El encargado y la Vecina
La vecina del edifico donde laburo se atrevió a todo conmigo..
Esto que te voy a contar puede haber pasado o tal vez no, la realidad llega hasta un punto y se desvanece en el aura de la imaginación, si decides creerlo estará bien y sino también.
Hace un tiempo labure como encargado de un edificio a las afueras de Buenos aires, es de esos trabajos que podés odiar, pero nunca amar, no es difícil, pero si laborioso. Como cualquiera conoces a todos los vecinos, es imposible no tomar en cuenta a las mujeres, siempre he sido un hombre de buen gusto con respecto a las mujeres, cualquiera podría decir que soy exigente, no soy un galán, pero algo de atractivo tengo, no por nada tengo una mujer a mi lado hace unos cuantos años, soy el típico hombre de 35 años, delgado con algo de panza, morocho, cabello negro, no muy alto. De entre todas las vecinas la mayoría atractivas, estaba Antonella, una mujer muy bella, de unos 45 años más o menos, argenta de raíces italianas, rubia de cabello hasta el hombro, hermosos ojos verdes que casi siempre ocultaba con anteojos de sol, siempre de facha casual y no de usar maquillaje, nada como una mujer de belleza natural, divorciada con un hijo ya adolescente, una mujer muy simpática y educada, en ocasiones la cruzaba de entrada o salida y el típico saludo cordial, charla de 1 minuto de cualquier cosa y adiós; en esos instantes yo no perdía oportunidad de mirar su físico y sentir la fragancia de su perfume.
Entre mis tareas de rutina diaria, a veces algún vecino me pedía que ayudara con algún favor o changa yo iba lo hacia sin problema, un día recibo un mensaje de Antonella, me decía que había comprado unas lámparas y si yo podía pasar a su depto para instalarlas, le dije que estaba un poco ocupado en ese momento y pasaría en cuestión de una hora, ella no tuvo problema porque laburaba desde casa y estaría todo el día. En cuanto estuve libre subí a su depto sin expectativas de nada mas que verla como siempre y hacer un laburito por unos pesos. Toco timbre y abre la puerta su hijo, con toda la simpatía apática de cualquier adolescente de su edad y desaparece rápidamente a su habitación a seguir en lo suyo, me saluda Anto desde su sofá y se disculpa porque estaba por entrar a un zoom desde su laptop y me dice rápidamente donde estaban las cosas que quería que colocara y me puse manos a la obra, pensé que se iría a otra parte de su casa para su reunión, pero se quedo en el living que compartía espacio con la cocina, así que no me quede solo allí, mientras laburaba no perdía oportunidad de mirarla, ella llevaba el cabello suelto como siempre, una camisa verde de botones muy ligera como para estar en casa, y una falda de jean que le llegaba a la mitad de los muslos, de vez en cuando subía sus pies descalzos sobre la mesa ratona, cruzaba sus piernas, se notaba que hacía ejercicio y cuidaba su cuerpo, era una espectáculo para mi estar ahí y verla, probablemente se dio cuenta de mis miradas furtivas porque sonreía ligeramente sin motivo aparente. Termine lo que tenia que hacer, no muy rápido por la distracción que me generaba ella, y con una sonrisa algo picara me dice:
Anto: ¿listo ya?
a lo que respondo: Si Anto.
Anto: Recién termine con esto, ¿querés un café?
Enrique: Si claro querida
Nos pusimos a charlar como amigos, me conto que era arquitecta y laburaba desde casa y a veces salía a supervisar las obras, tenia un novio con el que salía; cosa yo sabía cómo buen encargado, sabemos la rutina de los vecinos de edificio, y en algún momento alcance a verlo, seguimos charlando de cualquier cosa y se pasó el rato contándole de donde venia, de mi mujer, etc.
Enrique: bueno Anto querida, ya tengo que mi irme, tengo aun cosas por hacer.
Anto: bueno, me gusto charlar con vos, paso el rato volando, te acompaño a la puerta.
Al despedirse de mí, me abraza suavemente y me besa en la comisura de los labios. Yo pensé en ese momento, “fue un desliz”. Me dice en voz baja y cara de picardía:
Anto: Cuando quieras estas invitado a pasar de nuevo por casa.
Enrique: Muchas gracias Anto, sos una mujer divina.
No sé porque dije eso, ni siquiera los pensé, fue algo automático. Ella alcanzo a sonreír y dejarme ir, por el momento.
Me quede pensando al llegar a casa que había pasado, esa mujer hermosa había estado enviándome de esas señales femeninas, que uno siendo hombre no capta hasta que es demasiado tarde. ¿O solo me imagine una película en mi cabeza y ya?
