cerca a tu concuñada, es una lástima, me pierdo de ver a la “dominatriz” en acción y enojada, jajaja.
- Más hija de puta, soberbia, creída e idiota no puede ser, ni siquiera dejó una puerta abierta por si algo fallaba, está claro que fue ella la que le pidió al amante que la ayudara y se pusieron de acuerdo para joderte. Está muerta y acabada, lo mejor o peor es que ni siquiera lo sabe. ¿Qué pensás hacer con Raúl?…
- Sabiendo que mañana se piensan ir a la Estancia, tendría que tratar de ubicarlo ahora para encontrarnos y darle las fotos, es evidente que la idiota se lo buscó, ni siquiera quiso escucharte.
No dejé que Gloria pensara nada más, había intentado ayudar, pero está visto que hay gente que ni siquiera merece el intento. A mí me servía como experiencia, debía profesionalizar más mi tarea y entender que cuando la gente se ve acorralada y con la soga al cuello apela a cualquier bajeza, agachada o mentira para tratar de sacarse el yugo de encima. Supe por eso que, si pretendía sacar algo en mi provecho tendría que evaluar cada una de sus reacciones y estar preparado para saber qué hacer en cada ocasión o con cada persona. No le di más vueltas y lo llamé a Raúl.
- Hola Raúl, lamento molestarlo si está cómodo en su habitación, pero tengo que hablar urgente con usted, tengo novedades importantes.
- ¿Qué dice Martín?, nada que ver, estoy tomando una copa en el bar de un amigo, para ver si “pinta” algo, ya me entiende, jajaja.
- ¿En un bar tomando una copa?, me jugaba la cabeza que estaba en su hotel, bueno, no importa, -la miré a Gloria y se dio cuenta que Rosario le había mentido descaradamente para terminar la conversación-, tengo unas fotos comprometedoras y unas planillas de datos que tiene que ver.
- Me interesa, veo que trabajó rápido, ¿no podría llegarse hasta acá, le doy la dirección?
- Normalmente podría, sucede que tengo el brazo derecho algo magullado y me costaría manejar, ¿por qué no pasa usted un instante por mi oficina y allí le doy todo?
- Jajaja, ¿qué le pasó, se le enojó mi sobrina?, ojo porque es brava la Candela.
- Ojalá hubiera sido Candela, fue su amigo Ignacio, no quiere que yo meta las narices y me mandó a dos tipos para darme una paliza o peor. Los dos están en el Hospital, pero me llevé un recuerdo.
- Lo que faltaba, ¿cómo sabía él que usted iba a investigar?, ¡me cago en la hostia!, no se hable más, deme la dirección, me tomo un taxi y me tiene allí en un ratito.
Le di la dirección del edificio, sólo que le cambié el número de piso y del departamento, lo iba a recibir en la que sería mi oficina de Detective y le pedí a Gloria que me esperara, pues trataría de despacharlo rápido. Me vestí ayudado por mi suegra, tomé el sobre con las fotos y las planillas de los datos que me había pasado Andrea y bajé al piso en que estaba mi oficina.
Raúl tardó unos diez minutos y cuando lo hice pasar me di cuenta que venía serio y con broncas evidentes, algo que era lógico, tuvo tiempo para pensar que la única que sabía de mi trabajo era la mujer. Me dijo que lamentaba lo de mi brazo y me preguntó que tenía para él. Comencé diciendo que no creía que sería necesario que fuera a la Estancia y que no lo había llamado antes porque me faltaban algunos datos, me dio poca bola y me estiró la mano pidiendo con el gesto que le diera los papeles.
Miró las planillas prácticamente sin verlas y comenzó a mirar las fotos, “son de la noche en que cené con usted, me jugué por una corazonada y tuve suerte, su mujer no estaba cenando con la amiga, la fecha y la hora están impresas en las fotos”. No me contestaba nada, apretaba los dientes y se le notaba una fea contractura en la quijada, luego de que miró concienzudamente cada una de las fotos, levantó la mirada para dirigirse a mí, sus ojos metían miedo y lo lamenté por Rosario.
