El inicio de nuestra historia
Bueno, en esta ocasión vamos a compartir la historia de como comenzó nuestra relación incestuosa, lo haré desde mi perspectiva, aunque quizás más adelante mi madre se anime a compartir un poco de su propia experiencia, si es del interés de alguien..
Antes que nada, las presentaciones, mi nombre es Marco y tengo actualmente 23 años, mi madre se llama Silvia y actualmente tiene 52 años, aunque nuestra relación comenzó hace ya bastante tiempo.
Un poco de nuestro contexto familiar, desde que tengo memoria mi madre y yo siempre hemos pasado bastante tiempo juntos, mi padre «trabajaba» todo el día y cuando no estaba trabajando estaba borracho, y obviamente su alcoholismo venía acompañado de lo típico, celos, violencia, machismo y un largo etcétera, por lo cual la sensación que teníamos era «Estamos mejor sin el» así fue gran parte de mi infancia.
Yo por mi parte desde siempre fui un niño caliente, me gustaba ver mujeres en dónde pudiera encontrarlas, revistas, películas que mi papá escondía y obviamente en internet, y mi mamá obviamente llegó a sorprenderme haciéndolo, nunca directamente masturbándome pero si lo notaba, cuando intentaba espiar a mis primas o tías o el típico chequeado del historial de la computadora, pero no solía decirme nada, cuando era muy obvio solamente me sonreía y negaba con la cabeza.
Mi madre siempre fue muy cariñosa, y siendo que pasábamos bastante tiempo juntos era obvio que éramos muy cercanos, mi madre siempre tuvo un cuerpo encantador, tetas grandes y en aquel tiempo más firmes, piernas gruesas y bien formadas y mi debilidad, un culo espectacular, grande, redondo y firme, desde que puedo recordar me encanta su culo, ahora, la primera vez que hubo una situación directamente entre nosotros fue mientras veíamos una película, Titanic de hecho yo tenía nueve años y en la escena de sexo en el auto yo le pregunté a mi madre.
— ¿Que están haciendo?
Ella me miró sonriendo y me respondió.
— Se están acariciando, porque se aman mucho.
Entonces yo, aún con algo de inocencia, no lo puedo negar le respondí.
— ¿Podemos acariciarnos nosotros? Yo también te amo mucho.
Ella se sonrojo un poco y soltó una risita.
— No mi amor, nosotros no podemos acariciarnos así, porque soy tu mamá, mejor dame un besito.
Yo me quedé pensando en lo que me había dicho, no entendía muy bien en ese momento que tenía que ver una cosa con la otra, pero al final, como siempre, le hice caso, pero a mi manera, me deslice hasta su rostro y ella levanto los labios como siempre, pero en esa ocasión yo la «bese» como adulto, intente meter su boca en la mía y mi lengua busco entrar a su boca, obviamente de forma muy torpe, acordé a mi edad en ese momento, ella solo se sorprendió pero me dejó hacer, incluso abrió solo un poco los labios apenas para sentirme aceptado, después de unos segundos, quizá un minuto, me separé de ella, como si nada hubiera pasado, recostandome de nuevo en su brazo, ella solo soltó una risita suave y susurro.
— Cabroncito…
Ella en aquel momento aún sin yo saberlo era una mujer muy reprimida, en todos los sentidos, no recuerdo haber visto a mi padre ni siquiera abrazarla por lo menos en público, y ella siendo lo cariñosa y entregada que era vivía frustrada y en silencio siempre, pero para mí esa experiencia, esa pequeña aceptación que sus labios me regalaron me había abierto un mundo nuevo, mis gustos cambiaron aún seguían gustandome todas las mujeres, pero ahora mi atención estaba centrada en las maduras, nalgonas etc.
Obviamente por el historial más que nada ella lo noto pero como buena madre no comento nada, fue a mis once años que las cosas comenzaron a desarrollarse de verdad.
Tome la decisión que iba a cambiar nuestras vidas para siempre, decidí en mi infantil mente que iba a «seducirla» de ese momento en adelante las cosas cambiaron de forma obvia y muy evidente, justo cuando salió del baño ya duchada, entre yo.
— ¿Te vas a bañar?
— Si, ¿Vamos a ir al supermercado, no?
— Si…
— Ya que tú te vas a poner guapa, no puedo ir todo sucio.
Ella se quedó sin que decir, mientras yo entraba al baño, pero note que lo que le había dicho la había hecho sonreír, salí de bañarme y me arregle lo mejor que pude, cuando baje ahí estaba ella, tan hermosa como siempre, unos leggings y una playera deportiva, nada del otro mundo pero destacaban mucho su hermoso cuerpo, cuando me vio me dijo.
— ¡Ay! Que guapo mi bebé
— Jaja Gracias, pero tú si te ves bien hermosa.
Ella se sorprendió, éramos inseparables y nos amábamos pero nunca le hacía cumplidos y mucho menos de ese tipo.
— Mentiroso, pero gracias.