El resto de la semana había pasado como siempre, días aburridos y con más o menos para hacer, hasta que llega el viernes a la hora de irme, recibo un WhatsApp de Antonella:
Anto: ¿Hola Enrique como estas? ¿Necesito ayuda con algo, podes pasar por casa ahora?
Le respondo:
Enrique: Hola Anto, todo bien por suerte, ¿vos? ¿Uh me agarras de salida, es urgente?
Anto: Ah discúlpame, no te preocupes es una boludes, si podés venir mañana no hay problema, tampoco es de vida o muerte.
Enrique: bueno dale, paso mañana tipo 8am y te doy una mano no te preocupes querida¡
Anto: dale muchas gracias sos un divino, te dejo la puerta abierta y así no tocas el timbre y pasas, para no despertar a mi hijo.
Enrique: ok, esta bien, hasta mañana querida.
Era sábado, llegue al edificio temprano como siempre, estaba todo en silencio como es costumbre, no hay movimiento de gente, a esa hora todo el mundo duerme como buen finde. Hago mi ronda, todo estaba en orden. Me dirijo al piso 1, al dpto de Anto, tal como me dijo estaba la puerta abierta, pase y no veo señales de ella a primera vista, por un momento me sentí como intruso, un poco nervioso, no sé porque si había sido invitado a pasar de cualquier manera. Una luz alcanza a salir por debajo de la puerta del baño.
Digo en vos baja:
Enrique: ¿Buen día, Anto?
Del baño me responde en voz baja Anto.
Anto: Hola Enrique, dame un segundo y salgo.
Enrique: Ok, está bien.
En ese momento sale ella del baño, en bata de dormir, color escarlata de seda.
Anto: Hola perdón que te reciba en esta facha, recién me levanto, ¿igual siento estamos en confianza no?
Enrique: Si está bien, es tu casa, podes ir como quieras. Alcance para decir tímidamente.
Anto: Vení, pasa por acá.
Me tomo de la mano, mientras con la otra se sujetaba la bata. Me condujo hacia su habitación. Por mi mente paso el pensamiento de sacarle la bata con mi otra mano, y que pasara lo que tuviera que pasar, pero de cualquier manera estaba en mi trabajo y no quería tener problemas. Así que me contuve.
Anto: Mira se me trabo la puerta del placar, a ver si me la podés destrabar por favor.
Enrique: Bueno ahí te lo resuelvo.
Mientras que estoy resolviendo el problema, veo a Anto sentarse en su cama y cruzar sus piernas y mirar lo que hago, di un tirón con fuerza y se destrabo la puerta. Sin yo darme cuenta, Anto se levanta y coloca detrás de mi justo a mi espalda, me sujeta mis manos con las suyas. Yo no entendía que pasaba. Junta su cuerpo contra mi y me dice al oído en voz baja y suave:
Anto: ¿Enrique, vos crees que no me doy cuenta cuando y como me miras?
Me tomo por sorpresa su acción y su pregunta, solo alcanzo a responder.
Enrique: No sé a qué te réferis querida.
Anto: Si que sabes, el otro día que viniste me fije como me mirabas las piernas, y todas las veces que me miras cuando me voy.
Me sentí acorralado con esas palabras y no sabia que decir. Pensé: ya fue.
