El disfraz
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
EL DISFRAZ
Sucedió el pasado fin de semana, todavía no lo he asimilado, pero tal vez ponerlo por escrito me ayude a hacerlo. El viernes fue el cumpleaños de Juan, un amigo, amigo quizás sea mucho decir, del trabajo. Le felicite más que nada por puro compromiso, tener a alguien delante durante 8 o más horas al día obliga a ciertas formalidades. Después de los comentarios de rigor me invitó la fiesta que daba al día siguiente en su casa. Yo no tenía muchas ganas de ir, hasta que vi como el resto del mundo aceptaba, incluida Sofía una compañera que hace tiempo me traía de cabeza. Era de ese tipo de mujer que, pese a pasar desapercibida inicialmente a los 5 minutos tiene a toda la habitación girando a su alrededor, no era especialmente guapa, ni su cuerpo especialmente atractivo, pero…tenía algo.
– Por cierto, la fiesta es de disfraces – dijo Juan al despedirse.
Lo mío no es disfrazarme y estuve apunto de dejar pasar la fiesta, pero al ver pasar a Sofía frente a mi me decidí. Llame a mi hermano a ver si tenia algo para dejarme el y sus amigos suelen disfrazarse en carnaval, nochevieja y cualquier ocasión que se preste.
– Claro que te puedo dejar algo, el de este año fue de abejorros, te vale? -Me preguntó
– me vale cualquier cosa -respondí.
Esa misma tarde pase a recoger el disfraz, consistía en unas medias negras, camiseta a rayas negras y amarillas, capa, mascara con ojos hechos con coladores y un supuesto aguijón que zumbaba apretando un interruptor del cinturón.
– Sólo es un masajeador de esos del cuello- dijo al sacarlo para cambiar las pilas. Tenía el tamaño de una pastilla de jabón y un correa para pasar los dedos y poder aliviar dolores en el cuello o tensiones musculares – hace bastante ruido por eso los compramos- comentó mi hermano.
Pensando en las tonterías que hacemos por una tia que nos gusta, por mucho que superemos los quince años me fui a dormir.
Al día siguiente, después de 20 minutos dando vueltas para aparcar lo más cerca posible del portal y no tener que sufrir la humillación de pasear con semejante atuendo, llame al timbre del piso de Juan, me abrieron sin preguntar. El piso parecía grande, a juzgar por el salón que se veía desde la entrada, con techos muy altos. El ambiente estaba animado, había bastante gente, todo el mundo con copa en la mano, y disfraces de todo tipo, desde el casero, al vago (una chilaba y listo) y alguno que parecía valer mas que mi traje de los domingos. Intente buscar a Sofía pero no la distinguí. Si encontré a Manolo de persona, buen tipo pero algo pesado, que se me acerco y comenzó a gritar a mi oído, supongo que fue los primeros en llegar, o eso parecía decir su aliento a ginebra.
– Sofía va de canario – me comentó sin más- Y? – respondí- nada por la cara con que la miras en la oficina supuse que es a quien buscabas, esta bien, pero yo prefiero a María de contabilidad, has visto como la sienta el disfraz de enfermera sexy?- dijo de un tirón. Quizás fuera más espabilado de lo que parecía, o yo demasiad obvio. Así que solté un “gracias” y me fui a dar una vuelta por la fiesta en busca de un canario.
La encontré hablando con el anfitrión y con una mujer de pelo largo castaño, de espaldas puede ver que llevaba un vestido de vinilo negro, corto hasta se podía calificar de vestido, con una cremallera a la espalda, botas hasta la rodilla y una fusta en la mano. No había mucha duda de la temática del disfraza. El vestido pegado la sentaba bien, tenia curvas, un culo redondo y unos muslos generosos con una piel blanca, que al no llevar media se apreciaba casi perfecta. Me acerqué al grupo y saludo a Juan, con su original disfraz de superman, y a Sofía. La verdad es que su disfraz era muy soso, una especie de bolsa de plumas amarillas la cubría el cuerpo de pies a cabeza y llevaba un antifaz con las mismas plumas. La desconocida me fue presentada por Juan como “Sara, mi hermana pequeña”.
“encantada” me respondió con una voz dulce y casi infantil. También llevaba antifaz, pero sus labios eran carnosos, rojos, brillaban y sus ojos pese a las sombras de la máscara se adivinaban de un suave color miel.
