El Incubo del Internado – Sangre Nueva 6
Brat sigue en sus labor de corromper a sus hermanitas que van cayendo lentamente en la seducción y lujuria….
Advertencia: este relato es completamente Ficticio, no tiene nada de real y solo esta para entretener con una buena de dosis de morbo a todos los lectores que gusten…
6
Fue una excelente forma de despertar, con el cuerpo de Lisy sobre mí, aun sintiendo su culito redondo, desnudo, y pude verlo, tocarlo con toda la libertad, me temblaba un poco la mano, pero me encanto, era tan delicioso, quería acariciarlo siempre, incluso ella pujó un poco mientras jugaba, me sentía tan caliente, se me empezaba a poner dura la verga, sobando su tesorito, parecía que quería volverlo a meter, y no pude evitarlo, mis dedos fueron a sentirlo, como si quisiera volver a sobarlo, preparándome para abrirlo de nuevo, aunque su coñito sangró un poco, luego tendría que tomar las sabanas para lavarlas, aunque estaba tentado a guardarlas como trofeo, era una tentación, me volvería a poner caliente, rozando con ganas aquella parte de su cuerpo, sintiendo su vulva con mi punta, rozándola con cuidado, se sentía tan suave, carnosa, me daba una calentura terrible . Aunque no quiera admitirlo mi hermana era una belleza, seguro muchos críos debían molestarla para llamar su atención, por eso se encerraba en su celular, pero ahora estaba en mi cama desnuda, así que no pude evitarlo, aprovechando un mueble, cerca, mientras dormía, saque las sabanas para verla desnudita levanté una de sus piernas, y sin que pudiera contenerme, se la dejé entrar toda de un movimiento, y sería genial, pues su vulva me recibiría mejor que hace unas horas, dejándome entrar más profundo, sintiendo como se humedecía por mi invasión, mientras Lisy despertaba.
¿Qué haces Brat? Sácame esa cosa – me dijo aunque su voz no tenía fuerza.
Nada de eso hermanita, si tu llegaste a mi cuarto para coger, lo olvidas, seguro estas bien loquita por mí, no lo niegues – me burle un poco, mientras la iba penetrando.
Antes que pudiera quejarse comencé a darle más duro, estaba puesto a hacerle saber que era mía a partir de ese momento, acelerando mis caderas chocando contra sus nalgas, y contrario a sus manos que por segundos creí que me alejarían, ella empezaba a gemir, dejándome oír un sonido que me recordó al ronroneo de un gatito, pero no se veía contenta, aunque se entregaba sin más, recibiendo mis envestidas que iban agitando su cuerpo, me daba un calor que no podía resistir, es que abrir su coñito pequeño pero tan mojado era una locura que me enloquecía, haciendo que fuera más rápido, dándole con tanta fuerza que hasta que se retorcía de placer, lo estaba gozando, su carita se reflejaba en el espejo, era el de una putilla gozando, y solo tenía 9 años, pero ya se tragaba toda mi verga con su boquita de abajo, lo iba a disfrutar como no tenía idea, ese cuerpo ahora me pertenecía, lo estaba por hacer a mi gusto, encajando mi verga hasta el fondo, se agitaba, lo gozaba, aunque no me lo dijera se notaba, sus dedos se empezaron a agitar mas para que controlara las embestidas, incluso parecía que se abría mas para que pudiera darle mejor, todo se reflejaba en un espejo que le causaba una sorpresa a ella, pero a mí me daba una calentura tan buena, pues mi verga se abría paso en su interior dejando salir mucha de su magia, digo sus jugos de hembrita, mm, era un gusto total, hasta que finalmente me corrí en su interior llenándole de leche esa pequeña conchita. Ella sintió como le inunde el coño, se quedó asustada, seguro que pensó que me orine, pero no era así, la besé un poco, pensando que todo estaba hecho, pues ella dio un suspiro sonoro, casi como un gemido fuerte, antes de quedar entre mis brazos, no se pero creo que algo se rompía dentro de ella, dejando que suspirara mientras me miraba de otra forma, se sonrojaba tanto, y me quede pensando que ya era toda mía.