Me gire para estar frente a frente, y para mi total asombro dejo caer la bata que llevaba puesta, era lo único que tenia encima, por lo quedo toda su anatomía al desnudo, me quede paralizado por unos segundos, asimilando lo que estaba pasando, no lo podía creer. Su figura era hermosa mucho mas de lo que había imaginado, a pesar de tener cuarenta y tantos, tenia un cuerpo hermoso, unas tetas naturales pequeñas, abdomen plano, trabajado de gym. Me quede mirando sus hermosos ojos y verdes por un instante, tome su cuello con ambas manos y me lance a besar su boca, su lengua y la mía se fundieron en un baile húmedo y apasionado, con sus manos comenzó a acariciar suavemente mi verga, que ya estaba dura, sabrá dios desde cuándo, se agacho, abrió mi pantalón y la saco, llevándola inmediatamente a su boca hasta el fondo de manera suave, sus labios carnosos luego recorrían mi pija de arriba hacia abajo hasta llegar a mis huevos y comerlos como ninguna lo había hecho antes, yo estaba recaliente, aun incrédulo de lo que estaba pasando. Siguió así un rato más devorando mi sexo, hasta que le dije: Para, que ahora me toca a mí, solo se rio de manera picara con su saliva y mi preseminal que escurrían un poco de su boca, la levante por los brazos mientras daba una última chupada la cabeza de mi verga, la empuje a la cama y abrí sus piernas, esas que me gustaban tanto, con mi lengua le recorrí desde la punta de sus dedos, por toda la extensión de su pierna, hasta su ingle, que piel tan suave y perfumada tenia esta mujer. Pase a recorrer su concha con mi lengua, era carnosa, suave y pequeña, separe sus labios y le penetre con mi lengua, enseguida se desbordaron sus cálidos fluidos en mi cara, olía como el paraíso, y me sumergí en ellos, ella se retorcía de placer y se agitaba su respiración con cada lamida en sus labios y su clítoris palpitante, seguí así mientras apretaba sus tetas con ambas manos y ella a su vez apretaba mis manos, hasta que dejo escapar un gemido sordo, había tenido un delicioso orgasmo en mi cara. No perdí tiempo en terminar de sacar lo que me quedaba de ropa y así mismo me coloque sobre ella, en misionero, rodeo mi cuello con sus brazos y mi cintura con sus piernas, yo rozaba mi glande con su clítoris, y la bese nuevamente, con mi boca baje hasta su cuello, y su lamí su oreja, entre gemidos suaves, me dice: Por favor cógeme ya, no aguanto te necesito dentro de mí.
Solo basto empujar un poco para que mi pija se encaminara directamente hasta su vagina, y entrara de forma continua hasta el fondo de ella, era estrecha y muy suave, nunca había sentido una concha así, al tiempo me apretaba mi verga con sus paredes vaginales, esta mujer estaba ardiendo por estar siendo cogida por el encargado del edificio. La embestí fuerte un par de minutos patitas al hombro y sus gemidos eran suprimidos por la mordedura que la daba a su almohada. Pare, la tome de las manos, la acerque a mi y la bese profundamente, la gire y la puse en cuatro patitas, no alcanzan las palabras para describir lo hermosa que se veía en esa posición, hermoso culo tenia y era solo para mí. La penetre fuerte mientras la sujetaba de las caderas con ambas manos, su concha ardía de placer, se masturbaba mientras la penetraba, más fuerte cada vez, mi verga estaba que explotaba y mi respiración se agitaba. Con sus manos sujeto mi cadera y la empujo hasta chocar con su culo, y me hizo detener con fuerza, le levanto hacia mi sin sacar mi verga de su caverna quedando semisentada sobre mí, con su espalda pegada a mi pecho, ambos cubiertos de sudor, acomodo su nuca en mi cuello, al tiempo que con su mano izquierda sujetaba mi cuello, con su mano derecha tomo mi mano y la guio hasta su clítoris, fue un momento de lo más alucinante, comencé a tocarla con buen ritmo, mientras ella movía su cadera con mi pija aun adentro, solo un temblor en cámara lenta me advirtió que estaba teniendo su segundo orgasmo, giro su cara hacia mí, solo un beso pudo ahogar el gemido que le producía el éxtasis que ella estaba sintiendo en ese momento. Recupera el aliento y me dice:
Anto: Recostate amor¡
No dude en obedecerla.
Se inclina hacia mí, y comenzó a chupar mi verga por segunda vez, al sacarla de su boca me mira con esos ojos verdes, con una sonrisa me pregunta:
Anto: ¿Te gusta lo que te estoy haciendo?
Enrique: Me encanta Anto, sos un sueño de mujer.
Anto: jaja que dulce sos ¡Ahora vas a sentirme como nunca!
Yo ya estaba al limite de la calentura. Se sentó sobre mi verga y comenzó a cabalgar como una verdadera amazona, con mis manos acariciaba y apretaba sus suaves tetas, bajo el ritmo y comenzó a frotar su clítoris contra la base de mi abdomen, ya no aguantaba más, se acerco a besarme con locura y en un par de movimientos de su cadera descargue todo mi semen dentro de ella, nuestros cuerpos temblaban y nuestras respiraciones iban a unísono, mientras nos fundíamos el uno al otro.
Enrique: Sos una mujer de otro planeta Antonella ¡
Anto: Gracias amor¡¿Puedo confesarte algo?
Enrique: Si decime.
Anto: Hace mucho que quería que estar así con vos.
Enrique: ¿Enserio?
Anto: Si, ayer decidí que tenía que pasar y ahora estas acá.
Enrique: ¡Jaja me gustan las mujeres decididas ¡
Anto: Sos un boludo jaja.
Enrique: Ahora podemos ser amantes a escondidas.
Anto: Si, cuando vos quieras.
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