El Restaurante. (2º relato erótico)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por McFlow.
El Restaurante.
El restaurante era perfecto, un ambiente cálido con luz tenue y decorado exquisitamente. En todas las mesas llameaban velas dando un aspecto mágico al lugar.
Juan y María estaban sentados uno enfrente del otro, ya habían terminado el primer plato, cockail de gambas en salsa rosa. Juan extendió la mano hacia la de María y la acarició. Se miraron, se sonrieron y alzaron las copas para brindar. El vino, un somontano crianza mezcla de merlot y cavernét sauvignon, deleitaba sus paladares. El camarero se aproximó para servirles el segundo, faisán guisado con uvas.
Con los platos ya servidos María se reclinó hacia él y le dijo en voz baja: “no me siento bien, acompáñame al lavabo por favor”. Se levantaron y Juan la rodeó con su brazo, ella andaba como aturdida.
Llegaron al aseo de las damas y nada más entrar María cerró la puerta con cerrojo y volviéndose lo besó apasionadamente en la boca. Sorprendido Juan dijo: “cariño, ¿estás bien?”. Ella contestó: “muy bien, solo que tengo muchas ganas de ti” y volvió a besarlo mientras acariciaba su pene por encima del pantalón suavemente. Seguidamente se arrodilló, abrió la cremallera del pantalón y sacó el pene semierecto acariciándolo con sus manos tiernamente. Alzó la mirada, cómplice y pícara, para mirar sus ojos. Juan soltó un gemido discreto. Siguió acariciando el pene con ambas manos y empezó a lamerlo con su lengua desde su base hasta el glande una y otra vez. Disfrutaba lamiendo el pene de su amor. Lo volvió a mirar sin dejar de lamer, Juan jadeaba sin disimulo. Ella hizo ademán de introducir el pene en su boca, pero no lo hizo, sabía que eso a él lo excitaba más. Sólo exhalaba su aliento cálido sobre el glande. El pene había adquirido una rigidez máxima. Lo volvió a mirar, él le sonrió y le envió un beso con los labios a la vez que acariciaba con la mano la sedosa melena de María muy dulcemente. Finalmente se introdujo el pene en la boca, logrando que Juan se estremeciera de placer. Ella lo lamía, lo succionaba y lo metía y sacaba de su boca con un ritmo delicado. Juan no dejaba de acariciar los cabellos de María mirando con atención las maniobras de su amada. Jadeaba cada vez con más intensidad. María le dedicaba completa atención, con su boca y sus manos, acariciando sus testículos y chupando con deleite su pene muy duro. Juan alcanzó el grado máximo de excitación y le dijo: “amor, me voy a correr”, pero María no dejó de succionar el pene y alzó la mirada para ver el placer de Juan en su rostro. Juan eyaculó dentro de su boca y ella siguió chupando y succionando, saboreando el semen caliente. Sacó de su boca el pene y se lo tragó asegurándose de que Juan lo viera. María le dijo: “mmm cariño, qué rico, me comí el postre antes del segundo plato”. Juan se sonrió y la ayudó a que se levantara. La besó en la boca con pasión, un largo beso lleno de sensaciones placenteras. Se miraron enamorados. María tomó una servilleta de papel y limpió con suma delicadeza y dulzura el pene ya en su estado normal. Lo introdujo en el pantalón y subió la cremallera mientras Juan le acariciaba los hombros. Se asearon en el lavabo y se retocaron los cabellos. Volvieron al comedor, los platos se habían enfriado pero no les importó. “Delicioso este faisán” dijo María. “Delicioso” contestó Juan. Alzaron las copas otra vez, Juan lanzó un brindis: “por nosotros amor”. “Por nosotros amor” contestó María.
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