EL DETECTIVE PRIVADO. (9)
“Al pan, pan y al vino, vino” con Candela y, en principio, eso me hace preocupar. Surge otro nuevo caso..
LAS CUENTAS CLARAS – LA CANTANTE. (09).
Graciela, madre e hija y yo nos fuimos a buscar a Ana, había vuelto a llamar por teléfono y estaba desesperada por venirse a la casa. Cuando llegamos, las presentaciones fueron de lo más amenas y luego de las recomendaciones del médico, nos fuimos a buscar el coche. No bien me vio, a Ana se la notó apesadumbrada, se acercó y se tomó de mi brazo libre diciendo…
- ¿No sé cómo me vas a disculpar el que me haya dejado robar todas las cosas que me regalaste de tu madre?, me siento fatal con esa culpa…
- No sé de qué me hablás y no quiero que pienses más en eso, además, por lo que sé, las joyas están en tu habitación y no creo que tu hijastro se vuelva a presentar en casa, le prohibí expresamente la entrada.
- ¡Ayyyy, nene, por Dios!, no me digas esas cosas que me vuelve a dar el patatús, ¿qué hiciste?…
- Nada, lo convencí para que no te moleste más, pero si seguís pensando en todo eso te va a hacer mal y ahora tenés otro problema en puerta.
- ¿Cuál problema?…
- Tenés que autorizarla a Gloria a usar la cocina porque nos quiere hacer la cena.
- Me hiciste asustar… ¡Vaya suegra que te echaste!… Gloria, me encanta eso, ¿qué tenés pensado cocinar?
- Martín dice que le gusta comer sencillo y a mí me salen bien los bifes a la criolla, ¿se animan?
- Dale, te cedo el mando en un 90%, el 10% restante lo usaré para decirte dónde están las cosas. Ya se me hace agua la boca, esto de la papilla de hospital puede que esté bien, pero yo tengo un hambre tremenda, jajaja.
Las risas y las bromas se despacharon a gusto, ellas dos se tomaron del brazo y yo me sentí muy bien cuando noté la buena onda que reinaba en todas. Mis “madres postizas” se habían desenvuelto siempre en un ambiente de “señoras bien”, mi madre siempre había inculcado eso en ellas porque no quería que se sintieran “empleadas de gente rica”, en casa reinó siempre el “por favor” y el “gracias”. El buen trato, la humildad y la sencillez eran innatas, aunque podían moverse en cualquier círculo, lo mismo pasaba con Gloria y, en menor medida, con Candela.
La cena estuvo fantástica, Gloria demostró que no era manca en una cocina y lo disfrutamos todos. Al rato de estar departiendo en una sobremesa que se estiró porque Gloria contaba anécdotas de cuando tuvo que vivir en Portugal y en Holanda, debido a que el marido había tenido cierta representatividad en nuestras Embajadas en esos países y acaparaba la atención de las demás mujeres, se paró Candela diciendo que iba a irse a dormir. “Yo todavía me tomaría una copita”, -dijo Ana, lo que generó el reto de todas las demás por el tema de la medicación-.
Con la promesa explícita de no tomar más que gaseosa, las féminas se dirigieron al bar del living a tomarse una copa y mi novia y yo nos fuimos a la habitación. Candela estaba acostumbrada a una vida con determinados lujos, aunque no era de hacer ostentaciones, pero, según decía, esa mansión la superaba…
- Este lugar es increíble, el lujo está, se convive con él, pero no te atosiga, es como si fuera, “lo que debe ser”, -me decía-.
- Creo entenderte, yo pasé toda mi vida aquí adentro y todo esto me parece “normal”, aunque estoy convencido de que esa “normalidad” tiene que ver con la Educación, los modos y los tratos que siempre impusieron mis padres, más que nada mi madre.
- Me hubiese gustado conocer a tu madre, debe haber sido una mujer sensacional.
- Aunque con algunos roces, te hubieras llevado bien con ella.
Mientras Candela desgranaba una charla un tanto insustancial, se sacaba la ropa como si fuera algo natural, yo la admiraba y me gustaba su forma de moverse en la intimidad, pero… ver cómo iba descubriendo parte de su piel y como, sin más ropa que una mínima tanga, se dirigía al baño, se me comenzaron a alborotar todos mis “ratones”. Me quedé esperándola tendido en la cama y vestido sólo con el bóxer, se me ocurría que iba a ser una noche agitada.
Lo fue y se esmeró para ello, fue un comienzo pausado, tranquilo, placentero, a nivel de sentimientos y comenzó a ir en un “in crescendo” que nos gustaba a los dos. “Hacer al amor”, “besar”, “mimar”, “coger”, “follar”, “echarse un polvo”, “mamar”, “chupar”, con Candela todo eso parecía unificarse y el resultado pasaba a ser un grato, placentero y deseado momento de entrega recíproca en que quedaba flotando el “gusto a poco”.
