En el ascensor
Como una cita médica empezó en el ascensor de la clínica.
Tenía que ir a la Clínica Valle del Lili, para una consulta médica, por lo que me fui con suficiente tiempo. Parqueé el auto en el sótano y busqué el ascensor que me lleve al piso de mi cita. Hay mucha gente en el ascensor, y conforme va parando en los pisos entra y sale gente y me van empujando hacia el fondo del habitáculo. Me quedo justo delante de un hombre cuya loción huele delicioso, de quien siento la respiración casi pegada a mi nuca. Hay mucha gente ahora en el ascensor y tengo que retroceder un paso, y siento que prácticamente estoy recostada sobre la persona de atrás, y siento un bulto que empuja mi falda. Muevo mi trasero para sentir la cuña, y me excita, de forma que descaradamente me recuesto más. Miro a los lados por el rabillo del ojo, nadie se ha percatado, y me aprieto un poco más. Mi vagina empieza a calentarse y empiezo a mojarme. El ascensor se va vaciando y por prudencia me separo de él un paso. Me enderezo un poco, y siento como mis piernas están temblando. Se vacía un poco más el ascensor y ya sólo quedamos dos hombres, él y yo.
Al llegar al piso de mi cita, los dos hombres que están delante de mí salen del ascensor, y cuando me dispongo a salir siento como me agarran del cinturón de mi falda sin brusquedad, sólo sujetándome, mientras la puerta se cierra. Se acerca un paso, me rodea por la cintura, y con la otra mano que le queda libre alcanza el botón de emergencia sin separarse de mi espalda. Siento su aliento y como se acerca lentamente; roza mi cuello con su nariz para luego empezar a besarlo con mucha suavidad. Siento sus labios y sus besos cortos pero húmedos; con cada uno de ellos intensifica la presión, comienza a mordisquearme y a jugar con su lengua y la vez me abraza por la cintura con fuerza, mientras siento como crece su pene dentro de su pantalón.
Sus manos se meten por debajo de mi blusa subiendo hasta mis pechos y los apretuja con pasión, endureciendo aún más mis pezones al primer roce. Me pellizca un pezón con lujuria y con la otra mano me empuja hacia la pared del ascensor. Mi cara contra la pared y mis brazos en alto apoyados y él sobando mis tetas que están duras de placer. Con una mano suelta mi falda, que en un segundo cae a mis pies. Cubre mi cuello con sus besos mientras sus manos van bajando por mi cintura, paseando entre mis muslos y cogiendo mis bragas las hala para bajármelas, por lo que separo un poco las piernas a la vez que me voy mojando cada vez más, y así mis panties caen. Siento como él se inclina, y empieza a besarme el trasero, me recorre las nalgas con sus besos, hasta sentir como abriendo con sus manos mis cachetes me recorre con su lengua mi ano, en salivándolo y empujando con la punta. Mi respiración fuerte, se ahoga con mis gemidos de placer. Como está, me gira, y sumerge su boca en mi coño hambriento de placer, devorándome con su lasciva boca. Separa un poco más mis piernas y comienza a lamer despacio mi clítoris, su lengua busca entre los pliegues el placer que me quiere provocar, respondo con suspiros mientras tengo su cabeza atrapada entre mis manos, y su lengua lame los fluidos que chorrean de mi coño. Tengo que morderme los labios para no gritar. Levantándose, me gira de nuevo, y me apoyó sobre la pared del ascensor mientras él extiende sus brazos sobre los míos, apoyando su pecho sobre mi espalda. Agarrando mis caderas, las atrae hacia él y siento la punta de su polla entre mis nalgas, dura y caliente, la restriega en mi mojado coño para humedecerla y despacito me la empieza a clavar en mi ano; dos empujones y ya la tenía perfectamente adentro en mi culo.
