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Heterosexual, Intercambios / Trios

EMBARACE A LA ESPOSA DE MI AMIGO

Cuando Luis me comentó el problema que tenía para dejar embarazada a su mujer debido a que sus espermatozoides no tenían movilidad, lo primero que se me vino a la cabeza es que Laura, su esposa, se sometiera a una inseminación artificial, pero vivir en un pequeño pueblo marca mucho.
Cuando Luis me comentó el problema que tenía para dejar embarazada a su mujer debido a que sus espermatozoides no tenían movilidad, lo primero que se me vino a la cabeza es que Laura, su esposa, se sometiera a una inseminación artificial, pero vivir en un pequeño pueblo marca mucho, y la familia de Laura es muy religiosa y de buena posición y no permitiría que su hija quedara embarazada de esta manera.

Luis me comentó que lo habían hablado y que tras mucho pensarlo querían que su mujer quedara embarazada por el método natural, que teniendo en cuenta que yo era su mejor amigo, que gozo de buena salud y tengo estudios superiores, era la única persona en la que podían confiar para guardar el secreto y que el hijo naciera en buenas condiciones.

Mi primer impulso fue decirle que estaba loco y que mi mujer, Marga, pensaría lo mismo, pero viendo su preocupación y la seriedad de su exposición, así como que ellos eran los únicos que cuando estuvimos sin empleo nos dieron dinero para que no nos embargaran la casa le prometí exponérselo a Marga y volveríamos a hablar.

Tras mucho pensarlo en casa y hablarlo con mi esposa decidimos devolverles el favor a Luis y Laura y así se lo hicimos saber, ellos nos comunicarían los días más propicios y nos trasladaríamos a su casa para hacerlo.

Al siguiente mes Luis me telefoneó y me dijo que el jueves y viernes siguientes eran los días más propicios para que Laura quedase embarazada, así que ese día quedamos de comer en su casa. Así fue, comimos juntos y ninguno comentó nada de lo que iba a suceder, pero después del café Luis inició diciendo que deberíamos prepararnos, así que Laura subió a la habitación de matrimonio y después de darle unos minutos me dispuse a subir yo, estaba muy nervioso, aquello no era hacer el amor con una mujer, sino hacerles un favor a unos amigos sin pensar en ningún momento en disfrutar del acto.

Cuando entré en la habitación Laura estaba con un camisón tendida sobre la cama, me invitó a pasar y a comenzar con lo pactado.

Ella estaba muy nerviosa, me dijo que era la primera vez que estaría con otro hombre que no fuera su marido, yo, aunque he tenido más experiencias he de reconocer que me encontraba como la primera vez. Comencé a desnudarme, mientras, Laura giraba la cara para no mirarme, cuando estuve totalmente desnudo, mi pene no crecía más que el de un niño, los nervios no permitían excitarme, y el cuerpo tapado de una mujer que giraba su cara para no observarme, no ayudaba, aunque Laura tenía un cuerpo estupendo que muchas veces había observado cuando lucía unas maravillosas minifaldas y unas blusas que dejaban entrever sus pechos

Llevé mi mano a mi pene y comencé lentamente a masturbarme hasta que este alcanzó un tamaño regular, llevaba varios días de abstinencia preparándome para este momento, una vez lo tuve a punto le dije a Laura que podíamos empezar, la giré sobre la cama, dejando su cuerpo transversal a esta y con las piernas colgando sobre el lateral de la cama, subí lentamente su camisón hasta la cintura, dejando ver su concha, preciosamente depilada y lista para ser penetrada.

Ella seguía sin mirarme a la cara, avergonzada quizás por la situación y esperando no intimidarme quizás con una mirada de rechazo, yo tomé con una mano mi pene y lo acerqué a la entrada de su cuevecita, la cual no se encontraba lubricada, lo que añadido a sus nervios hizo que me fuera difícil penetrarla, poco a poco la punta de mi pene comenzó a abrirse paso entre sus labios, gracias a haber lubricado mi verga con saliva para estos labios cálidos y sonrosados que por primera vez se ofrecían a otro hombre, los noté suaves y mi pene fue desapareciendo dentro de ellos, mientras Laura soltaba unos gemidos mitad placer mitad dolor. Cuando lo tuve totalmente dentro noté una enorme sensación de bienestar, de calidez, algo diferente a lo normal, algo que se siente muy pocas veces y solo en esas situaciones de nervios y tensión. Comencé a mover mi cuerpo adelante y atrás hincando mi pene en su conchita, el cual fue poco a poco cediendo a movimientos y amoldando su cavidad al tamaño de mi pene, Laura a su vez fue perdiendo los nervios, dejando que mi pene frotara su clítoris y a la vez buscara placer a la situación.