Eran como la una de la mañana, los dos estábamos abrazados disfrutando del delicioso cansancio que da el placer y vibró mi teléfono. Era Andrea y me preocupé, se me dio por pensar en Gerardo o en que se sentía mal como resabio de lo que había vivido en Colonia y me apuré a contestar…
- Hola Andrea, ¿qué pasó?
- Hola, no nada, disculpá la hora, no quería llamarte, pero no sabía si habías escuchado Radio Colonia y me salía de la vaina para preguntarte.
- No hay problemas, estábamos conversando con Candela y a punto de dormir, ¿qué fue lo que escuchaste?…
- Parece que encontraron el “paquete” después del mediodía y la investigación está encarada hacia un ajuste de cuentas por un tema de drogas, aunque no dan mucha información.
- Bueno, no te hagas más problemas, salió todo bien, ¿alguna novedad de Gerardo?…
- Por ese lado está todo encaminado, ya lo trasladaron y tiene una muy buena atención, fui hasta el lugar a hablar con los médicos, pero no quise verlo.
- Hiciste bien, ahora descansá tranquila, yo te veo mañana.
- Listo, decile a Candela que me disculpe por la hora.
Lo de Gerardo no me interesaba mucho, ya había dado una vuelta de página con él, pregunté sólo por preguntar, pero me sonreí pensando que lo de Colonia, aun con todos los inconvenientes, había salido mejor de lo que esperaba. Lo que me sorprendió y no de modo agradable fue la pregunta incordiosa de Candela por la llamada… ¿Me podés explicar quién es esa Andrea que te llama a esta hora?…
Probablemente, si me hubiese preguntado quien era Andrea en un tono normal, le hubiese contestado sin dudar, pero… el tono en que hizo la pregunta no fue normal, me sonó a “inquisitivo” y parte del cambio que había experimentado en mi carácter estaba dado porque me había propuesto no admitir que la gente que me rodeaba pretendiera estar por encima o entendiera que yo debería darles explicaciones cuando a ellos se les ocurriera.
La miré fijo por unos segundos y, de acuerdo a lo que había aprendido con el Profesor de Interpretación de Gestos y Movimientos Corporales, no sólo para mirar e interpretar a los demás, sino para demostrarle a los demás mi estado de ánimo, convertí mi mirada en gélida y mi rostro dejó establecido que no me había gustado el tono de su pregunta.
Candela no era tonta, algo de esto ya habíamos hablado y acusó la mirada y el gesto de disconformidad, noté enseguida que se había dado cuenta de su desubicación, pero no hizo nada por cambiar. Mi respuesta fue, cuanto menos, fría e impersonal.
- Andrea es una chica que trabaja para mí, es algo así como mi secretaria, tiene un dominio avanzado de todo lo que es Informática, es ordenada, extremadamente leal y discreta, de hecho, es la única que puede saber de los pormenores de los casos que deba investigar. Gerardo era su novio, el cual ahora está internado porque sufrió un ACV que lo dejó hecho un vegetal. Me llamó para pasarme una novedad por el trabajo realizado en Colonia.
- No, sí, claro, yo sólo te preguntaba porque me extrañó la hora de la llamada y como tampoco la conozco…
- Yo te contesto pensando en que algunas cosas no te quedaron claras cuando hablamos de mi forma de ser y de actuar acorde al trabajo para el que me estoy preparando. No acepto preguntas inquisidoras y fui muy claro respecto a que, de muchas cosas no te ibas a enterar y que no preguntaras porque me evitabas tener que mentirte o no contestarte.
- Tampoco es para que te pongas mal, después de todo soy tu novia.
- El hecho de ser mi novia no implica exponer en cualquier momento un problema de confianza. Yo no planteo problemas de confianza por tu trabajo y soy respetuoso de lo que hacés, pero no pienso permitirle, ni a vos ni a nadie que opinen o desconfíen o duden de lo que hago. Me siento genial con vos y tengo sentimientos que nunca tuve, pero… en una de esas tendrás que replantearte si me aceptás como soy o no.
- ¿Qué me querés decir?
- Exactamente lo que puedas estar pensando, si tenés dudas conmigo o problemas de confianza o celos o como quieras llamarle, prefiero que decidas dejar todo como está, yo me conozco y sé que no me gustaría tener otra charla similar por algo relacionado con mi trabajo.
- Es que tu trabajo no es una cosa “normal”.
- Seguimos sin entendernos, a esta altura ya te habrás dado cuenta que, ni yo ni mis futuros nietos, necesitamos trabajar en algo para ganarnos la vida dentro de la “normalidad”. Manejar cualquier tipo de armas, pelear contra quien se cuadre con dominio de las Artes Marciales, investigar y meterme en “camisa de once varas” es mi decisión, es la vida que elegí para mí y si no estás dispuesta a aceptarlo, es preferible actuar como personas maduras para no lastimarnos.
