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Heterosexual, Incestos en Familia, Sexo con Madur@s

El mejor de los trabajos V

Nuevo trabajo de campo, nuevas aventura; definitivamente conseguí el mejor de los trabajos…..
Había pasado como mes y medio perdido en esa isla conviviendo con esos aborígenes y, a pesar de que el lugar me gustaba porque podía tener sexo con cualquiera sin límites, andar en bolas con todos en el mismo lugar, cumplir mis fantasías y no tener responsabilidades, estaba preocupado por mi trabajo, por mis seres queridos, todos los que estaban preocupados por mi y no perdía las esperanzas de que me estuvieran buscando; sin embargo, observaba al capitán y a su hijita y los veía tranquilos, sin preocupaciones, estaban sumamente adaptados a la rutina diaria de ese lugar inhóspito, inclusive, de no ser por su color de piel, diría que eran parte de ellos. El capitán participaba de cuanto ritual de sexo había, compartiendo cuanta niña, mujer y anciana también participara, de igual forma, no le molestaba, es mas, mas bien le excitaba que su hijita se la culiara cualquier aborigen que se la pedía, en ocasiones, le gusta solo presenciar como bombeaban a su hijita mientras se masturbaba. Cuando uno de los lugareños no quería tener sexo con su hijita dentro de una choza, a veces se le llevaban a un rio y él se iba detrás de ellos para esconderse y verlos.

Un día tuve una idea y fue ir con algunos lugareños que me guiaran para ir a la playa y de una vez me ayudaran para colocar alguna especie de señal sobre la arena por si pasaba alguna avioneta o helicóptero de búsqueda y así la pudieran ver. Pues traté de cordinar, el capitán me acompañó junto con dos indios mas, estos cargaban una especie de anda con cosas de comer y herramientas pero, lo que se me hizo mas curioso es que no iba la hijita del capitán, porque le dijo que no quería ir, sin embargo, por el contrario iban un nene y dos nenas inditos, pensé que no iban a ser de mucha ayuda, pero en fin, ellos sabrán porque los llevaban.