Después de un rato, conseguí separar a Sofía, y tras charlar brevemente me pregunto por Manolo, cosa que me dejo un tanto atónito. Se notaba que tenía cierto interés en el. Así que después de saciar su curiosidad sobre su estatus civil me alejé a la mesa de las bebidas y me puse un vodka bien cargado.
– No hubo suerte eh?- dijo la voz casi infantil.
– Suerte?- respondí haciéndome el despistado- con que?
– Con es canario, se te nota a la lengua
Vaya pensé, parece que no es que fuera Manolo muy observador, pero yo si muy obvio.
– Cuando la alejaste y vi como la agarrabas del brazo y como te comportabas con ella supe que querías algo más que charlar.- continuó – Tampoco creo que hayas perdido mucho, es algo aburrida.
– Ya – conteste sin poder decir mucho más. – no eres muy joven para ser tan espabilada? – dije cuando mi cerebro volvió a funcionar.
– Tengo 22 y ahora espabilamos pronto – respondió riendo.
Estuvimos charlando buena parte de la noche, incluso Juan en un momento me aparto y me dio las gracias por hacer caso a su hermana, temía que se sintiera desplazada en la fiesta por ser la más joven. Yo pensé que la mayoría de los hombres de la habitación ya se habían fijado en el culo de su hermanita, y que de todas formas una mujer se atreve con ese disfraz…ya sabe las miradas que provoca. Yo le dije que no era y que era muy simpática, lo cual era cierto, la verdad es que yo lo estaba pasando muy bien.
Después de unas cuantas copas mientras bailábamos me hizo un comentario que me descolocó un poco.
– Ya ves, tu venias buscando un canario y yo un perrito y ninguno de los dos ha obtenido lo que buscaba – dijo- pero quizás me apañe con un abejorro – y apretó el botón de mi cinturón mientras reía.
Creo que mi cara de de asombro la hizo reir más todavía, y no se qué cara pude poner cuando pego su cuerpo al mío, y empezó a contonearse. Mi primera reacción fue mirar a su hermano, para ver si había visto algo y la segunda envolverme en la capa para que no se notara lo que empezaba a suceder bajo las medias.
“Ven” me dijo mientras me conducía a la puerta, me agarro la mano y me condujo al piso superior y en el descansillo se pego a mi y me beso en la boca mientras su cuerpo subía y bajaba contra el mío.
Tienes coche? – preguntó- o un sitio donde estemos tranquilos?.
– vivo a 20 min –respondí sin pensar-
En ese momento estaba tan excitado por esa mujer que ni siquiera me planteé si podía conducir, si era hermana de alguien o cualquier condicionante. Solo quería hacer el amor, follar, cualquier cosa que implicara placer y a esa mujer que hacía subir mi excitación por momento.
En el coche ella comenzó a besar mi cuello mientras su mano me acariciaba, yo estaba incomodo con el disfraz, pero la tensión que iba acumulando entre mis piernas me hacía olvidar todo. Su mano bajaba y me acariciaba sobre el disfraz, la forma de mi pene era totalmente visible a través de la fina lycra y su mano no paraba de acariciarlo arriba y abajo, haciendo dar un respingo en el momento en que la agarro con fuerza y dijo –parece que yo si encontré a mi perrito-
– te dejare conducir- dijo mientras se recostaba en el asiento del copiloto a la vez que levantaba una pierna que al hacer deslizar su vestido hacia arriba descubrió una ropa interior negra semi transparente que casi nos cuesta un accidente contra la marquesina de un autobús.
– Pues menos mal – dije yo- porque ahora mismo necesito toda mi atención para que no nos estrellemos- y tu tanga no ayuda.
Ella rió, pero no varió su postura y mientras con una mano se quitaba el antifaz yo no puede evitar lanzar mi mano a su entrepierna y acariciar su tanga, sentí el calor, la humedad y apreté un poco más mis dedos, pero ella me golpeó con su fusta, una especie de matamoscas en miniatura, “todavía no” fue lo único que dijo.
