El maestro y sus alumnas en una escuelita rural 2
La chiquilla Carina está curiosa por conocer mi tolete, vaya que lo conoce a profundidad en el mismo salón de clases..
En los días siguientes fue difícil encontrar otra oportunidad para hacer algo, su mamá permanecía siempre en casa y estaba al tanto de ella, pero al tercer día sucedió algo que me llamó la atención.
Esa tarde descubrí que en una esquina del corralón llegaba el sol hasta tarde, por lo que me fui a sentar en un rincón donde había un árbol para leer un libro, como el muro daba a la calle, escuché voces de mujeres que conversaban y reían, a medida que se acercaban pude reconocer la voz de Marina y su amiga Carina, cuanto más cerca estaban más claro podía distinguir sus voces, al llegar a la esquina, justo detrás de donde yo me encontraba se pararon y seguían hablando, aun cuando lo hacían en voz baja podía distinguir la mayor parte de sus palabras que fueron más o menos de la siguiente forma.
Marina hablaba tratando de bajar la voz y en medio de risas, toda la conversación era en quechua.
—Sí, no te hagas, yo los he visto meterse al monte, creo que el profe te cargó —decía Carina.
—No, habrás visto mal, no éramos nosotros ¿ya? —replicaba Marina
—Cómo que no, yo les he seguido desde lejos. Dime la verdad, yo no voy a decir a nadie, el profe te ha hecho cositas ¿no es cierto?, no mientas, eres mi amiga y puedes confiar en mí, dime lo que han hecho ¿ya?
—No hemos hecho nada, el profe sólo me ha tocado mis tetitas, nada más.
—¿Nada más?, mentirosa, estabas roja cuando han salido de allí, seguro que te ha metido su cosa en tu cosita ¿no es cierto?, dime si le has visto su cosa.
—No lo he visto, ¿Cómo crees que voy a verle? — se reía al responder —¿Y tú donde estabas para mirarnos?
—Yo les estaba aguaitando, yo estaba oculta en el monte cerquita para ver lo que hacían ustedes. —Dime la verdadcito ¿Qué tamaño era su cosa?, ¿grande o chiquito? —. Se reía Carina.
—Era así, era como un plátano —Se reían mucho entre las dos
—¿Asisote?, ¿Cómo un plátano?, jajajaja. De mi Olmer es chiquito, asisito nomás—. Al parecer hacían comparaciones con la mano. Cabe aclarar que mi verga no es gigante, pero es respetable.
—Jajajaja, ¿así chiquito?, y ¿ya te lo ha metido?
—Si, por algo somos novios, ya me lo ha metido varias veces, se siente muy rico —, decía Marina.
—La verdad el profe no me lo ha metido, quería meterlo, pero me dolía mucho y casi grito, sólo me ha frotado rico, me ha gustado mucho.
—¿Ves que eres una zorrita?, yo sabía que algo habían hecho, a mí también el Olme me lo metió cuando tenía tu edad, yo era más chiquita todavía, ¿es rico no cierto?
—Pero a mí no me lo ha metido, hasta cuando tenga mi novio, el profe sólo me ha hecho gustar, con esa cosota que tiene me haría doler mucho.
—Seguro que te va a querer meter pronto, así son los hombres. Pero ya tengo que irme, cómo no está el Olme para calmar mis ganas, hablando contigo me ha dado ganas.
—Jajajaja, mañosa eras también, yo también tengo que llegar a mi casa.
—Mañana nos vemos en la escuela, y saludas a tu profe —jajajaja…
Como ya se despedían y tratando de evitar que no sospeche que escuché la conversación de ambas, rápidamente me fui a mi habitación. Ya en mi cuarto no podía continuar concentrado en mi lectura, mi mente se iba a la figura de Marina y luego al de Carina.
Carina era una chica blancona, un poquito más grande en talla y cuerpo que Marina, era simpática de rostro, tenía bonita sonrisa y ya le empezaba a notarse sus senos, ya había cumplido los 14 años y al parecer tenía un novio que estaba ausente en ese momento. No le había prestado mucha atención, pero empecé a pensar en ella, en que ya no era virgen, acerca de su pregunta del tamaño de mi verga, en el hecho que nos había espiado y también la posibilidad de que podría descubrirse nuestra incipiente relación prohibida con Marina.
Los días siguientes estuve más pendiente del comportamiento de Carina en las clases, evidentemente había un cambio en sus actitudes, me miraba constantemente sin que notaran sus compañeros y muchas veces su mirada se dirigía a mi entrepierna, como yo estaba de frente abría las piernas y se subía la falda tratando de mostrar su pierna, yo trataba de disimular, pero también era evidente que nuestras miradas se encontraban con frecuencia.