Dijo mientras se reía suavemente.
— No es mentira, en verdad eres muy hermosa, y lo sabes, por eso me puse guapo para ti.
No dije más y me senté en la sala a esperar la hora de salir, durante la salida fui como siempre, como nos gustaba, pero con pequeños agregados que en ese momento me parecieron buena idea, la tomaba la mano al caminar, le preguntaba que le gustaba de lo que veíamos y al regreso yo le compré un helado a ella. Al llegar cargue yo todas las bolsas que pude al bajar del taxi y por fin estábamos de vuelta.
Eran cosas sencillas, cosas tontas incluso, pero también y lo más importante eran cosas que nadie más le daba, al llegar deje las bolsas en la cocina y nos fuimos a sentar a la sala.
— ¿Quieres ver una película?
Le pregunté mientras se sentaba a mi lado.
— Si, hay que aprovechar que todavía no llega tu papá a acaparar la tele, ¿Cuál quieres ver?
— Tu escoje una y la próxima vez la escojo yo.
— ¿Para nuestra próxima cita?
Dijo riéndose juguetona, yo me reí con ella y le respondí.
— Exactamente, para nuestra próxima cita yo escojo la película.
Nos reímos un poco más mientras ella puso una película, mientras la película pasaba yo me acerque intentando abrazarla pero por la diferencia de tamaños quedaba algo forzado, ella lo noto y me dijo.
— Mejor así…
Dijo mientras se deslizaba en el sofá para que su cabeza quedará recargada en mi hombro y pudiera abrazarla más cómodamente. Vimos la película, sin novedades, solo risas y comentarios tontos como siempre, hasta que se escucho llegar el auto, ambos nos pusimos un poco tensos mi madre se levantó abruptamente y yo solo la mire y me levanté del sofá.
— Voy a mi cuarto.
Le dije mientras me dirigía a las escaleras.
— Si, entiendo.
Me dijo con algo de tristeza en la voz, estando en mi cuarto pude escuchar lo que era habitual, discusiones y la voz de mi papá buscando problemas.
Pero, de ese día en adelante seguí con mi nueva actitud, estaba con ella gran parte del tiempo como siempre, pero ahora le daba prioridad a ella, lo que quería ver, lo que quería hacer etc, y cada domingo teníamos nuestra «cita» cuando comenzó la época de frío ella tuvo la idea de mover nuestras citas a su cuarto, ya que la cama era más espaciosa, y ahí veíamos películas o series, aunque el espacio era irrelevante ya que después de la primera cita en su habitación ella sacó una cobija para cubrirnos ambos, así que pasábamos las horas uno al lado del otro, a veces abrazados, felices como siempre.
Ahora viene información importante ya que ella misma me ha dicho que sí tuvo que ver con lo que terminó pasando, yo afortunadamente estoy muy bien dotado, obviamente en esos momentos no era para tanto, pero ciertamente ya se notaba que la iba a tener bastante grande, es decir que no correspondía el tamaño con mi edad diría que para ese entonces ya erecta me medía unos 15 o 16 cm, en fin. En una ocasión estábamos viendo una película cuando de pronto apareció la típica escena de sexo, ninguno de los dos comento nada, pero el bulto en mi pantalón era más que obvio, en especial para ella ya que estaba contra su pierna.
Obviamente intenté disimular, pero todos los hombres conocen esas típicas palpitaciones involuntarias, pues pasaron y pude notar que ella lo noto aunque no dijo nada, ni siquiera se movió, después de la película y una rato de televisión, escuchamos el auto, era hora de terminar la cita, ella se levantó para guardar la cobija mientras yo le iba diciéndole.
— Estuvo buena la película, pensé que me iba a aburrir pero…
Y sin dejarme terminar ella me sonrió y me dijo.
— Si, si vi que te gustó mucho, cabroncito.
No hubo tiempo de decir o hacer nada más ya que mi padre justo abría la puerta, esa se convirtió en nuestra rutina y poco a poco se fue desarrollando, ella comenzaba a contarme sus problemas, en el trabajo, las cosas que quería hacer el día de nuestra siguiente cita, incluso algunos de los problemas con mi padre, yo la escuchaba y trataba de hacerla sentir mejor, o de decirle lo emocionado que estaba porque llegara el domingo, como ella misma lo dice, en ese momento era su hijo, su mejor amigo, y la única persona con la que podía hablar.
Pasaron los meses y cada vez éramos más unidos en alguna ocasión se escapaba de su habitación para ir a contarme alguna cosa o algún chisme, yo por mi parte era feliz pero en el fondo sabía que no era suficiente para mí, llegó el verano y las vacaciones, 3 semanas para ser exactos, normalmente iba con mi papá a visitar a su familia por lo menos la última semana, pero en esa ocasión yo no quería, la relación de mis padre había empeorado y lo último que quería era estar con él.
El domingo antes de que comenzarán las vacaciones mi madre subió a mi habitación en la mañana, se veía un poco triste y al fin me dijo la razón.