“Cuánto sale su servicio y su silencio”, -me preguntó con una voz que parecía de hielo-… “Nada, ya me cobré dándome el gusto de mandar a los dos tipos al Hospital, además usted es casi familia y para algunas cosas suelo ser sordo, ciego y mudo, tampoco juzgo, lo único que podría pedirle es que piense cuando vaya a hacer sus cosas, lo demás es cosa suya”. Me agradeció estrechándome la mano que cruzaba mi pecho y asegurándome que quedaba en deuda conmigo.
Subí al pent-house y no la encontré a Gloria en el living, me llamó desde la habitación y me la encontré sobre la cama haciendo alarde de piel y formas apetecibles. Lo único que me preguntó fue, “¿cómo lo tomó?”, yo le contesté sonriendo, “mañana sale en los diarios”. Lo entendió como broma y nos dedicamos a lo nuestro, me hizo dar un par de gritos cuando apoyaba mal el brazo o cuando me abrazaba sin tener en cuenta mi dolencia, pero eso me daba motivos para “castigarla” al hacerla gritar de dolor y placer con mis penetraciones profundas.
Tuvo la precaución de colocar una toalla grande sobre las sábanas y ésta quedó impregnada de sus jugos y los míos, otra cosa que se manchó fue la funda de la almohada, quedó humedecida y con manchas negras por las lágrimas, su saliva al morder la almohada y el rímel corrido. Ella lloraba, gemía y gritaba gozando con las penetraciones y los chirlos en el culo, el sexo con Gloria era espectacular pues gozaba y te hacía gozar sin otras parafilias raras.
Me incentivaba con sus pedidos para lograr más placer y me contagiaba su entrega, estuvimos como dos horas allí, me dejó los huevos como pasas de uva y aún le quedó resto para bañarse y ayudarme a mí en la ducha. Arregló la cama, cambió la funda y guardó la toalla, luego se cambió para irse, mientras lo hacía le pregunté porque no se quedaba…
“Tu suegra la pasó monumental, estoy feliz, aunque parece que me hubiera pasado un tren por encima, pero, no tentemos a la suerte, Candela puede llegar a darse una vuelta por aquí y estoy “mayorcita” para esconderme en los balcones, jajaja, además, no me imagino como vas a hacer para “cumplirle, jajaja”. Me dio un beso en los labios y recuerdo que la vi caminar hacia la puerta ondulando las caderas, sólo sé que, afortunadamente para mi físico, Candela no apareció.
La llamé a Andrea como a las nueve de la mañana para decirle que ya no era necesario que buscara los datos del Administrador en los Bancos extranjeros, a ella no se lo dije, pero me palpitaba que el tipo no iba a hacer uso de ese dinero, si es que lo tenía. Me atendió y me hizo saber que estaba viajando en un taxi y ya casi llegaba al Hospital, me comentó que la habían llamado porque había estudios que deberían realizarse en el ámbito privado y le reiteré que avisara en la Administración que se comunicaran conmigo, yo le pasaría los datos para que me cobraran a mí.
Una hora después me llamó “la ratita” para decirme que la cosa no venía bien, según lo que había hablado el médico con ella, el “cóctel” de drogas le había producido una Disfunción en el Hipotálamo y afectado también a la glándula Hipófisis, en otras palabras, estaba “quemado” y unido al prolongado faltante de oxígeno, no podría recuperarse. Le comenté que ya había hablado con la gente del Hospital, que ya tenían mis datos y que les mandé a realizar todos los exámenes necesarios.
Andrea sollozaba cuando me dijo que no sabía si todo esto de los estudios y los gastos era necesario, “es un “vegetal”, el médico fue muy claro, sólo podrá mantenerse con vida y alimentarse al estar conectado a una máquina”, -me expresó como vencida y aceptando lo peor-… “Tampoco podemos pedir de hacerle una Eutanasia, veremos que sucede un poco más adelante, yo te banco en lo que decidas después”, -le contesté con firmeza.
