El hijo de mi marido…intuía que algo así iba a pasar.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ErosSeduceMé.
Marce tiene ahora 33 años, 33 hermosos años.
Es un hombre espectacular, no solo físicamente sino por lo enigmático de su personalidad.
Nunca se sabe lo que Marcelo piensa.
Como les conté con anterioridad, cuando me casé con Jorge, él estaba divorciado de su primera pareja, tiene unos cuantos años más que yo.
Su único hijo, Marcelo, no podía ni verme, literalmente.
Fueron pasando los años y de a poco fue acercándose a la nueva familia de su padre.
Es un muchacho que siempre me intrigó, por la música que escucha, por sus lecturas, su forma particular de ver el mundo un poco pesimista y oscuro.
todo eso me seducía.
No recuerdo en qué momento comencé a fantasear con Marce.
Eran más bien tonterías, ideas locas de una mujer un poco aburrida de su matrimonio.
Lo cierto es que cuando Marce venía a casa buscaba estar con él, en su compañía, buscando cualquier pretexto: terminar el vino, mirar un video, comentar un libro.
Después iba a dormir con mi marido totalmente excitada, con la cabeza dada vuelta, pero sintiéndome culpable por esto que me pasaba.
Por suerte Marce no va seguido a casa, por motivos laborales está poco también en su propia casa, por lo tanto , me daba tiempo para que mi cabeza sacara esas ideas raras, se recompusiera, siguiera mi vida “normal” , hasta que volvía a venir y todo comenzaba nuevamente.
Tengo 37 años, cuatro años más que él, me sentía joven a su lado, pero ser la esposa de su padre me frenaba en todos los sentidos, incluso hasta en lo que hablaba.
No obstante, el vino fue el culpable de la primera situación “incómoda” por llamarla de alguna manera.
Estábamos escuchando música y terminando una botella de buen vino, mi esposo se había ido a dormir porque al otro día se levantaba temprano a trabajar.
En una de esas, comienza un tema que me encanta y me levanto a bailarlo.
a esa altura el vino ya me había dejado vulnerable.
Marcelo se levanta y comienza a bailar conmigo, entonces sin el filtro que da la sobriedad le digo: “Qué lindo que sos”.
Al momento me di cuenta que me había sobrepasado, no por lo que dije, sino, cómo lo dije.
Marcelo me soltó, dejó la copa y se fue a dormir: “Me levanto temprano, también”, dijo.
Quedé a full.
Ese primer contacto físico, aunque escaso, fue suficiente para que mi cabeza no pensara en nada más.
Marcelo se fue, como siempre, la visita a su padre había terminado.
Demoraría unas dos o tres semanas en volver y ya no se acordaría de lo descuidada que fui.
Pasaron los días sin pena ni gloria para mí.
Marcelo vuelve a las dos semanas.
Otra visita igual, de 48 horas.
Procuré estar lo más alejada posible, no mirarlo, no halagarlo, nada.
Mi esposo tuvo que hacer un viaje cortito con su socio, pero volvía en pocas horas, cuestiones vinculadas a una camioneta de la empresa que había quedado rota en la ruta y que había que levantar.
Marcelo no quiso ir, dijo que no le gustaba manejar cuando lo cinchaba el auxilio y menos estar en la ruta esperando “quién sabe cuánto tiempo a que el auxilio llegue”.
_ Marce, tengo que estudiar- le dije.
_ ¿Querés que te ayude con algo?
Por supuesto que le dije que no, que me las arreglaba sola: “Es una pavada lo que tengo que estudiar, te vas a re aburrir”.
Pasó un rato y fui a revisar algo en la compu.
En el living no había nadie, se ve que Marcelo se había acostado un rato a esperar que llegara su padre.
Entré a mi correo, había una invitación para una obra de teatro que me habían enviado, como era una adaptación de una obra de Shakespeare me interesó y abrí el archivo.
Estaba en esto cuando siento su respiración en mi cuello.
Quedé de piedra.
“La puta madre.
” me decía por dentro una y otra vez.
Marce respirando en mi cuello.
“¿Qué hago ahora?”.
No venía ninguna respuesta a mi mente, justo ahora la maldita mente en blanco.
Marce se acercaba con su boca, su hermosa boca, y mi cuellito ahí.
desprotegido y se ve que gritando las ganas que tenía de un beso.
No dije nada.
Pensé “me hago la boluda.
si no digo nada se va”.