Aparqué frente a mi portal, creo que hubiera dejado el coche tirado en cualquier parte para adelantar el momento de tener a esa mujer entre mis brazos, los dos gimiendo y disfrutando. En el ascensor me mantuve a distancia, todavía sentí en mi mano el golpe, pero también recordaba el calor que había notado. Abrí la puerta de mi piso y me retiré para que entrará, cuando lo hizo cerré y la abracé besándola a la vez que mis manos agarraban su culo, resbalando por el vinilo. Ella me devolvió el beso, solo un par de segundos, y me separo “llévame al dormitorio”, ordenó. Fui abriendo camino y en un momento dado sentí su fusta en mi nuca, rozándome y poniendo mi vello de punta.
Todavía llevaba puesto el estupido disfraz cuando ella me ordenó que me desnudara. Yo prácticamente me lo arranque, quedándome sólo con los boxer negros. “Todo” dijo ella. Me los baje y apareció mi pene semi-erecto. Ella dio vueltas a mi alrededor con el cuero de la fusta pasando por mi cintura, como valorándome.
– Hace tiempo que tenía ganas de verte así- dijo
– Hace tiempo? –pregunté
– Si, te he visto alguna vez salir de la oficina y me preguntaba que aspecto tendrías desnudo y cachondo. Y ahora ya lo sé – respondió mientras se sentaba en la cama.- Quítame la botas- ordenó.
Me dirigí a ella, más y más excitado cada vez. “De rodillas”- dijo en un susurro y con una mueca traviesa en su rostro que me puso más caliente todavía- para algo eres mi perrito.
Comencé a tirar de sus botas pero mis ojos no dejaban de mirar al final de sus muslos, ella los separó un poco “te gusta eh?, si te portas bien…será tuyo”. Cuando termine con sus botas se puso de pie y me mandó tumbar en la cama con la manos agarradas a los bordes del cabecero.
Ella se subió a la cama, de pie y se quedó observando, hasta que sin decir palabra comenzó a acuclillarse sobre mi cara. El vestido se fue subiendo hasta casi su cintura mientras lo hacía e iba descubriendo por fin su ropa interior. Se detuvo a unos milímetros de mi nariz “huele perrito”. Yo aspiré con fuerza, el olor era fuerte, casi picante, además sentía el calor sobre mi. Mis manos se acercaron a ella, pero cuando iban a tocarla, la fusta volvió a morder. –que dije?, quieto- ordenó. Volví a agarrar el cabecero y mientras ella asentía bajo un poco mas ahora estaba sentada sobre mi cara, volvía a sentir el calor que antes sentí en mi mano y el olor ahora me inundaba.
“lame perrito” mi lengua saltó como un resorte y comenzó a moverse sobre la tela mojada arriba y abajo, presionando como si quisiera traspasarla y hundir mi lengua en ese coñito mojado y caliente. Lo notaba carnoso a través de la tela. Me moría de ganas de hundir mi polla en el y reventarlo con mis embestidas. Mientras ella se balanceaba suavemente, guiando mi lengua, sentía el borde de la tela en la punta de mi lengua y cuando creía que podía por fin deslizarla bajo la ropa ella se retiro, poniéndose de pie.
Lentamente se giro y comenzó a bajar la cremallera de su vestido y a deslizarlo por su cuerpo. No llevaba sujetador y cuando se giro pude ver sus pechos, no eran muy grandes, pero sin bien formados, con los pezones en punta, grandes, de color carne como sus aureolas.
– te gustan?- pregunto mientras se los acariciaba, y sin esperar respuesta se inclinó y los acerco a mi boca que todavía tenia el recuerdo de sus flujos y dejo que mis labios rozarán sus pezones duros. Volvió a incorporarse y esta vez fue bajando su tanga, tenia el coñito depilado y brillaba por sus jugos y mi saliva, también se lo acaricio, abriendo sus labios y enseñándome su coño mojado y listo para mi.
– Recuerda, no puedes moverte- insistió
Sin mas comenzó a descender sobre mi vientre, froto su coñito contra mi ombligo y sentí que estaba lista. Mi polla ya estaba totalmente dura, ella se giró y la dio unos golpecitos con la fusta que no había soltado en toda la noche, me dolió, pero a la vez….me excito. Todavía en cuclillas fue deslizándose, hasta que sentí en mi capullo su coño, intente mover las caderas para penetrarla, pero ella volvió a azotarme, esta vez en el pecho. Entendí el mensaje y me quede quieto. Poco a poco sentí su coñito, mi capullo estaba apuntando a la entrada de su coño y yo me moría por entrar, pero ello lo hizo muy lentamente, cerrando los ojos, hasta que por fin sentí mis huevos aplastados por ella, comenzó a balancearse lentamente mientras una de sus manos bajaba por su pecho hasta desaparecer entre sus muslos, por sus gemidos supe que se estaba acariciando el clítoris.