Sabía que me la estaba “jugando”, pero, era preferible “tomar al toro por las astas” y el momento se dio justo. No tenía ninguna intención de perderla a Candela, aunque estaba convencido de no hacer concesiones con lo mío. Gloria, por ejemplo, tenía otra madurez y otra forma de ver la vida, Candela no, dentro de lo fantástica que era como mujer y lo compañera que podría ser, todavía tenía reminiscencias de “noviecita de secundario” acostumbrada a lograr que quien tuviera al lado se moviera según sus deseos y conmigo eso no contaba.
Se quedó pensativa y con un montón de ideas o dudas rondando por su cabeza. Yo no había cambiado ni mis gestos de dureza ni mi mirada fría, en ningún momento se dio cuenta de los “clavos que estaba cortando” por su posible decisión y, para completarla, le dije que era mejor que nos durmiéramos, que mañana sería otro día, para eso apagué la luz y, sí, no lo puedo discutir, me dormí cruzando los dedos.
Candela no durmió bien, estuvo inquieta toda la noche y se movió bastante, esperaba que no se me hubiera ido la mano con mis exigencias, verdaderamente la quería, pero… ella tendría que dejar de lado actitudes de “pendeja” a la que siempre le vino todo “de arriba” y no molestarse ni molestarme con todo lo inherente a mi trabajo y a mi forma de ser como hombre y pareja.
Posiblemente mi modo de actuar podría inferirse como de “machista”, aunque, sin ánimo de justificarme, mis experiencias me habían llevado a pensar y a proceder de ese modo, ya no quedaba nada de ese chico apocado y tímido, además, se me cruzaban por la mente las palabras de mi primer “maestra”, la tía Alicia me lo había machacado siempre…
- “A la mujer que tengas a tu lado tendrás que darle todo y hacerla sentir la “número uno”, pero jamás permitas que se imponga ni aplique caprichos, celos, “pelotudismos” o “pendejadas”. Vos sos “el” hombre, si la “candidata” quiere “peleles manejables” que apunte para otro lado, si no lo entiende, hay miles dispuestas a dejar de lado las idioteces y vos estás más allá de pedir limosnas”.
- “Nosotras, las llamadas “veteranas” yo lo hemos aprendido, en su momento decidimos por conveniencias, nos contentamos con imposiciones y como ninguno se demostró hombre, ni supo imponer su personalidad por sobre la nuestra, acabamos por buscar los “faltantes” por otro lado, esto no nos exime de amar o querer a nuestros maridos, pero cargamos con las culpas por no haber sabido aprender ni enseñar, en cierto modo, la envidio a tu madre por lo que logró”.
Yo no me ponía a pensar en que siempre debería ser así, aunque no me molestaba para nada esto de plasmar las cosas a mí conveniencia sin “pisarle la cabeza” a nadie. Como fuera que se dieran las cosas desde ese momento, había que “aguantar” los posibles cimbronazos. Al despertar, la mañana no fue para regalar sonrisas y la cara de Candela no daba para bromas. Creo que eso lo notaron todas, aunque lo trató de disimular, tal es así que Gloria se acercó a mí en un aparte y me habló:
- Primero la envidié un poco a mi hija, pero me parece que las cosas no fueron de lo mejor, ¿me equivoco?
- Yo la quiero y me encanta estar con ella, la siento como “mi otra parte”, pero me parece que tu hija aún sigue con sus pavadas de “noviecita de secundario” y yo no me siento nada bien con determinadas actitudes. Mis vivencias, experiencias y “sopapos” me hacen estar por encima de eso y no me siento nada cómodo.
- Gran parte de ese modo de actuar es por mi culpa, se las dejan solas apostando por su crecimiento y maduración y adquieren “vicios” que las llevan a “golpearse la cabeza contra las paredes” y a “joderse” la vida con errores.
- No te echo culpas a vos, puede que incluso, yo mismo tenga parte de culpa porque las “maduras” me mostraron y me hicieron ver otras cosas que no encuentro en las jovencitas.
- ¿Y ahora, qué va a pasar ahora?
- Nada, yo no pienso hacer nada para que pase tal o cual cosa, la que tendrá que decidir y sin posturas fingidas porque esas las “cazo al vuelo”, deberá ser ella. Si no “transa” o no entiende mi postura, será un golpe fuerte, pero… he tenido peores, ya veremos…
Mis cartas estaban jugadas, el “bluff” o “farol” estaba latiendo y los resultados estaban por verse, yo cruzaba hasta los dedos de los pies para que me saliera bien y aun expuesto a morderme los codos, no pensaba bajarme de mi postura. Gloria se dio perfecta cuenta de eso, además corría con la ventaja de conocerme y de saber que las “actitudes pendejeriles” no tenían cabida en mí.