— Tu papá quiere que salga con el, van a tener una fiesta en su trabajo y quiere que lo acompañe.
— ¿Cuando?
Pregunte yo, temiendo la respuesta que al final llegó.
— Hoy, nos vamos en una hora y dice que regresaremos hasta la noche.
Obviamente ya teníamos planeado nosotros nuestro día, así que no puedo negar que me moleste y ella lo noto.
— Perdón mi niño, no sabía y obviamente no quiero ir a estar aguantando borrachos, pero ya sabes cómo se pone.
Dijo mientras me acariciaba la cara. Yo intentando disimular mi molestia bese su mano y mientras me levantaba de la cama le dije.
— Pues ni modo, no te preocupes igual hemos tenido mucho tiempo juntos estás dos semanas.
— Claro que me preocupo, no quiero que te enojes conmigo porque yo sé que ya teníamos planes.
Me dijo un tanto apenada.
— De verdad mamá, no pasa nada, yo entiendo.
Ella me sonrió y salió de la habitación mientras hacia gestos burlándose de la voz de mi papá que se escuchaba desde abajo.
Y tras unos minutos se fueron, yo me quedé solo en casa, nada destacable realmente, para cuando volvieron yo ya estaba acostado y se notaba que algo estaba mal, desde antes de que entrarán ya se escuchaban gritos, mi padre azotó la puerta al abrir, mientras mi mamá le pedía que se detuviera que podía despertarme, obviamente a él no le importo.
Estuvieron por lo menos veinte minutos discutiendo en la sala, mejor dicho mi padre hablando mierda sobre ella, en todos los sentidos posibles, tras eso escuché a mi padre subir las escaleras balbuceando insultos, al escuchar como cerraba la puerta me levanté de mi cama, estaba seguro que no había escuchado subir a mi madre, así que salí sin hacer ruido y al ir bajando las escaleras la vi sentada en el sofá de la sala llorando.
Me acerque lentamente a ella y hablando en voz muy baja le pregunté.
— ¿Estás bien? ¿Que paso?
Ella se seco las lágrimas y me lanzó una sonrisa encantadora aunque obviamente forzada.
— Si mi amor, no te preocupes, ya sabes cómo se pone, ya sabes cómo es.
Escuché como se le quebró la voz casi al final, sin decir nada me acerque para sentarme en el sofá y abrazarla, ella me correspondió y lloro unos segundos sobre mi hombro mientras me abrazaba fuerte, cuando dejó de sollozar le dije.
— Tranquila mami, ya estás aquí, tu tan linda y el tan mierda haciéndote llorar.
— No hables así de tu papá…
Alcanzo a decir antes de que la interrumpiera, yo estaba bastante molesto por toda aquella situación.
— No estoy diciendo mentiras, te pusiste así de hermosa para ir a su fiesta, perdimos nuestra cita y todo para que siguiera siendo una mierda, de verdad es un estúpido, no sabe la suerte que tiene.
Ella me sonrió y me dijo.
— Gracias por lo de hermosa y bueno… Tienes razón hubiera preferido mil veces quedarme contigo.
Me dio un besito en la mejilla casi en la comisura de los labios y se levantó del sofá tomándome de la mano mientras lo hacía para que me levantara con ella.
— Pero bueno, ya es tarde y no quiero que se levante a joder otra vez, vete a dormir y mañana platicamos, de todas formas ya mañana de larga con su familia, ¿Al final si vas a ir con el?
— No, claro que no, ya le había dicho que no y ahora con esto menos, que se vaya solo.
Ella sonrió y me acaricio la mejilla mientras me hacía un gesto para que me fuera a mi habitación, yo asentí pero antes de irme estando frente a frente la abrace, por la diferencia de estaturas sus tetas quedaron sobre mi cabeza y mis brazos un poco abajo de sus enormes caderas.
— Te amo mama, te amo mucho mi mamita hermosa.
Ella me abrazo fuerte por el cuello y beso mi cabeza mientras me respondía.
— Y yo te amo a ti mi niño, no sabes cuánto.
Yo correspondi a su beso, aunque el fue fue en la parte alta de su abdomen, después de eso subí a mi habitación, a la mañana siguiente mi padre volvió a preguntar si iría con el, obviamente le dije que no, que tenía planes con unos amigos para toda esa última semana de vacaciones, el se molestó como siempre y se fue sin despedirse ni de mi madre ni de mí.
— ¿Que planes tienes con tus amigos? A mí no me habías dicho nada.
Pregunto mi madre en cuanto se escuchó el auto alejarse.
— Ninguno, solo que si le decía que me la iba a pasar aquí no me iba a dejar quedarme.
Le respondí con una sonrisa mientras me sentaba en el sofá, ella seguía en pijama, es decir esa playera enorme que le quedaba como vestido cortito, se acercó al sofá y se sentó a mi lado mientas me decía.
— ¡Ay! Que mentirosito mi bebé, pero tienes razon, así no molesta tanto. ¿Que quieres desayunar?
