El que quiera azul celeste, que se acueste (1 de 3)
Le pedí a mi amante un trío con su ex. Ella aceptó, pero él tenía que cumplir antes unas condiciones. Aquí cuento cómo las cumplió..
Como antecedente, les cuento que mi amante Bernabé, unos 20 años mayor que yo, me ha tomado varias fotos antes, durante y después de que hacemos el amor. Él coge mucho con Teya, su primera esposa, casi de su edad, pero ésta aparenta 15 años menos. También le ha tomado fotos similares a las que me toma a mí. Ella conserva mucho de la belleza que tuvo en su juventud, principalmente el rostro alegre y las tetas excepcionales. Teya desborda su putez en la mirada y sonrisa pícaras, y no se diga cuando coge. Alguna vez le dije a Bernabé que me gustaría ver cómo cogen, con el fin de aprender más para que me disfruten mejor mis queridos. “¿Te gustaría ver cómo cogemos mi ex y yo, o te gustaría que hiciéramos un trío nosotros tres: tú, ella y yo?”, me precisó. Me asusté un poco, porque estaba segura que yo terminaría mamándole las suculentas chiches y la panocha llena de la leche de mi amante, lo cual no entraba en mis costumbres (de entonces).
Días después, por correo, me preguntó “¿Harías un trío conmigo y la puta chichona?” Desde luego que Bernabé quería chiches y nalgas ricas al mismo tiempo, aunque tuviese que juntar a dos viejas. “¿Ella ya ha hecho tríos?”, le pregunté. “Sí, pero sólo HMH y no conmigo”, contestó. “Seguramente contigo no, porque sabe que la dejarías sin la leche del otro”, dije recordándole el 69 que hizo con Ber cuando el trío fue conmigo.
A los tres días me escribió diciéndome que su ex aceptaba hacer un trío conmigo, si él aceptaba hacer antes un trío con cada una de sus dos “parejas” y luego, en otra noche, la satisficieran juntos entre los tres. “¿Qué opinas?”, me preguntó, “Que vas a terminar penetrado por ellos”, le contesté. “No me refiero a eso, sino a ti, ¿aceptas?”, insistió. Lo que sí es cierto, es que no tengo claro lo que yo podría hacer. Me di cuenta que me gustaría ver cómo cogen Bernabé y su ex, pero participar… ¡no sabría!, estaba segura que terminaría mamando chiche y panocha, además de unas tijeritas, ¡esa puta es peligrosa! Sí, el sexo en tríos o más, es muy riesgoso. Es cierto que afloran las tendencias homosexuales.
Ha pasado tiempo de eso, pero hace poco le pusimos fecha al encuentro de nosotros tres: Bernabé, su ex y yo. Y lo comenté en un relato. Allí mismo, Ber me escribió: “Me cuentas cómo está la chichona de tu ex. Le pregunté a Bernabé si había cumplido los requisitos que ella le puso hace dos años para hacer el trío del que hablas y sólo respondió «Sí»”. En ese momento me acordé de las condiciones pues Bernabé tenía que pagar con tres palos: dos en trío, con distintas parejas de Teya, y una en cuarteto, todos dándole amor a Teya. “Sí”, le contesté, “¡Ja, ja, ja! Ya se me había olvidado que ella le pidió que primero hicieran un trío añadiendo a uno o dos de sus amantes. ¡No me contó! Le voy a preguntar cómo estuvo. A ella le fue bien, seguro, de otra manera no habría aceptado. Gracias por recordármelo. Ahora mismo le pido que me lo cuente”. Mi amante me contó, con cierto detalle porque le saqué varias cosas acosándolo con preguntas, tanto por correo, como presencial (coito paralelamente) cómo pagó. De eso se trata este relato. Comenzamos.
–Las tres cogidas fueron en la casa de Teya en sábado. Iniciaron a las tres de la tarde con una comida que ella hizo en cada ocasión, considerando los gustos de cada quién. Me pidió dinero suficiente para que ella comprara los materiales necesarios en la elaboración de las viandas y los vinos que maridaran mejor, en cada ocasión. ¡Hasta en eso me cobró!, como puta que es… –comenzó a contar meneando negativamente la cabeza.