Al amanecer me levanté, mirando como mi hermanita seguía dormida, totalmente desnuda, con su coñito con muestras de lo que había pasado, me sentí tan orgulloso, quería seguir haciéndole cosas, le agarré la nalga, pero necesitaba reportarme, y le hablé a mis papás, mientras llegaba a la cocina diciéndole “todo está bien”, aunque era el clásico detalle de siempre que las peleas, los baños o demás, estaba preparando un poco de huevo estrellado, que era lo único que me salía (no muy bien), al menos no quemaba la casa, también me tocaba preparar pan tostado y esas cosas, como de costumbre, pues mi mamá se desentendía de mi por lo problemático que soy. Quizás eran por estas cosas que era tan rebelde, y pensaba en desquitarme con sus niñas adoradas, además por las dudas, no me quitaría la medalla maldita hasta dejar la casa, era mejor tenerla siempre puesta, y en buen momento, porque antes que me diera cuenta llegaba Meg a sentarse a comer, quejándose un poco porque no me salía bien el huevo, pero no importaba, quería que comiera otros, jejejeje.
Dormiste bien – dije un poco más amable, ya habia terminado la llamada.
Sí, un poco, hiciste mucho ruido, ¿Qué hacías? Mm – dijo Meg mientras le servía su plato.
Me cogí a Lisy, se la metí hasta el fondo, pero tranquila, luego sigues tu, jajaja – me burle, siempre hacia bromas de ese tipo, así que no había problema.
Si te gustaría ¿verdad? Pero hoy podrías tener suerte – me respondió, lo cual me llamó la atención, pues solía decir otra cosa.
Ah, y que paso con el “no abuses de tu suerte” porque se lo vas a decir a mamá – respondí curioso, mirándola con cuidado, casi como si descubriera sus pequeñas formas de lolita calientapollas.
Ella se me quedó viendo, y por segundos se puso roja, como si se diera cuenta de la bobada que hizo, me miraba fijamente, y me di cuenta, el hechizo en el talismán funcionaba, cuánto tiempo llevaba con eso puesto, no estaba seguro de nada con Lisy, pero en el caso de Meg, había hecho bien las cosas, me debía haber visto con este al menos 7 u 8 minutos ahora, mas todo lo que fuera ayer, con gusto sabia que podría comenzar a coquetearle, así que o aprovechaba o me quedaba sin comer ese culito, por lo que me acerque a platicar, y justo era de sexo o cosas así.
Oh, no me digas que por fin descubriste el encanto de tu hermano, a fin de cuentas eh estado entrenando en la academia militar, y soy de los más astutos, seguro que ningún mocoso de tu escuela se pone al tiro conmigo – me burle un poco.
Pues sí, todos tienen 6 y tú 15, los ibas a golpear, eres un bravucón – respondía Meg enojada.
Y a ti te gustan como yo, no lo niegues, porque bien que te pusiste rojita, así como me gustan a mí, vamos, aquí entre nos, te gusto, a pesar de ser tu hermano, quieres lo prohibido – me burle un poco más, aunque sentía que abusaba de mi suerte, pero no me podía contener.
Bueno no se – me decía algo inquieta, empezando a tocarse abajo, lo que me daba una sensación bastante caliente.
Nada de eso, mírame a los ojos y dímelo, quieres ser mi novia para darte en la “cuquita” bien duro todo el día, jejeje – me seguía burlando, por suerte Meg era muy despierta, así que podía llevarme de esa manera, pero aparte quería seguir jugando con el conjuro y sirvió.
Ella se me quedó mirando por unos momentos, como si no supiera que decirme, seguro iba a regañarme de que estaba loco, que dejara de jugar así, pero ahora tenía las de ganar, el conjuro estaba funcionando, de nuevo se sonrojaba clavando sus ojitos en mi paquete, aunque fingía bajar la mirada, ella se quedó en silencio un par de minutos, y estoy seguro, fueron más de 10, en veces fijándose en el talismán que colgaba de mi cuello, así que mi victoria era un hecho, por lo que me acerqué a besarla en los labios, detalle que a pesar de tener solo 6 años aceptó con gusto quedándose muy roja, mientras la sujetaba de la cinturita, sus manos se fijaron en mi cuerpo, mientras sus piecitos se estiraban en el suelo.