Sus movimientos consiguieron que su concha se lubricara, y comencé a notarla húmeda, ya no solo era cálido, estaba jugoso y esto unido a mi abstinencia consiguieron que por mi mente pasara, no solo terminar lo que habíamos empezado, sino hacerle realmente el amor, a aquella preciosa mujer que indefensa sobre la cama dejaba que yo hiciera con su cuerpo lo que quisiera, aunque no por eso podía ocultar que aunque su mente lo intentara su cuerpo no se entregaba a otro hombre ni facilitaba su tarea segregando fluidos que gratificaran el roce, yo tuve en esos momento una eyaculación muy escaza aunque intenté mostrar el placer que esto me producía sin lograr que Laura alcanzara un orgasmo, pues habíamos pactado con mi mujer que ella en ningún momento disfrutaría de la situación…… avergonzado me vestí rápidamente y abandoné la habitación.

Al asomar a la puerta pude ver desde arriba del salón como Marga y Luis esperaban mi salida, yo únicamente comenté que ya estaba hecho y Marga y yo regresamos a casa quedando para el día siguiente por la tarde repetir nuevamente la situación.

En casa esa noche no quise comentar nada de lo que había ocurrido, estaba avergonzado ante Marga, pero la noté claramente excitada a mi mujer, ella me preguntaba cómo había transcurrido todo y su cálido cuerpo se pegaba al mío notando como sus pezones estaban endurecidos y como su pierna rozaba las mías.

Supuse que esos días de abstinencia unidos a saber que su marido en la habitación del piso de arriba había hecho el amor con otra mujer la habían calentado, aunque como al día siguiente debía realizar la misma experiencia no quise hacer el amor con ella, además estaba muy cansado por el esfuerzo y me giré para dormirme.

Aunque habitualmente duermo profundamente, debido a la excitación del día algo hizo que me despertara, noté que era Marga la que me había despertado sin querer, con sus movimientos, la notaba nerviosa e inquieta, noté como ella se había llevado su mano a su entrepierna, olvidada por mi aquella noche, y que debía de estar húmeda de excitación, e iniciaba una masturbación.

No parecía disgustarle la masturbación, pues en el silencio de la noche pude escuchar el chasquido de sus dedos rozándose con su mojada concha, cada vez a un ritmo mayor y con una respiración que se entrecortaba jadeante. Giró sobre sí y quedó tendida boca arriba, retirando la sabana que la cubría y que le daba calor, pude divisar su silueta gracias a la tenue luz que iluminaba la habitación a través de la persiana.

Sus piernas entreabiertas dejaban paso a través de la braguita a sus dedos que jugueteaban con su clítoris ya al borde del orgasmo, sus dedos se introducían y salían de su agujero humedeciéndola más y haciendo que su cuerpo jadease y se retorciera sobre el colchón. No duró mucho la situación y tras unos rápidos movimientos de dedos noté como llegaba al orgasmo, estirando sus piernas en la cama y apretando sus dedos contra su clítoris para saborear los últimos segundos de placer. No dije nada y seguí durmiendo.

El siguiente día llegó pronto y tras la comida, Marga y yo fuimos a la casa de nuestros amigos, aunque la experiencia anterior para mí no fue placentera, también debió ser igual para Laura.

Llegado el momento mientras me desnudaba pude apreciar como Laura miraba mi cuerpo, y su camisón estaba ligeramente levantado dejando ver esa concha que hoy iba a volver a ser mía.

Ella bajó de la cama y acercándose a mí me dijo si quería que hoy fuera ella la que me ayudara a poner a tono mi pene, yo le dije que eso no era lo pactado, pero pensamos que si no contábamos nada a nuestros cónyuges tampoco pasaría nada, así que tras sentarme en el sillón de la habitación Laura se arrodilló a mis pies y asiendo mi pene con ambas manos comenzó a besarlo y a lamerlo lentamente, notaba su cálida lengua sobre el capullo y mi pene comenzó a crecer en pocos segundos, alcanzando su máxima talla. Noté un gran placer cuando Laura fue introduciendo lentamente mi pene en su boca logrando que desapareciera íntegramente dentro de ella, no hubiera pensado que fuera una gran chupadora de pollas, pero esa no iba a ser la única sorpresa de la tarde, con sus manos acariciaba mis huevos y mi polla entraba y salía de su boca, yo entré en un éxtasis de lujuria y le pedí que siguiera chupándola, ella mordía sus laterales, lamía mis huevos y la hundía hasta el fondo de su garganta, lubricándola.

