El disfraz de Halloween de mi hija

por culpa de un disfraz, terminamos haciendo la cosa más prohibida y enferma que un padre e hija pueden hacer.
El disfraz de Halloween de mi hija (por culpa de un disfraz, terminamos haciendo la cosa más prohibida y enferma que un padre e hija pueden hacer)

Con mi mujer y mis hijos vivimos en un country en Nordelta. Nos mudamos acá después de que yo cambiara de laburo y ganara la suficiente plata para construir una casa en un lugar como este, y darnos la vida que nos damos.

Vivir en un lugar de estos es como vivir en un país aparte. Es un país dentro de Argentina. Sus propias leyes, reglas, escuelas, supermercados, tiendas y costumbres.

Sobre todo, eso último.

Celebran cualquier pavada yankee que esté de moda en ese momento. Me considero muy patriota de mi país como para engancharme en eso, pero a mis hijos les encanta.

Sobre todo, a Maca, que hace semanas estaba buscando el “disfraz perfecto” para la fiesta de Halloween que se celebra acá en el country en la casa de no sé quién. Mi hija de 18 años estaba tan frustrada con eso que su mamá tuvo que ayudarla a recorrer un día entero varios locales para encontrar el maldito disfraz.

Yo no entendía nada de eso ni le daba bola. Mi hijo más chico me dijo que se quería disfrazar de Batman así que yo le encargué a la mucama que compre cualquier disfraz boludo que encuentre en alguna feria de donde ella vive y se lo traiga a Francito. Por suerte encontró y mi hijo estaba feliz.

Maca es más complicada y por eso la dejo a responsabilidad de su madre. Ellas se entienden.

El día de la supuesta fiesta de Halloween llegó un sábado. Mi mujer salió a salir a cenar con sus amigas, Francito se fue con su mejor amigo a otra fiesta y Maca se quedaba acá en la fiesta esa. Yo, iba a disfrutar de la soledad de mi gran casa viendo una película, tomando un whiskey y yéndome a la cama temprano.

¿Qué mejor que nadie te joda un sábado a la noche después de una semana entera de trabajo?

Estoy sentado en el living, buscando en la tele la película para ver, cuando escucho pasos de tacones resonando por todo el piso.

Mi hija de solo 18 años recién cumplidos aparece frente a mi vestida como una novia puta… o una novia puta zombi… no sé qué es, pero definitivamente la palabra puta entra en algún lugar.

Tiene puesto un vestido muy corto estilo corset en color blanco, con una falda de tul en capas, muy voluminosa, que parece lencería. Sus brazos están cubiertos por unos guantes largos de encaje blanco. En sus piernas unas medias de red blancas sujetadas con ligas de encaje. En sus pies unos zapatos de plataforma altos en color blanco, estilo tacón grueso, y en su cabeza hay un velo de novia blanco que cae detrás y cubre su pelo negro largo. Está muy maquillada, pero lo que llama más la atención es la sangre falsa que tiene en el cuello, la frente y el brazo.

No sé cuantos minutos pasan desde que la miro de arriba abajo; no sé si para asimilar lo que estoy viendo o esperando a que mi verga endureciéndose recupere la calma y recuerde que es a mi hija a la que estoy mirando.

– ¿Qué mierda tenés puesto, Maca?

– ¿Qué? Es mi disfraz, pa. Me disfracé de novia sexy, pero post asesinar a alguien. Por eso la sangre. -se señala y me sonríe, inocente.

Maca es mi primera hija y mi gran adoración. Es la hija perfecta. Inteligente, amable, carismática, respetuosa y, sobre todo, hermosa. Demasiado.

Tiene los ojos azules como su madre, pero es morochita como yo con el pelo largo y negro. Es flaquita, pero con unas tetas turgentes de pezones grandes (se le marcan siempre y no puedo evitar mirar), y un culo chiquito pero muy parado. Es perfecta, ni mucho ni poco. Y con su cara, es suficiente para volver loco a cualquier hombre.

-Querrás decir de novia puta, Maca. Por Dios, se te ve todo, hija.

Ella se caga de risa en mi cara. -Ay papi, y eso que no viste los disfraces de mis amigas.

-No me importan tus amigas. Vos no vas a salir así.

Ahora se le pone seria la cara.