Me pregunto mientras tomaba el control remoto y pasaba por los canales.
— Lo que se te antoje, si quieres te ayudo a preparar algo rápido.
— Bueno, ¿te parece si hacemos hot cakes? Solo me ayudas con la masa y yo lo pongo en el fuego.
— Va, entonces pon algún canal de música y vamos de una vez.
Se levantó del sofá después de poner música y camino a la cocina, yo llevaba mi «pijama» que era una playera demasiado grande para mí y mis boxers, tras estar un rato en la cocina preparando la masa un montón de harina me cayó en la playera, mi madre solo se rió y me dijo.
— Ahora me vas a ensuciar todo y yo no tenía ganas de hacer limpieza hoy.
— No, mejor me la quito.
Y sin esperar respuesta salí de la cocina, subí y deje la playera en la ropa sucia mientras volvía a bajar, no sabría decir si en ese momento tenía doble intención, pero era verano y estaba cálido el ambiente, así que baje de vuelta a la cocina solo en boxers, al mirarme entrar mi madre me miro de arriba a abajo y sonrió mientras decía con una sonrisita en su rostro.
— Que niño tan desvergonzado.
— Es que hace calor y no quiero ensuciar más ropa.
Le respondí mientras me acercaba de nuevo a la mesilla, en ese momento no lo noté aunque más tarde ella me confirmo que si, se me veía la silueta del pene claramente, en fin, cuando termine con la masa me acerque a ella que estaba frente a la estufa y la abrace por la espalda, su culazo quedaba a la altura de mi abdomen y como siempre, me encantaba sentirlo, abrazándola así comencé a darle piquitos en la espalda como jugando, note como se le erizaba la piel, pero ni ella ni yo dijimos nada al respecto.
— De todas formas solo estamos nosotros, no está mi papá.
Le dije entre aquellos besitos.
— Ni estará.
Respondió de inmediato, para después pedirme que le pasara un plato, yo me despegue de ella y fui por el plato, en ese momento me di cuenta de que mi erección era obvia aunque no completa, y obviamente no tenía forma de ocultarla así que decidí hacerme el tonto y esperar a que simplemente bajara.
Ella se giro para recibir el plato y no pudo evitar mirarme el bulto, yo por mi parte aunque algo nervioso seguí con mi actuación de que no estaba pasando nada, después de unos segundos y de por fin dejar de verme el paquete ella recibió el plato y se giro, imaginó que también intentando hacerse la tonta.
— Ya ve a la sala, ya están listos, llévate la leche y dos vasos por favor mi amor.
Yo obviamente obedecí, ninguno comento nada al respecto en ese momento, tuvimos un desayuno tranquilo y feliz, hablamos un poco de lo que había pasado el día anterior, nada relevante solo ella diciendo una vez más que hubiera preferido quedarse conmigo y que era mejor olvidar lo que había pasado para no amargarnos la mañana.
Después de el desayuno y una larga charla ella se levanto de su asiento y comenzó a levantar los platos sucios, yo por mi parte ayude con los vasos.
— Solo déjalos en el fregadero y sube a bañarte, yo los lavo.
— ¿A bañarme? ¿Ahora? ¿Para que o que?
Ella me sonrió.
— Vamos a aprovechar el día, teníamos nuestra cita para ayer ya organizada, así que la tendremos hoy ¿O no quieres?
Yo me levanté como rayo y solo le dije.
—¡Claro que si! ¡Ya voy!
Mientras salía corriendo al piso de arriba, no sin antes acercarme a darle un abrazo rápido pero fuerte.
Subí, me bañe, aproveche la oportunidad para acariciarme un poco, aunque no llegue a terminar, y salí del baño, ella ya estaba en su habitación para entonces, entre y busque mi mejor ropa, pero entonces tuve una idea.
— ¡Mamá!
La llamé desde mi habitación.
— ¿Que paso?
La escuché responderme aún desde su habitación.
— ¡Ven! ¡Necesito que me ayudes con algo!
— Bueno, ahora voy, dame un minuto.
En ese momento recién me di cuenta de lo que estaba planeando hacer, pero más que arrepentirme me emocioné muchísimo. En cuanto escuché su respuesta me seque un poco, tendi un par de pantalones y playeras en mi cama y me puse unas trusas que por el tiempo que tenía sin usarlas se le veían y sentían ajustadas y para asegurar mi básico plan comencé a tocarme, para ponermela dura, costo un poco por los nervios supongo, pero para cuando la escuché salir de su habitació, mi erección ya estaba a tope.
Unos segundos pasaron desde que escuché su puerta hasta que la escuché tras la mía, yo respire profundo y con mi erección colocada hacia arriba y a un costado para que no saliera del elástico.
— A ver, ¿Dime qué pasó…?
Alcanzo a decir mientras abría la puerta antes de cortar sus palabras de golpe al verme, yo note su reacción de sorpresa pero antes de cualquier otra cosa le dije.
— Necesito que me ayudes a escoger entre estos dos, ¿Cuál se vería mejor?
