«El Niño Debajo del Escritorio»
Un niño atrevido enloquece de lujuria a su maestra..
¡Bienvenido! Soy ShotaCuentos y este es mi primer cuento en este sitio. Mis cuentos se basarán en las relaciones tabú entre mujeres adultas y niños jóvencitos. Si te gustan este tipo de cuentos, ¡sigue leyendo! Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios.
La campana de la escuela sonó indicando el final de la clase del Tercer Periodo, y Olga Rodríguez estaba parada junto a la puerta de su salón de clases para darle la bienvenida a su clase de Matemáticas del Cuarto Periodo. Enseñaba a estudiantes de sexto grado y, a los veinticuatro años, Olga era una de las maestras más jóvenes de Hope Middle School, y también era la más hermosa. Medía 5’10’ de altura, superando a la mayoría de los profesores varones de la escuela, especialmente cuando usaba tacones altos. Con ellos puestos, medía fácilmente más de 6 «de altura. Era una belleza de cabello moreno, piel clara, ojos azules y un cuerpo increíble, lo que le valió las miradas de admiración no solo de los maestros varones de su escuela, sino también de alumnos jóvencitos. Ella sabía que era hermosa y agradecía a Dios que lo fuera, ya que eso la había ayudado a ser contratada para el puesto de maestra de matemáticas de sexto grado en esta escuela. Había estado enseñando en Hope Middle School durante un año y le encantaba. Le encantaba enseñar y le encantaba estar rodeada de niños, especialmente de sus alumnitos varones. Todos los días, se aseguraba de vestirse para impresionar, y ese día se había decidido por una camisa de vestir blanca. una falda negra y tacones blancos.
Cuando estaba en la intimidad de su propia clase y lejos de todos los demás profesores, se aseguró de desabrocharse la camisa para poder mostrar su escote a sus admiradores jóvencitos. También se aseguró de subirse la falda por encima de las rodillas para poder lucir sus largas piernas. En secreto, Olga fantaseaba con sus alumnitos, y había momentos en los que estaba sola en su cama tocándose ante la idea de tener sexo con uno de sus alumnos de once años, o la idea de chuparle el penecito a un alumno de doce años. Sin embargo, sus momentos favoritos eran en su escritorio, que tenía un panel trasero de madera que bloqueaba la vista de sus piernas. Su escritorio le permitía tener momentos en los que se tocaba el coño mientras imaginaba a sus alumnitos mirándola, deseándola, admirando su cuerpo, sus piernas, sus grandes pechos, su culo, admirándola por completo. Disfrutaba de sus pensamientos mientras permanecía junto a la puerta, admirando a cada niño que entraba a su salón de clases. Mientras su salón de clases se llenaba de sus alumnos, todos tomaron asiento y Olga cerró la puerta de su salón de clases y caminó hacia el frente del salón, enfatizando el balanceo de sus caderas mientras tomaba un libro de su escritorio y se aclaraba la garganta.
«¡Niños, espero que hayan tenido un excelente tercer período! Ahora, abramos nuestros libros de matemáticas y vayamos a la página 45, por favor», dijo Olga mientras el sonido de las mochilas al abrirse llenaba la habitación. El sonido de los libros abriéndose siguió mientras cada estudiante pasaba las páginas de sus libros a la página 45. Olga caminó entre las filas de asientos mientras hablaba sobre la división de Matemáticas, y a través de su visión periférica, captó a Toñito, uno de sus alumnitos de doce años, mirándole el trasero. Pasó junto a él y deslizó sus dedos sobre los hombros de Juliancito, lo que hizo que el niño de once años se sonrojara por su toque. Le encantaba coquetear con sus alumnitos de esta manera y, al estar cerca de ellos, sabía que todos tendrían un bulto en los pantalones. Mientras caminaba de regreso hacia el centro del salón de clases, notó que el asiento de Rodolfito estaba vacío. Rodolfito era un niño gordito de once años con gafas que luchaba por hacer amigos en la escuela y en su clase, y resultaba ser el alumnito favorito de Olga. Él le recordaba a ella misma cuando era más jovencita porque a esa edad ella también era gordita y usaba anteojos. Su ausencia la preocupaba y se preguntaba si estaría enfermo.
«Niños, ¿alguien ha visto a Rodolfito?» Olga preguntó a sus alumnos y vio que todos negaban con la cabeza. Caminó hasta su escritorio para sentarse y les dijo a sus alumnos que continuaran trabajando en su tarea de matemáticas mientras sacaba la lista de asistencia de la escuela y notaba que Rodolfito estaba presente durante su clase principal. Se cruzó de piernas y cogió el teléfono de su escritorio para llamar a la oficina de la escuela cuando de repente se sobresaltó porque algo le tocó la pantorrilla. Empujó su silla hacia atrás y miró hacia abajo y vio que el niño desaparecido, Rodolfito, estaba escondido debajo de su escritorio y le palpaba la pantorrilla con su manita. Su manita se deslizó hasta su tobillo y lentamente la deslizó por su pantorrilla, deteniéndose en su rodilla. Deslizó su manito hasta su tobillo y jugó con los dedos de sus pie, lo que la hizo reír por su toque. De repente, se dio cuenta de la situación en la que se encontraban ella y Rodolfito, y no quiso despertar sospechas en sus alumnos sobre por qué Rodolfito estaba debajo de su escritorio. No sólo estaba debajo de su escritorio, sino que también la tocaba, lo cual a ella le gustaba. Entonces, se le ocurrió una idea que la ayudaría a comunicarse con Rodolfito. Movió su silla hacia adelante mientras sacaba algunas hojas de papel y escribía un mensaje en una de las hojas para el chico debajo de su escritorio.