Así me gusta, si bien que el entrenamiento me ayudo, me puso bueno para que te fijaras en mi hermanita – le decía de manera burlona, mientras me sacaba un poco la playera dejando ver que no estaba flaco, y ella se quedaba roja ante eso.
No diga bobadas, solo tengo calor, es verano recuerdas – dijo girando la vista, aunque su mano le traicionaba, empezando a sobarme el pecho, lo que la puso más nerviosa.
Ya verás – por suerte ella es pequeña, muy bajita, así que la jale para ponerla sobre la mesa, y la bese de nuevo, ella no se resistía, por el contrario, parecía que eso deseaba, me daba el gusto de mi vida probando esa boquita, mientras sus dedos seguían tocando mi pecho, dándole una sensación más sensual, como si quisiera entender que se calentaba por mí.
Al terminar ella se me quedó mirando como si no entendiera nada, incluso me daba la impresión que su vulva se mojaba a través del shorcito que estaba usando, que era para dormir, pero se trataba de uno de tela tan liviana que se le marcaba el calzoncito, yo me reía con gusto, y volví a besarla, metiéndole la lengua hasta el fondo, empezando a lamer su cuello, logrando que cerrara los ojitos por la excitación, aprovechando su playerita de dormir, una de tirantes para dejarle que se cayera de lado, pude ver su pechito que se ponía durito y empecé a chuparle la tetilla, luego la otra, ella pujo un poco, acariciándome la nuca, y mis manos iban sobándola lentamente, estaba disfrutando de ese juego, se perdía en mis caricias, en verdad, Megan se me quedaba viendo sonrojándose cada vez más, tratando de entenderlo, sobaba sus piernitas, por culpa de su short no llegaba a alcanzar sus coñito, pues mis manos igual comenzaron a acariciar su parte más suave, que aparte estaba tan jugosa, ella empezaba a gemir.
Ya, deja eso hermanito, seré tu novia de juego, pero en secreto – me dijo finalmente nerviosa Meg tratando de alejarme, se veía preciosa.
No que no querías, si bien que te gustan los hombres fuertes – le decía como si me burlara, lo cual le calentó bastante, dejándome que siguiera acariciándola.
En verdad eso era lo que quería escuchar, le volví a besar los labios, ella se dejó hacer completamente perdida en el calor, pues mis manos la tocaban con toda libertad, como si quisiera arrancar todas las prendas para cogérmela de una vez, sentía mi polla bien dura, lista para entrar en su pequeña vulva, seguro que no se quejaría, incluso por sus reacciones era como si lo deseara, cuando pude escuchar un portazo, debía haber sido Lisy, dudo que nos haya visto, pero me quedé con el pendiente, un poco asustado, por lo que me fijé en las escaleras, esperando algo, mientras Meg volvía a comer, mirándome sonrojada, como si no supiera que sucedía, era divertido, se notaba como el pendiente estaba funcionando, este se sentía caliente, aunque solo de momento, al acabar dejé que fuera a ver las caricaturas, o cualquier cosa del servicio que teníamos. Mientras que yo esperaba que Lisy diera señales de vida, a fin de cuentas a ella ya me la había cogido, y lo disfruté tanto, aun recordaba como gimió, pensaba en repetirlo, de hecho quería pasar el rato cogiendo con ambas, verlas desnudas a mi lado, dejándose hacer cada una de mis perversiones, pero no salía, así que fui con el desayuno, el cual ofrecí y ella abrió para tomarlo, la muy putilla no se había vestido, parecía haberse solo lanzado debajo de la cama apenada, aunque eso sí, tenía hambre, se acabó el desayuno en segundos, dejándome verle todo, su coñito estaba algo rojo, luego al acabar me miró como si esperara que le dijera algo, pero se quedaba muda, como en ¿trance? Eso no me terminaba de gustar, algo salió mal.