Podía mover mejor el brazo, me pasé un par de veces la pomada para los golpes que, aunque, no era de las más olorosas, igual se notaba y tomé los medicamentos, ya no me dolía tanto, pero no estaba para ir a un restaurant y tratar allí de usar los cubiertos, me sentía totalmente inútil.
Almorcé un par de hamburguesas y comí tomates como si fuera una fruta, querer hacer cosas usando sólo la mano izquierda era un tanto engorroso, pero no iba a llamar a nadie para que me atendiera, Candela estaría durmiendo y avisarle a Gloria o a Andrea me podría generar problemas gratuitos con mi novia.
Pensaba en eso y sonó el timbre, era el Sensei, había olvidado que tenía clases con él. Por lógica, preguntó qué había pasado y le conté, apenas si esbozó una sonrisa y me dijo que no haríamos la clase, pero me daría masajes con una pomada que él usaba. Al cabo de una hora y a pesar del olor a podrido que tenía la pomada, me reía y le decía que había usado magia. El hematoma permaneció y el bulto de la hinchazón desapareció. Sentía apenas un par de pinchazos que no molestaban y sí, me costó lo mío aguantar los masajes y no llorar en el trámite, sus dedos parecían de acero, después sonrió satisfecho y me pidió no hacer movimientos bruscos.
Como a las dos de la tarde llamó Candela, estaba contenta porque el fin de semana había sido muy bueno y me contó algunas cosas que habían pasado en la confitería, no era nada relevante, pero la escuché armándome de paciencia. El brazo ya casi no dolía y cuando me preguntó dónde la iba a llevar a cenar, aproveché para victimizarme un poco, “preferiría no salir, cielo, ayer a la tarde subí a la terraza y, al bajar, patiné en la escalera, giré el cuerpo para dar con la columna en el borde del escalón, pero di con el brazo, tengo un golpe tremendo y me cuesta moverlo”.
Sabía que Gloria no abriría la boca, además estaba lloviznando y amagaba con continuar así toda la noche y unos mimos en casa no me vendrían mal, “lo tengo casi inmovilizado, ayer compré algunos medicamentos y apenas pude bañarme, estoy hecho un inútil, para peor, la pomada que me pongo tiene un olor asqueroso”. Reaccionó como yo esperaba, después de retarme porque no le había avisado para que me ayudara, me dijo que vendría para casa cerca de las ocho de la noche, esto porque le dije que intentaría dormir algo porque había pasado una noche mala, en realidad había sido muy buena, pero algunas cosas no podía decirlas.
Estaba fresco como una lechuga cuando apareció mi novia, por lógica, para seguir el relato mentiroso, la recibí con el brazo sostenido por el pañuelo. El hematoma, ya de un color verde-azulado, se había extendido abarcando el hombro y llegaba casi hasta el codo y un poco de la pomada que me había dejado el Sensei le daba un marco oloroso a la zona.
Candela estaba hermosa y vestía muy sencilla, remera, campera, jeans y zapatillas, se asustó cuando vio el golpe y a mí me venía bien, todavía me duraba la “paliza” que me había dado Gloria y no estaba por la labor, se me pasaría, claro que se me pasaría, pero para eso había tiempo. Ella se encargó de todo, me besó, me mimó, me acarició, encargó la comida, puso la mesa y luego de cenar, abrazados los dos y sentados en el sofá nos pusimos a ver una película.
No la terminamos de ver, Candela acariciaba mi pecho con una de sus manos y noté que los pezones los tenía marcados en la tela de su remera. Pasé mi brazo derecho sobre su hombro e hice algún gesto de dolor fingido, ¿te duele mucho, vida?, -preguntó compungida-. Le contesté que apenas sentía un pinchazo pero que era muy tolerable, algo que, por otro lado, era muy cierto y sin apretones, golpes o movimientos bruscos lo llevaba bien.
Ya lo dije, yo tenía veinticuatro y cualquiera puede pensar que a esa edad uno derriba las paredes a pijazos, eso porque nunca pasaron unas horas de sexo intenso con una veterana como Gloria, una mujer con todas las letras que, literalmente, te secaba y te dejaba pleno de satisfacción. De todos modos, como la naturaleza es sabia y la edad ayudaba, pronto estuve listo para cumplirle a Candela y con yapa.
