El Inicio de un Perverso 4
Por fin me toca hacerlo con una chiquilla de mi edad, sin embargo, no tenía la mínima idea quien sería, cosa que me sorprendió mucho, pero al mismo tiempo provocó un morbo que lo hizo ser más excitante..
Con una de 12 años
Hola, continúo con la historia de cómo me hice un perverso, pues antes de los nueve años ya sabía lo que era tener sexo con una chica de más de veinticinco años.
El tiempo pasó y yo había cumplido nueve años ya, casi llegaba a los diez, cuando mi tío por fin me esperó regresando de la escuela en la puerta de su casa y me llamó discretamente, me hizo pasar y nos sentamos en la hamaca.
—Ya tengo lista la chavita que te vas a coger está vez —me dijo mi tío—; pero no te vayas a asustar, la verdad, ahora sí debes guardar el secreto como si fueras una tumba, porque de esto nomás sabemos ella, tú y yo, lo que vamos a hacer, es algo que la gente no ve con buenos ojos.
Yo asentí con la cabeza, eso bastaba para que mi tío se convenciera de que de mí no saldría una palabra de lo que pasaría, fuera lo que fuera.
—El miércoles vas a venir en la mañana —dijo mi tío, sin que yo pudiera replicar—, vas a salir de tu casa normal como si fueras a la escuela y te voy a esperar aquí, vas a venir bien bañadito y con los dientes bien cepillados, porque la nena que te vas a comer, no se merece que vengas todo cochambroso.
—Sí, tío —dije obediente —.
—No vayas a comentar nada, wey. Esto no lo tiene que saber nadie, ¿va? Ya vete a tu casa, no se te vaya a olvidar.
—Claro que no, tío. Ya tengo un chingo de ganas de hacerlo. Nos vemos el miércoles.
Me fui casi corriendo a mi casa y de solo imaginarme que iba a volver a coger, ya estaba bien caliente y llegué directo a mi cuarto para hacerme una “Manuela”. A esa hora no había nadie en mi casa y me la jalaba imaginándome una chiquilla que iba en mi salón llamada María Antonia, un año mayor que yo, rolliza, morena clara y muy linda de la carita. Era mi amor platónico y me hacía la “chaqueta” imaginándomela debajo de mí y yo besándole esos labios hermosos que poseía y metiendo mi pequeño miembro en su vagina lampiña, porque estaba casi seguro que al igual que yo, aún no le salían los primeros vellos púbicos. Me derramé bien rico y me limpié rápidamente con papel sanitario. Descansé unos minutos, recordando en ese momento a Reyna con su panocha bien peluda y luego me fui a bañar.
Los días volvieron a pasar lentos para mí, pero el miércoles por fin llegó, por la mañana me desperté más temprano de lo normal, me bañé más de lo habitual y me lavé bien el miembro, que para esa época era solo un “membrillo”. Desayuné unos huevos estrellados y luego me lavé bien las manos y la boca, cepillando hasta la lengua, el paladar y por otro poco hasta la campanilla, después me hice un enjuague con Astringosol, que picaba bastante y me dejó hasta la lengua entumecida, pero contento por lo que me esperaba. Ya casi para salir, me fui al cuarto de mi papá y le tomé un poco de su fragancia, uno corriente que el usaba llamado Clint, de una marca de las se venden por catálogo, no sé si era mi percepción, pero olía tan bien como no he encontrado hoy en día uno de marca que huela igual. Salí como alma que lleva el diablo para donde mi tío, cuando llegué, él estaba recargado en la puerta, con su típica camisa a cuadros, su pantalón de mezclilla, su barba afeitada y su mirada seria. Se hizo a un lado, indicando que debía entrar rápidamente y así lo hice. Me acosté en la hamaca y observé que las tablas que antes le faltaban a la casa de mi tío, ya habían sido colocadas, había parchado también las rendijas entre tabla y tabla. Minutos después entró una hermosa nena con uniforme de secundaria, yo me quedé tieso, estaba totalmente sorprendido, era mi prima Isabel, la hija de mi tía Laura, una hermosa niña de 12 años, delgada, de piel blanca y pelo castaño, sus piernas, sus nalguitas y sus tetitas eran deliciosas a la vista y estaba convencido de que lo serían más al tacto, cosa que comprobé minutos después.
—Tío —dijo ella también sorprendida—, no me dijo que sería con mi primo Mano.
—Tú no te fijes —dijo mi tío, convenciéndola de que era algo sin importancia—, él no va a decir nada, no es chismoso y además todo queda en familia.
—Pero me da pena —trató de protestar Isabel—.
—Así debería darte pena de que te hayas metido con tu profesor —le dijo mi tío, en tono de reproche—, pero si no quieres, puedes irte.
—No tío —respondio ella—, yo solo comentaba, pero no le diga nada a mi mamá. Haré lo que quiera.
Yo sentí un poco de pena por ella, porque vi un poco de tristeza en su rostro, pero al final de cuentas yo ya traía unas ganas de coger que no me importaba qué métodos usaba mi tío para chantajear a mi prima, además ella estaba hermosa, aún más que María Antonia, mi amor platónico, así que no me iba a detener su carita triste.
Mi tío nos dijo que entráramos al cuarto, pasamos y el con nosotros, yo me apené un poco que él me viera desnudo, pero ya no había vuelta atrás, al fin y al cabo él era mi maestro.