Bien, recuerdas que pasó ayer ¿no? te metiste a mi cuarto e hicimos cositas – le dije y se puso roja.
No sé que me pasó – dijo avergonzada Lizy tapándose con una sabana de su cama.
Bien, yo me haré responsable, tu eres solamente una niña, y esto solo fue un juego, si te preguntan mis papás, nos la pasamos jugando, cuando no estabas en el celular – le dije mientras le quitaba la sabana dejando ver su cuerpecito desnudo que lo encontraba tan rico, que me daban unas ganas tremendas de volver a cogérmelo.
Ella se asustó un poco, pero no hizo nada, parecía que le acerté al decir eso, por lo que me miró fijamente, se veía tan comible, que no me pude resistir, la volví a besar, la asusté un poco, pero no se defendió, antes de poder reaccionar ya la estaba comenzando a besuquear a sobarle todo su cuerpo, ella no quería, intentaba resistirse, pero empezaba a gemir, no estaba bien, algo fallaba, sin embargo podría seguir con eso, estaba demasiado caliente, mi verga me dolía, quería que me la mamara, pero tenía algo de miedo, que reaccionara y me mordiera, eso sería horrible, por lo que recordando algo sabía que tendría un poco de aceite de bebe en su tocador, estaba loco por volver a hacerla mía, por lo que fui a su tocador y me puse un poco en la verga, solo así me devolví a su cama, donde ella no entendía nada, pues me desvestí para quedar frente a ella, luego me puse en medio de sus piernas para meterle todo mi fierro dentro, fue genial, entraba y salía con facilidad, y ella comenzó a rendirse, me empezaba a mirar de otra manera.
Te está gustando ¿cierto? Que tu hermano te este cogiendo – le dije burlón.
Se siente rico, muy rico – me llego a decir con una voz rara, pero ya no se resistía.
No me contuve, verla disfrutando era delicioso, sentir como mi verga entraba y salía de su pequeño coño, mientras dejaba salir su juguito, logrando que su carita se rompiera entre el placer con la confusión, mirándome a los ojos con las mejillas rojas, al tiempo que le estaba haciendo una cogida monumental, ensartándola todo, y ella empezaba a gemir, era algo torpe, lo admito, pero se sentía como lo mejor de mi vida, Lisy se aferraba con su cuerpo para que le diera más duro, su interior era tan cálido, que no podía contenerme, necesitaba darle con todo, y finalmente me dijo.
Hermanito, mm, me estas violando pero me gusta, sigue así mm – me dijo, como siempre se metía en muchas cosas en el cel, sabia de eso, pero me calentó tanto.
Este es un juego, ahora será mi putita – le dije perdido en la lujuria del momento.
Ah, sí, seré tu putita en juego, pero hazme sentir más, ah – eso no me lo esperaba, no era lo que deseaba, aunque funcionaba muy bien, estaba dándole con todo, cuando se la fui dejando meter toda en su rica conchita, empezando a sentir como se me aferraba con sus piernitas.
Estuvimos realmente poco, pero lo gocé, le agarré las nalguitas, también le chupe las tetillas, era un manjar mi hermanita, no me iba a contener, así que se la dejé ir toda, llenándole la vulva hasta que pude, ella daría un gemido que tuve que ahogar con un beso, lo cual le sorprendió, mirándome como si no me conociera, pero se me abrazaría, dejándome sentir sus pequeños pezones contra el pecho, todavía no quería que Meg se diera cuenta de esto, pues deseaba cogérmelas juntas, así cuando me corrí dentro de ella, Lisy se quedó dormida y yo me llevé los platos. Salí de su cuarto, como si nada, viendo que igual que siempre mi hermanita menor metida en su servicio online, viendo un concierto de una de esas bandas de afeminados orientales, bueno, según papá era mejor a los tipos que ni hablar sabían, yo no presté atención, y me fui a hacer algunas cosas, los quehaceres que me obligaron mis padres, como lavar los trastes, arreglar un poco la casa, digo desempolvar algunos muebles, pero en medio de eso pude notar como de vez en cuando Meg me miraba, en especial cuando fui por la ropa para lavarla y debo admitirlo, se me quedó viendo fijamente.