Lo que sucedía con Candela es que con ella tenía que tomarme otros tiempos, ella y yo necesitábamos tomarnos otros tiempos, más pausados, tranquilos, cariñosos. Mi novia, aunque “pintaba” para “desatarse” cuando se brindaba, ni por asomo tenía la experiencia de la madre, besarla profundo “jugando” con labios y lenguas, escuchar sus gemidos, acariciar sus tetas con la mano libre o bajar la cabeza para chupar y morder suavemente sus pezones notando como se estremecía y gozaba era algo difícil de narrar.
Parecíamos dos adolescentes tratando de descubrirnos con las sensaciones que nos transmitían las manos y las pieles. Ella tratando de dar lo mejor de sí, con una experiencia exigua plena de ganas de absorber y yo con una experiencia bastante relativa que no me servía mucho a la hora de “hacer el amor”. Todo el sexo aprendido con mi tía y sus amigas MILF, si bien no se desvanecía, se convertía en torpe a la hora de entregar mis sentimientos junto con las caricias y los besos.
Las ropas fueron desapareciendo entre sonrisas, picardías, besos, caricias y el físico de la hermosa rubia de ojos claros se me mostró en plenitud, pero no quiso seguir allí, me tomó de la mano y caminó delante de mí para llevarme a un territorio de dos por dos en que nos desenvolveríamos mejor. Me pidió que la dejara encargarse de todo, se notaba que quería esmerarse en la mamada y le dije que invirtiera su cuerpo.
- Bueno, pero esperá un poco antes de besarme o tocarme, tu boca, tu lengua o tus dedos me pierden y no me dejan ocuparme de mi “principito”, -expresó con picardía manifiesta-.
Aguanté todo lo que podía, no lograba verle la cara ni lo que hacía, todas las sensaciones que experimentaba eran a partir de sus manos, su boca, su lengua y finalmente la avidez de sus labios y la cálida cavidad de su boca. Se esforzaba, pero no podía pasar más allá de unas tres-cuartas partes y no me causó molestias ni urgencias, con ella no era necesario sentir que su nariz tocaba mis testículos o que perforaba su garganta, me bastaba con gozar del placer que me transmitía.
Me extasiaba viendo que sus caderas se movían y que su vagina destilaba unos jugos que me llamaron a no seguir solamente mirando. Mi lengua pareció volverse independiente y se lanzó a recorrer sus labios íntimos para recalar en el agujerito inundado, penetraba por allí estirándose como nunca y salía impregnada de sus jugos para jugar con el asterisco más oscuro dejando jugos y saliva en el huequito.
El gemido, casi grito y la contracción de su cuerpo me llevó a esmerarme, sus temblores no cesaban y tal como había dicho, abandonó por un instante su placentera mamada, sólo mantuvo el glande en su boca. No importaba, yo estaba en otra, chupaba sus labios como desesperado y con los dos pulgares entraba, ora uno, ora el otro, en su lugar virgen. Candela no podía parar de gemir y de moverse agregando temblores que seguían a sus contracciones, sus jugos me mojaban la cara y bajaban de mi barbilla al cuello.
No me había pasado nunca y mientras tenía hundido mi dedo medio en el culito de Candela y punteaba con el índice, me dediqué a absorber su clítoris que parecía palpitar y entendí lo de “tocar el “Cielo””, fue como una explosión, su gemido fue gutural y más fuerte, sentí enseguida mi cara empapada y que, con sus labios tocaba mis testículos mientras el glande penetraba su garganta.
Allí me fallaron todos los aguantes y lo que me enseñó mi tía para contener mi eyaculación, ella aguantó a boca firme aferrándose a mis muslos para no desperdiciar ni una gota y yo hice lo mismo amorrado y tragando sin dejar de respirar. La conjunción fue maravillosa, gozamos los dos como si fuéramos uno y, aunque no creo mucho en esas cosas, me pareció que un aura celeste y brillante nos rodeaba.
