El Inicio De Un Perverso 2
Despues de ver a mi tía cómo se la cogía su amante, yo quería saber qué era eso y por suerte, tenía un tío que me ayudó a tener mi primera experiencia sexual con una chiquilla que él se andaba comiendo..
Mi Primera Vez
Después de que vi a mi tía María cogiendo con el Nacho, sentía esa curiosidad inexplicable de saber qué es lo que hacían y por qué tenía yo esa sensación extraña como de ansiedad y calor, además de una erección. Acudí con mi tío Daniel, de quién siempre fui el sobrino favorito por ser su primer sobrino, ya que antes de mí, solo tenía sobrinas y no era lo mismo, además que él se había casado a los 22 años, pero su matrimonio solo duró tres años y no tuvo hijos, quedando soltero nuevamente, pero tenía muchas novias. Una mañana de domingo en que me llevo a ver un partido de fútbol, me animé a preguntarle.
—Tío, quiero preguntarte algo.
—Dime, Mano —todos me decían Mano, de cariño—, si me se la respuesta, te ayudo.
—Es que no sé cómo decirlo, es algo un poco raro.
—Pues dímelo como venga, yo le busco forma.
—Está bien, tío. ¿Qué es lo que hace un hombre encima de una mujer? La mujer se levanta la falda y el hombre se baja el pantalón.
—Ah, cabrón. ¿Dónde viste eso?
—Es que no te puedo decir quién, tío.
—Dime, ¿qué, no me tienes confianza?
—Sí, tío; pero es que se trata de mi tía.
—¿Quién, Laura? —preguntó con sorpresa—.
—No, tío. Fue mi tía María.
—Ah, menos mal —en ese momento, no entendí el comentario—, ¿con quién estaba?
—Con Nacho, estaban como frotando sus panzas.
—Ja ja ja, no Mano, no estaban frotando sus panzas, estaban cogiendo.
—¿Qué es eso, tío?
—Cuando un hombre le mete el tilín a una mujer.
—Ah, ¿en dónde se lo mete?
—En la panocha.
—¿Qué es la panocha?
—Ay, Mano. Estás muy inocente. Ven, te voy a enseñar algo.
Me llevó a su casa, él vivía solo y de una caja, sacó unas revistas pornográficas y vi fotos de mujeres con hombres desnudos teniendo relaciones. Nunca había visto eso y sin saberlo, me excité, el pene se me puso duro y volví a sentir ese calorcito en el cuerpo. Mi tio se reía y tuvo una idea.
—¿Te gustaría saber qué se siente coger con una mujer?
—Sí, tío —respondí lleno de curiosidad, ansiedad, excitación y a la vez inocencia—.
—Mañana después de que regreses de la escuela, te vienes para acá, yo aquí te espero con una amiga que te va a echar la mano.
Su casa me quedaba de paso para la escuela, por lo que al día siguiente, en vez de quedarme como siempre, jugando fútbol desde clases, me fui rápido para la casa de mi tío, la casa era de tablas, aunque le faltaban varias en unas paredes, con techo de láminas de zinc, muy oxidadas, pero el cuarto donde dormía sí estaba bien cerrado y tenía una puerta que no permitía abrir desde afuera. Cuando entré al cuartito, me sorprendió ver en su cama a Reyna, una chava de unos 25 años, chaparrita, güerita y no fea, pero sí narizona. Siempre había sabido que ella tenía muchos novios, pero para mí eso solo significaba que se abrazaba y se besaba con los chavos, de los cuales algunos eran menores que ella.
—Mano, ¿qué dices? —Me preguntó Reyna—, no tengas miedo. Vas a sentir bien bonito y luego vas a querer hacerlo siempre.
Yo no entendí mucho lo que decía, pero si quería probar eso que había visto hacer el Nacho a mi tía María. Además, Reyna para mí estaba hermosa con su falda blanca hasta los tobillos, de una tela con encaje que tranparentaba sus piernas hermosas, blancas como la leche y suaves como la panza de un gato. Sus pechos pequeños pero muy firmes, cubiertos apenas con un sostén blanco y una blusa tipo chaleco de color azul claro que se abría por enfrente con dos botones.
—¿Qué, sí te animas o me tienes miedo?
Yo temblaba como perro mojado, pero moví la cabeza negativamente. Quería saber qué se sentía coger, quería saber cómo era una mujer desnuda y sentir esa piel que se antojaba deliciosa. Mi tío me había comentado ya que yo tenía que meter mi pene en una rajita que la mujer tenía y que se sentía riquísimo.
Reyna me empezó a desnudar, yo sentía un poco de pena, pero percibía que si yo me desnudaba, ella también lo haría. Me quedé sin camisa, sin playera, sin pantalón, me acostó en truza sobre la cama, me besó en el pecho y sentía cosquillas, ya tenía el pitito bien parado, ella se sacó la blusa, la falda, el sostén y se quedó en pantaletas blancas, se acostó y me dijo que le sacará esa última prenda, yo con desesperación le bajé los calzones hasta sacárselos, no esperé que me dijera, me saqué la truza y así como había visto a Nacho sobre mi tía, me trepé sobre Reyna, pero no encontraba la entrada, solo me frotaba en su abundante mata de pelos, mi verguita lampiña buscaba meterse y nomás no encontraba, me dió mi primer beso en la boca, me encantó, yo estaba viviendo un sueño en ese momento, pero no estaba cogiendo, solo estaba frotando mi pene en sus vellos, hasta que ella abrió más las piernas y acomodó la punta de mi palito en su entrepierna, ahí supe lo que era entrar en una panocha, la hundí hasta el tronco, que no era mucho, pero era todo, sentí algo realmente único, agarré el ritmo y me comencé a mover, mi boca llegaba casi exacto a sus pechos y me metió uno a mi boca, yo chupaba y acariciaba el otro, después cambié de pecho y no dejaba de moverme, estaba sintiendo tan rico que no quería que acabará, pero de pronto sentí que explotaba por dentro y que me venía un calor y escalofrío a la vez, tuve mi primer orgasmo y me quedé tieso, quedé pensado por unos segundos y luego que volví a la normalidad, vi que Reyna me miraba sonriendo, yo sentí un poco de pena, pero algo dentro de mí había cambiado. Ella se limpió con papel y se comenzó a vestir. Yo me cubrí un poco con las manos y comencé a vestirme también.
Reyna abrió la puerta y mi tío que estaba en una hamaca afuera del cuarto, entró, preguntó que como estaba, que si me había gustado, le dije que sí. Solo me advirtió que no dijera nada, que pronto volvería a coger con alguien más. Reyna me dió un último beso en la boca y se fue aprisa.
Mi tío me dijo que pronto me iba a ayudar a que me pudiera comer a una chiquilla de mi edad, para que sintiera más rico, porque Reyna estaba muy grande para mí, que entre más apretada estuviera la mujer, más rico sentiría.
En el próximo relato sabrán quién fue la nena que me comí y fue algo que me
sorprendió.
Leo sus comentarios.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!