No creo que haya podido disimular la ansiedad que tenía, la mano sobre el mouse transpiraba, como ahora transpiran al escribir esto.
Sentí sudor en mi bigote, en mi nariz, calor en las orejas.
y esa pregunta constante en mi cabeza que en esa situación no podía pensar: “¿Qué hago?”.
La respuesta la dio mi traicionero cuerpo, mi respiración enseguida fue más agitada, y en cuanto él la sintió se abalanzó sobre mi cuello como un vampiro sediento, abrió su boca y por detrás besó mi cuello, mi nuca, buscó mis hombros con su lengua.
hasta que una cuota de cordura me quedaba todavía, muy en el fondo de mi cerebro y le dije:”¡Basta!, ¿estás loco, qué te pasa?”
No me respondió, ni me escuchó, y decidí no hablar más.
Giró la silla y besó mi boca con la desesperación de un condenado a muerte.
Hacía mucho tiempo que no me sentía así, y lo sentí, lo sentí joven, hermoso, viril, con aroma a macho en celo.
y puse mi mano en su nuca.
ese fue el desencadenante final, él estaba esperando mi respuesta.
Me levantó como a una muñeca, me llevó a la cama y recorrió con su lengua todo lo que pudo por encima de mi ropa: mi cara, mi pecho, mis brazos, la palma de mis manos fueron succionadas con tanta pasión que no podía creerlo, era tal como me lo imaginaba.
Me quitó la ropa a tirones.
Metió cada una de mis tetas en su boca, las chupó, lamió y yo gimiendo, no daba más.
Ya me tenía caliente hacía tiempo.
Bajó hasta mi concha, no le importó que su padre anduviera ahí todos los días, la chupó con locura, metió su lengua adentro.
Encontró mi clítoris y pasó su lengua hasta hacerme acabar.
Tuve el primer orgasmo con Marcelo, y era increíble.
Le acabé en su boca, y seguía chupando.
Luego puso su rostro frente al mío, y me besó.
Se denudó y vi su pija.
Era grande, larga, hermosa, con una cabeza rosada y húmeda.
Me la metí en la boca.
Pensé que si esa era la única vez, que valiera la pena, y se la chupé con todo, toda mi energía.
Después me giró y sin previo aviso apuntó a mi culo.
Mi concha era un mar de líquidos, no recordaba haber estado tan caliente antes, pero a él le interesaba el otro agujero.
Pensé diez mil cosas juntas: “ahora me lo rompe, está seco, está cerrado, nunca cojo por ahí, si le digo que no: se enoja, en realidad sí quiero pero no quiero que me duela” .
y literalmente, me violó.
Me metió la punta de una almohada en la boca, apretó con uno de sus poderosos brazos mi cabeza contra la almohada y me la metió.
El dolor que sentí me hacía bramar, la almohada no me dejaba respirar, todo lo lindo se había terminando, el muy hijo de perra me estaba violando.
Sentía como su verga enorme me lastimaba, me raspaba, me dejaba ardiendo a su paso, un ardor insoportable.
Me retorcía pero era inútil.
Maldije tener un cuerpo tan chico, unos brazos tan frágiles.
cuanto más me retorcía y luchaba por sacármelo de encima, más me apretaba, más intentaba meterla, quería meterla toda.
y lo hizo.
Me cogió como una bestia, sin piedad, sin ningún miramiento, sin cuidarse.
“Sádico”, pensé, mientras me cogía.
Al fin acabó, dentro de mi lastimado culo.
Me llenó el culo de leche.
No sabía qué hacer, tenía muchísimas ganas de llorar pero iba a hacerlo en cuanto se fuera, no frente a él.
No quería hablar porque lo iba a insultar y en realidad esto había sido provocado por mí, solo por mí.
Sacó su verga, se recostó a mi lado, me quitó el pelo de la cara, la almohada de la boca, besó mis lágrimas y me dijo que había sido hermoso, que era tal cual como había pensado que sería.
Y lloré.
porque esas tinieblas en las que está inmerso son justamente su mayor encanto.
Esto me pasó hace pocos días, quería compartirlo.
No se lo puedo contar a nadie.
Lo deseo más que antes, estoy esperando verlo de nuevo.
No sé qué irá a pasar, todavía me duele hasta para sentarme.
Tengo sentimientos y sensaciones encontradas.
Los dejo, hasta la próxima, si es que hay.
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