Algunas veces yo me quedaba hasta tarde en la escuela, había un ambiente al costado de los salones que era utilizado como Dirección y de hecho teníamos nuestros escritorios la directora y yo, ambos teníamos llave. Una de esos días yo me quedé a completar unas tareas mientras la otra profesora se marchó inmediatamente, cuando ya todos los alumnos se habían retirado sentí pasos que se acercaban y se perfiló en la entrada la figura de Carina, venía toda risueña y le dije que entre, se acercó al mueble donde estaba sentado y me dijo que la ayudara con una tarea que no entendía. Le dije que acerque una silla y me muestre sus dudas, inicialmente me hizo preguntas sobre una tarea que les di en la clase, en cada momento mostraba un coqueteo riéndose y mirándome insistentemente, ya no me aguanté, la tomé de la barbilla y mirándole a los ojos la dije:
—Eres muy bonita Carina ¿sabías?, cualquiera estaría contento de ser tu novio.
—Pero profe a ti te gusta la Marina, les he visto el otro día en el cerro —respondió ella.
—¿Cuándo nos viste?, además ella es muy chiquita todavía.
—El otro día, en el cerro, seguro que le has hecho cositas malas a mi amiga.
—Jajajaja, me reí— Cómo que cositas malas, ella es chiquita todavía.
—Pero yo a la edad de ella ya tenía novio y ya hacíamos cosas de grandes.
—¿Así?, y ¿quién es tu novio? —Yo sabía que ella tenía un novio, pero quería saber más.
—Se llama Olmedo pero está de viaje, pero seguro que ya volverá dentro de poco.
—¿Y qué cosas has hecho con tu novio?
—Cosas que hacen los novios pues profe, ¿sabes eso no?
—Pero tú también eres chica todavía, pero a ver ¿te refieres a que ya han hecho el amor?
Ella se reía coquetamente y me respondía poco a poco más explícitamente, a este punto ya mi verga estaba erguida y se notaba a través de mi pantalón, cosa que no pude disimular.
—Uy profe, se te ha parado —me dice, indicando y pasando eróticamente su lengua por sus labios.
—Tu eres la causa de que se me pare, ¿quieres tocarlo? —. Llevé su mano a mi paquete sin esperar respuesta y la fui sobando por encima del pantalón.
—Uy profe, qué grande lo tienes.
—¿De tu novio no es igual?
—No profe, de él es más chiquito —Lo decía con un tono gracioso de pena y decepción.
—¿Quieres mirarlo? —al decir esto me abrí el cierre de mi bragueta y lo fui sacando tan erguido como estaba, al mismo tiempo llevé su mano a acariciar sobre la piel de mi verga, a lo cual ella lo hacía con un poco de torpeza, pero con todas las ganas.
Como seguíamos sentados, ella frente a mí en nuestras sillas, la tomé de la cintura y la hice parar mirándome, estaba con una falda que le llaman de mil rayas, no era tan larga ni tan corta, pero por debajo de las rodillas, la toqué con la yema de mis dedos en las rodillas y fui subiendo acariciando sus piernas por debajo de su falda, ella respiraba agitada, hasta que llegué a su calzón, lentamente fui apartando a un lado para llegar a la raya de su vagina, no tenía aun vellos y estaba mojada, demasiada encharcada que mojó mi dedos con lo que pude introducirlo suavemente en su caliente cueva, a este punto su respiración era muy agitada y gemía suavemente.
La jalé hacia adelante y la coloqué con las piernas abiertas a ambos lados de mis rodillas, hice que se acerque hacia mi pene erecto, llegué a la vulva por un ladito de su calzón y pasé una y otra vez en su rajita deliciosa, ella misma hizo presión cuando sintió la cabeza de mi pene en la entrada de su vagina, la cabeza se introdujo y ella emitió un gemido profundo de placer, poco a poco mi pene entró en su cueva apretada y caliente hasta tocar fondo, sentí sus labios húmedos en mis labios que luego se convirtió en un juego de lenguas, ella empezó a moverse sobre mi verga, al principio trabajosamente debido al grosor de mi herramienta y luego más fácilmente debido a los abundantes fluidos, yo ayudaba con mis manos en sus nalgas, el movimiento se fue haciendo más rápido hasta que reventamos en un solo orgasmo que nos dejó agotados, ella se mantuvo en la misma posición por unos largos minutos hasta que nos fuimos recuperándonos, finalmente ella se paró separándose de mi verga que empezaba a quedarse flácida, salió de su agujero con un plop y abundantes líquidos seminales se derramaron al suelo, yo busqué algo con que limpiar su entrepierna y sólo tenía el bendito pañuelo en mi bolsillo, se acomodó su calzón y su falda, recogió sus cosas que había traído, miró por la puerta para ver si no había nadie y salió de la sala sin decir una palabra dejándome embelesado y con la verga aun colgando.
Continuará…
Muy excitante y con morbo.
Rico relato