Declinamos de quedarnos a almorzar y con Candela relativamente sería y Gloria hablando de cualquier tema para tratar de romper el hielo o el silencio incómodo, llegamos a la casa, la madre se apresuró a descender luego de saludarme con un beso y Candela me preguntó si iba a pasar a la noche por la confitería, “vemos como acomodo mis tiempos, ya me atrasé bastante con mis clases y tengo que ponerme al día, además de ir a la Clínica para saber cómo evoluciona mi muñeca”, -le contesté, con amabilidad, aunque sin que se me moviera un pelo-.
Estaba un tanto contrariado porque no había notado en ella señales de plena aceptación, pero era todo producto de mi ansiedad, además, estaba “caliente”, lo bien que lo había pasado la noche anterior se había difuminado y me tenté pensando en el culito de Andrea, pero… bastó con que se me cruzara también el culo de Gloria por la cabeza para desechar ambas ideas. No estaba bien ni conmigo mismo, sólo me quedó pedir el almuerzo y lo llamé al Sensei, una buena “fajada” me haría olvidar pensamientos “calenturientos”.
La práctica estuvo bien y si bien es cierto que me olvidé de pensar en todo lo pasado, también es cierto que me quedaron dolores en el lugar en que me quisiera tocar. Fallé en todas las técnicas de defensas y, como sucedía en estos casos, me “comí” todos los golpes que el Sensei quiso darme. Me “cagó a retos”, hasta creo que me insultó en su idioma natal y no se privó en castigarme haciéndome notar mis errores.
Llegó un momento en que paró la golpiza, pues eso es lo que parecía y me dijo de hacerme unos masajes, parecía ser peor el remedio que la enfermedad porque, aparte de tener la cabeza en otro lado, estaba todo contracturado y poco faltó para que se me cayeran las lágrimas cuando trabajó en mis músculos. Cuando ya me sentía mejor y se ocupaba de mi muñeca dejándomela al cien por cien, me preguntó que me pasaba…
Era el único con el que me abria totalmente, el cambio que él experimentaba cuando dejaba el tatami era sustancial, toda la rudeza y la disciplina que ponía de manifiesto enseñándome las artes de ataque y defensa, trocaban a la de un maestro que sabía ahondar en lo profundo por lo que su alumno pudiera estar pasando. Su Filosofía y su modo de encarar las problemáticas se contraponía con nuestra mentalidad occidental, pero terminaba convenciéndote de lo que fuera, tanto así que parecía que fuera uno mismo el que decidía al respecto.
No le conté de lo que había vivido o sentido en los casos en que me tocó intervenir, tampoco me lo hubiera permitido, pero le expuse mis dudas al respecto de Candela y de mi proceder con ella… “Tu sabés lo que pretendes lograr y te preparas para eso, si la persona que quieres tener al lado no te acepta totalmente con tu modo de pensar, es inútil intentar cambios o adaptarse al proceder del otro, tarde o temprano esos cambios o adaptaciones se pagan con disgustos. No se puede ser un ogro y por estar al lado merece todas las atenciones, pero… para estar debe aceptar, sino, es preferible que no esté”.
Después de esto, en que más claro no pudo ser, hicimos unos ejercicios de concentración para evitar “hacerme la cabeza” con lo que no correspondía y para tomar las mejores decisiones llegado el caso, incluso con lo que no tuviera que ver con Candela. Luego de que se fue el relax era total y además del baño reparador la cama parecía llamarme para reponer la noche de mal sueño y para recuperarme del cansancio que me dejó el entrenamiento.
Me desperté como a las siete y media de la tarde, estaba descansado y sin ningún tipo de cargas o de temores, había decidido que, aunque existían sentimientos hacia Candela, podía llegar a asumir el hecho de apartarme si ella no cumplía mis expectativas, ¡qué joder!, mujeres sobraban y ninguna me llevaría de las narices. El teléfono me sacó de mis pensamientos, lo atendí porque era Gloria.
- Hola amor, ¿estás disponible en tu casa?
- Sí, estoy solo, ¿por dónde andás?
- Estoy en el hall, en dos minutos estoy contigo.
- Dale, te dejo la puerta abierta.
Me venía genial que apareciera Gloria, el culito “pedigüeño” de mi suegra me podía y me encantaba que se entregara sin ningún tipo de pruritos. Escuché el ascensor y esperé a que apareciera en la puerta, verla aparecer con sus zapatos de taco alto y el vestido de noche negro escotado, con falda semi acampanada que le quedaba unos diez centímetros por arriba de las rodillas y una campera más clara que parecía de terciopelo, todo lo cual hacía resaltar su cabellera rubia, hizo que asomaran mis colmillos.
- Suegra, parece que fueras a ir a una fiesta, estás hermosa.