-Papá, no me jodas. Si no es nada esto, hay chicas mucho peores. Además, tengo 18, salgo como yo quiera.

-Bueno, sí sos tan adulta, atrévete a salir así.

Sus ojos se abren grande y ahora me mira enojada.

– ¿Vos me estás cargando, papá? No me podés hacer esto.

-Atrévete te dije.

-¡Voy a llamar a mamá!

-Hace lo que quieras, pero vos no vas a salir así.

Y lo que sigue de ahí en más, es un escándalo. Mi mujer me llama para que “deje en paz a nuestra hija” y Maca está a los gritos en el piso de arriba.

Yo no le hago caso a ninguna y solo espero a escuchar que la puerta del frente se abra para que mi hija vea que sobre mi cadáver voy a dejar que salga como una trola a la calle, regalándose a otro hombre que no soy yo.

Pasan los minutos y ella vuelve a bajar. Los tacones siguen porque los escucho fuerte y claro pisando. Y cuando vuelve a pararse frente a mí, con el mismo disfraz de Halloween, veo que no me hizo caso de cambiarse como le dije.

Se cruza de brazos y con su peor cara, me dice.

-No me voy a sacar el disfraz, y voy a ir así a la fiesta.

-Maca, no me hagas hacer una locura.

– ¡Pero no entiendo que te molesta!

– ¡Que sos mi hija y no podés salir como una trola!

– ¡Pero mamá sale como una trola con las amigas y no le decís nada!

-Tu mamá es tu mamá y vos sos vos. Y deja de gritarme pendeja porque nunca te pegue, pero ahora me dan ganas de pegarte un cachetazo.

– ¿Ah sí? Dale, pégame y te denuncio.

El desafío en su voz y en su mirada, el puto disfraz de mierda y saber que es mi hija, terminan de endurecerme la verga.

No me detengo a pensar cuando la agarro con fuerza del brazo y la acuesto sobre mis piernas, boca abajo.

Ella grita. – ¡¿Qué haces, papá?! ¡Soltame!

-Vas a aprender a respetarme pendeja. A mí no me gritas, soy tu padre.

Con una mano le sostengo la espalda para que no se levante y con la otra le levanto la falda dejando su culito frente a mi cara. La hija de puta tiene un hilito dental blanco que se le entierra en la raya del culo y seguro es a lo que ella llama tanga.

Le pego tres chirlos con fuerza dejándole el cachete del culo al rojo vivo. Maca grita y se retuerce, pero ya no intenta pararse.

Para cuando le doy cinco chirlos más, solo la escucho quejarse y la siento retorcerse sobre mi pija. Justo ahí, es donde apoya más el peso de su panza.

-Deja de moverte.

-Deja de pegarme, me estás lastimando.

– ¿Entonces entendiste lo que te dije? -no contesta así que le pego otro.

– ¡Sí, entendí!

-Muy bien. Entonces anda arriba, sácate ese disfraz de puta que te tenés puesto y ahí vas a poder ir a la fiesta.

Ya no la estoy agarrando, pero ella no se levanta de mi regazo. Y me paralizo cuando la siento mover su mano hasta el bulto en mi pantalón y agarrarme la pija.

– ¿Por qué te molestas por mi disfraz si desde que me viste con el puesto tenés la verga dura, papi?

Sus palabras terminan de nublarme totalmente.

-Porque sos mi hija y no quiero que te vistas así para salir a la calle.

-Tu pija si quiere.

-Macarena…

-Tu pija quiere que me vista así de puta solo para vos, pa.

Lo pienso. Si contesto, ya no hay vuelta atrás… pero tampoco quiero que la haya. -Si, eso quiere.

Mi hija se levanta y cuando pienso que todo acaba acá y quedará como un recuerdo incómodo, ella empieza a sacarse el disfraz y la tanguita, quedando casi desnuda. Solo con las medias y los tacones.

– ¿Y ahora, papi? ¿Me dejas salir así?

-Uf, que trola de mierda resultaste, Maca.

Mi hija es perfecta, está totalmente depilada. La conchita de una princesa tiene.

Las ganas que me dan de chupársela toda me hace agarrarla y hacerla subir en el sillón mientras yo me recuesto contra el respaldar con la cabeza para arriba haciendo que ella se siente en mi cara.

