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Heterosexual, Zoofilia Hombre

El Inicio De Un Perverso 5

Descubriendo cosas nuevas. Por no tener al alcance las nalgas de mi querida prima, tuve que buscar la forma de satisfacer mis ganas con una hembra de otra especie..
Descubriendo cosas

Hola, retomando la historia de mis orígenes, reanudaré la historia después de que me cogí a Isabel, la nena de 12 años. Pasaron muchos días y tuve varios encuentros más con Chabelita, a ella también le había gustado la experiencia de coger conmigo, mi tío me había dado más teoría y yo la ponía en práctica con la Chabe, incluso habíamos hecho un 69, pollito rostizado y patitas al hombro. A Isabel le encantaba la verga y a mí me encantaba metérsela. Cumplí 11 años y un día supe que a la Chabe, ya con casi 14 años, la habían mandado con su madrina a la ciudad, así que quedé como ratón sin queso, ya solo me quedaba jalármela con la mano, pero ustedes saben que no es lo mismo y por mucho. No hubo ni despedida, ella tampoco sabía que se tenía que ir, solo que su madrina había enfermado de cáncer y tendría que ir a cuidarla por algún tiempo, pues su padrino trabajaba como chofer y muchas veces se la pasaba fuera, así que en vez de pagarle a una enfermera y a una doméstica, era más fácil que Chabe la cuidara y le hiciera el quehacer. De ahí también surgió una historia que Isabel me contó con lujo de detalles años después, pero ese será tema de otro capítulo.

Ya estando yo solo en el pueblo, me sentía como perro sin dueño, pues aunque sabía coger ya muy bien para mi edad, yo era demasiado introvertido, con una timidez especial hacia las mujeres que me rodeaban, aunque se me antojaban muchísimo, desde la maestra que me daba clases hasta la nena que se sentaba adelante de mí, desde la vecina que se bañaba en su patio hasta la hija del panadero que cuando se agachaba se le marcaba el calzón en la faldita, desde la señora de la tienda que tenía unos pechos hermosos hasta la flaca que atendía la verdulería.

Mi salchicha era muy pequeña, pero la necesidad de meterla, era enorme y entonces surgió algo que no había pensado, pero que me dio una idea. En la escuela, convocaron a un concurso de pintura y yo me inscribí para distraerme de los pensamientos malignos que tenía. Hice un pequeño caballete para pintar y me fui al campo para buscar un paisaje digno de plasmar en mi lienzo, por lo que caminando, me encontré un potrero donde habían varios caballos y yeguas, pero también habían unos burros y se me ocurrió pintar a esa manada de animales, por lo que me senté en una piedra y me puse a pintar. De repente, veo que un burro se le trepó a una yegua y la yegua se resistió un poco, pero al final, el burro se la metió toda y la yegua parecía disfrutar de esa macanota que portaba el asno, hasta que el el garañón se desfogó por completo y le sacó ese pedazo de carne chorreando baba y la yegua se fue caminando como adolorida de las metidas que le habían dado. Yo tenía mi pequeña verruga bien tensa y mi excitación era tanta, que se me ocurrió que podía metérsela a una yegua, pero todas estaban altas y no alcanzaría su panocha, además, podría pasar alguien y me vería cogiéndome a la yegua. De pronto, vi a una pequeña potranquita, aún pequeña y flaca. Me acerqué a ella e inocentemente se dejó agarrar, la acaricié y creo que le caí bien, corté un poco de pasto tierno que había afuera de la alambrada donde estaban y se la ofrecí, haciendo que me siguiera hacia dentro de un pequeño bosque. Le puse el pasto sobre el tronco de un árbol, quedando su trasero cerca de una roca y rápidamente me paré sobre la piedra y me bajé el pantalón. Le hice a un lado la colita, le dí unos cuantos rozones en la entrada de su raja, la cual estaba completamente seca, me escupí la mano y me unté la saliva en la cabeza de mi pitito y así bien caliente como estaba, no esperé más y se la dejé ir, la pequeña potranquita habrá sentido menos que un piquete de mosco, pero a mí hasta me temblaban las patas como si estuviera nevando. Sentí algo rico, algo que no había sentido antes, era algo completamente diferente, a pesar de que no era de los más apretado lo que sentía, me excitaba la idea de que ahora nadie sabía que estaba cogiéndome a una hembra, aunque no fuera de mi especie, pero era una hembra, sentía algo que en ese momento no sabía qué era: morbo, excitación, lujuria y perversión. A la potra le gustaba, porque se acabó de comer el pasto y se quedó muy calmada, yo le daba con toda la intensidad, mientras me imaginaba a María Antonia, mi eterno amor platónico, me la imaginaba sobre mi cama, abierta de patas, solo faltaban los besos, pero en cambio no tenía que preocuparme por satisfacer a la dama, me daba placer solo para mí, me imaginaba también a la maestra de artística, Alejandra, una señora de unos 35 años con unas caderas anchas, nalgas fabulosas y unas piernas hermosas, alta, bonita y sonrisa coqueta, en la realidad estaba muy lejos de mi alcance, pero en mi imaginación estaba de pie desnuda, recargada en la pared y yo era un hombre alto que le daba la cogida de su vida y ella me decía cosas lindas al oído. También me imaginaba por momentos a mi prima Isabel, aunque más que imaginación eran recuerdos. No sé si pasé segundos, minutos, horas o de una dimensión a otra, pero perdí la noción del tiempo, del espacio y de quién era yo, empecé a sentir que llegaba al climax y le daba como cajón que no cierra a esa potranquita, sin sentido figurado, la cual también sentía por lo menos alguna caricia, porque estaba quietecita y yo sudando hasta por las bolas. Mi cuerpo se tensó, aventé toda la leche dentro de esa panochita de cuadrúpedo. Me sentía todo un garañón y cuando terminé de ver estrellitas de colores por el orgasmo, le dí una nalgada a mi hembra en turno y salió al trote. Me quedé con el chile escurriendo leche y me lo guardé de prisa, bajé de la roca y rápidamente me regresé a mi casa con mi caballete y mi lienzo en blanco, había nacido Picazoo, no precisamente porque pintara como Picasso, sino porque picaba zoo.

Hasta la próxima, amigos, espero su reacción y sus comentarios para saber si les gustan mis anécdotas.

81 Lecturas/23 septiembre, 2025/0 Comentarios/por Picazoo
Etiquetas: amigos, chofer, hija, leche, orgasmo, recuerdos, vecina, zoo
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