«¿Te gusta tocarme las piernas, Rodolfito?» escribió en la hoja de papel y se la entregó al niño que estaba debajo de ella. Ella lo miró y Rodolfito asintió con la cabezita de arriba a abajo para decir «sí» mientras seguía sintiendo sus piernas. En ese momento, deseó haber retrocedido en el tiempo para decirse a sí misma que debía usar medias negras para que Rodolfito pudiera disfrutar aún más la sensación de sus piernas. Aun así, Olga siempre se aseguraba de afeitarse semanalmente y siempre hidrataba su piel con lociones y perfumes perfumados. Se preguntó si Rodolfito estaba disfrutando de su aroma y la suavidad de sus piernas, y la única forma de saber si era así era palpando su entrepierna. Sacó el pie izquierdo de su zapato de tacón alto y miró hacia abajo para asegurarse de que estaba colocando el pie en su entrepierna. Cuando lo hizo, sintió su erección a través de la tela de sus pantalones cortos, lo que comenzó a excitarla aún más de lo que ya era. Escuchó al niño gemir cuando comenzó a acariciar su erección con el pie a lo largo de su penecito. Olga soltó una risita al escuchar a su alumnito gemir, miró a Rodolfito y se llevó el dedo índice a los labios para decirle que se callara. Luego tomó otra hoja de papel para escribirle otro mensaje.
«¡Te mostraré algo que sé que te encantará!» escribió en la segunda hoja de papel y se la entregó al niño curioso. Luego, descruzó las piernas y las abrió de par en par, dejando al descubierto su tanga roja a los ojitos curiosos del peladito. Podía sentir que estaba mojada allí abajo mientras frotaba su coño a través de su tanga, empapando aún más la tela roja con sus jugos. Lo único que Rodolfito pudo hacer fue mirar con asombro cómo su maestra se frotaba vigorosamente frente a él. Olga hizo todo lo posible por amortiguar sus gemidos, pero la idea de lo que estaba haciendo tan cerca de la carita de Rodolfito la excitaba inmensamente. Luego, Olga miró al niño curioso y separó su tanga para revelarle su coño rosado y mojado. Pudo ver sus ojitos abrirse y cuando lo hizo, supo que este era el primer coño que había visto en su joven vida. Se subió la falda para revelarle aún más al jovencito, de modo que pudiera ver su montículo afeitado, la parte interna de sus muslos y los jugosos labios rosados de su coño. Luego, Olga insertó dos dedos dentro de su coño y comenzó a tocarse delante del peladito, lo que la hizo retorcerse en su asiento y gemir suavemente de placer. Luego tomó otra hoja de papel, queriendo ir un paso más allá.
«Quiero que me lamas ahí abajo, Rodolfito. ¿Puedes hacer eso por mí, por favor?» escribió en la tercera hoja de papel y se la pasó a Rodolfito, y cuando él la leyó, él emocionado movió la cabezita de arriba a abajo para decirle que eso lo haría por ella. Ella miró su sudorosa mata de cabello rizado y colocó sus manos sobre su cabezita mientras él enterraba suavemente su rostro en su coño. Luego, Olga gimió cuando él comenzó a lamer el interior de su coño lentamente, haciéndola echar la cabeza hacia atrás de placer. Miró a sus alumnos y todos todavía estaban concentrados en sus tareas, y luego miró el reloj en la pared y vio que la hora del almuerzo en la escuela era en menos de diez minutos. Rodolfito continuó comiendo torpemente el coño de Olga, besándolo en zonas aleatorias y lamiendo su clítoris por error cada pocos segundos, haciéndola gemir con más frecuencia. Pasó los dedos por su cabello rizado mientras empujaba su carita más profundamente entre sus piernas, apretando su cabezita suavemente con sus muslos. Olga ya no podía soportar el placer y sabía que el niño pequeñito la follaría en ese mismo momento. De repente, sonó el timbre indicando a toda la escuela que era la hora del almuerzo, y rápidamente se puso el zapato de tacón izquierdo y caminó hacia la puerta para dejar salir a los estudiantes. Luego cerró la puerta con llave, regresó a su escritorio y volvió a sentarse.