–¿Te cobra por cogértela? –pregunté curiosa.
–No, cogemos porque nos amamos. Sin embargo, le paso una mensualidad, aunque no tengo obligación.
–¿Ese pago es porque se deja coger? –precisé mi pregunta.
–No. Incluso se la daría, aunque no se dejara coger por mí. Ella no se ha vuelto a casar. A veces ha vivido acompañada durante algunos meses, pero pronto termina y vuelve a estar sola –me aclaró, lo cual incrementó mi admiración por la generosidad de Bernabé.
–¿No te la coges cuando ella vive con otros?
–En su casa no, sus machos merecen respeto. Ella viene aquí para seguir dándonos gusto.
–¿Qué pasó en el primer trío? –pregunté–. Puedes ahorrarte el menú que preparó –precisé, a sabiendas que ella cocina delicioso, a decir de Bernabé.
–No te contaré lo que ella hizo en cada ocasión para comer, pero en dos casos se trató de platillos que yo no había probado, y ambos eran del gusto para el macho usado en el trío –acotó–. El tercer día, la comida y cena fue completamente para satisfacer mi paladar –presumió.
–Sospecho que los tres días hizo atole sólo para ti… –dije completando sus gustos culinarios.
–Je, je, je… Sí, yo fui quien tomó más leche… – aclaró con sorna.
–¿Del biberón? –interrumpí.
–Sólo la vez que estuvimos los tres dándole duro a ella –volvió a precisar–. Pero las dos primeras veces, quizá por timidez, no lo hicimos –dijo apenado.
–¡¿Hicimos?! ¿A ellos también les gusta mamar verga? –pregunté asombrada.
–No sé si les guste, pero en ese momento tan caliente, y al ver que la verga salía exprimida, exangüe y empapada de atole, a cualquiera se le antoja mamarla… –confesó.
En ese momento yo recordé cómo se me antojó la verga enorme de Pedro, esa vez achicada al extremo, cuando se la sacó a su mujer después de venirse dando un grito de satisfacción. El animalote que tiene Pedro cuando está caliente, se veía inofensivo al haberse corrido, primero en mí y casi inmediatamente después en su mujer. Pero también Ramón, mi marido, la miraba con la boca abierta y los ojos deseosos por la lujuria… ¡Le gané el bocado a Ramón! Porque estoy segura que se la hubiera mamado a su amigo…
–Las tres veces, iniciamos platicando todos en la sala, brindando con mezcal, en tanto que Teya se encueraba y nos desvestía llenándonos de caricias y besos –continuó contando Bernabé–. Luego pasamos al comedor. Al concluir, nos mandó a la cocina para que laváramos y secáramos los trastos. Durante esa tarea en equipo, ella nos animaba dándonos lengua en la verga, los pezones y el culo. “Apúrense, porque ya quiero tener acción”, nos decía la puta de mi ex al jalarnos simultáneamente el escroto, con huevos incluidos –platicaba con los ojos cerrados.
–¿Así…? –le pregunté a Bernabé haciéndole “güebitos”, como dice una amiga mía.
–Sí, mami, no los sueltes… – contestó sin abrir los ojos y recordé el consejo de mi amiga: “Hazle güebitos cuando te esté cogiendo y te dará más leche”.
–Cuando empezaron a coger, ¿quién la penetró primero? –inquirí.
–En cuanto secamos el último trasto, Teya nos llevó a la cama jalándonos de la verga y allí nos tiró a la cama. Le puso la panocha en la boca al amante y a mí me la empezó a mamar. Cuando yo la tenía bien parada se sentó en la verga y, antes de moverse le pidió al amigo que se parara en la cama para mamarle la verga. Yo sentí que ella se venía como regadera y al escuchar el ruido del chacualeo también me vine mucho. Ella tomaba la leche del pene que tenía en la boca y disfrutaba de los jalones que le dábamos en los pezones y el magreo de tetas. Cayó en la cama, trayendo a ésta al amante pues no le soltó la verga. Se miraba chistoso el gesto de dolor y susto por la caída. Pero se me borró la sonrisa cuando cayó sobre mí –dijo Bernabé y yo solté una carcajada imaginándolo, que le hizo abrir los ojos antes de seguir contándome.