Al escucharme hablar con tanta «naturalidad» note como ella se relajo, aunque aún le costaba controlar su mirada, ella se acercó lentamente mientras yo señalaba la cama, yo seguía hablando como si nada sobre porque una prenda me gustaba más que la otra y tonterías así, pero gracias a eso ella de relajaba cada vez más, hasta que tras unos minutos ya era la misma de siempre, bromista y juguetona, aunque sus ojos aún no la obedecían del todo, al final eligió uno de los conjuntos y yo estuve de acuerdo, la escuché suspirar profundo antes de hablar.
— Ahora me voy a bañar yo, ya para salir pronto, tu cambiaste mientras.
Yo asentí con la cabeza mientras ella salía de la habitación después de darme una caricia en la espalda. Pasaron unos 30 minutos, yo ya estaba vestido y listo, cuando la escuché desde su habitación.
— ¿Marco? ¿Ya estás listo?
Dijo en voz alta.
— Si, ya solo te estoy esperando a ti
— A que bueno, ¿Podrías venir por favor?
— Voy.
Y fui a su habitación, toque antes de entrar, como siempre hacia y ella me dijo que podía pasar, al entrar me quedé helado por unos segundos y ella lo noto obviamente a lo que respondió con una sonrisa. Estaba ella, parada junto a su cama con una toalla rodeando su cuerpo, por encima de la mitad de sus enormes muslos y la parte superior muy ajustada por la mitad de sus tetas, su cabello aún un poco húmedo y esa hermosa sonrisita en el rostro, no pude evitar mirarla de arriba a abajo, y ella al ver qué no decía nada solo me dijo de forma casual.
— Ahora ayúdame tú a mí, ¿Cuál quedaría mejor?
Hasta ese momento me di cuenta que había un par de vestidos en su cama, tomé un respiro profundo e intenté disimular todo lo que pude en esa situación, me acerque a la cama y vi los vestidos, ambos bastante lindos y cortos, normal para el verano, después de unos segundos hablando elegí uno negro, obviamente el más corto de ambos, ella asintió y me dijo.
— Muy bien, entonces será ese. ¿Me lo pasas por favor? Y ve buscando las cosas, mi bolsa y las llaves para ya tenerlo todo listo.
Yo tomé el vestido y al levantarlo de la cama sentí un escalofrío recorriendome la espalda, debajo del vestido había un conjunto de lencería, un bra rojo de tirantes delgados y lo más importante para mí, una tanga diminuta del mismo color del bra, me sorprendí al ver aquello y aún más al pensar que ella los había puesto ahí y sabía lo que iba a pasar al pedirme que le pasara el vestido.
— ¿Que paso?
Pregunto sacándome de golpe de mis pensamientos, y yo haciéndome el tonto le respondí.
— Nada, nada, ¿Dónde está tu bolsa?
Le pregunté mientras por fin le daba el vestido.
— Está allá abajo, ve a hacer lo que te dije y me esperas ahí, no me tardo nada.
Yo bajé con la cabeza llena de ideas y de imaginaciones, tras unos minutos mi madre bajo las escaleras, se veía hermosa y muy sexy, y se lo deje saber.
— Wow, te ves hermosa mamá y el vestido te queda muy bien.
— Tu te ves bien guapo mi amor, parece que elegimos bien la ropa del otro.
Me dijo sonriendo mientras se acercaba a tomar sus cosas para salir.
La salida fue encantadora, salimos a comer y a comprarnos cosas, pero nada relevante para el tema, regresamos a la casa como a las 7 de la tarde, nos sentamos en el sofá mientras hablábamos del día, en ese momento su teléfono sonó, era mi papá, ella respondió de mala gana, básicamente era el con sus celos habituales preguntándole donde estaba etc, al final pregunto por mí y yo respondí, nada importante, preguntarme cómo estaba y cosas así, mientras estaba hablando con el mi madre se levantó, tras unos minutos regreso con un bowl de palomitas, se sentó a mi lado mientras se burlaba de la voz de mi papá, y ponía una película, lo único que recuerdo de esa llamada con mi papá fue que al despedirse me dijo «Cuidas a tu madre» al final nos despedimos y deje caer el teléfono en el sofá.
Vimos la película y hablamos sobre ella, al final ya eran las 9 de la noche.
— ¿Vamos a ver la otra?
Me pregunto mi madre mientras se ponía su cabeza en mi hombro para que la abrazara.
— Claro, hay que aprovechar el tiempo.
— Perfecto, pero esa ya la vemos en el cuarto, porque me quiero acostar.
— Bueno entonces vamos.
— Si quieres cambiate, yo me voy a cambiar por lo menos lo de arriba.
Yo asentí con la cabeza y comenzamos a subir juntos las escaleras, yo le tome la mano y ella sonrió. Al llegar a la puerta de mi habitación, ella me dijo.
— Entonces lo espero caballero, no me deje plantada.