Creo que no me he descrito, pero no soy tan bajito, de pelo castaño, algo normal, aunque gracias a la academia militar, es que me eh puesto en forma, así que no tengo panza, aunque antes era un flaco como palo de escoba, listo para correr de los bravucones, ahora hasta se me marcan un poco los músculos, que han comido por la buena dieta militar, logrando que muchas chicas me vean con ganas de algo, en eso estoy bien con entrar al internado militar, además mis hermanas son chiquitas y preciosas, algo bajitas, pero bien culoncitas, de rostros bonitos, se diferencian porque Lisy tiene el cabello castaño claro, como el caramelo, mientras que Meg lo tiene negro, además lo confirme, el coño les sabe a gloria y lo tienen lampiño, poco abultado no como deseaba, pero si se les ponía bien mojado, en especial cuando las tocaba, y eso justamente pasaría con la chiquita, quien al seguirme se me quedaría viendo y me diría:
Oye y ¿Qué tanto le estabas haciendo a Lisy? Porque hiciste un escándalo, por eso puse el concierto para no oírlos – me dijo Meg un poco inquieta.
Me la estaba cogiendo, ahora es mi putita – le respondí en burla como siempre lo hacía, pero esta vez se me quedó viendo un poco inquieta.
Oh, con que la hiciste tu putita – me dijo un tanto sonrojada, moviéndose como si se aguantara las ganas de ir al baño, que linda se veía.
Sí, me la violé, y le gustó tanto que ahora es mi putita – bromee un poco más.
Se me quedó viendo un poco mi hermanita, solo traía un shorcito corto que dejaba ver el inicio de su precioso culo, también una playerita de tirantes que dejaba marcar perfectamente sus tetillas, las cuales me llamaban poderosamente la atención, y mi mirada la sentía ella, por lo que me dijo.
También me vas a violar a mí – dijo algo apenada Meg.
No, porque tu quieres coger, se te nota en la mirada, quédate aquí ahorita te doy con todo – le dije mientras terminaba de dejar la ropa en la lavadora, y me sobaba la verga como si se la ofreciera, lo que la dejo bien quieta.
Ella realmente se quedaría ahí frente a mí, toda roja, era obvio, funcionó el pendiente a la perfección (aun lo traía puesto), no como con Lisy, así que debía ir suave, seguir embrujándola, así cuando termine, me paré frente a ella, no media ni el metro, yo estaba por encima del 1.6m así que era una gran diferencia, pero la cargué y me la llevé a mi cuarto, quizás debí pensar en algo más bonito para quitarle el virgo, solo que en ese momento apenas tenía algo en mi cabeza, deseaba cogérmela, por un momento me detuve, la dejé en la cama, y le fui sacando la ropa, quedando desnuda, ella abrió sus piernitas y no pude resistirme, le comí el coñito de manera voraz, le tenía unas ganas completas de hacerle toda clase de cosas a la enana, que no me pude resistir, e iba a hacerle gemir.
Ay, hermanito esto se siente raro – me alcanzó a decir mientras me empezaba a acariciar la cabeza, mirándome de una forma que no le conocía.
Yo no le respondí, estaba muy ocupado comiéndole el coñito, metiéndole la lengua hasta el fondo, y ella lo disfrutaba, se notaba como se sonrojaba, quería verla gemir con más fuerza, realmente era una locura, pero funcionaban, ella se quedaba encantaba retorciéndose levemente en la cama, dejándome ver como disfrutaba de todo esto, así que continúe con mi juego dándole duro hasta que se corriera, cosa que no pasó, en vez de eso se terminó orinando, luego de unos cuantos gemidos, los primeros de su corta vida, en verdad le estaba ganando.