- Venir a verte a vos es siempre una fiesta. Ando en busca de mimos, anoche apenas si pude dormir imaginando que te tenía al lado y sigo muy caliente.
- Sos una viciosa, voy a tener que hacerle sentir un poco de rigor a ese culito inquieto.
Dejó la cartera que traía sobre el sofá y se apresuró a meterse en medio de mis brazos abiertos, me abrazó pasando sus brazos por mi cintura y levantó la cara para que nos pudiéramos “comer” la boca. Las lenguas se trenzaron y los labios de uno y de otro parecían sopapas, el gemido fue instantáneo cuando mis manos se adueñaron de sus nalgas y el apretón de ambas durezas pareció incentivar sus besos. “Desnudame vos”, -pidió con voz dulce y cargada de deseo apartándose un instante de mis labios-.
Me ponía a mil su entrega y la campera pronto quedó sobre el sofá, bajé los breteles finos del vestido sabiendo que no usaba sostén y sin que mediaran más palabras, dejé su boca para absorber sus pezones endurecidos mientras mis manos se hacían hecho cargo de sus tetas erguidas. “Llevame a la cama”, -dijo y su voz sonó enronquecida por el placer-. Tardé segundos en sacarme el pantalón y la remera y, sin terminar de sacarle el vestido, la levanté en brazos aferrando su culo para irme a la habitación con ella cruzando los brazos por mi cuello.
“Esos arranques tuyos me hacen sentir muy mujer y con ganas de mostrarme muy puta”, -me dijo antes de prenderse nuevamente a mi boca. La dejé de espaldas sobre la cama mientras reía desinhibida y no le saqué el vestido, se lo levanté ayudado por ella que levantó sus caderas, la prenda de marca quedó hecha un bollo alrededor de su cintura. Tampoco tenía ropa interior, sólo las medias cuyo encaje se ceñía a sus muslos y allí, sobre la piel de su muslo fue donde coloqué mi boca. Gloria se movía gimiendo y sabiendo que le quedaría la marca del “chupón”, me pidió a los gritos que la marcara.
Primero el interior de su muslo y luego el del otro, ella gritaba pidiendo más y pensé que por una semana no podría usar traje de baño. Notaba el calor de su entrepierna y sabía lo que estaba esperando, no me hice de rogar y mi boca se deleitó con su vagina empapada. No sólo fue con labios y lengua, mis dedos ayudaron en la ecuación y se perdieron en los dos huecos que tenía a mi disposición. Gloria gemía casi gritando y había entrado en una especie de orgasmo continuado que la hizo estallar cuando absorbí su clítoris y perdí tres dedos en su culito hambriento.
“¡Me estás matando, dame pija yerno, dame pija!”, -pedía un tanto desesperada porque yo no había aflojado el ritmo de mis dedos y mantenía la absorción, a la par que con la otra mano mantenía su muslo alejado de mi cabeza y el otro era apretado por mi torso. Yo la conocía bien a Gloria, si te agarraba desprevenido cuando acababa como desquiciada era capaz de romperte el cuello con el apreté de sus muslos y la convulsión de su cuerpo.
Finalmente la dejé recuperarse, la hice girar para que quedara boca abajo y no tardó en colocarse las dos almohadas debajo de su vientre para que quedaran sus dos orificios a mi disposición. Lubricación sobraba y primero fue por el conducto “normal”. Hasta a mí me dio impresión el “pijazo” que se “comió”, gritó con ganas cuando sintió que sus carnes se abrían, pero me bastó salir y volver a entrar para que comenzara a moverse pidiendo más.
Era maravillosa la forma en que Gloria se brindaba conmigo, ella, sin dudas, que gozaba, pero transmitía ese goce haciéndome gozar y eso no era tan fácil. Yo podría aplicar un tanto de rudeza o todo el mimo y la ternura de que era capaz y ella me hacía sentir que era único. Recordando los tiempos en que comencé con ella en el departamento de mi tía, me di cuenta que no era igual, desde que la volví a encontrar con Elena, la sentí distinta y cada vez mejor.
Los dos teníamos claro que no era un tema de enamoramientos, ni del “gran amor”, era indudable que el sentimiento y la lealtad por el otro estaba y se manifestaba más en esos momentos y en otros en que me hacía sentir “su hombre”, yo entendía que pasaba porque Gloria me había “elegido” como tal y yo no quería ni iba a defraudarla. Mientras pensaba eso mis manos en sus caderas no se quedaban quietas y mis penetraciones no se detenían ni cambiaban su ritmo, haciendo que ese portento de mujer delirara de placer orgasmo tras orgasmos.
- Me secaste, por ahí me secaste, no puedo más, cambiá mi cielo, cambiá y rompeme el culo como vos sólo sabés, -me pidió con voz suave, ronca y cargada de deseo-, no la hice esperar.