Cuando llevábamos varias horas de caminar, hicimos una parada para descansar y comer algo de lo que habían empacado, veníamos en fila y al llegar al lugar donde comeríamos, el último indio que venía ya traía clavada a una de las nenas, no se cuanto tiempo venía caminando con ella guindando pero ambos se veían felices. El tipo al bajarla de su cuerpo, de su panochita salió un pedazo de carne negra gruesa, babosa y con algo de semen escurriendo, en cambio la nena, como si nada, venía comiéndose un mango, estaba embarrada del jugo del mango que recorría todo su cuerpecito desnudo, sucito y sudadito, que hasta todo el torso del indio también venía embarrado de jugo del mango. Posteriormente, comenzamos a comer, al terminar descansamos un rato pero, de una manera inesperada, la otra nena que venia con nosotros se fue donde el capitán y se le sentó encima de su pelvis tratando de cabalgar su verga, que aunque estaba dormida, al sentir el calorcito de esta vulvita indita se le comenzó a parar, el capitán solo se rió y le dijo «ay criatura ya habías tardado» y ahí, de par en par, comenzó a cogérsela. Otro de los indígenas que estaba del otro lado de una roca le entró el espíritu de la lujuria, llamó al nene que venía con nosotros, lo agarró, lo levantó como un muñeco de trapo, lo puso de cabeza sin soltarlo y así, el nene estando de cabeza le comenzó a mamar la verga que era larga y curva hacía abajo, mientras tanto el indígena se lamía los dedos y se los mentía dentro del culito para irlo dilatando; pasaron unos minutos cuando el indígena puso al nene en cuatro y este comenzó en el «va y ven» dejándole ir la verga de un solo pegando los guevotes a los guevitos el nene, y con su tac tac tac tac, duraron varios minutos hasta que le dejó ir mínimo sus 6 chorros de leche. Mientras yo veía toda esa culiadera se me comenzó a parar la verga, cuando el indígena se había terminado de deslechar en el culito del nene me miro, lo soltó dejando caer unos cuantos chorros de su ano y me lo llevo hasta donde estaba yo, y a modo de señas, señalaba el culito del nene y luego me tocaba la verga, era obvio que no había necesidad de saber su dialecto para comprender que me lo estaba prestando, el indígena me empujo lentamente acostándome sobre la tierra y las hojas del suelo, con una mano me agarró la verga, me la acomodó viendo hacia el cielo parándola rectamente y, con la otra mano tomó el brazo al nene y en su dialecto le dijo algo que, de inmediato el nene se sentó en mi verga aún con esa gran cantidad de leche del indígena adentro; la verga entró muy fácil, y claro, después de esa bombeada que le dio, ese culito estaba super dilatado, además de la leche que tenía que funcionó como lubricante natural, el nene comenzó en el sube y baja, practicante se cogía solo, en segundos entre el culito del nene y la base de mi pena, se había formado una gran cantidad de espuma, bueno, ya saben de que, en segundos después me comencé a deslechar dejando dentro de ese culito otros 6 chorros de leche. Cuando volví de mi extasis quedando sudado y jadeando, estaban los indígenas, el capitán y las nenas mirando y sonriendo. Me reincorporé y continuamos caminando hacía la playa, yo con mi verga, igual a la del capitán y a la del indígena, semierecta y goteanddo leche aún, mientras los nenes caminaban abiertitos recorriendo leche por sus piernas. En un momento, el capitán, que venía detrás mio, puso mi mano en su hombro y me dijo «después de lo que acabas de pasar y todo lo que hemos vivido este mes atrás, aún estas seguro de hacer lo que quieres hacer para regresar a tu país«, me quedé pensativo pero si estaba seguro de lo que quería hacer por lo que le dije que sí, que el lugar era un paraíso pero necesitaba regresar, luego el me dijo «comprendo, estás en tu derecho, yo estuve hablando con mi hijita y hemos decido quedarnos, te voy a ayudar y espero que te encuentren pronto pero lo he decidido, conformaré una familia con mi nena aquí«, quedé algo extrañado y me puse a pensar que pasaría por la mente a un hombre con su hija que no les importaba nada y preferían esa vida, en fin, era asunto de él.

Al llegar a la playa, aún había restos del yate en el que habíamos naufragado y, aunque mas deteriorada, la tienda improvisada que había armado los primeros días después de haber llegado a la isla desierta; tomamos todos los materiales, desarme la tienda y comenzamos a formar la palabra HELP sobre un playón. Al caer la noche, acampamos ahí mismo, mi idea era quedar yo por un tiempo en una tienda mejor armada con los materiales que habíamos traído de la tienda cerca de la señal que había formado y, los indígenas estarían llegando a dejarme alimento cada semana, esto con la esperanza de que alguien me encontrara.

Al día siguiente, despertamos, los indígenas se preparaban para regresar a la aldea, conmigo se quedaría el capitán para hacerme compañía por una semana, el regresaría a la siguiente semana cuando regresaran los indígenas a dejarme provisiones; para nuestra sorpresa, los indígenas nos dejaron al nene y a las dos nenas para que nos hicieran compañía, para ellos era tan importante el sexo, que podía faltar la comida pero la culiadera no.

Pasamos toda la mañana pescando y haciendo una fogata para comer pescado asado, después de almorzar tomamos una pequeña siesta, al despertar, dentro de la tienda no estaba el capitan ni una de las nenas, al salir ví al capitán metido en el mar apareándose con la nena, la bombeaba riquísimo como que nunca hubiese culiado con alguien, la nena pegaba gritos de gozo por lo que decidí darles privacidad, la escena me excitó tanto que regrese a la tienda a culiar con la nena y el nene que aún seguían dormidos; los desperté, me acosté boca arriba, a la nena me la sente en mi verga para cabalgara y se cogiera sola, al nene me lo senté en la cara para lenguetearle el culito y los guevitos. A los 20 minutos, entró  a la tienda el capitán junto con la nena mojados de agua de mar y dijo «eso mi hermano, que rico, préstamelos, quiero hacer lo mismo«, me quitó al nene de mi cara, se acostó y se lo sentó en la cara también, le quise ayudar, me quité a la nena de la verga y se la senté en la verga de él y comenzó a culear con ambos, por mi parte, yo tomé a la nena que él se acaba de culiar en el mar y comencé a cogérmela en posición de misionero, y ahí, todos metidos en la tienda le dimos al apareamiento.

