El día que no me escapé por pendejo
NOTA DEL AUTOR: ESTA ES UNA HISTORIA FICTICIA Y CUALQUIER PARECIDO A LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA. LO SIGUIENTE HA SIDO ESCRITO SIMPLEMENTE PARA ENTRETENER..
Aquel miércoles me encontraba con mi amiga en su habitación mirando una película de amor. Llevábamos 2 años de conocernos y ella lo era todo para mí. Una chica educada, de valores, principios y lo más importante, respetuosa en cada aspecto.
Ese día, estaba decidido a declararle mi amor.
Ella era una chica linda de 13 años con cabello oscuro, largo y lacio, rasgos finos y pecas, estatura de metro cincuenta, delgada de piel blanca y unos ojos preciosos color azules.
Lo que más me encantaba era su culo pequeño y que decir de sus pechos que iban creciendo y que eran parte de la mujer que amaba.
- José – dijo Marta – ¿estás bien?
- Sí. Solo me quedé pensando lo mucho que me gusta pasar tiempo contigo – respondí con entusiasmo y ternura en mi rostro.
- Eres muy lindo – me dijo dándome un abrazo tierno.
Yo estaba casi seguro que ella sentía lo mismo que yo. El primer amor.
Su madre se acercó a la puerta de su habitación y tocó.
- José – dijo mirándome – Ya es hora de que me vaya a mi compromiso.
- Claro que sí, señora – dije levantándome – muchas gracias por sus atenciones conmigo. Son todos muy amables. – dije despidiéndome de todos.
Me acompañaron a la puerta y salí de la casa. Mi plan estaría en marcha. Yo esperaría a que la señora se fuera y entonces entraría nuevamente para dejar en la recámara de Marta un oso de peluche (color blanco y sujetando un corazón con la frase “quieres ser mi novia”) y una canasta con sus dulces favoritos.
Vi como la camioneta de la mamá de Marta salía de la casa y aproveché para entrar nuevamente por la puerta del jardín.
Marta estaba en el baño de abajo, entré con precaución y subí hacia su habitación. Saqué las cosas de mi mochila y las coloqué encima de su cama.
Escuché como subía y me escondí rápidamente en su closet. Ella comenzó a lavarse los dientes y nuevamente bajó.
Escuchaba risas y no le di mucha importancia, pensaba “debe ser alguna amiga”. Esperaba con ansias que se fuera para poder seguir con mi plan, pero claro, la vida hace jugadas y nunca me imaginé lo que estaba a punto de suceder.
Se escucharon los pasos. Subieron las escaleras y escuché con claridad.
- Entonces – hubo una pausa – ¿cuánto tiempo estará fuera tu mamá? – preguntaba una voz aguardientosa, ronca y tabaquera.
- Toda la noche. Estaremos juntos tú y yo – Respondía Marta.
Inmediatamente experimenté un sentimiento entre tristeza, adrenalina, culpa y temor.
Esperaba una señal para poder salir huyendo de ese lugar y ocurrió un milagro.
El automóvil del hombre comenzó a sonar y entonces bajaron nuevamente. Era mi oportunidad para poder escapar pero algo me dijo “quédate. Ella te ama y seguro solamente es un amigo y ya. Ella se da a respetar y seguramente solo jugarán y listo”, entonces seguí completamente paralizado y perdido dentro de su closet hasta que nuevamente subieron.
- Tengo demasiadas ganas de ti, nena – dijo el hombre.
- Yo también me moría de ganas de estar a solas contigo, Max – Decía Marta besándolo.
Entonces entraron a la habitación y vieron las cosas encima de la cama.
- ¿Esto que es? – Preguntaba Max.
- Debió ser José. El pendejo que tengo que soportar para poder tener buenas calificaciones en las materias. – Respondía Marta con cierto disgusto.
- Jajaja – Río fuertemente Max – Seguramente cree que tiene oportunidad contigo – decía al tiempo que tomaba la canasta – Al menos dejó buenos dulces – decía sarcásticamente y dejando en el suelo los obsequios.
Se acostaron en la cama y empezaron a besarse con demasiada pasión. En algún momento Marta se subió encima de él. Él empezó a besarle el cuello con euforia y Marta gemía y respondía con más besos.
Aquella niña que observaba no era la que conocía. Comenzaron a salirme lágrimas de mis ojos al experimentar impotencia.
- Ahora te voy a dar un verdadero regalo – dijo Max acercándose a ella.
- Ay, papi – decía Marta de manera pícara – ¿qué vas a regalarme?, mi amor – decía con voz sensual, dándole un beso nuevamente.