—Mano —dijo mi tío—, yo te voy a ir diciendo lo que le vas a hacer y cómo lo vas a hacer.
Isabel también estaba un poco avergonzada de estar los tres al mismo tiempo, pero se sacó la ropa sin que nadie le indicara, noté que sus tetas estaban más grandes de lo que aparentaban con el uniforme puesto, se desnudó completamente y mi tío no le quitaba la vista de encima, pero evidentemente no era la primera vez que la veía desnuda.
—Siéntate, “Chabe” —ordenó mi tío—, Mano, tú le vas a chupar las tetas, pero suavemente, vas a lamer y morder suavemente sus pezones, mientras haces eso con uno, acaricias el otro con las yemas de los dedos y luego cambias de teta.
Yo hice lo que me pidió, mientras sin que me lo pidiera, me iba desnudando poco a poco. Isabel me acariciaba el cabello con sus dedos y de repente me jalaba la cabeza hacia su cuerpo. Se notaba que Isabel también traía muchas ganas, porque le metí la mano en la rajita y ya estaba escurriendo, su pepita que apenas tenía unos finísimos vellos como pelos de gato, era suave, jugosa y pequeña, yo se la acariciaba con una mano y con la otra pellizcaba suavemente la teta que no ocupaba mi boca. Para ese momento ya los dos estábamos completamente desnudos y mi boca ya buscaba la suya y ella no se hizo del rogar, besaba riquísimo, más que la narizona, tenía unos labios suaves y deliciosos, me besaba con una calma y a la vez una intensidad que no la tendría una chica de más de más de veinte años.
Nos habíamos olvidado completamente de mi tío, hasta que habló para decirme que la acostara en la cama con las piernas flexionadas y abiertas, para que yo pudiera colocar mi cara entre sus muslos y que mi boca le diera sexo oral a Chabelita, era la primera vez que yo iba a saborear una vulva y le puse el mayor de los empeños. Mi tío me dijo dónde chupar, dónde lamer y dónde lengüetear, me mostró el clítoris y cómo estimularlo para darle mayor placer a ella, cómo meterle los dedos y dos de mi mano derecha ya estaban haciendo esa labor. Para ese momento ya parecía una persona diferente, gemía, jadeaba y se retorcía como una puta cualquiera, pero era mi prima de doce años que estaba a punto de volverse loca por las lengüeteadas que yo le daba. Ya le había agarrado el modo y mi tío me jaló las manos por debajo de sus piernas, para que acariciara sus tetas mientras seguía chupando esa papayita deliciosa. Me dijo mi tío que mordisqueara sus piernas, que le metiera la lengua en el ombligo, que chupara el hueso de su cadera, que mordiera suavemente la parte interior de sus muslos y al final, me dijo que le punteara el culo con la punta de mi lengua, eso la volvió completamente loca, Chabela me pidió con voz llena de lujuria que se la metiera, que la cogiera en ese momento. Yo también estaba a punto de reventar y no esperé las instrucciones de mi tío, casi me aventé encima de ella y temblando de nervios, busque la entrada al paraíso con mi pequeña pija y así de mojada como estaba, no fue difícil ensartarla, ella gimió, me abrazó con brazos y piernas. Movía la cadera frenéticamente y en ocasiones hasta perdíamos el ritmo, pues era mucha la desesperación de ambos por querer sentir mayor placer y cuando al fin nos acoplamos al movimiento, no tardé casi nada y sentí como me venía el orgasmo, uno de los más hermosos que había tenido. Le vacíe toda mi lechita dentro de esa pequeña cuevita, pero le seguí dando muy duro aún, hasta sentir que me quedaba sin fuerzas y dejé adentro mi pedacito de carne, ella por lo visto también había disfrutado mucho, estábamos sudorosos y su cara estaba roja como si hubiera estado encerrada dentro de una bolsa de plástico bajo el sol. La cama estaba mojada, no húmeda, mojada completamente en el lugar donde estaban nuestros sexos. Sentía cómo su vulva aún apretaba deliciosamente mi platanito, yo la seguía besando y ella me abrazaba con desesperación. Estoy seguro que también había tenido un orgasmo. Nos separamos casi con tristeza y tomamos aire, mi camotito ya empezaba a encogerse y a ella le escurría la cuquita, por lo que tuvo que limpiarse con papel. Ella también sabía en dónde guardaba mi tío el rollo de papel higiénico, ya se imaginan por qué.
Mi tío nos dejó recuperarnos, se salió del cuarto y regresó con un vaso y una jarra, le dió a beber a ella y luego a mí. Yo aún temblaba como perro que acaban de bañar.
—Mano —dijo mi tío en voz baja—, vas a ser un cabrón para coger, mira como dejaste a Chabelita.
Isabel solo sonrió con un poco de pena, me dió el vaso y mi tío me sirvió agua a mí. Ella se comenzó a vestir y yo buscaba mi ropa que estaba tirada en el piso. Nos salimos después de unas breves instrucciones y llegué a mi casa más feliz que nunca.
Espero les haya gustado este relato, un paso más que di en mi camino de perversiones. Dejen sus reacciones y comenten. En los próximos capítulos les contaré cómo mi lujuria me llevo a hacer cosas que nadie sospechaba que yo era capaz. Hasta pronto.
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