Hermanito, ¿Qué me haces? Eso se sintió tan raro – decía entre jadeos la pequeña putita.
Tranquila es parte del juego, ya esperaba esto, pero sigue lo mejor, vas a ser toda mía – le dije de una forma que no se esperaba, y se me quedo viendo sonrojada.
Luego de eso saqué una pomada que tenia para los golpes, me la unte en la verga que tenia bien dura, se la iba a meter tanto como pudiera, ya era momento de quitarle el virgo, así que arregle mi entrada, y se la fui metiendo, aunque lo admito, por un gusto morboso, antes se la fui tallando un poco, y fue lo mejor, Meg estaba gozándolo, haciendo unas caras que daban gusto, me le quedaba mirando sintiendo que me calentaba mucho más, por suerte me acordé de una cosa, tamaños, no soy tan dotado, pero ella debía estar chiquita, así que no se la deje meter toda, aunque fui algo torpe, pero la penetré con una ganas, una simple embestida que iba con todo, pero que no llegó al fondo, solo un pequeño golpe seco, que le llegaría duro, logrando que se perdiera, no diría nada, se le quedaron los ojos en blanco, mientras respiraba entrecortada, hasta que no pude más, aun recuerdo la cara que puso cuando se la dejé ir en un vaivén lento, pues le rompí el coñito de una vez, apenas le di tiempo de nada, ella se quejó al principio, seguro que iba a gritar pero no tuvo aire, por eso la besé por un instinto, no quería que los vecinos metiches y puritanos la oyeran, fue delicioso sentir como era mía por primera vez, creo que la pomada mas el beso me ayudarían a mantenerla tranquila, y me tuve que esperar a que se calmara, antes de seguir, tuve que hacerlo con un ritmo lento, aunque deseaba desatarme, digo, se la estaba metiendo a mi hermanita menor, era una maldita locura, me encantaba, se la fui dejando ir lentamente, gozando de ese momento, mientras que ella estaba perdida, o casi, luego se fue agarrando a mí, abriendo con cuidado su interior, haciéndola sentir tan llena, que no podía hacer nada, estaba sometida sobre la cama de mi cuarto, y en más de una ocasión pude verle por el espejo mi cuerpo la cubría casi por completo, solo la punta entraba, pero era suficiente, ella lo estaba gozando como no esperaba, su carita me lo decía todo.
Te gusta ¿cierto? Eres toda una putita, y eres mía, de nadie más, será nuestro secreto – le dije sin dejar de metérsela tanto como podía.
Ah, sí, soy una putita, mm, me gusta, dame mas, mm, quiéreme mucho, mm, hermanito, ahh – me respondió un tanto acelerada Meg pero me gustaba.
Te gusta, no digas lo contrario, vas a querer que te de cada que pueda – le dije mientras seguía con el juego, sabiendo que necesitaba convencerla.
Mm, si, me encanta, mm, a los niños apenas se les para, mm, voy a ser tu putita por siempre hermanito, mm – me decía Meg, dándome un gusto mayor.
Se la fui dejando ir, con ganas, realmente estaba cumpliendo mi sueño, ya tenía bien cogidas a ambas, las había hecho mías, aunque no era todo, sabiendo lo que pasaba en la escuela, necesitaba sacar provecho, mi cabeza estaba dando vueltas en todo, pues sabía que podría hacerle aun más cosas, no solo a ellas, también a la vecinita o a cualquiera, jeje, Megan estaba rendida, me la estaba cogiendo ella se aferraba para seguir recibiendo mi verga, de hecho le escurría su coñito, las llamadas mieles del sexo con sangre, la había convertido en mi putita, soy su primer hombre, y no diré que seré el único, aunque no soy de los que quieren verlas con otros babosos, pienso que eso de verlas coger con otros son para los que dudan de su verga, así seguí dándole duro queriendo ver su cara de placer, sentía su culito o sus piernas alrededor de mis caderas, le estaba rompiendo, ella gemía con ganas, y cuando finalmente me corrí, Meg se perdió en un orgasmo seco, mientras que yo le inundaba su coñito.
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