Yo tenía los nudillos blancos de agarrarme a la cama, pero a ella no la importaba, “lo único que tienes que hacer es avisarme antes de correrte” dijo, y siguió moviéndose. Yo estaba histérico, tenia a una mujer hermosa y caliente follándome y no podía ni tocarla, con esa excitación no aguantaría mucho y menos cuando ella comenzó a subir y bajar mas fuerte y mas rápido, sin avisar sentí como los músculos de su vagina se contraían y como explotaba atrapando mi polla. Eso fue demasiado “me corro” pude gemir. Ella se retiró y comenzó a masturbarme con la mano salvajemente, me dolía pero no me importaba, solo quería correrme. El semen salto por los aires, su manos se llenó de mi leche y ella siguió moviéndola, un poco mas suavemente. Cuando deje de eyacular ella mi rió y sonrió y sin dejar de hacerlo con el dedo índice recogió un poco mi leche que había caído en su muslo y lo llevo a su boca. Ha sido el rostro mas lascivo que he visto jamás…
-mmmm también hace tiempo que me preguntaba el sabor de esto..” dijo con esa media sonrisa en la boca.
Yo seguía muy excitado y tumbándola sobre mi la bese largamente, comiendo su boca y susurré a su oído “ahora me toca a mi”
– Seré tu perrita? – pregunto
Yo no conteste y la tumbé boca arriba
– serás buena?-pregunté
– No
– Entones tendré que atarte
No pareció importarla el comentario y con las medias de mi disfraz até sus manos al cabecero. Sin que yo dijera nada ella separó sus muslos, su coño parecía mas carnoso, mas húmedo y mas deseable. Me moría de ganas de comérmelo, pero ya que la gustaba jugar, pensé que yo también lo haría.
Me incliné sobre ella y comencé a besar su cara, sus ojos, su boca, solo rozándola con mis labios, mordí su cuello y mi boca se lanzo a por sus tetas. Las agarré, las masajeé, las chupé, las lamí y deje mi saliva sobre ellas, lamiéndola luego, deleitándome, saboreando su sudor mezclado con mi saliva y notando como su pecho subía y bajaba mas rápidamente. Mi boca subía y bajaba por su vientre dibujando con la punta de mi lengua el camino desde su ombligo hasta su cuello, y cada vez bajaba un poco más, hasta su cintura, hasta el comienzo de su pubis….
– cómemelo, por favor, voy a reventar – gimió
– No, ahora me toca a mi jugar- dije intentado que mi expresión la excitara tanto como la suya a mi
– Venga, por favor, seré tu perrita, pero haz que me corra, o suéltame las manos para que lo haga yo.
– No- respondí, levantándome de la cama.
Acaba de recordar el aguijón del disfraz, conseguí liberarlo y lo coloque la correa del masajeador en mi mano izquierda, lo puse en marcha y lo acerque a su cuello, soltó un gemido cuando lo notó sobre la piel y cerro los ojos…
Mi mano se movía por su cuello, por su pecho, mientras la vibración hacia temblar su piel y cuando llegue a sus pechos, apenas rozando sus pezones volvió a gemir, ahora mas fuerte. Yo me relamía pensando en lo que iba a hacer, y seguro que ella lo adivino, empezó a frotar los muslos uno contra otro, a restregar su culito contra la cama, a estas alturas las sabanas ya estaban mojadas y el nuestro olor se extendía por toda la habitación.
– separa las piernas perrita- ordené. No tuve que insistir, abrió sus piernas y cerro sonrió.