Cuando pensó que ya estaba bien a punto se levantó, se quitó su camisón, dejándome ver sus pechos firmes, con unos pezones duros que no dejaban escapar la excitación que ella también tenía, nos levantamos y fuimos a la cama, hoy no iba a ser un acto aséptico como el día anterior, nos fundimos en un largo beso mientras mis manos acariciaban sus pechos y bajaban hasta su coñito para encontrarlo lubricado y deseando que mi verga la penetrase.

Besé su cuello y rodeé con mi lengua sus labios, bajando por la garganta, saboreando cada centímetro de su piel, llegué a aquel valle que entre sus tetas se me ofrecía cálido, quedando mis mejillas entre cada uno de sus pechos, que con ambas manos junté y chupé sus duros pezones

Sin soltarlos acerque a mis labios a la entrada de su concha, que ahora justo delante de mí se me ofrecía. Sus labios estaban húmedos y entre ellos se apreciaba brillando el líquido lubricante que ella esta vez había segregado, la abrí y saboreé con mi lengua, motivando con mis labios su clítoris. Laura movía su cuerpo con convulsiones, estaba al borde del orgasmo y ahora su coño no opondría resistencia.

Mi polla estaba a punto de reventar, así que no debíamos perder ni una gota de mi semen, ella me volteó y me dejó boca arriba en la cama dejando que mi polla apuntara al techo, luego abrió su concha y de rodillas sobre mi fue clavando mi verga dentro de ella, estaba muy excitada y lubricada así que casi no noté resistencia, su culo giraba sobre mi haciéndome gozar y gemir, ella no paraba de moverse y fue la que me folló.

Llegamos juntos a un largo orgasmo que me hizo derramar dentro de ella todo el semen que tenía, pero Laura no pensaba en quedarse embarazada esa tarde, sino en disfrutar mi cuerpo, me dijo que desde el día anterior no había podido olvidar el polvo insípido que habíamos pegado y que hoy iba a dejarme sin una gota de mi semen, introdujo nuevamente mi verga en su boca y saboreó el semen que aún fluía, escurriendo hasta la última gota dejándola nuevamente a punto de una nueva cabalgada.

Esta vez fui yo el que tomó la iniciativa así que bajamos de la cama, nuestros cuerpos sudaban y desprendían placer por sus poros, la coloqué de espaldas a la pared y le dije que ahora era yo el que se la iba a follar, tomé cada una de sus tetas con mis manos y mientras tanto con mi verga busqué su coño, no tardé en encontrarlo y este abrió su puerta a la primera llamada, pues aún rezumaba mi esperma dentro de ella, le metí  mi  verga de un solo golpe y comencé con mis manos a juguetear con sus pezones apretándolos. Mis movimientos cada vez eran más rápidos y fuertes, golpeando con mi verga su coño fuertemente, ella pedía que la taladrara, que le diera todo lo que tenía para ella, no la decepcioné y nos corrimos nuevamente.

Laura se tendió sobre la cama, sudando y desbordando mi semen que fluía de su coñito y resbalaba por sus ingles, yo me vestí, pues fuera Luis y Marga debían estar preocupados y salí del cuarto asomándome al salón. Mi sorpresa fue mayúscula, Luis y Marga estaban tranquilos esperando que termináramos con Laura.

De regreso a casa Marga me preguntó cómo nos había ido, le dije que eso era muy difícil al ser puramente mecánico, por eso me costaba trabajo que mi verga tuviera erección y de parte de ella al no excitarse lubricar su concha teniendo que hacerlo con un aceite que quien sabe si resultaría contraproducente para lograr el embarazo.

Marga me comento que, hablando con Luis, él le había dicho que Laura sentía lo mismo y eso podía incidir en que ella quedara embarazada.

Después de ese día pasó un mes para que llegara nuevamente el periodo de fertilidad y cuando íbamos en el auto camino a la casa de Luis y Laura, Marga me dijo que Luis creía que si las cosas se hacían de manera muy natural, como dos personas que se desean, se lograría la meta del embarazo.

Y yo le pregunte a Marga que ella que opinaba.

Me dijo que le parecía bien, trata de desearla y hacer las cosas como lo haces conmigo.