Así paso la semana, todos los días el capitán y yo culiábamos hasta que regresaron los indígenas, el capitán regresó con ellos ta la aldea, tal y como lo había prometido, no sin antes haberme dejado provisiones por una semana mas, también se llevaron al nene y a las dos nenas que nos habían dejado, sin embargo, me dejaron a dos nenas nuevas para mi disfrute. En esa misma rutina estuve por varias semanas pero, al cumplir el mes, cual fue mi asombro y alegría que escuché una avioneta volando cerca, corrí hasta el playón donde había formado la señal de HELP y con un palo largo donde en su punta había pegado una tela roja  brillante que había entre los materiales del yate formando una especie de bandera comencé a ondularla, la avioneta pasó muy bajo en donde estaba yo y poco a poco se fue perdiendo entre las nubes, aún así, estaba sumamente seguro de que me vieron. A los tres días, cuando salía a ver si pescaba algo, no muy lejos de la playa vi un barco camaronero y ya casi acercándose a la playa, una lancha con dos tipos que venían rumbo a mi rescate.

Al llegar los tipos, me indiqué de la impresión y la alegría y comencé a llorar, ya lo demás es historia, así fue como se dio mi rescate. Les expliqué en ese momento a groso modo lo que había pasado, quien era yo, de donde provenía y demás, en ese momento, de la tienda de campaña, salieron las dos nenas, obviamente desnuditas y despeinadas, venían despertando, los rescatistas quedaron asombrados y tuve explicarles que hacía un tipo desnudo con dos nenas desnudas en una isla desierta. Me tomó mucho mas tiempo explicarles por todo lo que había pasado en esa isla y cual eran las costumbres de estos; uno de los rescatistas, supongo que aprovechando la situación y que harían su sueños realidad y en vista de la situación, me dieron si podían coger con las nenas, yo les dije «no se preocupen, ellas no hablan el idioma, nos iremos de aquí y ellas quedaran aquí, su familia indígena vendrán precisamente mañana que se cumple una semana mas a dejar provisiones y a llevárselas, yo no diré nada, este secreto quedará aquí«. Los rescatistas se fueron a la lancha para afianzarla mas a la arena para que las pequeñas olas no se la llevaran, ahí mismo se desvistieron quedando completamente desnudos dejando ver su piel blanca, rubios, vergas grandes con glandes rosas y peludos (obvio que eran australianos, del país al que me dirigía a realizar mi investigación de mi trabajo), sus ropas las dejaron dentro de la misma lancha y mientras yo estaba arrecostado en una piedra con suero ensartado en mi brazo, ví como sus cuerpos grandes ingresaban a la tienda donde estaban las nenas. No pasaron ni 5 minutos cuando comencé a escuchar el exquisito sonido del sexo, la tienda se movía estrepitosamente que pensé que se derrumbaría, gemidos de éxtasis masculinos se oían, gritos de nenas llenaban la brisa del lugar, pasaron como 45 minutos, ya el suero que tenía en mi brazo había terminado, los rescatistas salieron rojos y sudados, se vistieron, me ayudaron a subir a la lancha y me cubrieron con una manta, poco a poco nos íbamos alejando de la isla mientras mi mirada no se apartaba de esta, no supe mas de las nenas y mientras me alejaba, nunca salieron de la tienda, tampoco supe mas del capitán y su hijita.

Fin.

88 Lecturas/15 agosto, 2025/0 Comentarios/por Incestangel
Etiquetas: culito, hermano, hija, leche, playa, semen, sexo, verga
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