No tuve necesidad de apuntar ni de hacer malabarismos, mi verga salió de ese lugar que hervía, se corrió un par de centímetros hacia arriba y bastó con que apoyara el glande en el hueco de su ano para que éste pareciera ser aspirado por una boca ceñida y estrecha que pronto se agrandaría. Pensé en lo que había sucedido con Andrea y comencé a entrar muy despacio, llevándole la contraria a lo que siempre pedía cuando me daba la cola.
- ¡No, mi vida, mi cielo, así no!, me estás enloqueciendo, es demasiado placer, -la sentí llorisquear, no obstante, se quedó quieta dejándome que manejara esos tiempos de penetración-.
Fruncía sus músculos y temblaba tratando de tolerar sus sensaciones placenteras y ya con la mitad de mi miembro dentro de sus intestinos, tras unos segundos de quietud, le di un caderazo como para traspasarla. El grito fue tremendo y se acompañó de una risa histérica que el goce provocaba, desde ahí en más el ritmo que impuse fue frenético, ritmo al que ella se acopló sumando a sus gritos las contracciones y los temblores.
No sé si fueron segundos o minutos, sólo sé que el placer nos envolvía como si estuviéramos rodeados de una burbuja, nadie más contaba y cuando llené lo profundo de sus tripas levantó su torso y me obligué a apretar sus tetas para sostenerla a la vez que apretaba mis dientes por el apretón que sus músculos anales le daban a un ariete casi suplicante.
Ella se dejó caer de bruces nuevamente y la acompañé en ese recorrido, no hablaba, no emitía sonidos, su único movimiento se centraba en los apretones que me daban sus contracciones. Nos quedamos un rato así, hasta que ya recuperada, me habló:
- Esto fue maravilloso, casi sublime y deploro todas mis equivocaciones anteriores, en mi cabeza no existe ni existirá otro y prometo que me voy a portar bien, aunque ya estoy empezando a extrañarte.
- No te entiendo lo que me querés decir.
- Era una de las cosas por las que quise venir a verte, a mi marido le salió una representación en Australia, me lo avisó hoy, viajamos la semana que viene y, como comprenderás, tengo que acompañarlo, es toda una vida a su lado y no merece que lo deje justo ahora, eso lo destruiría personal y profesionalmente.
- Te lo entiendo y mal que me pese, debo aceptarlo, nuestras cartas siempre estuvieron claras, eso sí, tendrás que prometerme que, cuando eventualmente regreses al país, me dedicarás un par de días a mí solo.
- De eso que no te quepan dudas, ya te prometí que me voy a portar bien y desde mañana acumularé ganas de volver a tenerte.
- Ya estoy empezando a temblar, jajaja. Dijiste que era “una de las cosas por las que venías a verme”, imagino que la otra sería para estar conmigo…
- No, eso lo daba por descartado, la otra cosa es porque estuve hablando mucho con Candela.
- Ya se decidió por cortar.
- ¡Estás loco!, está destruida por lo que le dijiste. Aparte de “cantarle las cuarenta” por sus idioteces de pendeja, le tuve que hacer entender qué tipo de hombre sos vos, incluso tuve que desnudar gran parte de mis intimidades y de mis “aventuras”, lógicamente, sin hablar de lo nuestro, pero no tenía otra forma de explicar lo de los distintos tipos de hombres, es más, también tuve que decirle que su padre sabía de lo mío, así como yo sabía lo de él y que imperaba un respeto y un sentimiento entre ambos que estaba más allá de la cama.
- Me imagino la sorpresa…
- No fue tanta, ella ya intuía algo de todo esto, pero, en lo que respecta a su relación, tuvo que madurar de golpe, no creo que acepte ser una mujer sumisa o que tolere humillaciones, pero está más que dispuesta a ser tu mujer, tu pareja y tu amiga sin concesiones, dejando de lado las imposiciones y los interrogantes molestos.
- Vos sabés que yo no quiero a las sumisas y no soy de infringir humillaciones, la que esté a mi lado siempre tendrá un lugar preponderante, pero, como soy muy celoso, no acepto celos ni faltas de confianza o actitudes inmaduras.
- Que no te quepan dudas de que ya le quedó claro. Quería venir para acá a explicártelo y le dije que no lo hiciera, que dejara pasar este día, por un lado, para que se “hiciera la cabeza” y viniera al pie y por el otro lado porque quería tener mi “cuota”. Hablando de eso, ¿por qué no nos vamos a bañar y me hacés tronar el culito de nuevo?
Demás está decir que, además del baño, las caricias y los besos, cuando Gloria se fue de casa acusaba una incipiente renguera producto de su culo destruido, porque en el baño primó más el sexo duro que tanto le gustaba. A mí también me quedaron molestias por la fricción ejercida, pero la satisfacción me conminaba a dejarlas de lado, entonces me cambié y salí a cenar, tenía ganas de “entrarle” a unas buenas pastas y la Trattoria que quedaba a dos cuadras de casa me ofrecía las mejores.