El olor de su concha me da un latigazo en los huevos. Se me ponen más duros de lo que están. La lamo, chupo y mordisqueó mientras miro como ella misma juega con sus pezones.

La imagen de la concha de mi hija en mi cara y mi lengua lamiéndola hasta su ano, es maravillosa.

Me encantaría que se esté grabando esto.

-Ay papá, como me comes la concha. Que rico, me encanta. ¿A mamá también se la comes así? Por eso te ama. Yo también te amo papi.

-Que rica conchita tenés, Maca.

-Toda tuya, papi. La guardé para vos.

Sus palabras son el detonante para agarrarla y ponerla ahorcajadas sobre mi pija. Está en su entrada, solo tengo que empujar y se la metería toda.

– ¿Sos virgen, Maca?

Ella asiente. -Si papi.

-Dioss. ¿O sea que me vas a dar esa conchita cerrada a mí? ¿A tu propio padre?

-Si papi, la guarde toda para vos. Para que solo tu verga entre en mí, pero antes, necesito chuparte la pija.

– ¿Sí? ¿Querés la verga de papi en tu garganta? -ella asiente, mirándome como si fuera una nenita inocente, pero me queda claro que mi hija es una puta. -Después me la chupas. Ahora necesito hacerte mierda la concha.

-Si papá, podés hacer conmigo lo que quieras.

– ¿Y qué hacemos si no tenemos forro? No te puedo coger así, hija. Nos arriesgamos.

-Quiero que lo hagas, papá. Quiero sentir tu verga así, a pelo. Y después quiero que me llenes de leche. Seguro que un bebé tuyo sería tan hermoso. Quiero estar embarazada, papi.

La beso con hambre, deseo, enfermedad. Completamente loco por mi hija.

Intento ser lo más cuidadoso posible, pero es ella misma la que se ensarta mi verga hasta el útero. Grita con cara de sufrimiento, pero también sonríe.

Yo estoy en el paraíso. Nunca sentí algo tan hermoso, suave y apretado. No se me va de la cabeza que es la concha de mi hija y eso lo hace más caliente.

-Uh hija, como me apretás la pija. Me encanta.

– ¿Papi, me duele? ¿Va a pasar?

-Si mi niña, va a pasar. Deja que papi se mueva un poco así te acostumbras y te gusta. Es que la verga de papi es muy grande para tu conchita.

-Mm si, la siento tan profundo. Me siento tan llena. Cuando me tocaba pensando en vos y me metía el desodorante, no se sentía así.

-Mi amoor, ¿pensabas en papi cuando te tocabas? En tu cama de princesa como una puta.

-Si, siempre. Sos el hombre de mi vida papá. Quiero ser tu mujer, la madre sé tus hijos. Quiero que me cojas y me llenes de leche. ¿Sentís como la sangre de mi virginidad te cubre la verga?… Quería que fueras vos, papá.

Ella misma empieza a moverse con más fuerza y a enterrarse mi verga más profundo. Mueve sus caderas en círculos mientras mis manos le acarician todo el cuerpo. La abrazo pegándola a mi pecho. No puedo creer que esté enterrado hasta las entrañas en mi niña. La que salió de mí, la que vi nacer.

Mi bebé.

Somos suspiros, gemidos y besos húmedos. Manos acariciando, palabras susurradas. Sudor recorriendo nuestro cuerpo.

-Estoy por acabar, hija. Te voy a llenar de leche.

-Sii, hacelo papi. Lléname toda de leche. Por favor, préñame. Quiero tener un hijo y quiero que sea tuyo. ¿Me imaginas papá? Con una panza de embarazada de tu hijo. Nadie lo sabría, pero yo sería tu mujer. Para siempre.

Mi leche caliente sale disparada en lo profundo de ella. Ella también lo siente porque tiembla y se viene sobre mi pene, empapándome con sus fluidos. Su primer orgasmo con una verga adentro.

Cae sobre mi pecho dándome besos tiernos.

-Te amo papi.

-Yo te amo más mi princesa.

Le acaricio el pelo mientras miro a la cámara del living que está apuntando justo al sillón donde estamos y fue testigo de este acto enfermo.

Tendré que borrarlo antes de que mi mujer lo vea.

 

 

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