Me soltó la mano mientras sonreía y seguía avanzando hacia su habitación, yo me cambié que fue en realidad desnudarme, quedarme en trusa y una playera más cómoda aunque no larga, ya que aquella estaba sucia. Fui hacia su habitación y la encontré sentada en la orilla de la cama, con su propia pijama, sus enormes muslos muy al descubierto y sus tetas obviamente sin sostén, en ese momento recordé que había dicho «por lo menos lo de arriba» se levantó a tomar el control remoto mientras me señalaba la cama, y ahí lo confirme su playera era de color crema y con lo desgastada que estaba de la parte de abajo podia apenas notar la silueta del fuerte color rojo de la tanga que había visto en la mañana, me acosté intentando cubrir mi erección que ya comenzaba.
Una vez acotado de mi lado ella fue por la cobija que usábamos normalmente, me cubrió pero antes de acostarse conmigo fue a prisa por su teléfono que estaba en el mueble bajo el televisor, no sabía si era su intención o no, pero me dio una visión espectacular de su figura y de ese culazo, tomo el teléfono y volvió, se acostó a mi lado y a los segundos dijo.
— Abrázame.
Y se levanto levemente para que yo pusiera mi brazo por debajo de su cuello, se recosto en mi pecho y comenzó a buscar en la televisión, algo que ver al final puso algo que no recuerdo, ya que nos pasamos el tiempo hablando de nuestras cosas, mi escuela, su trabajo, lo que haríamos el resto de la semana.
De pronto en un momento de silencio escuchamos música un tanto extraña de fondo y al mirar la televisión vimos que había comenzado la programación para adultos del canal Golden, nada directamente porno, pero si bastante explicito ella se rió y dijo en tono juguetón.
— ¡Ay Dios mío! ¡Que horror!
Mientras se reía y buscaba el control remoto, yo obviamente me quedé mirando la pantalla que tuvo su efecto en mi cuerpo y ese efecto rozaba su pierna.
— Entonces ya pasan de las 12.
Dijo ella, mientras yo la miraba. Con el control en la mano pero sin cambiar el canal aún siguió hablando.
— Ahora que lo pienso nunca terminamos nuestras citas, siempre las interrumpe tu papá, pero ahora sí ya es tarde y tenemos que descansar.
— ¿Ya quieres que me vaya?
Le pregunté yo mientras separaba un poco mi erección de su pierna, ella me miró extrañada y respondió.
— No, de todas maneras tu papá no va a regresar, ¿Te quieres quedar a dormir conmigo? ¿O ya estás muy grande para eso?
Dijo mientras me sonreía y por fin cambiaba de canal.
— Si, si quiero.
Le respondí al instante mientras le devolvía la sonrisa.
— Bueno, pero entonces a dormir, que ya es bien tarde.
— Si mamá.
Le dije mientras ella se levantaba para que pudiera sacar mi brazo y acomodarme.
— Buenas noches caballero.
Dijo sonriendo mientras estiraba la boca para que le diera nuestro típico piquito de despedida.
— Buenas noches bella dama.
Le respondí yo, con el mismo tono de broma, pero al darle ese beso, yo decidí alargarlo más de lo debido, puse mis labios contra los suyos, pero no fue un piquito, literalmente deje mis labios sobre los suyos, incluso hice un poco de presión, mientras acercaba mi cuerpo al de ella, fue en ese momento y no antes cuando note una reacción de sorpresa, cuando directamente sintió mi bulto en su abdomen, pero no hizo nada, ni se quito ni me quito, solo me dejó hacer, después de unos segundos así, yo mismo decidí separarme y actuando como si no acabará de pasar nada le dije.
— Descansa.
Y me gire dándole la espalda para «dormir», ella me respondió con la voz algo cortada pero de forma tranquila y cariñosa como siempre.
— Descansa mi amor.
Estuve un buen rato así, hasta que de pronto sentí sus manos acariciando mi cabello, yo no reaccione, me estaba haciendo el dormido después de unos segundos ella pregunto en voz muy baja.
— ¿Sigues despierto bebé?
Yo no respondí, seguí con mi papel, tras unos segundos escuché como tomaba el control remoto y para mi sorpresa volvió a poner la película erótica, era obvio por la música y los gemidos, volvió a poner el control en su mueble y mientras seguía acariciando mi cabello la escuché casi susurrar.
— Ay no…
Después de eso sentí como levantaba un poco las cobijas y comencé a sentir un muy leve movimiento en la cama, seguía acariciando mi cabello mientras su respiración se agitaba y dejaba salir pequeños suspiro y muy bajos gemidos, yo estaba súper excitado pero no me anime a siquiera moverme solo disfrute del espectáculo sonoro y ese morboso movimiento de la cama, tras varios minutos así, la sentí bajar su mano de mi cabello hacia mi espalda mientras intentaba reprimir un gemido, después de eso el movimiento se detuvo y la escuché decir para ella misma.
— No, ya.
Tras decir eso me dio un beso suave en la cabeza para no «despertarme» y susurro.