–Descansamos con los cuerpos entreverados y jadeando por el esfuerzo –continuó Bernabé–. Teya se acomodó para darle a su amigo el atole que había hecho conmigo y a mí me besó para darme la leche que aún quedaba en su boca. ¡Sus besos son deliciosos, pero con leche son más ricos! Le lamí los dientes y las encías para saborear el amor que le dio su macho. Luego me fui sobre sus chiches para chupárselas hasta que se quejó del ímpetu con el que la chupaba –dijo con sus manos en mi pecho.
–Acostados, nos chupó alternadamente los huevos. “Ahora tú chúpame la pepa”, me ordenó, “y tú el culo”, le dijo al otro. “Métanme la lengua hasta donde puedan”. Lamimos y chupamos rozando con frecuencia nuestras barbas y lo hacíamos cada vez con mayor ahínco pues nos excitaban los gritos y quejidos que ella daba al gozar con nuestra encomienda. A mí me tocó lo mejor: el río de flujo que ella soltaba –Bernabé estaba en éxtasis pues parecía volver a vivir el momento.
–Por lo visto gozaste ese trío –le dije yéndome a mamar el crecidísimo pito que traía.
–Sí. Más tarde vino un sándwich donde nuestros penes se friccionaron dentro de su vagina. ¡Nos vinimos los dos juntos!, gozando sus gritos de “¡Denme más rápido!”, los cuales contestábamos alternadamente con “¡Toma, puta, toma!” sintiendo en el tronco el amplio recorrido del glande del otro –me contaba Bernabé con la voz entrecortada por la venida que me estaba soltando en la boca.
Le compartí su leche con un beso y quedamos dormidos.
–¿Y no le hicieron el sándwich como Dios manda? –pregunté al despertar.
–Sí, dos veces, turnándonos el orificio de introducción. Al amanecer, me aproveché para desayunar el rico atole fermentado de mi ex. Desayunamos y nos bañamos. Como despedida, nos dijo “Ya saben cuándo los espero otra vez”.
–Sí, a ti para los dos encuentros que faltaban y al macho para la cogida por todos. Cuéntame cómo estuvo el segundo –le pedí volviéndole a hacer “güebitos”.
–Fue similar, aunque comenzamos por el sándwich. Los dos de pie y por la panocha. Obviamente yo me apuré para tomarla por el frente para restregar sus chiches en mi pecho y besarla mientras hacíamos el prau-prau. Me calenté mucho y mi verga siempre estuvo rígida, la del macho también. Añádele a eso las caricias que nos dábamos con los penes dentro de la elástica vagina de la puta experta –me contaba mi amante con los ojos cerrados y la verga se le paró al recordar el placer.
–Seguro que te viniste pronto, eres muy caliente –le dije, moviéndole la verga con la mano en los huevos, remolineándola y salpicando presemen por todas partes.
–No, quien estaba chorreando y gritando era Teya. Nosotros nos aguantamos. El macho se vino primero y, además de sentir su chorro bañándome, percibí cómo se deshinchaba al tiempo que gemía gozosamente; hasta entonces yo hice lo propio. El hombre no aguantó y cayó en la cama, dejándome todo el peso de la puta en mis manos. Eso fue premiado con un beso antes de caer juntos a la cama donde seguimos morreándonos, aunque mi pene estuviera flácido dentro de ella. “¡Te amo!” me dijo cuando se separó de mí. La contemplé viendo cómo se movía el pecho y la panza al tomar bocanadas apuradas de aire y sus tetas quedaban escurridas hacia los costados… –dijo Bernabé y me montó porque la verga se lo exigía.