Mueve mis caderas a su ritmo y me uno al movimiento de su pelvis, para sentir como me penetra con su enorme verga de una manera deliciosa pero portentosa. Que culeada tan maravillosa. Su polla me llena toda con mi esfínter completamente dilatado. No quiero que pare y él no quiere parar. Me bombea con fuerza y con lujuria, hasta que siento un chorro caliente que me inunda y que me pone más arrecha. Él se retira sacando su polla, mientras siento como sale semen de mi ano y se chorrea por mis piernas. Me voltea, y solo allí deparo en mi amante furtivo, un hombre de unos cuarenta y tantos años, con una incipiente barba, unos hermosos ojos cafés. Se acerca y me besa en la boca, metiéndome su lengua hasta lo profundo, me mordió los labios, me besó el cuello hasta bajar y besarme los pezones. Con sus dientes me mordió uno de ellos, enloqueciéndome de placer, lo que me produjo un nuevo orgasmo.
Me besó nuevamente en la boca, y con suavidad me empujó hacia abajo, para que me agachara hasta que su verga quedará frente a mi rostro. Pese a la culeada y que se había corrido, aún mantenía una erección poderosa. La cogí con mis manos, para masturbarla, mientras comienzo a lamerla con toda mi lengua. Recorro su glande con la punta de mi lengua y mis labios lo chupan con lujuria no queriendo dejar nada sin probar. Comienzo a tragármela, pues quiero sentir esa enorme verga dentro de mi boca. El que no esté completamente dura ayuda a que penetre mi garganta cada vez más, hasta que me entra entera, sintiendo su pubis contra mi cara. Cogiéndome de la cabeza me folla primero con suavidad, y siento como su polla recorre mi garganta, y aunque siento un poco de dificultad para respirar, yo misma cojo ritmo para que me penetre. Aumentando la velocidad y la fuerza, me folla con locura mi boca, siento una arcada pero aguanto, mientras su polla entre y sale de mi garganta una y otra vez. Hasta que teniéndola completamente adentro, su pubis contra mi rostro, sentí como un chorro inundaba mi garganta. Allí si sentí que me ahogaba, por lo que tuve que sacarme la polla rápidamente de mi boca, y parte de ese semen cayó sobre mis pechos. Recuperada, mame de nuevo su polla para chuparme todo vestigio de su semen. Su verga, en vez de disminuirse, parecía que crecia aún más por la lujuria del ambiente. Me ayuda a levantarme, y recostándome sobre la pared del ascensor, con sus brazos me eleva del piso y me clava esa portentosa polla en mi coño que anhelaba ser penetrado. Me folla con pasión, con potencia, sintiendo como entraba completamente en mi vagina, mientras por la posición nos conectábamos con la mirada. Su polla entraba y salía sin menguar, mientras mis gemidos iban aumentando. Ya sudábamos, lo que me excitaba más, con un ritmo descontrolado que hacían que cada poro de mi ser gritara de placer. Un nuevo orgasmo me recorre y siento como mi vagina se inunda de mis fluidos que lubrican cada embestida de mi amante. Pronto al sentir que va a acabar, me baja y arrodillándome, me apunta con su polla, y descarga sus chorros de semen en mi cara, en mis canas, sobre las gafas, y recibo con placer su carga.
Le doy una nueva mamada a su polla que ahora sí parece relajarse, y la limpio completamente, para terminar con mis dedos limpiando mi rostro y lamiéndolos.
Sin decir nada, nos vestimos y nos arreglamos lo más que podemos. Me da un nuevo beso en la boca con dulzura y oprime el botón de parada, para que el ascensor empiece otra vez a funcionar. Se abre en el piso, y salimos como unos desconocidos, porque nunca dijimos como nos llamábamos. Fui a buscar el baño de mujeres, para terminar de arreglarme. Tenía que limpiar el semen que quedaba sobre mi cabello, lavar mi cara, maquillarme un poco, pues aún estaba a tiempo de llegar a mi cita.
Llegue a la sala de espera, y un minuto después anunciaban mi nombre con el número de consultorio donde me atenderían. Al entrar el doctor estaba de espaldas. Me presenté, Pamela…, y girándose él, replicó…Dr. Gutierrez, mucho gusto, para descubrir gratamente a mi amante del ascensor. Y fue una consulta mucho más larga de lo esperado….
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