Nos fuimos recuperando y buscando aire de a poco sin dejar nuestros lugares, eso sí, dejé su vagina de lado y ella mi miembro, tocarlos implicaba un golpe similar a una descarga eléctrica. Recién allí me di cuenta que eran tres los dedos que incursionaban en su culito y comencé a retirarme despacio.
- Dejalos Martín, dejalos y movelos un poco más, me encantan tus dedos en ese agujerito, me transmiten un placer nuevo, se me eriza toda la piel.
Escuchar eso y ponerme como burro de nuevo fue un pestañeo, mi cabeza y mi cuerpo olvidaban lo de la noche anterior y luego de moverlos un poco más escuchando los gemidos de Candela, los saqué con cuidado, ella giró el cuerpo para prenderse a mi boca con la suya y me “comió” a besos. Había sido sólo oral, pero creo que superó las expectativas que ella tenía y a mí me sorprendió gratamente. Luego habló entusiasmada y feliz.
- ¡Te diste cuenta!, me lo tragué completo, pensé que no podría y cuando me chupaste el clítoris perdí todos los miedos, encima me llenaste la garganta y me encantó, sólo de pensarlo me daba asco, con vos todo me parece natural, te amo, Martín, te amo y amo al “Principito”, -me lo demostraba diciéndolo, mirándome y con todos sus gestos-.
- Yo también te amo Candela y nunca lo dije ni lo sentí con nadie, -ni siquiera pensé esa respuesta-.
- Ahora me falta el culito, ¡no te imaginás todo lo que sentí con tus dedos ahí adentro!… ¿Me dejás que me la vaya metiendo yo?, ya sé que no son tus dedos, pero traje crema.
- No me puedo negar, hace como quieras, de paso dejo el brazo quieto porque algo me duele, -era verdad, sentía los pinchazos en el músculo y no daba para ponerme la pomada en esos instantes-.
Rápidamente saltó de la cama y salió a buscar algo que había dejado en el bolsillo de la campera, me encantó mirarla cuando caminaba desnuda, regresó y me dio el tubito abierto…
- Tomá, ponete vos, yo ya me puse recién… -Me sonreí por esto-.
- Estás apurada y tenés un poquito de miedo, necesitás dilatar tu culito y desearla con ganas, dejame a mí trataré de hacértelo más llevadero.
Se entregó enseguida poniéndose en cuatro y me dejó actuar. Tenía razón en lo que me había dicho la vez anterior, era estrecha, pero como ya había estado por ahí jugando con los dedos, se me hizo más fácil. No pudo evitar gemir y tener un orgasmo cuando le metía los dedos, yo estaba que reventaba, tener ese culo hermoso a mi disposición y saber que pronto estaría metido muy adentro me desquiciaba, de todos modos, no pensaba apurarme, tenía que hacer que disfrutara.
Cuando ya había dilatado y lubricado bien el agujerito y mi pene, le pregunté si quería sentarse encima, “no, no, seguí ahí, meté despacito la cabeza y luego dejame a mí para que empuje despacio”, -contestó-. Me resultaba algo completamente nuevo, pero le iba a dar el gusto. No resultó tan difícil penetrarla con casi todo el glande y como ella se crispó, me controlé y la dejé que se acostumbrara.
Me costó horrores aguantar sus retrocesos de caderas para penetrarse y ver cómo me hundía en cámara lenta en ese culo fantástico. Se penetraba un poco, paraba, daba algún gemido de dolor, sin dudas que la sentía, pero no amagó con sacarla ni adelanto su cuerpo para rechazar mi verga, hasta que finalmente…
- Sí, sí, ya está, mi cielo, al fin me lo rompiste.
- Jajaja, yo no hice nada, te lo rompiste sola y me gustó mucho.
- Tenía que sacarme ese karma y quería hacerlo yo con la persona indicada, otro no creo que hubiese aguantado tanto, me gusta tener al “Principito” alojado ahí adentro, yo me muevo un poquito ¿sí? y después dame a gusto, es maravilloso.