“Joder”, gritó, cuando sintió la vibración directamente sobre su clítoris- y se corrió sin más. Pero yo no pare, seguí moviendo el aparato sobre su pubis, pasándolo por sus muslos, un hilo de sus flujos colgaba del masajeador cuando lo separe, no pude evitar lamerlo y ella la verme abrió las piernas todo lo que pudo y volvió a decir “cómemelo” esta vez no me hice de rogar, me lance entre sus muslos, perdí la noción de todo, solo quería beberla, lamerla, follarla con mi lengua mientras el aparato seguía vibrando en su clítoris haciendo que se retorciera y arqueara la espalda, dejo de importarme si se corría o no, me limitaba a beber sus flujos a restregar su coño por mi cara a hundir mi nariz y mi boca en el sin parar, ansioso de más y mas. No pare hasta que ella me empujó con los pies.
– Para, necesito respirar
Los dos jadeábamos mi cara estaba empapada, como sus muslos, las sabanas, hasta parecía que el ambiente de la habitación estaba cargado de humedad.
Después de unos instantes ella volvió a hablar
– Desátame, te demostraré que puedo mucho más que una perrita.- dijo insinuante.
Yo no puede resistirme a su mirada y la liberé se me acerco y los dos, de rodillas sobre la cama comenzamos a besarnos, al principio suave, poco a poco ganando intensidad. Mis manos recorrían su espalda y sentí su mano bajando por mi vientre hasta agarrar de nuevo mi polla. La excitación que había soportado mientras me comía su coñito se libero y comenzó a endurecerse rápidamente.
– Ves? Con una perra no te vale, necesitas un putita. – y metió su lengua en mi boca.
Se inclino, bajando por mi pecho, lamiendo, clavando los dientes en mis pezones y no paro hasta que sentí su aliento en mi capullo, seguido de un lametazo que me hizo estremecer.
– Mmmmm esta quiere jugar más- dijo con esa media sonrisa que me volvía loco.
– Contigo, quiere jugar contigo – respondí
– Mejor dentro de mi….- dijo mientras se giraba y se ponía a cuatro patas.
Yo no dude y agarrando sus caderas deslicé mi polla entre sus nalgas, arriba y abajo, como si hiciera una cubana, cuando comencé a oír de nuevo el zumbido…
Había apoyado la cabeza en la almohada y deslizaba el aparatito por su vientre, yo desde atrás lo veía aparecer a veces, pasando sobre su coñito que estaba hinchado de un color rojo intenso, brillante e increíblemente suave al tacto.
-A que esperas???- preguntó
– me gusta ver como juega mi putita – respondí
– Pues tu putita quiere polla – ordeno
Sin más la introduje, hasta el fondo. Estaba muchísimo mas caliente, húmedo y viscoso que la primera vez y eso me gustó, mucho, tanto que pensé que me correría, pero pude contenerme y comencé a moverme, adelante y atrás, en ocasiones sentía el masajeador en mis testículos y la sensación hacía que aumentará el ritmo de mis embestidas. Creo que nunca había tenido tantas ganas de correrme.
– avísame cuando vayas a correrte- susurro entre gemidos
– No, esta vez no – dije pensando que sería como la primera vez- quiero correrme dentro de ti
– Y así será, tu avísame
Seguí embistiéndola un rato, pero sabía que no podría aguantar mucho más, intentaba concentrarme para no dejarme ir, pero cuando sentí como ella pasaba de gemir a gritar y sus caderas empezaban a sacudirse tuve que clavar los dedos en sus nalgas para no hacerlo en ese mismo momento.
Sentí su coño temblando, casi sentía la marea de sus flujos resbalando por sus suaves muslos y ya fue demasiado.
– me corro –pude decir
Ella se giró y se introdujo mi pene en la boca de una vez, sentía su lengua recorrer mi polla hinchada, la sentía en las venas que estaban a punto de reventar y entonces explote. No se si fue una corrida muy abundante, pero si me pareció, pero no pude verlo porque ella no abrió la boca hasta que mi pene terminó de convulsionarse y expulsar semen. Entonces abrió la boca y un hilito cayó hasta su pecho, pero fue lo único que se escapo, el resto había desaparecido en el fondo de su garganta.
Me desplomé hacia atrás con los ojos cerrados, todas mis terminaciones nerviosas estaban alteradas, pero se calmaron cuando sentí el cuerpo de ella sobre mi, tumbándose, apoyando la cabeza en el hueco de mi hombro.
– y mi hermano decía que eras aburrido…- rió- y luego sus labios se acercaron a los míos y me dieron un beso tan suave que creo que fue mas una sensación que un acto físico.
Autor: Luis P.
Comentarios a luisp1975@hotmail.es
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