- Lo mejor que un hombre puede darle a una niña. Te voy hacer mi mujer – respondía Max emocionado.
Max comenzó a desnudarla, dejándola en ropa interior. Podía apreciar su sostén color blanco y su calzón con dibujos de toy story.
Max le sacó el sostén y chupó sus pechos. Los succionaba y mordía, incluso dejó varios chupetones en los pechos de Marta.
- Beba leche, mi bebé – decía Marta abrazando a Max.
Yo estaba devastado y destruido emocionalmente. Apenas podía asimilar lo que me sucedía.
De repente, Max le recostó y empezó a besar sus muslos. Llegó a su calzón, dio un beso por encima y se lo sacó, acercó su nariz al calzón e inhaló fuerte para tener el aroma de Marta en sus fosas nasales.
- Me encanta que seas tan niña y tan caliente – decía Max apretando los dientes.
- Ya cállate papi y hazme tu putita – respondía Marta jalando la cabeza de Max para comenzar a recibir un oral.
Marta tenía una vagina morena, pequeña y sin ningún vello. Max se acercó y entonces comenzó a besar aquellos labios vaginales tan cerrados y pequeños que Marta poseía.
Movía su lengua de arriba hacia abajo y abajo hacia arriba. Separaba los labios de Marta y introducía su lengua en ella. Cuando llegó al clítoris, expulsó aire de su boca y Marta se estremeció. Él succionaba su clítoris.
Se reincorporó y comenzó a desnudarse. Me impactaba su apariencia.
Max. Un joven de 20 años, tenía rasgos grandes, una nariz como Lavoe, unos labios medianos, ojos color café grandes con ojeras y usaba lentes circulares color plata y una cicatriz en el cachete izquierdo, algo de acné en los cachetes, sus orejas eran pequeñas, su rostro era largo y serio. Su cabello era oscuro, tenía un peinado “low fade corto”, piel blanca, cuerpo y estatura grande y delgado, unas manos pequeñas y suaves y poseía un pene de 18 cm de largo y un grosor de 3 cm sin circuncisión. Su espalda estaba llena de marcas severas por acné.
Cuando estuvo desnudo, llevó su pene a la boca de Marta e inmediatamente lo introdujo dentro de esta. Llegaba hasta el fondo y Marta se ahogaba, poniéndose roja pero pidiendo más.
Cuando estuvo completamente ensalivada, se preparó para la penetración.
La acomodó boca arriba a Marta y puso su pene en la entrada vaginal. Rozaba la entrada y penetró.
Marta se quejaba pero Max iba despacio, con delicadeza.
- Tranquila mi niña – dijo Max – Si quieres me detengo.
- Sigue – Decía Marta con voz entrecortada
Max seguía metiendo su pene y de repente topó con algo. Marta se quejó y Max sacó su pene de esa entrada vaginal.
- Tranquila. Es normal que sangre, eso significa que ya no eres virgen – decía Max viéndole los ojos.
Volvió a penetrar y aumentó el ritmo. Marta cruzó las piernas para que no se saliera y gemía de placer.
Max jugaba con los tiempos. Penetraba lento y de repente rápido y nuevamente lento y después medio.
Marta solamente lo besaba, buscaba su lengua y su cuello.
- Cambiemos de posición – Sugirió Marta
- Claro. Si quieres tú arriba ahora – respondió Max
Se acostó y Marta subió encima de él. Estaban cara a cara y se besaron con pasión.
Max tomó su pene y lo introdujo en Marta. Marta intentaba dar brincos pero era torpe e inexperta. Entonces Max seguía usando los ritmos.
- Ya no me duele tanto – dijo Marta
- Eso es porque vagina ya se está acostumbrando a tener a pene dentro – dijo Max de manera risueña.
Ese momento fue algo romántico pero para mí devastador.
Marta lo besaba con pasión. Max respondía con esa misma pasión. Se besaban y en algún momento Max soltó su semilla y hubo un silencio extraño. Un silencio bello, era como si solo existieran ellos dos y lo demás ya no importaba.
- Te amo – dijo Marta
- Yo también te amo – respondió Max
Se abrazaron y estuvieron besándose con amor. El pene perdió fuerza y salió de la vagina de Marta.
Ella estaba arriba de él y el tomaba su cabello y la besaba. Era un hombre hecho y derecho y valoró la virginidad de Marta.
Me sentí un inútil. No podía competir contra aquel.
Max tomó su vaper y fumó. Lo arrojó en la cama y besó a Marta con pasión en los labios.
La magia seguía.


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