Me “maté” con los agñolottis rellenos acompañados de un exquisito borgoña y la completé con un riquísimo café, quedé “pipón” y recuperé las calorías perdidas. Se había hecho casi la medianoche y no me daba para salir, mi cuerpo comenzaba a sentir las exigencias a que lo había sometido, además, los golpes del Sensei o las secuelas de los golpes se hacían sentir en toda mi humanidad, tenía la cama metida entre ceja y ceja y entré directo a cumplir con mi necesidad de descanso.
Una hora después un zumbido molesto que parecía meterse en mis oídos, alteró mi sueño profundo, para colmo me había girado en la cama y el sonido provenía desde mi espalda, me costó unos segundos identificar el teléfono vibrando y lo atendí con voz somnolienta y en un tono nada amigable. Ni siquiera me fije que era Candela la que llamaba.
- Sí, ¿quién es?, ¿Qué necesita a esta hora?
- Soy yo, Candela, ¿estás ocupado?
- No vida, disculpame, estaba profundamente dormido y ni miré el celular, ¿qué sucede?, ¿hay algún problema?… -De inmediato se me fue el sueño y presté atención-.
- Conmigo no, es con una amiga, necesita a alguien para que investigue y descubra quien puede estar extorsionándola y/o chantajeándola.
- ¿A esta hora?… Bueno, no creo que me llames por llamar, además, si es una amiga tuya merece mi atención. Si querés que vaya a verla pasame la dirección, pero hablale antes avisándole.
- Está conmigo en la confitería, nos juntamos cuatro ex compañeras del Secundario, estaba bien hasta que recibió un mensaje con fotos, allí se puso a llorar, algo nos contó y nos preguntó si conocíamos a alguien para que la ayudara con eso. Ella es una cantante conocida a punto de salir en una gira internacional. El problema es que se puso a tomar como descocida, no perdonó ni el agua de los floreros y está despatarrada en el sofá de mi oficina y nadie puede enterarse.
- Traten de darle café o sales o algo para despabilarla, dame unos minutos que me cambio y salgo para allá.
- Yo no te quería molestar, pero sos el único de confianza que conozco y…
- Candela, ahora lo importante es tu amiga, luego tendremos tiempo de charlar nosotros.
Jeans, camisa, campera de cuero y zapatos italianos, fue lo primero que saqué del placard, no era para aparentar, mi tía me había enseñado, además, a vestir muy bien y no quería desentonar ante las amigas de mi novia, pero eso sólo lo pensé cuando iba camino a la confitería. Dejé el auto para que lo estacionaran y entré directo a la oficina privada de Candela.
Allí nadie sabía que yo era el novio y el grandote de Seguridad que custodiaba el pasillo antes de llegar a la puerta, se me plantó delante y, de muy malas maneras, me puso la palma en el pecho a la par que decía: “¿Adónde crees que vas, idiota?”. La reacción fue instantánea y la barrida con los pies contra los suyos lo hizo pegar en el suelo con el costado de su cuerpo, pedía por la madre cuando aferré con una de mis manos su dedo índice y el medio y con la otra su dedo anular y el meñique de su mano derecha.
El dolor se le hizo insoportable cuando presioné hacia los costados y no atinó a ninguna defensa, sabía que, si se movía, su mano quedaría abierta en dos mitades. Le vi enseguida la cara de desesperación y lo solté diciéndole que le avisara a Candela que la buscaba el novio, el muchacho se levantó y golpeó la puerta, salió Candela con cara de asustada viendo que el custodio se agarraba la mano y se acercó a saludarme con un abrazo y un beso en los labios.
- Podías haber avisado que yo estaba llegando, el custodio se hubiera evitado el dolor de la mano y yo el mal momento, -le dije con seriedad-.
- Disculpame Martín, estoy hecha una estúpida, no sé ni cómo actuar, -expresó compungida y no creí necesario contestar-.
Le pidió disculpas al custodio y entramos en su oficina. Me encontré allí adentro con una rubia de minifaldas y botas altas, casi tan alta como Candela, pero muy delgada, le faltaba carne hasta en los ojos, me la presentó como Fátima, la sonrisa era encantadora cuando me besó la mejilla y no ocultó la sorpresa cuando Candela dijo que yo era Martín, su novio. Las otras dos estaban en el baño anexo y por lo que se escuchaba, la descompuesta pronto se sentiría un poco mejor.