–Durante la noche, nos turnábamos para atenderla. ¡Es una viciosa! Cogía con uno, lo ordeñaba y se iba sobre el otra para hacer lo mismo, luego dormíamos hasta que con mamadas reclamaba montarse para cabalgar sobre el burro. Quedamos exprimidos… –
–¿Cuántas veces se habrán venido? –pregunté pensando en ellos.
–Yo conté seis mías y seguramente también el amigo cariñoso de mi ex. Pero Teya es incansable. Se viene de tres a cinco veces en cada penetración. La cama quedó mojadísima por el sudor y el atole que le escurrió sin que pudiera tomarlo alguno de nosotros. ¡Qué puta! –exclamó.
Me di cuenta de la hora y se lo dije.
–Vamos a la regadera, quiero que me rompas el culo con esa verga que sigue paradísima –le pedí jalándolo del tronco.
Fue delicioso sentir en el orto esa verga que me ha enseñado a ser feliz. Pero ya no había tiempo para más.
–Quiero que me escribas cómo fue la tercera cogida que le dieron entre los tres –le dije cuando me dejó en el mercado donde hago mis compras.
Esta señora Teya, más grande que Stella, tienen un comportamiento muy parecido, usan al ex para sus tríos y orgías. Además son muy sabedoras de las artes amatorias, como si solamente se dedicaran a eso, como las Geishas. De Teya ya sabemos que se ha cogido a su hermano y a su primo, pero, aunque lo ignoramos, no sabemos si Stella tiene gustos similares, yo creo que sí, a las putas se les da el calentamiento con todos, hasta con sus ex.
Quiero ver cómo le fue a Teya con tres para ella sola, seguro que algo similar a La Vaquita cuando nos lo pidió.
Ya lo puedes ver, lo acaban de publicar.
La ex de tu amante tiene con qué divertir a cualquiera. Por lo que cuentas, ha de tener como 65 años, pero parecerá de tu edad. Me recordó a Tita, quien sigue conquistando a señores de dos décadas menos y los mete a su hato de burros lecheros. ¡Ésa si es vida!
Nos falta leer la tercera reunión donde pagó Bernabé el boleto para ti. Por cierto, ¿esta última, donde tú eres la estrella, ya se dio?
Ya publicaron la tercera reunión de pago por mi petición.
Sí, ya cumplió Teya conmigo. ¡Fue súper!
Teya sí sabe. Hacer un trío es delicioso, sobre todo si ellos son muy putos, ¿verdad? y que Ber y Chicles no se hagan los de la verga chiquita. Confieso que quiero otra repasada así.
Se ve que te gustó. Adiestra a tu marido para que te lo tires junto a José, te irá bien.
Bernabé te calienta contándote cómo le cumplió a su ex, pero también nos calienta a los demás. Esa señora sí sabe de hacer el amor. A ver cómo te va cuando tengan que atender tú y ella a tu amante.
Nos fue muy bien, pronto lo escribiré y publicaré.
A ver con qué novedades sale Bernabé en el tercer encuentro con Teya. Tres para una, ya pasó con la Vaquita. Yo tuve a cuatro, pero puedo organizar a tres para mí, si hay algo nuevo de experimentar. (Ya imaginé a mis tres y me está gustando la idea.)
Lo que no se me antoja es el MHM que planeas, porque sé que posiblemente terminaré de tortillera. Al parecer, tú sí vas por eso. Que te sea provechoso.
Soy ambidiestra, no soy tortillera. Animate, quizá descubras que no es tan malo. ¿Qué tal Regina? No negarás que la quieres aunque se tire a Saúl. Imagínalo con sus dos grandes amores, así como has estado tú, ¡qué felicidad!
Otra cosa, ¿por qué escribes «güebitos»? Supongo que es acariciarle cariñosamente los huevos al amante (de ahí el diminutivo). Por tanto debe ser «huevitos».-
Lo escribí entre comillas, pues así lo pronuncia mi amiga, con «g» y con «b». Obviamente, en esos casos de sicalepsis, no te vas a poner a corregir a mi amiga si ella te hace «güebitos».