«¡Se han ido todos! ¡Ahora puedes subir desde debajo del escritorio, cariño!» le dijo a Rodolfito mientras se levantaba del suelo. Olga le quitó frenéticamente la camisa a Rodolfito y comenzó a besarle el pecho suavemente. Luego, Rodolfito se bajó los pantalones cortos hasta los zapatos mientras Olga lo tiraba hacia abajo entre sus piernas. Olga apoyó las piernas sobre la mesa de su escritorio y se sentó en la silla de su escritorio, con las piernas abiertas para su estudiante de once añitos. Rodolfito comenzó a frotar su erección sobre el coño de Olga, queriendo desesperadamente hacerle algo que él no tenía conocimiento de hacer, algo que la naturaleza había despertado para él en ese momento. Olga podía oír la respiración entrecortada de Rodolfito mientras él estaba allí frotándose entre los labios de su coño, y supo que había excitado al peladito, tanto como él la había excitado a ella. Para darle alivio, Olga agarró el penecito de de Rodolfito y lo guió dentro de su coño. Aunque ya había tenido penes más grandes dentro de ella en el pasado, sabía que el penecito de Rodolfito sería el que le daría el mejor sexo que jamás había tenido. Ambos gimieron al unísono mientras Rodolfito la penetraba, pero una vez dentro de ella no supo qué más hacer. Luego Olga le susurró al oído para guiarlo.
«¡Qué rico papi! Ahora empuja tu penecito dentro y fuera de mi coño, tal como lo hacía con mis dedos», Olga susurró mientras colocaba sus manos sobre el pequeño trasero de Rodolfito. Ella lo empujó suavemente hacia arriba y hacia abajo para que él pudiera entender mejor, y después de unos minutos de práctica, Rodolfito encontró un ritmo para sus embestidas. A Olga le encantaba mirar la carita de Rodolfito mientras la follaba lentamente y torpemente. Rodolfito tenía los ojitos cerrados y jadeaba de placer, y Olga supo que el niño de once años se estaba divirtiendo dentro de ella. Abrió los ojitos y miró a la mujer debajo de él, y no podía creer la suerte que tenía de hacer esto con ella. A Rodolfito le encantaba el balanceo de sus senos mientras la follaba, y Olga se dio cuenta de que los estaba mirando. Sacó sus senos de su camisa blanca para que su pequeño y gordito alumnito pudiera verlas mejor, haciendo que Rodolfito acelerara sus embestidas dentro de ella al ver sus senos desnudos. Olga tomó sus manitas y las colocó sobre sus senos y Rodolfito comenzó a masajearlas con movimientos circulares. Entonces, el placer que sentía Rodolfito finalmente lo superó, y con un fuerte gemido, sacó su penecito y se corrió sobre el tonificado estómago de Olga. Olga pudo verlo eyacular unas gotitas de su lechita y ella también había llegado a su límite.
«¡Ayyy yo también me voy a correr, Rodolfito! ¡Me vas a hacer correrme! ¡Mmmmm, ayyy qué rico!» Olga gimió ruidosamente cuando una cascada de placer la invadió mientras experimentaba su orgasmo. Ella atrajo al niño hacia ella en un intenso abrazo mientras ella se sacudía violentamente debajo de su nuevo amante. Ella gimió susurrándole al oído lo mucho que lo había deseado, lo mucho que le había encantado tener su lechita sobre ella, y el pequeñito, que frotaba su penec fláccido en su muslo, le dijo lo mismo. Allí descansaron juntos unos minutos para disfrutar de la compañía del otro, y mientras ella miraba el reloj de la pared, le pidió a Rodolfito que se vistiera ya que la hora del almuerzo casi había terminado. Rodolfito se sintió decepcionado porque su tiempo juntos había terminado y Olga le hizo una promesa a su nuevo amante. Olga le prometió a Rodolfito que harían esto todos los días durante la hora del almuerzo y que tal vez en el futuro él podría visitarla en su casa para divertirse aún más. Rodolfito sonrió, y cuando sonó el timbre que indicaba el final de la hora del almuerzo, ambos se dirigieron hacia la puerta y se despidieron momentáneamente, sabiendo que en realidad no era un adiós, sino el comienzo de un nuevo comienzo.
Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios a continuación. ¡Gracias por leer!
Estubo bueno el relato sigue con más consejos de mi parte es q le des rostros y medidas a los personajes eso atrae más al público… Puedes tomar de referencias a las modelos o actrices nopor por ejemplo y así una descripción mas gráfica pero en jenersl bueno espero q continúes la historia
¡Gracias! ¡Buena idea!
Interesante, muy morboso
¡Gracias!
Me ha encantado. Muy bien escrito
¡Gracias!
Que delicia 🔥,🔥 podrías escribir uno de maestra y alumna?
¡Gracias por leer! Sólo escribo cuentos de mujeres y niños.
Que rico relato, espero que sigas
¡Más por venir!
encantado con tu historia, hacen falta mas de ese tipo, espero leer mas de este tipo, que tal que la maestra de tutorias privadas a sus alumnitos.
¡Gracias! ¡Hay una parte 2!