Ese día no fuimos directo a la habitación, sino que Luis nos ofreció un par de copas de licor, además se improvisó un baile donde mi esposa me hacía señas que pegara a Laura a mi cuerpo y la acariciara, mientras ella lo hacía con Luis.

De pronto Laura me tomo de la mano y nos fuimos a una habitación que queda en el segundo piso donde nadie nos escucharía según ella.

En esta oportunidad los dos nos denudamos totalmente y pude apreciar el maravilloso cuerpo de ella y ella también estuvo mirándome de reojo. Luego comencé a besarla estando de pie recostándola contra la pared y acomodando mi verga en medio de sus piernas, esta vez ella estaba bastante lubricada y varias veces intente penetrarla de pie pero no lo logre porque ella es de menor estatura que yo.

Luego pasamos a la cama y allí nos acostamos invertidos para disfrutar un sesenta y nueve. Yo motivaba su concha y su clítoris mientras ella metía mi verga todo lo posible en su boca.

Cuando los dos estábamos a punto, cambiamos de posición, ella se acostó boca arriba y yo me subí sobre ella y rápidamente mi verga entraba y salía de su concha, haciendo el ruido conocido, saliendo de Laura continuos gemidos y esta vez estando ella muy excitada me dijo… Me gusta tu verga, ahora quiero me folles de perrito. Paramos ella cambio de posición y yo desde atrás la penetré y tomándola de las caderas comencé a follarla una y otra vez hasta que ella alcanzo su orgasmo y yo me corrí dentro de ella.

 

Cuando terminamos, yo abrí la puerta para bajar a la sala y escuche unos gemidos que eran lo de Marga, me quede estático escuchando y Laura que venía detrás de mi también se detuvo y caminamos lentamente hasta lograr desde la escalera ver a Luis y a Marga y darnos cuenta que estaban semidesnudos en el sofá, supongo que la calentura del día anterior y la abstinencia de Marga habían hecho que ellos se excitaran y desearan su ración de sexo.

Luis tenía a mi mujer tumbada sobre el sofá y él estaba con su cabeza metida entre sus piernas chupando su coño y saboreando a mi mujer, preparándola para ser follada, aunque ella después de tantos días estaría muy húmeda. Marga gemía de placer con las caricias de Luis y su cuerpo se convulsionaba recibiendo sus placeres, la lengua rodeaba la entrada de su coño apoderándose de su clítoris el cual mordisqueaba con sus labios.

Marga tenía una de sus manos apretando sus tetas, mientas con la otra dirigía los movimientos de Luis y le mandaba para que este recorriera minuciosamente todos los rincones de su coñito. Luis trabajaba bien esa faceta, y su lengua desaparecía entre la cavidad de Marga, follándosela literalmente con su lengua.

Cuando ya estuvo suficientemente caliente la colocó a cuatro sobre el sofá y abriendo sus nalgas con ambas manos comenzó a introducir su verga en la concha de Marga, que gemía de placer al sentir como la perforaba. Primero fue lento, con mimo y cuidado, pero a medida que la desesperación de Marga subía y los movimientos de sus caderas fueron más voluptuosos Luis fue acelerando también sus movimientos de pelvis, haciendo que esa dura verga la penetrara una y otra vez haciéndola llegar al más sonoro de los orgasmos que yo le recuerdo.

Luis sacó su verga chorreando del coño de mi mujer y la sentó en el sofá, Marga parecía extenuada.

La escena me había excitado tanto que mi verga volvía a estar a punto para una nueva embestida, pero ahora, sabedor de todo, cogí a Laura por una mano y bajamos las escaleras, la primera impresión de ambos fue de sorpresa al descubrirlos semidesnudos y cubiertos de semen, pero los tranquilicé y les comenté que había disfrutado mucho con la escena, que podíamos divertirnos ahora todos juntos.  De aquí en adelante nos olvidamos del embarazo que nuestros amigos deseaban y comenzamos a reunirnos a divertimos compartiendo copas y sexo y dos meses después Laura estaba felizmente embarazada.

Después de la grata noticia Laura me pidió fuéramos a un motel a disfrutar del sexo en agradecimiento por haberla embarazado y yo sabiendo el placer que me genera su hermoso cuerpo no dude y estuvimos al menos unas cuatro horas follando como locos y no volvimos a tener sexo dejando que prosperara su embarazo. Ya el mes entrante dará a luz y esperemos a ver a quien se parece

47 Lecturas/15 mayo, 2025/0 Comentarios/por JAPACA
Etiquetas: amigos, follando, follar, hija, hijo, mayor, semen, sexo
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