Al salir del baño Candela me presentó a Elizabeth, una morocha plena de formas, con mirada de pantera que sus ojos verdes resaltaban y a Lolita, la más bajita de las tres, pero con un cuerpo de ensueño o por lo menos muy bien repartido. Era una belleza espectacular en envase chico, rubia teñida, con un cabello natural negro que se le notaba en las raíces que dejaba entrever el rubio furioso. Las tres vestían minifaldas y botas, pero en la “petisa” resaltaba un culo espectacular, menudo, aunque se adivinaba duro y parado.
Hubo chanzas para Candela porque ninguna sabía que estaba de novia y la morocha Elizabeth opinó: “Chicas, es lógico que no lo presentara, un hombre así no se consigue todos los días” … “Es una mala amiga, tiene miedo que se lo robemos”, -acotó Fátima riendo-. Yo no decía nada, sólo miraba a Lolita, su cara era hermosa y dejaba entrever una mezcla rara de mujer fatal con adolescente o de adolescente que se podría convertir en mujer fatal.
Candela explicó porque estaba yo allí, la amiga damnificada me hizo un par de preguntas, respecto a si se podría averiguar quién era el que enviaba esas fotos y el video. Le aseguré que sí, en ese momento la policía recién comenzaba con el tema de las averiguaciones y escuchas de celulares, pero yo contaba con una enorme ventaja que a ellas no les hice saber, Andrea estaba muy adelantada con ese trabajo merced a los equipos importados y a los programas hackeados y la gente no sabía nada de esto y usaba los teléfonos sin ocultar sus números, a lo sumo, sólo cambiaban de celular.
Estaba reticente a conversar abiertamente y yo no podía preguntar más para tratar de interiorizarme porque las amigas tenían sus oídos más que atentos. Le pedí un lugar a Candela para hablar con más intimidad y nos derivó a otra habitación más pequeña, allí, estando los dos solos, habló más tranquila…
- Yo tengo contrato en exclusividad con una discográfica, es la misma que financia la gira internacional que debería tener lugar o comenzar dentro de cuatro días.
- ¿Por qué hablás en potencial y dudando?
- Porque si este video sale a la luz estoy arruinada, seguro anularán el contrato y suspenderán la gira, ni hablar de nuevas presentaciones.
- Bien, vamos a ponernos de acuerdo en algo, esto es como un confesionario, si pretendés que averigüe algo de lo que te aqueja vas a tener que hablar sin ocultarme nada y, por lógica, mostrarme el video.
- Bueno, sí, claro, lo que sucede es que me da algo de vergüenza, nunca necesité de un Detective.
- Infiero que el video y las fotos son de índole sexual y, en su momento, no existió la vergüenza para realizarlo, de todos modos, yo no soy quien, para juzgar, si tomo el caso no debe haber ningún tipo de ocultamientos, de lo contrario, está todo bien, todos amigos y yo habré cumplido con mi novia que me pidió el favor sacándome de la cama.
No lo pensó más y me alcanzó el teléfono, el video no era gran cosa, pero se notaba claro que era ella manteniendo relaciones sexuales con otra mujer, las fotos lo dejaban más claro. La misma de unos cuarenta y pocos años era más alta y tenía un físico envidiable en el que se notaba el trabajo del Cirujano Plástico, además, como si fuera poco, se la veía a Lolita y a la mujer riendo y esnifando un par de líneas antes de tirarse en la cama.
- Hay una cierta apertura para el amor entre mujeres, en una de esas te convendría blanquearlo, el problema mayor está en el consumo de drogas.
- No es tan así, se dio como una circunstancia especial, fuimos a mi casa luego de una fiesta en que algo me pusieron en la bebida, no soy consumidora habitual, además ella es la Representante Artística de la discográfica que es rival de la que tiene mi contrato. Esto fue cuando estaban las dos discográficas tratando de que yo firmara para alguna de ellas, yo me decidí por la que ahora me representa porque me ofrecieron la gira, aunque, ¿cómo explico esto ahora?…
- Te entiendo, ¿qué querés que haga yo?…
- Tendrías que averiguar quién es el que mandó a grabar ese video y sacar esas fotos, encontrar y eliminar cualquier original y copia a como dé lugar.
- ¿Te hicieron algún pedido cuando te mandaron el video y las fotos?
- No, eso es lo peor, me mandaron eso esta noche y no pidieron ni exigieron nada.
- Una última pregunta, ¿tus amigas sabían de esa fiesta a la que concurriste y donde sucedió esto?
- No, para nada, sólo sabía mi Representante y bueno, mi familia.
La tranquilicé diciéndole que me ponía a trabajar desde ese momento en el caso y que me avisara si al día siguiente aparecía algún pedido. Tenía bastante trabajo para realizar, ya había descartado a sus amigas, pero me quedaba la Directiva discográfica, el Representante de Lolita y los familiares, aunque lo primero que debería hacer es tratar de averiguar a quien le pertenecía el teléfono que había mandado el mensaje y para eso tenía que recurrir a Andrea.
Continuará… GUILLEOS1 les agradece comentarios.
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