El Prostíbulo The Pink Pearl
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por AldousNix.
Cuando tenia 15 años, mi familia adoptiva me había echado de su casa por un rumor que difundieron los vecinos sobre unas supuestas aventuras con su hija menor.
Me tomo un día completo salir de las zonas rurales a pie para terminar en un sucio pueblo suburbano.
En ese entonces estaba delgado, agotado y hambriento a tal punto que lo ultimo que logre ver, al fondo de un callejón, eran unas luces rosas muy fuertes, luego perdí la conciencia.
No sabría si era la piel de Mónica o su llamativa vestimenta el sedoso roce que me invito a abrir los ojos.
Desperté con solo unos calzones blancos, bañado y con un banquete de pan, leche y algunas bananas.
Los devoré apenas sentí el cuerpo y con la boca llena la observe.
Una preciosa mujer mayor de piel canela, pechos y caderas voluminosas, un gusto peculiar por la lencería roja que resaltaba al punto que no sentía dolor, hambre o mi propia existencia.
-Has estado durmiendo desde ayer pequeño, Me llamo Mónica, ¿a ti como te gustaría que te nombre?
Tragando con dificultad le conteste mi nombre, Aldous, pero no podía dejar de mirarla, algo en su mirada, una mezcla seductora entre la preocupación maternal y una bestia lujuriosa que no me quitaba de la cabeza.
Ella sonrió y se marcho meneado discretamente sus caderas.
Quede admirando su silueta alejándose de aquella habitación decorada llamativamente con velas blancas, telas rojas, un enorme baul y espejos grandes de cuerpo completo.
Satisfecho me levante lentamente esperando que mi cabeza deje de dar vueltas, asi que salí de la habitación hacia un pasillo muy elegante, habia muchas otras puertas parecidas y al fondo, en las escaleras estaba Mónica hablando con otras chicas, algunas vestían muy llamativas, otras en cambio usaban esos vestidos que usaban en donde creci, pero mas cortos y una de ellas tenía algo como de cuero, se le veían los pechos y el bello púbico.
Mónica me ve y me invita a acercarme a ellas.
-El pequeño se llama Aldous, es el chico que ayer trajimos.
¿Estas mejor cariño?
Asentí ante su dulce voz, que aunque no lo mostraba estaba seguro que ella olía como me estremecía y más con esa lencería roja que le ajustaba las curvas.
Las chicas rieron con picardía y se alejaron despidiéndose agitando sus dedos.
-Señora, gracias por salvarme.
No tengo donde ir, ni estudio, pero le puedo ayudar con lo que quiera.
En ese momento, su sonrisa sentenció un deseo que con observarla me latía con fuerza el corazón.
Señalo la habitación donde habia despertado y me susurro: "¿Lo que quiera? Esperemos que sea así pequeño.
Ve a la habitación" terminado me dio una fuerte nalgada que me tomo por sorpresa, pero obedecí y volvi a aquella enorme cama esperando sus indicaciones.
La puerta se abrió suavemente pero se cerro de golpe, Mónica, con olía a lujuria y me tumbo en la cama, rasguñando mi torso con sus largas uñas.
-Si haces bien esto, el trabajo será todo tuyo pequeño bastardo-
Exaltado por tenerla tan cerca, asentí y de inmediato sentí su lengua recorrer mi boca, jugaba con mi lengua enrollándola como una serpiente.
Comenzó a morderme el cuerpo, primero los labios, el cuello, el torso, mientras con su mano toqueteaba mi entrepierna.
Los primeros sentí el punzón del dolor pero de a poco ese punzón se hacia dulce, pero aun la confusión de mi primera vez me tomaba.
Mónica prácticamente desgarro el calzón que llevaba y jugaba con mi pene semi erecto.
-¿Tu primera vez? Te estas ganando unos puntos
Dicho esto comenzó a masturbarme suavemente, y mi pene se endurecía mas y mas.
No paso mas de dos minutos y eyaculé casi sin percatarme.
Ella metió sus dedos en su boca para probar mi semen y decepcionada lo escupió de nuevo.
-Tendremos que mejorar este detalle.
Ahora date la vuelta
Ordenó y asustado obedecí.
Me quede en cuatro mientras ella caminaba hacía el enorme baúl, y saco un dildo dorado que iba lamiéndolo mientras se acercaba.
Me tomo de mi cabello con fuerza y froto el dildo entre mis nalgas.
El temor me hacía mirar a otro lado pero solo la escuche exigir que así debería hacerlo.
Al voltear me pateó fuera de la cama y ella se acomodó en cuatro masturbándose con fuerza.
Me quede sorprendido, era la primera vez que veía a una mujer masturbándose.
Mónica bajo su fina ropa interior y con un gesto me llamo a montarla.
Me acomodé detrás y gentilmente ella dirigió mi pene.
Mientras admiraba su grandes curvas, su espalda tersa, incluso su vagina, aunque con abundante bello púbico era hermoso de ver.
Al penetrarla lenta pero torpemente, ella se acomodó sus largos cabellos negros y me los entregó para estirarlos.
-Házmelo como si fuera un caballo, ¡Ahora!
Como era delgado y mas pequeño que ella, me tomo de las caderas y las movio con cierto ritmo gential, mientras gemía por lo bajo.
Pero avanzaba los movimientos y rapidamente comprendí como debía moverme.
Efectivamente la penetraba con fuerza y algo de velocidad, mientras jalaba su pelo para descontrolarla.
Ella gemía con ganas, casi gritando.
Apretaba las sabanas, las mordía con desespero.
Sus gritos se combinaban con el golpe de nuestros muslos.
Su piel se sentía caliente, sus nalgas rebotaban con fuerza y yo no me quedaba atrás.
Mi respiración se entrecortaba, mi cadera ya solo se movía instintivamente, tratando de entrar mas y mas dentro de ella.
Podía ver pequeñas gotas mojar la cama y a Mónica retorcerse, tocándose los pechos, el clitoris.
Pero todo eso me sobrecargo al punto que eyaculé de nuevo.
Agotado me senté contemplando como escurría el semen y el liquido de ella.
Mónica con una bofetada y una sonrisa, me besó gentilmente y susurro a mi oído una voz dulce y un mal acento: "Contratado, bienvenido al Pink Pearl"
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!