Se la notaba feliz como si hubiera realizado un logro y cuando movió sus caderas me salieron los colmillos, comencé a moverme aumentando el ritmo de entradas y salidas, pensé en algún momento que eso debía ser genético, Candela se enloqueció y reculaba pidiendo más, me mordí por el pinchazo del músculo del brazo, pero me aferré a sus caderas con las dos manos e impuse mi ritmo, para colmo gritaba del placer y sus orgasmos no tardaron, eso me gustaba demasiado y retardaba mis ganas de terminar.
Fueron unos cuantos minutos realizando ese “jueguito” ancestral de entrar y salir, la presión de las paredes del recto me estaba llevando a un descontrol hasta que no pude ni quise aguantar más, el primer escupitajo la sorprendió, pero fue como si se encendiera el orgasmo, ya que al sentir el líquido caliente en sus entrañas el grito fue como para que temblaran las paredes y temblando sin contenerse aflojó todo su cuerpo.
Aferrado como estaba a sus caderas, me dejé ir con ella pues se derrumbó sobre la cama y yo no pensaba salir de ese lugar hasta que no me quedara una sola gota de semen. Fue casi un calco a lo de la noche anterior, llorisqueaba y mordía la almohada, a la vez que apretaba su esfínter sin dejarme salir, “no puedo más Martín, no salgas esto es delicioso”, -decía, agotada, pero dejando saber de su satisfacción-.
Después de un ratito de estar así en que aproveché para acariciar los costados de su cuerpo y para besar su nuca provocándole escalofríos y temblores, me pidió que la dejara ir al baño. Comenzó a reír como una nena diciendo que le parecía que lo mío había sido un enema y necesita ir al baño con urgencia.
Yo fui a un baño más chico a higienizarme y regresé a la cama antes que ella, los ojos se me cerraban cuando ella me contaba sus sensaciones, sólo me di cuenta cuando me abrazó y nos dormimos sin más. Mi cansancio se había acumulado y ella fue superada por lo vivido y seguramente por sus orgasmos repetitivos y por algunos de aquellos más intensos, el hecho fue que los dos quedamos como fulminados.
La claridad del día entraba por la ventana iluminando toda la habitación, yo disimulaba haciéndome el dormido, pero sentí desde el primer instante cuando Candela acariciaba mi verga con sus manos y poniendo las rodillas al costado de mi cuerpo se sentaba sobre mi verga dirigiéndola a la estrechez de su vagina, gemía despacio como para no despertarme y los tres o cuatro últimos centímetros se los mandé a guardar con un golpe de caderas. El grito fue una mezcla de algo de dolor y mucha sorpresa, pero su sonrisa iluminó más que el sol.
- No me pude aguantar, se puso dura apenas la toqué y quería sentirte, -dijo haciendo una especie de puchero-.
- En castigo vas a tener que terminar lo que comenzaste, -expresé-.
El “mañanero” no tuvo desperdicio y Candela parecía finalmente liberada de algunos temores que arrastraba, gozó y me hizo gozar con todo lo de ella, su cara de placer y sus tetas y pezones al alcance de mis manos y el roce de su interior unido a un orgasmo enorme hizo que me llevara con ella. Pensaba seguir y el teléfono sonando nos desconcentró a los dos.
El teléfono me hacía saber que era Ana, el Aya-Ama de Llaves que estaba a cargo de la mansión en que antes vivía con mis padres. Atendí con la alegría de volverla a escuchar, hacía tiempo que no sabía nada de ella y de la casa en sí. Me alarmé porque no era Ana la que hablaba, era otra de las señoras del personal que también me había visto crecer y el tono de su voz anunciaba problemas…
- Hola Martín, soy Graciela, lo llamo por el teléfono de Ana, ella no quería que lo molestáramos, pero esto había que decírselo, sucede que Ana está internada porque tuvo un problema cardíaco.
- ¿Cómo es eso?, ¿dónde está internada?, ¿qué dijeron los médicos?
- Está en la Clínica dónde nos atendemos todos, el susto ya pasó, los médicos dicen que tuvo un infarto, pero la tomaron a tiempo.
- ¿Qué sucedió, tuvo algún disgusto?, ¿hubo algún problema?
- Creo que sí, pero ya sabe cómo es Ana de reservada…
- Ya estoy saliendo para allá, -corté la comunicación sin darle tipo a decir más-.