— Hasta mañana mi bebé hermoso.
Tras eso se dio la vuelta y se durmió, yo no sé cuánto tiempo estuve ahí sin moverme con mi erección a todo lo que daba hasta que por fin en algún momento el sueño me venció.
A la mañana siguiente cuando desperté mi madre ya no estaba en la cama, me quedé ahí recostado hasta que entró a la habitación, con un par de vasos de leche y unos sandwiches.
— Ay mi amor, me ganaste, quería que despertaras con el desayuno ya aquí.
Dejo la bandeja en el mueble y fue a la cama mientras me daba los buenos días acompañados del besito habitual, solo que está vez fue ella la que lo alargó, nada más que eso, solo se quedó más tiempo con sus labios sobre los míos, está de más decir que yo correspondi gustoso y tras devolverle los buenos días desayunamos en la cama.
Una nueva «cita» una salida, unas compras, todo el día juntos, lo importante llegó esa inolvidable noche.
Tras pasar el día juntos llegamos a la casa y en esa ocasión subimos directo a las habitaciones ya que era algo tarde, me cambié mientras ella hacía lo propio en su habitación, yo había pasado todo el día pensando en la noche anterior y era evidente, tras una película y una pequeña broma sobre el canal Golden nos dimos las buenas noches, pero antes del besito habitual yo la mire y le dije.
— Mamá, ¿Sabes que te amo verdad?
— Si mi amor y yo te amo mucho más a ti.
Me respondió ella sonriente.
— ¿Si?
— No sabes cuánto mi niño hermoso.
— ¿Me das un beso?
— Los que quieras mi amor…
Y al terminar de decir eso yo me acerque a ella poniendo mis labios sobre los suyos, pero está vez tras unos segundos abrí mi boca, ella se sorprendió, al sentir mis labios abiertos y mi lengua intentando entrar en su boca, no hizo nada y tras unos segundos me separé intentando ocultar mi decepción, mientras ella decía.
— Esos besos son de mayores nene, no te puedo besar así, soy tu mamá.
— ¿Entonces es por mi edad o por qué eres mi mamá?
Ella se quedó pensando y solo dijo
— No está bien…
— ¿Por qué no? Tu me dijiste que cuando dos personas se aman es normal que quieran acariciarse y besarse y yo te amo mucho mamá.
— Yo lo sé y yo te amo a ti, pero no está bien…
Yo sin decir nada me volví a acercar a ella, note como se sobresalto un poco al notar mi intención y volví a besarla exactamente igual que antes pero tras unos segundos me detuve y separé mis labios de los suyos solo para poder susurrar.
— Por favor…
Y volví a besarla, pero está vez de a muy poco ella cedió, abrió lentamente sus labios y por fin paso lo que tanto había deseado, sentí su boca abrirse poco a poco hasta que mi lengua tocó la suya, dada mi inexperiencia era un beso torpe, incluso algo tosco, pero cargado de deseo y mucha lujuria, mi mano bajo hacia su cadera, sus lengua acariaba la mía se forma suave y sus labios se movian al ritmo de los míos, pasamos quizá un minuto así, al separarme ella me miró, en ese momento no sabía todo lo que estaba pasando por su cabeza, pero después de unos segundos mirándonos fijamente ella sonrió y me dijo en voz baja.
— ¿Me das otro?
Yo sonreí de oreja a oreja y me acerque a ella, pero está vez fue ella la que busco el contacto y ese fue sin duda mi primer beso real, ella me beso a mí, en cuanto sus labios tocaron los míos su lengua salió ansiosa a buscar a la mía, movimientos fuertes y cargados de deseo reprimido, succionaba y lamia mi lengua de forma vulgar y deliciosa, mientras ahora sus manos se ponían sobre mí, acariciaba mis caderas y mi abdomen, acercaba mi cuerpo al suyo con fuerza, con ansia. Yo ya perdido completamente de forma involuntaria empuje mi cadera hacia ella, pasando mi dura y húmeda erección por su abdomen, mientras se decía entre el beso.
— Te amo mamá…
Ella sintió mi erección y soltó un leve gemido, mientras se separaba lentamente de mi y entre jadeos decía.
— ¿Entonces me amas así? ¿Quieres amarme así?
Yo asentí con la cabeza, en ese momento era consciente de que había perdido el control totalmente, el porno me había dado ideas y algunos fundamentos, pero sin duda en ese momento estaba a su entera merced.
— Yo también quiero que me ames así… Yo también quiero amarte así…
Dijo casi en gemidos mientras su boca bajaba de mi boca hacia mi cuello, y entre besos continuo.
— … Aunque esté mal, te amo mucho mi amor y se que tú me amas a mí, puedo sentir que me amas igual que yo.
Ella siguió bajando sus besos mientras se deslizaba cada vez más hacia abajo en la cama, llegó a mi abdomen bajo y sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando su mano se puso sobre mi miembro duro y palpitante, solté un suspiro y le dije.
