El íncubo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En cuanto se durmió me colé en su cuarto e inmediatamente infesté todo con mi poder. Comprobé todo antes de colarme en su cama y en sus sueños. Sus padres dormían, ella dormía, el perro estaba más que k.o. y se despertaría en unas horas. Sonreí. Se suponía que iba a ir despacio con este trabajo pero no iba a perder una posibilidad así.
Me desnudé en segundos y me colé en su cama. Mis tentáculos ya estaban sueltos alrededor de la cama, preparados para actuar. El primer tentáculo, uno de los pequeños, se fue a una de las manos, deslizándole el brazo por encima de su cabeza, dejé deslizar el tentáculo y con la punta de ese tomé el otro brazo y los junté. Hice un pequeño nudo en su brazo y dejé la punta del tentáculo cerca de sus vías respiratorias. Mientras hacía esto tomé con mi mano real sus caderas y separé uno de sus tobillos con el otro tentáculo delgado.
Con la mano deslicé su camiseta por encima de su cabeza. Como es normal ella no llevaba sujetador y sus pechos redondos quedaron a mi merced. Sin ningún pudor me enganché a uno de ellos y se realizó una conexión automática. “Hola” dije en su sueño ocultando mi verdadera voz. Para ella me hice una sombra en sus sueños. Ella estaba soñando que estaba de pie, en la cocina, fregando los platos.
Posicioné mi forma negra detrás de ella en el sueño y mordí su cuello mientras con la mano derecha apretaba uno de sus pechos y la mano izquierda acariciaba por encima del pantalón sus partes íntimas, haciendo la presión adecuada en el clítoris para que se excitase. En su mente ella gemía y podía notar cómo el placer empezaba a ocupar todos sus pensamientos.
En el mundo real correspondía mis movimientos en su sueño. Apretaba un pecho con su mano y con el tercer tentáculo, el más sensible, apretaba su clítoris encima de la braga, pues con la mano libre había quitado el pantaloncito que llevaba como pijama. Sin dudarlo le bajé la braga con la mano. Inmediatamente mi tercer tentáculo empezó a removerse por la zona. Me encantaba, empezaba ya a estar suficientemente húmeda y mi pene quería entrar en acción pronto.
Sin esperar más me posicioné encima, en la clásica posición del prisionero. Ayudé con el tentáculo que quedó libre a levantarle las caderas para dejarla en el punto exacto de penetración. Con una mano acaricié un poco su clítoris y comprobé que seguía mojada y bien dormida. Sin dudarlo la penetré lentamente. DIOS, SI. Apenas había entrado la punta y estaba en el cielo. Con un poco de impulso me metí hasta el fondo. Me quedé helado. Había roto algo. Imposible. ¿En serio acababa de desvirgarla? Me calenté, mucho. Demasiado. Sin ningún reparo me moví velozmente. Menos mal que la chica estaba dormida. Incrementé el somnífero para que no notase ningún tipo de dolor. Pero seguí moviéndome. Sin pausa, a ritmo constante. En su sueño no paraba de acariciarla y mientras en su vida real la penetraba profundamente dentro, fuera, dentro, fuera… Podía notar que estaba empapada. Mis cuidados en su sueño y la falta de dolor estaban haciéndonos disfrutar mucho. No aguanté mucho más.
Dentro, fuera. Con un pequeño suspiro me dejé ir en el momento exacto en el que ella contrajo sus paredes. Me dejé caer encima de ella unos segundos.
Transcurrido un tiempo la coloqué encima de mí con ayuda de mis extremidades especiales. Dejé a mi tercer tentáculo disfrutar de ella, en estos momentos aquella parte de mi vida parecía tener vida propia y casi no era consciente de ella. Apreté a aquella chiquilla entre mis brazos y suspiré. Era momento de entrar en su mente y ver por qué demonios alguien en esta época a los 19 años seguía siendo virgen.
Más información sobre esto: http://elincubo.blogspot.com.es/
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