Salté de la cama, Candela me miraba preocupada sin saber lo que pasaba y le dije que tenía que ir a la casa que había sido de mis padres porque habían internado a la Aya que me había criado. No le pedí nada, pero por la forma en que reaccionó y salió disparada para el baño, supe que se cambiaría y vendría conmigo, algo que, por otro lado, no me molestaba para nada.
En el viaje Candela me preguntaba sobre la casa y la Aya, le conté que era quien me había criado y que trabajaba en la casa desde hacía unos treinta años, que había entrado desde muy joven, que mis padres la querían mucho y ahora era el Ama de Llaves, le hice saber también que fue la que más me ayudó cuando estuve mal por el fallecimiento de mis padres y tíos, pero que yo había dejado esa casa porque no me sentía bien viviendo allí.
- No sabía que tenías una casa grande y me imagino que quisieras irte después de lo que te pasó, ¿compraste luego el pent-house o era de tu padre?
- No es sólo el pent-house, heredé el edificio entero, salvo el pent-house, el departamento que usan Gerardo y Andrea y el que va a ser destinado como mi oficina, los restantes treinta y ocho departamentos están alquilados, al igual que la casa de mis tíos en el country “tal”, no había otros parientes y quedó todo para mí, los bienes los administran desde el Estudio Jurídico “tal”.
- ¡Mierda y yo que creía que mis padres eran potentados!…
- Eso no quita, tus padres también tienen lo suyo, nunca comparo por si alguien tiene más o no.
- Aunque ahora comprendí que es necesario, nunca me fijé en el tema del dinero, pero, me quedé intrigada, ¿Quiénes son Gerardo y Andrea?
- Gerardo es el hacker que me dio clases para aprender lo necesario en lo nuevo de la Tecnología y Andrea es la novia, viven en uno de los departamentos que les presté y allí tengo computadoras, monitores enormes e impresoras de última generación, todo en virtud de poder averiguar lo que quiera de empresas o personas, además la terraza tiene antenas también de lo más modernas.
- No acabás de sorprenderme, ¿tenés armado en un departamento algo así como en las películas?
- Sí, por ahora es experimental y quedó Andrea sola porque Gerardo tuvo un accidente cerebral y está internado, no va a volver y tengo que ver que hago con todo eso.
- ¿Por qué me contás todo esto?
- ¡Ahh, bueno!, en todo caso ¡Perdónnn!, creí que eras mi pareja y que te estaba otorgando toda mi confianza sabiendo que sos discreta y no vas a defraudarme. Digamos que es una especie de “blanqueo”.
- ¡Tonto!, claro que no voy a defraudarte, me gustaste antes de saber todo esto, aunque admito que cuando ordenaste el champagne y acorde a la ropa que usabas supe que no eras un “pelagatos”, pero me incliné a pensar que eras un “nene rico” o con algo de dinero que quería jugar al Detective.
- Me tomo lo mío muy en serio y todo lo que te cuento ahora es para que tengas en cuenta que soy sincero y que cuando haya algo que no te puedo contar, no me insistas con caprichos.
- Martín, no soy caprichosa, apenas un poco curiosa, jajaja, igual lo tengo claro desde antes.
Le contaba todas esas cosas a Candela e iba pensando en lo que le podría haber pasado a Ana, normalmente era una persona tranquila y en la casa no existían problemas, el único problema que se me ocurría era por el hijastro. Ana no había tenido un buen matrimonio y nunca se llevó con el hijastro, quedó viuda y el tipo, que ahora tendría unos veintisiete o veintiocho años desapareció de su vida después de traerle uno y mil problemas.
Incluso algunos en los que tuvo que interceder mi padre, claro que yo nunca supe nada de eso, apenas si había escuchado algunas cosas muy descolgadas de lo que verdaderamente pasaba. De todos modos, pensara lo que pensara, tendría que hablar con ella, era como mi segunda madre y no se negaría a contarme, después se vería lo que pasaría.
Continuará… GUILLEOS1 agradece comentarios y valoraciones.
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