— Si… Quiero que seas mi mujer…
Ella detuvo su plan original y mientras besaba mi abdomen susurro.
— Tienes razón, yo también quiero ser tu mujer… Quiero que me hagas tu mujer antes que otra cosa…
Volvió a subir en la cama y se acostó completamente boca arriba.
— … Ven… Ponte aquí…
Dijo con una voz llena de lujuria mientras abría sus piernas y me hacía un gesto para que me colocará sobre ella, entre sus piernas. Yo obedecí, tembloroso y deseoso, la visión de mi madre frente a mí con sus piernas abiertas y el pequeño y húmedo triángulo de tela de su tanga era increíble, mucho más de lo que pude haber imaginado.
— Quitámela…
Dijo ella, con una voz increíblemente seductora, yo obedecí como un rayo y al ir quitándosela ella levanto las piernas para ayudarme, al separar la tela de su sexo pude notar gruesos y viscosos hilos de sus fluidos separándose de la piel, una vez que pude quitársela me quedé perdido contemplando aquella belleza, un poco de vello, y sobre todo mucha humedad en sus labios hinchados ella giro la cabeza, quizás con vergüenza, pero a los segundos me pregunto.
— ¿Te gusta?
— Si…
Le respondí yo, aún absorto en aquella morbosa imagen.
— Es tuya… Hazme tu mujer mi amor…
Yo bajé un poco mis boxers liberando por fin un poco de la presión que sentía en mi pene duro y palpitante, me acerque más a ella haciendo que mi pene descansará sobre su abdomen, ella gimió mientras su mano derecha bajaba hasta mi miembro, y con la experiencia de la que yo carecía coloco la punta de mi pene en la entrada de su sexo.
— Ay amor…
Dijo casi gimiendo, y estando en esa posición con mi pene duro en su mano se puso seria al menos eso me pareció y con una voz más calmada me pregunto.
— ¿Me amas verdad?
— Si, mucho.
Le respondí yo al momento y ella pregunto.
— ¿Estás seguro? ¿De verdad quieres hacer esto conmigo?
— Si…
Le respondí, lleno de seguridad y mucha calentura, ajeno a los pensamientos que la devoraban a ella, mi madre soltó un profundo suspiro y por fin volvió a sonreír.
— Entonces dale mi amor, hazme tuya.
Por fin soltó mi miembro palpitante, justo en la entrada de su sexo dejándome libre el camino, yo con un movimiento algo brusco se lo metí entero, ella soltó un pequeño grito, yo me quedé en esa posición unos segundos hasta que por fin hablo.
— Así mi amor… Ahora muévete.
Yo asentí con la cabeza y comencé a mover la cadera, entrando y saliendo de aquella estrecha y caliente abertura, haciendo uso de mi poco conocimiento.
— ¡Si mi amor, así! ¡Métemela!
Yo estire mis manos para acariciar sus tetas que rebotaban al ritmo de mis penetraciones.
— Me encantas mamá.
Le decía con mi voz llena de deseo mientras sentía las contracciones internas de su sexo, era como si no quisiera dejarme salir y cada vez que volvía a entrar encontraba la misma estreches y la misma deliciosa resistencia.
— Si mi amor, cógeme, soy tuya mi niño, dame verga mi amor.
Sus gemidos y las cosas que decía me volvían loco de lujuria y placer, yo seguía moviendo la cadera como loco mientras ella hacía lo mismo, empujando su cadera contra la mía con cada penetración, debo decir y me llena de orgullo que después de pocos minutos ella se tenso y me abrazo fuerte con sus piernas, yo solo sentí como su vagina me apretaba el pene antes de forzarlo hacia afuera junto con un gran chorro de líquido, mi madre solo gritó mientras cubría su boca y comenzaba a temblar toda. Yo me quedé sorprendido, tras unos segundos me abrazo y me pego a su cuerpo quedando sobre ella y con la voz entrecortada me dijo.
— Ay mi amor gracias… Perdón. Ya me hacía falta.
Mientras terminaba de hablar besaba mi cabeza, que era lo que quedaba apenas a la altura de su boca.
Yo estaba confundido, en ese momento no sabía lo que había pasado, ella me besaba como desesperada mientras repetía una y otra vez.
— Te amo, te amo, te amo.
Yo besaba sus tetas que era lo que tenía a mi alcance mientras le decia que yo a ella también, tras unos minutos así note que mi madre aún temblorosa se había quedado dormida, yo le hable.
— ¿Mamá?
Pero no hubo respuesta, solo balbuceos y volvió a dormirse. Con mucho cuidado me moví hacia un lado y la cubrí con las cobijas, yo estaba feliz, aún erecto pero feliz, por fin había conseguido lo que había buscado, después de unos minutos me quedé dormido también.
Esa fue la primera vez, aunque a la mañana siguiente sería la prueba de fuego, lo que de verdad daría un cambio real a nuestra vida. Ojalá les haya gustado y déjenme saber si quieren que continúe, tengo y tenemos mucho que contar.
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