EL RINCÓN DE LAS FANTASIAS XII
Seguimos con esta saga de mucha fantasía..
Sueño y fantasía.
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Una tarde de sábado. Tocaron a la puerta de Mario. Un hombre de 41 años, con un poco de sobrepeso, y tez blanca.
Al atender la puerta. Menuda sorpresa que se llevó al ver a Támara, su vecina. Una chica con un cuerpo escultural gracias a la gimnasia y al balet.
1.68 de estatura, piel trigueña, cabello con corte de hongo, pechos chicos, cadera amplia, nariz respingada, ojos expresivos, de mirada coqueta, boca grande y de labios carnosos.
Misma que, a Mario le inquietaba y lo ponía nervioso al momento de pasar junto a ella y que esta lo mirase.
– Disculpa. ¿Me podrías hacer un favor? Solo dejame estar contigo un rato. Realmente lo necesito.
Dijo la chica. A la que los ojos del tipo observaron de arriba abajo.
Admirando como siempre su hermoso cuerpo juvenil, cubierto con un vestido negro, con escote discreto, cortado hasta los muslos, acompañados de unas zapatillas de tacon.
Pasmado por lo acontecido. Mario la dejó pasar, haciendose a un lado, sin objetar palabra alguna.
– ¿No me ofreces algo para tomar? Algo fuerte por favor.
– Lo más fuerte que tengo es un tequila. Te va a gustar hermosa.
Despues de dos tragos. Támara, platicaba de algunas cosas con Mario y de como le iba en la escuela.
Ella de vez en vez abría las piernas; cosa que a Mario ponía mucho más nervioso de lo habitual.
– Dejame hacerte una pregunta. ¿Como aprovechas una oportunidad. La dejas pasar o actúas enseguida? Dijo.
– Bueno. Depende el tipo de oportunidad que se me presente. No es bueno actuar sin pensar un poco ¿no crees?
– Difiero en eso. Porque si la oportunidad es algo que hasta cierto punto anhelas. No la dejarías ¿o si?
– Ya te dije que depende, y más si esta no es peligrosa o que sea para mal.
Iré por algo de botana.
Al regresar Mario. Támara hizo referencia a una ventana, la cual tenía vista a su edificio.
Acercándose a ella. Se inclino de tal forma que se alzó la parte baja de su vestido, enseñando su culo en todo su esplendor y sin ropa interior.
Mostrando parte de una vagina depilada en su totalidad, con sus labios rosados.
Mario. La observó por unos segundos.
Acercándose, ella lo volteo a ver con una sonrisita. Señal que él podía darse gusto.
Hundió su cara en aquel trasero, abriéndolo bien, metiendo la lengua en su cavidad.
Besaba los labios vaginales de la chica con fervor.
Ella iba haciéndose lentamente para atrás, hasta quedar totalmente sentada en la cara del hombre en el suelo.
Quien gustoso seguía metiendo la lengua por los dos orificios.
Támara libero el armaño de Mario bajo su pans gris, para hacer un 69 de lujo para el hombre.
Ella restregaba la vagina en su cara y Mario intentaba impregnarse aquel rico aroma.
Levantandola, la llevó al sillón, se deshizo del vestido, la empotró y finalmente le metía su trozo de carne en la vulva para satisfacer su más anhelada fantasía.
Acomodada en el sillón y con la cadera arriba del apoya brazos, las estocadas eran con mucho ahínco.
Con el pulgar masajeaba el clitoris de la chica.
Por momentos Mario se inclinaba para disfrutar de los pechos de la chica, que se contoneaba del placer.
Quiero que te tomes mi primer descarga. Le dijo a la chica, la cual ya la había puesto hincada y mamandosela.
Luego de ver como su vecina con trabajo pudo tragar su leche, la puso de pie y volvió a sorprenderse; pues de entre sus piernas, escurría un poco de sangre.
– ¡Mi vida. Eras virgen! ¡Que bien!
La volvió a poner en el sillón y metió de nueva cuenta su falo.
Esta vez con más morbo por haberla estrenado.
Chupaba la lengua de Támara con suma pasión.
Fue a sus piernas para besarlas, acariciarlas, disfrutando del sabor de sus pies al haberle quitado las zapatillas.
Movido por la lujuria. A Mario le importo poco que la vagina de Támara tuviera aún rasgos de sangre y aún así le devoró la concha.
Luego con las piernas de Támara al hombro, las arremetidas en su vulva eran más fuertes. Al igual que los gemidos de la chica.
Con esa euforia ambos tuvieron un muy grato orgasmo. Mario se tendió sobre Támara, con besos y caricias terminaban del placer carnal que tanto anhelaba el hombre.
Támara se despidió, con la promesa de repetirlo.
Ahí fue cuando Mario despertaba y animado por un anuncio de facebook, busco aquel local donde podría repetir la fantasía más deseada que había cumplido a través de un sueño; pero esta vez, la traería a su realidad.
– ¡Bien. Pongamos manos a la obra!
Decía el afable Adam, al escuchar la petición de su nuevo cliente.
Gracias «RINCÓN DE LAS FANTASÍAS».
Se decía Mario al llegar el sábado.
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